57 minute read
Despilfarros, crisis y el ocaso de toda una época
Squandering, crisis and the decline of an entire era
Paralelo al crecimiento del barrio poniente, el consolidado Centro de Santiago estaba a fines del siglo XIX adquiriendo aires de metrópolis a pasos agigantados. Es que no sólo la arquitectura residencial tenía tintes palaciegos, sino que todo edificio público o comercial era parte de una renovación asombrosa: en el Portal Fernández Concha se había instalado el moderno Hotel Inglés y la Peluquería Francesa; el arquitecto Eugenio Joannon inaugura la era de las grandes tiendas construyendo el nuevo edificio de la Casa Prá en calle Merced y el edificio de Ridell & Co. en la esquina suroriente de la Plaza de Armas, ambos fabricados en llamativa estructura metálica a la vista, que ofrecían novedades para señoras y caballeros, siendo una suerte de Bon Marché criollo. En la calle Estado Otto Waak proveía de finas alhajas y la Mueblería Bresciani ofrecía un “selecto surtido de muebles, alfombras, cortinas y todo artículo de tapicería”. En el Pasaje Matte la firma Pathé vendía modernos fonógrafos de último modelo y la botica de Vial instalada en calle Teatinos ofrecía cápsulas rosadas que aliviaban toda clase de neuralgias, jaquecas y hasta “los agudos dolores producto de la enfermedad mensual”. Las calles céntricas donde se ubicaba este activo polo comercial tenía, desde 1883, un gran aliado: la luz eléctrica, que había llegado al país tan solo cuatro años después de que Edison patentara su lámpara incandescente, cuando don Luis Cousiño construye una central eléctrica en Chivilingo, cerca de su parque privado en Lota. El invento llegó prontamente a Santiago, edificándose algunas centrales privadas dentro de las que destacaba la Chilean Electric Tramway and Light Co., que se encargó de iluminar la Plaza de Armas, el Pasaje Matte y las calles aledañas; además fue la encargada de implementar el moderno sistema de tranvías,“esa diablura, como dicen los rotos, que no va a necesitar caballos y que van andar solos por las ca -
Advertisement
Parallel to the growth of the western sector, at the end of the 19th century, the consolidated Downtown Santiago was acquiring airs of a metropolis by leaps and bounds. It is not only that the residential architecture appeared palatial, but also public or commercial buildings were part of an astounding renovation: the modern English Hotel and the French Beauty Salon had set up shop at the Fernández Concha Portal; the architect Eugenio Joannon inaugurated the era of the department stores by constructing the new building of Prá House on Merced (Mercy) Street and of Ridell & Co. on the southeast corner of the Main Square, both fabricated with a showy metal structure in plain view that offered novelties to ladies and gentlemen and was a sort of homegrown bon marché On Estado Street, Otto Waak offered fine jewels and the Bresciani Furniture Store boasted a “select assortment of furniture, rugs, curtains and all types of tapestry.” In Matte Alley, Pathé sold the latest model of modern phonographs and the Vial Drugstore on Teatinos Street proffered pink capsules that were said to provide relief from all types of neuralgia, migraines and “acute pain caused by the monthly illness.”
The downtown streets where this active pole of commerce was found had a great ally starting in 1883: electric lighting, which had arrived in the country just four years after Edison patented his incandescent lamp, when Luis Cousiño built a power plant in Chivilingo near his private park in Lota. The invention soon reached Santiago and some private power stations were built that included the Chilean Electric Tramway and l ight Co. which was responsible for lighting the Main Square, Matte Alley and neighboring streets. It also implemented the modern trolley system, “that devilment, as the low-class say, that will not need horses and will run alone along the streets,” according lles”, según publicaba la revista Instantáneas en abril de 1900. La moderna electricidad y las líneas del tranvía pasarán frente al exclusivo sector del Congreso, el sitio donde se instalará la elite ligada al comercio, la hacienda y la política, actividad que se había institucionalizado como un deber ciudadano para las grandes familias. El ajetreo matutino se fusionaba entre el galope de los caballos y el murmullo de las señoras que corrían junto a sus hijas cubiertas en severo manto para la misa en la Catedral, debiendo esquivar a los senadores y diputados que se apostaban en la acera a comentar los últimos acontecimientos políticos. Durante la tarde los jóvenes poblaban las veredas, caminando en dirección a la Plaza de Armas o la Alameda, tratando de coquetear con alguna de las muchas señoritas que salían envueltas en sombrillas bajo la atenta mirada de alguna fría institutriz inglesa. Las más famosas eran las hijas del ministro peruano Álvarez Calderón —Adelina y Rosita—, que ocupaban la antigua mansión de la familia Balmaceda en la esquina norponiente de las calles Catedral y Morandé. Salían todas las tardes con amplios sombreros para ir a pasear a la Quinta Normal o al Parque Cousiño; su aparición causaba revuelo en los jóvenes, que las colmaban de regalos y rápidos versos a cambio de una esquiva mirada. to an article in the magazine Instantáneas in April of 1900. Modern electricity and trolley lines would run beside the exclusive sector of the Congress, the site where the elite would move that was engaged in commerce, finance and politics, the latter an activity that had become institutionalized as a civic duty for grand families. The early morning bustle mixed in with the galloping of horses and the murmurs of ladies who hurried beside their daughters draped in a somber mantilla to mass at the Cathedral, dodging senators and representatives that were standing around on the sidewalk discussing the latest political events. In the afternoon, youths populated the sidewalks, walking towards the Main Square or Alameda Avenue, trying to flirt with one of the many young ladies that went out under the protection of sunshades and the watchful eyes of a cold English governess. The most famous were Adelina and Rosita, the daughters of the Peruvian minister Álvarez Calderón, who lived in the old mansion of the Balmaceda family on the northwestern corner of Cathedral and Morandé Streets. They came out every afternoon under wide hats to go to Quinta Normal or Cousiño Park. Their appearance caused commotion among the young men, who filled them with gifts and quick verse in exchange for a sidelong glance.
Algunos años antes eran las hijas del rico minero Jorge “Puchoco” Rojas quienes acaparaban el interés de los jóvenes, quizás más por el incalculable capital de su padre que por su discreta belleza. Este hecho había llamado la atención del alicaído Marqués de Laureate di Monte Cossano, un noble italiano que en uno de sus viajes se había enamorado perdidamente de Zulema Rojas Pradel, una de las hijas de Jorge Rojas. El matrimonio no tardó en concretarse, y como obsequio recibieron un magnífico palacio en la calle Catedral esquina Teatinos, que sería inaugurado con una espectacular fiesta luego de la ceremonia en la Catedral, sirviendo de padrinos la señora Encarnación Fernández de Balmaceda —una gran amiga de la familia— y el mismísimo Infante Carlos de Borbón, quien era amigo del marqués y casualmente estaba de paso en Chile.
Some years earlier, the daughters of the rich miner Jorge “Puchoco” Rojas were the ones who caught the interest of young men, perhaps more because of their father’s incalculable capital than for their discreet beauty. This captured the attention of the crestfallen Marquis de Laureate di Monte Cossano, an Italian noble who had fallen hopelessly in love with Zulema Rojas Pradel during one of his trips, one of the daughters of Jorge Rojas. The marriage did not take long to formalize and they received as a gift a magnificent palace on Cathedral Street at the corner of Teatinos, which would be inaugurated by a spectacular reception after the ceremony in the Cathedral. The witnesses to the marriage were Encarnación Fernández de Balmaceda–a great friend of the family–and the very same Prince Charles of Bourbon, who was a
77 Jardines del Congreso Nacional con el monumento “l a Virgen orante”, diseñada por el italiano Ignazio Jacometti y ejecutada en Chile en mármol por el escultor José Miguel Blanco. Colección MHN. / Gardens of the National Congress with the monument “The Praying Virgin”, designed by the Italian Ignazio Jacometti and executed in marble, in Chile, by the sculptor José Miguel Blanco. MHN Collection.
78 Edificio del Congreso Nacional en 1920. Colección MHN. / National Congress Building in 1920. MHN Collection.
79 El Presidente Germán Riesco y su comitiva llegando a la Catedral de Santiago para presenciar el tradicional Te Deum de Fiestas Patrias. Fotografía atribuida a obder Heffer. “Álbum de 1906”. Archivo Fotográfico
Biblioteca Nacional de Chile. / President Germán Riesco and his entourage arriving to the Santiago Cathedral to attend the traditional Te Deum held on the occasion of the National Holidays. Photograph attributed to Obder Heffer. “Álbum de 1906”. Photographic Archive of the National Library of Chile.
El tiempo hizo feliz a la nueva marquesa y, aunque su esposo liquidó rápidamente la fortuna familiar, al enviudar ya vieja y pobre tuvo la dicha de heredar un magnífico castillo en Italia colmado de obras de arte.
La mansión de estilo neoclásico se asemejaba en su interior a las grandes casas coloniales, tenía tres grandes patios: el primero con pavimento de mármol de carrara que formaba una estrella en su centro, flanqueado por finas puertas de roble y con un saliente profusamente decorado que daba paso al gran salón. Este espacio permitía continuar al siguiente patio que era un jardín con grandes árboles, al que daban las puertas de los dormitorios. El último patio estaba destinado a las cocheras, servicios y cocina. En el segundo nivel se ubicaban los dormitorios más importantes y salas de baño.
