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III. Primera arquitecta del país

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Epílogo

Epílogo

Recorte de periódico. Ca. 1946. Archivo Maldonado-Tió.

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En el prólogo de un libro que publicó ya vieja, ella cuenta que el papá, siendo ella adolescente, la llevó a conocer los predios que el Gobierno le había adjudicado a la Universidad Nacional para lo que sería la Ciudad Universitaria. La que se llamaría la Ciudad Blanca y que aún era solo verde.

Ella sería la primera mujer en graduarse de la carrera de Arquitectura. Y al regreso de París la haría su ciudad, pero no nos anticipemos. Cuando Luz entró a estudiar a los diecinueve años, efectivamente era verde.

CARLOS NIÑO MURCIA11: La Universidad Nacional es la primera Ciudad Universitaria en Latinoamérica. La de México viene mucho después, como en el 50, mientras que la de Caracas es como del 60 o 70. La de aquí, en cambio, surge desde el gobierno de López Pumarejo, a fines de los 30. La gente cuenta que por la calle 45, hacia abajo de la Caracas, había una o dos cuadras construidas, pero que ya desde la carrera 17 hasta la universidad eso era campo, o sea, era como una ciudad separada de la ciudad. Y llegar a esa ciudad con edificios blancos, nuevos, daba una sensación de modernidad muy grande.

López Pumarejo quería valorizar unas tierras del occidente de Bogotá. Y tenía, además, ese proyecto modernizador de que las clases menos favorecidas pudiéramos entrar a la universidad, que no se enseñara escolástica sino ciencias modernas, psicología, sociología, filosofía moderna. Y que estuviera todo integrado y no disperso.

Es en esa generación que bregó por modernizar el país en donde hay que ubicar a Luz, en ese proyecto de modernización de todo, de la literatura, del arte, de la sociología… Esa generación, sin embargo, fue vencida. Vea, por ejemplo, el presidente López Pumarejo, una persona sumamente importante. García Márquez decía que si no fuera por él no habríamos ni pasado por el siglo XX. Sin embargo, ya en su segundo gobierno, lo obligaron a retroceder, porque es que este es un país muy conservador.

ISABEL MARIÑO: Yo era muy amiga de Luz cuando estaba en la universidad y tenía un grupo de amigos que se divertían mucho. Tenía un enamorado que era Enrique García, pero a Luz no le gustaba tanto, le gustaba más la Danta,

11 Carlos Niño Murcia (Ubaté, 1950). Arquitecto, investigador y escritor.

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En ese entonces, la Facultad de Arquitectura, edificio en donde Luz cursó su carrera. Ca. 1970. Germán Téllez. Colección Museo de Bogotá.

Enrique García, Edgar Burbano, etc. en los prados de la facultad. Fotografía de Luz Amorocho (¿?). Ca. 1944. Archivo Maldonado-Tió. Ciudad Universitaria 1940. Tomado del libro de Luz Universidad Nacional de Colombia. Planta física, 1867-1982. Monografías Arquitectura 1 (Bogotá: Proa, 1982, 14).

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Izquierda: Luz, elegante, y grupo de amigos entre los que está Enrique García, de pie. Ca. 1945. Archivo Maldonado-Tió. un costeño desabrochado, pechugón, que vivía en la universidad y cogía las cosas de los amigos. Era una vergüenza. Luz tocaba el piano y ambos cantaban.

ISABEL MARIÑO: Ese grupo de amigos de la universidad se dispersó: Lucho Pacini, que era millonario, se fue para Barranquilla; Enrique García, para Santander; Burbanito se volvió para Pasto. Entonces, Luz se quedó sin amigos.

JORGE ARIAS DE GREIFF: Yo la conocí cuando estaba terminando Ingeniería y ella Arquitectura, y había un curso que era común. El curso de Resistencia de Materiales, del Dr. Julio Carrizosa, que molestaba a los arquitectos diciéndoles: “Yo no sé porque los arquitectos no ponen en el plano de una vez el sitio de la gotera”. Y los estudiantes de Arquitectura se ofendían ante esa desfachatez.

