Palacios al norte de la Alameda
El sueño del París Americano
El sueño del París Americano
Dirección y coordinación general
Direction and general coordination
Soledad Rodríguez-Cano
Autores / Authors
Fernando Imas
Mario Rojas
Colaboradores / Collaborators
Ricardo Nazer
Isabel Cruz
Roberto Merino
Sebastián Gray
Fotografía / Photography
Marcos Mendizábal
Diseño / Design and layout
Ximena Ulibarri
Edición / Editing
Cristóbal Joannon
Palacios al Norte de La Alameda: El sueño del Paris Americano, es un recorrido fantástico que pretende envolver al lector en la vorágine cultural que significó la transformación de la sociedad de Santiago a fines del siglo XIX. La monótona urbe que se había mantenido intacta desde que la trazara a cordel el propio Pedro de Valdivia comenzó a hacerse incómoda para los cada vez más refinados habitantes de la capital, quienes enriquecidos por los enormes caudales de dinero que proporcionó la banca, la minería, la agricultura y el comercio, necesitaron de un espacio acorde a sus aspiraciones de alcanzar el fastuoso tren de vida de las grandes personalidades europeas.
Fue necesario entonces, montar una exótica escenografía entre los destartalados muros de adobe y dotar a la urbe de los más modernos adelantos como el alumbrado a gas, el alcantarillado y posteriormente la electricidad.
También hacer de los espacios públicos un alegre paseo, de los salones grandes espectáculos sociales y del comercio, un atiborrado conjunto de lo mejor del arte y la manufactura europea. Vieron nuestros compatriotas el punto culmine a sus vanidades en la construcción de lujosas residencias que llenaron de colorido todas los acontecimientos sociales de una historia que comenzó a apagarse a medida que el siglo XX hizo su entrada.
Las páginas que recorrerán son una oportunidad interesante para visitar el centro de Santiago desde una nueva perspectiva, comprender la presencia de éstas grandes construcciones que llenaron de orgullo a sus habitantes y valorizar lo poco que hoy va quedando, en una urbe que crece y se reconstruye casi siempre dándole la espalda a su pasado.
Agradecemos a las personas que nos acompañaron en este aprendizaje, a las instituciones que amablemente abrieron sus puertas y, a los archivos fotográficos y de documentación que nos proporcionaron la información necesaria para complementar el relato con esas huellas del pasado que ya no existen.
La ciudad es un documento abierto que muchas veces pasa desapercibido, pero que oculta retazos invaluables de historia en sus alicaídos rincones. Conocerlos es un verdadero privilegio, una oportunidad que esperamos poder compartir viajando por este libro...
Palaces North of Alameda Avenue: The dream of an American Paris is a fantastic tour that endeavors to envelope the reader in the cultural vortex of the transformation of Santiago society at the endof the 19th century. The monotonous city that had remained intact since it was delimited in rope by Pedro de Valdivia himself began to become uncomfortable for the increasingly more refined inhabitants of the capital, who had become rich from the huge cash flows provided by banking, mining, agriculture and trade. hey needed a space in line with their aspirations of attaining the lavish lifestyle of the grand European figures.
An exotic stage therefore had to be set among the ramshackle walls of adobe and the city had to be equipped with the most modern advances, like gaslights, sewerage and later electricity. Public spaces had to be converted into a joyful promenade, grand salons into social spectacles, and commerce into a gorged collection of the best of art and European manufactures. Our fellow citizens saw the culmination of their vanity in the construction of luxurious residences that gave color to all social events of a history that began to fade as the 20 th century came into being.
The pages that you will read are an interesting opportunity to visit Downtown Santiago from a new perspective, to comprehend the presence of these grand buildings that filled their inhabitants with pride, and to value the little that remains in a city that is growing and is virtually always reconstructing itself by turning its back on the past.
We thank everyone who accompanied us in this learning experience, the institutions that kindly opened their doors, and the photographic and documentary archives that gave us the necessary information to complement the narrative with those footprints of the past that have been erased.
The city is an open book that often goes unnoticed, but which conceals invaluable remnants of history in its languishing corners. Knowing them is a true privilege, an opportunity that we hope we are able to share by the voyage through this book.
1. Palacio Alambra
2. Palacio Urmeneta
3. Palacio Real de Azúa
4. Palacio Arrieta
5. Palacio Subercaseaux
6. Palacio Edwards
7. Palacio Rojas Pradel
8. Palacio Matte
9. Palacio Pereira
10. Palacio Yrarrázaval
11. Palacio Rivas
12. Palacio Elguín
13. Palacio Concha
14. Palacio Larraín
15. Palacio Letelier
16. Palacio Edwards M.
17. Palacio Undurraga
18. Palacio Whigtmann
19. Palacio Álamos
20. Palacio Bruna
Prólogo / Prologue
Mapa / Map
Índice / Contents
Introducción Introduction
Apellidos, herencias y fortunas en el Santiago de cambio de siglo
Family names, estates and fortunes in the Santiago of the turn of the century
Ricardo Nazer Ahumada
C AP TUlo
De vanidades y proezas: El sueño del París Americano
Vanities and feats: the dream of an American Paris
Fernando Imas Brügmann - Mario Rojas Torrejón
Juegos de Espejo, Giros de Salón: Moda y baile en los palacios del norponiente santiaguino 1875-1915.
Mirror games, ballroom twirls: Fashion and dancing in the palaces of northwest Santiago 1875-1915
Isabel Cruz de Amenábar
C AP TUlo II
El apogeo de un sueño:
Lujos y excentricidades de una sociedad alegre
The apogee of the dream: luxuries and eccentricities of a happy society
Fernando Imas Brügmann - Mario Rojas Torrejón
Historias circulares del Barrio Brasil
Circular stories of Barrio Brasil
Roberto Merino
C AP TUlo III
Despilfarros, crisis y el ocaso de toda una época
Squandering, crisis and the decline of an entire era
Fernando Imas Brügmann - Mario Rojas Torrejón
La nueva República
The New Republic
Sebastián Gray
Comentarios finales / Final comments
Línea de Tiempo / Timeline
Bibliografía / Bibliography
Puede parecer no sólo un poco, si no que bastante pretencioso hablar sobre “palacios” de Santiago y más aún hacer un libro sobre ellos. En estricto rigor no debiéramos llamarlos así, ya que ninguno fue residencia de reyes ni de nobles, pero curiosamente es el nombre con el que han sido conocidos por generaciones. El apelativo de “palacios” suena aún más extemporáneo en el Santiago del siglo XXI, cuando estos edificios aparecen disminuidos en el contexto de la ciudad. Las construcciones en altura no permiten que se luzcan y los hacen ver como pequeñas y añosas construcciones en medio de una ciudad que les da la espalda. A esto se suma el visible estado de deterioro en que se encuentra una buena parte de los pocos que aún quedan en pie. Pero cuando fueron construidos sin duda fueron una novedad. Diseños extravagantes y un lujo inimaginable llamaron la atención de los santiaguinos de mediados del siglo XIX. Cuando ésta era una ciudad con calles sin pavimentar, arrasada por terremotos y desbordes del río, donde la fachada continua de toscos muros de adobe y la rígida cuadricula de damero definían su carácter. Los edificios públicos y las iglesias algo habían dado que hablar en épocas anteriores. No hay que olvidar que a fines del siglo anterior, Santiago se había vestido con la obra de Toesca y sus discípulos: el palacio de la Moneda, el de la Real Aduana (actual Museo Chileno de Arte Precolombino) y el puente de Calicanto, entre otros notables edificios. Y también de admirables iglesias, entre las que destacaba la iglesia de la Compañía, que estaba emplazada donde actualmente están los jardines del Congreso, reconocida por su extraordinaria belleza y porque protagonizó uno de los relatos más lamentables del siglo XIX, cuando se quemó junto a un gran número de feligreses que quedaron atrapados. Pero las casas eran otra historia. Estas eran bastante modestas y, salvo contadas excepciones, muy poco ostentosas. La arquitectura colonial daba cuenta de alguna manera de lo re-
It may appear not only a little, but rather pretentious talking about “palaces” in Santiago, and furthermore making a book about them. Strictly, we should not call them so, for none of them was the residence of kings or nobles, but curiously, they have been known with that name for generations.
The denomination of “palaces” is even more extemporaneous in the 21 st century Santiago, where these buildings appear as diminished in the context of the city. High constructions do not allow them to shine and make them seem small and old constructions amidst a city that turns its back on them. To this is added the visible deterioration in which the few still standing are. But when they were built they were undoubtedly a novelty. Extravagant designs and unimaginable luxury called the attention of the Santiago people in the mid-19 th century. When this was a city with unpaved roads, battered by earthquakes and the river bursting its banks. A city where the continuous façade of rough adobe and the rigid grid of checkerboard defined its character. Public buildings and churches had given something to speak of in previous times. Must not be forgotten that by the end of the previous century, Santiago had dressed up with the work of Toesca and his disciples: the Palacio de la Moneda the Palacio de la Real Aduana (currently the Museo Chileno de Arte Precolombino – Chilean Museum of Pre-Columbian Art) and the Puente de Calicanto among other noted buildings. And also of admirable churches, among which is the Iglesia de la Compañía , which was located where currently are the Congress Gardens, known for its remarkable beauty and because it was a part in one of the most sad stories of the 19 th century, when it burnt down together with a large number of church goers that were caught in the fire.
servada que era la sociedad santiaguina. Y fue justamente eso lo que paulatinamente comenzó a cambiar, de la mano de las transformaciones sociales y de la llegada de nuevas influencias extranjeras tras la Independencia.
En el transcurso del siglo la construcción de estos llamados “palacios” dio cuenta de eso, de una sociedad que modificó sus patrones culturales profundamente. Nuevos protagonistas se insertaron en la sociedad y el Estado jugó un rol cada vez más activo en la planificación de la ciudad. Se levantaron mansiones de los más variados estilos, dando cuenta de las pretensiones de los nuevos grupos que al parecer querían más bien estar en París que en Chile, y no tenían temor ni pudor en mostrar el estatus que habían alcanzado.
Paralelamente se construyeron nuevos parques, se pavimentaron calles y se integraron adelantos como la iluminación a gas y el sistema de alcantarillado. Se formaron clubes sociales, se construyó un Teatro Municipal a la altura de los teatros europeos, se fundó el Club Hípico y se crearon nuevos barrios diseñados y pensados para funcionar de acuerdo a las necesidades de los grupos más acomodados.
Santiago había superado en sus pretensiones a ciudades como La Serena, Valparaíso y Concepción, y por eso fue un polo de atracción para las grandes fortunas del país, que provenían de la agricultura y –ahora como novedad– de la minería y el comercio. Estaban todos los actores necesarios para convertirla en una capital con estilo y con la capacidad de satisfacer los requerimientos de cualquier persona culta y refinada.
“Una primera visita a la ciudad de Santiago no deja de ser motivo de agradable sorpresa para un europeo inteligente… En verdad uno no espera encontrar a treinta leguas en el interior, al pie de los Andes, una ciudad de alrededor de 160.000 almas con edificios públicos tan magníficos, mansiones particulares tan imponentes y paseos tan excepcionalmente bellos. Quizás lo que más impresiona a un extranjero, después de la situación realmente admirable de la ciudad, es la atmósfera de holgura aristocrática y de reserva que reina allí”, describía sir Horace Rumbold, embajador británico, esta ciudad en 1877.
But homes were different. They were rather modest, and save a few, of little ostentation. Colonial architecture represented somehow how reserved the Santiago society was. And it was precisely that what started changing, together with the social changes and the arrival of new foreign influences after the Independence.
It is in this century that the building of these so called “palaces” accounted for it, of a society deeply changing its cultural patterns. New protagonists inserted into society and the State had a role each time more active in the planning of the city. Mansions in the most varied styles were erected, accounting for the pretenses of the new groups which seemed wanted more being in Paris than in Chile and had no fear nor were shy the status they had reached.
At the same time, new parks were built, roads were paved and advances were brought, such as gas lighting and sewage. Social clubs were formed, an Opera House was built equal to the European ones, the Club Hípico was founded and new neighborhoods designed and conceived to operate as per the needs of the most well off groups were created.
Santiago had exceeded in its pretensions cities such as La Serena, Valparaíso and Concepción, and for that was an attraction pole for the great fortunes of the country which came from the land and —now as a novelty— from mining and trade. All necessary actors were there for making it a capital with style and with the capacity for satisfying the requirements of any cultivated and refined person.
“A first visit to the city of Santiago is reason for a pleasant surprise for an intelligent European…Actually one does not except finding thirty leagues into the land, at the feet of the Andes, a city of some 160,000 souls with such magnificent public buildings, so imposing private mansions and as beautiful avenues. Perhaps what impresses the most to a foreigner, after the really admirable situation of the city, is the atmosphere of aristocratic ease and of reserve reigning here”, wrote Sir Horace Rumbold, the British Ambassador about this city in 1877.
Esta época, aproximadamente entre 1870 a 1914, fue llamada la “Belle époque”. Fue un momento de transformación sin precedentes, en la que cambiaron las bases sociales y políticas, lo mismo las formas de vida tanto en su manifestación privada como pública. En Europa, la sensación de bienestar y riqueza, producida por la prosperidad económica derivada de la revolución industrial y el capitalismo, permitió el desarrollo de una pujante burguesía que simplemente buscó el goce de la vida sin mayores tapujos. Esto se hizo notar en todo ámbito de cosas, pero sobre todo en las modas, la arquitectura y el urbanismo. En América, y específicamente en Chile, lo vemos reflejado en el cambio cultural que llevó a la transformación de Santiago.
Pero vamos a ir un poco más atrás, a los primeros años del siglo XIX, para mostrar lo que fue, lo que era y lo que llegó a ser esta ciudad en el transcurso de un siglo, sin dejar de lado la critica obvia, esto es, que era una ciudad con los pies de barro. Por cierto que lo era. Cuando en Chile comenzaba la vida independiente, la capital era pobre, sucia y probablemente carente de entretenciones para muchos, pero no se veían las diferencias abismantes en la calidad de vida que se perciben a fines de siglo, donde así como nos admiramos con la construcción de estos palacetes, no dejamos de sorprendernos de la pobreza indigna e inhumana en la que vivía la mayoría de la población. Benjamín Vicuña Mackenna se refería a estos espacios como“una inmensa cloaca de infección y de vicio, de crimen y de peste, un verdadero potrero de la muerte”. Qué más se puede decir. Pero eso será motivo de otra publicación.
En las primeras décadas del siglo XIX, Santiago no pasaba de ser una aldea grande. Contaba con cerca de 35.000 habitantes y era la única ciudad que había adquirido relativa importancia.
“Las ciudades y villas repartidas a lo largo del país eran extremadamente modestas, con escasos habitantes, con industria y comercio mínimos, con malas comunicaciones y llevando una vida casi artificial. En cambio Santiago, por ser la capital del
This time, approximately from 1870 to 1914, was called the “Belle Époque”. It was a time of unprecedented transformation, in which were changed the social and political bases, be it in the lifestyle both in its private and public manifestation. In Europe, the feeling of wellbeing and welfare produced by the economic prosperity produced by the industrial revolution and the capitalism allowed the development of a thriving bourgeoisie that simply sought enjoying life bluntly. This was showed in all order of things, but especially in fashions, architecture and town planning. In America, and specifically in Chile, we see it reflected in the cultural change that lead to the transformation of Santiago. But we will go back a little more, to the first years of the 19 th century, to show what it was and what it came to be this city in the course of one century, without leaving aside the obvious criticism, i.e., that it was a city with feet of mud. And it was. When in Chile began independent life, the capital was poor, dirty and probably lacking of entertainment for many, but there could not be seen the staggering differences in the quality of life seen in the late 19 th century. In the latter, where we cannot but admire the construction of these mansions, we cannot but be surprised by the indignant and inhuman poverty in which lived most of the population. Benjamín Vicuña Mackenna referred to these spaces as a “huge sewer of infection and of vice, of crime and of pestilence, a true field for death”. What more can be said. But this will be reason for another publication.
A large village
In the first decades of the 19 th century Santiago was not more than a large village. It had some 35,000 inhabitants and it was the only city to have acquired a relative importance. “Cities and village scattered throughout the country were extremely modest, with few inhabitants, with minimum industry and trade, with bad communications and leading an almost artificial life.
Reino, por residir allí las autoridades, por su población más abundante y por los valiosos edificios que se habían construido durante la Colonia, tenía una fisonomía muy superior”, escribe René León Echaiz en su Historia de Santiago La vida se concentraba en los límites de la traza primitiva de la ciudad. Una planta que se estructuró como una especie de isla, de forma triangular. El cerro Santa Lucía era el vértice oriente y sus lados fueron los dos brazos en que se bifurcaba el Mapocho, el río y la Cañada. El límite poniente estaba aproximadamente a la altura de la actual Avenida Brasil.
Para dimensionar su tamaño, a fines del período colonial contaba con 62 calles y cerca de dos mil casas, según un recuento realizado durante el gobierno de Muñoz de Guzmán. Y se lucían en ella las obras monumentales edificadas en el último período colonial, las que de alguna manera habían elevado el status de la capital, pero no lo suficiente como para modificar el estilo de vida de sus habitantes. Tampoco tuvieron gran efecto los sucesos políticos que se sucedieron entre 1810 y 1817 y que desencadenaron la independencia del país. Llama la atención que entre las principales preocupaciones del Cabildo, en 1813, como consta en las Actas, estaba el “humo que ofusca a la ciudad”, lo que nos muestra que el problema de la contaminación no es nada nuevo para esta urbe encajonada. A esto hay que sumarle la limpieza y cuidado de las acequias urbanas, el alumbrado público y la propagación de “poblaciones callampas”. En esos tiempos se prohibió arrojar basuras a la Cañada (actual Alameda), se ordenó que cada vecino debía cuidar la limpieza de su propiedad y no echar aguas inmundas ni basuras a las acequias circundantes. Se prohibió lavar ropas en las acequias que daban de beber a la población, ni en el río antes de la última bocatoma. Se ordenó que cada vecino pusiera un farol frente a su casa con la obligación de mantenerlo, como relata León Echaiz. Estas ordenanzas municipales de alguna manera dan cuenta del carácter semi rural que aún tenía gran parte de la ciudad. Para quienes la habitaban, esta era una ciudad pobre, aislada del mundo y con toda la rigidez urbana de un campamento
Whereas Santiago, because of being the capital of the Realm, because the authorities lived there, because its population was larger and the valuable buildings built in colonial times had a far more superior appearance”, writes René León Echaiz in his Historia de Santiago
Life concentrated within the original boundaries of the city. A plan that was structured as a sort of island, with a triangular shape. The Santa Lucía Hill was the eastern vertex and its sides the two branches into which the Mapocho divided, the river and the Cañada The western boundary was approximately where the current Brazil Ave. is. To dimension its size, by the end of the colonial times it had 62 streets and some 2 thousand houses, as per a recount carried out during the government of Muñoz de Guzmán. And among them noted the monumental works built in the late colonial time, which in some manner had raised the status of the capital city, but not enough to modify the lifestyle of its inhabitants. Neither had great effect the political events that succeeded between 1810 and 1817 and which caused the independence of the country.
Draws our attention that among the main concerns of the Cabildo (City Council), in 1813, as is evidenced by the Minutes, was the “smoke that blinds the city”, which shows us that the pollution is not a new problem for this city surrounded by mountains. To this must be added the cleaning and care for the urban ditches, public lighting and the spread of slums. In these time was forbidden to throw garbage into the Cañada (the current Alameda), it was ordered that every neighbor was to look for the cleaning of their property and not to throw wastewater or garbage into the surrounding ditches. It was forbidden to wash clothes in the ditches that provided drinking water and in the river before the last water inlet. It was ordered that every neighbor put a streetlight in front of their houses and was obligated to care for it, as León Echaiz tells us. These municipal ordinances somehow given an account of the semi-rural character most of the city still had.
militar. Sus vecinos aprendieron a vivir o sobrevivir con el constante temor de los terremotos, incendios y las crecidas del río. Era una ciudad austera como sus vecinos, conservadora y religiosa, y con una excepcional cantidad de iglesias, no por menos la llamaban “la Roma de las Indias”.
Tuvieron que pasar casi treinta años después de la Independencia para que Santiago y sus habitantes comenzaran a reinventarse a sí mismos, buscando su identidad. Lo hicieron con la vista puesta en Europa y en especial en Francia como principal referente, siguiendo las influencias y modas que aparecieron gracias a la apertura del país al comercio internacional.