La familia Rojas de tendencia Balmacedista debió huir durante la revolución de 1891: el 28 de agosto de ese mismo año la casa fue totalmente saqueada. La adquiere entonces Carlos Sánchez Fontecilla. Uno de sus yernos, Eduardo Covarrubias Valdés — reconocido agricultor, senador y filántropo— se queda con la propiedad, habitándola junto a su mujer Berta Sánchez Santa María, nieta del presidente Domingo Santa María. Las hijas del matrimonio vivieron en casa con sus respectivas familias por más de medio siglo, hasta que el edificio fue demolido en 1950. No era la señora Rojas la primera en casarse con un noble europeo; ya había hecho fama la desdichada vida de don Florencio Blanco, el hijo del Almirante, quien se había desposado en París con la gran Princesa Olga Vasilevna Troubetzkoy, prima del Zar Alejandro III. Disfrutaban del gran mundo europeo, siendo recurrentes en la corte rusa, las fiestas en Mónaco y París, deslumbrantes veladas que siempre terminaban en algún incidente, pues la princesa era en extremo celosa y el chileno un reconocido galán. En una visita a nuestro país la esposa, presa de la histeria, protagonizó una escandalosa situación, donde hasta la policía debió interceder, obligando al matrimonio a volver presurosamente a Europa para serenar el bochorno. Florencio murió en el otoño de 1890 en París, acompañado de su primo friend of the Marquis and just happened to be in Chile. Time made the new Marquise happy and although her husband quickly spent the family fortune, as she was widowed old and poor, she had the joy of inheriting a magnificent castle in Italy filled with works of art.
The Neoclassic mansion was very similar inside to the large colonial homes. It had three large courtyards: the first paved of Carrara marble that formed a star in the center, flanked by fine oak doors with a profusely decorated ledge that led to the grand salon. This space was the pathway to the next courtyard that was a garden with large trees to which the bedroom doors could open. The last courtyard was used for the coach houses, servants and kitchen. The more important bedrooms and bathrooms were on the second floor.
The Rojas family, Balmaceda followers, had to flee during the 1891 revolution. The house was completely looted on August 28 th of that same year. It was then acquired by Carlos Sánchez Fontecilla. One of his sons-in-law, Eduardo Covarrubias Valdés–a well-known farmer, senator and philanthropist–was left with the property and lived there with his wife, Berta Sánchez Santa María, granddaughter of President Domingo Santa María. The couple’s daughters lived in this home with their respective families for more than half a century, until the building was demolished in 1950.
Mrs. Rojas was not the first to marry a European noble. The unfortunate life of Florencio Blanco, son of the Admiral, had already become famous, who had married the grand Princess Olga Vasilevna Troubetzkoy in Paris, cousin of Czar Alexander III. They enjoyed the great European world and frequented the Russian court, parties in Monaco and Paris, dazzling evenings that always ended with some incident as the princess was extremely jealous and the Chilean a well-known philanderer. On a visit to our country, his wife, seized by hysteria, caused a scandal where even the police had to intervene, forcing the couple to return hurriedly to Europe to escape the embarrassment. Florencio died in Paris in the autumn of 1890 in the company of his cousin, writer Alberto
83 olga Budge de Edwards vistiendo el traje estilo Imperio que utilizó en la fiesta de inauguración de su palacio en calle Agustinas en 1905. Fotografía atribuida a obder Heffer. “Álbum de 1906”. Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional de Chile. / Olga Budge de Edwards wearing the Empire style dress she wore for the opening party of her palace on Agustinas Street in 1905. Photograph attributed to Obder Heffer. “Álbum de 1906”. Photographic Archive of the National Library of Chile.
84 el escritor Alberto Blest Gana. La princesa Troubetzkoy había guardado tanto rencor que ni de su entierro quiso hacerse cargo, debiendo el gobierno chileno asumir los gastos de sepultura. La calle catedral era una vía importante, y la cuadra frente al edificio del Congreso una de las más exclusivas de Santiago. En su acera norte había levantado su casa Monseñor Francisco de Paula Taforó, quien a pesar de su dignidad eclesiástica se relacionó desde muy temprano a las ideas liberales, participó en política siendo diputado e impulsó serias reformas en educación y temas sociales, intromisiones que le costaron su ascenso al cargo de arzobispo de Santiago. Su postulación fue tajantemente rechazada por el Papa León XIII, hecho que generó un grave conflicto entre la Iglesia chilena y el Estado por casi una década. Vecino del sacerdote era el político e industrial Augusto Matte Pérez, que vivía en un sobrio palacio neoclásico decorado con pilastras corintias y águilas. Era el padre de Rebeca Matte Bello, quien nació en la casa, una de las más destacadas escultoras nacionales y profesora de la Academia de Bellas Artes de Florencia.
Siguiendo los pasos de una brillante carrera política, Arturo Edwards Ross, el rico hijo de la filántropa Juana Ross y el destacado empresario de Valparaíso Agustín Edwards, decide establecerse en Santiago en la esquina nororiente de las calles Morandé y Catedral. Encargó una suntuosa mansión al arquitecto Juan Eduardo Fehrmann y Jacques Roux de Landousy. En 1889 Arturo Edwards muere, heredando la propiedad su madre, quien la traspasa a otro de sus hijos, Agustín Edwards Ross, que había fundado el diario La Época y dirigía
El Mercurio de Valparaíso, y cuyas obligaciones políticas lo habían hecho trasladarse a Santiago para actuar como senador y ministro de hacienda del Presidente Balmaceda, cargo al que renunció luego de estallar la revolución.
Más de doce años demoraron en total las obras, tiempo significativo donde el país había ganado prósperos territorios mineros tras la Guerra del Pacífico, soportado una cruenta Guerra Civil, canalizado el temperamental río Mapocho y
Blest Gana. Princess Troubetzkoy was so enraged that she did not even want to handle his burial, so the Chilean government had to assume the cost of his funeral.
Cathedral Street was an important thoroughfare and the block along the Congress building was one of the most exclusive in Santiago. Monsignor Francisco de Paula Taforó had built his house on its northern side. Despite his ecclesiastical title, he became involved very early on with liberal ideas and participated in politics. He was a representative and the engine behind serious reforms to education and social issues, involvement that cost him his promotion to Archbishop of Santiago. His application was categorically rejected by Pope Leon XIII, which was the source of a serious dispute between the Chilean Church and the State for nearly a decade. Augusto Matte Pérez, politician and industrialist, was neighbor to this priest, who lived in a somber Neoclassic palace decorated with Corinthian pilasters and eagles. He was the father of Rebeca Matte Bello, who was born in the house, one of the most prominent national sculptresses and professor of the Academy of Fine Arts in Florence.
On the path to a brilliant political career, Arturo Edwards Ross, the rich son of philanthropist Juana Ross and the prominent entrepreneur of Valparaíso, Agustín Edwards, decided to make his home in Santiago on the northeast corner of Morandé and Cathedral Streets. He ordered a luxurious mansion from architect Juan Eduardo Fehrmann and Jacques Roux de Landousy.
Arturo Edwards died in 1889, and his mother inherited the property. She transferred it to another of her children, Agustín Edwards Ross, who had founded the newspaper l a Época and was running El Mercurio of Valparaíso. His political duties had made him move to Santiago to be senator and minister of finance for President Balmaceda, a position from which he resigned after the revolution broke out.
The works took a total of more that twelve years, a significant period of time when the country had won prosperous mining presenciado el fin definitivo de la época colonial al demolerse el viejo Puente de Calicanto. Los años de la dorada Europa ya habían comenzado, y para terminar el magnífico palacio fueron importados muchos materiales como mármoles, vitrales y maderas exóticas, además del lujoso mobiliario que alhajaría la mansión de más de sesenta habitaciones distribuidas en cuatro niveles y con más de 5.000 m 2 construidos.
86 Desde los jardines del Congreso Nacional. A la izquierda el refinado palacio de la familia del presidente José Manuel Balmaceda, más tarde legación de Perú; el palacio Edwards Mac Clure al centro y el extravagante palacio que perteneció a Monseñor Taforó, llamado popularmente “el Altar mayor” por su barroca fachada. Colección MHN. / From the gardens of the National Congress. To the left, the refined palace of the president José Manual Balmaceda; later, the Peruvian Legation. The Edwards Mac Clure palace on the center and the extravagant palace that belonged to Monsignor Taforó, which was popularly called “the High Altar” due to its baroque façade. MHN Collection.
87 Sylvia Salas Edwards. Colección MHN. / Sylvia Salas Edwards. MHN Collection.
88 Salón del Palacio Edwards, actualmente Academia Diplomática. / Room in the Edwards Palace, currently the Diplomatic Academy.
Sin duda alguna la presencia de la mujer de Edwards, doña María Luisa Mac Clure, fue decisiva para convertir la casa en un referente artístico y social dentro de Santiago. En sus salones había derrochado su carisma y amor por las artes aplicadas, distribuyendo novedosamente las carísimas piezas que había adquirido durante sus viajes, objetos entre los que se contaba una inestimable galería de pinturas, esculturas de Canova y una mesa firmada por Pierre de Niso que había pertenecido a María Antonieta.
En el interior del palacio llama la atención el cuidado que se prestó a los detalles ornamentales: los recibos tienen cielos pintados por Aristodemo Lattanzi, paneles de madera tallada, delicadas mamparas, espejos venecianos y parquet de artístico diseño. Por su parte la caja de la escalera sorprende por su tamaño: está decorada por frisos, pinturas murales y vitrales.
Este último elemento también está presente en el jardín de invierno, protegido por una espectacular cubierta vidriada.
