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El nuevo tipo

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El nuevo tipo

Por Charles Mills

Poco a poco, muchos de los estudiantes a quienes, al principio, les gustaba pasar el rato con el nuevo chico, comenzaron a mantenerse alejados de él.

Jared se puso de pie y miró al nuevo tipo. Este sonriente extraño había llegado la semana pasada y ya estaba en el mejor equipo de béisbol. El maestro lo había llamado dos veces para que leyera un poema en la clase de inglés y había hecho reír tanto a Tommy, el amigo de Jared, en el almuerzo, que le había salido leche de la nariz. ¿Qué hay de interesante que fuese de otro país? ¿Qué hay de interesante que hablase con un acento extraño? ¿Qué hay de interesante que pudiese correr más rápido que un venado? El hecho era que a Jared no le caía bien porque cuando el nuevo tipo estaba cerca, nadie le prestaba atención. Bueno, Jared pensó con el ceño fruncido, nadie va a entrar a mi escuela y tomar mi lugar como el estudiante más popular de quinto grado. Tengo que hacer algo! Pero, Jared no quería decir mentiras sobre el nuevo tipo. Él era cristiano y los cristianos no mienten.

Pero tuvo una idea. Diría la verdad, pero de una manera que hiciese que la gente lo pensase dos veces antes de hacerse amigos del nuevo tipo. «Claro, corre rápido», se dijo Jared a sí mismo después de que el nuevo tipo había robado la segunda base durante un juego más tarde esa semana, «pero nunca lo he visto batear un jonrón».

«No me gusta su acento», susurró Jared durante la clase de inglés. «Sí, puede hablar inglés, pero hay muchas palabras que dice que no entiendo».

«Algunas personas piensan que es gracioso», musitó Jared mientras veía al nuevo tipo entretener a quienes estaban sentados en su mesa durante elmuerzo en la cafetería, «pero sus bromas me parecen infantiles. Me gustan los chistes sofisticados, como los de la televisión».

«Claro, el nuevo tipo obtuvo una buena calificación en ciencia. Pero su padre es un conserje, así que no puede ser tan inteligente».

«Oh, mira. El nuevo chico tiene un nuevo par de tenis. Probablemente se las robó».

«¿Viste en las noticias que el país del que es el nuevo tipo acaba de invadir a otro país y mataron a un montón de personas? No, señor. No voy a confiar en el nuevo tipo. ¡Podría querer matarme!»

Funcionó

Y funcionó. Poco a poco, muchos de los estudiantes a quienes, al principio, les gustaba pasar el rato con el nuevo tipo, comenzaron a mantenerse alejados de él. Comenzaron a circular historias acerca de su familia, su pasado e incluso su amor por los Estados Unidos. Pronto, el nuevo tipo se convirtió en alguien a quien rehuir, avergonzar y ridiculizar.

Finalmente, al nuevo tipo no le quedaba nadie con quien sentarse durante el almuerzo. Nadie lo eligió para estar en su equipo de béisbol y, cuando el maestro le pidió que leyera un poema en la clase de inglés, habló en voz tan baja que nadie podía escucharlo. Su confianza y su sonrisa se habían desvanecido.

Pero, Jared no estaba celebrando. Reconoció lo que había hecho y la idea de que había lastimado al nuevo tipo le molestaba profundamente, especialmente por la noche cuando no podía dormir. No había dicho mentiras, pero tampoco había dicho toda la verdad. Se dio cuenta de que no era así como se suponía que debía actuar un cristiano.

Al día siguiente, Jared llevó su bandeja durante el almuerzo a la mesa donde el nuevo tipo comía solo. Se sentó, le sonrió y le contó un chiste divertido. El nuevo tipo sonrió y le dijo otro. Jared se rió a carcajadas. «Cuéntame la del perro y la cabra», le dijo Jared. «Realmente me gustan tus chistes». Cuando el nuevo tipo contó la historia del perro y la cabra, Jared se rió, y también lo hicieron los estudiantes sentados en la mesa de al lado y en la del otro lado.

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