Durante la llamada República Conservadora, entre 1830 y 1860, con los gobiernos de José Joaquín Prieto, Manuel Bulnes y Manuel Montt, se produjo un importante desarrollo económico de la mano de la exportación de materias primas. Este auge económico fue liderado por un nuevo tipo de empresario que supo aprovechar las oportunidades, ya sea por el descubrimiento de minerales (plata y cobre) o por la demanda de trigo durante la fiebre del oro en California y Australia. Luego, tras la Guerra del Pacífico, se intensificó la explotación salitrera, que significó una nueva inyección de ingresos, acrecentando las rentas públicas y las fortunas privadas; se vivió una época de gran bonanza en las últimas décadas del siglo XIX. La tradicional aristocracia castellano-vasca, que fundaba su riqueza en la tenencia de la tierra, se fue lentamente mezclando con este nuevo grupo de empresarios. Este hecho, como plantea el historiador Sergio Villalobos, generó dos efectos que modificaron el escenario económico del país: la nueva burguesía invirtió parte de sus riquezas en tierras y el grupo tradicional de terratenientes se sumó y enfrentó los nuevos desafíos modernizando sus sistemas de producción y diversificando sus inversiones.
El crecimiento de la ciudad planteó la necesidad de realizar un reordenamiento planificado de la planta y su trazado. La respuesta a esta inquietud fue el “Plan de Transformación de
For those living in it, this was a poor city, isolated from the world and with all the urban rigidity of a military camp. Its neighbors learnt to live or survive with the constant fear of earthquakes, fires and the flooding of the river. It was an austere city as its people, conservative and religious, and with a notable amount of churches, not for less it was called “the Rome of the Indies”.
Thirty years had to go by after the Independence for Santiago and its inhabitants to start reinventing themselves, seeking for their identity. They did it with their eyes set in Europe, and especially France as main model, following the influences and fashions that appeared thanks to the opening of the country to international trade.
During the so-called Conservative Republic (1830-1860), the governments of José Joaquín Prieto, Manuel Bulnes and Manuel Montt, was produced an important economic development hand in hand with the export of raw materials. This economic boom was lead by a new kind of businessman that knew how to make the most of opportunities, be it the discovery of mineral (silver and copper) or the demand for wheat during the gold rush in California and Australia. Then, after the War of the Pacific, was intensified the exploitation of niter which meant a new injection of income, increasing public income and private wealth. It was lived a great boom in the last decades of the 19th century.
The traditional Castilian-Basque aristocracy, which founded its wealth in land ownership, slowly mixed with this new group of businessmen. This fact, as the historian Sergio Villalobos explains, generated two effects that modified the economic scenario of the country: the new bourgeoisie invested part of its wealth in land and the traditional of group of landowners added and faced the new challenges modernizing its production systems and diversifying its investments.
The city’s growth raised the need to carry out a planned reordering of the plan and its layout. The answer to that was the
Santiago”, diseñado e impulsado por el Intendente Benjamín Vicuña Mackenna (1872-75). Este proyecto estaba inspirado en los trabajos de renovación urbana realizados en París a mediados del siglo XIX por el prefecto del Sena, Barón Georges Haussmann. Sus resultados transformaron esa ciudad europea en la más bella y monumental del continente. La gran novedad fue que en estos cambios se consideraba el tejido urbano como un escenario de interacción social. El boulevard, la ópera, el disfrute de los paseos por elegantes parques, son lo que da un aire de modernidad y cultura a París.
En pocos años la capital francesa se transformó en un modelo no sólo para Chile sino para buena parte del mundo. Las clases acomodadas chilenas volcaron la vista hacia Francia para definir las estructuras sociales, las formas y lugares de encuentro, el vestuario y las costumbres, la decoración, el mobiliario y la educación de los hijos. Incluso el idioma francés pasó a ser un atributo básico y propio de la elite.
De acuerdo a Villalobos, “el contacto con Francia y Europa, en general, no sólo fue de absorción de la cultura, sino una identificación con ella, que condujo a vínculos de amistad y de familia con altos sectores del viejo mundo”. Una gran cantidad de chilenos vivieron en París o fueron visitantes por temporadas como los Cousiño, que personalmente buscaron el alhajamiento para su residencia en las principales tiendas de la capital europea; lo mismo la familia de Maximiano Errázuriz y los Edwards, entre otras.
Vicuña Mackenna afirmaba que seguir este modelo y realizar una transformación profunda de Santiago “es el mejor negocio que podría o debería acometer la ciudad pues para ella es una cuestión de ser o no ser, de ser ciudad o de ser potrero”. Tras una ardua labor el Intendente logró aunar criterios y entusiasmar a connotados ciudadanos para unirse al esfuerzo del Gobierno. Como hasta ese momento Santiago se extendía desordenadamente más allá de la traza fundacional, el plan comenzaba con una división de ésta en dos sectores: el sector urbano, considerado como lo civilizado, y los suburbios o la barbarie. De esta manera se formaría un núcleo urbano ordenado y compacto,
“Plan for the Transformation of Santiago”, designed and fostered by the Governor Benjamín Vicuña Mackenna (1872-75). This project was inspired in the urban renewal works carried out in Paris in the mid-19 th century by the prefect of the Seine, Baron Georges Haussmann. Its results made that European city the most beautiful and monumental in the continent. The great novelty was that in these changes the urban fabric was considered as a scenario for social interaction. The boulevards, the opera, the enjoyment of strolls through elegant parks are what provide an air of modernity and culture to Paris.
In a few years the French capital became not only a model for Chile, but for a good part of the world. The wealthy Chilean classes turned their eyes to France to define the social structures, the forms and places of encounter, the dressing and customs, the decoration, the furniture and the education of the offspring. Even the French language became a basic attribute and proper to the elite.
According to Villalobos “the contact with France and Europe, in general, was not only of absorption of the culture, but an identification with it, which lead to links of friendship and family ones with high sectors of the old world”. A large quantity of Chileans lived in Paris or visited for seasons, as the Cousiño family, which personally sought for the furnishing of their residence in the main stores of the European capital; the same can be said of the family of Maximiliano Errázuriz and the Edwards, among others.
Vicuña Mackenna stated that following this model and carrying out a deep transformation of Santiago “was the best business that could or should attempt the city, for it is for it a matter of being or not being, of being city or field”. After hard work the Governor managed to unify criterion and make noted citizens enthusiastic to join the effort of the Government.
Since until then Santiago sprawled disorderly beyond the foundational layout, the plan begun with a division of it into two areas: the urban area, considered as the civilized one and the
lo que haría más fácil atender sus necesidades. Para separarlos, propuso la conformación de un “Camino de Cintura” que tendría, por su diseño, el carácter de cordón sanitario contra las “pestilencias de los arrabales”, y de solución vial para descargar el tráfico de los barrios centrales. De este camino, sólo se construyó el trazado sur, hoy Avenida Matta-Blanco Encalada, y el trazado oriente, actual Avenida Vicuña Mackenna. Este programa de mejoramiento urbano abarcaba diferentes ámbitos. Si bien, no todos los puntos propuestos por el Intendente se realizaron durante su mandato, este listado de prioridades sirvió de base para el posterior desarrollo de importantes acciones urbanas, como la canalización del río Mapocho. El plan incluía la modificación del plano y del trazado urbano, el establecimiento de servicios básicos como el suministro de agua potable y el saneamiento de los barrios populares.
Majestuosos, elegantes, fastuosos y exuberantes. Se pueden dar muchos adjetivos a los palacetes que se construyeron en Santiago en esta época y que en su mayoría fueron diseñados por destacados arquitectos europeos. Estos tomaban el encargo y se alineaban con referentes europeos que se adaptaban a la realidad chilena, aunque a veces de forma demasiado literal. En otros casos se dejaron llevar por la imaginación, en un momento en el que se buscaba mostrar el estilo y la elegancia, pero fundamentalmente dar cuenta del status de sus dueños. El mejor ejemplo de esto es la casa de José Santos Ossa, el acaudalado minero que mandó copiar, en la calle Compañía, el palacio de la Alhambra de la ciudad española de Granada.
En 1848 llegó Claude Francois Brunet de Baines, quien ejerció una visible influencia en la enseñanza de la arquitectura y en la estética de moda debido a la gran cantidad de construcciones que se le encomendaron. Inició la enseñanza de esta disciplina en la Universidad de Chile y participó en el diseño del primer Teatro Municipal (destruido por un incendio en 1870), en conjunto con el ingeniero Augusto Charme. Además, realizó los planos para edi-
suburbs or the barbarity. In this manner, an orderly and compact urban nucleus would be formed, and its needs would be more easily seen to. To separate them it was proposed to form a “ Camino de Cintura (Ring Road)” which would have, for its design, the character of cordon sanitaire against the “pestilence of the slums” and of a road solution for unburdening the traffic from the central neighborhoods. It was only built of this road, only the southern layout, today Avenida Matta-Blanco Encalada, and the Eastern layout, the current Avenida Vicuña Mackenna.
This urban improvement program encompasses many areas. Although, not all the points proposed by the Governor were carried out during his term, this list of priorities served as base for the later development of important urban actions, as the canalization of the Mapocho river. The plan included the modification of the urban plan and layout, the establishment of basic services as the supply of drinking water and the cleaning up of popular quarters.
Majestic, fancy, lavish and exuberant. Many adjectives can be given to the mansions built in Santiago at this time and most of which were designed by noted European architects. These took the commission and aligned with European models that adapted to Chilean reality, though some times to literally. In other cases they got carried away, at a time in which was sought showing style and elegance, but essentially account for the status of its owners. The best example of this is the house of José Santos Ossa, the wealthy miner who had copied, on Compañía Street, the Alhambra Palace from the Spanish city of Granada.
In 1848 arrived to the country Claude Francois Brunet de Baines, who exercised a visible influence in the teaching of architecture and in the esthetics of fashion due to the large amount of constructions he was commissioned. He began teaching this discipline at Universidad de Chile and took part in the design of the first Teatro Municipal (destroyed by a fire in 1870), together with the engineer Augusto
ficios como el Congreso Nacional, el Palacio Arzobispal, los pasajes Mac Clure y Bulnes, y las residencias de Melchor Concha y del General Bulnes.
Casi diez años después llegó el arquitecto Lucien Ambroise Henault, quien fue profesor y trabajó para el Gobierno en proyectos de carácter público. También fue autor de las residencias de Manuel Blanco Encalada, Luis Pereira, Ignacio Larraín y Javier Ovalle.
La enseñanza que lideraron estos extranjeros y que se basaba en los métodos de la École des Beaux-Arts, dio como resultado un cambio irreversible en la forma de entender la arquitectura.
Y así, al terminar el siglo XIX, las nuevas construcciones pusieron fin a la sencillez y mesura de la Colonia.
Entre los discípulos que continuaron la tradición de la arquitectura francesa en Santiago están Manuel Aldunate y Fermín Vivaceta. Por otra parte, jóvenes chilenos estudiaron en Europa, principalmente en Francia, y trajeron consigo las fórmulas de moda. Tal es el caso de Ricardo Larraín Bravo, Alberto Cruz Montt y Emile Jécquier, quienes desarrollaron un ejercicio profesional muy exitoso, que se puede constatar en un número considerable de obras que aún existen en la capital.
Los palacios en el Santiago de hoy Palacios, palacetes o mansiones, poco importa el nombre con el que se les denomine. Lo cierto es que los edificios que mostramos en esta publicación, tanto los que están en pie como los que fueron demolidos, nos cuentan parte de la historia de la ciudad que habitamos. Son los mudos testigos de una época, de una sociedad y de un momento histórico que forma parte de nuestra herencia cultural.
Adentrarnos en sus salones, conocer a quienes fueron sus habitantes, incluso revivir parte de las fiestas y celebraciones que en ellos se realizaron, es como hacer un viaje al pasado. Si las paredes hablaran podríamos conocer tantas historias, momentos íntimos y conversaciones políticas que definieron los destinos del país. Encuentro literarios, grandes y profun-
Charme. Also, he made the plans for building such as the National Congress, the Archbishop’s Palace, the MacClure and Bulnes arcades and the residences of Melchor Concha and of General Bulnes. Nearly ten years later arrived the architect Lucien Ambrose Hanault, who was a professor and worked for the Government in projects of public character. He was also the author of the residences of Manuel Blanco Encalada, Luis Pereira, Ignacio Larraín and Javier Ovalle.
The teaching these foreigners lead and which was based in the methods of the École des Beaux-Arts resulted in an irreversible change in the manner of understanding architecture. And thus, by the end of the 19th century, the new constructions put an end to the simplicity and moderation of the colonial times.
Among the disciples that continued the tradition of French architecture in Santiago are Manuel Aldunate and Fermín Vivaceta. On the other hand, Chilean young people studied in Europe, mainly in France, and brought with them the fashionable formulas. Such is the case of Ricardo Larraín Bravo, Alberto Cruz Montt and Emile Jéqcuier, who developed a very successful professional practice, as can be evidenced by a considerable number of works still existing in the capital.
Palaces in Santiago today
Palaces, little palaces or mansions, is of little concern the name used. What is true is that the building we show in this publication, both the ones still standing and those that were torn down, tell us part of the history of the city we live in. They are mute witnesses of a time, a society and a moment in history that is part of our cultural inheritance.
Going into their rooms, knowing who lived in them, even relive part of the parties and celebrations that took place in them, is like taking a trip down memory lane. If walls could talk we could know of many stories, intimate moments and political conversations
das conversaciones. Por estos palacios pasaron escritores, artistas, intelectuales y políticos. Pero hay mucho trabajo que hacer para lograr reconstruir esos momentos; esta es sólo una primera aproximación.
En esta libros acotamos el territorio de la investigación al triangulo fundacional. A mediados del siglo XIX las clases altas buscaban estar cerca de la Plaza de Armas, de la Alameda y del Congreso. Luego comenzó el desarrollo hacia el sur poniente en los barrios que se urbanizaron y se pusieron de moda tras la construcción del Parque O’Higgins. Pero la redefinición y modernización de Santiago comenzó en el corazón mismo de la ciudad y dejó huellas que aún hoy podemos apreciar y disfrutar.
Actualmente Santiago es una urbe de cerca de seis millones de habitantes y ha sufrido un crecimiento exponencial en las últimas décadas. Miles de sus habitantes ni siquiera pasan por el Centro y sólo lo visitan si realizan un emotivo paseo de fin de semana. Es una ciudad contaminada y ruidosa, que poco y nada se conecta con su pasado. Y entremedio, salpicados por el Centro, están estos palacios, los que quedan, tratando de sobrevivir en la vorágine de una ciudad que no se detiene.
Algunos mantienen su estatus y su elegancia, otros apenas sobreviven y un porcentaje importante está en un lamentable estado de deterioro. Las construcciones que aún se mantienen en pie le deben en gran medida su estado actual a entidades que a través de un enorme esfuerzo han logrado restaurarlas o reacondicionarlas.
Con este libro queremos mostrar este patrimonio de manera que, aquilatando su calidad y carácter irrepetible, lleven a las autoridades a crear los mecanismos para permitir y facilitar su preservación. Santiago es una capital probada por la adversidad, que ha soportado los embates de la naturaleza y ha logrado reponerse de ellos, pero lo más peligroso para ella y su patrimonio han sido sus propios habitantes. Esperamos que esto sirva para tomar conciencia y comenzar a valorar esta ciudad y sus construcciones más emblemáticas.
that defined the destiny of the country. Literary salons, large and serious conversations. Through these palaces passed writers, artists, intellectuals and politicians. There is much work to do to reconstruct these moments; this is only a first approach.
In this book we narrowed the territory of the research to the foundational triangle. By the mid-19 th century the high classes sought being close to the Central Square, of the Alameda and of Congress. Then it started the development towards the southwest in the quarters that were urbanized and became fashionable after the Parque o’Higgins was built. But the redefinition and modernization of Santiago started at the very heart of the city and left a print that we can still appreciate and enjoy.
Currently Santiago is a metropolis of some six million souls and has undergone an exponential growth in the last decades. Thousand of its inhabitants not even go to the Centre and only visit it if for an emotional tour in the weekend. Is a polluted and noisy city, that little or nothing connects to its past. And in between, scattered in the Center, are these palaces, those that remain, trying to survive in the hustle and bustle of a city that never stops.
Some maintain their status and their elegance, others merely survive and a significant percentage is in a sorry state of deterioration. Those still standing owe it to a large extent their current situation to entities that through a big effort have managed to restore or recondition them.
With this book we want to show this patrimony in a manner that, weighing its unrepeatable quality and character make the authorities create the mechanisms for allowing and facilitating their preservation. Santiago is a capital city proven by hardship, which has borne the battering of nature and has achieved recovering from them, but what is most dangerous to it and its patrimony have been its own inhabitants. We expect that this will serve a call to awareness and starting to value this city and its most emblematic constructions.
5 Alameda esquina Dieciocho a mediados del siglo XIX. Palacio de Eugenio ossa, cuando el barrio comenzaba a empaparse del mágico ambiente francés. Fotografía de E. Garreaud. Archivo CENFoTo / Alameda at the corner of Dieciocho Street in the mid-19th century. The Palace of Eugenio Ossa, when the neighborhood began to become completely saturated with the magical French environment. Photograph by E. Garreaud. CENFOTO Archives.
6 Alameda esquina Dieciocho con el Palacio Iñiguez enfrentando el Palacio de Eugenio ossa, uno de los lugares más elegantes de Santiago en el 1900. Colección MHN. / Alameda at the corner of Dieciocho Street and the Iñiguez Palace across from the Palace of Eugenio Ossa, one of the most elegant locations in Santiago in 1900. MHN Collection.
