Sumario FRANCISCO MACIEL
EL CILINDRO
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12-23
OMAR CATALÁN
EZEQUIEL VIDELA
ENTREVISTA
HISTORIA
24-33 34-43 QUÉ ES DE LA VIDA
ENTREVISTA
EL PARTIDO ANTE EL BAYERN
EN 140 CARACTERES
HISTORIA
ACTUALIDAD
BRIAN MANSILLA
EL VIEJO DEL GORRO
ENTREVISTA
FICCIÓN
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El sueño de seguir contando la historia S
entir que hacemos algo por la vida, hacer algo cada amanecer. Enfrentarse cada mañana con el espejo y ver los argumentos para ser quienes queremos ser. Esa es la motivación diaria que cada uno de los que componen Paladar Académico, quienes la disfrutarán y quienes son protagonistas de este segundo número, tienen y tenemos para renovarnos. ¿Qué sería de las cosas más maravillosas de la existencia si se hubiesen quedado en lo volátil de los elogios? ¿Qué sería de cada cosa pequeña si se hubiese terminado en el efímero encanto inicial? ¿Qué hubiese sido del Barcelona de Guardiola si no hubiese tenido más ganas de hacer felices a quienes amamos el fútbol, luego de haber alcanzado el tope del fútbol mundial? Todos, por alguna razón, elegimos seguir escribiendo la historia. Y la historia de nuestro querido Racing posiblemente haya nacido en los sueños de potreros, pero comenzó a erigirse en aquel viejo Cilindro de Avellaneda de las fotos y los recuerdos en blanco y negro, esos que traeremos a colores más adelante en esta edición. Cuando se escriban los libros de todas las historias que el Coliseo tiene para contar, dirán que La Academia le ganó al siempre poderoso Bayern Múnich la primera vez que Franz Beckenbauer y Gerd Muller pisaban nuestro país, pero el estadio curiosamente no se podía llamar como se llama. La historia de Ezequiel Videla comenzó lejos de ese Cilindro colmado que lo emocionó y lo emociona, pero sus lazos con La Academia son más profundos que la actualidad deportiva; y los lazos de los sueños de Brian Mansilla alcanzarán dimensiones inimaginables. La historia de Racing tiene un apartado eterno para aquella corrida de Omar Catalán en tierras brasileñas a pesar de que hoy su vida haya tomado rumbos que poco tienen que ver con las canchas; y en páginas doradas estará el nombre de Francisco “Panchito” Maciel, protagonista del sueño cumplido de ruptura de cual fantasma perverso merodeaba por las cabezas de los hinchas durante 35 años, parte de un grupo de seres humanos que les hizo sentir a una generación entera lo que es el grito de campeón. Nada sería de nosotros, de nuestros lectores, ni de las personas que día a día componen el mundo si no nos planteáramos un objetivo y, con la ilusión de alcanzarlo, vamos por más. En eso nos encontramos todo el tiempo: dando disputas en función de las ideas y los sueños que tenemos.
Este es nuestro sueño, seguir haciendo lo que amamos.
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STAFF DE PALADAR ACADÉMICO
Por Ramiro Cué Barberena. Fotografía: Federico Zeballos.
Panchito Maciel “Racing tiene olvidados a los campeones” Francisco Maciel, un héroe silencioso de la campaña histórica del Racing de Reinaldo Merlo, un jugador que volvió al club cuando estaba cómodo en Europa, un hijo adoptivo de la Academia. Esas son los tres hechos sobresalientes de “Panchito” en la Acadé. El campeón del 2001 le abrió las puertas de su complejo de canchas a Paladar Académico. Habló de todo: su experiencia en Racing, su segundo ciclo, su pelea con Merlo, la forma en la que trata el club a los campeones, sus inicios como futbolista, la sensación que tuvo cuando llegó a la Academia proveniente de Almagro, su carrera en el exterior, el retiro en Bolivia, su función en “Racing Unido” y la amistad que lo une con Jonás Gutiérrez.
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tándem del Polaco Bastía. En el interior de sus canchas de “5” que posee en Pilar, en el kilómetro 40, dispone a la entrevista. Le pide al encargado del buffet que baje la televisión. En sillas replegables, comienza a responder. La actualidad de Maciel está más relacionada con el saco y la corbata que con los pantalones cortos y los
odo equipo tiene a ese jugador silencioso, infatigable, que hace el trabajo sucio, con perfil subterráneo. No por eso es menos valioso que cualquier miembro de la tropa. En el Racing campeón del 2001, ese rol lo ocupaba Francisco “Panchito” Maciel. Era quien tapaba los huecos que surgieran. Era el ladero derecho del Sifón Úbeda, el auxilio de Pelotín Vitali o el
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botines. Involucrado en la política de Racing, forma parte del grupo de trabajo que encabeza Mariano Cúneo Libarona, en “Racing Unido”.
-¿Cómo fue pasar de Almagro a Racing? ¿La adaptación? -Fue un cambio muy grande. A Almagro lo quiero mucho, pero pasar a Racing fue tremendo. Para mí era un club inmenso, de los más grandes de Argentina. Cuando llegué, en mi cabeza planeaba jugar dos o tres partidos, ir al banco, en el primer semestre. Mi idea era tratar de ganarme un lugarcito. Después, pasó todo muy rápido. Fui titular, no salí nunca, salimos campeones, jugué todos los partidos. Fue único.
-¿Cómo estás viviste estos meses previos a las elecciones? -Bien, con muchas ganas de empezar un camino nuevo, con funciones nuevas. Con entusiasmo y esperando el momento. -Antes de llegar a Racing Unido, ¿te llamaron o te juntaste con gente de otras agrupaciones? -Me llamaron casi todas, me han tanteado. Nunca dudé de Mariano (Cúneo Libarona). Es una persona exitosa. La experiencia que tiene en lo que hace, con el amor que tiene por Racing, es lo que me sedujo. El proyecto que tiene y el puesto que me ofreció, también influyeron.
-¿Necesita una mentalidad especial el jugador que viene a Racing? -Sí. Hay que estar preparado. No cualquiera puede ponerse la camiseta de Racing. Nosotros cargamos con la presión de 35 años sin campeonatos. Hoy, con 13 años, es dificilísimo. Imaginá el peso que teníamos. La gente nos pedía que ganáramos, había algunos que no lo habían visto campeón. No cualquiera puede venir y jugar acá.
-¿Los hinchas de Racing que están con otros candidatos, te tratan diferente por ser “rival” en las elecciones? -Sí. Está todo muy politizado. Hace un tiempo puse algo en Twitter y me respondieron mal. Te chicanean, pero son cosas de la política. Ya lo viví como jugador, con los periodistas o con gente que siempre busca lío.
-¿Qué virtud consideras que tenía el equipo campeón de Merlo? -Éramos unidos. Era un equipo que se juntaba mucho, hablaba mucho, más allá de lo táctico. Se formó un grupo espectacular, donde todos tirábamos para el mismo lado, buscando el mismo objetivo. Era la posibilidad de nuestras vidas de quedar en la historia de un club tan grande. Antes de cada partido nos juntábamos y nos arengábamos. Yo jugaba de stopper y sabía que tenía que matarme para ayudar a mis compañeros.
-¿Qué te dicen los hinchas de Racing cuando te cruzan por la calle? -Me desean suerte. La gente está cansada de no poder pelear ningún campeonato. Necesitan un cambio. Muchos piden que hagamos las cosas bien, que no robemos, ja.
-¿Cuál fue el partido de esa campaña que más complicado fue? ¿Cuál disfrutaste más? -Hubo varios que fueron complicados. El de La Plata, que lo dimos vuelta después de perder 2-0. El de San Lorenzo también, era el último campeón. El que más disfrute fue el de River, con el gol de Bedoya, por lo que significaba. Fue mantener la distancia con el rival y un desahogo porque sabíamos que estábamos cerquita del título.
-¿Qué mejoras ves en la sede o en el Predio Tita? -Eso fue mejorando gradualmente. El Predio Tita creció bastante. Le falta mucho todavía. Ves el predio de Vélez y es un espectáculo. Si bien se está mejorando y se hace mucho trabajo, la plata se destina a otras cosas y queda el Tita un poco de lado. La sede de Villa del Parque está mal. Antes era espectacular y ahora está destrozada. Hay que empezar a levantar esas cosas que son igual de importantes que el fútbol. La parte social es importantísima en Racing.
Reinaldo Carlos Merlo, el capitán de esa tropa de soldados con hambre de gloria. Es inevitable no preguntarle por Mostaza. Con él tocó los dos extremos: las mieles del éxito, la gloria y el recuerdo eterno; pero también terminó colgado en el segundo paso de ambos por Racing.
La vida futbolística de Maciel no fue tradicional ni parecida a la del resto de los jugadores profesionales. Su arranque fue en Yupanqui, cuando tenía 17 años. Nunca había hecho inferiores. El debut en Primera División lo hizo en Deportivo Español frente a Rosario Central, en 1996. Dos años después, llegó a Almagro, el último escalón hasta Racing y la eternidad…
-Todos te recuerdan por formar parte del equipo campeón en 2001, ¿Qué cosas te dejó tu regreso
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a Racing? -Fue raro. Venía sin pretemporada y tuve problemas con Merlo, diferencias. El primer torneo me costó ponerme bien físicamente, jugué muy poco y, cuando me peleé con Mostaza, no jugué más hasta que llegó Gustavo Costas.
las cosas de otra manera. Dejó de confiar tanto en los jugadores, algo que él no solía hacer. Confiaba mucho en nosotros. Se dejó llevar por la prensa. Fue un desgaste que tuvo y fue una lástima. No se le dieron los resultados y se desgastó nuestra relación. -A Merlo le fue mal en su último ciclo en Racing. ¿Por qué crees que le fue así? -Me preguntaron en su momento y dije que no tenían que llevarlo. Era una situación muy grave. Él quería agarrar sí o sí. Lo expusieron cuando no debían ha-
-Mostaza te borró, ¿Cómo fue esa situación? ¿Qué cambió? -Lo noté un poco más cambiado. Él tuvo un problema en River con Gallardo y eso lo hizo empezar a vivir
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cerlo. Mostaza es un ídolo, debían dejarlo tranquilo. No pudo hacer nada, llegó con un plantel armado. Echarle la culpa a él no está bien.
Racing deja de ser el foco por un par de minutos. Luego de su primera etapa en La Academia, Maciel jugó en Europa. Un jugador que supo comenzar a jugar al fútbol en Yupanqui, pisó los enormes estadios europeos, se codeó con estrellas mundiales que no paran de contar billetes. Después terminó en las humildes canchas de Bolivia…
-¿Por qué crees que Racing hizo esa campaña bochornosa? -Muchas cosas que se hacen mal hace muchos años. Desde que salimos campeones nosotros, Racing no peleó nada. Con Zubeldía hizo 33 puntos, pero no se hicieron bien las cosas. Ni en la forma de incorporar, ni en la elección de los técnicos. Pasa de uno muy grande a uno muy joven, no hay una línea que se quiera seguir; un objetivo que se busque. Así sale todo después.
-En tu carrera, ¿qué técnico te marcó más? -Tuve varios. Me quedo con un español, Gregorio Manzano, que dirigió al Atlético Madrid. Era psicólogo, no había jugado al fútbol. Era un tipo impresionante, por el trato con el jugador, que es indispensable en un equipo de fútbol.
-¿Cómo trata Racing, como institución, a los jugadores campeones del 2001? - De no ser por la gente, por el hincha de Racing, estaríamos olvidados. En la calle los hinchas te agradecen siempre, te mandan mensajes. De parte del club, mal. Racing no genera sentido de pertenencia en los jugadores de la cantera. Por ejemplo, a Maxi Moralez no se lo trató bien, y el día de mañana los vas a necesitar.
-¿Cómo fue tu paso por Europa? ¿Qué rescatás del Murcia y el Mallorca? -Muchas cosas. Fueron experiencias inolvidables. Jugué con tipos como Zidane, Figo, Beckham, Ronaldinho. Monstruos que antes veía por la tele. Estuve en el Camp Nou, en el Santiago Bernabeu. Fue increíble. -Te retiraste jugando en Bolívar, ¿te hubiese gus-
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tado haberlo hecho en algún club en especial de Argentina? -Sí. Lo de Bolívar fue por otra cosa. Conocía al dueño del club y me invitó a participar. Fui una especie de jugador-mánager. Él quería que lo ayude con el club, ver qué le faltaba. La idea no era jugar, yo ya estaba parado. Entrené y jugué casi nada. Fue una experiencia que se dio más por relación con el dueño del club que por otra cosa.
argentinos. Un ex compañero que ahora juega en Sevilla, Fernando Navarro, me escribió preguntándome cómo estaba Jonás. Es raro porque es una persona joven. A Jonás le sobra voluntad, fuerza, sacrificio. La va a pelear y seguramente se va a recuperar. Racing volvió a ser el foco de la conversación. Esta vez, lejos de los recuerdos, éxitos y tristezas. El tema a tratar es la historia contemporánea de la Acadé. El hoy.