La mágica suntuosidad palaciega fue complementada con ingeniosos adelantos, como una serie de espejos que se abrían en el jardín de invierno para escuchar a la orquesta, o una ventanilla en el comedor que permitía escuchar la música de un órgano ubicado en el segundo nivel.
Los pisos superiores estaban reservados para los dormitorios familiares, una pinacoteca, un oratorio con sacristía y una gran sala de teatro, donde la dueña de casa se entretenía mirando cómodamente las nuevas obras dramáticas que traían compañías internacionales. “La señora Mac Clure reunió a sus relaciones el martes último en una agradable tertulia, a la cual se dio comienzo a las nueve y media de la noche por un espectáculo teatral… Aprovechando la estadía del actor don Andrés Cordero y su intere- territory in the War of the Pacific, survived a bloody civil war, channeled the temperamental Mapocho River and witnessed the final end to a colonial era when the old Calicanto Bridge was demolished. The years of golden Europe had already begun and many materials were imported to finish the magnificent palace, such as marble, stained glass and exotic lumber, in addition to the luxurious furnishings that would adorn the mansion of more than 60 rooms on four floors comprising more than 5,000 constructed square meters.
The presence of Edwards’ wife, María Luisa MacClure, was without a doubt decisive in making the house an artistic and social benchmark in Santiago. Her charisma and love for the applied arts overflowed in its rooms, in which very expensive pieces that had been acquired during her travels were innovatively arranged, which included an invaluable gallery of paintings, sculptures by Canova and a table signed by Pierre de Niso that had belonged to Marie Antoinette.
Notable inside the palace was the care that was given to ornamental details: the anterooms had ceilings painted by Aristodemo Lattanzi, panels made of carved wood, delicate room dividers, Venetian mirrors and parquet floors with an artistic design. The staircase was astounding because of its size. It was decorated by friezes, wall paintings and stained glass. This latter element is also present in the winter garden protected by a spectacular glass ceiling.
The magnificent palatial magic was complemented by ingenious advances such as a series of mirrors that opened into the winter garden to listen to an orchestra or a small window in the dining room to be able to listen to music from an organ on the second floor.
The upper floors were reserved for family bedrooms, an art gallery, a small chapel with a vestry and a grand theater room where the lady of the house was entertained, watching in comfort the new plays brought by international companies. “Mrs. MacClure gathered her family together last Tuesday in a pleasant soiree that started at 9:30 p.m. with a play … Taking advantage of the sante esposa la señora Soledad Pestalardo, solicitó de ellos la amabilidad de ir a su casa a dar una o dos piezas del repertorio jocoso”, publicaba la revista Zig-Zag en 1905. stay of actor Andrés Cordero and his interesting wife, Soledad Pestalardo, she asked them to kindly visit her home to present one or two pieces from the amusing repertoire,” according to Zig-Zag magazine in 1905.
El área norte de la mansión estaba destinada para el numeroso personal de servicio, que habitaba un edificio de cuatro pisos, en el que se ubicaban bodegas, habitaciones, cocheras, cocinas e incluso un taller de coches.
El palacio fue escenario de grandes bailes, tertulias y reuniones políticas. Durante las fiestas del Centenario de 1910, el presidente argentino Figueroa Alcorta junto a su familia se alojó en la casa, ofreciendo una espectacular fiesta. Algunos años más tarde doña María Luisa abriría nuevamente con pompa sus salones para ofrecer el baile de estreno en sociedad de su nieta predilecta Silvia Salas Edwards, la favorita de las revisas sociales de la época, que moriría trágicamente en 1919 al protagonizar uno de los primeros accidentes automovilísticos de Chile. “Nuestra vida social está enlutada… La hemos recordado en los bailes de fantasía, en los concursos de belleza, en las carreras, en su palco las noches de gala… Pero si sólo hubiera yo de recordarla por sus éxitos sociales por su belleza y gracia juvenil o por los blasones de su cuna, mi espíritu no se conmovería tan hondamente, ni enlutaría yo mi crónica para llorar la muerte de esta niña aristocrática, hermosa y millonaria… Silvia Salas tiene en derecho a reclamar otro recuerdo más duradero y menos meritorio que el de la vanidad mundana…”, se lee en la revista Zig-Zag en diciembre de ese año. La pena de este suceso y la vejez llevaron a la señora Mac Clure a rematar su preciada mansión y su colección de arte, venta que dio qué hablar incluso en la Gaceta del Hotel Drouot de París por el excepcional nivel de las piezas. La casa fue traspasada al Club Septiembre, institución que había sido fundada en septiembre de 1866 por un grupo de santiaguinos que deseaban tener un punto de reunión social suntuoso y confortable, pero sin las exigencias protocolares de otros clubes aristocráticos del país. En él ni la política ni las ideologías ni temas que pudieran afectar la honra de sus socios tenían cabida, propiciando así un ambiente de respeto y libertad individual.
The northern area of the mansion was used for the numerous servant staff that lived in a four-floor building that contained the storerooms, rooms, coach houses, kitchens and even a coach repair shop.
The palace was the scene of grand balls, gatherings and political meetings. During the celebrations of the 1910 Centennial, Argentine President Figueroa Alcorta and his family lodged in the house in which a spectacular party was held. Some years later, María Luisa would again open her rooms with pomp to offer a debutant ball for her favorite granddaughter, Silvia Salas Edwards, the favorite of social magazines of the time, who would die tragically in 1919 in one of the first automobile accidents in Chile. In December of that year, one could read in Zig-Zag magazine: “o ur social life is in mourning .. We remember her at the costume balls, in beauty contests, at races, in her box on gala nights … But if were only to remember her for her social successes, her beauty and youthful grace or for her family’s coat of arms, my spirit would not be so profoundly moved nor would I sadden my article by mourning the death of this aristocratic, beautiful and rich girl … Silvia Salas can by right claim another longer lasting and less meritorious memory than that of mundane vanity …”
The grief from this occurrence and old age led Mrs. MacClure to sell her precious mansion and art collection, which was the talk of the town even in the Gazette of the Hotel Drouot in Paris because of the exceptional quality of the pieces. The house was transferred to the September Club, which had been founded in September of 1866 by a group of Santiagoans that wanted to have a place where they could hold luxurious, comfortable social gatherings, but absent the ceremonial requirements of other aristocratic clubs in the country. Neither politics nor ideologies
El Club ocupó el palacio hasta entrada la segunda mitad del siglo XX, siendo posteriormente sub arrendado para locales comerciales, lo que causó gran deterioro. El deplorable estado de la casa hizo que fuera condenada a la demolición, pero afortunadamente el diplomático Mario Barros Van Buren, consciente del valor patrimonial, inició las gestiones para su compra y restauración en 1973, convirtiéndola en Sede de la Academia Diplomática Andrés Bello, función que cumple hasta hoy.
Así como el Congreso era el punto neurálgico de los hombres relacionados con la política, el sector que se formó en torno al Teatro Municipal había adquirido fama porque en sus calles se habían instalado aristocráticas familias que figuraban con ventaja en todas las publicaciones sociales. La creación del Teatro Municipal en 1857 significó una gran expectación en todo Santiago. La obra había sido encargada al arquitecto Francois Brunet des Baines y al célebre decorador Henri Philastre, que contaba entre sus trabajos la ornamentación del Teatro Real de Madrid, quien, considerando el valor del inmueble, instó a las autoridades a instalar el primer sistema de alumbrado a gas de Chile. Todos los santiaguinos prepararon sus mejores galas para la inauguración que se haría el 17 de septiembre con la ópera “Hernani” de Verdi, la que tuvo como principal voz a la cantante Ida Edelmira, famosa en los escenarios cariocas. La noche comenzó con sobresaltos, pues no existía pavimento a la entrada del teatro, debiendo las señoras con sus espléndidos trajes caer al lodo al bajar de la calesa, lo que causó indignación entre los asistentes. El Presidente Manuel Montt y el ministro Antonio Varas observaban maravillados desde el palco presidencial el espectáculo, mientras intentaban olvidar el fuerte olor a gas. Es que el teatro se había inaugurado demasiado pronto, con las obras a medio terminar…
A pesar de este inquieto comienzo, el teatro se convirtió en el lugar de reunión de la gente de “buen tono”, que se congregaba diariamente para presenciar los estrenos, conversar en el Café Italiano que se instaló en el interior o asistir a los bailes en el Salón Filarmónico, populares entre la juventud. La ida al tea- nor subjects that could affect the honor of their members could be discussed there, which encouraged an environment of respect and individual freedom.
