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Introducción

Introduction

Puede parecer no sólo un poco, si no que bastante pretencioso hablar sobre “palacios” de Santiago y más aún hacer un libro sobre ellos. En estricto rigor no debiéramos llamarlos así, ya que ninguno fue residencia de reyes ni de nobles, pero curiosamente es el nombre con el que han sido conocidos por generaciones. El apelativo de “palacios” suena aún más extemporáneo en el Santiago del siglo XXI, cuando estos edificios aparecen disminuidos en el contexto de la ciudad. Las construcciones en altura no permiten que se luzcan y los hacen ver como pequeñas y añosas construcciones en medio de una ciudad que les da la espalda. A esto se suma el visible estado de deterioro en que se encuentra una buena parte de los pocos que aún quedan en pie. Pero cuando fueron construidos sin duda fueron una novedad. Diseños extravagantes y un lujo inimaginable llamaron la atención de los santiaguinos de mediados del siglo XIX. Cuando ésta era una ciudad con calles sin pavimentar, arrasada por terremotos y desbordes del río, donde la fachada continua de toscos muros de adobe y la rígida cuadricula de damero definían su carácter. Los edificios públicos y las iglesias algo habían dado que hablar en épocas anteriores. No hay que olvidar que a fines del siglo anterior, Santiago se había vestido con la obra de Toesca y sus discípulos: el palacio de la Moneda, el de la Real Aduana (actual Museo Chileno de Arte Precolombino) y el puente de Calicanto, entre otros notables edificios. Y también de admirables iglesias, entre las que destacaba la iglesia de la Compañía, que estaba emplazada donde actualmente están los jardines del Congreso, reconocida por su extraordinaria belleza y porque protagonizó uno de los relatos más lamentables del siglo XIX, cuando se quemó junto a un gran número de feligreses que quedaron atrapados. Pero las casas eran otra historia. Estas eran bastante modestas y, salvo contadas excepciones, muy poco ostentosas. La arquitectura colonial daba cuenta de alguna manera de lo re- servada que era la sociedad santiaguina. Y fue justamente eso lo que paulatinamente comenzó a cambiar, de la mano de las transformaciones sociales y de la llegada de nuevas influencias extranjeras tras la Independencia.

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It may appear not only a little, but rather pretentious talking about “palaces” in Santiago, and furthermore making a book about them. Strictly, we should not call them so, for none of them was the residence of kings or nobles, but curiously, they have been known with that name for generations.

The denomination of “palaces” is even more extemporaneous in the 21 st century Santiago, where these buildings appear as diminished in the context of the city. High constructions do not allow them to shine and make them seem small and old constructions amidst a city that turns its back on them. To this is added the visible deterioration in which the few still standing are. But when they were built they were undoubtedly a novelty. Extravagant designs and unimaginable luxury called the attention of the Santiago people in the mid-19 th century. When this was a city with unpaved roads, battered by earthquakes and the river bursting its banks. A city where the continuous façade of rough adobe and the rigid grid of checkerboard defined its character. Public buildings and churches had given something to speak of in previous times. Must not be forgotten that by the end of the previous century, Santiago had dressed up with the work of Toesca and his disciples: the Palacio de la Moneda the Palacio de la Real Aduana (currently the Museo Chileno de Arte Precolombino – Chilean Museum of Pre-Columbian Art) and the Puente de Calicanto among other noted buildings. And also of admirable churches, among which is the Iglesia de la Compañía , which was located where currently are the Congress Gardens, known for its remarkable beauty and because it was a part in one of the most sad stories of the 19 th century, when it burnt down together with a large number of church goers that were caught in the fire.

En el transcurso del siglo la construcción de estos llamados “palacios” dio cuenta de eso, de una sociedad que modificó sus patrones culturales profundamente. Nuevos protagonistas se insertaron en la sociedad y el Estado jugó un rol cada vez más activo en la planificación de la ciudad. Se levantaron mansiones de los más variados estilos, dando cuenta de las pretensiones de los nuevos grupos que al parecer querían más bien estar en París que en Chile, y no tenían temor ni pudor en mostrar el estatus que habían alcanzado.