Family names, estates and fortunes in the Santiago of the turn of the century
Al comenzar el siglo XIX la ciudad de Santiago se había transformado en una ciudad atractiva para las familias terratenientes y mercantiles, descendientes de los antiguos encomenderos y hacendados y de la inmigración vasco navarra del siglo XVIII1 Era un grupo social minoritario caracterizado por la posesión de fortuna agraria y la compra del status social a través de mayorazgos y títulos nobiliarios, como fue el caso de las familias Irarrázaval, Mesía, Cerda, García-Huidobro, Valdés, Ruiz-Tagle, l arraín, Caldera, Ruiz de Azúa, lecaros, Rojas, Aguirre, Toro Zambrano, Calvo de Encalada, Fernández de Balmaceda, Prado, Herrera y Alcalde 2
Fue esta elite colonial que llevaría a cabo el proceso emancipador y la consolidación de la república, proceso que se extendió entre la Primera Junta de Gobierno de 1810 y el triunfo conservador en la batalla de lircay en 1830. A diferencia de lo sucedido en las otras ex colonias españolas, el sector dirigente terrateniente salió fortalecido del proceso emancipador, sin que se produjeran mayores cambios en la sociedad chilena. Según el historiador estadounidense Arnold Bauer, al mirar estas elites dirigentes más de cerca se observa que eran relativamente pobres comparadas con sus similares latinoamericanas, su estilo de vida era provinciano y rústico, si bien mantenían un fuerte aire “aristocrático” 3
Este grupo social debió enfrentar la aparición de nuevas fortunas, nuevos apellidos y familias, con estilos de vida diferentes y nuevas formas de vivir la riqueza que llegaron a formar parte de su entorno social en la segunda mitad del siglo XIX 4 Todo comenzó en la década de 1830, cuando el país experimentó profundas transformaciones económicas gracias a una política pragmática, entre liberal y mercantilista, basada en la expansión del comercio exterior, con un auge exportador minero y agrícola, que estimuló, en general, la vida económica de la nación
Este proceso de expansión tuvo como actor al empresariado minero y mercantil que representaba mayoritariamente a una emer-
In the early 19 th century the city of Santiago had become an attractive city for the landowning and mercantile families, descendants of the old encomenderos and hacendados* and of the Basque-Navarrese immigration in the 18th century . It was a minority social group and its main characteristic was the possession of agricultural wealth and the purchase of social status through entailed estates (through primogeniture) and nobility titles, as was the case of the Irarrázaval, Mesía, Cerda, García-Huidobro, Valdés, Ruiz-Tagle, Larraín, Caldera, Ruiz de Azúa, Lecaros, Rojas, Aguirre, Toro Zambrano, Calvo de Encalada, Fernández de Balmaceda, Prado, Herrera and Alcalde families
It was these colonial élite that led the emancipation process and the consolidation of the republic, process that goes from the First Junta (1810) and the conservative triumph in the Lircay Battle (1830). Unlike what had happened in the other former Spanish colonies, the landowning leading sector came out strengthened of the emancipation process, without bigger changes in Chilean society. According to the American historian Arnold Bauer, when looking closer at these leading élites it can be seen that they were relatively poor compared to their Latin-American counterparts, their lifestyle was provincial and rustic, although they maintained a strong “aristocratic” air 3
This social group had to face the appearance of new fortunes, new family names and families, with different lifestyles and new forms of living the wealth that became part of their social environment in the second half of the 19th century 4 It all began in the 1830s, when the country underwent economic transformations thanks to a pragmatic economic policy, a mixture of liberalism and mercantilism. This was based on the expansion of foreign trade, with a growth of mining and agricultural exports that stimulated, in general, the nation’s economic life
gente burguesía, con significativa presencia de inmigración europea, que comenzaba a sobresalir en la sociedad chilena en la segunda mitad del siglo XIX. Esta nueva elite empresarial en un rápido ascenso tomó el control de las principales áreas de la economía chilena y se constituyó en el grupo social más dinámico y progresista durante el siglo XIX. Una lista de las principales fortunas chilenas publicada en el diario El Mercurio de Valparaíso el 26 de abril de 1882, demostraba que las nuevas fortunas, provenientes de la minería, industria, comercio y crédito, sumaban 134.500.000 pesos, y las provenientes de la agricultura, 24.500.000 pesos, aproximadamente equivalentes al 28 y 5 por ciento, respectivamente, del Producto Interno Bruto de Chile de 1882
Entre las principales nuevas fortunas se contaban las de las familias Edwards, lambert, Cousiño, Goyenechea, Brown, Matte, Subercaseaux, Varela, Errázuriz, Urmeneta, Eastman, Ramos, luco, Díaz Gana, Puelma, Bernstein, Santa María, lyon, Barazarte, Naranjo, lamarca, Gormaz, Schwager y Anwandter. Mientras que entre las fortunas latifundistas figuraban las familias Irarrázaval, García-Huidobro, Vicuña, lazcano Echaurren, Correa, Vergara, Cerda de ossa, Díaz Valdés, Balmaceda, Covarrubias, Buzeta, Collao, Mendiburu y Cortés Monroy 7 Esta nueva generación empresarial destacó por su capacidad de trabajo, gestión e innovación, constituyéndose así en el verdadero motor de la economía nacional. Gracias a su acción innovadora se desarrolló la minería de la plata, el cobre y el carbón. El país se constituyó en el primer productor mundial de cobre. Con el capital acumulado diversificaron sus inversiones estimulando el desarrollo del sistema financiero con el surgimiento de los primeros bancos y sociedades anónimas, lo mismo del de transporte al invertir en ferrocarriles y flotas de vapores. También invirtieron en la agricultura modernizando las haciendas con canales de regadío, maquinarias y nuevos cultivos; y en la incipiente industria con modernas fundiciones de cobre o fábricas de gas para iluminar las ciudades.
This economic expansion process has as actor the mining and mercantile sector representing mostly an emerging bourgeoisie that had a significant presence of European immigration and started to outstand in Chilean society in the second half of the 19th century. This new business élite, in a swift rise, took the control of the main areas of the Chilean economy and became the most dynamic and progressive social group during the 19th century. A list of the main Chilean fortunes published by El Mercurio of Valparaíso on 26 April 1882 showed that the new fortunes –all of them from mining, industry, trade and credit– amounted to 134,500,000 pesos; while those coming from agriculture were of 24,500,000 pesos, approximately 28 and 5 percent, respectively, of the Gross Internal Product of Chile in 1882 6
Among these new fortunes were those of the Edwards, Lambert, Cousiño, Goyenechea, Brown, Matte, Subercaseaux, Varela, Errázuriz Urmeneta, Eastman, Ramos, Luco, Díaz Gana, Puelma, Bernstein, Santa María, Lyon, Barazarte, Naranjo, Lamarca, Gormaz, Schwager and Anwandter families. While among the landowning wealth were the Irarrázaval, García-Huidobro Aldunate, Vicuña, Lazcano Echáurren, Correa, Vergara, Cerda de Ossa, Díaz Valdés, Balmaceda, Covarrubias, Buzeta, Collao, Mendiburu and Cortés Monroy families 7 This new entrepreneurial generation was noted for its working, management and innovation capacity, thus becoming the actual motor of the national economy. Thanks to their innovative action it was developed silver, copper and coal mining. The country became the world’s largest copper producer. With the capital accumulated they diversified their investments, stimulating the development of the financial system with the appearance of the first banks and stock corporations. The same happened with transportation as they invested in railways and steamships fleets. They also invested in agriculture modernizing the haciendas with watering canals, machin -
* Translator’s note: both were landowners owning vast surfaces. The difference between encomenderos and hacendados is that the former included the indigenous population within it to act as serfs. Both were granted by royal decree.
Sus capitales también se destinaron a la inversión inmobiliaria, especialmente de Santiago y Valparaíso, con el surgimiento de nuevos barrios acomodados o edificios de rentas urbanas para el comercio y la industria fabril
En el último tercio del siglo XIX las familias de origen terrateniente y las de minero mercantil se fueron consolidando en un grupo social homogéneo con un alto grado de autoconciencia de elites dirigentes al comenzar el siglo XX. En esta fusión influyeron diversos factores. Por un lado el acercamiento y contacto entre las antiguas y nuevas familias en los negocios, la política, la filantropía y la vida social fueron facilitando esta unión. Por otro, el prestigio de que gozaban los extranjeros, parte fundamental de las nuevas familias emergentes, facilitó que las antiguas familias aristocráticas le abrieran las puertas de sus mansiones y haciendas y facilitaran el encuentro entre sus hijos y a su vez aprobaran los enlaces matrimoniales 9
Esta fusión de la antigua aristocracia y las nuevas fortunas burguesas se vio favorecida por el cambio experimentado en sus estilos de vida y cultura, debido al auge económico salitrero que vivía el país desde 1880, aumentado sus ingresos y consumos, lo cual se tradujo en un estilo de vida marcado por el lujo, los viajes a Europa y, en el caso de las nuevas generaciones, las residencias permanentes en París. De modo tal que la gran mayoría de las familias tenían a alguno de los suyos en Europa, con el consiguiente influjo cultural que esto significaba, especialmente de la cultura francesa de la “belle époque” europea. Efectivamente la vida europea en esos años, especialmente en París, produjo una atracción irresistible para las elites chilenas, para quienes la estadía en París era un asunto de estatus, que marcaba diferencias y elevaba el nivel social de quien podía ostentar tal privilegio 10 En Francia una burguesía con aires aristocratizantes constituyó a la distinción como ideal en reemplazo de la nobleza. En todos los medios de comunicación escritos se definía lo que era de “buen tono, lo que constituía las buenas maneras, los miles de detalles que hacen al hombre y a la mujer bien educados, reglas minuciosas del saber vivir y comportase en la alta sociedad” 11 Esta cultura fue asimilada y trasplantada en el mundo de la alta sociedad chilena, constituyéndose en un modelo de diferenciación social respecto de otros sec-
ery and new crops; and in the budding industry with modern copper foundries or gasworks to illuminate the cities. Their capitals were destined to real property investment, especially in Santiago and Valparaiso, and thus wealth neighbourhoods appeared or buildings for urban income for trade and manufacturing industry 8
In the last third of the 19th century the families coming from land ownership and those of mining-trade origin had begun consolidating into one homogeneous social group with a high degree of self-awareness of ruling élites at the beginning of the 20th century. This fusion was influenced by various factors. On one side old and new families became closer in business, politics, philanthropy and social life eased this union. On the other, the reputation foreigners had, essential part of the new arising families, made it easier that the aristocratic families opened them the doors to their mansions and haciendas and eased the encounter between their sons and at the same time approved their marriages 9
This fusion of the old aristocracy and the new bourgeois fortunes was favoured by the change their lifestyles and culture underwent, due to the economic expansion from nitre the country lived since 1880. This increased their income and consumes, which translated into a lifestyle marked by luxury, travels to Europe and, in the case of new generations, permanent stay in Paris. In such a manner that most of the families had one of their own in Europe and the subsequent cultural influx it meant, especially of the French culture of the European “belle époque”.
Effectively, European life during the “belle époque”, especially in Paris, had an irresistible attraction for the Chilean élites, for which the stay in Paris was a matter of status marking differences and raising the social level of those that could flaunt such privilege 10. In France, a bourgeoisie with ‘aristocratic’ airs was the distinction as ideal instead of nobility. In all written communication media was defined what was considered to be “in good taste, what was good manners, the thousands of details that made men and women well-mannered, meticulous rules on savoir vivre and behaving in high society” 11 This culture
tores sociales, y asimismo de identidad y mentalidad aristocrática. En Chile se consolidó definitivamente la vida urbana; Santiago tuvo una primacía sobre Valparaíso y Concepción como residencia natural de las elites dirigentes nacionales. la migración de las principales familias porteñas y del norte minero a la capital estuvo motivada por la admiración y el deseo de formar parte de los círculos sociales más importantes de la así denominada aristocracia de Santiago. Adquirió importancia la inversión en fundos y haciendas por parte de la emergente burguesía, así como una inversión económicamente rentable que permitiese obtener prestigio social y una posición política. También la construcción de un flamante palacio en los barrios elegantes de la capital, la pertenencia a clubes exclusivos, ocupar un puesto en el Congreso Nacional, frecuentar salones y tertulias, y rematar un palco en el Teatro Municipal constituían mecanismos de integración que solían consolidarse con enlaces matrimoniales con familias tradicionales 12 Adentrándonos en los mecanismos de integración social a la alta sociedad chilena, sin duda resultaba imprescindible la posesión de una fortuna. En la política sería el gobierno de Manuel Montt quien integraría al emergente empresariado minero y mercantil en las listas gobiernistas que permitieron llegar al Congreso Nacional a José Tomas Urmeneta, Matías Cousiño y Agustín Edwards, por ejemplo. Unos años más tarde, en 1859, la fragmentación del partido pelucón y la influencia de nuevas ideologías políticas dieron paso a la conformación de grupos políticos organizados, surgiendo un grupo denominado conservador, emergentes grupos opositores: liberales y radicales, y otro sector conservador, identificado con el gobierno de Manuel Montt denominado Nacional. En estos partidos políticos las emergentes fortunas siempre encontraron un espacio donde participar, sobre todo tras la instauración del régimen parlamentario, entre 1891 y 1925, donde se produjo la completa manipulación del sistema electoral (intervención de los registros electorales, cohecho y fraude) haciendo que un sillón parlamentario costara varios millones de pesos a los candidatos siempre dispuestos a gastar sus fortunas con el fin de adquirir los honores y privilegios del cargo 13 o tro espacio exclusivo reservado para los hombres, como lo era la política, era la pertenencia al Club de la Unión de Santiago. Fundado
was assimilated and transplanted into the world of the Chilean high society, becoming a social differentiation model vis-à-vis other social sectors, and also of aristocratic identity and mentality.
Urban life consolidated definitively in Chile. Santiago had supremacy over Valparaíso as natural residence of the national ruling élites. The migration of the main families from Valparaíso and from the mining areas of the north of Chile was motivated by the admiration and desire to be part of the most important social circles of the so-called Santiago aristocracy. It became very important investing in country estates and haciendas by the arising bourgeoisie, as an investment economically profitable that allowed obtaining social prestige and political position. Also the building of a splendid palace in the smart neighbourhoods of the capital, belonging to exclusive clubs, holding a seat in Congress, frequenting salons and tertulias, and to auction and buy a box at the Teatro Municipal were integration mechanisms that became consolidated with marriages into traditional families 12
Going further into the mechanisms for social integration into the Chilean high society, it is undoubted the possession of a fortune. In politics it would be the Manuel Montt administration which would integrate the raising mining and trade entrepreneur into the government lists that allowed obtaining a seat in Congress for José Tomas Urmeneta, Matías Cousiño and Agustín Edwards, for example. A few years later –in 1859–, the fragmentation of the pelucón government party and the influence of new political ideologies gave place to the formation of new organized political groups, and thus appeared a group called conservative, and new opposing groups: liberals and radicals, and another conservative group identified with the Montt administration called National. In these political parties the newly formed fortunes always found a space in which to take part, especially after the instatement of the parliamentary regime (1891-1925), where the whole electoral system was manipulated (intervention of electoral records, bribery and fraud), which made a parliamentary seat to cost several million pesos for the candidates to the extent they
en 1864, a semejanza de los clubes privados ingleses, en una primera etapa fue un club político de los sectores conservadores liderados por Rafael l arraín Moxó; sin embargo, con el paso del tiempo, derivó en un club social exclusivo para hombres de la alta sociedad, independiente de su color político, donde se reunían para disfrutar de un espacio privado que contaba con salones, restaurant, bar, biblioteca y salas de juego. De hecho, según su memoria de 1900, era definido como “una asociación de individuos admitidos según las reglas… que se juntan para su solaz y sus negocios y contribuyen con una cuota para su sostén y desarrollo”, siendo su acceso restringido a una serie de reglas, como ser presentando por un socio y sometido a la “Junta Calificadora de Admisión”. En la misma memoria, se señalaba que el número de socios había aumentado de 265 en 1875 a 1196 en 1900, entre los que se encontraban los hombres más importantes de la política y los negocios de la sociedad chilena 14
El estilo de vida de la alta sociedad de Santiago se organizaba en torno a una sociabilidad que se expresaba en espacios privados exclusivos. En este sentido las comidas, bailes y tertulias en los salones de palacios y mansiones se consolidan como el espacio ideal para el encuentro de las familias, donde los anfitriones e invitados podían hacer gala de los nuevos estilos de vida, a imitación del mundo europeo de la “belle époque”, que habían observado y adquirido en sus viajes y residencias. También se pone de moda la afición por la hípica: el Club Hípico de Santiago y el Valparaíso Sporting Club de Viña del Mar 15
En este sentido el Teatro Municipal de Santiago, fundado en 1857, fue el principal espacio de sociabilidad de las familias de la alta sociedad. Dotado de platea y 74 palcos –de los cuales treinta se reservaba el municipio para las autoridades del país y el resto era rematado por las principales familias de Santiago– era un espacio donde se disfrutaba de la ópera y de otros eventos artísticos. También se usaba para eventos de índole gubernamental, como las galas de fiestas patrias u otras con fines de beneficencia. Asimismo, la platea podía ser desmontada para dar paso a un gran salón donde se realizaban bailes de mascaras, fiestas de primavera y otros eventos sociales filantrópicos 16
En el mismo plano cultural surge en esta época una afición a las letras, el arte y la música. Aparecen refinados salones y tertulias (Mar-
were willing to spend their fortune with the purpose of acquiring the honours and privileges of the position 13
Another space reserved solely for men, as it was politics, was membership of the Club de la Unión de Santiago, founded in 1864 in the image of the English gentlemen’s clubs. At a first stage it was political club for the conservative sectors lead by Rafael Larraín Moxó. However, with time, it derived into an exclusive social club for men of high society, regardless of their political colour, where they met to enjoy of a private space which had rooms, restaurant, bar, library and gaming rooms. In fact, as per its 1900 annual report, it was defined as “an association of individuals admitted as per the rules… which gather for their solace and their businesses and contribute with a payment for its support and development”. Its access was restricted by a series of rules, as being presented by a member and submitted to the “Qualifying Committee”. In the same annual report it is stated that the number of members had increased from 265 in 1875 to 1196 in 1900, among which were the most important men in politics and business in Chilean society 14
The lifestyle of the Santiago high society was organized around sociability expressed in exclusive private spaces. In this sense, dinner parties, balls and tertulias in palaces and mansions halls consolidate as the ideal space for the encounter of families, where hosts and guests could show the new lifestyles imitating the European world of the “belle époque” that had seen and acquired in their travels and stays. Horse racing became also very fashionable: Club Hípico (Santiago) and Valparaíso Sporting Club (Viña del Mar) became important sociability spaces 15
In this sense, the Teatro Municipal de Santiago, founded in 1857, was the main sociability space for the high class families. With orchestra seats and 74 boxes –of which 30 were kept by the municipality for the country’s authorities and the others were auctioned to the main Santiago families– it was a place to enjoy opera and other artistic functions. It was also used for governmental functions, such as the Independence Gala or others with benefit purposes. The seats could
tina Barros, Delia Matte) donde se da lectura y comenta literatura española, francesa y alemana, de los cuales surge un caudal de poetas y las consiguientes revistas y certámenes donde se difunden sus escritos. En menor medida figuran los aficionados a las artes, entre los que sobresalen los coleccionistas de pinturas y antigüedades. En el plano musical, destacan algunas veladas musicales, como las que realizaba luis Arrieta Cañas. Sin embargo es en los bailes donde más se disfruta de la música, al ritmo de cuadrillas, mazurcas y polcas 17 o tro espacio de encuentro era la filantropía y la caridad. Durante el siglo XIX la atención de los problemas sociales de las clases bajas no se consideraba una preocupación del Estado sino de las familias de la alta sociedad quienes inspiradas en un espíritu cristiano y bondadoso debían asistir mediante acciones de caridad y filantropía a los más desamparados. A través de las Juntas de Beneficencia y la acción de las congregaciones religiosas se desarrollaba un sistema de protección social basado en la administración de hospitales, hospicios, lazaretos, casas de huérfanos, casas de expósitos e insanos, cementerios, casas de maternidad, dispensarios de medicamentos y socorros. También muchos laicos ligados a las ideas liberales y radicales desarrollaron obras de beneficencia al margen de las instituciones de la Iglesia, actuando a través de las Juntas de Beneficencia o sosteniendo instituciones benéficas u obras de caridad por sus propios medios económicos 18 l a mayor parte del financiamiento de la beneficencia provenía de cuantiosos legados y donaciones de miembros de las elites, los cuales además se involucraban directamente en la administración de las Juntas de Beneficencia. Entre los filántropos más destacados se cuentan Claudio Matte, Domingo Fernández Concha, Ismael y Concepción Valdés, Ramón Barros luco, Francisco Echaurren García Huidobro, Juana Ross de Edwards, Joaquín Valledor, José Joaquín luco y Manuel Arriarán, quienes no sólo aportaron su dinero sino que también su tiempo, participando directamente en la construcción y gestión de establecimientos de beneficencia 19 Este conjunto de cambios experimentados por las elites dirigentes a fines del siglo XIX y comienzos del XX hace que se constituya un grupo cerrado, que expresa “una valoración distinta y distante de los
be removed and it became a grand hall for masquerades, spring balls and other philanthropic social functions 16
In the cultural place, at that time appears a liking for the belles-lettres, beaux arts and music. Refined salons and tertulias appear (Martina Barros, Delia Matte) where is read and discussed Spanish, French and German literature. From them appear a number of poets and the related magazines and contests where their writings are diffused. To a lesser extent are those with a liking for the beaux arts, among which are to be noted the collectors of paintings and antiquities. In the musical plain, some musical soirées are to be noted, such as the ones held by Luis Arrieta Cañas. However, it is in the balls where music is most enjoyed, at the rhythm of quadrilles, mazurkas and polkas 17
Another meeting point was philanthropy and charity. During the 19th century paying attention to the social problems of the lower classes was not considered a matter for the State but for the high society families, who driven by a Christian and kind spirit must then to the most forsaken through charity and philanthropy actions. Through the Juntas de Beneficencia (Charity Organizations) and the action of the religious congregations it was developed a social protection system based on hospitals, hospices, leprosaria, orphanages, foundling homes, lunatic asylums, cemeteries, maternity homes, dispensaries of medicaments and aid. Also, many lay people linked to the liberal and radical ideas developed charity works aside from the Church institutions, acting through the Juntas de Beneficencia or supporting charity institutions or works through their own economic means 18
Most of the financial support for charity came from substantial bequests and donations from the élite members, who also were directly involved in the administration of the Juntas de Beneficencia. Among the most noted philanthropists are Claudio Matte, Domingo Fernández Concha, Ismael and Concepción Valdés, Ramón Barros Luco, Francisco Echáurren García-Huidobro, Juana Ross de Edwards, Joaquín Valledor, José Joaquín Luco and Manuel Arriarán, who not only contributed with their money but also with their time, taking part directly in the construction and administration of the charity establishments 19
que no pertenecen a ella” 20 Se consolidan nuevos estilos de vida, de imitación europea, adornados de rituales sociales, que requieren niveles de ingreso que sólo algunos tienen. Para “entrar en sociedad” no sólo se necesitaba de una fortuna sino también de tener las llamadas “buenas maneras”, es decir, dominar la compleja liturgia social adquirida por la elite chilena.