ISABEL MARIÑO: Por esa época es que Luz también fue novia de… ¿cómo es que se llamaba… el del teatro…? El feíto, chiquito… ¡García! Santiago García12 .

BEATRIZ VÁSQUEZ: Una vez me contó una anécdota. Luz y Santiago García se habían ido de paseo al borde de un río y estaban besándose cuando los sacaron corriendo, gritándoles que eso era pecado, que cómo se les ocurría. Me acuerdo de que también decía que Santiago, en los asuntos del amor, era muy inconstante. Esa historia, en todo caso, no prosperó nunca, se quedó ahí como parte de la vida.

Derecha: Edgar Burbano y Enrique García escondido. Presumiblemente en un salón de la Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Ca. 1944. Archivo Maldonado-Tió.

12 Santiago García (Bogotá, 1928-2020). Director y fundador del Teatro La Candelaria. Genio del teatro colombiano.

Los graduandos en diciembre de 1945: Enrique García, Edgar Burbano, Pablo Lanzetta. Supongo que “la Danta” debe ser Álvaro González. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.

Plantilla de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional en 1945. Archivo Maldonado-Tió.

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En la foto se lee "Socorro Hacienda San Lorenzo VII-2-46". Archivo MaldonadoTió. Y los paseos con la que ha de ser su prima, en unas fotos en las que se tomó el trabajo de marcar lugar y fecha.

ERNESTO LLERAS: De la universidad, yo recuerdo que ella hablaba de un ambiente totalmente machista y que, con su carácter, tuvo que abrirse paso a codazos, a punta de carácter y talento, porque ella era buenísima estudiante. Los tipos tenían que admirarla por su capacidad. Ella siempre pensaba que la manera de desarrollar el espacio femenino en un ambiente machista era con calidad. Era muy aguerrida, pero entendía la importancia de hacer las cosas bien. Imagino que la veían como una vieja “pelietas”, pero era inteligentísima y siempre tenía argumentos para plantear su posición. Luz se hacía respetar por su trabajo.

En un restaurante de Bogotá en el año 2007, es decir, cuando Luz tenía 85 años, Ana María Pinzón, una arquitecta e investigadora, le hizo una entrevista, hasta ahora inédita.

ANA MARÍA PINZÓN: Luz, ¿por qué decidiste estudiar Arquitectura? ¿Qué sabías de arquitectura?

LUZ AMOROCHO: Nada. No sabía absolutamente nada. Porque eran otros tiempos y aquí en Colombia no había arquitectos. Así de fácil. La arquitectura era bastante desconocida y los que comenzaron Arquitectura venían de Ingeniería.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Qué cosas te pasaron en la universidad por ser mujer?

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LUZ AMOROCHO: No, a mí no me pasaron muchas cosas. [Risas] Aunque ahora que me acuerdo, una, dos, tres veces, las tengo aquí. La primera vez, yo estaba en segundo de Arquitectura con el profesor Manuel de Vengoechea13; teníamos que hacer unos trabajos prácticos los jueves, uno comenzaba al mediodía y entregaba a las cinco de la tarde. Yo me quedé en la facultad trabajando en mi proyectico. Y afortunadamente había otros también trabajando por ahí. Al día siguiente el profesor dijo: “Pues el mejor proyecto es este, pero usted no lo hizo” y yo le dije: “¿Cómo que no lo hice?”. Me dijo “Usted me puede asegurar a mí lo que quiera, pero yo no le creo”. El hijueputa me dijo eso. A mí se me escurrieron dos lagrimones. Yo le dije: “Pues sí lo hice” y al tipo le tocó calificármelo. Pero afortunadamente otros dos o tres habían estado al mismo tiempo conmigo en ese salón. Porque a mí lo que me ofendía era que mis compañeros creyeran que yo me aprovechaba de mi condición de mujer. Porque sí lo creían, que por ser mujer me ayudaban.