-Fuiste compañero de Jonás Gutiérrez en Mallorca. ¿Pudiste hablar con él? -Sí, me escribí mensajes con él. Me dio una tristeza bárbara. Jugábamos juntos, él era “8”, yo era “4”. Vivíamos juntos, íbamos a comer con los otros chicos
-Luego de que Roberto Ayala dejó de ser mánager de Racing, trascendió que Víctor Blanco quería que vos tomes el cargo. ¿Tuviste algún contacto con él? -Me llamaron periodistas que hablaron con él. Me di-
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jeron que Víctor se iba a contactar conmigo. Era una posibilidad porque yo había hecho un posgrado de Management Deportivo. Estaba en el tema, me gusta. Era una buena chance, pero no se dio. Él se apoyó en la gente que está ahora y así siguió. No los conozco. Nunca más hablé con Blanco.
momento. Ahora le toca a Milito. ¿Qué crees que le aporta? -Mucho. Volvió hecho un jugador más experimentado, más tranquilo. Juega a uno o dos toques, ve las cosas con claridad. Aprendió mucho en Europa, vino más calmo. Se ve en la cancha, pero hay que rodearlo. Está grande, ya no es el mismo Diego Milito que jugaba con nosotros. Hay que asistirlo bien, sino le va a costar.
-¿Te hubiese gustado seguir ligado a Racing después del retiro? -Sin dudas. Mis hijos son de Racing. Tengo uno de nueve, otro de seis y otro de tres. Siempre voy a vivir, a respirar, Racing por las cosas que viví, por todo lo que pasé allí.
-¿Te quedó alguna espina en tu carrera? -Por ahí volverme tan pronto en Europa fue un error. Tenía dos años de contrato, pero por temas personales decidimos volver. Estuve cuatro temporadas. Después no me arrepiento de nada.
-Muchos campeones volvieron al club en algún
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Por Anabel Villar-Lautaro Negri. (Fotografía: Racing Club Oficial).
Cuna de A
Espectador de proezas y tristezas albicelestes, el Estadio Juan Domingo Perón primeras cuatro décadas de vida. Con aspiraciones de metrópoli, su remodelació pleno barrio de Retiro, pero finalmente se quedó en su cuna natal para albergar d en la gris Avellaneda, el Cilindro se erige desde hace más de 60 años con una est final de la Copa Intercontinental en el ‘67, a la angustiosa clausura a co 12
Avellaneda
n reemplazó a la antigua cancha de tablones donde Racing hizo de local en sus ón iniciada en la segunda mitad de los años 40´ estuvo a punto de construirse en desde las historias más gloriosas del club hasta las más angustiosas. Emplazado tructura elogiada por propios y ajenos. De los más de 100 mil espectadores en la omienzos de la década de los 80´. Esas son las variantes de su historia. 13
Tierra de promesas
jugar los amistosos, llamados “Friendly Matchs”, con los equipos que rondaban en los comienzos del siglo XX y el saldo que dejaron estos encuentros resultó ser una muestra de la contundencia que más adelante tendría en Primera División: entre 1903 y 1904 se registraron 31 partidos, con 25 triunfos, 4 empates y tan sólo 2 derrotas. Asimismo, el club tenía un segundo terreno alojado también en la antigua Avellaneda, entre las calles Vicente López, French, Roca y O´Gorman (que actualmente ocupa la calle 25 de mayo), pero se vio obligado a abandonarlo debido a las intensas inundaciones que había sufrido, dejándolo en condiciones deplorables. En consecuencia, poder erigir su propia cancha representaba una oportunidad única para participar de la liga oficial y crear los primeros cimientos de identidad racinguista. Sin embargo, los recursos no abundaban: la cuota societaria apenas llegaba a 50 centavos, mientras que los dirigentes aportaban $1,50 por mes. Por esta razón se consultó al gobierno municipal para buscar un lugar que le sirviese a la institución para implementar el proyecto de infraestructura que habían diseñado las autoridades del club y, tiempo después, se terminó adquiriendo
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esde su fundación, Racing permaneció en los mismos terrenos de –actualmente- Mozart y Corbatta, en la localidad que en ese entonces portaba el nombre de Barracas al Sud. Espacios pertenecientes a los ferrocarriles pasaron a manos de Racing Foot Ball Club, el primero de los grandes en ser fundado. Muchas son las historias que rondan al enorme Cilindro que conocemos y al que varios tenemos el placer de concurrir con frecuencia, pero tuvo su predecesor desde 1905. En tiempos en los que la Academia aún no vestía su típica celeste y blanca, sino que los bastones verticales amarillos y negros junto con el celeste y rosa a cuadros se debatían por aparecer sobre los lienzos de su camiseta, la comisión directiva tomó la iniciativa en 1904 de construir las tribunas de la primera cancha de madera que tuvo la institución, la cual comenzó a llevarse a cabo al año siguiente. Por ese entonces, el club pagaba de alquiler $1000 para
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los metros cuadrados correspondientes a un terreno perteneciente al Ferrocarril Sud, hoy conocido como la línea General Roca. Fue ese mismo predio el que en 1900 propuso comprar Juan Ohaco, encargado del Mercado Feria de Ganado que limitaba con esos mismos terrenos, para armar la cancha de la institución barrial de Barracas al Sud que se transformaría 3 años después en la semilla fundadora del Racing Club de Avellaneda junto con el Colorados Unidos del Sud. De esta forma, las tierras delimitadas por Colón y Alsina, ofrecidas anteriormente por el padre de Alberto Bernardino Ohaco (máximo goleador histórico con 202 tantos y una de las glorias máximas del amateurismo), se transformaron a partir de 1905 en la cuna de la cancha de tablones por donde se escribirían las primeras páginas doradas de la “Academia del fútbol argentino”. Carlos Paillot, sucesor de Arturo Artola en la presidencia de la institución y secretario de Salud de la Municipalidad de Buenos Aires, fue el encargado de tramitar con el gobierno nacional un crédito por 3 millones de pesos que le permitió conseguir finalmente las tierras aledañas al ferrocarril, tras haber descartado un terreno de la zona de Villa Domínico ya que se priorizó la idea de no abandonar el lugar fundacional. Durante ese mismo año, los socios se reunieron en asamblea general y votaron a favor de la iniciativa tomada por el dirigente Pedro Werner para integrar la competencia oficial de la liga nacional, por lo cual resolvieron afiliarse al organismo que reunía a las instituciones futbolísticas presentes en ese entonces denominado Argentine Football Asociation, mostrando una clara influencia de las raíces inglesas que el deporte aún mantenía sobre el suelo criollo. Para poder formar parte de la Tercera División, el club se vio obligado a realizar modificaciones en las instalaciones y, en consecuencia, cumplir con los requisitos que le pedía la organización de la liga oficial. En torno a esta situación, el escritor y periodista Alejandro Fabbri cuenta en su libro “El nacimiento de una pasión: historia de los clubes de fútbol” (2009) una anécdota que muestra los recursos que se manejaban en ese período, en palabras de Alejandro Carbone, uno de los 21 fundadores que tuvo el club y quien propuso los colores oficiales de la primera camiseta celeste y rosa a cuadros: “El mismo Carbone ostentaba, por 1955, el carnet de socio número 1 de Racing y recordaba que cuando el club solicitó la afiliación a la Tercera División,
debían dotar de más comodidades a la cancha, incluyendo una única ducha. Se necesitó de una bordalesa para que sirviera de tanque surtidor a la ducha que hubo que instalar con enorme esfuerzo de la casilla. Un socio colocó el cartel que decía ‘Baño’ en la puerta, pero otro agregó enseguida un nuevo papel que decía ‘Cuidado con la bordalesa de arriba, puede caerse’ “. De la madera inglesa al cemento criollo Con tribunas similares a las de un hipódromo y portador de un estilo inglés, el estadio fue sufriendo reformas que lo convirtieron en modelo para la época y con el tiempo llegó a alcanzar una capacidad de 50.000 personas, una cifra que superaba el promedio del fútbol argentino y que se transformó en una de las razones por lo cual la selección nacional llevaba a cabo sus encuentros en ese mismo lugar. El debut en la competencia oficial no fue auspicioso: derrota por 4 a 1 con Estudiantil Porteño. Sin embargo, la misma cancha de madera con techado y amplio playón albergaría en los años siguientes los años más gloriosos de los inicios en el amateurismo para Racing. El 18 de diciembre de 1910, la Academia estamparía con su reluciente celeste y blanca en el pecho su desembarco al fútbol de Primera División con el ascenso obtenido mediante el triunfo por 2 a 1 frente a Boca Juniors en la cancha de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA) y comenzaría a hilar
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una época victoriosa a base de títulos y una impronta criolla que reemplazaría a la estirpe inglesa del laureado Alumni. Siendo el mayor exponente del país, Racing comenzó a adquirir año tras año más popularidad, por lo cual su antigua cancha obtuvo la mayoría de récords en recaudaciones de la época. Los encuentros con más localidades vendidas entre 1910 y 1915 fueron aquellos cuando se enfrentaron con GEBA, San Isidro, Porteño, Estudiantes de Buenos Aires y Alumni, contra quien consiguió el récord de espectadores en 1915 con un total de 5.000 hinchas. Con una racha de triunfos y campeonatos que continuaba vigente, la Academia logró aumentar su público que variaba entre 8.000 y 12.000 personas, un número que superaba las expectativas de aquel entonces. Entre 1915 y 1925, los partidos con más entradas adquiridas fueron variando con otros rivales como Sportivo Barracas y Huracán, junto con los clásicos con Independiente, River Plate y Boca. En 1925,
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en el clásico de Avellaneda, Racing recaudó un monto total de $9.762,50 mediante la concurrencia de aproximadamente 15.000 simpatizantes en las gradas. En 1927, el récord se consiguió frente a Huracán con 20.000 espectadores en las tribunas; y en los dos años siguientes, la marca de localidades vendidas se registró frente a Boca, con 40.000 entradas adquiridas. Mediante esta cosecha de números, además de los títulos conseguidos y la cantidad de jugadores convocados para la Selección Argentina, posicionó a Racing como el primer grande a nivel local y obligó a la dirigencia a tomar una decisión en relación al estadio, ya que el mismo parecía insuficiente para contener a las masas de hinchas que el club movili-
zaba ante cada partido. A mediados de la década del ‘20, la Academia ya ostentaba con una cancha con capacidad para 30.000 personas y -tiempo después- realizaría una remodelación para acrecentar esta cifra y plasmar una nueva estructura de cemento que estrenaría en un encuentro frente a River. A pesar de esta medida, las modificaciones no alcanzaron para albergar tanta pasión destilada por los colores racinguistas y las reformas debieron continuar acorde a las pretensiones académicas. Génesis del Cilindro El 27 de marzo de 1944, apenas cumplidos 41 años de la fundación del club, se anunció la con-
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formación de una comisión designada para gestionar la construcción del estadio. Entre los integrantes de dicho espacio se encontraban: Francisco Balestrieri (uno de los 21 fundadores de la institución), Rodolfo Lira, Daniel Gastaldi, Alejandro Unsain, Tito Rapallo, Tomás Otero y Luis Agostino. Debido a las renuncias de Agostino y Unsain, una asamblea decidió reestructurar la comisión, la cual quedó integrada definitivamente por José Higinio Beherán, Ramón Cereijo, Rodolfo Aramburu, Vicente Aloé, Javier Campoamor, Nicolás Diz Cortés y Joaquín Álvarez. Con el correr del tiempo, se obtuvo gracias al trabajo de dicha comisión un subsidio provincial de $500.000 que sirvieron para comprarle 300.000 metros cuadrados al Ferrocarril Sud y Oeste, espacio
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que se transformaría en el campo de deportes. El 16 de agosto de 1946, a las gestiones del respetado presidente académico Carlos Paillot se sumó el Decreto 7.395 firmado por el presidente Juan Domingo Perón. La suma obtenida constó de tres millones de pesos, una suma que significó una gran ayuda para la economía de la institución, pero que lejos estuvo de ser un beneficio exclusivo para Racing, como las malas lenguas afirman, ya que también se otorgaron préstamos accesibles para fomentar las actividades de clubes como Boca, River y Huracán. Un tiempo después, el préstamo se acrecentó por medio del ministro de Hacienda y confeso racinguista, Ramón Cereijo. De este modo, el club percibió otros 8 millones a pagar en un lapso no mayor a los