The Club occupied the palace until the early part of the second half of the 20th century. Thereafter, it was subleased for stores, which brought about significant deterioration. The deplorable condition of the house led to it being condemned for demolition, but fortunately, the diplomat Mario Barros Van Buren, aware of the heritage value, took action to purchase and restore it in 1973, making it the campus of the Andrés Bello Diplomatic Academy, which is the function it fulfills to this day. Like Congress was the top spot for men involved in politics, the sector that grew around the Municipal Theater had become famous for the aristocratic families that moved nearby, who were prominently featured in all social publications. The creation of the Municipal Theater in 1857 generated great expectations throughout Santiago. The theater had been entrusted to architect Francois Brunet des Baines and to the famous decorator Henri Philastre, whose works included the decoration of the Royal Theater of Madrid. Considering the value of the property, Philastre urged the authorities to install the first gaslight system in Chile. All Santiagoans prepared their best dress for the inauguration that would take place on September 17th with the opera “Hernani” of Verdi, in which the leading singer was Ida Edelmira, famous on the Rio de Janeiro stages. The night began with bumps and holes as there was no pavement to the theater entrance and ladies had to step into mud in their splendid dresses upon descending from their calashes, which caused indignation among the theater-goers. President Manuel Montt and Minister Antonio Varas watched the spectacle in wonder from the presidential box, while they tried to ignore the strong smell of gas. The theater had been inaugurated too soon, with the works only half-done … Despite this troubled beginning, the Theater became the place where high society people met, who congregated daily to view the tro se convirtió en una obligación social; se gastaban fortunas en alhajas, vistosos trajes y por un palco bien ubicado. Sin embargo, el esfuerzo valía la pena: las noches en el Municipal eran deslumbrantes y el cronista Balmaceda Valdés (Un mundo que se fue)no pudo sino exclamar: “La función de gala el 18 de septiembre era despampanante; asistían el Presidente y todo el cuerpo diplomático, que era un haz de entorchados, de galones, de plumas, de bandas de piochas, y en esa noche nuestras damas vaciaban el concho de su baúl. El palco de las Edwards Mac Clure era como contemplar una vitrina de los joyeros de la Rue de la Paix…”
90 Teatro Municipal de Santiago recién reconstruido tras el incendio de 1870. El nuevo edificio tenía una serie de estatuas sobre la fachada que representaban a las musas inspiradoras de las artes. Colección DAE, Teatro Municipal de Santiago. / Teatro Municipal de Santiago recently rebuilt after the 1870 fire. The new building had a series of statues over the façade representing the muses inspiring the arts. DAE Collection, Teatro Municipal de Santiago.
91 El Teatro Municipal ha sufrido una serie de modificaciones a lo largo de su historia. En la década de 1920 vio los últimos cambios importantes a la fachada por decisión del alcalde luis Phillips. Colección DAE, Teatro Municipal de Santiago. / The Teatro Municipal has undergone a number of modifications throughout its history. The 1920s witnessed the last major changes to the façade, decided by the mayor Luis Phillips. DAE Collection, Teatro Municipal de Santiago.
92 Plazoleta del Teatro Municipal con la característica fuente de agua obra del escultor argentino Arturo Dresco, regalo de la República de la Argentina en el Primer Centenario de la Independencia, en 1910. Fotografía de odber Heffer. Archivo CENFoTo / Small Square of the Teatro Municipal with the characteristic water fountain by the Argentinean sculptor Arturo Dresco, a gift from the Argentine Republic on the First Centennial of the Independence in 1910. Photograph by Odber Heffer. CENFOTO Archive.
Los estrenos teatrales causaban revuelo en las familias, pues además de proveer a los todos los miembros de la indumentaria adecuada, debían adquirir los carísimos abonos que se agotaban rápidamente. El no asistir a los estrenos era peor que no ir a misa. “Los precios por las funciones de Sarah Bernhardt eran muy altos para la época y no era aceptable en aquellos años que una señora fuera a una localidad que no fuese un palco. Como vivíamos del trabajo profesional de Augusto y no era posible abonarse al palco… Augusto (Orrego Luco) compró dos abonos de platea. Fui pues, por eso, yo la primera señora que ocupó en el teatro un sillón de platea… De más está decir que nos criticaron mucho”, cuenta Martina Barros de Orrego en sus memorias.
El teatro también fue escenario de espléndidas fiestas de máscaras, donde la orquesta recibía a los cientos de invitados que se apostaban en el Salón Filarmónico para practicar los nuevos pasos de baile llegados de Europa, como las cuadrillas, lanceros y el pas de patineur a fines del siglo XIX, y también ritmos mucho más audaces como la polka, el tango, el foxtrot y el charleston, a inicios del nuevo siglo.
En 1875 ordena construir su residencia frente al Teatro el uruguayo y decano del cuerpo diplomático José Arrieta Perera junto a mujer María Mercedes Cañas Calvo. El arquitecto era Paul Lathoud, el mismo que había construido el Palacio de la Exposición en la Quinta Normal, el palacio Cousiño y la mansión de Eugenio Ossa en la Alameda. El estilo elegido era el debuts, converse in the Italian Cafe that was set up inside, or attend balls in the Philharmonic Salon, popular among youths. Going to the Theater became a social duty; fortunes were spent on gems, flashy dresses and a well-located box. However, the effort was worth it: nights at the Municipal Theater were dazzling and the chronicler Balmaceda Valdés (A world that no longer exists) could exclaim: “The gala function on September 18th was astounding; the President and entire diplomatic corps were there and it was a beam of golden cords, braids, feathers, ornamental bands, and that night our ladies emptied what was left in their trunks. The box of the Edwards MacClures was like contemplating a window display of the jewelers on Rue de la Paix …” Theater premieres caused commotion among families because in addition to providing all members with the right garments, they had to acquire the very expensive tickets that were quickly selling out. Failing to attend premieres was worse than not attending mass. As Martina Barros de Orrego recounts in her memoirs: “The prices for the performances of Sarah Bernhardt were very high for the time and it was unacceptable in those years for a lady to go to a place other than a box. As we lived off of Augusto’s profession, and could not pay for the box, … Augusto (o rrego l uco) bought two floor tickets. For that reason, I was the first lady to sit in a floor seat in the Theater … There is no need to say that we were strongly criticized.”
The theater was also the scene of splendid masquerade parties where the orchestra welcomed hundreds of guests who vied in the Philharmonic Salon to practice the latest dance steps from Europe, such as the quadrille, lancers and the skater’s step at the end of the 19th century as well as much more audacious rhythms like the polka, the tango, the foxtrot and the Charleston at the start of the new century.
In 1875, José Arrieta Perera, an Uruguayan and dean of the diplomatic corps, and his wife, María Mercedes Cañas Calvo, ordered their residence built across from the Theater. The architect sobrio florentino, donde una banda con guirnaldas decoraba toda la fachada que relucía al incorporar finos medallones de bronce dorados. Los salones ricamente alhajados reunían regularmente a políticos, músicos, artistas y escritores para disfrutar de animadas veladas musicales, presididas siempre por el elegante sonido del piano. La melomanía familiar se alternaba con labores de filantropía y los grandes banquetes que debía presidir el dueño de casa en su calidad de diplomático. Le tocó en más de una oportunidad mediar en conflictos políticos, debiendo afrontar la peligrosa tarea durante la Guerra Civil de 1891 de esconder el cuerpo del presidente mártir en su propio mausoleo del Cementerio General: “Pidan a Arrieta, que es bueno, el servicio de atender a mis funerales”, solicitó Balmaceda expresamente en su testamento. was Paul Lathoud, the same one who had built Exposition Palace in Quinta Normal, the Cousiño Palace and the mansion of Eugenio Ossa on Alameda Avenue. The chosen style was a somber Florentine, where a band with adornments decorated the entire façade that shone when the fine golden bronze medallions were added. The richly furnished salons were regular meeting places where politicians, musicians, artists and writers enjoyed the lively musical soirées, always presided over by the elegant sound of the piano. The familiar melomania alternated with philanthropic works and the grand banquets that the lord of the house had to preside as a diplomat. On more than one occasion, he had to mediate political disputes and handle the dangerous task of hiding the body of the martyred President in his own mausoleum in the General Cemetery during the Civil War of 1891: “Ask Arrieta, who is a good man, to handle my funeral,” was the specific request of Balmaceda in his will.
96 Palacio Arrieta frente al Teatro Municipal. Colección MHN. / Arrieta Palacio across the Teatro Municipal. MHN Collection.
97 Hall del Palacio Arrieta. Colección MHN. / Hall of the Arrieta Palace. MHN Collection.
98 Palacio Arrieta, proyectado por el arquitecto francés Paul l athoud, autor también del Palacio de la Exposición de 1875 y el palacio Cousiño, entre otros. Fue residencia del diplomático uruguayo José Arrieta y su mujer María Mercedes Cañas. Posteriormente perteneció al Club Hípico. Fotografía de o dber Heffer. Archivo CENFoTo -UDP. / Arrieta Palace, designed by the French architect Paul Lathoud. The latter also designed the 1875 Exposition Palace and the Cousiño Palace, among others. It was the residence of the Uruguayan diplomat José Arrieta and his wife María Mercedes Cañas. Later it belonged to the Club Hípico.
Frente a una chimenea de bronce y mármol que perteneció al palacio, don Santiago Marín Arrieta recuerda con humor: “Mi bisabuelo, don José Arrieta, pidió al arquitecto Manuel Aldunate construir una casa frente al teatro, que se incendió a los pocos meses de ser inaugurada. Desde ese momento, y a pesar de que la nueva casa tenía grandes chimeneas en los salones, prohibió que se prendieran por miedo a un nuevo incendio… Si nos viera ahora usando esta chimenea se horrorizaría…”. El señor Arrieta murió en 1911 en su chalet del cerro Castillo en Viña del mar, recibiendo durante sus funerales los más altos honores, en recompensa a su abnegado aporte para el desarrollo de Chile, patria que sentía como propia.
El palacio fue vendido entonces al Club Hípico, que instaló ahí un elegante Club. Este espacio fue testigo en años posteriores de una espectacular fiesta japonesa en la que acaparó la atención María Correa de Irarrázaval, quien llegó en un auténtico palanquín de laca negra sostenido por ocho camareros, que la trasladaron al centro del salón para descender, ante la admiración de los invitados, con su traje de princesa del sol naciente bordado en seda negra y oro. La historia del lugar y el lujo de su arquitectura no fue pretexto para evitar su demolición a inicios de los años 60.