Paralelamente se construyeron nuevos parques, se pavimentaron calles y se integraron adelantos como la iluminación a gas y el sistema de alcantarillado. Se formaron clubes sociales, se construyó un Teatro Municipal a la altura de los teatros europeos, se fundó el Club Hípico y se crearon nuevos barrios diseñados y pensados para funcionar de acuerdo a las necesidades de los grupos más acomodados.

Santiago había superado en sus pretensiones a ciudades como La Serena, Valparaíso y Concepción, y por eso fue un polo de atracción para las grandes fortunas del país, que provenían de la agricultura y –ahora como novedad– de la minería y el comercio. Estaban todos los actores necesarios para convertirla en una capital con estilo y con la capacidad de satisfacer los requerimientos de cualquier persona culta y refinada.

“Una primera visita a la ciudad de Santiago no deja de ser motivo de agradable sorpresa para un europeo inteligente… En verdad uno no espera encontrar a treinta leguas en el interior, al pie de los Andes, una ciudad de alrededor de 160.000 almas con edificios públicos tan magníficos, mansiones particulares tan imponentes y paseos tan excepcionalmente bellos. Quizás lo que más impresiona a un extranjero, después de la situación realmente admirable de la ciudad, es la atmósfera de holgura aristocrática y de reserva que reina allí”, describía sir Horace Rumbold, embajador británico, esta ciudad en 1877.

But homes were different. They were rather modest, and save a few, of little ostentation. Colonial architecture represented somehow how reserved the Santiago society was. And it was precisely that what started changing, together with the social changes and the arrival of new foreign influences after the Independence.

It is in this century that the building of these so called “palaces” accounted for it, of a society deeply changing its cultural patterns. New protagonists inserted into society and the State had a role each time more active in the planning of the city. Mansions in the most varied styles were erected, accounting for the pretenses of the new groups which seemed wanted more being in Paris than in Chile and had no fear nor were shy the status they had reached.

At the same time, new parks were built, roads were paved and advances were brought, such as gas lighting and sewage. Social clubs were formed, an Opera House was built equal to the European ones, the Club Hípico was founded and new neighborhoods designed and conceived to operate as per the needs of the most well off groups were created.

Santiago had exceeded in its pretensions cities such as La Serena, Valparaíso and Concepción, and for that was an attraction pole for the great fortunes of the country which came from the land and —now as a novelty— from mining and trade. All necessary actors were there for making it a capital with style and with the capacity for satisfying the requirements of any cultivated and refined person.

“A first visit to the city of Santiago is reason for a pleasant surprise for an intelligent European…Actually one does not except finding thirty leagues into the land, at the feet of the Andes, a city of some 160,000 souls with such magnificent public buildings, so imposing private mansions and as beautiful avenues. Perhaps what impresses the most to a foreigner, after the really admirable situation of the city, is the atmosphere of aristocratic ease and of reserve reigning here”, wrote Sir Horace Rumbold, the British Ambassador about this city in 1877.

Esta época, aproximadamente entre 1870 a 1914, fue llamada la “Belle époque”. Fue un momento de transformación sin precedentes, en la que cambiaron las bases sociales y políticas, lo mismo las formas de vida tanto en su manifestación privada como pública. En Europa, la sensación de bienestar y riqueza, producida por la prosperidad económica derivada de la revolución industrial y el capitalismo, permitió el desarrollo de una pujante burguesía que simplemente buscó el goce de la vida sin mayores tapujos. Esto se hizo notar en todo ámbito de cosas, pero sobre todo en las modas, la arquitectura y el urbanismo. En América, y específicamente en Chile, lo vemos reflejado en el cambio cultural que llevó a la transformación de Santiago.

Pero vamos a ir un poco más atrás, a los primeros años del siglo XIX, para mostrar lo que fue, lo que era y lo que llegó a ser esta ciudad en el transcurso de un siglo, sin dejar de lado la critica obvia, esto es, que era una ciudad con los pies de barro. Por cierto que lo era. Cuando en Chile comenzaba la vida independiente, la capital era pobre, sucia y probablemente carente de entretenciones para muchos, pero no se veían las diferencias abismantes en la calidad de vida que se perciben a fines de siglo, donde así como nos admiramos con la construcción de estos palacetes, no dejamos de sorprendernos de la pobreza indigna e inhumana en la que vivía la mayoría de la población. Benjamín Vicuña Mackenna se refería a estos espacios como“una inmensa cloaca de infección y de vicio, de crimen y de peste, un verdadero potrero de la muerte”. Qué más se puede decir. Pero eso será motivo de otra publicación.