65 años de otorgado el préstamo y como muestra de agradecimiento, marca de una época en que esto era costumbre, Juan Domingo Perón, Evita y el mismo Cereijo fueron nombrados como presidente y socios honorarios respectivamente. Fue el propio Perón quien sugirió erigir el nuevo estadio en Retiro (donde actualmente se encuentra el Hotel Sheraton) o en otras tierras fiscales del Estado ubicadas en Avellaneda, pero una asamblea de socios optó por que la construcción sea en los mismos terrenos de aquella cancha de madera situada en Colón e Italia, lugar que vio nacer a la institución y donde la Academia comenzaba a dar sus cátedras de fútbol. Luego de un encuentro ante Rosario Central, el 1 de diciembre de 1947, la vieja cancha de tablones cerró sus puertas y fue demolida para comenzar a darle forma al Cilindro. Por aquel entonces, había una tendencia a la construcción de estadios en forma circular para mejorar la visión del juego desde las tribunas, tomando como ejemplo al emblemático Maracaná. En plena construcción del estadio, Racing obtuvo en 1949 su primer título en el profesionalismo de la mano de Guillermo Stábile y se transformó en el
primer y único campeón sin cancha, ya que durante todo ese campeonato deambuló por los estadios de Independiente, Boca, San Lorenzo y Huracán para oficiar como local. La construcción del Juan Domingo Perón demandó unos 15.000 metros cúbicos de hormigón, 12.000 de arena, 10.000 de canto rodado y 800.000 ladrillos. La idea original de Perón era anexar una pista de atletismo alrededor del campo de juego con el propósito de nombrarlo como futura sede mundialista del certamen internacional que presuntamente se disputaría en Argentina en 1962, pero finalmente esto no ocurrió, lo que permitió que las tribunas se ubiquen más cerca del mismo y se construyera el foso con la finalidad de contar con un óptimo sistema de drenaje. Al momento de la inauguración, si bien estaba el espacio, aún no se habían construido las cabinas de transmisión radial, las cuales para alegría de los múltiples relatores de la época fueron levantas al poco tiempo. El 3 de septiembre de 1950, La Academia venía de derrotas ante Rosario Central, Chacarita y Boca; pero torció aquella racha adversa en la inauguración del Presidente Perón frente a Vélez, con un 1-0 marcado por Llamil Simes. El equipo titular de
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aquel encuentro fue: Rodríguez; Higinio García, García Pérez; Jiménez, Rastelli, Gutiérrez; Boyé, Méndez, Bravo, Simes y Sued. Al año siguiente, el gobierno nacional declaró al Cilindro como sede central de los Juegos Panamericanos, funcionando como lugar anfitrión para los partidos de fútbol que se desarrollarían en el certamen. La habilitación del estadio estimaba que la capacidad era para 100.00 personas, pero en algunas ocasiones emblemáticas llegaron a sobrepasar esta cifra por una gran diferencia hasta llegar a los 120.000 concurrentes. En la segunda mitad de la década del 60’, dos momentos históricos marcarían un claro ejemplo de esta situación: la inauguración de las torres de iluminación en 1966, la cual se enmarcó en la victoria memorable de la Academia por 3 a 2 ante nada más y nada menos que el Bayern Munich de Franz Beckenbauer; y el partido de vuelta por la final de la Copa Intercontinental 1967 frente al
Celtic escocés, en aquel partido recordado donde el “Chango” Cárdenas estamparía el 2 a 1 definitivo para obligar a jugar el partido desempate en el estadio Centenario de Montevideo. Más de 90.000 y 120.000 espectadores son aquellos que se acercaron al Cilindro en ambos encuentros respectivamente. En 1970 Racing pagó la última cuota del crédito adquirido para la construcción del estadio. La noticia se dio durante una asamblea de socios, donde la comisión directiva se mostraba feliz de haber efectuado el pago, según detalla Fernando Paso Viola Frers -historiador del club y nieto de Pablo Frers, jugador del amateurismo- en base a las actas pertenecientes a la fecha. Llegada la década del ‘80, las malas administraciones se vieron reflejadas también en la estructura del Cilindro. El césped crecido, los alambrados rotos, los cimientos cayéndose y el pasto creciendo entre los escalones de la popular, eran el fiel refle-
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jo del mal momento institucional que llevó al Primer Grande en una caída libre; incluso el mástil llegó a derrumbarse. En 1981 sufrió una clausura por falta de mantenimiento, viéndose Racing obligado a ser local en escenarios tales como Vélez, Boca e Independiente. En la década de 1990, una serie de reformas redujeron la capacidad a 65.000 personas, entre las cuales se destacan la colocación de butacas en el anillo superior y laterales del inferior, junto a los techos translúcidos que lo convirtieron en el primer estadio con todas sus plateas techadas, llegado 1997. Entre los relevantes acontecimientos que tuvieron lugar en el Cilindro luego de la Copa Intercontinental se encuentran el descenso ante Racing de Córdoba en 1983, los enfrentamientos disputados por la Supercopa en 1988, el campeonato local de 2001 -donde se vio la final en una pantalla gigante frente a más de 30.000 racinguistas-, y la promoción
en 2008, con el estadio repleto pese a que el equipo estuvo a minutos de descender nuevamente a la segunda categoría. Actualmente, podemos contemplar un estadio totalmente celeste y blanco, potentemente iluminado por dentro para una buena visualización del juego, pero también por fuera para distinguirse y llamar la atención de quien pase por las zonas aledañas; donde se divisa el mástil, hoy con un blanco radiante y las luces que marcan la presencia de aquel histórico y enorme albergue de la pasión racinguista. Los murales en homenaje a la inmortal Tita Matiussi, a su fiel hinchada y su escudo con todas las estrellas que nombran cada título, remiten a la identidad académica y convierten al Cilindro en un emblema de la ciudad de Avellaneda. Como soñaron aquellos dirigentes de antaño, un estadio acorde a la grandeza de la Academia del fútbol nacional, el primer grande.
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Por Leandro Marinovich
Qué es de la vida de... Omar Catalán Autor del gol que le dio la última copa internacional oficial a Racing, Omar Catalán se fue alejando paulatinamente de las páginas de los diarios y revistas y debió trabajar, como cualquier ser humano de bien, en diversos comercios y un taxi. Arriba del vehículo pasó siete años de su vida, muchos más de lo que le duró la fama en La Academia, aunque la gente aún lo recuerda. Define al 17 de septiembre de 1992 como una fecha que le marcó para siempre su vida. Ya verán el porqué...
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de 180 grados a su vida. Pero, sin embargo, antes de que usted sepa qué es de la vida de Omar Catalán, aquel puntero que se ganó el corazón de Racing por el gol a Cruzeiro en la definición de la Supercopa ’88, primero voy a narrar lo que me sucedió a mí para llegar a la entrevista y lo que me fue pasando en el transcurso de ella.
o puedo empezar estas líneas sin pedir primero disculpas a usted, señor lector. Es que vengo a contar mi historia para así contar la de alguien más, con muchos más años que yo, que ha sido campeón de un torneo internacional, que ha hecho un gol en la final de ese torneo internacional y que ha sabido utilizar lo que le sucedió para poder dar un cambio
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“A las 20 en el shopping de Devoto”, fue lo que habíamos acordado con Omar. Yo, de Avellaneda; él, cercano a esa zona. Debió explicarme una decenas de veces el cómo llegar y descartó en más de una ocasión algún colectivo que le preguntaba si me acercaba. “El 134 hasta Retiro; luego, el 53 rápido hasta Beiró y, por último, uno que te lleve al shopping”, una y otra vez me explicó. Para empezar, me pasé de largo con el 134 –despistado, como siempre- y terminé en Caseros. Rápidamente, mensajito a Omar para decirle que iba a tardar media hora más. Luego, al llegar a Constitución, todo se normalizó. Me tomé el 53 rápido y, al instante, otro que me llevó al acordado shopping. Omar me esperaba para la entrevista en el patio de comidas, sin saber que iba a sorprender a alguien que venía a buscar anécdotas sobre otra faceta.
último mío allí, logramos el objetivo. -¿Siempre en el mismo puesto? -Tuve que cambiar mi manera de jugar porque fui parte de muchas transiciones tácticas. Comencé de wing izquierdo, luego fui cuarto volante o roté en la delantera. Me tuve que adaptar. -Antes de llegar a Racing, Quilmes… -Pasé un año maravilloso en Quilmes, en donde salimos campeones. Estaba de vacaciones y me llamaron: “Este año jugás en Racing”. Yo no lo podía creer. De jugar con cuatro mil espectadores en el ascenso a tener cuarenta mil cada domingo. Ya me habían avisado, en la primera rueda del campeonato de Quilmes, que me estaban viendo de Racing. Yo, como estaba acostumbrado a que en Almagro siempre amagasen con venderme, mucha bola no di. Pero fueron muy difíciles los primeros seis o siete partidos luego de ese anticipo porque uno se desconecta pensando en lo que será su futuro. Luego, me tranquilicé y me dije que debía concentrarme porque, si no, no iba a rendir en Quilmes y, por ende, no iba a pasar a Racing. Por eso hay que comprender a los chicos que están por comprarlos, porque les afecta inconscientemente.
-¿De chiquito elegiste el fútbol? -Tuve unos padres maravillosos que me apoyaron en el fútbol, con la única condición de que estudiara. No me costaba mucho, pero por la dudas le metía un poquito más. Por insistencia de mi papá, comencé en Almagro. Me decía: “Dale que vos sos de Almagro”. Había pasado por Tigre, pero no me fiché porque me quedaba lejísimos.
-El primer día en Racing habrá sido impactante… -Llegás al vestuario y te encontrás con jugadores que hasta hacía poco veías por televisión. Estaba Fillol, campeón del mundo; Rubén Paz, que venía de jugar un Mundial. Eran grandes tipos todos los de ese plantel. Me dieron un lugar, me ayudaron mucho. Teníamos una gran conducción de Basile y el Panadero Díaz.
-¿Y luego de quedar en Almagro? -Fueron seis años de inferiores, muy difíciles desde un principio. Veía los partidos desde la tribuna. O no me citaban o, cuando iba, estaba la lista de los titulares y suplentes y quedaba afuera, hasta que al año siguiente comencé a jugar. Alternaba entre los once y el banco. Luego, comencé a hacer goles y no paré hasta Primera. En marzo de 1980 (buscar fecha exacta) debuté y en 1981 firmé mi primer contrato.
-¿Cómo fue adaptarse a un paso tan grande? Fue todo de golpe. El sueño de jugar en Primera, en un grande y –además- torneos internacionales. Yo estaba disfrutando, porque venía de pelear mucho desde el ascenso. Cuando venís desde abajo, siempre disfrutás más porque no sabés si lo vas a volver a vivir.
-Con idas y vueltas… Seis años en Primera. Pasamos de todo. Descenso a Primera C y la tuvimos muy complicada para volver a ascender. Nos costó cinco años, hasta que en 1986, el
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-Tu momento consagratorio fue la final con Cruzeiro, allá. ¿Qué sentías cuando te ratifican como titular? -Juego la final acá y, si bien me hacen el penal del empate, no tuve un buen partido. Ahí me dije: “Esto puede significar que en la vuelta vaya al banco”. Tenía miedo de lesionarme en los entrenamientos y perderme el viaje. Llegamos a Brasil y me enteré que iba a ser titular. No lo podía creer, Basile confió en mí a pesar de la ida. Tenía una alegría tremenda, pero las mismas obligaciones de llevarle el título a Racing.
quería que me quedara, pero mi representante no arregló su parte económica y tuve que salir. Eso pasó. -De Quilmes a Racing, de Racing a Armenio. Te tocó también pasar por la inversa a pesar de haber hecho un gol que a cualquiera le hubiese significado un trampolín… -Desde que estaba en Almagro, Armenio me quiso llevar. Obviamente, la trascendencia del club que llegaba que el que me había ido era muy distinta. Si hacía un gol allí no era lo mismo que en Racing. Jugué un año y me retiré. No tuve una buena temporada, me enojé con mi representante y dije “no va más”. No me arrepiento. Podría haber jugado cinco o seis años tranquilamente, pero fue una decisión y listo.
-¿Qué te decía tu familia? -Me acuerdo que mi viejo, que tenía un taxi, se fue a trabajar y me dijo: “Te veo a la vuelta. Por lo menos van a ser los subcampeones”. A lo que yo respondí: “¿Cómo subcampeones? Nosotros tenemos que ganar, salir campeones”. Lo vivía así. Si hacía el gol y no ganábamos el título, hoy no estaría acá haciendo una nota.
-¿Sentís el reconocimiento del hincha de Racing? -Hasta el día de hoy que lo siento. Fue increíble lo que representó el gol y la posibilidad de abrirme puertas que logró. En las redes sociales me brindan mucho cariño. Asimismo, no siento abandono por las personas que manejaron al club desde ese tiempo hasta acá. Yo jugué un año, salí campeón y listo. Fue una etapa.