Santiago Marín Arrieta humorously recalled in front of a marble and bronze chimney that belonged to the palace: “My greatgrandfather, José Arrieta, asked architect Manuel Aldunate to build a house across from the theater that burned down a few months after being inaugurated. Since then, despite the new house having large chimneys in the rooms, he forbid anyone to light them for fear of a new fire … If he could see us using this chimney now, he would be horrified …” Mr. Arrieta died in 1911 in his chalet on Mount Castillo in Viña del Mar. His funeral was given the highest honors in reward for his disinterested contribution to the development of Chile, a fatherland that he felt was his own. The palace was then sold to the Jockey Club, which installed an elegant Club there. This space was witness in following years to a spectacular Japanese reception where María Correa de Irarrázaval was the center of attention, who arrived in an authentic black lacquered palanquin carried by eight waiters, who took her into the center of the room to descend, to the admiration of guests, in her garments of a princess of the rising sun embroidered in black
99
Santiago
100
Santiago
101
102
“The
Conociendo la belleza de la Plaza del Teatro, don Francisco Subercaseaux, uno de los más exitosos banqueros y salitreros del país, ordenó construir en 1903 un palacio estilo barroco francés, tan ostentoso que fue considerado como excesivo por los santiaguinos. Es que don Francisco estaba acostumbrado al lujo decorativo de las grandes metrópolis europeas; había residido en París por largos veinte años y a su llegada a Chile todo le parecía mezquino, austero y sobre todo provinciano. De su agudeza no se salvó ni siquiera el Club de la Unión, ubicado en ese entonces en la calle Bandera, al que consideró demasiado sencillo y su cocina del más inaceptable aire campestre. Por eso, y sin mediar gastos, fundó el Club Santiago en calle Agustinas esquina Ahumada, donde su chef francés particular se hacía cargo de satisfacer el refinado paladar de Subercaseaux y sus distinguidos socios, entre los que se contaba a Ramón Barros Luco, Luis Claro, Ramón Balmaceda y Antonio Valdés, quienes hicieron de este centro social el más exclusivo de la capital. Algunos años antes el arquitecto Miguel Ángel de la Cruz había construido dos casas frente al teatro en estilo barroco, para Julio y Josefina Subercaseaux, hijos de don Francisco. Es por ello que contrata al mismo arquitecto para diseñar su nuevo palacio, que colindaría con la propiedad de sus hijos y mantendría el mismo estilo. El resultado fue una mansión de dos niveles, más una mansarda y zócalo. Con esta nueva propiedad consiguió completar un armónico conjunto que dio carácter a la calle.
Una puerta de nogal francés tallado sirve de acceso a la mansión que despliega en su interior la gracia del estilo de la corte de Luis XV. Un vestíbulo rectangular de doble altura con claraboya distribuye los recibos más importantes, que sorprenden por la calidad de los materiales utilizados: herrería francesa para barandas y balcones, mármol de carrara para pavimentos, zócalos, chimeneas y gradas; pisos de marquetería, puertas de nobles maderas y estucos de gran nivel artístico.
En el segundo piso se ubicaron los dormitorios, salas de baño y el escritorio de don Francisco, el cual cuenta con finas estanterías de nogal y una chimenea de mármol rojo. El tercer and gold silk. The history of the place and the magnificence of its architecture was no pretext to avoid its demolition in the early 60’s. Knowing the beauty of the Theater Square, Francisco Subercaseaux, one of the most successful bankers and nitrate miners in the country, ordered a French Baroque palace built in 1903 that was so ostentatious that it was considered to be excessive by Santiagoans. Francisco was accustomed to the decorative luxury of the great European metropolises. He had resided in Paris for a long 20 years and upon his arrival to Chile, everything seemed to him to be cheap, austere and, above all, provincial. Not even the Union Club escaped his sharp criticism, which was located on Bandera (Flag) Street at that time and that he considered too simple and its cuisine of the most unacceptable country taste. For that reason, mindless of expense, he founded the Santiago Club on Agustinas Street at the corner of Ahumada Street, where his own French chef took care of satisfying the refined palate of Subercaseaux and his distinguished partners, who included Ramón Barros Luco, Luis Claro, Ramón Balmaceda and Antonio Valdés. They made that social center the most exclusive one in the capital. nivel se destinó a las habitaciones de servicio, mientras que el zócalo a la sala de juegos, la cava, cocinas y bodegas.
A few years before that, the architect Miguel Ángel de la Cruz had built two homes across from the theater in baroque style for Julio and Josefina Subercaseaux, Francisco’s children. For that reason he hired the same architect to design his new palace that would adjoin his children’s property and would maintain the same style. The result was a two-story mansion, plus a mansard and basement. With this new property he was able to complete the harmonic complex that gave character to the street.
A carved French oak door served as the entrance to the mansion that displayed the grace of the style of the court of Louis XV in its interior. A rectangular double-height vestibule with a skylight led to the most important anterooms, astounding because of the quality of the materials used: French hardware for verandas and balconies, Carrara marble for flooring, skirting-boards, chimneys and steps; inlaid floors, precious wooden doors and stucco of a great artistry.
Los lujosos espacios eran testigo de selectas veladas, banquetes y reuniones más íntimas, donde era común ver a doña Juana Browne tocar el piano en la sala de música que se había ubicado estratégicamente mirando directo al Teatro, a petición expresa de la dueña de casa, porque —ella decía— la elegante arquitectura del edificio la inspiraba. Seguramente desde esa misma ventana la señora Browne presenció uno de los crímenes más bullados de nuestra historia, cuando una noche fría de 1905 un conocido hombre de negocios de la ciudad asesinó a su esposa en el pórtico del teatro.
La víctima era Teresa Zañartu Vicuña, una de las más reconocidas damas de sociedad de ese entonces, quien recientemente había terminado su matrimonio con Eduardo Undurraga García-Huidobro debido a los continuos maltratos. Esta situación había herido profundamente el orgullo del marido y, a raíz de la negación de Teresa para que él viera a la hija de ambos, la siguió la noche en que se estrenaba —valga la ironía— la ópera trágica Poliuto de Donizetti, dándole muerte de un tiro en la cabeza, bajo la consternada mirada de los asistentes. “La noche brillante, entre el esplendor de las joyas y el rumor de las sedas, terminaba brusca y trágicamente en un horror de sangre, de crimen, de muerte. ¿Quién podía imaginarla caída sobre los mármoles del pórtico de un teatro, rota por una bala la gentil cabeza, escapándose a torrentes la sangre que manchaba sus galas y salpicaba a los que la rodeaban?... Se despertó en otra vida donde no hay engaño, ni falsía, ni dolor, donde su pobre alma torturada ha hallado la paz”, expresaba la revista Zig-Zag
Los Subercaseaux disfrutaron durante casi veinte años de su mansión. En 1921 el palacio y muchos bienes salieron a remate: los embates de la grave crisis salitrera habían causado estragos en las finanzas familiares. Lo adquiere entonces el Ejército y luego la Fuerza Aérea de Chile, institución que lo refaccionó para su nuevo uso, el Club de Oficiales de la
The bedrooms, bathrooms and den of Francisco were located on the second floor. The den was dressed with fine walnut shelves and a red marble chimney. The third floor was used for the servants’ rooms and the basement for the game room, wine cellar, kitchens and storerooms.
The luxurious spaces were witness to select soirees, banquets and the most intimate meetings where it was usual to see Juana Browne play the piano in the music room that had been strategically located with a direct view of the Theater, at the specific request of the mistress of the house because–she said–the elegant architecture of the building inspired her. Surely Mrs. Browne witnessed one of the most sensational crimes of history from that same window. On a cold night in 1905, a well-known businessman of the city murdered his wife in the Theater portico.
The victim was Teresa Zañartu Vicuña, one of the most renowned ladies of society of that time, who had recently ended her marriage to Eduardo Undurraga García-Huidobro because of ongoing abuse. This situation had profoundly wounded her husband’s pride and because Teresa refused to let him see their daughter, he followed her on the night when the tragic opera Poliuto de Donizetti was premiering–the irony sits well–and killed her by a bullet to the head under the dismayed view of the audience. As Zig-Zag magazine reported: “The night, bright from the splendor of jewels and the rustle of silk, ended abruptly and tragically in an atrocity of blood, crime and death. Who could imagine her falling onto the marble of a theater portico, the gentle head broken by a bullet, blood spurting that stained her dress and splattered on those around her? ... She awoke in another life where there is no deceit, duplicity or pain, where her poor, tortured soul had found peace.”
The Subercaseauxs enjoyed their mansion for nearly 20 years. In 1921, the palace and many goods were put up for auction: the reverses of the grave nitrate crisis had wreaked havoc on the family’s finances. The Army then acquired it and later the Chilean
Fuerza Aérea de Chile, que lo mantiene hoy muy cercano a su concepción original.
En 1906 el tranquilo barrio del Teatro se vio sobresaltado cuando, mientras todos se preparaban en sus casas para ir a ver la ópera Tosca, hubo un fuerte terremoto. Los aterrorizados actores que hacían sus últimos ensayos huyeron del teatro y, como muchos de ellos vestían trajes de monaguillos o sacerdotes, las viejas señoras se arrodillaban ante ellos pidiendo confesión por sus pecados, invocando la popular oración de los sismos: “Aplaca, Señor, tu ira, tu justicia, tu rigor. ¡Dulce Jesús de mi vida, misericordia Señor!”. La carnavalesca escena era mirada atentamente por las nerviosas señoritas Lumley, hijas del cónsul inglés, quienes habían escapado con poca ropa causando, a pesar del cataclismo, uno que otro picaresco comentario por parte de alguno de los transeúntes.
