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La caída
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La caída
Por Charles Mills
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo se convirtió la justicia social en un problema? ¿Cómo es posible que quienes se enfurecen contra el establecimiento haya de programas y políticas que promuevan la igualdad, la justicia, el respeto y la libertad?
La respuesta tiene vínculos directos con un evento que tuvo lugar hace mucho tiempo.
Motivados por las palabras del diablo, «seguramente no morirán» (Génesis 3:4), Adán y Eva transfirieron su lealtad de un poder sobrenatural a otro. Entregaron las llaves de su reino a Satanás y eligieron vivir según sus reglas y guiarse por su visión de la sociedad. ¿Cuál era esa visión? Mira a tu alrededor. Es a donde va la sociedad cuando camina en sintonía con el diablo.
Es interesante notar el opuesto énfasis que ofrecieron los dos poderes que compitieron por los corazones y las mentes de los primeros habitantes humanos de la tierra. Dios habló acerca de cómo su presencia podría beneficiar a la tierra y a las criaturas que vagaban por ella. Fueron invitados a hacer muchos más humanos, a cuidar jardines, incluso a nombrar a los animales. Su enfoque se dirigía hacia la naturaleza, hacia el medio ambiente y hacia los demás. El énfasis de Satanás era muy diferente. Contrario a lo que Dios había dicho, el diablo redirigió los pensamientos de Eva a una dinámica nueva y emocionante. «“Ciertamente no morirás”, le dijo la serpiente a la mujer. “Porque Dios sabe que cuando comas de ella tus ojos se abrirán y serás como Dios, conociendo el bien y el mal”» (Génesis 3:4, 5).
«No morirás. Tus ojos se abrirán. Serás como Dios». Por primera vez en la corta historia de la tierra, los habitantes humanos estaban siendo invitados a pensar internamente en lugar de externamente. Se les pedía que se colocasen a sí mismos y a sus necesidades por encima de todo lo demás. «¿Qué quiero? ¿Cómo me hará sentir?
¿Cómo me beneficiará?» se convirtió en la nueva normalidad.
Injusticia social
Su respuesta abrió la puerta a la injusticia social que continúa hasta el día de hoy. El almacenar recursos, la protección de empleos, la separación de las tribus, el sistema de castas, el racismo, la esclavitud, la supremacía blanca, pueden remontarse a esa decisión en el jardín cuando Adán y Eva eligieron pensar en sí mismos primero y en los demás en segundo lugar. El pecado tiene que ver con el pensamiento interior. Se trata de mí contra ti. Se trata de egoísmo.
No debemos sorprendernos a dónde nos ha llevado ese egoísmo como sociedad. Fuimos advertidos.
La larga lista de maldiciones que el Creador declaró contra la serpiente, Adán y Eva debido a sus elecciones, refleja perfectamente dónde estamos hoy como sociedad (Génesis 3:14-19).
Las maldiciones no son juicios
Necesitamos tener en cuenta que esas maldiciones no son juicios de Dios. Son simplemente las condiciones que el pensamiento interno crea naturalmente. Es lo que sucede cuando la presencia, el poder y la protección de Dios son rechazados. Como un astronauta que sale al espacio sin un traje espacial, Adán y Eva —y nosotros— debemos vivir la vida en un ambiente muy alejado de lo que Dios tenía en mente cuando creó este mundo. El pensar internamente forma un vacío mortal a nuestro alrededor.
La buena noticia es que hay esperanza y el ideal de Dios para la sociedad todavía se puede construir, incluso en la atmósfera del pecado. Tu y yo podemos proporcionar un lugar donde la gente pueda encontrar seguridad y comfort. Podemos pensar exteriormente, abrazando a aquellos a quienes son rechazados por las personas que piensan internamente. Podemos, con nuestra voz y nuestras acciones, restablecer la justicia social, ofreciendo a los necesitados y a los que no son como nosotros igualdad de oportunidades para la felicidad y la libertad. El diablo puede haber distorsionado y corrompido el plan original de Dios, pero podemos cambiar las tablas contra él tornando nuestra lealtad hacia Dios y pensando externamente con amor.