-Pero hiciste el gol y Racing fue campeón… -El gol fue cumplir un sueño. En ese momento, pensé en el equipo, en ganar, en la trascendencia del partido. Mi sueño era hacer un gol en una final a cancha llena, pero si lo hubiera hecho otro compañero, lo habría disfrutado de la misma forma.
“Tuve que trabajar, no gané dinero en el fútbol y, por ende, debí salir a laburar. Tuve comercios y luego fui taxista desde 1993 hasta el 2000”, fueron las palabras que vivió en una época en donde siendo jugador de fútbol no sacabas la diferencia que se ve ahora. Su
-¿Y por qué te fuiste? Yo tenía todo arreglado un mes y medio antes. Basile
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historia arriba en un taxi, que había sido pública y él la había contado en algunos medios, era lo que venía a buscar. Quería saber cómo fueron esos años arriba de un “tacho”, qué historias insólitas le sucedieron y cuántas veces pasó por el reconocimiento y el anonimato. Él, Omar Catalán, me contó una de esas crónicas que, al llegar a la casa y apoyar la cabeza en la almohada, decís: “Qué loco”:
todos los hinchas de Racing son fanáticos. Pero el tipo se dio cuenta que era yo porque vio la nota que me hizo Quique Wolff para Simplemente Fútbol en el mismo auto que los estaba llevando. -¿Sabés dónde vi la nota?- me preguntó y luego se respondió a sí mismo –En el estadio de Indiana, Estados Unidos, porque soy profesor de la universidad de allá y te vi en el canal latino-. Me sorprendió, me gratificó.
-Estaba haciendo un viaje por Barracas y me paró un matrimonio con una nena chiquita. Cuando arranco, el hombre me dice: “¿Vos sos Catalán, el de Racing?”. “Sí”, le digo. Y el tipo le empieza a decir a la mujer “viste que te dije, que era él”. La esposa me decía que su marido era un fanático, a lo que yo le respondí que
“Trabajaba mucho. Catorce horas arriba de ese vehículo. Era mi medio de vida”, culminó su relato Catalán, quien heredó ese laburo por el padre. Luego de aquella anécdota, mi pregunta fue instantánea: “¿Y ahora a qué te dedicás?”. “Hay fechas que vos uno se acuerda: mi cumpleaños,
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el día del gol y el 7 de septiembre de 1992. Esa fecha puse a Dios en mi corazón como mi salvador. Mi vida cambió rotundamente. Como cuentan los libros de historia, yo también divido a mi vida entre “antes de Cristo” y “después de Cristo”. Antes del 7 de septiembre de 1992 tenía fútbol, fama, dinero y todo lo que el profesionalismo del deporte te puede dar, pero había una insatisfacción en mi corazón. Después del 7 de septiembre de 1992 tuve menos reconocimiento, pero poseo la paz y la satisfacción de tener a Cristo en mi corazón, que limpió mis pecados y que estoy seguro de que voy a pasar la eternidad en el cielo. El hombre con pecado va al infierno. El que está limpiado por la sangre de Cristo, al cielo”. Silencio, ante todo. Sinceramente, desconocía esa faceta de Omar Catalán. Error mío como perio-
dista, cierto, pero prefiero expresarlo de esta forma para que entiendan mi asombro ante la respuesta de Omar. Había ido a buscar al taxista y me encontré con una parte de la vida de Catalán, quien hizo el gol de la última copa internacional oficial para Racing, que desconocían casi todos.
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-¿Y qué cambió a partir de Cristo? -A partir de ese momento comenzó una nueva pasión, más allá de la que ya tenía por el fútbol. Ahora lo uso como medio para comunicar mi fe, porque así como yo tuve la necesidad de Jesucristo, cada uno de nosotros también la tiene. Hay un pecado que lo está separando de Dios. Hoy sirvo en mi iglesia de Tapiales y trabajo en una fundación cristiana, Pala-
bra de Vida, de San Miguel del Monte. Soy misionero y colaboro en la parte de deportes por intermedio de charlas, partidos a beneficio o campamentos de fútbol, como al que fui hace poco a Colombia. No recibo ninguna recompensa, sólo lo hago porque tengo a Jesús en el corazón. Nadie da lo que no tiene. Si me piden cien mil pesos, no puedo dárselos. Por eso hablo de Cristo, porque lo tengo en mi corazón.
para llegar a Dios, porque él hizo todo. En la cruz murió Cristo, no una religión. Así que cuando entendí que era un pecador, que estaba separado de Dios, y cuando comprendí que Jesucristo pagó por mis pecados y que sólo él podía limpiármelos y salvarme del infierno, yo lo acepté. Le pedí perdón por mis pecados y lo recibí como mi salvador personal. Mi vida empezó a tener propósito. La peor enfermedad del ser humano es el pecado, no el cáncer o el sida.
-¿Qué pensás de la fama ahora? La biblia dice que la vida es neblina, que en un poco de tiempo desaparece. Si la vida es neblina, imagínate la fama. ¿Cuánto puede durar? ¿10, 15, 20 años? No es que esté mal. Al contrario, si tenés la posibilidad de hacer lo que te gusta y ganar mucho dinero, bueno, es lo que Dios te dio y está bien. Pero siempre, en primer lugar, sea un futbolista de alta competencia o un trabajador, hay que buscar a Dios. El hombre tiene necesidad de Él, no de fama o dinero.
-¿Y el gol en qué rincón de su corazón llegó? Hablo de las dos cosas. Son mis dos pasiones. La Supercopa es lo mejor que me pasó en mi vida futbolística. Hoy veo que Dios tenía un propósito con ese gol, que era que, a través de eso, pueda comunicar mi fe en Cristo. El fútbol no se me va a morir más, sigo viendo cual partido esté en la televisión. Mi sobrino me llama para ver todo y me voy cuando la madre nos echa, je.
-¿Han hablado con futbolistas profesionales? -Hemos dado charlas en clubes. Si no, lo hacemos con niños, adolescentes, jóvenes, adultos, no hay edad. Hacemos charlas futboleras, somos un grupo de jugadores y exjugadores que somos cristianos y que utilizamos este medio para mostrar nuestra fe en Jesucristo.
Pero no sólo dedicó su vida a llevar la palabra de Jesucristo. Además, Catalán cuenta su otra relación ahora con el fútbol: ”Soy entrenador. Estuvimos con Fabián Zermattén, que también es cristiano, en Independiente de Monte. Pasamos dos años maravillosos, en donde ascendimos en forma invicta hasta el Argentino C. También estuvimos dirigiendo River de Puerto Rico. Nos permite trabajar en lo que nos gusta y, además, comunicarles a nuestros jugadores que el fútbol es hermoso, pero que un día acaba y hay que buscar a Cristo. Hay chicos que lo entendieron así. Hoy, estoy libre, sin club”.
-¿Es positiva la respuesta de los jóvenes? -Sí, se nos acercan. Cuando uno habla del regalo que Dios te quiere dar a través de Jesucristo, tenés dos respuestas: aceptarla o rechazarla. Si se dice que sí, eternidad en el cielo. Si no, eternidad en el infierno. Es lo que la biblia dice, cambió mi vida, mis valores. Yo me consideraba buen hijo, buen hermano, buena persona; pero había una realidad que no la podía negar, que era que sólo Cristo murió en la cruz por nuestros pecados. Dos años, desde que me comunicaron esta verdad, rechacé a Cristo, hasta que me dije a mí mismo que lo debía aceptar.
El tiempo pasó, la sensación de entereza al haber sabido aprovechar la visión de otro ser humano, muy distinta a la mía, quedó. Omar me regaló un folleto sobre Palabra de Vida y un DVD que narra las historias de diversos ex jugadores que también forman parte, como Fernando López, Fabián Zermattén, Pedro González, Leonel Gancedo, Javier Villarreal y José Chamot. Atrás había quedado la desesperación de haberse pasado de largo en el bondi, de saber que iba a llegar tarde a la entrevista. Saludé a Omar y a su sobrino, Franco, quien lo había acompañado y que quiere ser periodista deportivo, y me fui, pensando -y reafirmando- que de los peores días se pueden rescatar grandes momentos.
-¿Y qué fue lo que te hizo entregarte a Cristo? Por un amigo me invitó a dar una charla en San Miguel del Monte. Fue la primera vez que escuché el evangelio, a los 30 años. Lo rechazaba por ignorancia, preconceptos. No es religión, es una relación personal con Cristo. La religión es el esfuerzo del hombre
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Por Leandro Marinovich
Ezequiel Videla “Mi motivación es mi viejo” Ovacionado en menos de cinco partidos, Ezequiel Videla sabe que en un club como Racing, la entrega y el alma son fundamentales para el reconocimiento del hincha, pero no se queda en eso y quiere ganar algo con la celeste y blanca. Hace cinco años, falleció su padre, fanático de Racing, que lo llevó dos veces al Cilindro desde su Cosquín natal. Dentro del verde césped, Videla no duda en ir a trabar en cada dividida, porque intuye, sabe, que su viejo haría eso -y mucho más- por La Academia.
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y, con su suéter fino y negro, sobrelleva bastante bien a la álgida brisa. Nacido en Cosquín, Córdoba, el 15 de enero de 1988, Videla se toma su presente con calma y, en cada momento de la charla, menciona la palabra “disfrutar”. No pasa de largo que la carrera del futbolista es corta, que los tiempos en los que se vi-
ediodía de octubre con mucho frío. El febo no se presentó en la práctica racinguista y, en cambio, el constante viento se apoderó de la cancha auxiliar, mientras esperaba que la llovizna sea parte también del encuentro con Ezequiel Videla. Como en el Cilindro, como cada vez que se aguanta los embates rivales, el volante central le pone el pecho a las balas
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ven son acelerados y que la cabeza puede irse para cualquier lado si no se toman las cosas con profesionalismo. Pero no deja de disfrutar, porque –al fin y al cabo- está cumpliendo un sueño que –encima- es de quien lo formó como persona y que no tuvo la suerte de verlo en un estadio de Primera División: su padre. Pero, antes de hablar sobre los valores que le inculcó, Ezequiel prefiere contar cómo es esto de llegar a un grande.
que tiene que defenderlas. -En Racing estás más expuesto, tanto en lo bueno como en lo malo. ¿Cómo lo llevás en cuanto a lo mediático? -Son contradicciones que existen en este mundo del fútbol. Los futbolistas soñaban desde chicos con estas cosas y, cuando las tienen, quizá tratan mal a los periodistas o no quieren hacer una nota. Yo lo disfruto porque siempre soñé con ser conocido. También trato de darle una mano al periodista porque trabaja de lo suyo. Hay que aprender a que, siempre que se respete un cierto límite, uno puede prestarse sin inconvenientes.
-Te metiste en el hincha muy rápido por tu entrega… -Pienso que, por historia, a la gente de Racing se le inculcó eso. Tuvo grandes equipos, grandes jugadores, pero si le mostrás una cuota de sacrificio, el hincha lo valora y quiere eso. Es una hinchada sufrida y aguerrida y quiere que los jugadores sientan eso.
-¿Cómo ves al grupo? -Muy bueno. Se lo digo a todo el mundo. Se ha hecho un grupo sano, que tira para el mismo lado, que tuvo muchos cambios de nombres con respecto a la temporada pasada. En situaciones así, se puede esperar lo peor, pero la verdad que acá no pasó. Todo lo contrario. Sabemos lo que queremos, tenemos un plantel maduro, que sabe lo que quiere. Tenemos que estar al 100% en el día a día para cumplir las expectativas de la gente y las de nosotros mismos.
-¿Cómo fue pasar de Colón a Racing? En lo personal, fue un cambio muy grande. Uno busca estos progresos, no sólo en lo futbolístico sino que en lo personal. Hay que seguir demostrando que uno está a la altura. -El debut habrá sido una mezcla de pasado, presente y futuro… Fue un sueño. Eso duró los 10 minutos de la entrada en calor y después me compenetré en lo que tenía que hacer. Se disfrutó a medias, porque los nervios estaban a flor de piel, habíamos ganado contra Defensa y Justicia y teníamos que mantener el nivel mostrado. Después, en el día a día, se disfruta. Son presiones distintas con respecto a otros clubes, pero uno sabe
-¿Pensás que las camisetas de ciertos equipos pesan más que otras? -No. Yo pienso que las telas son todas iguales, he usado varias camisetas. Somos jugadores profesionales y está en nosotros si podemos cumplir o no. Lo importante es la cabeza. Después, las cosas pueden salir bien o mal. Racing demanda que en el día a día hay
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que estar preparado, que los fines de semana tenés exámenes con la gente, que viene en cantidad. Ojalá que esto sea el inicio de una buena etapa.