Un rasgo distintivo de esta época fue el alto nivel de gasto de la alta sociedad, expresadas en un estilo de vida marcada por la ostentación y el lujo, el que actuaba como un verdadero mecanismo de diferenciación y distinción social al interior de ellas. Este gasto comenzaba por palacios y mansiones en Santiago finamente decoradas y alhajadas con artículos importados de Europa, a los que luego se agregaron, como segunda vivienda, auténticos palacios levantados en sus haciendas y fundos rodeados de hermosos parques con árboles y plantas exóticas, también finamente alhajadas; y una tercera vivienda en el balneario de Viña del Mar. luego continuaba con los elegantes carruajes, a los que luego se sumaron modernos automóviles, evidenciando un nuevo símbolo de status social.
o tros símbolos fueron el vestuario y las joyas. l a moda comienza a constituirse en un símbolo de distinción y elegancia, siendo esta toda importada. Una intensa vida social se da en la buena mesa; sobresalen las cenas y banquetes, bailes y fiestas, donde abundaban el champagne importado y las langostas. Todo este estilo de vida necesitaba de un ejército de sirvientes, cocheros, cocineros, valets, institutrices, muchos de los cuales eran extranjeros contratados por las familias en sus viajes a Europa 21
All these changes the leading élites underwent in the late 19th and early 20th centuries makes them become a closed group expressing “a different and distant valuation of what does not belong to it” 20 New lifestyles are consolidated, in European style, adorned with social ritual, which require the income levels only some have. For “entering into society” was not only required wealth but also “good manners”, i.e., mastering the complex social liturgy acquired by the Chilean élite imitating that of Europe, especially of the high French culture of the “belle époque”.
A distinctive feature of the times was the high level of expenses of the high society, evidenced in a lifestyle marked by ostentation and luxury, which acted as an actual differentiation and distinction within it. These expenses started in palaces and mansions in Santiago, finely decorated and furnished with goods imported from Europe, to which were then added, as second home, actual palaces built in their haciendas and estates surrounded by beautiful grounds, also finely furnished; and a third home in the seaside town of Viña del Mar. Then moved on to fine carriages, to which were later added modern automobiles, evidencing a new symbol of social status. Other symbols were the wardrobe and jewels. Fashion starts becoming a symbol of distinction and elegance, and all of it was imported. An intense social life needed an army of footmen, maids, carriage drivers, valets, and governesses, many of which were foreigners hired by the families in their trips to Europe 21
o tro gasto enorme eran los viajes y estadías en Europa. Era habitual en los jóvenes emprender una gira de estudios al Viejo Mundo que podía fácilmente durar dos o tres años, en un recorrido que abarcaba sus principales ciudades. Vivían en grandes hoteles, visitaban museos y parques, tomaban uno que otro curso, disfrutaban del placer de viajar. También estaban los viajes de familias completas, que podían durar varios meses o más de un año incluso; eran un recorrido de placer y compras, acorde con su patrimonio. En algunos casos se aprovechaba un viaje de negocios para llevar a la familia, combinando así el trabajo y el placer. l as enfermedades también fueron causa común de viajes a Europa en busca de tratamientos médicos para las de gravedad. Algunas familias decidieron quedarse a vivir en alguna ciudad europea, especialmente París, arrendando o comprando una propiedad en algunos de sus barrios más elegantes, en estadías que se podían prolongar por años en algunos casos 22 Al igual que en Europa, la “belle époque” chilena sufriría un brusco final al comenzar los años veinte cuando la bonanza salitrera llegó a su fin, sumergiendo al país en un crisis económica, social y política que se prolongaría hasta los años treinta. Como las nuevas generaciones se habían vuelto rentistas, sin espíritu emprendedor para generar nuevos negocios, fueron gastando sus fortunas en un estilo de vida de alto consumo y lujos, de modo tal que al sobrevenir la crisis gran parte de ella quedó en la ruina o con sus fortunas muy disminuidas. En su fuero interno las familias hicieron su mea culpa respecto de su estilo de vida anterior y la obligada austeridad ganó terreno, quedando los palacios como mudos testimonios de un pasado glorioso.
Another rather large expense was the travels and stays in Europe. It was usual for the young members of these families to make a study tour of the Old World that could easily last for two to three years, touring most of its main cities. They lived in grand hotels, visited museums and parks, took some courses, and enjoyed the pleasure of travelling. There were also trips of whole families that could last for several months or even more than one year, and it was a trip of leisure and shopping (according to their wealth). In some cases a business trip was the chance for taking the family, thus combining business and pleasure. Illnesses were also common cause for trips to Europe seeking medical treatments for the more serious ones. Some families decide to remain in some European city, mainly Paris, renting or buying a property in some of its most elegant districts in stays that could be of years in some cases 22 As with Europe, the Chilean “belle époque” would suffer a rather abrupt end in the early 1920s when the nitre prosperity came to an end, and the country became submerged in an economic, social and political crisis that would prolong until the 1930s. As the new generations had become people living off the income of their investments and real property, with no enterprising spirit for generating new businesses, they spent their fortunes in a lifestyle of high consumption and luxury, so when the crisis overcame them, most were ruined or their fortune seriously diminished. In their heart of hearts, the families did a mea culpa regarding their previous lifestyle and forced austerity gained ground. The palaces remain as silent witnesses of a glorious past.
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1 Jacques Barbier, “Elite and cadres in Bourbon
Chile”, Hispanic American Historical Review vol. 52, Nº3, 1972, pp. 426-435; Alfredo Jocelyn-Holt, La Independencia de Chile: tradición, modernización mito 3a. ed. Santiago: Planeta/Ariel, 2001, pp. 90-95; Ricardo Couyoumdjian, “los magnates chilenos del siglo XVIII”. Revista Chilena de Historia Geografìa Santiago, 136, 1968, pp. 315-322.
2 Arnold Bauer, La sociedad rural chilena: desde la conquista española a nuestros días 1a. ed. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1994, p. 36; Domingo Amunátegui Solar, Mayorazgos y títulos de Castilla Santiago: Impr. Barcelona, 1901-1904. 3 Bauer., pp. 50-51.
4 Ricardo Nazer Ahumada, “El surgimiento de una nueva elite empresarial en Chile: 1830-1880”. En Minoranze e culture imprenditoriali. Cile e Italia (secoli XIX- XX).
A cura di Franco Boneli e María Rosario Stabili. (ed.). U. de Roma. Italia, 2002, pp. 59-84.
5 Sergio Villalobos R. y Rafael Sagredo B., El proteccionismo económico en Chile siglo XIX 1a. ed. Santiago: Inst. Blas Caña, 1987.
6 El Mercurio Valparaíso, 26 de abril de 1882.
7 Ibid. 8 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 59-84.
9 Sergio Villalobos, Origen ascenso de la burguesía chilena 4a. ed., Santiago: Universitaria, 1998, pp. 105-110.
10 Ibid., pp. 394-450.
11 María l arraín Hurtado, Descubriendo vidas, la historia de una familia en cuatro tiempos. El caso de los Peña (1774-1938) Tesis de licenciatura Pontificia Universidad Católica de Chile, 2000, pp. 118-122.
12 Vargas Juan Eduardo, “Aspectos de la vida privada de la clase alta de Valparaíso: la casa, la familia y el hogar entre 1830 y 1880”, Historia Santiago, 32, 1999, pp. 683-684.
13 Ricardo Nazer y Jaime Rosenblitt, “Electores, sufragio y democracia en Chile”, Mapocho Santiago, 48: pp. 215-229, segundo semestre 2000.
14 María José l arraín Berguño. “De la innovación política a la innovación social: El Club de la Unión de Santiago de Chile”, Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 69 (28), 1 de agosto de 2000. Club de la Unión. Cuadragésima cuarta memoria presentada por el directorio del Club de la Unión a la junta general ordinaria: en 10 de setiembre de 1900 Santiago: Imprenta Encuadernación litografía Esmeralda, 1900.
15 Fernando Silva, Historia de Chile (en colaboración con osvaldo Silva, Patricio Estellé y Sergio Villalobos), Santiago, Editorial Universitaria, 2000. pp.667-674.
16 Rosario Álvarez Piracés (ed.), Teatro Municipal de Santiago: 150 años Santiago, El Teatro, 2008.
17 Ricardo Nazer Ahumada, Auge y ocaso de dos familias de la elite empresarial chilena: Los Errázuriz Urmeneta los Edwards Mac Clure. 1880-1941 Tesis de Doctorado. Instituto de Historia, inédita. Pontificia Universidad Católica de Chile.
18 Fernando Silva Vargas, “Notas sobre el pensamiento social católico a fines del siglo XIX”, (Santiago) Historia 4, 1965, pp. 237-262; María Angélica Illanes o., Historia del movimiento social y de la salud pública en Chile: 1885-1920: solidaridad, ciencia y caridad Santiago: Colectivo de Atención Primaria, 1989; Pablo Camus Gayán, “Filantropía, medicina y locura: la casa de orates de Santiago.1852-1894, (Santiago), Historia 27, 1993, p.92.
19 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (18911973) Vol. I, Tomo II, Santiago, Santillana, 1981, pp. 641-642.
20 Silva, op. cit., p. 670.
21 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973) v. 2. Triunfo y decadencia de la oligarquía (1891-1920).
3ª edición, Santiago de Chile: Zig-Zag, 1996, pp. 642-660.
22 Ricardo Nazer Ahumada, Auge y ocaso de dos familias de la elite empresarial chilena: Los Errázuriz Urmeneta y los Edwards Mac Clure. 1880-1941 Tesis de Doctorado. Instituto de Historia, inédita, 2012, Pontificia Universidad Católica de Chile.
1 Jacques Barbier, “Élite and cadres in Bourbon Chile”, Hispanic American Historical Review vol. 52, Nº3, 1972, pp. 426-435; Alfredo Jocelyn-Holt, l a Independencia de Chile: tradición, modernización y mito 3a. ed. Santiago: Planeta/Ariel, 2001, pp. 90-95; Ricardo Couyoumdjian, “Los magnates chilenos del siglo XVIII”. Revista Chilena de Historia y Geografìa Santiago, 136, 1968, pp. 315-322.
2 Arnold Bauer, l a sociedad rural chilena: desde la conquista española a nuestros días 1a. ed. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1994, p. 36; Domingo Amunátegui Solar, Mayorazgos y títulos de Castilla Santiago: Impr. Barcelona, 1901-1904. 3 Bauer., pp. 50-51.
4 Ricardo Nazer Ahumada, “El surgimiento de una nueva élite empresarial en Chile: 1830-1880”, En Minoranze e culture imprenditoriali. Cile e Italia (secoli XIX- XX). A cura di Franco Boneli e María Rosario Stabili. (ed.). U. de Roma. Italia, 2002, pp. 59-84.
5 Sergio Villalobos R. y Rafael Sagredo B., El proteccionismo económico en Chile siglo XIX 1a. ed. Santiago: Inst. Blas Caña, 1987.
6 El Mercurio Valparaíso, 26 de abril de 1882.
7 Ibid.
8 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 59-84.
9 Sergio Villalobos, o rigen y ascenso de la burguesía chilena 4a. ed., Santiago: Universitaria, 1998, pp. 105-110.
10 Ibid., pp. 394-450.
11 María Larraín Hurtado, Descubriendo vidas, la historia de una familia en cuatro tiempos. El caso de los Peña (1774-1938) Tesis de licenciatura Pontificia Universidad Católica de Chile, 2000, pp. 118-122.
12 Vargas Juan Eduardo, “Aspectos de la vida privada de la clase alta de Valparaíso: la casa, la familia el hogar entre 1830 1880”, Historia Santiago, 32, 1999, pp. 683-684.
13 Ricardo Nazer y Jaime Rosenblitt, “Electores, sufragio y democracia en Chile”, Mapocho Santiago, 48: pp. 215-229, segundo semestre 2000.
14 María José Larraín Berguño. “De la innovación política a la innovación social: El Club de la Unión de Santiago de Chile”, Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788]
Nº 69 (28), 1 de agosto de 2000. Club de la Unión. Cuadragésima cuarta memoria presentada por el directorio del Club de la Unión a la junta general ordinaria: en 10 de setiembre de 1900. Santiago: Imprenta Encuadernación Litografía Esmeralda, 1900.
15 Fernando Silva, Historia de Chile (en colaboración con Osvaldo Silva, Patricio Estellé Sergio Villalobos), Santiago, Editorial Universitaria, 2000. pp.667-674.
16 Rosario Álvarez Piracés (ed.), Teatro Municipal de Santiago: 150 años Santiago, El Teatro, 2008.
17 Ricardo Nazer Ahumada, Auge y ocaso de dos familias de la élite empresarial chilena: los Errázuriz Urmeneta y los Edwards Mac Clure. 1880-
1941 Tesis de Doctorado. Instituto de Historia, inédita. Pontificia Universidad Católica de Chile.
18 Fernando Silva Vargas, “Notas sobre el pensamiento social católico a fines del siglo XIX”, (Santiago) Historia 4, 1965, pp. 237262; María Angélica Illanes
O., Historia del movimiento social y de la salud pública en Chile: 1885-1920: solidaridad, ciencia y caridad Santiago: Colectivo de Atención Primaria, 1989; Pablo Camus Gayán, “Filantropía, medicina y locura: la casa de orates de Santiago.1852-1894, (Santiago), Historia 27, 1993, p.92.
19 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (18911973) Vol. I, Tomo II, Santiago, Santillana, 1981, pp. 641-642.
20 Silva, op. cit., p. 670.
21 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973). v. 2. Triunfo decadencia de la oligarquía (1891-1920). 3ª edición, Santiago de Chile: Zig-Zag, 1996, pp. 642-660.
22 Ricardo Nazer Ahumada, Auge y ocaso de dos familias de la élite empresarial chilena: los Errázuriz Urmeneta y los Edwards Mac Clure. 18801941 Tesis de Doctorado. Instituto de Historia, inédita, 2012, Pontificia Universidad Católica de Chile.
“Dése a mediodía la consabida vuelta por el Centro, para saludar de camino a doña Delia Matte, envuelta en pinjantes y calánticas, como una esfinge, y admirar con el manto a las bellezas del día: Elia Lemus, Ida Zañartu, Lucía Guzmán Duval… Por la tarde vaya a pasearse a pie a la Quinta Normal y verá de paso el alcázar morisco con cúpulas doradas a fuego de Díaz Gana; o la Alhambra de la calle Compañía, de don Claudio Vicuña, quien en el barrio del Cementerio General tiene otra Alhambra en miniatura, menos acompañada… ¿Escoge el Municipal? Siga por Monjitas; delante del palacio escocés de Urmeneta, con sus torreones y hiedras, y frente por frente de nuestro primer coliseo advertirá la legación Uruguaya, del decano del cuerpo diplomático don José Arrieta, con sus medallones del Renacimiento…”.
A inicios del siglo XX la capital chilena era muy parecida a la descripción del escritor Augusto D’ Halmar en su Agenda Chilena del 900. Nadie que recorriera sus elegantes calles hubiera pensado jamás que hace menos de media centuria esta vibrante urbe era una maloliente villa colonial de toscos muros de adobe. El corazón de la vida Santiaguina era la populosa Plaza de Armas, donde acudía la sociedad entera para disfrutar de la sombra de los nuevos jardines franceses, comprar en algún baratillo o refrescarse en una fuente de agua de mármol traída desde Italia. La Catedral inconclusa de Toesca, la capilla del sagrario con su alta torre y la remodelación de los edificios gubernamentales del sector norte de la Plaza estaban generando un entorno elegante, que junto a la puesta en funcionamiento del Portal Mac Clure y la Galería San Carlos, hicieron de sus alrededores los sitios predilectos para que se instalaran las familias aristocráticas. El refinamiento afrancesado que cayó sobre la sociedad chilena encontró un gran aliado en el arquitecto Francois Brunet de Baines, llegado al país en 1849. De su pluma salieron los
“Take the familiar walk around downtown at noon to greet Delia Matte on the way, wrapped in pendants and headdress like a sphinx, and admire the beauties of the day through their mantillas: Elia Lemus, Ida Zañartu, Lucía Guzmán Duval … In the afternoon, take a walk through Quinta Normal (Normal Manor) and you will see the Moresque castle of Díaz Gana topped by the flaming golden cupolas; or the Alhambra on Compañía Street (Company Street) owned by Claudio Vicuña, who has another, more solitary Alhambra in miniature, in the sector of the General Cemetery … Do you choose the Municipal Theater? Walk along Monjitas Street (Dear Nuns Street); in front of Urmeneta’s Scottish palace, with its large towers and ivy, and right across from our first large theater you will see the Uruguayan Legation, built by José Arrieta, dean of the diplomatic corps, with its medallions from the Renaissance ...”
At the start of the 20th century, the Chilean capital very much resembled the description by writer Augusto D’ Halmar in his Agenda Chilena del 900.1 No one who walked its elegant streets would have ever thought that less than half a century earlier, this vibrant metropolis was a bad-smelling colonial town with crude adobe walls.
The heart of Santiagoans’ life was the populous Plaza de Armas (Main Square) where society as a whole went to enjoy the shadow of the new French gardens, buy something in a bric-a-brac stall or quench their thirst at a marble water fountain brought from Italy.
Toesca’s unfinished Cathedral, the chapel of the tabernacle with its high tower and the remodeling of the government buildings in the northern sector of the Square were creating an elegant setting that, together with the start-up of the MacClure Portal and the San Carlos Gallery, made the sites nearby perfect for aristocratic families to live. The French-like refinement that enveloped Chilean society found a great ally in the architect Francois Brunet de Baines, who came to
planos originales del Congreso Nacional y el Teatro Municipal, pero también residencias particulares como la de Melchor de Santiago Concha, Carlos Mac Clure y la del Presidente Manuel Bulnes, esta última considerada por el naturalista Claudio Gay como la más elegante y mejor amoblada de Santiago. Los cambios en las residencias son notables: “El frontis se alarga, aunque queda centrado en una entrada que sirve de eje principal. El mármol de las graderías sirve para dar el tono y concentrar la vista, que es atraída igualmente por su mayor altura. El segundo piso simplifica la composición repitiendo los motivos en un juego armónico de puertas y ventanas. Un friso de remate cumple también la faena de disimular la techumbre de teja y eleva la altura, conservando las proporciones clásicas de los dos cuerpos principales”, comenta Eugenio Pereira Salas. El interior se organiza ahora en torno a un gran hall al que dan las salas de recibo, comedor, sala de música y biblioteca. Hacia el jardín se encuentran los servicios, cocinas, bodegas y cocheras; mientras que el segundo nivel queda destinado a los dormitorios familiares.
Esta nueva arquitectura, mucho más ceremoniosa, hizo de la vivienda un escenario para exhibir la prosperidad familiar a través de un lujoso mobiliario y finas obras de arte adquiridas a alto precio en Europa. Así, por ejemplo don Francisco Javier Rosales —encargado de negocios en Francia— compró, en la venta del mobiliario salvado del incendio de las Tullerías, gran parte del amoblado que decoró en sus primeros tiempos el Palacio de La Moneda, mientras que la familia Balmaceda adquirió un hermoso conjunto de sillas que habían sido fabricadas para el Emperador Pedro II de Brasil. Aún más esperado fue la llegada del menaje que decoraría la casa de Bernardo del Solar, cuyos enormes bultos no pudieron entrar por la puerta principal y debieron ser desembalados en plena calle: alfombras enormes, candelabros, muebles, esculturas y arañas de fino cristal que debieron ser tomadas por al menos ocho huasos, eran parte de los objetos que fueron custodiados por la policía ante la mirada atónita de decenas de maravillados curiosos.
the country in 1849. He penned the original plans for the National Congress and the Municipal Theater, as well as the private homes of Melchor de Santiago Concha, Carlos MacClure and President Manuel Bulnes, this latter considered by naturalist Claudio Gay to be the most elegant and best furnished Santiago.
The changes in residences are notable. In the words of Eugenio Pereira Salas: “The frontispiece is long, although it is centered in an entrance that serves as the main hallway. The marble of the stairs sets the tone and is the main focus, which is also attractive because of its great height. The second floor simplifies the composition, repeating the motifs in a harmonic set of doors and windows. A finishing frieze also fulfills the task of disguising the tile roof and raising the height while conserving the classical proportions of two main bodies.”
