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VI. Siete empachos
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Ya en la primera carta que le envió a Nicole, en el 66, a su regreso de París, refirió una serie de indigestiones que había sufrido luego de su reencuentro con todos los amigos:
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LUZ AMOROCHO110: He tenido un número considerable de empachos no muy recomendables para la salud, pero excelentes para el gusto y para el espíritu.
Mi hermano dice que empacho no se usa. Pongamos la definición de María Moliner, que era el diccionario de Luz.
MARÍA MOLINER. Diccionario de uso del español: 1. m. Estorbo. 2. Indigestión. Hartazgo causado por el exceso de algo.
El caso es que el gusto de Luz, tanto por el término como por su práctica, le valió el apodo de Siete Empachos que le puso Fernando Jiménez.
CAMILA LOBOGUERRERO: Eso era por la película de Lina Westmüller, que acababa de salir: Pascualino siete bellezas.
110 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá entre el 20 y el 28 de mayo de 1966. Biblioteca de diccionarios de Luz en su apartamento del Bosque Izquierdo. Fotografía de Camilo Rodríguez-IDPC, 2021.
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MATÍAS MALDONADO: No le gustaba que Fernando la llamara así, pero es que ella siempre estaba como en conflicto con Fernando, siempre peleaban por cualquier tontería.
LUCAS: ¡Bueno! Que no lo oiga Luz diciendo que peleaba por tonterías.
MATÍAS MALDONADO: Fernando también se inventó el apodo Lucifer del Monte.
Los sábados, Luz se reunía a escuchar óperas y conciertos y hacer crítica musical, con un grupo de melómanos que incluía a Jorge Arias de Greiff y a Isabel Mariño. Según supe, lo más interesante de las reuniones de melómanos eran los paseos y las comilonas.
MARÍA DEL MAR RAVASSA: Yo a Luz la conocí a finales del 85, ella me remodeló mi apartamento en el 86. Y comencé a participar en el grupo de música. Pero yo no recuerdo a Jorge Arias de Greiff ni a Isabel Mariño. Para nada. No cuando yo llegué. Eran Raúl Paredes, el médico, que era como el líder de la cosa, Eduardo Brieva, que fue rector de la Nacional…
LUCAS: Sí, fue al que Luz le presentó su carta de renuncia de la universidad.
MARÍA DEL MAR RAVASSA: Eso, él, y su mujer Lola. Ellos eran verdaderamente muy profundos en su análisis. Y luego entró al grupo Leonor, la hermana de Luz, en el 86, cuando volvió a vivir a Bogotá. También estaban los Feferbaum; él también muy profundo en sus comentarios. Oíamos bastante ópera. Y música clásica. Nos reuníamos a las cuatro o cinco de la tarde, siempre en una casa distinta, y quien ofrecía la reunión, daba la comida. La reunión iba hasta las diez, o diez y media, u once… Por ejemplo, duramos tres semanas oyendo sinfonías de Beethoven.
CAMILA LOBOGUERRERO: Después de sus encuentros con el grupo de música, siempre volvía empachada.
ISABEL MARIÑO: No hemos hablado de cómo comía. Lucecita, ¡cómo era de tragona! Le encantaba comer. Siempre que ella venía, yo estaba pendiente de tenerle cosas ricas, porque venía mucho a almorzar a la casa. Ella hablaba mucho de lo que se cuidaba y de que no podía comer esto y aquello, al final se lo comía todo. Y era feliz.
LUCAS: Era algo sobrenatural, así de chiquita, ¡pero cómo comía!
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CAMILA LOBOGUERRERO: Y, además, era una gran cocinera. Cocinaba delicias, pero a los cincuenta o sesenta años, un buen día se aburrió y nunca más volvió a cocinar.
ELSA MAHECHA: Cuando yo regresé a vivir a Colombia, al principio inventamos un aquelarre porque yo vaticinaba leyendo el chocolate y nos reuníamos unas brujas en la 60 con 7.ª, en la casa de una de las dibujantes; una dibujante que Luz quiso mucho (aunque al principio se odiaron). Y era un verdadero aquelarre, pasábamos delicioso, nos reíamos, cantábamos, yo imitaba a Eartha Kitt y ella a la Piaf. ¡Y cómo comíamos! Nos divertíamos mucho
Luz con Estela y David Feferbaum, años antes, sin comentarios. 1975. Ignacio Gómez Pulido.
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a pesar de la diferencia de edad. Era, o es, la mejor amiga, la única mujer que he tenido de amiga en toda mi vida.
MATÍAS MALDONADO: Luz almorzaba todos los días en un restaurante que se llama Las Cosas de la Abuela o Cositas Ricas111, como que tiene ambos nombres, no sé. El caso es que un día quedé de almorzar con ella. Entonces le dije que yo la invitaba, pero que fuéramos a otro lugar. Había una parrilla argentina que acababan de abrir. Bueno… durante todo el almuerzo estuvo incómoda, renegando de todo. Un pequeño infierno. A Luz era muy difícil sacarla de sus rutinas. Al menos, de sus rutinas gastronómicas.
MANOLO ORJUELA112: Los viernes, en el restaurante del barrio Cositas Ricas, la bandeja paisa era imperdonable y ella estaba siempre ahí, bajándosela entera. Todos los viernes. Qué apetito tan bacano.
MATÍAS MALDONADO: Una vez que yo cumplía años, fuimos a almorzar a una pescadería en el Restrepo, en el sur de Bogotá. Ella debió pedir un pargo o un róbalo frito. Una cosa gigantesca. Todos le decíamos, “Luz, ¿no será mucho para ti?”. Pero ella ni nos respondía. Estaba concentradísima. Y se comió hasta el último bocado. Siempre admiré su talento para comer pescado porque al final dejaba el esqueleto perfecto, como si fuera una ilustración de un libro de biología. La gente que trabajó con ella insiste mucho en lo perfeccionista que era, que era una gran dibujante, muy meticulosa… Yo la vi con los huesos del pescado.
111 Restaurante familiar La Casa de la Abuela, conocido por algunos de sus clientes como Las Cositas de la Abuela. Ubicado en la calle 27 # 4A-25 en el barrio La Macarena, en Bogotá. 112 Manolo Orjuela (Bogotá, 1971). Director de teatro.