Tenés once tipos en frente que tratan de arruinártelo, las condiciones climáticas o de la cancha que te impiden hacerlo como querés y diversos factores más que te generan no jugar igual, pero –repito- la idea de Cocca se entendió. Hubo partidos que se jugó mejor o peor. Con Argentinos se traicionó ese estilo, al tirar pelotazos a cualquier parte cuando no tenemos los jugadores para hacerlo.
-Luego de la derrota ante Argentinos, por Copa Argentina, ya se hablaba de que Cocca debía irse. ¿Cómo viviste ese momento, teniendo en cuenta que habían arrancado bien? -El fútbol argentino es muy extremista. Está en el pensamiento de cada uno el estar preparado. Siempre voy a entender al hincha porque yo también iba a la cancha. Lo que sí puedo decir es que en el segundo tiempo con Argentinos jugamos mal y era un poco lógico que la gente se enoje con nosotros. Uno, al llegar a Primera, firma tácitamente un contrato que en la letra chica dice que pueden llegar a ocurrir ese tipo de cosas. Si nosotros estamos bien, ellos lo van a entender. -¿Cuánto tardaron en comprender qué es lo que quiere Cocca para su equipo? -La idea de Cocca se entendió desde un principio. Lógicamente, el fútbol es un trabajo muy distinto a otros.
-Del arbitraje se habló mucho cuando no les salían las cosas bien… Uno ya es jugador de Primera, va creciendo en todo aspecto. Los árbitros podrán hacerte dos o tres cosas en un partido, pero si la pelota que vos pateás entra, todo queda en el olvido. Un ejemplo es el clásico ante Independiente, en donde se habló mucho de la plancha de Milito, pero si ese centro lo neutralizábamos, de nada se estaría hablando. Uno debe aprender a mirar para adentro. Queremos ser un grupo que entre en la historia de Racing.
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-¿Cuándo cambiaron el rumbo? -El click se hizo en el empate ante Newell´s. Todo el
mundo dice que se dio luego de las declaraciones de Cocca y Blanco, pero no es así. Lo hicimos nosotros al tener una charla y coincidir que así no podíamos seguir. El peor momento nuestro ya quedó atrás. -¿Cómo tomaron esos dichos? -De la mejor manera. Somos gente grande. Si nos molesta que digan una u otra cosa, no podemos estar donde estamos. Si lo dicen con el respeto que debe ser, no hay por qué enojarse. Ellos dos no dijeron nada fuera de lugar. Sería una falta de respeto nuestra ir con los tapones de punta ante la primera declaración de un técnico o un presidente. Hay que tener autocrítica y, mínimamente, agachar la cabeza y mirar para adelante. Y nosotros lo hicimos. Tenemos grandes personas y queremos lo mejor para el club. -¿Se hace más fácil teniendo a Milito y Saja de tu lado? Yo disfruto del día a día el tener a Diego y al Chino como compañeros. Igual, sería injusto nombrar a ellos solos. Hay grandes personas y jugadores además de ellos. Tengo el “defecto” de encariñarme con los grupos y sufrir si me tengo que ir o si se va alguno. Sé que hay buena leche, lo que genera que el día a día sea más llevadero. Como para la mayoría de los futbolistas, la familia es importante en los momentos en donde hay que tener la cabeza fría para así no tomar decisiones equivocadas. En las buenas, ellos serán los primeros que los feliciten por la producción lograda en la cancha. En las malas, no sólo serán los primeros en estar, sino los únicos. La familia es ese cable a tierra para que todo jugador, sobre todo quien se tuvo que ir a vivir a una pensión en busca de cumplir su sueño, pueda rendir en el campo de juego de la forma que esperaba. Videla no fue la excepción. Primero, con su padre -que ya no está-, su madre y sus hermanos. Hoy, con su mujer y su hija. -¿Quién manda en la casa? En el supermercado, ella, jajaja. Después, a lo que respecta en decisiones ligadas al fútbol, tomamos las decisiones ambos. Yo escucho lo que me dice ella. Venir a Racing era un sueño, pero uno también debe tener en cuenta que mi hija debía cambiar de escuela y mi mujer debía alejarse de los amigos y la familia. Los tres hemos hecho una linda familia, muy unida. Mi hija tiene cinco años, pero es muy madura para la edad que tiene. Me puso muy contento cuando fue al jardín en el primer día en Buenos Aires y nos dijo que
-¿Sos de estar permanentemente con tu familia? -Sí, soy muy apegado. Mi mujer es una pieza muy clave de todo lo que logré. No es por quitar méritos a otras partes, pero ella y mi hija fueron muy importantes para que esté acá. En cada cambio de club, se la bancan. La gente no toma conciencia de que los futbolistas, al irse de una institución a otra, movilizan a los que están al lado suyo. Mi nena debió cambiar de escuela, por ejemplo. Además, mi familia también me ayudó mucho desde chico, tuve una buena base en inferiores y me acompañó siempre.
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ya se había hecho amiguitas. Vine a disfrutar este momento.
debutabas y ya no tenías a tu papá… -Fue muy difícil, pero el viejo siempre estuvo ahí. Sabía mucho de fútbol, era muy inteligente, que en lo laboral le iba bien, muy capaz. Traté de tomar muchas cosas de él y me quedó grabado lo que me dijo en cuanto a ser futbolista, que los frutos se ven recién siete u ocho años después de la decisión de dedicarse a esto. Es duro eso desde un principio, pero me decía que si yo era capaz, iba a llegar. Le decía: “Pero bancame más, jaja”. Y me retrucaba: “Si se da, se da; si no, iba a ser una persona que no podía lamentarse porque había dejado todo como para cumplir
-Encima, llegaste al club que amaba tu viejo… Es muy emotivo estar acá. Hasta que no firmara, no quería entusiasmarme tanto. Cuando llegué, me hice la promesa de disfrutar esto. Seguramente, él debe estar contento. Soy consciente de que él no va a volver, pero sé que, en donde esté, es feliz por verme acá. -¿Nunca pensaste en dejar? Estabas en Central, no
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mi sueño”. Fue muy importante, como mi vieja y mis hermanos, que siempre me ayudaron. Fue una lástima haber luchado diez años en inferiores y que, al llegar a Primera, él no pueda verme. Pero sé que está feliz.
fue muy importante para mis energías. Era muy chico. Tenía 21 y mi mujer 19. Estaba seguro de que podía ser el primer paso a algo bueno. Uno debe aprovechar los momentos que tiene para dar. Después pude venir a San Martín de San Juan.
-Me imagino la relación Videla padre-Videla hijoRacing… Siendo de Cosquín, Córdoba, había varios hinchas de Racing e Independiente. Él me decía que, de grande, tenía que ser de Racing y de Perón, jaja. Por cuestiones así, vine dos veces al Cilindro, en 2001 y 2002, ambas ante San Lorenzo. Fueron dos partidos que me marcaron, sobre todo por venir del interior. Mi viejo era muy tranquilo, aunque recibía varias gastadas. Encima, como todos en la familia, era de Talleres.
-¿Cuándo dijiste: “Ahora me consolido”? -Mi click fue en San Martín de San Juan, cuando ascendimos con Daniel Garnero. Por ahí, muchos se acuerdan de mi paso por Instituto, en donde tuvimos un campeonato muy bueno, que nos elogiaban mucho. Ese torneo, lógicamente, estaba para Quilmes, Central y River. -¿Darío Franco fue el DT que más te marcó? -Sí. Me tuvo un año en San Martín de San Juan, otro año en Instituto y seis meses en la Universidad de Chile. Es un técnico muy capaz, con quien tengo una gran relación. De todos los técnicos saqué algo bueno. Estuve en una de las mejores inferiores del país, como es la de Central, en donde aprendí muchas cosas. Cuando me retire, mi idea es seguir con el entrenamiento y, por eso, trato de recordar qué es lo que me deja cada uno de los que me dirigen.
Luego del fallecimiento de su padre, Ezequiel debió tomar la decisión de irse a jugar a Uruguay, más precisamente al Montevideo Wanderers. Allí, en el país de los tres millones, debutó como jugador profesional, ganó la confianza suficiente como para volver a Argentina y nunca más dejó de ser importante en un equipo. -¿Fue duro el irse de Argentina a Uruguay? -Fue un cambio muy grande. Había pasado lo de mi viejo seis meses antes y venía de palo tras palo. Por suerte, dos semanas antes, había nacido mi hija, que
-Por ahí, se puede trazar una línea de coincidencias, de puntos en común, entre lo que proponen Cocca, Franco y Sampaoli, el otro entrenador que
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tuviste en Chile… -Son técnicos que piensan en el arco rival y eso es bueno. Cocca, por ahí, tiene una idea diferente, con dos delanteros solamente; cuando Sampaoli y Franco te meten –directamente- tres arriba. Me siento cómodo con la forma de jugar Cocca. Con los otros debía correr el doble, al ser sólo tres volantes. Estaba bueno, pero es doble el sacrificio. De Sampaoli aprendí bastante también. Es un técnico muy capaz.
les, tanto de Primera o B Nacional. Ojalá que pueda quedar en la historia de Racing. Amante del rock nacional, pero sobre todo de La Renga, el Monito sabe que Racing no es igual a otros. Un poco por lo que le transmitía su viejo, y otro tanto, porque en los cuatro meses que lleva dentro de la institución le bastaron para darse cuenta que la locura académica llega a niveles sin iguales, traspasando cualquier barrera.
-¿Con qué planteo te sentís mejor? -Son formas y formas. Cada equipo tiene los jugadores que están preparados para ese estilo. Acá, jugando con doble 5, me siento muy bien. Trato de adaptarme a lo que me toca. Ya me tocó jugar con Acevedo, Cerro y, un poco más, Aued. Además de aprender de los entrenadores, lo hago con mis compañeros.
-¿En qué cosas de la cotidianeidad ves que Racing es un club grande? -La locura de la gente. Me tocó ir hace un tiempo al estudio de un abogado. Entré y tenía el cenicero de Racing, el escudo en la pared y hasta en el saco. También paré en el semáforo y se me acercó un vendedor para mostrarme su tatuaje en la espalda y su cinta con los colores del club. Me di cuenta que el hincha de Racing es de Racing o no lo es; o viene a la cancha o no lo es. Acá, salís del entrenamiento y tenés a chicos de dos años esperándote en la puerta. Es una institución muy especial.
-¿Cuáles son tus espejos? -Andrea Pirlo y Fernando Redondo. Más allá de que tienen un estilo más lírico, uno aprende. Tuve la suerte de verlos. -Acá, en Racing, ya te comparan con Bastía… -El Polaco tiene una gran diferencia conmigo: fue campeón. Es lindo que la gente demuestre su apoyo. Vine a Racing a ganar algo y es importante que nos respalden. Bastía es un gran jugador, que siempre lo vi y traté copiarlo, y que tiene características parecidas a las mías. Miro mucho a los volantes centra-
-¿Más presión para vos? -Es una presión linda. Cada ser humano tiene su propia motivación, ya sea por lo económico, salud, familia. Yo lo hago por mi viejo, quien, aparte de este mundo loco, él era del interior. Si hubiese sido de acá, iba a ser igual de loco que los de acá.
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Columnista invitado: Paolo Cella. Escribe en Esperanza Racinguista.
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acing y su gente precisan que los cuiden. Años de frustraciones aceleran las postulaciones de jugadores o técnicos al nivel de intocables. Rápido ascenso a la fama y en un abrir y cerrar de ojos la caída. Generaciones urgidas por la necesidad de títulos y otras cansadas de ver la película que se repite año tras año. El punto medio, el equilibrio, nos es ajeno. El gerenciamiento no solo quiso obtener réditos económicos a costa del club. Buscó despojar el alma de ese cuerpo siempre caliente que fue Racing y su gente. El tamiz que había entre el campo de juego y las tribunas fue cortado por ese bálsamo del 2001. Seducidos por el anhelo tan deseado se perdió el equilibrio. Luego vino el destrato empresarial y la fría realidad. La vuelta de la democracia buscó llegar directo al corazón. “Venimos de la tribuna” repetían los primeros en ser dirigentes de Racing tras años de gerentes sin voto. Ese mensaje fue perjudicial para la salud. Persiguiendo el bronce erraron el camino. Se partieron en mil pedazos las promesas. Retrocedieron en lo deportivo e institucional. Peleas, egos, miserias y rupturas. Atónitos buscamos referentes adentro de la cancha. Ahí está el filtro que no supimos concebir y antes era nuestro bastión. En Racing los años llegaron cargados de una prepotente impaciencia, mensajes populistas y captadores de masas. Lejanos a la gestión que construye un club a largo plazo y educa a sus hinchas. Porque se puede educar al público. Racing supo tener una escuela. El traspaso generacional de padre a hijo poseía un bagaje futbolístico y político de qué horizonte buscar. Se perdió ese norte. Se torció el rumbo prefijado y desde adentro (y afuera también) se ocuparon de erosionar las bases de un club que siempre marcó el camino. El Racing de José, el primer Tri campeonato nacional, el heptacampeón del amateurismo. Mas acá la resistencia. El descenso y sus consecuencias. Generaciones que comulgaban un ideal a pesar de los avatares que se presentaban. Racing necesita volver a ser. Construir un club que recupere su esencia. Aquella que exigía prestaciones de valía a pesar de no conseguir el sueño que desveló, y aún hoy lo hace, a todos: un título. Eso será consecuencia de una búsqueda planificada. De un domingo a otro no se consigue nada.