Una aldea grande

En las primeras décadas del siglo XIX, Santiago no pasaba de ser una aldea grande. Contaba con cerca de 35.000 habitantes y era la única ciudad que había adquirido relativa importancia.

“Las ciudades y villas repartidas a lo largo del país eran extremadamente modestas, con escasos habitantes, con industria y comercio mínimos, con malas comunicaciones y llevando una vida casi artificial. En cambio Santiago, por ser la capital del

This time, approximately from 1870 to 1914, was called the “Belle Époque”. It was a time of unprecedented transformation, in which were changed the social and political bases, be it in the lifestyle both in its private and public manifestation. In Europe, the feeling of wellbeing and welfare produced by the economic prosperity produced by the industrial revolution and the capitalism allowed the development of a thriving bourgeoisie that simply sought enjoying life bluntly. This was showed in all order of things, but especially in fashions, architecture and town planning. In America, and specifically in Chile, we see it reflected in the cultural change that lead to the transformation of Santiago. But we will go back a little more, to the first years of the 19 th century, to show what it was and what it came to be this city in the course of one century, without leaving aside the obvious criticism, i.e., that it was a city with feet of mud. And it was. When in Chile began independent life, the capital was poor, dirty and probably lacking of entertainment for many, but there could not be seen the staggering differences in the quality of life seen in the late 19 th century. In the latter, where we cannot but admire the construction of these mansions, we cannot but be surprised by the indignant and inhuman poverty in which lived most of the population. Benjamín Vicuña Mackenna referred to these spaces as a “huge sewer of infection and of vice, of crime and of pestilence, a true field for death”. What more can be said. But this will be reason for another publication.

A large village

In the first decades of the 19 th century Santiago was not more than a large village. It had some 35,000 inhabitants and it was the only city to have acquired a relative importance. “Cities and village scattered throughout the country were extremely modest, with few inhabitants, with minimum industry and trade, with bad communications and leading an almost artificial life.

Reino, por residir allí las autoridades, por su población más abundante y por los valiosos edificios que se habían construido durante la Colonia, tenía una fisonomía muy superior”, escribe René León Echaiz en su Historia de Santiago La vida se concentraba en los límites de la traza primitiva de la ciudad. Una planta que se estructuró como una especie de isla, de forma triangular. El cerro Santa Lucía era el vértice oriente y sus lados fueron los dos brazos en que se bifurcaba el Mapocho, el río y la Cañada. El límite poniente estaba aproximadamente a la altura de la actual Avenida Brasil.

Para dimensionar su tamaño, a fines del período colonial contaba con 62 calles y cerca de dos mil casas, según un recuento realizado durante el gobierno de Muñoz de Guzmán. Y se lucían en ella las obras monumentales edificadas en el último período colonial, las que de alguna manera habían elevado el status de la capital, pero no lo suficiente como para modificar el estilo de vida de sus habitantes. Tampoco tuvieron gran efecto los sucesos políticos que se sucedieron entre 1810 y 1817 y que desencadenaron la independencia del país. Llama la atención que entre las principales preocupaciones del Cabildo, en 1813, como consta en las Actas, estaba el “humo que ofusca a la ciudad”, lo que nos muestra que el problema de la contaminación no es nada nuevo para esta urbe encajonada. A esto hay que sumarle la limpieza y cuidado de las acequias urbanas, el alumbrado público y la propagación de “poblaciones callampas”. En esos tiempos se prohibió arrojar basuras a la Cañada (actual Alameda), se ordenó que cada vecino debía cuidar la limpieza de su propiedad y no echar aguas inmundas ni basuras a las acequias circundantes. Se prohibió lavar ropas en las acequias que daban de beber a la población, ni en el río antes de la última bocatoma. Se ordenó que cada vecino pusiera un farol frente a su casa con la obligación de mantenerlo, como relata León Echaiz. Estas ordenanzas municipales de alguna manera dan cuenta del carácter semi rural que aún tenía gran parte de la ciudad. Para quienes la habitaban, esta era una ciudad pobre, aislada del mundo y con toda la rigidez urbana de un campamento