Para la reconstrucción de Santiago comenzó a utilizarse el novedoso sistema de concreto armado que aseguraba resistir mejor los movimientos telúricos. Su versatilidad permitió construir rápidamente y en mayor altura, cambiando así la fisonomía de la capital, que a partir de 1910 llenó sus calles de rascacielos como el de Rafael Ariztía, o palacios sociales como el que habían encomendado los socios del Club de la Unión. Las calles más céntricas se llenan de edificios de renta como el de Arturo Lyon Peña o el de la familia Larraín, que más tarde sería el popular Hotel Crillón. En la esquina norponiente de la Plaza de Armas se instaló el nuevo edificio del Bazar Alemán de los hermanos Krauss, la juguetería más importante del país, que embelesaba a los más pequeños con sus maravillosos juguetes importados, reunidos en un espléndido edificio de cuatro pisos coronado por una singular cúpula de pizarra gris. “Cada mañana en el mismo sitio mi corazón empezaba a latir: era que íbamos a enfrentar el Bazar Alemán de Krauss, la más importante juguetería de Santiago, con sus vitrina atestadas de lujosos juguetes… Mis ávidos ojos alcanzaban a divisar la aglomeración de maravillas guardadas adentro. Y los colores vivos de aquellos juguetes dispuestos en hilera hasta el techo me cegaban un momento
Air Force, which remodeled it for its new use as the Officers Club of the Chilean Air Force, which is maintained today very close to its original conception.
In 1906, the quiet Theater neighborhood was startled by a strong earthquake while everyone was getting ready to go see the opera Tosca. The terrified actors, who were in their last rehearsal, fled the theater and as many of them were dressed as monks or priests, elderly ladies kneeled before them, requesting a confession of their sins and invoking the popular prayer for earthquakes: “Calm, My Lord, your rage, your justice, your severity. ¡Sweet Jesus of my life, mercy My Lord!” The carnivalesque scene was watched attentively by the nervous Lumley ladies, daughters of the English Consul, who had fled virtually naked, eliciting one picaresque comment and another by one of the passers-by, despite the cataclysm.
The novel reinforced concrete system began to be used to reconstruct Santiago that guaranteed better resistance to telluric movements. Its versatility facilitated rapid construction at a greater height, thus changing the physiognomy of the capital. Starting in 1910, its streets were filled with skyscrapers like that of Rafael Ariztía or social palaces like the one requested by the members of the Union Club. The more centric streets were filled with rental buildings like that of Arturo Lyon Peña or of the Larraín family, that would later become the popular Crillón Hotel. The new building of the German Bazaar, owned by the Krauss brothers, was built on the northwest corner of the Main Square, which was the most important toy store in the country and enthralled young children with its marvelous imported toys, displayed in a splendid fourfloor building crowned by a singular gray slate copula. As Maria Flora Yañez recounted in her memoirs: “Each morning my heart began to beat fast in the same place: it was because we were going to see the Krauss German Bazaar, the most important toy store in Santiago, with its display windows stuffed with magnificent toys … My avid eyes were able to make out the agglomeration of marvels kept inside. And the vivid colors of
112 El Edificio Ariztía que se terminó de construir en 1921, es conocido como el primer rascacielos de Santiago, ubicado en la calle Nueva York. Este fue un encargo de Rafael Ariztía al reconocido arquitecto Alberto Cruz Montt. Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional de Chile. / The Ariztía Building was finished in 1921; it is known as the first skyscraper in Santiago and is located on Nueva York Street. It was a commission by Rafael Ariztía to the renowned architect Alberto Cruz Montt. Photographic Archive of the National Library of Chile.
112 produciéndome una especie de vértigo…”, recuerda María Flora Yáñez en sus memorias.
113 El demolido Edificio Krauss en la década de 1910. Este edificio comercial albergaba la Juguetería más grande de Chile y estaba emplazado en la esquina nor poniente de la Plaza de Armas, a un costado de la catedral. l amentablemente fue demolido en los años 80. Colección MHN. / The now demolished Krauss Building in the 1910s. This commercial building housed the largest toy store in Chile and was located on the North-West corner of the Plaza de Armas, besides the Cathedral. Regrettably, it was demolished in the 1980s. National History Museum Collection.
114 l a esquina de Compañía y Ahumada a inicios del siglo XX, vista desde el Palacio Arzobispal. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / The Corner of Compañía and Ahumada Streets at the turn of the 20th century, seen from the Archbishop’s Palace. Photographic Archive of the National Library of Chile.
115 Calle Ahumada casi esquina de Agustinas, al fondo se ve el concurrido Hotel Crillón, uno de los más elegantes de Santiago, y cita obligada para la sociedad de la época. Fotografía colección Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Ahumada Street, almost the corner of Agustinas. On the back can be seen the quite visited Hotel Crillón, one of the most elegant in Santiago, and a mandatory place to go at the time. Photographic Archive of the National Library of Chile.
El novedoso sistema constructivo llegó también a la arquitectura residencial. El mejor ejemplo fue el palacio Undurraga, en la Alameda esquina Estado, construido en 1913 por el arquitecto José Forteza como residencia para don Luis Undurraga García-Huidobro y su familia. Era una soberbia construcción inspirada en el gótico victoriano cuya esquina era rematada por una alta torre de treinta metros de altura, coronada por la imagen de una virgen que era iluminada todas las tardes por dos grandes faroles, que desaparecieron junto a todo el edificio en 1976.
La magia del acero también aparece en las tiendas por departamentos. La casa Francesa remodela su edificio en la calle Estado, rivalizando sus decoradas vidrieras llenas de novedades con las vitrinas de la recién inaugurada sucursal en Chile de la popular casa comercial Gath & Chaves cuya apertura durante las fiestas de 1910 causó tal revuelo que se debió vigilar el ingreso de los clientes con la policía. “La tienda tenía un elegante Tea Room en el último piso… Mi abuelito Adolfo pasaba por mi casa en su auto y nos llevaba junto a mis hermanas a Gath & Chaves a tomar el té... Ahí nos veíamos con nuestras amigas, mientras escuchábamos a Stravinsky o a Strauss interpretado por un violinista, el primero de la Ópera de Santiago. Antes que empezara la noche comenzaban a llegar jóvenes mayores que nosotras, porque en la tarde el café se convertía en una gran sala de baile…”, relata Aida Pacheco de Brügmann, mientras sostiene un sombrero que compró en la tienda. La aparición de estas grandes tiendas manifiesta los vertiginosos cambios que estaba sufriendo la sociedad, cada vez más proclive al culto a la belleza y la moda. La publicidad insta a la dueñas de casa a salir de compras, disfrutar del cotilleo, de los lujos y los placeres mundanos, desgracia para los maridos que veían en cada salida el vacío de sus cansados bolsillos. Desde las dos a las cinco de la tarde las mujeres arrasaban los almacenes. “Vivimos en un tiempo en que un sombrero, una capa de teatro i dos o tres alhajitas de poca monta cuestan lo que hace those toys arranged in a row as far as the ceiling blinded me for a moment, making me somewhat dizzy …”
The novel system of construction also spilled over into residential architecture. The best example was the Undurraga palace on the corner of Alameda Avenue and Estado Street, built in 1913 by architect José Forteza as a residence for Luis Undurraga GarcíaHuidobro and his family. It was a haughty construction inspired by the Victorian Gothic style. The corner ended in a tall tower 30 meters high, crowned by the image of a virgin that was lighted every afternoon by two large lamps that disappeared, together with the entire building, in 1976.
The magic of steel also appeared in department stores. The French House remodeled its building on Estado street, its decorated display windows filled with novelties rivaling the window displays of the recently inaugurated Chilean branch of the popular business Gath & Chaves, whose opening during the 1910 celebrations caused such commotion that the entry of customers had to be guarded by the police. “The store had an elegant tea room on the last floor. My grandpa Adolfo passed by my house in his car and took me and my sisters to Gath & Chaves to have tea … There we met our friends, while we listened to Stravinsky or Strauss played by a violinist, the first chair in the Santiago o pera. Young men older than us began to arrive as night fell because the café became a grand ballroom in the afternoon …,” recounted Aida Pacheco de Brügmann while holding a hat that she bought in the store.
The appearance of these department stores is a manifestation of the dizzying changes that were taking place in society, ever more inclined towards the cult of beauty and fashion. Advertising encouraged ladies of the house to go out shopping, enjoy the gossip, luxuries and mundane pleasures, to the misfortune of husbands who saw their tired pockets emptied with each outing. From two to five in the afternoon, women invaded the stores. Benjamín Vicuña Subercaseaux commented: “We lived in a time where a hat, a cuarenta años costaba una chacra no lejos de Santiago”, comenta Benjamín Vicuña Subercaseaux.
No sólo el consumismo superfluo se cobija en el lujo de las familias, sino que también las inquietudes intelectuales de una sociedad cada vez más en contacto con el exterior son parte importante del acontecer cotidiano. Los políticos e industriales absorben las novedosas ideas de intelectuales alemanes o ingleses; mientras que las mujeres se ven cada vez más envueltas en los novedosos cambios que viven las parisinas, más independientes, audaces y liberales.
“Soy francesa de corazón. Francia me atrae como una segunda patria… Por su arte, por su teatro, por sus pensadores, ¡por todo! La mayoría de los libros que recibo vienen de allá… Me sentía tan bien en París que no hubiera deseado moverme en toda mi vida… Aquí estamos un poco atrasados en gustos literarios, como en muchas otras cosas… Por mi parte hago y pienso lo que me atrae de verdad, sin preocuparme de lo que digan otros”, declaraba Delia Matte Pérez en una entrevista a la revista Sucesos en 1915.