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Foto. Racingmaníacos
Recuperar el paladar
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Por Cristhian Flores
Racing 3-2 Bayern
“La revolución académica” Un estadio que encendía sus luces y ocultaba su nombre. Un equipo revolucionario que escribía su propio mito mientras los que levantaban la bandera de la Revolución Argentina pasaban a ser tristemente célebres en la historia de nuestro país. Un grupo de académicos que vencían a los “tanques alemanes”, acaso siguiendo el ejemplo de aquellos académicos que se enfrentaron a las políticas de una dictadura militar, son algunas de las historias alrededor de un partido entre el Racing de José y el Bayern Múnich de Gerd Muller y Franz Beckenbauer que fue mucho más que eso.
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tanto, prohibía la denominación del estadio de Racing Club. Un partido de fútbol jugado en un contexto de dictadura militar a cargo Juan Carlos Onganía, que solía hacerse presente en un sector preferencial de la casa de Racing, el mismo año en que la denominada Revolución Argentina reprimía en las universidades dando lugar a la que se llamó “La noche de los bastones largos”. En el verde césped, Pizzuti y La Academia eran protagonistas de una revolución futbolística.
vellaneda parecía de día aquella noche del 21 de diciembre de 1966. El Cilindro estrenaba su nueva iluminación provista por la empresa alemana Siemens, digna de un escenario europeo, a pesar de que rigiera sobre él la prohibición de llamarse como se llama. Es que el decreto firmado en marzo de 1956 por el presidente de facto Pedro Uriburu, y vigente para ese entonces, prohibía la utilización del nombre de Perón en todas sus formas, la simbología peronista y la reproducción de sus imágenes, y por lo
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Nosotros, campeones. Ellos, estrellas.
invicto y los premios, los partidos dignos del recuerdo, hasta que River le puso fin a la racha el 4 de noviembre. El 20 de ese mismo mes, Racing gritó campeón en La Plata, tras empatar en cero ante Gimnasia. La gente, los jugadores, y todo el país sabían que ese equipo tenía una mística invencible. Hasta antes de este partido, todos los medios de la época coincidían que ningún equipo nacional era medida para Racing, que ninguno jugaba con el convencimiento y la determinación del conjunto de Pizzuti. Al contrario de lo que sucedía con Racing, 1966 no será recordado para el Bayern Múnich. Si bien ganarían la Copa de Alemania y la Copa de Copa de Campeones de Copa, el sexto lugar en la Bundesliga opacó el año de uno de los equipos tradicionales del viejo continente. Sin embargo, contaban en su plantel con jugadores de la talla de Sepp Maier, considerado en su momento uno de los mejores arqueros del mundo durante mucho tiempo; Franz Beckenbauer, quien venía de ser subcampeón con Alemania Federal en el Mundial de Inglaterra 1966; y Gerd Müller, quien ya era uno de los artilleros en su país, con 28 tantos en esa temporada. Los tres serían campeones del Mundo en 1974 ante la recordada
Aquel 1966 le tenía reservado a Racing un lugar en la memoria de muchos y en la Historia que escriben pocos. El equipo de Juan José Pizzuti sería campeón del fútbol argentino con un fútbol revolucionario para la época y un invicto de 39 partidos que pudo haber sido aún mayor, de no ser por el traspié ante River, porque después continuó. El Bayern Múnich, acostumbrado a otro estilo de competición, no se podía imaginar que encontraría en Sudamérica a un equipo que le jugase de igual a igual en todos los aspectos. Al equipo que había finalizado de buena manera el año anterior, se le sumaron Mori, Parenti, el uruguayo Chabay y el “Bocha” Maschio. Pizzuti logró así ensamblar las piezas de un equipo que funcionó a la perfección, con una defensa sólida, precisión en velocidad y dinamismo para cambiar de posiciones sin quedar desprotegido. A medida que pasaban las fechas, Racing se convirtió en el equipo a vencer y el apuntado por el periodismo, que no lograba entender si se trataba de un buen momento o estaban en presencia de algo histórico. Se sucedían las fechas, el
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“Naranja mecánica” de Rinus Michels y Johan Cruyff. La potencia y velocidad de los alemanes eran inigualables.
ciado el encuentro, Olhauser encabezó un contrataque, cedió para Nafringer por banda derecha y éste envió un centro para Brenninger que cabeceó a la red, entrando por atrás del defensor de Racing. Poco más tarde empató el “Panadero” Díaz, volvió a desnivelar Müller para la visita tras un error en la salida del equipo de Pizzuti, y finalmente Cárdenas y J.J Rodriguez anotaron para que La Academia se quedara con la victoria en su casa por un definitivo 3 a 2. “Hasta antes del Bayern, Racing era revolución en nuestro medio. Era lo insólito en nuestros viejos hábitos. Hasta antes del Bayern, Racing era el ritmo y el vigor ofensivo donde la mayoría concentraba sus esfuerzos para defenderse. Pero esta vez vimos al campeón enfrentando a un equipo con sus mismas convicciones, con su misma mentalidad, con su mismo ritmo. Y de la confrontación surgieron las más alentadoras consecuencias. Porque aun tolerando la insustituible ausencia de Roberto Perfumo, Racing demostró que no es sólo el campeón de nuestro medio. Demostró que sus argumentos pueden aspirar a una notoriedad en el campo internacional.”, culmina Ardizzone. Y vaya si tenía razón, ¿no? Casi un año antes del partido más importante de su historia, en Montevideo, el mítico equipo de José dio la primera prueba satisfactoria frente a un gigante europeo, demostrando estar a la altura no sólo física y futbolísticamente sino también en cuanto a mentalidad competitiva. ¿Quién sabe si aquella final ante el Celtic comenzó a ganarse esa noche de diciembre en un Cilindro que no podía llamarse como se llama, y encendía sus luces para entrar en la Historia?
El partido: Racing al ritmo del Mundo. Así tituló el periodista Osvaldo Ardizzone su crónica del encuentro, acompañada de la imagen del Chango Cárdenas disputando el balón ante dos rivales. Los diarios de la época coinciden en que ese fue el denominador común del encuentro: el ritmo vertiginoso, la disputa como si se tratara de un partido oficial, la entrega máxima de ese grupo de argentinos ante la potencia alemana. “Bueno. Y por momentos, muy bueno. Y para llegar a esta conclusión desechamos deliberadamente los errores y las imperfecciones que pudieran deslizarse en la densidad tumultuosa de esos noventa minutos que encendieron el estadio. A ese torbellino que nos obligó a girar constantemente el cuello en busca de la pelota trasladada de área a área, sin tregua. Estimulada la atención por la inminencia del remate, por el suspenso de la entrada vigorosa, por el prólogo de un gol que se insinuaba frente a los guardavallas. Un ritmo demoledor que sólo pudo atenuarse los últimos quince minutos, donde los hombres sintieron en el físico el esfuerzo realizado. Esta vez, Racing encontró la oposición adecuada, el calibre ideal para medir sus posibilidades”, continúa una de las eminencias del periodismo deportivo, en su crónica. Pero no todo fue lucha y entrega esa noche del Cilindro de Avellaneda. A los 10 minutos de ini-
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EN 140 CARACTERES En el sprint final del Campeonato de Primera División 2014, se puede hacer un balance de lo realizado por el equipo de Diego Cocca. En la Era de la información, qué mejor forma de plasmar las ideas en 140 caracteres. Cortito y al pie, lo que ha dejado la Academia en lo que va del semestre.
Después de un arranque prometedor –como suele suceder en cada inicio de torneo–, Racing entró en una crisis por malos resultados.
La derrota en el clásico, más inoportunas declaraciones de Diego Cocca, y la temprana eliminación de Copa hacían peligrar el proceso del DT.
La Academia no podía trasladar al resultado su superioridad dentro de la cancha, ya sea por defectos propios o fallos arbitrales.
Desde el partido contra Newell’s, el equipo mostró juego y carácter para revertir el mal momento. Se consolidó la propuesta futbolística.
La remontada histórica contra Boca en casi 40’ inolvidables y goleada a Belgrano en Córdoba, la prueba del clic que había pedido Cocca.
Paciencia. El equipo apareció en el momento justo, demostrando actitud e inteligencia durante los encuentros. “Este es el camino”, expresan.
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Racing no daba vuelta un partido desde el 13-4-2013 (4-1 a CASLA). En lo que va del torneo, remontó dos resultados adversos. Buena señal.
Para destacar la reacción ante la adversidad, un déficit de Racing no sólo en el campeonato sino hace años, con varios entrenadores y jugadores.
Diego Milito, capitán, líder y referente, es la estrella del equipo. El resto se potencia a su lado. Simplifica el juego. Orgullo académico.
La remontada condice con el gran momento de Gustavo Bou, la revelación del equipo. Goles y voluntad en quien pocos confiaban por historial.
Otra revelación es Luciano Lollo. Llegó con poco cartel y se convirtió en el líder defensivo. Rápida adaptación a un estilo distinto.
Ezequiel Videla cumplió con las expectativas. Volante de marca, aguerrido y con sacrificio que se metió de lleno en el corazón del hincha.
Un mérito absoluto de Cocca fue colocar a Centurión por izquierda y a Acuña por derecha, con perfiles invertidos. Verticalidad por afuera.
Gastón Díaz, sin brillar, se hizo importante en el equipo por sus asistencias. Otro con CV dudoso que da resultados y en dos puestos.
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Arrancó Acevedo como acompañante de Videla, pero Aued es, hasta ahora, su mejor complemento. Luli profundizó la remontada futbolística.
Muy importante que los delanteros conviertan. Bou, Milito, Hauche y Castillón anotaron más del 75% de los goles del equipo en el torneo.
Gómez, Villar y Rentería no aprovecharon sus chances. Baja producción individual en los peores momentos colectivos.
El mejor encuentro, por resultado, rendimientos individuales y colectivos, solidez defensiva y contundencia, fue con Estudiantes (LP).
Y a pesar de haber empatado y perdido, respectivamente, contra Newell’s y Atl. de Rafaela también se jugó bien. A veces, la pelota no entra.
Olimpo, Gimnasia y Banfield fueron compromisos difíciles y la Academia logró 7 puntos sobre 9 sin jugar bien. Importantes para prenderse arriba.
El futuro depende de Racing. Los protagonistas lo saben y expresan. Si adelante están finos y dulces, probablemente lleguen más victorias.
Cuando digo que depende de Racing es porque, como pasó ante Rafaela, si no es eficaz puede dejar puntos. Inteligencia para sumar.
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En el peor momento, los futbolistas bancaron a Cocca en el campo de juego. “Equipo en formación”, decían. No sirve cambiar cada 6 meses.
Los hinchas, aun cuando el equipo no ganó, reconocieron el esfuerzo y la propuesta futbolística. No hubo desaprobación total en el Cilindro.
Exijamos y estemos ilusionados porque así es nuestro ADN, pero dejemos el exitismo de lado. Falta poco para sacar conclusiones definitivas.
Ya pasó el “ganar jugando bien” y dio resultado. En este tramo del campeonato, sólo sirve “ganar o ganar” para seguir arriba.
No todos llegan a las últimas fechas con chances de campeonar. Inició el tramo clave del torneo. Seamos positivos, soñemos. Paso a paso.
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Por Cristhian Flores
Brian Mansilla “Mi sueño es llegar a Primera y ser campeón” Una vez más, un chico y un sueño que se repite: el de ponerse la camiseta de Racing, entrar al estadio que admiran todos los días desde la comodidad de la Casa Tita, y salir campeón con el club. Los sueños de Brian Mansilla vuelan alto pero caminan paso a paso, cargando una historia y deseos de prosperidad. Una nota exclusiva para conocer a la persona detrás de la joven promesa de las inferiores de La Academia.