After entry, the interior was organized around a grand hall by which one entered the anteroom, dining room, music room and library. The service area, kitchens, storerooms and coach houses were found towards the garden. The second floor was used for the family bedrooms.
This much more ceremonious architecture made housing a stage from which to exhibit the family prosperity through luxurious furnishings and fine works of art acquired at a high price in Europe. For example, Francisco Javier Rosales–the commercial attaché in France–bought a large part of the furnishings with which he decorated the Moneda Palace in its early years at the sale of furnishins salvaged from the fire at the Tuileries. The Balmaceda family acquired a lovely set of chairs that had been manufactured for Emperor Dom Pedro II of Brazil. Even more anticipated was the arrival of the household furniture and wares that would decorate the home of Bernardo del Solar. The enormous packages could not pass through the main door and had to be unpacked on the street: huge rugs, candelabras, furniture, sculptures and fine crystal chandeliers that had to be carried by at least 8 horsemen were part of the objects that were guarded by the police while dozens of wondrous bystanders watched in amazement.
Estos lujosos muebles eran ideales para alhajar los salones construidos bajo estrictos cánones historicistas, en donde predominaban los estilos Luis XV y Luis XVI para las salas de baile o de música, el estilo oriental para la sala de fumar, el gótico para las grandes bibliotecas y el renacimiento para el gran comedor, entre otras muchas estancias con estilos novedosos.
El neoclásico francés rápidamente fue asumido por la aristocracia como el estilo que debía usarse, adquiriendo el Centro de Santiago un aspecto cada vez más sofisticado, pulcro y elegante.
“Esta sección —el Centro— comprende 126 manzanas, i en ella están situados casi todos los edificios públicos i la mayor parte de los particulares que son notables por su riqueza hermosura. Tiene 60 calles, todas ellas perfectamente rectas, i algunas bastante notables por el gran número de magníficos edificios que las adornan. En la calle de Huérfanos, por ejemplo, se encuentra situado el bellísimo edificio que ocupa el Banco Fernández Concha, recién construido, el que ocupa el Banco Nacional de Chile, las grandes i hermosas casas de D. Domingo Matte, de D. Melchor de Santiago Concha, la que ocupa el Hotel Inglés, la de D. Rafael Larraín, situada al lado del Banco Nacional, la de D. José Gregorio Castro, i otras muchas que podrían rivalizar en lujo y elegancia con las más hermosas de otros países”, escribe Recaredo Tornero.
Este predominio neoclásico se rompe con la llegada de nuevos arquitectos, constructores y decoradores de origen alemán, italiano o francés, que impulsarán la aparición de un novedoso estilo en boga en las capitales europeas —el eclecticismo— que permitió a los nuevos miembros de la elite empresarial adquirir extensos solares en el Centro para hacer alarde de su riqueza a través de exóticas formas jamás vistas en Santiago.
Uno de los primeros grandes revivals arquitectónicos ligados a la inmensa riqueza minera es el conocido Palacio Alhambra.
Fue iniciada su construcción en 1860 por orden de don Francisco Ignacio Ossa, el dueño de las minas de plata de Chañarcillo, quien decidió construir en la calle Compañía —entre Amunátegui y Teatinos— una casa inspirada en La Alhambra española. Tan entusiasmado estaba el señor Ossa con su nueva propie -
This luxurious furniture was ideal for adorning the rooms built under strict historicist canons where the styles of Louis XV and Louis XVI predominated for ballrooms or music rooms, an oriental style for the smoking room, gothic style for large libraries and the renaissance style for the large dining room, among other many rooms with novel styles.
The neoclassic French style was rapidly adopted by the aristocracy as the one that had to be used. Downtown Santiago acquired an increasingly more sophisticated, tidy and elegant appearance. Recaredo Tornero wrote: “This section–downtown–consists of 126 blocks. Nearly all public buildings are situated inside it and most of the private homes, notable because of their wealth and beauty. It has 60 streets, all perfectly straight and some quite remarkable because of the large number of magnificent buildings that adorn them. o n Huerfanos Street (o rphans Street), for example, lies the very beautiful, recently built building occupied by Fernández Concha Bank, the building housing the National Bank of Chile, the large and beautiful homes of Domingo Matte, Melchor de Santiago Concha, the building occupied by the English Hotel, the home of Rafael l arraín situated beside the National Bank, that of José Gregorio Castro, and many others that could be rivals of luxury and elegance to the handsomest buildings in other countries.”
This neoclassic predominance ended with the arrival of new German, Italian or French architects, builders and decorators, who were the engines behind the appearance of a new style in vogue in the European capitals--eclecticism–which led new members of the entrepreneurial elite to acquire spacious properties downtown to show off their wealth through exotic forms never before seen in Santiago.
One of the first grand architectural revivals linked to the immense mining wealth is the famous Alhambra Palace. Its construction began in 1860 under orders of Francisco Ignacio Ossa, owner of the Chañarcillo silver mines, who decided to build a house on Compañía
dad, que mandó al arquitecto Manuel Aldunate a Granada para confeccionar los planos, quien volvió con puertas y ventanas hechas a medida, una réplica de la Fuente de los Leones y un séquito de artesanos moros. Mientras tanto mandó a cincelar su vajilla de plata vermeil a la famosa Casa Odiot de París y comprar todo el mobiliario necesario para decorar los suntuosos salones, que estuvieron listos en 1862, un par de años antes de que el viejo nazarí criollo muriera encerrado en su exótica fortaleza. Muy pronto la pequeña Alhambra pasó a manos de don Claudio Vicuña y su mujer, Lucía Subercaseaux. Los preparativos de la reinauguración, en 1875, incluyó la publicación en el diario El Ferrocarril de las piezas que tocaría la orquesta ante los más de quinientos invitados, cuyos fantásticos trajes y deslumbrantes joyas fue comentario en la ciudad por más de una década. La dueña de casa vestida de raso negro exhibió una luna de diamantes, y una dama vestida de princesa medieval había hecho colgar desde su tocado un hilo de genuinos brillantes. “Muy célebre fue el baile de fantasía que diera el señor Claudio Vicuña Guerrero el 16 de julio de 1877 en su casa de la calle Compañía, construida a semejanza de La Alhambra. Esa noche estaba profusa de iluminación y flores, con sus salones —uno de lampás azul y otro lacre—, su patio de los Leones iluminado con «arte maravilloso» y su gran comedor de auténtico estilo conteniendo una increíble cantidad de platerías y porcelanas… El punto culminante lo constituyó el cotillón que se bailó por cuarenta parejas divididas en dos grupos de a veinte que ocuparon los salones azul y lacre”, recuerda el historiador Armando de Ramón. Este ambiente de opulencia terminó abruptamente durante la revolución de 1891, cuando el señor Vicuña debió huir de su palacio al momento en que una turba enardecida comenzó a saquear las casas de los partidarios del Presidente Balmaceda. La Alhambra fue totalmente desvalijada, sus muebles arrojados a la calle y las obras de arte destruidas, salvándose sólo dos cucharas y un cuadro. “Pasamos delante de La Alhambra, como se llamaba el palacio de Claudio Vicuña, presidente electo para suceder a Balmaceda. Allí vimos en medio de la calle preciosos sofás
Street, between Amunátegui Street and Teatinos Street (Theatines Street), inspired by the Spanish Alhambra.
Mr. Ossa was so enthusiastic about his new property that he sent the architect, Manuel Aldunate, to Granada to draw up the plans. He returned with custom-made doors and windows, a replica of the Fountain of the Lions and a retinue of Moorish craftsmen. In the meantime, he ordered his silver vermeil china to be engraved at the famous House of Odiot in Paris and the purchase of all furnishings necessary to decorate the magnificent salons that were ready in 1862, a couple of years before the old native-born Nasrid died in seclusion in his exotic fortress.
Soon thereafter the little Alhambra fell into the hands of Claudio Vicuña and his wife Lucía Subercaseaux. The preparations for its re-inauguration, in 1877, included publication, in the newspaper El Ferrocarril (The Railroad) of the music that would be played by the orchestra before the more than 500 guests. Their fantastic gowns and dazzling jewels were the talk of the city for more than a decade. The hostess, dressed in black satin, displayed a crescent of diamonds and a lady dressed as a medieval princess had had a string of genuine diamonds hung from her coiffure. As historian Armando de Ramón recalled: “The costume ball held by Claudio Vicuña Guerrera on July 16, 1877 at his house on Compañía Street was very famous. That house was built in the likeness of the Alhambra. That night was profuse with lights and flowers, its salons–one in blue brocade and the other red–, its Court of the Lions illuminated with ‘marvelous art’ and its large, authentically styled dining room containing an incredible quantity of silverware and porcelain china … the high point was the cotillion that was danced by 40 couples divided into two groups of 20 that occupied the blue and red rooms.”
This environment of opulence ended abruptly during the 1891 revolution, when Mr. Vicuña had to flee his palace as an enraged crowed began to loot the homes of supporters of President Balmaceda. The Alhambra was totally stripped, its furniture thrown onto the street, and the works of art destroyed. Just two spoons and a painting
y sillones de cuero de córdoba que un hombre despedazaba con un hacha” recordaría Martina Barros de Orrego en sus memorias. La despojada Alhambra fue adquirida más tarde por don Julio Garrido Falcón, filántropo y amante de las bellas artes, que la convirtió en un concurrido centro social donde se reunían artistas e ilustres personajes de la sociedad. A su muerte, en 1940, donó el edificio a la Sociedad Nacional de Bellas Artes, entidad que lo conserva hasta hoy.
Pero, ¿de dónde provenían estas inmensas fortunas?
Carlos Silva Vildósola nos otorga algunas pistas de su origen: “Entre los años de 1840 y de 70 hubo en Chile un bienestar parecido a la opulencia. Las minas del norte enviaban a la capital fortunas rápidamente hechas, y la agricultura del Valle Central, las minas de carbón y el comercio producían mucho dinero mientras el costo de vida era bajo y las costumbres sencillas”
Benjamín Vicuña Mackenna va mucho más allá, y nos entrega una lista de los miembros que componen la nueva elite empresarial en el siglo XIX, cuyo capital alcanza la nada despreciable suma de 174 millones de la época, una fortuna si consideramos que un fundo pequeño no costaba más de 27.000 pesos. Titula su publicación en El Mercurio de 1882 como “Los millonarios de Chile viejo”.
Encabeza la lista la familia Edwards con 16 millones de pesos, fortuna regentada por la matriarca Juana Ross y distribuida entre sus hijos. Les sigue Carlos Lambert, un activo industrial del cobre que supo invertir en tecnología minera, astucia que le otorgó el inmenso capital de 15 millones. Más abajo aparece Juan Brown con 10 millones, les sigue la familia Matte con 9 millones y Manuel Irarrázaval con 4 millones. Luego aparecen otras fortunas ligadas a la minería como la de Rafael Barazarte, Nazario Elguín y José Díaz Gana. Las haciendas y el comercio tienen sus representantes en Claudio Vicuña, Luis Pereira, Adolfo Eastman y Francisco Subercaseaux, todos millonarios radicados en el Centro de Santiago.
Otro de estos grandes capitalistas fue don José Tomás Urmeneta, dueño del Mineral de Tamaya y gestor en 1866 del alumbrado público a gas de la zona céntrica.
were saved. As Martina de Barros Orrego recounted in her memoirs:
“We passed in front of the Alhambra, as Claudio Vicuña’s palace used to be called, who was the President–elect and successor to Balmaceda. There we saw precious sofas and leather chairs from Cordoba in the middle of the street, being chopped up by a man with an axe.”
The stripped Alhambra was later acquired by Julio Garrido Falcón, a philanthropist and lover of the fine arts, who converted it into a popular social center where artists and illustrious characters of society gathered. Upon his death in 1940, he donated the building to the National Fine Arts Society, which conserves it to this day. But where did these immense fortunes come from?
Carlos Silva Vildósola give us some clues as to their origin: “From 1840 to 1870 there was a wellbeing in Chile similar to opulence. The mines in the north sent quickly made fortunes to the capital and the farming in the central valley, coal mines and trade produced much money, while the cost of living was low and the customs simple.”
Benjamín Vicuña Mackenna went much further and gave us a list of the members comprising the new business elite of the 19th century whose capital totaled the not depreciable sum of 174 million pesos at the time, a fortune if we consider that a small ranch did not cost more than 27,000 pesos. He entitled his publication in El Mercurio (The Mercury) in 1882 “The millionaires of old Chile.”
Heading the list was the Edwards family, with 16 million pesos, a fortune managed by the matriarch Juana Ross and distributed among her children. They were followed by Carlos Lambert, an active copper industrialist who knew how to invest in mining technology, shrewdness that earned him an immense capital of 15 million. Further down is Juan Brown, with 10 million, followed by the Matte family with 9 million and Manuel Irarrázaval with 4 million. Then there were other miningderived fortunes, such as those of Rafael Barazarte, Nazario Elguín and José Díaz Gana. The fortunes from haciendas and commerce were represented by Claudio Vicuña, Luis Pereira, Adolfo Eastman and
Enamorado de la cultura inglesa, encarga un palacio a semejanza de las fortalezas de la vieja Escocia, adquiriendo dos grandes casas que derribó para poder construir un edificio de más de 3.300 m 2 , con jardines y cocheras. La obra fue ideada por el arquitecto Manuel Aldunate y supervisada por el constructor Eduardo Von Moltke.
La magnífica mansión era cercada por una reja de fierro con dos grandes portones, que permitía ingresar al jardín decorado por esculturas y fuentes de mármol. La hiedra trepaba las torrecillas del castillo dejando ver los sólidos muros animados de tanto en tanto por ventanas ojivales. Al centro una escalinata antecedía los tres grandes portones de acceso, que desembocaban en un gran hall con arquerías y una escalera tan amplia que servía de vestíbulo. Desde ahí se distribuían enormes salones tapizados de Aubusson, el comedor engalanado con platería inglesa, un escritorio con innumerables obras literarias, dos oratorios privados, una sala de música, dormitorios y una mansarda que ocupaba todo el tercer piso de la mansión. Entre las piezas de arte se contaban una espléndida galería de pinturas del siglo XV y XVI, y obras de Velásquez, Rubens, Monvoisin, Pradilla, Saal, Humbert y el chileno Antonio Smith.
“En sus últimos años, [Urmeneta] vivía en un espléndido palacio de la calle Monjitas que él mismo ordenó edificar, de conformidad a sus hábitos y a sus gustos. Recibía con mucha frecuencia, sobre todo a comer, pero en la intimidad. En mi tiempo nunca dio grandes bailes, ni comidas suntuosas, pues vivía sólo con su señora, porque sus hijas estaban casadas desde hacía tiempo… Invitaba con frecuencia a los cantantes y músicos que más le agradaban a su casa, para oírlos con más comodidad. Entre muchos otros recuerdo haber oído tocar en su salón al famoso pianista Gottschalk”, recuerda Martina Barros de Orrego en sus memorias. Urmeneta simbolizaba la riqueza de los grandes burgueses chilenos. Entre sus extravagancias se cuenta que era atendido por lacayos ingleses, y que viajaba periódicamente por las costas del Pacífico —y también a Europa— en el Dart, su yate privado. Consciente de que era un hombre que se debía a su patria
Francisco Subercaseaux, all millionaires living in Downtown Santiago. Another of these great capitalists was José Tomás Urmeneta, owner of the Tamaya Mine, who was responsible for the installation of the public gaslights in the downtown area during the 1860’s.
Enamored of English culture, he ordered a palace like the fortresses of old Scotland. He purchased two large homes that he demolished in order to be able to construct a building of more than 3,300 square meters, with gardens and coach houses. The work was designed by architect Manuel Aldunate and supervised by constructor Eduardo Von Moltke.
The magnificent mansion was enclosed by an iron grille fence with two large gates through which one entered the garden decorated by sculptures and marble fountains. The ivy climbed the turrets of the castle, revealing solid walls animated every few feet by ogival windows. At the center, a perron preceded the three large entrance doors that led into a great hall with arcades and a staircase that was so wide it could be used as a vestibule. From there one entered enormous salons in which Aubusson tapestries hung, the dining room bedecked with English silverware, a den filled with countless literary works, two private oratories, a music room, bedrooms and a mansard that occupied the entire third floor of the mansion. The works of art included a splendid gallery of paintings from the 15th and 16th centuries and works by Velásquez, Rubens, Monvoisin, Pradilla, Saal, Humbert and the Chilean Antonio Smith.
Martina Barros de Orrego recalled in her memoirs that “In his last years, [Urmeneta] lived in a splendid palace on Monjitas Street that he himself ordered built according to his habits and tastes. He frequently had guests, especially to dine, but intimately. In my time he never held grand balls or sumptuous dinners. He lived alone with his wife because his children had been married for some time … He frequently invited singers and musicians that he liked most to his home to hear them in more comfort. remember having heard, among many others, the famous pianist Gottschalk play in his salon.”
participó activamente en labores de filantropía: fue mecenas de artistas y financista de los bomberos. Murió en 1878 con la pena de perder jóvenes a dos de sus hijas y ver enferma gravemente a la última de ellas, Manuela, quien vivía en un ala del palacio encerrada en su dormitorio, cubierta de todas sus alhajas, como no queriendo soltarlas al sentir que la muerte se aproximaba. El palacio entonces quedó en manos de doña Carmen Quiroga de Urmeneta, que vivió sola hasta su fallecimiento en 1897. Luego del remate del mobiliario, la casa fue ocupada intermitentemente por los descendientes, sus salones volvieron a abrirse para la Exposición del Coloniaje en 1910 y posteriormente fue arrendada de manera sucesiva como salón de baile, hotel y oficinas. Desafortunadamente el gobierno no pudo desembolsar los 500 mil pesos para su compra en 1929, siendo demolido ese mismo año. En el solar se terminó vendiendo plantas y luego se construyó un pasaje con edificios de departamentos cuyo nombre no alude a su magnánimo antecesor.
Frente a la casa Urmeneta se instaló doña Manuela Real de Azúa, quien encargó al arquitecto Eduardo Provasoli una espectacular casa de marmórea fachada ornamentada con jarrones y esculturas. Tanta era la fascinación por el lujo de doña Manuela que hizo cubrir los salones con finas placas de mármol y los decoró con tanta extravagancia que fue tildada de “siútica” por sus contemporáneos. Su amor por Europa la hizo trasladarse a París y luego a España, donde vivió cómodamente en un auténtico palacete europeo hasta su muerte. Mientras algunos partían por largas temporadas a Europa, otros volvían cubiertos por una mágica aureola de nobleza y novedosos modales que no dejaron indiferentes a ningún santiaguino. Muy comentada fue la invitación que hizo el Almirante Manuel Blanco Encalada a su recién construida residencia de calle Agustinas en la década de 1860, luego de su brillante estadía en la Corte de Napoleón III, con quien guardaba una estrecha amistad. La sociedad santiaguina quedó pasmada cuando al recibir las invitaciones encontraron al final una extraña abre-
Urmeneta symbolized the wealth of the great Chilean bourgeois. Among his extravagances was being waited on by English footmen and travelling periodically along the Pacific coast and to Europe on the Dart, his private yacht. Aware that he was a man that owed his fatherland, he participated actively in philanthropy: he was a patron of artists and a financier of the firemen. He died in 1878, saddened by the loss of two of his daughters at a young age and seeing the last of them, Manuela, seriously ill. She lived in a wing of the palace, shut away in her bedroom, covered by all her gems as if she did not want to let go of them because she felt that death was near.
The palace then fell into the hands of Carmen Quiroga de Urmeneta, who lived alone until her death in 1897. After an auction of the furnishings, the house was occupied intermittently by descendants, its salons were reopened for the Colonial Period Exposition in 1910, and subsequently leased successively as a ballroom, hotel and offices.
Unfortunately, the government could not disburse the 500 thousand pesos to purchase it in 1929 and it was demolished that same year. Plants ended up being sold on the property and then an alley was constructed with apartment buildings whose name makes no reference to their magnanimous predecessor.
Manuela Real de Azúa moved in across from the Urmeneta house. She asked architect Eduardo Provasoli to build a spectacular house with a marmoreal facade decorated with large vases and sculptures. Such was her fascination with luxury that Manuela had the salons covered with fine marble plaques and she decorated them with such extravagance that she was branded as “flashy” by her contemporaries. Her love for Europe made her move to Paris and then to Spain, where she lived comfortably in a small authentic European palace until her death.