Whereas Santiago, because of being the capital of the Realm, because the authorities lived there, because its population was larger and the valuable buildings built in colonial times had a far more superior appearance”, writes René León Echaiz in his Historia de Santiago militar. Sus vecinos aprendieron a vivir o sobrevivir con el constante temor de los terremotos, incendios y las crecidas del río. Era una ciudad austera como sus vecinos, conservadora y religiosa, y con una excepcional cantidad de iglesias, no por menos la llamaban “la Roma de las Indias”.

Life concentrated within the original boundaries of the city. A plan that was structured as a sort of island, with a triangular shape. The Santa Lucía Hill was the eastern vertex and its sides the two branches into which the Mapocho divided, the river and the Cañada The western boundary was approximately where the current Brazil Ave. is. To dimension its size, by the end of the colonial times it had 62 streets and some 2 thousand houses, as per a recount carried out during the government of Muñoz de Guzmán. And among them noted the monumental works built in the late colonial time, which in some manner had raised the status of the capital city, but not enough to modify the lifestyle of its inhabitants. Neither had great effect the political events that succeeded between 1810 and 1817 and which caused the independence of the country.

Draws our attention that among the main concerns of the Cabildo (City Council), in 1813, as is evidenced by the Minutes, was the “smoke that blinds the city”, which shows us that the pollution is not a new problem for this city surrounded by mountains. To this must be added the cleaning and care for the urban ditches, public lighting and the spread of slums. In these time was forbidden to throw garbage into the Cañada (the current Alameda), it was ordered that every neighbor was to look for the cleaning of their property and not to throw wastewater or garbage into the surrounding ditches. It was forbidden to wash clothes in the ditches that provided drinking water and in the river before the last water inlet. It was ordered that every neighbor put a streetlight in front of their houses and was obligated to care for it, as León Echaiz tells us. These municipal ordinances somehow given an account of the semi-rural character most of the city still had.

Tuvieron que pasar casi treinta años después de la Independencia para que Santiago y sus habitantes comenzaran a reinventarse a sí mismos, buscando su identidad. Lo hicieron con la vista puesta en Europa y en especial en Francia como principal referente, siguiendo las influencias y modas que aparecieron gracias a la apertura del país al comercio internacional.

Durante la llamada República Conservadora, entre 1830 y 1860, con los gobiernos de José Joaquín Prieto, Manuel Bulnes y Manuel Montt, se produjo un importante desarrollo económico de la mano de la exportación de materias primas. Este auge económico fue liderado por un nuevo tipo de empresario que supo aprovechar las oportunidades, ya sea por el descubrimiento de minerales (plata y cobre) o por la demanda de trigo durante la fiebre del oro en California y Australia. Luego, tras la Guerra del Pacífico, se intensificó la explotación salitrera, que significó una nueva inyección de ingresos, acrecentando las rentas públicas y las fortunas privadas; se vivió una época de gran bonanza en las últimas décadas del siglo XIX. La tradicional aristocracia castellano-vasca, que fundaba su riqueza en la tenencia de la tierra, se fue lentamente mezclando con este nuevo grupo de empresarios. Este hecho, como plantea el historiador Sergio Villalobos, generó dos efectos que modificaron el escenario económico del país: la nueva burguesía invirtió parte de sus riquezas en tierras y el grupo tradicional de terratenientes se sumó y enfrentó los nuevos desafíos modernizando sus sistemas de producción y diversificando sus inversiones.

Plan de Transformación de Santiago

El crecimiento de la ciudad planteó la necesidad de realizar un reordenamiento planificado de la planta y su trazado. La respuesta a esta inquietud fue el “Plan de Transformación de

For those living in it, this was a poor city, isolated from the world and with all the urban rigidity of a military camp. Its neighbors learnt to live or survive with the constant fear of earthquakes, fires and the flooding of the river. It was an austere city as its people, conservative and religious, and with a notable amount of churches, not for less it was called “the Rome of the Indies”.

