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VII. Un desencuentro y dos despedidas
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Este es un rollo de fotos de Ignacio disparado durante una caminata con Luz por París. Algunos edificios que ella señaló, los lugares de esa época que no volverá.
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Viajera incansable, volaba casi todos los años, ya fuera a los Estados Unidos, donde estaban sus hermanos Jaime y Leonor, ya fuera a París, a encontrarse con Nic y no sabemos quién más. Sus amigos recuerdan los trayectos inverosímiles que la conducían hasta Islandia o el mismísimo Polo Norte, antes de llevarla a su destino, con tal de procurarse rebajas, según ella enormes, en los tiquetes aéreos.
Uno de esos viajes. Septiembre del 75. Por las cartas sabemos que prácticamente se cruzó con Nicole. Apenas logró verla unos minutos en el aeropuerto de Orly, antes de que cogiera un avión hacia Argelia.
LUZ AMOROCHO81: Mi bien querida Nic. Fui muy feliz contigo el sábado, a pesar de la brevedad de nuestro encuentro. Y qué rabia en ese tren, regresando de Orly, cuando me di cuenta de que no eran las 9h ½ sino las 8h ½. Aproveché mi error para ir a entregarle las llaves a Anne, en St. Dominique y de regreso di un “paseo” por el Boulevard Saint Germain. Te confieso que tuve resaca pensando en toda una época que no volverá, una de las más importantes en mi vida, tan vinculada a estos sitios. Además, me parece que el espíritu de las calles y de los lugares, cambió tanto en los últimos seis años, que solo aumenta la sensación de ruptura irremediable. No lo quiero pero me persiguen las frases para dar, esta vez sí (y por primera vez) mis verdaderos adioses a una ciudad (más exactamente: a todo un conjunto de cosas) que tanto amé. Si encuentras un momento libre, escríbeme: me gustaría mucho saber algo más sobre tu trabajo y qué va a ser de tus proyectos. Te abrazo mucho. Luz [Anne tiene tu styló82]
Y la respuesta de Nicole desde Argelia unas semanas después:
NICOLE SONOLET83: Muy querida Luz, quería responderte en seguida luego de tu carta de septiembre y, como ves, no fue el caso. Yo también rabié cuando descubrí que nos habíamos equivocado por una hora. Habría
81 Carta de Luz, desde París, a Nicole, en Argelia, del 9 de septiembre de 1975. 82 Diminutivo de estilográfica. 83 Carta de Nicole a Luz, desde Argelia, en septiembre de 1975. Luz en París. 1975. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.
Vistas del recorrido de Luz con Ignacio. París. 1975. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido
Segundo Acto 85
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Carta desde París de Luz a Nicole, 9 de septiembre de 1975. Archivo de Christine de Bremond d’Ars
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preferido seguir discutiendo contigo, antes que comer en ese restaurante gélido de Orly. Pero, en fin, en todo caso nos vimos y por poco nos perdemos. Después de mi regreso […] me enervo menos con mis colegas: ya no espero gran cosa de ellos. De mí, saber de una vez, qué es lo que quiero y qué es lo que puedo. Desafortunadamente las dos [cosas] no se corresponden en la actualidad. […] Continúo en mi pequeño run run, esperando que mi vida se desenrede sola. Estoy en un curioso estado de suspensión en un vacío de algodón. La vida en Argelia es bastante “mierdosa”, especialmente en la oficina, donde la atmósfera intelectual – moral – psicológica no me gusta nada. Si fuese mi oficina, no soportaría como empleados a personas tan estúpidas y reaccionarias. Discursos sobre las mujeres que me rompen el corazón, mezclados con recitación de eslóganes. […] Hablan de la guerra como de un partido de fútbol y detentan la Verdad desde lo alto de su pretendida virilidad. Esta consiste en relegar a las mujeres, levantando el culo de su silla para ir a pasear sus corbatas y desgranar sus discursos en las calles o con sus sorbetes. Tuve gripa durante diez días, o quince, y ahora un espanto de cosa en la lengua. Según una amiga, se llama “muguete” y debo ir rápido donde un doctor […] pues podría ser una especie de “champiñón” que agarré comiéndome un sándwich en Annaba84, porque comenzó justo después de eso.
