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Sin salida

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Misión cumplida

Misión cumplida

ISTOCK.COM/DAVID_BODESCU

Sin salida

Por Charles Mills

A veces, ser cristiano requiere enfrentar las cosas malas que le suceden a las personas, crear un plan de acción y venir a su rescate. Con Dios trabajando a tu lado, siempre hay una salida.

Alice Hall de Bar Harbor, Maine, conducía a casa desde el trabajo y decidió tomar un atajo a lo largo de la playa. Olvidó lo rápido que pueden llegar las mareas y de repente se encontró estancada en aguas saladas profundas con olas oceánicas en constante aumento golpeando contra sus puertas. Estaba atrapada. No había salida. uuu

Walter Koester levantó la vista justo a tiempo para ver toneladas de tierra cayendo directamente sobre él. Su padre, que trabajaba cerca, tomó lo único que pudo encontrar, una manguera de jardín, y la arrojó rápidamente al pozo que habían estado cavando. Justo cuando su hijo lo agarró, el deslizamiento de tierra enterró completamente al niño bajo ocho pies de tierra.

Walter se metió el extremo de la manguera en la boca y trató de tomar una bocanada de aire. Pero hubo un problema. La manguera estaba llena de agua. Walter estaba en un enorme problema. No había salida. uuu

Frank Brown, un técnico de rayos X que trabaja en el Hospital Bellevue en la ciudad de Nueva York, instruyó a su paciente a recostarse cuidadosamente sobre la mesa.

Una enfermera que le asistía, Grace Fusco, observaba a Frank apagar la máquina para poder hacer algunos ajustes menores. Pero debe haber habido un corto en algún lugar del cableado. Frank de repente encontró cerrando con su mano un circuito de setenta y cinco mil voltios de electricidad. No podía hablar ni moverse.

La enfermera corrió hacia el técnico y le agarró de los

hombros. Setenta y cinco mil voltios la golpearon como un autobús a toda velocidad, tirándola hacia atrás a través de la habitación.

Grace trató dos veces más de rescatar al hombre sostenido en las garras ardientes de la corriente. Dos veces más se encontró lanzada contra la pared. Frank Brown estaba a punto de morir. No había salida.

Pero entonces...

Las aguas continuaban subiendo. Alice Hall miró desesperadamente alrededor de los confines de su auto que se hundía lentamente. Sin linterna. Sin teléfono.

Su mano golpeó el volante, haciendo que sonase la bocina. Había que esperar. La bocina. ¡LA BOCINA!

El capitán Fred Hayes, un marinero que vive junto al océano, inclinó la cabeza hacia un lado y apagó su radio. ¿Qué estaba escuchando? Entonces, palideció. Esa bocina en la distancia estaba tocando la señal de socorro internacional conocida por todos los marineros. TUT-TUT-TUT, T-U-U-T, T-U-U-T, T-U-U-T, TUT-TUT-TUT. ¡Eso era un SOS!

Salió corriendo de su casa y vio el auto en los rompeolas, rápidamente llamó a algunos amigos, tomó un bote y se apresuró al rescate. La mujer se salvó justo cuando la marea envolvía al automóvil en sus acuosos brazos. uuu

Walter Koester sabía que si quería respirar aire fresco por la manguera, tendría que beber primero toda el agua que había en la manguera del jardín, así que eso fue lo que hizo. Cuando la manguera finalmente quedó vacía de agua, pudo aspirar un poco de aire para poder respirar. Pronto los rescatistas conectaron un tanque de oxígeno al otro extremo. Después de dos agonizantes horas, Walter estaba libre —tembloroso por la terrible esperiencia por la que había pasado pero sin sed en lo absoluto. uuu

La conmoción en la sala de rayos X llamó la atención de otro técnico en el pasillo. Lo que vio lo horrorizó. Hizo después algo muy científico, no tan heróico como el atrevido arrojo de la enfermera, pero mucho más efectivo. Corrió hacia el interruptor maestro en la pared y cortó toda la electricidad que entraba en la habitación.

Frank Brown cayó totalmente inconsciente al suelo. Había sufrido quemaduras y shock, pero los médicos dijeron que se recuperaría. Lo cual se llevó a cabo. Lo mismo que la enfermera.

A veces, ser cristiano requiere enfrentar las cosas malas que le suceden a las personas, crear un plan de acción y venir a su rescate. Puedes tener la seguridad de que, con Dios trabajando a tu lado, siempre hay una salida.

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