Thirty years had to go by after the Independence for Santiago and its inhabitants to start reinventing themselves, seeking for their identity. They did it with their eyes set in Europe, and especially France as main model, following the influences and fashions that appeared thanks to the opening of the country to international trade.

During the so-called Conservative Republic (1830-1860), the governments of José Joaquín Prieto, Manuel Bulnes and Manuel Montt, was produced an important economic development hand in hand with the export of raw materials. This economic boom was lead by a new kind of businessman that knew how to make the most of opportunities, be it the discovery of mineral (silver and copper) or the demand for wheat during the gold rush in California and Australia. Then, after the War of the Pacific, was intensified the exploitation of niter which meant a new injection of income, increasing public income and private wealth. It was lived a great boom in the last decades of the 19th century.

The traditional Castilian-Basque aristocracy, which founded its wealth in land ownership, slowly mixed with this new group of businessmen. This fact, as the historian Sergio Villalobos explains, generated two effects that modified the economic scenario of the country: the new bourgeoisie invested part of its wealth in land and the traditional of group of landowners added and faced the new challenges modernizing its production systems and diversifying its investments.

Plan for the Transformation of Santiago

The city’s growth raised the need to carry out a planned reordering of the plan and its layout. The answer to that was the

Santiago”, diseñado e impulsado por el Intendente Benjamín Vicuña Mackenna (1872-75). Este proyecto estaba inspirado en los trabajos de renovación urbana realizados en París a mediados del siglo XIX por el prefecto del Sena, Barón Georges Haussmann. Sus resultados transformaron esa ciudad europea en la más bella y monumental del continente. La gran novedad fue que en estos cambios se consideraba el tejido urbano como un escenario de interacción social. El boulevard, la ópera, el disfrute de los paseos por elegantes parques, son lo que da un aire de modernidad y cultura a París.

En pocos años la capital francesa se transformó en un modelo no sólo para Chile sino para buena parte del mundo. Las clases acomodadas chilenas volcaron la vista hacia Francia para definir las estructuras sociales, las formas y lugares de encuentro, el vestuario y las costumbres, la decoración, el mobiliario y la educación de los hijos. Incluso el idioma francés pasó a ser un atributo básico y propio de la elite.

De acuerdo a Villalobos, “el contacto con Francia y Europa, en general, no sólo fue de absorción de la cultura, sino una identificación con ella, que condujo a vínculos de amistad y de familia con altos sectores del viejo mundo”. Una gran cantidad de chilenos vivieron en París o fueron visitantes por temporadas como los Cousiño, que personalmente buscaron el alhajamiento para su residencia en las principales tiendas de la capital europea; lo mismo la familia de Maximiano Errázuriz y los Edwards, entre otras.

Vicuña Mackenna afirmaba que seguir este modelo y realizar una transformación profunda de Santiago “es el mejor negocio que podría o debería acometer la ciudad pues para ella es una cuestión de ser o no ser, de ser ciudad o de ser potrero”. Tras una ardua labor el Intendente logró aunar criterios y entusiasmar a connotados ciudadanos para unirse al esfuerzo del Gobierno. Como hasta ese momento Santiago se extendía desordenadamente más allá de la traza fundacional, el plan comenzaba con una división de ésta en dos sectores: el sector urbano, considerado como lo civilizado, y los suburbios o la barbarie. De esta manera se formaría un núcleo urbano ordenado y compacto,

“Plan for the Transformation of Santiago”, designed and fostered by the Governor Benjamín Vicuña Mackenna (1872-75). This project was inspired in the urban renewal works carried out in Paris in the mid-19 th century by the prefect of the Seine, Baron Georges Haussmann. Its results made that European city the most beautiful and monumental in the continent. The great novelty was that in these changes the urban fabric was considered as a scenario for social interaction. The boulevards, the opera, the enjoyment of strolls through elegant parks are what provide an air of modernity and culture to Paris.

In a few years the French capital became not only a model for Chile, but for a good part of the world. The wealthy Chilean classes turned their eyes to France to define the social structures, the forms and places of encounter, the dressing and customs, the decoration, the furniture and the education of the offspring. Even the French language became a basic attribute and proper to the elite.