While some left for long seasons in Europe, others returned covered by a magic halo of nobility and novel manners that left no Santiagoan indifferent. The invitation made by Admiral Manuel Blanco Encalada to his recently built residence on Agustinas Street (Augustinian Street) in the 1860’s was quite the talk of the town, after his brilliant stay at the
viatura “R.S.V.P”: —“¿Y eso linda, qué quiere decir?” preguntaba una gran dama a una amiga, quien respondía: —“Un insulto ha de ser, niña, ¡para reírse de la gente!” Tan ajena a esas delicadas costumbres era nuestra sociedad, que, a pesar de emular hasta los cubiertos, no entendía ciertos códigos ya viejos en Europa. El hoy común Répondez S’il Vous Plaît (Responda por favor) dio que hablar y causó las peores controversias y enemistades.
El Almirante entregó a Chile también una de sus primeras bellezas legendarias, Teresa Blanco Gana. Su rebelde personalidad y atractivo no pasaron desapercibidos; la recuerda incluso el poeta Alfredo de Musset: “Dios muestra de vez en cuando su poder infinito en las propias criaturas. Yo la vi una noche en el Versalles de Napoleón III, se llamaba Teresa Blanco y venía de un lejano país”. Odiada por las señoritas y cortejada por todos los jóvenes chilenos, ganó su mano el rico minero Francisco Echeverría, quien ofreció un pomposo baile para anunciar el compromiso coronando la testera del salón con el nombre de su prometida escrito con brillantes. Se casaron en La Madeleine de París, siendo sus padrinos Napoleón III y la Emperatriz Eugenia de Montijo. Viajaron largamente por Europa y volvieron a Chile para instalarse en Copiapó, muy cerca de sus posesiones mineras.
Aunque la vida del reciente matrimonio auspiciaba eterna felicidad, el destino tenía preparado un final mucho menos lujoso. En 1864 la impulsiva Teresita instó a su marido para que la llevara a conocer una de sus minas en Totoralillo, a pesar de la oposición de los supersticiosos mineros que veían en el ingreso de una mujer a una mina el inicio de una catástrofe. Y así, recorriendo las maquinarias, encontró la muerte Teresita al enredar la larga cola de su vestido en una de las turbinas, muriendo triturada. Su desconsolado viudo viajó por el mundo para olvidar la pena, y a su regreso a Chile encontró también la muerte en un naufragio frente a las costas de Coquimbo.
La desdichada Teresa había hecho una de sus últimas apariciones vestida de María Antonieta en el concurrido baile de la familia Tocornal, la primera fiesta de fantasía de Santiago. Los orígenes de este baile no son menos anecdóticos, pues se
Court of Napoleon III, with whom he maintained a close friendship. Santiagoan society was dumbfounded by the invitations, at the end of which a strange abbreviation appeared, “R.S.V.P.”: “What, my dear, does that mean?,” asked a grand lady of a friend, who responded:
“It must be an insult, girl, to mock everyone!” So unfamiliar was our society with those gentle customs that despite emulating even table settings, it did not understand certain already long-standing codes in Europe. Today the common Répondez S’il Vous Plaît (Please respond) was the source of gossip and provoked the worst controversies and enmity.
The Admiral also gave Chile one of its first legendary beauties, Teresa Blanco Gana. Her rebellious personality and attractiveness did not go unnoticed. She is even remembered by the poet Alfredo de Musset: “Every once in a while God displays his infinite power in the creatures themselves. one night I saw her at Napoleon III’s Versailles. Her name was Teresa Blanco and she came from a distant country.”
Hated by the young ladies and courted by all young Chilean men, the rich miner Francisco Echeverría won her hand. He held a pompous ball to announce their engagement, crowning the front of the salon with the name of his fiancée written in diamonds. They were married in the Church of Madeleine in Paris and Napoleon III and Empress Eugenie of Montijo were their witnesses. They travelled extensively throughout Europe and returned to Chile to set up their home in Copiapó, very close to their mining possessions.
Although the life of the new couple augured eternal happiness, fate had prepared a much less luxurious end. In 1864, the impulsive Teresita urged her husband to take her to one of his mines in Totoralillo despite the opposition of the superstitious miners, who felt that a woman entering a mine would trigger a catastrophe. Teresa encountered death while touring the machines. She caught the long train of her dress in one of the turbines and was crushed to death. Her inconsolable widower travelled around the world to overcome his grief and upon his return to Chile, he also encountered death in a shipwreck off the coast of Coquimbo.
había realizado en la casa de don Manuel Antonio Tocornal Grez, uno de los hombres más reservados de toda la República. La idea, por supuesto, no había sido suya: era parte de uno de los caprichos de su esposa y del gordo Manuel, su cuñado, quien tenía fama de vividor, amante de la cultura francesa, extravagante en el vestir y que vivía horrorizado de caer en la pobreza. Se cuenta que don Manuel llegó a casa de su amigo el General Bulnes tomándose la cabeza y diciendo: “General, ¿sabe en qué nos ha metido el gordo?… En un baile de fantasía. ¿Qué le parece? ¡Mi casa es una loquería!”. Y mirando a las niñas de la casa echó a correr a propósito el mágico rumor: “No le cuenten a nadie. ¿Lo prometen? El gordo va a dar un baile de fantasía en la casa y no va a invitar más que a las buenasmozas y a las que bailan bien”. Dos minutos más tarde Santiago entero se sacudía con la noticia. La fiesta fue un éxito y a ella asistió Domingo Fernández Concha, Antonio Varas, Tomás Armstrong, la familia Blanco Encalada, José Arrieta y su mujer María Mercedes Cañas, la familia del General Bulnes, Emilio Concha, entre muchas otras personalidades, cuyas curiosas indumentarias y otros pormenores de la fiesta se pueden examinar en la revista Zigzag de abril de 1921. En este ambiente de progreso el abogado Luis Pereira Cotapos compró un extenso solar en el alejado sector poniente, cerca de chacras y viñas. La edificación de la casa causó mucha controversia; se comentaba en la tertulia de doña Ignacia Vicuña de Íñiguez —la suegra de Pereira— el absurdo de gastar esa enorme cantidad de dinero en construir un palacio en los suburbios, debiendo disponer, cada vez que el matrimonio visitaba a parientes o amigos, de un carro para trasladarlos. Quizás por esta situación los Pereira Íñiguez lucirían más tarde los mejores coches de Santiago, todos tirados por poderosos caballos de fina raza Hackney.
A pesar de las discrepancias por la lejanía, el palacio no tardó en convertirse en un concurrido centro social gracias a la carismática personalidad de Carolina Íñiguez de Pereira, que organizaba frecuentemente tertulias y banquetes, a los que acudían sus más cercanas amistades así como el mundo político.
The unfortunate Teresa had made one of her last appearances dressed as Marie Antoinette at the crowded ball held by the Tocornal family, the first costume ball in Santiago. The origins of this ball are no less anecdotal as it was held at the home of Manuel Antonio Tocornal Grez, one of the most reserved men in the entire Republic.
Of course, it was not his idea: it was part of one of the whims of his wife and of chubby Manuel, his brother-in-law, who was a famous partyer, a lover of French culture, extravagant dresser and who always lived in fear of becoming impoverished.
It is said that Manuel arrived at the house of his friend, General Bulnes, holding his head in his hands and saying; “General, do you know what Chubby has gotten us into? … A costume ball. What do you think about that? My home is a madhouse!” And he looked straight at the girls in the house and purposefully started the magical rumor: “Don’t tell anyone. Promise? Chubby is going to give a costume ball at the house and he’s only going to invite the pretty women and good dancers.” Two minutes later all of Santiago was vibrating with the news.
The ball was a success and was attended by Domingo Fernández Concha, Antonio Varas, Tomás Armstrong, the Blanco Encalada family, José Arrieta and his wife, María Mercedes Cañas, the family of General Bulnes and Emilio Concha, among many other personalities whose odd garments and other details of the party can be examined in the Zigzag magazine published in April 1921.
In this progressive environment, attorney Luis Pereira Cotapos bought a spacious property in the distant western sector, near small farms and vineyards. The construction of his house was a cause for great controversy. It was commented upon at the gathering at Ignacia Vicuña de Íñiguez’s–Pereira’s mother-in-law–how ridiculous it was to spend that huge sum of money on building a palace in the suburbs because each time the couple visited friends or relatives, they would need a carriage to take them. Perhaps that is why the Pereira Íñiguez family would later own the best coaches in Santiago, all drawn by powerful Hackney thoroughbred horses.
Sobre estas manifestaciones sociales, Eyzaguirre Lyon rememora la gran cocina y hospitalidad en la mansión, que se regía según la exigente cocina francesa. El comedor de estilo Renacimiento con muebles de nogal tallados en estilo Enrique II fue escenario, el 27 de septiembre de 1895, de un gran banquete, que incluía entre sus platos: “Huitres-Potage: Bisque d’écrevisses- Poisson: Corbine créme chantilly - Entrées: Filet de boeuf aux artichauts, Pigeons sur canapé, Flan d’oursins, Cotelettes truffées aux petit pois, Paté de foie gras á la geléeEntrées froides: Galantine de dinde, Jambon d’york - Punch á la romaine- Légumes: Asperges sauce mousseline - Roti: Dinde truffé, Salade d’evocats - Desert: Pudding Diplomatique, Parfait, glacé, Gelées, fruits, fromages, café” El palacio se distribuyó de una forma bastante peculiar para ese entonces: se reemplazó el típico hall por una extensa galería vidriada con forma de cruz de malta, decorada profusamente con estucos y pavimento de mármol. En ella se emplazaron delicadas piezas artísticas de la firma Val D’Osne, un busto de Luis Pereira firmado por el catalán Foliá y fino mobiliario estilo Imperio, donde la familia vivía de manera más privada. Grandes puertas vidriadas daban paso a los salones: el tapizado en color lila, con grandes columnas y acceso a un pequeño jardín interior; la enorme biblioteca, con altos estantes empotrados y tallados; el comedor, la sala de música, el escritorio, el salón rojo, el recibidor azul: todos alhajados con gran suntuosidad. La galería hacia el poniente remataba en una capilla privada, donde en 1909 se casó Elena Pereira en una ceremonia íntima. Sobre el interior del palacio el periodista Yáñez Silva escribe en 1910: “Al entrar a la casa de la familia Pereira Íñiguez recibimos la impresión de estar en una de esas grandes y tranquilas mansiones señoriales en cuyo ambiente parece flotar el espíritu de los antepasados, que tan preciosamente guardan ciertos hogares aristocráticos de Santiago. Servida la casa por dos imponentes galerías de cristales que se cruzan, se presentan alegres varias fundiciones artísticas francesas… Amplios salones tapizados de Aubusson, confortables sitios en que abandonarse a horas de lectura, grutas
Despite the differences about distance, the palace soon became a popular social center thanks to the charismatic personality of Carolina Íñiguez de Pereira, who frequently organized gatherings and banquets that were attended by her closest friends and the political world.
Eyzaguirre Lyon recalls the great cuisine and hospitality at the social gatherings at the mansion that was governed by exigent French cuisine. The Renaissance-style dining room with walnut furniture carved in the style of Henry II was the scene, on September 27, 1895, of a large banquet. The courses of that banquet included: “Huitres-
Potage: Bisque d’écrevisses- Poisson: Corbine créme chantillyEntrées: Filet de boeuf aux artichauts, Pigeons sur canapé, Flan d’oursins, Cotelettes truffées aux petit pois, Paté de foie gras á la gelée - Entrées froides: Galantine de dinde, Jambon d’yorkPunch á la romaine- légumes: Asperges sauce mousseline - Roti: Dinde truffé, Salade d’evocats - Desert: Pudding Diplomatique, Parfait, glacé, Gelées, fruits, fromages, café.”
The palace was designed in a way that was quite peculiar for that time: The typical hall was replaced by a long windowed gallery in the form of a Maltese cross, decorated profusely with stucco and marble floors. Delicate works of art made by Val D’Osne, a bust of Luis Pereira signed by the Catalan sculptor Foliá, and fine Empire-style furnishings were emplaced inside it, where the family lived their private life.
Large glass doors gave way to the salons: the tapestry was the color of lilac, the rooms had large columns and opened into a small interior garden; the huge library with high carved, embedded shelves; the dining room, music room, den, red room, blue anteroom, all magnificently adorned. The gallery towards the west ended in a private chapel where Elena Pereira was married in a private ceremony in 1909.
The journalist Yáñez Silva wrote about the palace interior in 1910: “As we entered the Pereira Iñiguez family home, we had the impression of being in one of those grand, quiet seignorial mansions in which the spirit of ancestors seems to hang in the air, which certain aristocratic homes in Santiago so preciously retain. Several French
que recuerdan el natural al lado de salas realmente opulentas… Termina la galería central por un espacioso jardín en cuyo fondo se alza un templete antiguo que muestra entre su arquería una figura de mujer abandonada en los giros de la danza…”
El edificio, construido por el arquitecto francés Lucien Henault en 1872, cayó en abandono por más de treinta años. El 30 de diciembre de 2011 fue adquirido por el Estado de Chile. Se pretende restaurar el inmueble para destinarlo a oficinas de la Dirección de Archivos, Bibliotecas y Museos (DIBAM) y el Consejo de Monumentos Nacionales.
La familia Pereira había sido —sin saberlo— pionera en poblar un sector de Santiago que hacia fines del siglo XIX vendía sus solares a precio de oro. En ellos se habían instalado conocidas familias ligadas al mundo político, la agricultura o la industria, como la de Ricardo Lyon y José Manuel Larraín, casas que hoy lamentablemente no existen.
Conociendo el prestigio del barrio, el rico minero Rafael Barazarte decide construir un palacio italiano en la esquina de calle Compañía con Amunátegui, famoso en toda la ciudad por sus vastos patios cubiertos de mármol. En 1892, esta casa pasó a manos de don Claudio Matte Pérez, un respetado hombre de negocios que centró sus esfuerzos en mejorar la labor pedagógica, creando un silabario para que los más pequeños aprendieran a leer y escribir.
La llegada del nuevo siglo trajo muchos adelantos que no se ajustaban a la anticuada mansión, por lo que el señor Matte contrata al arquitecto francés Henri Grossin para remodelar completamente la propiedad. Se techó el patio central convirtiéndolo en un espacioso hall, iluminado por una claraboya y un ventanal con vitrales, en donde destaca una figura de guirnaldas con la flor del copihue. Los dos pisos se unieron a través de una escalera con herrería de bronce, mientras que los salones fueron enmaderados a media altura y decorados sus cielos con grandes lienzos de corte romántico.
Se instaló además una moderna sala de teléfono y la casa fue una de las primeras en eliminar las sucias cocheras,
artistic cast iron works lead the way in the two imposing crystal galleries that intersect in the house … Wide salons with Aubusson tapestries, comfortable sites where one can abandon oneself for hours to reading, grottos reminiscent of nature beside truly opulent rooms … The central gallery ends in a spacious garden, an old temple rising at the back in which a figure of a woman yielding to the gyrations of dance can be seen in its arcade …”
The building, built by the French architect Lucien Henault in 1872, fell into abandonment for more than 30 years. It was acquired by the State of Chile on December 30, 2011. The intent is to restore the property to use it for offices of the Archives, Library and Museum Bureau (DIBAM) and the National Monuments Council.
Unknowingly, the Pereira family was a pioneer in populating a sector of Santiago where large estates were sold at the price of gold towards the end of the 19th century. Well-known families linked to the political world, agriculture or industry moved there, such as the families of Ricardo Lyon and José Manuel Larraín, whose houses unfortunately no longer exist.
Knowing the prestige of the neighborhood, the rich miner Rafael Barazarte decided to build an Italian palace on the corner of Compañía and Amunátegui Streets, famous throughout the city for its vast courtyards covered in marble. In 1892, this house became the property of Claudio Matte Pérez, a well-respected businessman who focused his efforts on improving teaching, creating a primer so that young children could learn to read and write.
The arrival of the new century brought much progress that conflicted with the ancient mansion, so Mr. Matte hired Henri Grossin, a French architect, to remodel the property in its entirety. The central courtyard was roofed, making it into a spacious hall illuminated by a skylight and a large stained glass window. Notable in this latter was a figure of garlands with Copihue flowers. The two floors were joined by a staircase with bronze hardware, while the salons were lined in wood half way up and the ceilings decorated with large canvases in the Romantic style.
reemplazándola por un confortable garaje para el automóvil. Famosa era la decoración interior, donde destacaba el “ salón de baile, que bien podría figurar en un palacio de estilo Luis XV, con muebles y cortinajes de brocados de la época. La preciosa alfombra Aubusson es una reliquia, pues ya no se encuentran muchas en el mundo”, indicaba la revista Familia en 1924. El parquet tiene igual mérito: es una muestra exquisita de fina marquetería traída especialmente desde Francia.
El nuevo palacio del señor Matte se ajustó perfectamente a los dos ámbitos de su vida privada. Las grandes estancias destinadas al baile, la música y la conversación eran ideales para desarrollar una intensa vida social, mientras que la presencia de un par de escritorios, una biblioteca y una sala de juegos, permitía al dueño de casa desenvolverse entre la intimidad de sus negocios y los estudios pedagógicos.
La mansión fue escenario de intensas tertulias políticas y deslumbrantes manifestaciones sociales, como las fiestas que ofreció la familia durante el Centenario a su huésped el Duque de Arcos, enviado especial del Rey Alfonso XIII de España.
Claudio Matte habitó la mansión hasta su muerte en 1956. Fue adquirida entonces por la Universidad de Chile, entidad que actualmente utiliza la mansión como Instituto de ciencias políticas y administrativas.
A moderate telephone room was also installed and the house was one of the first to eliminate the dirty coach hous, replacing it by a comfortable garage for the automobile. The interior decoration was famous, particularly for the “ballroom, which could well be found in a louis VI palace, with furniture and brocade curtains of the time. The priceless Aubusson rug is a relic as you can no longer find many in the world,” said Familia (Family) magazine in 1924. The parquet earned the same praise: it is an exquisite example of fine marquetry brought especially from France.
Mr. Matte’s new palace fit perfectly with the two ambits of his private life. The large rooms for dancing, music and conversation were ideal for an intense social life, while the presence of a couple of dens, a library and a game room allowed the owner to conduct his business and pedagogical studies in more intimate surroundings.
The mansion was the scene of intense political gatherings and vibrant social manifestations, like the parties offered by the family during the Centennial for their guest, the Duke of Arcos, a special envoy of King Alfonso XIII of Spain.
Claudio Matte lived in the mansion until his death in 1956. It was then acquired by the University of Chile, which currently uses it as the Institute of Political and Administrative Sciences.
Nunca, como entre 1875 y 1915, la elite santiaguina había experimentado tal identificación cultural con la aristocracia parisina, ni la ciudad del Mapocho procuró asimilarse con ese empeño a la capital del Sena. l a mole escarpada de los Andes, sus nieves eternas claveteadas en el cielo, el paisaje huraño a sus pies, fueron el ensimismado escenario de una arquitectura histórica como futuro, que abandonó el adobe, la teja, la pared a la cal por un sueño de “palacios” neogóticos, renacentistas, barrocos y moriscos en simultaneidad, sin secuencia cronológica o lógica.
Hoy valoramos esos edificios de la zona norponiente de Santiago, o lo que queda de ellos, así como la vida que los habitó: son patrimonio, porque ya constituyen memoria histórica colectiva, transmitida generacionalmente; se han hecho parte de nuestro más íntimo paisaje urbano y aceptamos sin mayores cuestionamientos, como un nombre de fantasía, una metáfora, su pomposa denominación de “palacios”, aun cuando sabemos que, en estricto rigor, no existió en Chile una nobleza.
Cuando un segmento de la elite chilena comenzó a desatar los lazos con la tierra y el cielo, buscó en las comodidades, en la cercanía al comercio y en la casa urbana, un nuevo modelo de vida, progresista y moderno. El gran objetivo civilizador condujo a las recientes fortunas chilenas de la minería y las finanzas a invertir en imagen y a encuadrarse en los cánones culturales que traía del viejo Mundo, en particular desde París.
l a arquitectura, la moda, las artes aplicadas y escénicas incorporarían a Chile a la cultura europea no española. l a expansión industrial con sus procesos de seriación, reproducción y el historicismo, se aliaron para ofrecer a nuestra elite una inédita sensación de plenitud en el consumo, una amplitud desconocida de opciones estilísticas, una oferta de juego y goce vital que se creyeron perdurables.