La segunda, cuando comenzamos a estudiar decoración con Violi14, que era un gran arquitecto. Era tan pendeja la Facultad de Arquitectura, y tan llena de basura, que pusieron a Violi de profesor de Decoración. Entonces él aprovechó para hacer cosas de arquitectura, verdaderamente, y hacer de la decoración una cosa grandiosa. Entonces a mí me encantó ese curso, y me esforcé e hice un proyecto bastante bueno. Entonces viene Violi y me dice “pero este proyecto se lo hizo Burbano”. Yo lo había hecho en el patio de mi casa, porque yo vivía en una casa con patio y tenía mi mesa de dibujo en el patio. Y entonces esa cosa me pareció tan terrible y tan ofensiva. Además, que fuera Burbano el que me había hecho a mí el proyecto. ¡A mí me pareció terrible! Entonces Burbano dijo: “No doctor, no, eso no es así”. Después yo seguí trabajando con Violi, y él se volvió buenísima gente conmigo y teniéndome mucho en cuenta.

Y la tercera. Al siguiente año, viene el negro Gnecco y me dice “Su proyecto está muy bueno, pero ese proyecto se lo ayudó a hacer Lanzetta”. Le dije “¿Lanzetta a mí?, ¿pero usted en qué está pensando? ¿Usted es que es bobo?”. Eso le dije al profesor. Yo en ese tiempo ya estaba muy machita y ya

13 Manuel de Vengoechea (París, 1911-Barranquilla, 1983). Arquitecto, urbanista y político. Fundador en 1946 y junto a Carlos Martínez, de la revista Proa de la que ya hablaremos. 14 Bruno Violi (Milán, 1909-Bogotá, 1971). Arquitecto y docente italiano que desarrolló su carrera en Bogotá en los años cuarenta y cincuenta. En 1939 asumió la Dirección de Edificios Nacionales del Ministerio de Obras Públicas. Diseñó edificios muy importantes para Bogotá, como el Manuel Murillo Toro (1941) o el de El Tiempo (1961); y para la Ciudad Universitaria, como la emblemática Facultad de Ingeniería (ca. 1958) en colaboración con Leopoldo Rother.

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Luz con sus compañeros de estudio en la puerta de la facultad. 1941. Archivo Maldonado-Tió.

Reverso de la imagen: “1941 LUZ AMOROCHO 1941 al centro rodeada de IZ a Derecha de sus compañeros OLAYA, LUCHO PACINI, ALFONSO RAMÍREZ, PABLO LANZETTA ENRIQUE LUCHAU, EDUARDO RAMÍREZ VILLAMIZAR RAMÓN PEÑARANDA, ÁLVARO GONZÁLEZ y EDGARD BURBANO...” Archivo Maldonado-Tió.

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no se me salían las lágrimas. Y la contestación mía fue tan contundente que el tipo tuvo que echar reverso. ¡Figúrate si yo iba a permitir que mis compañeros me ayudaran! ¿Para que después dijeran ellos mismos que yo había salido gracias a ellos? ¡Ni loca! Esas cosas me parecían terriblemente ofensivas. Y los imbéciles llegaban allá pensando “¿Esta por qué se pondrá tan brava por eso? ¡Si es lo más natural!”. Es decir, eran hombres.

LUZ AMOROCHO: A mí después me importaba verdaderamente un bledo la facultad, porque yo ya me gradué, me olvidé de todos ellos, nunca los volví a ver y no tenía ningunas ganas de verlos. No fueron amigos míos. Los más amigos eran un tipo que era medio santandereano, medio costeño, que, entre otras cosas, estaba medio enamorado de mí, y a mí no me gustaba nada, bueno, él siempre estaba como cruzado. Entonces ya, pasó y ya. Yo los veía como muy de vez en cuando, porque yo tenía otros amigos, otra gente. La gente con la que yo quería estar era con “el Mono” Martínez15 y sus amigos, y con los que hablábamos de literatura. ¡Todos esos! Los que me decían: “Mire, hay una exposición en tal parte”, todas esas cosas. Mis compañeros eran pocos, cabían en esta mesa.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Cómo era ser la única mujer de la universidad?