According to Villalobos “the contact with France and Europe, in general, was not only of absorption of the culture, but an identification with it, which lead to links of friendship and family ones with high sectors of the old world”. A large quantity of Chileans lived in Paris or visited for seasons, as the Cousiño family, which personally sought for the furnishing of their residence in the main stores of the European capital; the same can be said of the family of Maximiliano Errázuriz and the Edwards, among others.

Vicuña Mackenna stated that following this model and carrying out a deep transformation of Santiago “was the best business that could or should attempt the city, for it is for it a matter of being or not being, of being city or field”. After hard work the Governor managed to unify criterion and make noted citizens enthusiastic to join the effort of the Government.

Since until then Santiago sprawled disorderly beyond the foundational layout, the plan begun with a division of it into two areas: the urban area, considered as the civilized one and the lo que haría más fácil atender sus necesidades. Para separarlos, propuso la conformación de un “Camino de Cintura” que tendría, por su diseño, el carácter de cordón sanitario contra las “pestilencias de los arrabales”, y de solución vial para descargar el tráfico de los barrios centrales. De este camino, sólo se construyó el trazado sur, hoy Avenida Matta-Blanco Encalada, y el trazado oriente, actual Avenida Vicuña Mackenna. Este programa de mejoramiento urbano abarcaba diferentes ámbitos. Si bien, no todos los puntos propuestos por el Intendente se realizaron durante su mandato, este listado de prioridades sirvió de base para el posterior desarrollo de importantes acciones urbanas, como la canalización del río Mapocho. El plan incluía la modificación del plano y del trazado urbano, el establecimiento de servicios básicos como el suministro de agua potable y el saneamiento de los barrios populares.

La arquitectura

Majestuosos, elegantes, fastuosos y exuberantes. Se pueden dar muchos adjetivos a los palacetes que se construyeron en Santiago en esta época y que en su mayoría fueron diseñados por destacados arquitectos europeos. Estos tomaban el encargo y se alineaban con referentes europeos que se adaptaban a la realidad chilena, aunque a veces de forma demasiado literal. En otros casos se dejaron llevar por la imaginación, en un momento en el que se buscaba mostrar el estilo y la elegancia, pero fundamentalmente dar cuenta del status de sus dueños. El mejor ejemplo de esto es la casa de José Santos Ossa, el acaudalado minero que mandó copiar, en la calle Compañía, el palacio de la Alhambra de la ciudad española de Granada.

En 1848 llegó Claude Francois Brunet de Baines, quien ejerció una visible influencia en la enseñanza de la arquitectura y en la estética de moda debido a la gran cantidad de construcciones que se le encomendaron. Inició la enseñanza de esta disciplina en la Universidad de Chile y participó en el diseño del primer Teatro Municipal (destruido por un incendio en 1870), en conjunto con el ingeniero Augusto Charme. Además, realizó los planos para edi- suburbs or the barbarity. In this manner, an orderly and compact urban nucleus would be formed, and its needs would be more easily seen to. To separate them it was proposed to form a “ Camino de Cintura (Ring Road)” which would have, for its design, the character of cordon sanitaire against the “pestilence of the slums” and of a road solution for unburdening the traffic from the central neighborhoods. It was only built of this road, only the southern layout, today Avenida Matta-Blanco Encalada, and the Eastern layout, the current Avenida Vicuña Mackenna.

This urban improvement program encompasses many areas. Although, not all the points proposed by the Governor were carried out during his term, this list of priorities served as base for the later development of important urban actions, as the canalization of the Mapocho river. The plan included the modification of the urban plan and layout, the establishment of basic services as the supply of drinking water and the cleaning up of popular quarters.

Architecture

Majestic, fancy, lavish and exuberant. Many adjectives can be given to the mansions built in Santiago at this time and most of which were designed by noted European architects. These took the commission and aligned with European models that adapted to Chilean reality, though some times to literally. In other cases they got carried away, at a time in which was sought showing style and elegance, but essentially account for the status of its owners. The best example of this is the house of José Santos Ossa, the wealthy miner who had copied, on Compañía Street, the Alhambra Palace from the Spanish city of Granada.