Miembro de una de las más aristocráticas familias de Santiago, tía de la escultora Rebeca Matte y señora de un reconocido médico con férreas creencias científicas y laicas, era doña Delia todo un personaje dentro de la capital. Adoraba lucir las últimas novedades parisinas, mezclar colores inimaginables y decorar su cabeza con extravagantes sombreros, los mismos que habían causado su expulsión de la iglesia cuando se le ocurrió llegar a misa sin el tradicional manto.
La viveza de su personalidad, las liberales ideas que postulaba y la necesidad de contar con un centro de reunión femenina, la impulsó a fundar en 1916 el Club de Señoras, instalándose en los bajos de la suntuosa casa que había pertenecido a la familia Ovalle en la calle Compañía y que más tarde sería utilizada por el Club Fernández Concha. La institución de doña Delia estuvo destinada a promover la lectura y la conversación intelectual; en sus salones se debatió por primera vez sobre las novedosas ideas del voto femenino, la presencia de la mujer en los puestos de trabajo y la educación de calidad theater cloak and two or three unimportant gems cost what a small farm not far from Santiago cost forty years ago.”
Not only the superfluous consumerism became lodged in the luxury of families. The intellectual restiveness of a society in increasing contact with the exterior was also an important part of the everyday life. Politicians and industrialists absorbed the novel ideas of German or English intellectuals, while women became more involved in the innovative changes that the more independent, audacious and liberal Parisian women were experiencing.
“I am French at heart. France draws me like a second fatherland … Because of its arts, its theater, its thinkers, everything! Most books that receive come from there ... I feel so good in Paris that I would not have wanted to leave ever…
Here we are a bit behind in literary taste like in many other things … As far as I am concerned, do and think what I truly feel like, without regard for what others say,” declared Delia Matte Pérez in an interview with Sucesos magazine in 1915.
A member of the most aristocratic families in Santiago, the aunt of sculptress Rebeca Matte and spouse of a well-known physician with ironclad scientific and secular beliefs, Delia was quite a character in the capital. She adored showing off the latest Parisian novelties, mixing unimaginable colors and decorating her head with extravagant hats, the same that had caused her expulsion from the church when she decided to attend mass without the traditional mantilla.
Her lively personality, the liberal ideas that she postulated and the need to have a women’s meeting place drove her to found the Ladies Club in 1916, which was installed in the lower floors of the magnificent home that had belonged to the Ovalle Family on Compania Street and that would later be used by the Fernández Concha Club. Mistress Delia’s institution was intended to promote reading and intellectual conversation. The novel ideas of women’s vote were debated for the first time there, as well as women working and a quality education at ladies colleges, a subject on which she was outspoken: “Girls are educated in Chile to look for a husband en colegios de señoritas, tema sobre el que habló duramente: “Se educa en Chile a las niñas para que busquen marido y se casen, para nada más. Por mi parte pienso que una niña debe mirar el matrimonio como un accidente, no como lo esencial en la vida…” afirmaba en la revista Sucesos en 1915. Formaban parte del debate Amanda Labarca, Elvira Santa Cruz (Roxane), Adela Rodríguez, María Valdés, Corina Cienfuegos, Inés Echeverría (Iris), Luisa Lynch y Sara del Campo de Montt, entre muchas otras personalidades del mundo femenino. La Primera Guerra Mundial en Europa había agitado las mentes del mundo y Chile veía con conmoción, incluso como suyos, los sucesos que ocurrían a miles de kilómetros de distancia. Los países europeos vieron caer abruptamente ese ambiente de fantasía casi onírica en que estaban envueltos en el momento en que el archiduque Francisco Fernando de Austria caía muerto en Sarajevo, despertando el continente a una realidad que estuvo cegada por años. En Chile la belle époque duró algunos años más; todavía veníamos saliendo del entusiasmo de las fiestas del Centenario, éramos un país rico —por lo menos en los papeles—, nos enorgullecíamos de nuestros paseos y de la vida elegante de nuestros más ilustres ciudadanos. El oriente de la ciudad se había transformado: lo que eran tierras ganadas al río Mapocho cubiertas de basurales, prostíbulos y pobreza, se había tornado hacia 1915 en un moderno sector residencial. Había contribuido a su fama la presencia del palacio de Bellas Artes y la construcción del Parque Forestal, diseñado por el conocido paisajista francés George Dubois, ambos inaugurados en 1910. La ciudad entonces comenzó a extenderse hacia el oriente, primero por la calle Monjitas donde el doctor Luis Puyó —padre de la pintora Inés Puyó— construyó una gran mansión neoclásica bajo los planos del arquitecto Emile Jécquier, en la esquina de calle Miraflores. Frente a su casa construyó un palacete neocolonial doña Luisa Ariztía de Edwards, y más al oriente por la misma calle el político Hernán Gana Edwards se instaló en un espacioso castillo tudor construido por el arquitecto Josué Smith Solar. and get married, nothing more. o n my part, believe that a girl must view marriage as an accident, not like something essential in life …, she asserted in Sucesos magazine in 1915.
Amanda Labarca, Elvira Santa Cruz (Roxane), Adela Rodríguez, María Valdés, Corina Cienfuegos, Inés Echeverría (Iris), Luisa Lynch and Sara del Campo de Montt formed a part of the debate, among many other figures in the women’s world.
The First World War in Europe had shaken up the minds of the world and Chile watched excitedly the events that were taking place thousands of kilometers away as if they were happening to it. The European countries abruptly saw that nearly oneiric fantasy environment in which they were enveloped at the time when the Archduke Francis Ferdinand of Austria fell dead in Sarajevo vanish abruptly, awakening the continent to a reality to which it had been blind for years.
In Chile, the Belle Époque lasted a few years longer. We were still coming down from the enthusiasm of the Centennial celebrations, we were a rich country —at least on paper—, we were proud of our promenades and of the elegant life of our most illustrious citizens. The east of the city had been transformed: what used to be land recovered from the Mapocho River, covered with garbage dumps, brothels and poverty, had become a modern residential sector around 1915. The presence of the Palace of Fine Arts and the construction of Parque Forestal (Forest Park) had added to its fame. This park was designed by the well-known French landscaper, George Dubois. Both the Palace and the Park were inaugurated in 1910.
The city then began to extend eastward, first along Monjitas Street, where Dr. Luis Puyó–father of the painter Inés Puyó–built a grand Neoclassic mansion on the corner of Miraflores Street following the plans of the architect Emile Jécquier. Luisa Ariztía de Edwards built a small Neocolonial palace across from his house and further to the east on the same street, the politician Hernán Gana Edwards moved into a spacious Tudor castle built by the architect Josué Smith Solar.
116 El Palacio Undurraga estaba ubicado en Alameda con Estado. Este edificio de estilo neogótico fue construido como residencia de luis Undurraga García Huidobro por el arquitecto español José Forteza y fue lamentablemente demolido en 1976. Colección MHN. / The Undurraga Palace was located on the corner of Alameda and Estado Streets. This neo-gothic style building was built as the residence for Luis Undurraga GarcíaHuidobro by the Spanish architect José Forteza. Regrettably it was demolished in en 1976. MHN Collection.
117 Delia Matte Pérez de Izquierdo. Fundadora del Club de Señoras en 1916. Revista Pacifico Magazine, 1920. / Delia Matte Pérez de Izquierdo. Founder of the Club de Señoras (Ladies Club) in 1916. Pacífico Magazine, 1920.
118 Mansión de Máximo del Campo en calle Santa lucía, frente al Cerro Santa lucía. En “Álbum de los arquitectos de la Universidad Católica de Chile. 1923-1924”, Imprenta l a Ilustración, 1925. / Máximo del Campo’s Mansion on Santa Lucía Street, across from the Santa Lucía Hill. In “Álbum de los arquitectos de la Universidad Católica de Chile. 1923-1924”, Imprenta La Ilustración, 1925.
119 Edificio Gath y Chaves, exclusiva tienda inaugurada en 1910. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Gath y Chaves Building, exclusive store opened in 1910. Photographic Archive of the National Library of Chile.
120 Calle Estado, centro del más refinado comercio de Santiago. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Estado Street, location of the most refined trade in Santiago. Photographic Archive of the National Library of Chile.
121 Antiguo edificio de la Sociedad Unión Comercial en calle Agustinas. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Old building from the Sociedad Unión Comercial (Commercial Union Society) on Agustinas Street. Photographic Archive of the National Library of Chile
El sector comprendido entre el Parque Forestal y el Cerro Santa Lucía se había poblado de elegantes casas de fachada continua y modernos chalets, prometiendo una vida a la francesa rodeada de árboles, boulevares y paseos. Muy suntuosa era la mansión del acaudalado político Moisés Errázuriz en la calle Miraflores, con su patio central de triple altura, decorado con pileta y jardineras de mármol. Cercano al teatro estaba la casa de Salvador Izquierdo, marido de Delia Matte, cuyo frente tenía una amplia escalinata de mármol con columnas que se elevaban a doble altura, siendo coronadas por un pesado frontón triangular que recordaba la elegancia del lejano Partenón.
Junto a la recién inaugurada Plaza Vicuña Mackenna se empezó a construir, sobre los cimientos del antiguo claustro de las Claras, el palacio de la Biblioteca Nacional, y en la calle Santa Lucía, los añosos pimientos apenas dejaban ver el castillo Dávila y la elegante mansión de don Máximo del Campo, suegro del arquitecto Ricardo Larraín Bravo.
