Entrevista a: Jesús Giraldez 1. Fue con ocasión de aquellas jornadas intensas y agitadas en que las costas gallegas se veían asoladas por el chapapote que en la isla de Fuerteventura, que le conozco a usted como activista del ecologismo militante. En mi recuerdo, en un plano entre lo personal y lo profesional, usted es un historiador que se dedica a la educación, pero en otra disciplina, la deportiva. ¿Cómo se presentaría al lector? Puede que como un utópico al que el sistema le pone obstáculos, un libertario encorsetado en sus propias contradicciones, alguien demasiado simple para un mundo tan complejo. Tengo una titulación que me acredita como licenciado en Historia, pero por razones que no vienen al caso, llevo treinta años ejerciendo de profesor de Educación Física en secundaria, lo cual es un alivio para mis estudiantes y para mí. Como historiador a tiempo parcial me he dedicado a la investigación centrada en Canarias y en el anarquismo. El resultado ha sido la publicación de cinco libros sobre temas casi inéditos, como el de la deportación de anarquistas a Canarias durante la Segunda República en el que alguno de ellos, como Buenaventura Durruti, pasaron algunos meses de confinamiento. 2. ¿Cómo explicaría el contencioso Tindaya y su implicación en la denuncia y movilización en torno a este asunto y si la declaración posterior de Fuerteventura como Reserva de la 62