Una sociedad que cambiaba a grandes pasos su modo de pensar, que quería ser moderna, no podía presentarse como antaño: debía
Never as between 1875 and 1915 did the Santiago elite experience such cultural identification with the Parisian aristocracy, nor did the city by the Mapocho attempted assimilating with such effort to the Seine capital. The rugged mass of the Andes, its eternal snows thatched in the sky, the husky landscape at its feet, were the absorbed scenario of a historical architecture as future, which left behind the adobe, the tile, the whitewashed wall for a dream of neo-gothic, renaissance, baroque and Moorish “palaces” simultaneously, with no time or logic sequence.
Today we value these buildings in northwest Santiago, or what is left of them, as well as the life that inhabited them: they are patrimony, for they are historical collective memory, passed through the generations. They have become part of our most intimate urban landscape and we accept with no further questioning, a metaphor, and the pompous name of “palace” though we know there was not actual nobility in Chile.
When a segment of the Chilean elite begun undoing its ties to the land and the sky, it sought in comfort, in closeness to trade and to the town house, a new life model, progressive and modern. The great civilizing objective lead the recent Chilean fortunes from mining and finances to invest in image and frame within the cultural standards it brought from the old world, especially Paris.
Architecture, fashion, applied arts and the stage would incorporate into Chile the European, non-Spanish, culture. The industrial expansion, with its serialization processes, reproduction and historicism, allied to offer our elite an unknown sensation of fullness in consumption, an unknown sensation expansion of stylistic options, an offer of life game and enjoyment they thought everlasting.
A society that changed at big steps in its way of thinking, that wanted to be modern, could not show itself as before: it had to
modificar su apariencia vestida. l a moda adoptó entonces un lenguaje selecto y caprichoso, al alcance de muy pocos. l a favorecen los viajes a París y la extraordinaria expansión de las tiendas de ropa hecha y el comercio de novedades en el Centro de Santiago. Con sus fascinantes “vidrieras”, Casa Prá, Casa Francesa, Muzard, Gath y Chávez, o tero, atraen y motivan la recurrencia al gasto. Tornasoladas sedas, muaré, rasos y fallas del rosa viejo al berenjena, del crema al café, del gris celeste al negro, otorgan un grave colorido al traje femenino, en versiones mundanas o recatadas —como la que luce Amalia Urmeneta de Errázuriz, que honró con su presencia el oscuro palacio neogótico de su apellido paterno—. Es el buen tono en la ropa “de vestir”, hacia 1875, que insiste en la artificialidad del traje, en su independencia respecto de la anatomía de la portadora y en la alta cuota de trabajo manual, horas aguja, que requieren sus piezas. l os tableados, recogidos, frunces y abombados en cuello, hombros, mangas y talle, y los tomados horizontales que levantan la falda y la mantienen en vilo, contribuyen a mostrar al vestido como un elemento que trabaja no sólo con el suspenso de la novedad, sino como sistema mecánico de suspensión. Se busca doblegar la naturaleza. Un corsé de ballenas incrusta la cintura en las caderas, proyecta hacia delante el pecho y hacia atrás la zona lumbar, foco erótico de la época, acentuándola mediante un desafiante polizón de crin, hilos y arcos de alambre. Traje encarrujado y acartonado, como el que muestra l ucía Subercaseaux de Vicuña, mujer de Claudio Vicuña hacia 1880, con el que debe moverse a pasitos cortos, remarcados por la oscilación breve de tirabuzones, rigurosamente distribuidos sobre los hombros, y el revoloteo de ricitos sobre la parte alta de la frente. Pendientes y zarcillos de piedras finas orquestan este movimiento. Para calzar hay botines de charol con hileras de pequeños botones o acordonados por delante y zapatos con tacón, lo más ajustados posible. Sombrilla, guantes
change its appearance in dressing. Fashion adopted then a selected and whimsical language, affordable by the few. Favored by the trips to Paris and the extraordinary development of the readymade clothing stores and the novelty trade in the center of Santiago. Fascinating windows of Casa Prá, Casa Francesa, Muzard, Gath y Chávez, o tero, attract and motivate spending.
Iridescent silks, moirés, satins and crepe from champagne pink to aubergine, from cream to brown, from steel blue to black, give a serious colorfulness to the female dress, in mundane or demure versions —as the one worn by Amalia Urmeneta de Errázuriz, who honored with its presents the dark neo-gothic palace of her father’s family—. It is the good tone in the “dress up” clothes, towards 1875, insisting on the artificial quality of the outfit, regardless of the anatomy of the wearer and in the high amount of labor (needle hours) required. Pleats, gathers and puffs in collars, shoulders, sleeves and waist, and horizontal gathers that collect the skirt and keep it suspended contribute in showing the dress as an element not only working with the suspense of novelty, but as a mechanical device of suspension. A bone whale corset incrusts the waist in the hips, projects forward the chest and backwards the lumbar area, erotic focus of the time, accentuating it with defying petticoats of haircloth, threads and wire rings. Stiff and curled gown, as the one worn by Lucía Subercaseaux de Vicuña, married to Claudio Vicuña towards 1880, with which she could only take small steps, marked by the brief movement of curls, strictly distributed over the shoulders and the fluttering of tendrils above the forehead. Earrings of gems orchestrate this movement. For walking there are patent booties either buttoned on the side or laced at the front and heeled shoes, the tightest possible. Parasol, skin gloves, hat tilted to one side with veil and ribbons make complete this look which at night suppresses
de piel, sombrerito ladeado a un costado de la cabeza con velo y cintas completan esta tenida que en el traje de noche se escota, suprime las mangas y se realza con bordados y pedrerías en un efecto oscuro y fastuoso.
Después de 1885 las telas de los trajes femeninos se hacen más suaves y envolventes, en claros colores pastel, y la moda poco a poco deja de adaptar a su arbitrio el cuerpo femenino para orientarse viceversa. Se desata, entre las santiaguinas con recursos, la afición por los encajes que vienen de Europa y, para las que no pueden pagar este lujo, las versiones en crochet de fichu, cuellos, chaquetillas, puños y ruedos. Para el verano se imponen el crêpe de china, el chiffon, la gasa, el tul y la muselina. l a blusa adquiere realce y el vestido se trabaja como dos piezas, en tono y telas contrastados. El uso de los cortes al bies provoca un nuevo efecto de caída de las faldas que, al apegarse, deben destacar la estrechez de las caderas y la cintura. Ello es acentuado por enormes sombreros, como el que usa Isabel Irarrázaval de Pereira hacia 1900, cuando sale del “palacio” de calle Huérfanos. Conjugan estos sombreros desde plumas naturales a felpas y rasos, velos, cintas y pasamanería, zarcillos de paja o crin y aves disecadas. l as revistas chilenas caricaturizan a la mujer con este gran artefacto decorado sobre dos pequeños botines.
Desde París las influencias orientales llevadas a la capital francesa por el comercio de objetos chinos y la visita del Zar Guillermo II en 1893 para sellar la “Entente” franco-rusa, traen a Santiago la moda de las batas, kimonos y de las pieles para el invierno, astracanes, visones, zorros, en manguitos capas y estolas, como la que luce o lga Budge de Edwards cuando sale de su casona en calle Compañía.
Para el Centenario la mujer chilena de elite muestra en su vestuario la fantasía inagotable de los trajes de Paul Poiret la influencia hindú y de los ballet rusos, con su séquito de túnicas y trajes sueltos, de “escandalosos” escotes en V, disimulados o realzados por “boas” de plumas –favoritas eran las de avestruz–, blusas largas ceñidas con cinturones de pedrería, faldas amplias con capas y ahora sí debajo, para las más osadas, pantalones o bombachas
the sleeves and takes the neckline down and is enhances with embroidery and beadings in a dark and rich effect.
After 1885 the fabrics for female gowns become softer and more wrapping, in clear pastel colors, and fashion increasing ceases in adapting to its own mind but to the female body. Wealth Santiago women go crazy over European origin lace, and those that cannot afford it the crochet versions of fichou, collars, jackets, cuffs and hems. In summer are used crêpe de chine, chiffon, gauze, tulle and muslin. The blouse stands out and the dress is worked as two pieces, in contrasting hues and fabrics. The use of bias cuts produces a new hanging of the skirts which, when hugging the body, must highlight the narrowness of the hips and waist. All that is accentuated by large hats like the one used by Isabel Irarrázaval de Pereira towards 1900 when leaving the “palace” of Huérfanos street. These hats also use natural feathers to plush and satin, veils, ribbons and passamenterie, hangings of straw or horsehair and stuffed birds. Chilean magazines caricature the woman with this large artifact decorated over two small ankle boots.
From Paris eastern influences having arrived to the French capital through the trade of Chinese objects and the visit of the Tsar William II to seal the French-Russian “Entente” bring to Santiago the fashion of robes, kimonos and furs for winter —astrakhan, mink and fox— in muffs, capes and stoles, as the one worn by Olga Budge de Edwards when leaving her house on Compañía street.
For the Centennial, Chilean women of elite show in their apparel the inexhaustible fantasy of the dresses by Paul Poiret, the Indian influence and that of the Ballets Russes, with their retinue of tunics and loose outfits, of “outrageous” V necklines, hidden or enhanced by feather “boas” —favorite were those of ostrich—, long blouses tightened with beaded belts, wide layered skirts and now, for the boldest, oriental trousers or breeches, which do not enrage others as when in 1850 English feminists propose bloomers. The head is no longer dressed with huge hats, replaced by lights turbans, headbands, metallic bands or of beading complemented by long echarpes and shawls. The
orientales que no provocan ira como cuando en 1850 las feministas inglesas proponen los “bloomers”. Abandonan la cabeza los enormes sombreros, reemplazados por ligeros turbantes, cintillos, bandas metálicas o de pedrería complementados por largos echarpes y chalinas. Con el traje sastre, la mujer de clase media se incorpora al uso del vestido de elite, marcando así el estilo fundacional, masculinizado y democrático de la trabajadora, expandido por el tipo andrógino de la garçonne en los años locos de la posguerra. Poco cambia, en comparación, la moda masculina durante esos años. El frac, característico desde la Independencia, empieza a llevarse sólo en cenas o bailes, y se orla de cuello y puños de seda negra. En las noches, para ir al Club de la Unión, el smoking es de rigor. El redingote, prenda de uso en la ciudad, se aprecia en el retrato de Nazario Elguín, de 1881, pintado por Cosme San Martín, dueño del palacio en la acera norte de la Alameda. Reemplazado por la chaqueta corta, la americana, con pequeñas modificaciones en el ancho de las solapas, los botones o las líneas del entallado, llega hasta hoy. El abrigo de mayor éxito es el Chesterfield, que paulatinamente se alarga. El pantalón oscila entre las pinzas, el corte recto y la bastilla. Gana en importancia el chaleco, modo informal de estar en espacios interiores y ocasiones informales sin emplear la chaqueta. Chalecos de seda, raso, en colores fuertes se acompañan con camisas de cuello alto y corbatas arrolladas, como las que usa Francisco Ignacio o ssa, autor de la idea y primer dueño del palacio de l a Alhambra en la calle Compañía. En materia de corbatas, símbolo vestimentario masculino por excelencia, se ponen luego de moda los plastrones, descuidada y el elegantemente anudados como el que lleva Agustín Edwards McClure, segundo dueño del palacio Edwards. El sombrero alto del romanticismo, el tongo, desciende, toma forma de hongo y llega en los comienzos del siglo XX al sombrero de paja, con copa chata, cilíndrica, ala pequeña y recta. También se aprecia en el traje masculino, de manera paralela, el aflojamiento de las líneas. Para ambos sexos el nuevo siglo adviene con los tonos claros, gris perla, tabaco claro, beige, hueso para ellos, marfil, celeste, rosa pálido verde agua para ellas, de elegancia sutil y desenvuelta.
tailored suit the woman of the middle classes incorporates to the use of the elite dressing, thus marking the foundational style, masculine and democratic of the working woman, extended by the androgynous type of the garçonne during the Crazy Years.
In comparison, male fashion undergoes little changes in these years. The dress coat, characteristic from the days of the Independence, is only worn to dinner parties or balls, and is riveted with cuffs and collars in black silk. At night, to go to the Club de la Unión, the dinner jacket is mandatory. The redingote, garment used in the city, can be seen in the portrait of Nazario Elguín painted by Cosme San Martín in 1881, owner of the palace on the northern side of the Alameda. It is replaced by the jacket with little modifications as to the width of the lapels, buttons or tailoring line, has come to us today. The most successful coat is the Chesterfield, which gradually grows longer. The trousers range between pleats and flat fronts and turn-ups. The vest becomes more important, an informal manner of being inside and on informal occasions of being inside without using the jacket. Vest in silk and satin, in bold colors with high collared shirts and wrapped around ties, as the one used by Francisco Ignacio Ossa, author of the idea and first owner of the Alhambra palace on Compañía Street. In matter of ties, quintessential male symbol in dress, then become fashionable the cravatte, carefully and elegantly tied as the one worn by Agustín Edwards Mc-Clure, second owner of the Edwards palace. Top hats of romanticism go down to the bowler hat and by the turn of the 20th century arrives the boater hat, with a flat top, of cylindrical shape, narrow wing and straight. It can also be seen in male suits, in parallel, a loosening of the lines. For both sexes the new century arrives with clear colors, light gray, light tobacco, beige and bone for men; ivory, sky blue, pale rose, aqua for women, of subtle and worldly elegance. Thus dressed or in costume, the night awaits them and brings lavish balls and receptions in the halls, gardens and dining rooms of the great palaces, where a buffet of up to 20 cold and hot plates, desserts, wine, coffee and cigars is set up, all of them with French
Así vestidos o disfrazados, la noche los aguarda y depara fastuosos bailes y recepciones en los salones, jardines y comedores de los grandes palacios, donde se instala un buffet de hasta veinte platos fríos, calientes, postres, vino, café y puros, todos con nombres franceses –hasta la nativa frutilla chilota, traducida en “fraise” y la vernácula papa transformada en “ponme de terre”. Circulan porcelanas de Sèvres, cristalerías Baccarat y cuberterías Christofle. Precavidos contra la menor descortesía por el estricto Manual de Carreño, los dueños de casa reciben uno a uno a sus invitados, se preocupan de que haya más hombres que mujeres para que ninguna dama quede con su carnet de baile vacío y vigilan para que se cumplan al menos las cuatro horas de baile de rigor. Entre luminarias, enredaderas, ramos de rosas o peonías hasta el amanecer se suceden las polcas, alemanas, passe-pied, pas de Quatre, Washington, post, burn-dance, schottisch, mazurka, mazurka siglo XX, valse Boston, valse francés, cuadrilla francesa, cuadrilla inglesa, lanceros, tow-seps, minué, cake-walk, bourré parisina —danzas todas ellas orientadas, para no bajar el buen tono en sus evoluciones, gestos y giros, por el Tratado de baile de Alfredo Franco Zubicueta—.
En el baile el palacio vive su momento más esplendoroso, cumple plenamente el objetivo para el cual ha sido edificado: el brillo social y la emulación historizada de las grandes fiestas de corte de la nobleza europea Marcaron época las feéricas recepciones y bailes de disfraces en los salones de oriental riqueza del Palacio de l a Alhambra, cuando sus dueños eran Claudio Vicuña Guerrero y l ucía Subercaseaux, edificio que mostró un espectáculo tipo las mil y una noches en julio de 1877, antes que los saqueos con la revolución del 91 transformaran el interior de la mansión en una ruina.
Mercedes Herboso, abuela del pintor Roberto Matta, vestida con los colores de la bandera chilena, aunque con prendas traídas de París, fue el centro de una inolvidable noche de cotillones y exóticos trajes en el palacio de su consorte Víctor Echaurren Valero, en septiembre de 1885.
Entre las magníficas fiestas en el Palacio Edwards organizadas por sus dueños Agustín Edwards Ross y María l uisa Mac-Clure de
names —even the native strawberry from Chiloé, translated into “fraise” and the original potato becomes a “pomme de terre”—. China from Sèvres, Baccarat glassware and Cristofle cutlery circulate. Foreworn against the slightest contravention in civility by the strictest Manual de Carreño, the hosts receive each of their guests, care that there are more men than women so no lady will have an empty dance card and watch that the four hours of dancing are obliged with. Among luminaries, vines, rose or peonies bouquets, until dawn succeed polka, allemande, passe-pied, pas de Quatre, Washington, post, burn-dance, schottisch, mazurka, mazurka 20th century, Boston waltz, French waltz, French quadrille, English quadrille, lancers, tow-step, minuet, cake-walk, Parisian bourré —all of them dances aimed, at not lowering the good tone in its evolutions, twists and twirls, by the Treaty on Dancing by Alfredo Franco Zubicueta—.
In the ball the palace lives it’s most splendorous moment, it fulfills in whole the aim for which it has been built: social glitter and historicized emulation of the great court parties of the European nobility.
An epoch was marked by the feral receptions and fancy dress balls in the oriental rich rooms of the Alhambra Palace, owned by Claudio Vicuña Guerrero and Lucía Subercaseaux, building that showed a spectacle out of the One and One Thousand Nights in July 1877, before the lootings of the 1991 revolution the inside of the mansion into ruins.
Mercedes Herboso, grandmother of the painter Roberto Matta, dressed in the colors of the Chilean flag, although with garments brought from Paris, was the center of an unforgettable night of cotillions and exotic costumes in the palace of her spouse Víctor Echaurren Valero, in September, 1885.
Among the magnificent parties in the Edwards Palace, organized by their owners Agustín Edwards Ross and María Luisa MacClure de Edwards, it was famous the grand debutante ball for their daughter María Edwards Mac-Clure. The cheery cotillion lead by
Edwards, cobró fama el gran baile de “estreno en sociedad” de su hija María Edwards Mac-Clure. Al animado cotillón dirigido por el Embajador de Estados Unidos, Henry P. Fletcher y la joven debutante, siguieron regalos a todas las niñas, sombreros y quitasoles venidos especialmente de París, y bastones, boquillas y ceniceros para sus acompañantes.
l a imponente silueta neobizantina-musulmana del palacio del rico minero José Díaz Gana, después del matrimonio ConchaCazotte, con sus minaretes, escalinatas, espejos de agua y palmeras, fue escenario de las más espectaculares recepciones que se recuerdan: la fiesta de beneficencia para las “Creches” en 1905, asociación caritativa fundada por la dueña de casa, Teresa Cazotte; y también el baile que organizó su esposo Enrique Concha en honor del presidente argentino José Figueroa Alcorta en 1910; y, en octubre de 1912, “el lujo asiático” del gran baile de fantasía que dejó imborrable memoria. Sus asistentes, impactados por la belleza, la elegancia del edificio y la sociabilidad de la dueña de casa, vestida de María Antonieta, formaron un desfile de manolas, toreros, espadachines, sultanes, odaliscas, pierrot, arlequines y hasta el mismo Kaiser Guillermo II, reinante, todos encantados de recrear en el espacio acotado de una noche las más variadas apariencias a través del tiempo, en una época que ha hecho de la historia una la lección viviente, un reality los nuevos movimientos sociales, los idearios de los recientes partidos políticos en la defensa de los intereses obreros y las directrices sociales de la Iglesia Católica a través de la encíclica Rerum Novarum de león XIII, en 1891, desde los primeros años del siglo XX ponen en tela de juicio estas formas de vida y de diversión. Pues si en las celebraciones del Centenario corrió el champagne y abundó el caviar, los grupos de elite lucieron lo mejor de sus ajuares traídos directamente de París y tanto la prensa como la crónica oficial celebraron los acontecimientos con la más encomiástica pluma, otras plumas, decididamente disidentes, la de los llamados “ensayistas de la crisis” —Mc Iver, Pinochet, Venegas, Palacios, entre otros— reivindicaban los derechos de los sectores más desposeídos. De ahí en adelante, el gasto en artículos suntuarios, el derroche y dilapidación en fiestas y
the United States Ambassador, Mr. Henry P. Fletcher and the young debutante were followed by presents: for the girls, hats and parasols brought especially from Paris, and canes, cigarette holders and ashtrays for their escorts.
