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IV. La caída

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I. Nuevos trabajos

I. Nuevos trabajos

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En 1995 hizo el que creo que fue su último viaje. Como decía Nicole, me voy un mes a París para retomar el aliento. De regreso le manda a Nic desde Davis lo que sería un autoretrato, digamos, agradeciendo lo feliz que fue con ella en París.

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Ese letrero “Luz de 66 à 98”, ha de ser puño y letra de Nicole, que usó algún día la postal como cartón que dobla: para organizar su correspondencia y hacer un paquete con la de Luz. Me encanta que esa pequeña Luz sonriente hubiese servido de portada al paquete de cartas.

La última carta, la del 98, relata un accidente pero también termina con una sonrisa.

LUZ AMOROCHO106: Tu carta me dio un placer adicional: de hecho, cayó como una manifestación de la amistad en un momento en el que los amigos juegan un papel principal. Te explico: El 9 de junio a las 11 de la noche, cuando volvía de cenar donde unos amigos, ya en mi casa y al bajar por la escalera del apartamento (tiene dos pisos), me resbalé y luego me balanceé en el vacío saliendo por el lado de la susodicha escalera, cuya barandilla107 no tiene protección lateral.

LUZ AMOROCHO: ¡¡No pierdas este bello dibujo!!

Caí como un bulto y me rompí cinco costillas del lado derecho de la espalda, una se desplazó, y un pulmón sufrió, aunque de forma superficial, lo suficiente para causar una neumonía. El estruendo de mi caída fue tal, que los vecinos de arriba lo oyeron y bajaron cuando yo, con enorme esfuerzo, me había levantado, tratando de tomar aire para respirar. Los soplos que daba eran bramidos. Logré abrirles la puerta y llamaron a mi hermana. Me llevaron a la clínica, me diagnosticaron una neumonía y ahí me quedé nueve días. Al salir me instalé donde mi hermana, en donde estoy ahora, esperando una recuperación, y [volver a] mi vida de todos los días sin necesidad de ayuda. Para esto, espero también la autorización del doctor, a continuación de una radiografía que demostrará si mis huesos están suficientemente consolidados. Hoy cumplo seis semanas de esta estupidez. Mientras tanto leo, leo, leo. [Escucho] un poco de música y te escribo. […] No me siento

106 Carta de Luz a Nicole, 19 de julio de 1998. 107 Luz escribe garde-fou, que literalmente se traduce como guarda-locos. Postal desde Davis de Luz a Nicole. 1995. Archivo de Christine de Bremond d’Ars.

Escalera en el apartamento de Luz Amorocho. 2021. Fotografía de Camilo Rodríguez-IDPC.

Carta desde Bogotá de Luz a Nicole. 1998. Archivo de Christine de Bremond d´Ars.

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orgullosa de escribirte cartas pesimistas. Hay, sin embargo, una buena noticia: el apartamento de mi hermana, en un décimo piso […], tiene una vista maravillosa hacia todos lados. La habitación donde duermo da sobre un parque público108 con árboles enormes, lindos prados. Esto al menos, nadie nos lo puede a quitar… Así es ¡como estamos!

LEONEL DOMÍNGUEZ: Yo la conocí en un té, en el 99. Cuando comencé mi relación con Ernesto, a los cuatro días él me dijo: “Vamos a tomar té con Fulanita”. Y llegó Luz Amorocho con su paragüitas, siempre, todo ese tiempo era el mismo paraguas chiquito y la misma carterita; una carterita chiquitica…

MATÍAS MALDONADO: Y siempre un pañuelo aquí, en la manga.

Era impresionante porque, cuando estaba ya muy vieja, se ponía loca cuando se le enredaba el pañuelo con la manga larga de la camisa, la manga del suéter, y su reloj de pulsera. Lo guardó en el puño que no era, pensaba, y le daba una angustia terrible. Una vez me dejó ayudarla, confió en mí. Yo se lo arreglé y quedó tranquila, pero solo por cinco minutos.

LEONEL DOMÍNGUEZ: Y se me olvidaba. Iba también con el bastón, siempre con su bastón, porque tenía un pie más corto que el otro.

CAMILA LOBOGUERRERO: Es que, cuando la operaron de la cadera, le quedó una pierna más corta que la otra. Pero cuando le operaron la otra cadera, ya se le arregló. Se las emparejaron. Y ahí quedó perfecta otra vez, decía ella.

Era una caminadora incansable, sí, pero según me dijo ella misma un día, en aquel último viaje exageró. Me hizo incluso un estimativo de los kilómetros que caminó, y no recuerdo cómo calculó ni cuantos fueron, pero sé que dejó caderas en París.

108 Parque de la Independencia.

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