Más al norte, en las inmediaciones del Parque Forestal, las cuidadas aceras se llenaron de palacetes de dos o más pisos, como el de la familia de Raimundo Valdés Riesco, Ramón Balmaceda, los Peña Otaégui, Anita Álamos de Lyon y Ricardo Valdés.
Era la holgura más absoluta la que se respiraba en el barrio, animado todas las primaveras por corsos de flores que recorrían la ciudad, tranquilos paseos y las primeras andanzas de la juventud en veloces automóviles. ¡Qué crisis del salitre! Eso no existía, era demasiado lejano a Santiago. Las huelgas del proletariado, las enfermedades que se propagaban desde los hacinados conventillos o los altibajos de una economía insegura, que luchaba por no caer, parecían ser factores que no querían ser escuchados por la sociedad ni los políticos.
En plena guerra europea, el magnate del salitre don Augusto Bruna encarga un chalet frente al Parque Forestal al arquitecto Julio Bertrand, miembro del grupo de los Diez. En 1916 comenzó la construcción con un reducido presupuesto, que a petición del arquitecto y en beneficio de la nueva mansión, comenzó a incrementarse hasta alcanzar la
The sector between Forest Park and Mount Saint Lucia had been populated by elegant houses with a continuous facade and modern chalets, promising a French-like lifestyle surrounded by trees, boulevards and promenades. The mansion of the wealthy politician Moisés Errázuriz on Miraflores Street was very magnificent, with a three-story-high central courtyard decorated with a pond and marble flower pots. The house of Salvador Izquierdo, the husband of Delia Matte, was closest to the Theater. Its front had a wide marble perron with double-height columns crowned by a heavy triangular gable that was reminiscent of the elegance of the distant Parthenon.
The Palace of the National Library began to built at the same time as the recently inaugurated Vicuña Mackenna Square on the foundations of the old Cloister of the Poor Clare nuns. On Santa Lucía (Saint Lucia) Street, the old pepper trees barely allowed a view of the Davila Castle and the elegant mansion of Máximo del Campo, father-in-law to architect Ricardo Larraín Bravo.
Further to the north, near Forest Park, the cared-for sidewalks were filled with elegant mansions of two stories or more, like that of the Raimundo Valdés Riesco family, of Ramón Balmaceda, the Peña Otaéguis, Anita Álamos de Lyon and Ricardo Valdés.
One breathed with the most absolute freedom in the neighborhood, enlivened every spring by parades of flowers that travelled the city, tranquil promenades and the first rides of youths in fast automobiles. What nitrate crisis! That did not exist, it was too far from Santiago. The strikes by the proletariat, the diseases that were spreading from the stacked tenements or the ups and downs of an insecure economy that fought to keep from declining seemed to be factors that neither society nor politicians wanted to hear about.
In the midst of the European War, Augusto Bruna, the nitrate magnate, ordered a chalet to be built across from Forest Park by architect Julio Bertrand, a member of the Group of Ten. In 1916, he began construction with a limited budget that began to rise, at the exorbitante suma de dos millones y medio al término de los trabajos. Los planos idearon una imponente residencia de corte italiano que fue elogiada por el crítico Hernán Díaz Arrieta (Alone), quien lo llamó “Un palacio de majestad alegre”. En el Palacio Bruna la ligereza de los detalles, la luminosidad de los espacios y los acogedores rincones dan cierta sensación de simpleza, pero los lujosos detalles ornamentales que abundan en su interior le otorgan esa dignidad propia de los palacetes decimonónicos. El edificio de tres niveles tiene un parque con piletas, árboles exóticos y una magnífica caballeriza que emula una torre medieval. Las rejas de fierro, muros perimetrales con jarrones y un pabellón de portería hacia la calle Merced ayudan a crear ese aire palaciego que conserva intacto hasta hoy. Un enorme pórtico de gruesos pilares enmarca el ingreso principal; a través de una fina reja se accede al hall, iluminado por una claraboya circular que permite ver el pavimento de mármol blanco, los dinteles de mármol negro y la espectacular escalera con placas de ónix talladas que reafirman el estilo modernista del espacio.
Tras el hall existe un vestíbulo enmaderado a media altura, con una chimenea de piedra y cielo con artesonado policromado, en tonos donde prima el dorado. Hacia el ala norte están los salones de recepción. Como comenta Alone en la revista Sucesos de julio de 1921: “Estilo francés puro, pintados de colores claros y suaves, en tonos que acarician la mirada; hasta el último detalle está cuidado con esmero minucioso y desde el parquet de Versalles hasta las amplias curvas de los cielos, todo evoca la corte refinada por excelencia del siglo XVIII” Ocupa la terraza norte el escritorio, enmaderado en caoba, con estanterías en los muros, rejas de bronce y decorado con una hilera de águilas imperiales.
En el ala sur se encuentran tres grandes estancias: el comedor de diario y la sala de billar que “parece una capilla, el cielo de encina oscura, admirablemente tallada, se levanta hacia el centro y descuelga hasta muy bajo una lámpara de hierro architect’s request and to the benefit of the new mansion, to the exorbitant sum of two and one-half million by the time the work ended. The plans conceived an imposing Italian-style residence that was praised by critic Hernán Díaz Arrieta (Alone), who called it “A palace of joyful majesty.” The lightness of the details, the luminosity of the spaces of the welcoming corners of the Bruna Palace emanate a certain sensation of simplicity, the luxurious ornamental details that abound inside give it that dignity natural to 19 th century mansions. The three-story building has a park with ponds, exotic trees and a magnificent stable in the likeness of a medieval tower. The iron fences, perimeter walls with large vases and a gatehouse pavilion towards Merced Street help create that palatial air that remains intact to this day.
An enormous portico made of thick pillars frames the main entrance. One enters the hall through a fine grate fence illuminated by a circular skylight that shows off the white marble floor, the black marble lintels and the spectacular staircase with carved onyx plaques that reaffirm the modernist style of the space.
There is a half-height wood-lined vestibule behind the hall with a stone chimney and polychromous coffered ceiling in tones where gold prevails. The reception rooms lay in the north wing. As Alone commented in Sucesos magazine in July 1921: “This is in a pure French style, painted in clear and soft colors in tones that caress the view. It is maintained to the last detail with painstaking care and from the Versailles parquet to the ample curves of the ceilings, everything evokes the refined style of the 18th century par excellence.” The den was off the north terrace, paneled in mahogany wood with shelves on the walls, bronze grating, and decorated with a row of Empire eagles.
There were three large rooms in the south wing: the breakfast room and the billiard room that “looked like a chapel, the ceiling made of dark oak and admirably carved, it rises towards the center and a forged iron lamp hangs quite low,” commented Alone himself. Further to the south is the dining room in the style of forjado” comenta el mismo Alone. Más al sur está el comedor estilo Enrique II, decorado con adornos metálicos de plata oxidada, iluminado por los amplios ventanales que dan al jardín de invierno, que permite ver desde sus vitrales el parque. Aunque este esquema no difiere mucho de las grandes ornamentaciones de principios de siglo, su distintivo —y por ende su valor— es que las piezas fueron todas fabricadas en el país por alumnos de la Escuela de Bellas Artes. En el segundo nivel un pasillo con pilastras de ónix conduce a los dormitorios, y una escalera artísticamente tallada lleva al tercer nivel, donde originalmente se accedía a una enorme terraza. Una escalera secundaria que recorre toda la casa, y un ascensor, permitían bajar al piso bajo, donde estaban los servicios. El término de la guerra europea en 1918 coincidió con la muerte repentina del arquitecto Julio Bertrand, debiendo asumir las obras su amigo Pedro Prado. La muerte de Bertrand y la creación del salitre sintético en Alemania, sucesos que podrían augurar un mal destino, parecieron no atemorizar al señor Bruna que continuó vigilando la edificación de su palacio, que se convirtió en la más suntuosa residencia proveniente de las fortunas salitreras. Paradojalmente el término de su construcción simbolizó el fin de la belle époque chilena.
123 El interior del Palacio Bruna sorprende por el excepcional nivel de los materiales: finas placas de mármol blanco o negro, paneles de ónix, aplicaciones en bronce o plata, grandes paneles tallados en Encina, pisos de parquet dibujado y coloridos vitrales son parte de su ornamentación. / The interior of the Bruna Palace was built and decorated with exeptional materials: fine white and black marble, onix, silver and bronze,great carved oak panels, beatiful parkets and colourfull viteraux.
Henry II, decorated with metal adornments made of rusted silver, illuminated by large windows that look out on to the winter garden, permitting a view of the park through their stained glass. Although this design is not much different from the large ornamentations of the early part of the century, its distinction and, therefore, its value is that the pieces were all fabricated in the country by students at the School of Fine Arts. A hallway on the second floor with onyx pilasters leads to the bedroom and an artistically carved staircase rises to the third floor that was originally the entrance to an enormous terrace. One can descend to the lower floor through a secondary staircase that runs the length of the house and an elevator, where the servants’ quarters were.
The end of the European War in 1918 coincided with the sudden death of the architect Julio Bertrand and his friend Pedro Prado had to take over his work. Bertrand’s death and the creation of synthetic nitrate in Germany, which would augur bad luck, did not seem to create fear in Mr. Bruna, who continued watching over the edification of his palace that became the most magnificent residence that came out of the nitrate fortunes. Paradoxically, the end of its construction symbolized the end of the Chilean Belle Époque.