NICOLE SONOLET85: Me pregunto si los planes que hago para estos pueblos no son completamente idiotas. En todo caso, no tienen nada que ver con la “Arquitectura”, lo cual me sería indiferente si pensara que eso no guarda relación con las gentes que la van a habitar. Y ahí está mi duda —a veces angustia—: me gustaría tanto no participar en la demolición de todo lo que es bonito, en ellos y alrededor de ellos, pero ¿qué hacer? No basta con amar a la gente para hacerla vivir —eso es lo más triste—. Mi esperanza es que, queriéndolos, quizás ocurra un imponderable que tenga algún valor minúsculo.
Ahora veo tan diferentes sus vidas. Nicole en Argelia o en México o en la India, viviendo de aventura en aventura, diseñando o construyendo lejos de
84 Annaba es una ciudad argelina, capital de la provincia de su mismo nombre, situada en la costa mediterránea, cerca de la frontera con Túnez. 85 Carta de Nicole a Luz, desde Argelia, en septiembre de 1975. Encabezado de la carta desde Bogotá de Luz a Nicole, 22 de mayo de 1977.
Segundo Acto 87
Luz, en su apartamento en las Torres de Pekín (¿?), Bogotá. 1976. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.
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Nicole, en su casa en París. 1970. Fotografía de Jean-Louis Langlois. Archivo de Christine de Bremond d’Ars.
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casa; Luz en Bogotá, yendo a su Ciudad Blanca, a su Oficina de Planeación, como todos los días, tan metódicamente, tan rutinariamente...
Después de su despedida de una ciudad y de “una época que no volverá”, se enfrentó Luz con la más profunda de las despedidas. Ana Lucía, o Nalú, o Rabito, como llamaba a su mamá cuando era niña, murió en febrero de 1976, un mes antes de cumplir los noventa años.
ERNESTO LLERAS: Yo me acuerdo cuando murió la mamá, fue tremendo. Para Luz fue una cosa demoledora, y ella ya era grande, estaba vieja, tenía cincuenta y pico de años.
La mamá estaba muy mal, con Alzheimer, completamente mema. Yo la vi, porque en esa época iba mucho a conversar con Luz, que se había llevado a su mamá a vivir con ella. Y Nalú siempre estaba ahí, sentada. No hablaba ni nada.
LUZ AMOROCHO86: Me quedé sola, como antes. Su presencia se había vuelto para mí algo muy cálido y carnal. Imagino que debe ser parecido con un niño, que a veces puede ser insoportable pero que lo piensas durante todo el día. Mi mamá me permitió descubrir en mí, unas profundas posibilidades de ternura. Y ese sentimiento (acompañado de otros muy contradictorios) provoca que esté enormemente agradecida. Aunque parezca un lugar común, es cierto que en mi caso su recuerdo me acompaña. Su muerte estuvo precedida por la de mi tía (su hermana), a quien quería tanto y que sufrió mucho antes de morir. Para mí era horrible, porque sabía que todo lo que yo podía hacer por ella no aliviaba en nada su sufrimiento. Un mes después de la muerte de mi mamá, su hermano menor murió también y, con él, toda la familia por el lado materno desapareció. Todos esos muertos me dejaron por dentro vacía y con un sentimiento muy fuerte de pasar a primera línea en la escena. Un día tuve la visión de un largo desfile de mujeres muertas de mi familia, que venían del infinito y cada una abría los brazos para recibir a la última.
86 Carta de Luz a Nic desde Bogotá, del 22 de mayo de 1977. Luz en su apartamento de las Torres de Pekín (¿?) mostrándole unos planos a Ignacio. 1976, agosto. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.