A
y desembarcar en las divisiones inferiores de Racing.
garra su buzo azul, parte por el frío de una tarde nublada y parte por su sponsor, sube y saluda cordialmente. En el patio de Casa Tita, la pensión del club, una nota y unas cuantas historias se disponen a ser contadas con el Cilindro de Avellaneda como fondo imponente. Claro está que para llegar a ese lugar, Brian Mansilla debió abandonar su Rosario natal
-¿Cómo fue que llegaste al club? -Llegué en el 2011, a través de un representante que hoy en día no lo tengo. Primero, me iba ir a Lanús; después, hubo problemas con Newell’s; terminé yen-
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do a San Lorenzo, pero no me dieron pensión. La semana siguiente vine a Racing y ya en la primera prueba quedé. -Esa primera prueba… -Fue rara, era todo distinto. Cómo jugaban al fútbol los chicos de acá, la cancha que tenía pasto, que para mí era increíble porque en la cancha que jugaba en Rosario no había. Me acuerdo que estaba de coordinador Miguel Colombatti y me dijo que ya me tenía que quedar, que mi familia me iba a tener que mandar la ropa, y estaba contentísimo. Fue una alegría enorme. -¿Y tu familia cómo lo tomó? -Muy bien, estaban muy contentos al principio. Después les pasa como a nosotros, que los extrañamos y ellos nos extrañan. -¿Antes de eso qué hacías en Rosario? -Nunca me probé, no quería jugar en Rosario. Quería salir del barrio, jugar al fútbol en algún club de Buenos Aires. -¿Cómo es irte de tu casa desde tan chico para seguir ese sueño? -Es muy difícil, pero no imposible. Yo vine y me hicieron sentir como en mi casa, quizá me costó hacerme amigos y conocer, pero yo quiero cumplir mi sueño y voy a hacer todo lo posible, más en este club. -¿Y ese ir y volver para ver a tu familia? -A mí me cuesta un montón y a mi familia también. Tengo hermanitos más chicos que sufren mucho y me extrañan, y yo tengo algo especial con ellos. Son mis hermanitos y ojalá pudiera estar todos los días con ellos, pero no puedo y lo entienden. Cada vez que voy a Rosario, esos tres o cuatro días, trato de disfrutarlos al máximo con mi familia.
con mi hermanito”. Pero me hablaban y acá estoy.
-Extrañarlos y saber que están allá… -Por momentos es lindo porque sé que me van a apoyar siempre para lo que necesite, pero a la vez es feo porque cuando necesito un abrazo de mi vieja no me lo puede dar. Me la tengo que bancar. Si extraño, me pego un baño de agua fría, me acuesto a dormir y mañana será otro día.
-¿Tenías dimensión de lo que es Racing o te daba lo mismo jugar en cualquier club? -A Racing lo veía siempre más complicado. Al ser uno de los clubes más grandes de Argentina era apuntar muy alto, pero siempre me gustó. Desde que estaba en mi casa miraba videos en Youtube porque siempre me llamó la atención la hinchada, la gente es una barbaridad.
-¿Tuviste momentos en que te quisiste volver? -Sí, millones de veces armaba el bolso y lo desarmaba. Lo llamaba a mi viejo, hablábamos, me largaba a llorar, me desahogaba y listo. Lo mismo con Cecilia. Le decía: “Me quiero ir, extraño a mi familia, estar
-¿Tenés alguna influencia familiar que te haya hecho venir o no? -Ningún hincha de Racing, pero sí de Independiente. Me decían que no venga, que cómo me iba a ir a Ra-
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cing y cosas así, pero por suerte terminé acá.
-Hiciste muchos goles en séptima y posiblemente ahora quieras superarlo… ¿Cómo es esa presión? -Siempre cuando arranco el año me pongo una meta, un objetivo. A medida que van pasando los años se hace más difícil, pero no imposible. Yo trato de superarme día a día, como lo hago en cada entrenamiento, tranquilo.
-¿Cómo te adaptaste a las inferiores? -Me costó muchísimo al principio, pero de a poquito me fui adaptando y ahora soy un pensionado más. De a poco Brian se va soltando, como si gambeteara a la férrea marca del nerviosismo de una situación que no le es tan habitual como jugar todos los sábados y marcar goles. Con 33 goles en Séptima División fue el goleador el año pasado, pero ya se había destacado en Octava. Tiene edad de Sexta pero ocasionalmente juega en Cuarta y hasta llegó a debutar en Reserva. Un progreso que toma con tranquilidad.
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-¿Cómo manejas haber jugado en Cuarta y hasta en Reserva siendo tan chico? -Lo manejo muy bien, siempre pensando en el equipo que me toca jugar y, por supuesto, en lo personal. La mayoría de los chicos estuvieron en la pensión, así que no hace falta tener otro trato o hacerme más amigo de lo que soy. Me trataron siempre bien.
Foto. Corazón Académico.
-¿Cómo fue la experiencia en Reserva? -Debuté en la cancha de Quilmes el año pasado, cuando yo era de Séptima. Habían bajado varios de Primera. Estaban Rodrigo Battaglia, Luis Ibáñez, Róger Martínez, Leonardo Rolheiser, Guillermo Hauche. Fue algo muy lindo, algo distinto. Estar con jugadores totalmente profesionales, algunos que habían jugado afuera, era mirar lo que hacían y copiarle algunas cosas. Fue algo muy lindo, que no me voy a olvidar nunca más. Ya me estoy imaginando cuando esté en Primera…
cuenta el cambio constante? -El estilo de juego es el mismo porque, creo yo, que las Inferiores tratan de jugar todas de la misma manera, y eso se ve todos los fines de semana en el Tita. Pero en mi caso no se me complica la adaptación de categoría. Mi división juega muy bien al fútbol, con la pelota en el piso, y me gustaría jugar siempre así. -¿Cómo es la formación en inferiores, ya sea en lo físico, en lo futbolístico y en lo humano? -Acá me enseñaron a valorar muchas cosas, sobre todo lo que te da el club día a día. La amistad también ayuda, en sexta estoy en un grupo bárbaro don-
-¿Se puede adaptar a una categoría teniendo en
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de puedo decir que son todos mis amigos. Con alguno me llevaré mejor que con el otro, pero somos todos amigos. En lo físico nos trabajan como profesionales, sabemos que somos inferiores, amateur, pero siempre tratan de apuntar a lo alto. -¿Y en cuanto a las exigencias, pesan o se olvidan a la hora de jugar? -En ese sentido son muy estrictos. Los entrenamientos, el colegio… Siempre quieren que entrenes al 110%. Uno cuando entra a la cancha se olvida, lo único que piensa es en ganar y jugar bien. No es que estoy todo el día pensando en que me tengo que esforzar, eso
sale de adentro. Miedos, lesiones, obstáculos, sueños y responsabilidades. Un combo de cuestiones que influyen en la cabeza de todo jugador de fútbol. Brian parece tomarlo con naturalidad, pero se ilusiona de cara al futuro cuando mira el estadio que tiene detrás.
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-Viendo que han subido muchos chicos de inferiores y han tenido buenos rendimientos: ¿Tenés la esperanza de ya empezar a hacerte un lugar? -Uno siempre tiene esa esperanza, pero ahora es el
momento de estar más tranquilo. Cuando me llegue la oportunidad, disfrutarla al máximo y hacer el esfuerzo para seguir estando y no volver.
nocen, pero con Rodri De Paul y Bruno Zuculini tengo una buena relación. Es más, con Bruno me hablo por whatsapp, me comenta las fotos. Siempre me hablaban, me acuerdo que, cuando me fracturé el tobillo en 2012, me vinieron a visitar, me regalaron una camiseta cuando yo estaba destruido.
-¿Te imaginás entrando en el Cilindro? -No sé, me imagino algo único, soñado. Uno siempre trata de pensar, pero no tengo palabras para explicarlo, sería muy hermoso. Fui alcanzapelotas, he ido a la platea.
-¿Cómo fue ese momento de la fractura? -Estuve parado medio año, justo me habían citado al sub-17, yo era más chico. La semana siguiente, antes del clásico, me fracturé el tobillo en un entrenamiento y me quería morir. Me quedé sin clásico, sin Selección, sin nada.
-¿Tuviste acercamientos con algún jugador de Primera? -Ahora no tanto porque son todos nuevos y no nos co-
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-¿Cómo se vive un clásico en inferiores? -Uno siempre lo quiere ganar como nos piden en el club, jugando bien, siempre dejando una buena imagen. Es muy distinto a todos los otros partidos, algo muy lindo para jugarlo y que me gustaría vivirlo en Primera. Jugué tres clásicos, perdimos dos y empatamos uno, pero, en el último, lo hice en Cuarta. Así que bien. -Mencionabas a De Paul, a Zuculini. ¿Son tus referentes o tratás de fijarte más en los que juegan en tu posición? -Trato de fijarme más en Vietto o los que juegan en mi
posición, pero Bruno Zuculini es un ejemplo a seguir. Por cómo es, cómo se cuida, es un profesional. Además, porque salió de inferiores, de séptima saltó a Primera, es impresionante.
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-¿Cuál es tu mayor miedo y tu mayor sueño? No tengo ningún miedo respecto de las lesiones, siempre miro para adelante y no para atrás, menos en lo malo. Siempre pienso en hacer cosas buenas para mí y para el club. El mayor sueño es llegar a la Primera de Racing y salir campeón. Si llenamos dos canchas en un mismo día, yo saliendo campeón en semejante estadio, me muero.
Pasamos por el momento de su llegada, las primeras experiencias en las distintas categorías. Es hora de volver a lo cotidiano, a ese hogar por adopción que resulta la Casa Tita y la convivencia que eso conlleva. Esa vida que se desarrolla entre los esperados partidos del fin de semana.
se encariña, conocés a sus familias y ellos a la tuya, compartís intimidades, hablás todo el día, y es muy difícil volver al otro año y que alguien no esté o verlo en otro club. Me pasó con varios compañeros que no están hoy conmigo y seguimos teniendo la misma relación, pero es muy difícil, muy feo que dejen libre a un compañero.
-La pensión y el Predio se llaman Tita Mattiussi. ¿Se les explica a los juveniles qué significa ella para Racing? -Sí, nos habla mucho Cecilia (Contarino, psicóloga del club), los chicos que vienen y la gente del club. Es bueno reconocer la historia, no es que venimos a jugar en Racing y no me importa nada. Leemos la historia del club y nos importa porque nosotros estamos viviendo acá y es nuestra casa.
-¿Y vos crees que hacés lo suficiente para que eso no pase? -Nunca pienso en quedarme libre o esas cosas. Si uno hace el esfuerzo todos los días y todo lo que tiene que hacer, no te van a dejar libre. -¿Se puede disfrutar del juego, específicamente, con todas estas presiones? -Sí, lo disfruto todos los días, si no ya estaría en mi casa. Yo amo el fútbol, amo este deporte y hago todo lo que hago porque quiero ser futbolista.
-¿Tienen alguna “Tita”, alguien que los banque como ella en su momento? -Nosotros la jodemos a Ceci, la psicóloga que además está encargada de la pensión. Nos dejó miles de enseñanzas, si me pongo a nombrar no termino más. Muchas veces me retaron y hablaron por el colegio, era un quilombero bárbaro. Ahora ando más o menos, nunca anduve bien que digamos, pero me puse las pilas.
-¿Quién fue la persona que más te enseño en la vida hasta el momento? -El técnico que tuve en Rosario. Me enseñó muchas cosas en el fútbol y en la vida personal, que podía ser alguien en la vida. Hasta el día de hoy sigo hablando con él y es como un padre para mí.
-¿Cómo es compartir con chicos que sabés que de repente pueden quedar libres y no estar más? -Es un golpe muy duro porque uno durante el año
-De los delanteros del medio local o internacional, ¿tenés algún referente? -De acá, Nacho Scocco me gusta mucho. De afuera,
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Cristiano Ronaldo y Falcao son delanteros de élite que uno siempre trata de imitar, pero son terribles bestias. Me gusta Messi porque es rosarino, pero más Cristiano, uno de los jugadores más completos.
yón de gente que empieza a cantar. Ver a Racing, y más cuando está jugando bien y la cancha explota, es lo que más se disfruta. -Dentro de la cancha, cuando estuviste de alcanzapelotas, ¿cuál fue el jugador que más te sorprendió? -Fariña fue el que más me sorprendió. Gio. Teófilo era un muy buen jugador que yo trataba de mirar. De otro equipo, Riquelme. De Fariña tengo un par de cosas; me aconsejaba y te felicitaba cuando te iba bien.
-¿Qué haces en tu tiempo libre? -No tenemos mucho tiempo, algunos vamos al gimnasio cuando llegamos del colegio. A las 6 salís del colegio, llegás, merendás, mirás tele y no te dan ganas de nada; comés y te acostás de nuevo. Se espera mucho el sábado para jugar, dejar todo, y esperar al lunes para seguir trabajando. -¿Cómo es un día en la pensión? -Las categorías más chicas van a la mañana a la escuela y los más grandes a la tarde. A la mañana entrenamos, volvemos, almorzamos y vamos al colegio. Volvemos, merendamos, salimos a dar una vuelta y volvemos. El partido es lo más lindo, lo que esperamos toda la semana.