In 1848 arrived to the country Claude Francois Brunet de Baines, who exercised a visible influence in the teaching of architecture and in the esthetics of fashion due to the large amount of constructions he was commissioned. He began teaching this discipline at Universidad de Chile and took part in the design of the first Teatro Municipal (destroyed by a fire in 1870), together with the engineer Augusto ficios como el Congreso Nacional, el Palacio Arzobispal, los pasajes Mac Clure y Bulnes, y las residencias de Melchor Concha y del General Bulnes.

Casi diez años después llegó el arquitecto Lucien Ambroise Henault, quien fue profesor y trabajó para el Gobierno en proyectos de carácter público. También fue autor de las residencias de Manuel Blanco Encalada, Luis Pereira, Ignacio Larraín y Javier Ovalle.

La enseñanza que lideraron estos extranjeros y que se basaba en los métodos de la École des Beaux-Arts, dio como resultado un cambio irreversible en la forma de entender la arquitectura.

Y así, al terminar el siglo XIX, las nuevas construcciones pusieron fin a la sencillez y mesura de la Colonia.

Entre los discípulos que continuaron la tradición de la arquitectura francesa en Santiago están Manuel Aldunate y Fermín Vivaceta. Por otra parte, jóvenes chilenos estudiaron en Europa, principalmente en Francia, y trajeron consigo las fórmulas de moda. Tal es el caso de Ricardo Larraín Bravo, Alberto Cruz Montt y Emile Jécquier, quienes desarrollaron un ejercicio profesional muy exitoso, que se puede constatar en un número considerable de obras que aún existen en la capital.

Los palacios en el Santiago de hoy Palacios, palacetes o mansiones, poco importa el nombre con el que se les denomine. Lo cierto es que los edificios que mostramos en esta publicación, tanto los que están en pie como los que fueron demolidos, nos cuentan parte de la historia de la ciudad que habitamos. Son los mudos testigos de una época, de una sociedad y de un momento histórico que forma parte de nuestra herencia cultural.

Adentrarnos en sus salones, conocer a quienes fueron sus habitantes, incluso revivir parte de las fiestas y celebraciones que en ellos se realizaron, es como hacer un viaje al pasado. Si las paredes hablaran podríamos conocer tantas historias, momentos íntimos y conversaciones políticas que definieron los destinos del país. Encuentro literarios, grandes y profun-

Charme. Also, he made the plans for building such as the National Congress, the Archbishop’s Palace, the MacClure and Bulnes arcades and the residences of Melchor Concha and of General Bulnes. Nearly ten years later arrived the architect Lucien Ambrose Hanault, who was a professor and worked for the Government in projects of public character. He was also the author of the residences of Manuel Blanco Encalada, Luis Pereira, Ignacio Larraín and Javier Ovalle.

The teaching these foreigners lead and which was based in the methods of the École des Beaux-Arts resulted in an irreversible change in the manner of understanding architecture. And thus, by the end of the 19th century, the new constructions put an end to the simplicity and moderation of the colonial times.

Among the disciples that continued the tradition of French architecture in Santiago are Manuel Aldunate and Fermín Vivaceta. On the other hand, Chilean young people studied in Europe, mainly in France, and brought with them the fashionable formulas. Such is the case of Ricardo Larraín Bravo, Alberto Cruz Montt and Emile Jéqcuier, who developed a very successful professional practice, as can be evidenced by a considerable number of works still existing in the capital.

Palaces in Santiago today

Palaces, little palaces or mansions, is of little concern the name used. What is true is that the building we show in this publication, both the ones still standing and those that were torn down, tell us part of the history of the city we live in. They are mute witnesses of a time, a society and a moment in history that is part of our cultural inheritance.

Going into their rooms, knowing who lived in them, even relive part of the parties and celebrations that took place in them, is like taking a trip down memory lane. If walls could talk we could know of many stories, intimate moments and political conversations das conversaciones. Por estos palacios pasaron escritores, artistas, intelectuales y políticos. Pero hay mucho trabajo que hacer para lograr reconstruir esos momentos; esta es sólo una primera aproximación. that defined the destiny of the country. Literary salons, large and serious conversations. Through these palaces passed writers, artists, intellectuals and politicians. There is much work to do to reconstruct these moments; this is only a first approach.