LUZ AMOROCHO: ¿Ser la única? Pues a mí, como te digo, no me hacía ninguna mella no tener compañeras. No es que yo no me entendiera con las mujeres en ese tiempo, como esa pose que tienen muchas mujeres de que no se entienden con otras mujeres, eso me parece antipático, harto y mentiroso. Uno se entiende muy bien con otras mujeres, porque tiene cosas en común que no tiene con los hombres. Pero ya en el medio de la universidad, del estudio, no me hubiera gustado para nada haber tenido que compartir con las otras niñas.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Y por qué decían que la carrera era para maricas? ¿De dónde viene eso?

LUZ AMOROCHO: Yo creo que era porque los ingenieros eran los manda callares, los abogados y los médicos. Entonces eran los que mandaban en el área profesional. Y lo afeminado de la profesión, de unos tipos que se preocupan más por la pinta, que dibujan, que son artistas, que no sé qué. En ese

15 Fernando Martínez Zanabria, “el Mono” (Madrid, 1925-Bogotá, 1991). Arquitecto colombiano nacido en España. Fue profesor de la Universidad Nacional de Colombia. Dentro de sus obras más representativas se encuentran la Caja Agraria de Barranquilla (1961-1965), el Edificio Giraldo (1958) y la Casa Calderón (1963).

Luz y Fernando “el Mono” Martínez, en el Ministerio de Obras Públicas (MOP). 1948. Archivo Maldonado-Tió.

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mundo así de pelea directa, mirado desde una perspectiva de gente que ejercía su profesión en el campo, entre la tierra, sin ningún respeto por su cuerpo, porque era la pelea directa de la ingeniería en Colombia, era hacer carreteras. Pero actualmente yo no creo que haya ningún ingeniero que diga una cosa así. Y los arquitectos siguen siendo los mismos maricas de toda la vida [risas].

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Qué les daban en la carrera? ¿Qué materia les daban?

LUZ AMOROCHO: Mucho énfasis en matemáticas. “El Mono” Martínez, por ejemplo, que fue un tipo muy inteligente, que era arquitecto hasta el último pelo, aunque luego eran poquitos los pelos que le quedaban, hasta la uña del pie digamos, mejor, tenía tan poco interés por las matemáticas que perdió asignaturas. ¡Pero a él le bajaban la cabeza los profesores! Como era español, gritaba “Grrrrrr” y aquí eso asusta.

ANA MARÍA PINZÓN: Con respecto a las matemáticas, el cálculo y la geometría, ¿para qué te sirvieron?

LUZ AMOROCHO: Para desarrollarme la cabeza. Y el criterio. Yo pienso que las matemáticas son una muy buena formación, de lógica y de muchas cosas.

ANA MARÍA PINZÓN: ¿Cómo era estar sola en la universidad?

LUZ AMOROCHO: La facultad era chiquita y estaba recién fundada. Yo tenía compañeros con quienes trabajaba siempre, compañeros de quienes en un momento dado me enamoré, porque trabajaban conmigo, normal, común y corriente. Pero yo tenía mis amigas del colegio, me seguía viendo con ellas, siempre me apoyaron mis amigas, y todas las cosas del corazón, pues yo les comentaba y las vivía por fuera de la facultad.

Además, estaban mis compañeros, me gustaba estar con los costeños porque eran alegres, pero eran de otros cursos. Por ejemplo, yo tenía un compañero que tocaba piano increíble, entonces hacíamos fiestas, pero en esas nunca estaban mis compañeros con los que yo estudiaba.

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