-¿Qué significado tiene para vos que jugadores de Primera se acerquen a la pensión? -Está muy bueno, estás muy contento cuando pasan esas cosas. A veces te levantabas y tenías a jugadores o a Simeone desayunando ahí. Son privilegios que tenemos solamente nosotros, porque la gente no puede hacerlo. Por ejemplo, mirarlo a Milito en los entrenamientos o en los partidos es algo increíble, que haya jugado en el Inter y que ahora esté acá, lo aplaudís. Me encantaría poder hablar con él, con que me salude ya estoy feliz.
-¿Y los días que juega la Primera? Está muy bueno, más cuando vas de alcanzapelotas. Está muy bueno estar acá y ver cómo se llena el pla-
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La persona detrás de la promesa No es casual que, durante la entrevista, Brian haya nombrado a Cecilia Contarino como una profesional importante en lo que hace su desarrollo personal. La psicóloga del club lo conoce, como conoce a todos los chicos de la Casa Tita, desde su óptica que mira más allá de lo futbolístico. Por eso le hicimos algunas preguntas que nos permitan seguir conociendo al juvenil de Racing. -¿Cuál es tu función en lo que respecta a la psicología del fútbol amateur? -Yo integro el Departamento Psico-social junto con el Lic. Sebastián Blasco y la Lic. Celeste Pan. Nos ocupamos de la parte social y psicológica de los chicos de las divisiones juveniles. Documentación, asistencia, entrenamiento de habilidades psicológicas y contención y educación de los chicos de la Casa Tita.
Casa Tita. Su carácter lo ayuda mucho. Busca ayuda cuando la necesita, aunque muchas veces, cuando era más chico, se empacaba con alguna cuestión. Ahora creció y entiende mucho más lo que le conviene en cada momento de su vida. Es muy cariñoso. -¿Y el tema del sponsor, la incipiente presión que lo marca como una de las grandes promesas del club? -Lo lleva tranquilo. Sabe los pasos que tiene que dar y las personas en las cuales confiar. Busca consejos, entonces, sumado a que es muy inteligente, puede manejar situaciones de presión.
-¿Cómo se contiene a un chico que convive lejos de su casa y su familia? -Siendo un poco mama sustituta, amiga, pero sin dejar de poner los límites que los chicos por la edad que tienen requieren. A veces se enojan porque no los dejo hacer lo que quisieran, pero es lo mejor para ellos. Los acompañamos en esto tan difícil que es llegar a ser un jugador profesional, en todos los aspectos.
-¿Qué condiciones le ves a Brian? -Principalmente el alma que le pone a todo lo que emprende. Tiene un gran deseo de superarse y poder salir adelante él y su familia. Es carismático, solidario y de gran corazón. A su debido tiempo, tendrá la chance que tanto espera porque trabaja durísimo para lograrlo.
-¿Cómo maneja Brian esas cuestiones? Cuando llegó Brian, era como un torbellino. No paraba un segundo. Se adaptó rapidísimo al grupo y a la
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Por Lautaro Negri. Fotografía: Leandro Pepe.
El viejo d E
pensamientos. Entre medio de la muchedumbre ruidosa, se abre espacio un caminante de antiguos senderos. Apenas mueve su antebrazo para hacerse lugar entre las personas que revolotean su alrededor sin dar cuenta de su existencia, mientras que con el otro brazo se toma la cabeza. No se sabe si lo hace para comprobar la temperatura que había tomado durante el trayecto de unas pocas cuadras que lo separan de la parada de colectivo o pretende que su gorro desteñido no se mueva de su lugar. Vaya uno a saber. Lo que sí es seguro es que una sensación vuelve a recorrer por su cuerpo como no lo hacía hace mucho tiempo. Tal vez el paso de los años ha oxidado su acorazado, pero aún algunas vibraciones siguen repercutiendo en lo más íntimo de sus fibras. Por dentro, se pregunta cuánto tiempo había estado esperando este momento. Por fuera, observa que a medida que
l sol golpea con un calor abrumador sobre Avellaneda, fundiéndose en un contraste único de luz y tintes grisáceos que resaltan el entramado de la ciudad. Un ecosistema que sólo se ve interrumpido por un Cilindro pintado de celeste y blanco, esos mismos colores que inundan las retinas de aquellos que miran hacia arriba para contemplar el día primaveral entre resplandores que enceguecen momentáneamente a estos curiosos observadores. En el ambiente se respira un entusiasmo febril que se condice con el aire húmedo que envuelve a los centenares, miles de cuerpos que se trasladan con vigor a pesar de la pesadez del clima. Gorros, banderas, camisetas, flamean por los cielos. Algunos que se encuentran y se estrechan en un fuerte abrazo de esperanza. Otros que ya están en esa misma esquina hace más de dos horas. Las expectativas brotan sin ningún obstáculo pesimista, no hay lugar para malos
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del gorro sus pies se adelantan en el asfalto, el resto suyo se va aflojando. Una vez más el aroma de las parrillas humeantes a los costados de las calles cortadas se impregna sobre la tela de su camisa azul, fiel vestimenta para asistir a las tribunas de sus dos equipos. Sí, lleva en su corazón colores combinados, pero siempre hay algunos que tiran más que otros, es inevitable. Amores hay varios, pero el verdadero es uno solo. Al pasar por esa misma esquina por la cual había transitado hace más de diez años abrazado junto a ese pequeño lleno de sueños, se inmoviliza ante ese sagrado escenario. El temblor de sus piernas es lo único que rompe con la figura estática, que se ve imposibilitado de abandonar su estado nostálgico mientras los demás hinchas caminan a sus espaldas
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con un andar más apresurado. Cada vez falta menos. Una vez desenfocada su vista sobre aquel punto que lo había tenido aprisionado durante unos largos minutos, el hombre de canas ocultas se encamina con paso decidido hacia el estadio. Tras el apretujamiento que se hace presente domingo tras domingo, más aún en esta especie de partidos, y el ritual chequeo de los oficiales de seguridad que revisan hasta el último rastro de sospecha, el viejo siente cómo se le estremece la piel al oír los cánticos de los miles de fanáticos que ya entraron al templo. A pesar de ser un amante del juego lírico de antaño y un acérrimo opositor al fútbol moderno que, en palabras de un conocido escritor uruguayo, defiende al espectáculo tecnócrata en el que se ha convertido este deporte, no puede negar que todavía sigue moviendo multitudes que se conjugan en un “nosotros” por al menos 90 minutos. No aguanta más, ya quiere estar adentro, se desespera por entrar. Parece tener el apuro de un niño que responde al segundo llamado de su mamá a la hora de cenar. Necesita llegar. Con la agonía a flor de piel, finalmente ésta desaparece al vislumbrar el verde radiante que germina del césped que se luce ante la inminente iluminación natural de la jornada casi veraniega. No habían sido muchas las oportunidades que había tenido de pisar esas gradas debido a que su casa no forma parte ni siquiera del perímetro que rodea al gigante de hormigón. Por esta razón, el disfrute es doble. 12 años habían pasado de la última vez que había concurrido a ese mismo estadio, el cual vuelve a visitarlo frente al mismo rival que aquel entonces. Se cuestiona por qué había dejado pasar tanto tiempo, pero ya no importa. Salen los equipos a la cancha. Con todo el terreno a su merced, los jugadores
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salen disparados hacia el campo de juego en simultáneo con una lluvia de gritos y aplausos ensordecedores. Allí lo ve a él, cumpliendo su sueño enarbolado, con el dibujo del escudo que siempre anheló vestir, mientras se reúne con sus compañeros en el círculo de la mitad de la cancha a saludar a su gente en el primer partido de local del certamen. Desde lejos divisa los gestos de su rostro y se sorprende de la serenidad que mantiene frente semejante ambiente. La naturalidad con que lo ve desplazarse dentro del rectángulo le llena el pecho de entusiasmo ante el partido de su debut. De entusiasmo y algo más… Antes de que el árbitro haga sonar su silbato, el viejo se anima mirar hacia arriba y, tal como le había pasado a los miles que habían hecho lo mismo, sus ojos se entrecierran violentamente, dejando un punto brillante en el medio de su enfoque por escasos segundos hasta que finalmente pudo ignorarlo por completo. Ahora sí, levanta su mano derecha abriendo su palma, la coloca sobre sus cejas de forma precavida y se lo oye decir una de sus frases que tiene incorporada a su diccionario cotidiano: -Éste sí que es un día peronista. El encuentro comienza con un ritmo entrecortado por faltas reiteradas de ambos lados. El viejo se agarra la cabeza ante cada infracción y recuerda nuevamente que las épocas cambiaron para peor, según su perspectiva. Ni siquiera hay público visitante, ese condimento adicional que aportaba al partido un elemento más a la dinámica del juego y al que tanto había acudido para distraerse al menos por un rato de algunos bodrios por donde se veía volar la pelota por los aires con una crueldad sin límites y sin ningún tipo de criterio. Sin embargo, está muy lejos de la-
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mentarse de haber ido, ya que su mirada se posa sobre aquel jugador de pelo largo que se encarga de barrer todas las bochas que se encuentren rodando por la mitad de la cancha, el sector por donde se construyen las victorias según su sapienza futbolera. Cruce en tres cuartos de cancha, aplausos. Robo de pelota en retroceso, aplausos. Anticipo en un contrataque rival peligroso y posterior pase corto al compañero, aplausos. De a poco su jugador predilecto se va ganando el cariño de la gente.
Culminada la avalancha, se agacha entre los demás hinchas para tomar nuevamente su preciada prenda. El segundo tiempo no sólo que continúa con el mismo ritmo sino que corta con toda fluidez posible. Resignado, el viejo enfoca decididamente su mirada hacia el pelilargo que se está comiendo la cancha. No es tan lírico como sus ídolos Andrea Pirlo y Fernando Redondo, más bien se parece a un Bastía castaño. Junto con el ídolo de pelo corto, son los dos más aplaudidos durante el transcurso del juego. Ya llegado el tiempo cumplido, el arquero local saca un pelotazo largo que deriva en un pase que deja mano a mano al delantero ingresado en la etapa complementaria, que no duda en picarla para que el balón ingrese lentamente en el arco rival e infle la red junto con los pulmones de los miles que se acercaron en la tarde soleada de domingo. Tomando precaución de la situación, el hombre de camisa azul grita el gol con su mano derecha sobre su frágil gorro de tela. El árbitro pita el final del partido y el estadio explota en alegría. Entre gritos y aplausos, los jugadores se retiran del campo de juego. Solamente quedan en la cancha el ídolo y el pelilargo que resguarda el mediocampo para hablar con los periodistas. Mientras se retira el centrodelantero querido por todos, ahora permanece en un costado el jugador aguerrido que promete ganarse el cariño de la gente. Después de una serie de preguntas relacio-
-Lo que juega este muchacho, es impresionante- dice un hombre al lado suyo. -No exageremos, es el primer partido- contesta su compañero. -¿Pero vos viste lo que está corriendo? Encima de meter, no le pifia en los pases. Completito, la verdad- le retruca nuevamente su amigo. El viejo se muere de ganas por meterse en el debate, pero decide escuchar desde su rincón las palabras de elogio que recibe su pichón. Con un centro salido después de una jugada preparada de un tiro libre en el sector derecho, llega el primer gol del anfitrión. Sin poder reaccionar al amuchamiento espontáneo, el hombre de camisa azul se une al griterío, sin darse cuenta de que su gorro se encuentra desparramado por los escalones, entre medio de los pies que suben y bajan con algarabía.
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nadas al análisis del partido y al ánimo del plantel por el buen comienzo en el torneo, el periodista de baja estatura y de bigote tiene guardado para el final un último interrogante.
ojos posados sobre el periodista, el jugador agrega frente a la cámara: -Aprendí que no va a volver, aunque me gustaría tenerlo acá para disfrutarlo por lo menos un día más. Sé que donde esté va a estar muy contento.
-En los últimos días declaraste que tu papá era hincha del club. ¿Hoy sentiste su aliento dentro de la cancha? -En lo personal es muy emotivo estar acá, un sueño. Hice una promesa de disfrutar el día a día porque no sé cuántas veces voy a estar en un lugar como éste. Mi viejo era hincha de este club, como lo dije en la semana. No tuve la suerte de que me viera jugar en Primera porque se me fue unos meses antes. El triunfo de hoy es un regalo para él.
A unos metros, del otro lado de la fosa que separa el terreno de juego con la tribuna, el hombre de camisa azul, con el gorro entre sus manos y los ojos humedecidos, lo observa dirigirse por el túnel que conecta con el vestuario local mientras es aplaudido por el grosor del público. Después de ver esa escena, al viejo tan sólo le resta salir por entre la multitud con la cabeza en alto y con el orgullo a flor de piel. Eso sí, con su gorro puesto para no faltar a la costumbre.
Deja un silencio en el aire que permite escuchar el batifondo de la hinchada en segundo plano. Pasados unos segundos y con los
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