En esta libros acotamos el territorio de la investigación al triangulo fundacional. A mediados del siglo XIX las clases altas buscaban estar cerca de la Plaza de Armas, de la Alameda y del Congreso. Luego comenzó el desarrollo hacia el sur poniente en los barrios que se urbanizaron y se pusieron de moda tras la construcción del Parque O’Higgins. Pero la redefinición y modernización de Santiago comenzó en el corazón mismo de la ciudad y dejó huellas que aún hoy podemos apreciar y disfrutar.

Actualmente Santiago es una urbe de cerca de seis millones de habitantes y ha sufrido un crecimiento exponencial en las últimas décadas. Miles de sus habitantes ni siquiera pasan por el Centro y sólo lo visitan si realizan un emotivo paseo de fin de semana. Es una ciudad contaminada y ruidosa, que poco y nada se conecta con su pasado. Y entremedio, salpicados por el Centro, están estos palacios, los que quedan, tratando de sobrevivir en la vorágine de una ciudad que no se detiene.

Algunos mantienen su estatus y su elegancia, otros apenas sobreviven y un porcentaje importante está en un lamentable estado de deterioro. Las construcciones que aún se mantienen en pie le deben en gran medida su estado actual a entidades que a través de un enorme esfuerzo han logrado restaurarlas o reacondicionarlas.

Con este libro queremos mostrar este patrimonio de manera que, aquilatando su calidad y carácter irrepetible, lleven a las autoridades a crear los mecanismos para permitir y facilitar su preservación. Santiago es una capital probada por la adversidad, que ha soportado los embates de la naturaleza y ha logrado reponerse de ellos, pero lo más peligroso para ella y su patrimonio han sido sus propios habitantes. Esperamos que esto sirva para tomar conciencia y comenzar a valorar esta ciudad y sus construcciones más emblemáticas.

In this book we narrowed the territory of the research to the foundational triangle. By the mid-19 th century the high classes sought being close to the Central Square, of the Alameda and of Congress. Then it started the development towards the southwest in the quarters that were urbanized and became fashionable after the Parque o’Higgins was built. But the redefinition and modernization of Santiago started at the very heart of the city and left a print that we can still appreciate and enjoy.

Currently Santiago is a metropolis of some six million souls and has undergone an exponential growth in the last decades. Thousand of its inhabitants not even go to the Centre and only visit it if for an emotional tour in the weekend. Is a polluted and noisy city, that little or nothing connects to its past. And in between, scattered in the Center, are these palaces, those that remain, trying to survive in the hustle and bustle of a city that never stops.

Some maintain their status and their elegance, others merely survive and a significant percentage is in a sorry state of deterioration. Those still standing owe it to a large extent their current situation to entities that through a big effort have managed to restore or recondition them.

With this book we want to show this patrimony in a manner that, weighing its unrepeatable quality and character make the authorities create the mechanisms for allowing and facilitating their preservation. Santiago is a capital city proven by hardship, which has borne the battering of nature and has achieved recovering from them, but what is most dangerous to it and its patrimony have been its own inhabitants. We expect that this will serve a call to awareness and starting to value this city and its most emblematic constructions.

5 Alameda esquina Dieciocho a mediados del siglo XIX. Palacio de Eugenio ossa, cuando el barrio comenzaba a empaparse del mágico ambiente francés. Fotografía de E. Garreaud. Archivo CENFoTo / Alameda at the corner of Dieciocho Street in the mid-19th century. The Palace of Eugenio Ossa, when the neighborhood began to become completely saturated with the magical French environment. Photograph by E. Garreaud. CENFOTO Archives.

6 Alameda esquina Dieciocho con el Palacio Iñiguez enfrentando el Palacio de Eugenio ossa, uno de los lugares más elegantes de Santiago en el 1900. Colección MHN. / Alameda at the corner of Dieciocho Street and the Iñiguez Palace across from the Palace of Eugenio Ossa, one of the most elegant locations in Santiago in 1900. MHN Collection.

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