The imposing neo-Byzantine-Muslim silhouette of the rich mining man José Díaz Gana, then of the Concha-Cazottes, with its minarets, stairways, water mirrors and palm trees, was the stage for one of the most spectacular receptions in memory: the benefit party for the “Crèches” in 1905, charity association founded by the lady of the house, Teresa Cazotte; and also by the ball her husband Enrique Concha gave in honor of the Argentinean president José Figueroa Alcorta in 1910; and in October 1912, the “Asian luxury” of the great fantasy ball that left an indelible memory. Those attending, stunned by the beauty, the elegance of the building and the sociability of the hostess, dressed as Marie Antoinette, paraded as manolas, bull fighters, swordsmen, sultans, odalisques, pierrots, harlequins, and even the Kaiser William II himself, then reigning, all delighted to recreate in the space of one night the most varied appearances through time, in a time that has made history a living lesson, a reality show
The new social movements, the ideas of the recent political parties in the defense of the working class interests and the social guidelines from the Catholic Church through the encyclical Rerum Novarum by Leo XIII in 1891, from the early years of the 20th century criticize this lifestyle and the way of fun. For if during the celebrations of the Centennial champagne ran and caviar abounded, the elite groups showed the best of their wardrobes brought directly from Paris and both the press and the official chronicle celebrated the occasions with the most praiseworthy pen; other pens, decidedly dissident, that of those called “essayists of the crisis” —Mc Iver, Pinochet, Venegas, Palacios, among others— vindicated the rights of the most dispossessed sectors. From then on the expense in sumptuary items, the waste in parties and private celebrations began being fired from the texts of the intellectuals and the speeches of the
celebraciones privadas empiezan a ser acribilladas desde los textos de los intelectuales y los discursos de los políticos. lentamente estos espectáculos sociales irían tornándose para la opinión pública en eventos inconvenientes e incongruentes con la realidad económica y social del país y las nueva ideas democráticas niveladoras que advienen tras el cese de la Primera Guerra en el exterior y, dentro del país, el ascenso al poder de Arturo Alessandri Palma y luego de los gobiernos del Frente Popular. l a sustitución de Francia por Estados
Unidos como proveedor de modas y productos cotidianos tras la Guerra, la gran crisis mundial de 1929, la crisis del salitre en el ámbito interno a partir de 1927, las políticas proteccionistas de los nuevos gobiernos, el decidido fomento a la industria nacional y las mismas tendencias artísticas e intelectuales surgidas en Chile con posterioridad a 1910, transforman los modelos culturales y sociales, y el “lujo a la francesa” poco a poco inicia su retirada.
Entonces es posible visualizar retrospectivamente que a escasas cuadras de los grandes e históricos “palacios” pulularon por décadas ranchos, cuartos redondos y cités en las más insalubres condiciones, y aquello que las elites habían considerado dentro de la mentalidad tradicional, una tranquila convivencia urbana y social, se torna un sistema inviable e invivible.
Una mirada más equitativa entre ambos polos sociales entrelazados en el Santiago histórico ha permitido hoy, sin dejar de reconocer los enormes y complejos problemas de la desigualdad en las formas de vida urbana, aprender simultáneamente a evaluar con visión positiva el rico patrimonio artístico y cultural que aportó a Santiago esa arquitectura de elite. ¿Por qué la picota del progreso y la “modernidad dura” habría de vengar un desequilibrio social que la época nunca percibió con el ojo acerbamente crítico de la actualidad? ¿No se conoce tal vez que los periodos de prosperidad económica han devenido frecuentemente a lo largo de la historia en épocas de esplendor artístico y arquitectónico? Erradicar los tugurios insalubres de Santiago o dignificar sus condiciones, no se opone a rescatar los valores patrimoniales de esos edificios tan excepcionales como multiculturales.
Conservar unos, sanear los otros, ha sido una de las grandes tareas urbanas modernizadoras, aún en proceso, de los últimos años.
politicians. Slowly these social spectacles would turn for the public opinion into events inconvenient and incongruent with the economic and social reality of the country and the new leveling democratic ideas that arrive after the end of WWI abroad, and inside the country, the ascension into power of Arturo Alessandri Palma and then of the Frente Popular. The replacement of France by the United States as provider of fashions and day-to-day items after the War, the great world crisis of 1929, the niter crisis in the internal area from 1927, the protectionist policies of the new governments, the decided fostering of the national industry and the artistic and intellectual movements arisen in Chile after 1910 themselves transform the cultural and social models, and the “luxury à la francaise” slowly withdraws.
Then it is possible viewing in retrospect that a few blocks from the large and historic “palaces” abounded for decades slums in the unhealthiest conditions, and that the elites considered, within the traditional mentality, a calm urban and social coexistence, becomes an unviable and unlivable system.
A more equitable look between both social poles intertwined in the historic Santiago has allowed today, without ceasing to recognize the huge and complex problems of the inequality in the manners of urban life, learn simultaneously to assess with a positive view the rich artistic and cultural patrimony that contributed to Santiago that architecture of elite. Why the pickax of progress and “hard modernity” should avenge a social imbalance that the epoch never perceived with the acerbic critic eye of that of today?
Is it not known that maybe the periods of economic prosperity have frequently become frequently throughout history into period of artistic and architectonic splendor? To eradicate the unhealthy slums of Santiago or dignify their conditions does not oppose to rescuing the patrimonial values of such exceptional and multicultural buildings.
Keeping ones, cleaning up the others, has been one of the great modernizing urban tasks, still under process, in the last years.
The apogee of the dream: Luxuries and eccentricities of a happy society
“¿Quién hubiera imajinado que aquellos inmundos ranchos que acrecían la ciudad tras del basural de la antigua Cañada, se habían de convertir en parques, en suntuosas i rejias residencias, i lo que es más, que el mismo basural se había de tornar en Alameda de Delicias, paseo que sin ruborizarse, puede envidiarnos para sí, la más pintada ciudad de la culta Europa?”.
Esta entusiasta exclamación de Vicente Pérez Rosales, en 1860, refleja las transformaciones de una urbe que pretendía convertirse en una de las más modernas de Sudamérica, y que tenía como tantas otras a París como mágico modelo. La sociedad de “buen tono” adoraba disfrutar del impecable confort del lujo, pero odiaba a la vez ver truncadas sus aspiraciones ante el deplorable panorama de una ciudad que carecía de las mínimas comodidades. Las señoras en sus calesas debían soportar los sobresaltos del irregular pavimento mientras que los caballeros sorteaban los charcos de lodo cuando caminaban por las aceras; los días terminaban temprano, no había tiempo, como en Europa, para espectáculos nocturnos, pues la ciudad a partir de las siete de la tarde se encontraba en la más sepulcral penumbra. El comercio se limitaba a algunas cortas cuadras, costaba conseguir un buen sombrero y la cocina de los restaurants no ofrecía platos muy refinados. El primer atisbo de modernidad que maravilló a los santiaguinos e inauguró el inicio de la transformación de Santiago, fue la aparición del alumbrado a gas en 1857. Fue el capitalista José Tomas Urmeneta junto a su yerno Maximiano Errázuriz quienes habían traído la tecnología a nuestro país, convirtiéndose hacia 1860 en una necesidad gubernamental. Prontamente, entonces, se iluminó el palacio de La Moneda y los negocios de la Plaza de Armas. En 1865 se otorgó el permiso al mismo Urmeneta asociado ahora con su otro yerno Adolfo Eastman para instalar el alumbrado a gas y proveer este servicio
“Who would have imagined that those filthy huts that expanded the city behind the garbage dump of the old Cañada would become parks, sumptuous and gorgeous residences and moreover, that the same garbage dump would become Alameda de Delicias Avenue,2 a promenade that can, shyness aside, be said to be on a par with the best city of a cultured Europe?”
This enthusiastic statement by Vicente Pérez Rosales in 1860 reflects the transformations of a metropolis that sought to become one of the most modern in South America and that used Paris as its magic model, as did so many other cities. “High” society loved to enjoy the impeccable comfort of luxury, yet at the same time hated to see its aspirations shunted by the deplorable panorama of a city that lacked the minimum conveniences. Ladies in their calashes had to put up with the holes in the irregular pavement, while gentlemen avoided the mud puddles when walking on the sidewalks. The days ended early, there was no time, like in Europe, for nighttime shows as the city was enveloped in the most sepulchral shadow by seven o’clock in the afternoon. Commerce was limited to a few short blocks, it was hard to find a good hat, and the cuisine of restaurants was not very refined.
The first glimpse of modernity that astounded Santiagoans and inaugurated the start of Santiago’s transformation was the appearance of gaslights in 1857. The capitalist José Tomas Urmeneta and his sonin-law, Maximiano Errázuriz, brought the technology to our country, making it a governmental necessity around 1860. Soon the Moneda Palace and the stores in the Main Square were illuminated. Urmeneta was granted a permit in 1865, now in a venture with his other son-inlaw, Adolfo Eastman, to install gaslights and provide these services to homeowners living in the area delimited by Mesías (Lastarria) Street and Negrete Alley (now Brazil Avenue).
Translator’s Note: Cañada means “Gulch” in Spanish.
2 Translator’s Note: Alameda de Delicias translates as “Promenade of Delights.”
36 En 1905, M. Bazin consiguió que una hermosa paseante del Cerro Santa lucía permitiera publicar cinco fotografías suyas en la revista Zig-Zag, con la promesa de guardar para siempre en el más respetuoso anonimato su nombre. Sin saberlo se convirtió en la más reconocida postal del Santiago afrancesado del siglo XX. Fotografía revista Zig- Zag, 1905. / In 1905, M. Bazin was able to get permission from a beautiful stroller on Mount Santa Lucía to have five photographs of her published in Zig-Zag magazine, under the promise that she would remain eternally anonymous. Unknowingly, she became the most famous postcard of the French-like Santiago of the 20th century. Photograph from Zig-Zag magazine, 1905.
37 Benjamín Vicuña Mackenna fue Intendente de Santiago entre 1872 y 1875, años en los que presentó un completo plan de Transformación para la ciudad. En este se incluía la formación de un parque en el Cerro Santa lucía y la idea de convertir a Santiago en el París de Sudamérica. Colección Archivo Fotográfico
Biblioteca Nacional de Chile. / Benjamín Vicuña Mackenna was the Intendant of Santiago from 1872 to 1875. In that period he presented a complete plan to transform the city that included creating a park on Mount Santa Lucía and converting Santiago into the Paris of South America. Photographic Archive of the National Library of Chile.
38 El acceso monumental al Cerro Santa lucía por la Alameda fue proyectado por el arquitecto Victor de Villeneuve, finalizándose en 1903 durante la Intendencia de don Enrique Cousiño o rtúzar, uno de los grandes urbanistas de inicios del siglo XX. Fotografía atribuida a Heffer. “Álbum de 1906”. Colección
Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional de Chile. / The monumental entrance to Mount Santa Lucía from Alameda was designed by architect Victor de Villeneuve and was concluded in 1903 during the Intendancy of Enrique Cousiño Ortúzar, one of the great urbanizers of the early 20th century. This photograph was attributed to Heffer. “Album of 1906.” Photographic Archive of the National Library of Chile.
a particulares entre las calles del Mesías (Lastarria) y el callejón de Negrete (la actual Avenida Brasil).
En 1872 asume la Intendencia de Santiago don Benjamín Vicuña Mackenna, quien inicia una serie de transformaciones urbanas que pretendían convertir esta pequeña ciudad perdida al fin del mundo en una parte de Europa. Entre sus obras se cuentan la construcción del camino de Cintura, poblaciones obreras en las afueras de la ciudad, la ampliación del alcantarillado y la transformación del Cerro Santa Lucía en un hermoso parque con cascadas, esculturas, acueductos, bosques y miradores. El Intendente fue también uno de los gestores de la pavimentación de Santiago, iniciando la puesta de adoquines traídos de Edimburgo en la calle
Estado, continuando luego los trabajos en las vías aledañas. Puesto que importar los adoquines era muy caro, se optó por encargarlos a los conocidos canteros de Colina, quienes fabricaron la mayoría de los bloques que hoy aún pueden verse en algunas calles.
Los gastos ocasionados hicieron que su gestión dejara una deuda de 500 mil pesos en la Intendencia, dinero que el propio Vicuña Mackenna tuvo que pagar con parte de la fortuna de su esposa, doña Victoria Subercaseaux Vicuña.
Sin duda alguna el eje de las transformaciones fue la Alameda de las Delicias, un antiguo paseo colonial que tras sucesivas remodelaciones fue oficialmente convertido en una arboleda en 1818 bajo el diseño del propio general Bernardo O’Higgins. Ya posicionada en la década de 1870, ostentaba incluso algunos pretenciosos carteles que la denominaban Rue de las Delicias, convirtiéndose desde entonces en el centro de las vanidades burguesas, un amplio boulevard donde se instalaron grandes familias en suntuosas residencias.
Muy cerca de la Iglesia de San Francisco, el arquitecto Lucien Hénault levantó el moderno palacio de la Universidad de Chile, mientras que la viuda del industrial Haviland se instaló cerca de la calle Estado en un sobrio palacete que años más tarde sería utilizado por el Club de la Unión. Más al poniente, donde hoy está la Torre Entel, habían edificado su casa los hermanos Miguel y Gregorio Amunátegui, grandes eruditos que realiza-
Benjamín Vicuña Mackenna became Intendant of Santiago in 1872. He initiated several urban transformations that were intended to make the small city lost at the end of the world a part of Europe. His works included building Cintura (Waist) Road, worker settlements on the outskirts of the city, extending the sewerage and transforming Mount Santa Lucía (Saint Lucia) into a beautiful park with cascades, sculptures, aqueducts, woods and lookouts. The Intendant was also one of the engines behind Santiago’s paving, beginning placement of cobblestone brought from Edinburg on Estado (State) Street, then continuing the work on adjoining thoroughfares. As it was very expensive to import the cobblestones, the decision was made to order them from the wellknown Colina stonecutters, who manufactured most of the blocks that can still be seen on some streets.
His administration left a debt of 500,000 pesos in the Intendancy because of these expenses. Vicuña Mackenna himself had to pay that debt with part of the fortune of his wife, Victoria Subercaseaux Vicuña.
There is no doubt that the centerline of the transformations was Alameda de las Delicias Avenue, an old colonial promenade that, after successive remodeling, was officially converted into a tree-lined avenue in 1818 designed by General Bernardo O’Higgins himself. It had earned status by the 1870’s and even boasted some pretentious signs that named it Rue de las Delicias. From that moment it became the center of bourgeois vanities, a wide boulevard where large families installed their magnificent residences.
Architect Lucien Hénault raised the modern palace of the University of Chile quite close to the Saint Francis Church (Iglesia de San Francisco). The widow of the industrialist, Haviland, moved near Estado Street to a somber mansion that years later would be used by the Union Club. Further to the west, where the Entel Tower now stands, the siblings Miguel and Gregorio Amunátegui built their house, who were great scholars who held an active political
39 El monumento al General Ramón Freire, del artista inglés Kingston Mason, fue inaugurado en 1856 y se convirtió en la primera escultura que decoró la Alameda de las Delicias, manteniéndose frente al palacio de la Universidad de Chile hasta la década de 1970. Fotografía atribuida a Heffer. “Álbum de 1906”. Colección Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional de Chile. / The monument to General Ramón Freire, made by Kingston Mason, an English artist. It was inaugurated in 1856 and became the first sculpture that decorated Alameda de las Delicias. It remained across from the palace of the University of Chile until the 70’s. Photograph attributed to Heffer. “Album of 1906.” Photographic Archive of the National Library of Chile.
40 Palacio Haviland, Alameda casi esquina Estado. Fue construido para la rica viuda Felisa ossandon de Haviland por el arquitecto estadounidense Jeese l Wetmore, autor también del Palacio y la Quinta Meiggs. Colección MHN. / Haviland Palace on Alameda approaching the corner of Estado Street. It was built Felisa Ossandon de Haviland, a rich widow, by the American architect Jeese L. Wetmore, also creator of the Meiggs Palace and Manor. MHN Collection.
41 Fachada del Palacio Rivas en la década de 1970. Fotógrafo Jack Ceitelis. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Facade of the Rivas Palace in the 70’s. Photograph by Jack Ceitelis. Photographic Archive of the National Library.
42 Juan Francisco Rivas Cruz. Gentileza de Carlos Benavides Zavala. / Juan Francisco Rivas Cruz. Courtesy of Carlos Benavides Zavala.
43 Trinidad Ramírez Herrera de Rivas. Gentileza de Carlos Benavides Zavala. / Trinidad Ramírez Herrera de Rivas. Courtesy of Carlos Benavides Zavala.
ban semanalmente una activa tertulia política. El comienzo de estas reuniones se remontaba a la niñez de los dueños de casa, quienes, para hacer frente a la delicada situación financiera en las que los había dejado su padre muerto prematuramente, decidieron juntar a un grupo de amigos en la casa para ayudarlos en los estudios, a cambio de cuatro pesos mensuales.
Cuando los jóvenes crecieron siguieron reuniendo en el salón a sus amigos de infancia: Federico Errázuriz Echaurren, Domingo Santa María, José Victorino Lastarria, Diego Barros Arana, Adolfo Pacheco Aranis, Melchor de Santiago Concha, Álvaro Covarrubias y Alberto Blest Gana, que junto a muchos otros se juntaban para debatir las novedosas ideas liberales. La agudeza del lenguaje utilizado y la crítica de temas que no se trataban en las reuniones aristocráticas, causaba cierto “picor” en sus conservadores detractores, quienes denominaron a la tertulia “La Picantería de los Amunátegui”. En la esquina de la calle San Martín se estableció el político liberal Juan Francisco Rivas, quien se había enriquecido con el salitre, el cobre del norte y los numerosos fundos que poseía en la zona de Arauco, considerados como los más productivos de la región. El palacio, construido en 1887 por el arquitecto Eduardo Provasoli, tenía un amplio local comercial que daba hacia la Alameda en el primer nivel, por lo que se accedía al piso noble a través de una escalera de mármol que se abría para dejar espacio a uno de los primeros ascensores llegados al país. Un amplio hall con claraboya distribuía los salones más importantes, mientras que dos patios hacia el norte iluminaban los departamentos privados del señor Rivas, su mujer Trinidad Ramírez y sus ocho hijos. Una escalera de madera permitía bajar hasta la zona posterior del primer piso, donde se ubicaban los servicios, las cocheras, el escritorio y una pequeña cava subterránea.
Vecino de los Rivas era el político José Manuel Yrarrázaval Larraín, quien construyó un enorme palacio neoclásico. A su muerte lo adquirió la familia García-Huidobro Fernández, convirtiéndolo en un atractivo centro social, en donde el futuro padre del creacionismo —el poeta Vicente Huidobro—
gathering each week. These meetings started during their childhood when they decided to gather a group of friends at their house to help them study in exchange for four pesos monthly, the purpose being to overcome the fragile financial situation into which they had fallen because of their father’s premature death.
As adults, they continued to meet with their childhood friends in the salon: Federico Errázuriz Echaurren, Domingo Santa María, José Victorino Lastarria, Diego Barros Arana, Adolfo Pacheco Aranis, Melchor de Santiago Concha, Álvaro Covarrubias and Alberto Blest Gana. They met with them and many others to debate novel liberal ideas. Witty language and critical debate of matters that were not talked about at aristocratic gatherings caused a certain “pique” among their conservative detractors, who called the gathering the “Gaucherie of the Amunáteguis.”
A liberal politician, Juan Francisco Rivas, moved to the corner of San Martín (Saint Martin) Street. He had become rich from nitrate, copper from the north and numerous ranches that he owned in the Arauco zone, considered to be the most productive in the region.
The palace, built in 1887 by architect Eduardo Provasoli, had a large store on the ground floor that opened onto Alameda Avenue. So, one entered the piano nobile through a marble staircase so wide that there was room for one of the first elevators in the country. The ample hall with a skylight led to the more important salons and two courtyards on the north side illuminated the private apartments of Mr. Rivas, his wife Trinidad Ramírez and their eight children. A wooden staircase descended to the back zone of the first floor where the services, coach houses, den and a small underground wine cellar were located.
José Manuel Yrarrázaval Larraín, a politician, was a neighbor of the Rivas. He built a huge neoclassic palace. It was acquired after his death by the García-Huidobro Fernández family, who made it an attractive social center where the future father of creationism–the poet Vicente Huidobro–observed every day the
44 Hall del Palacio García - Huidobro. Fotografía Vera, 1910. Colección Fundación Vicente Huidobro. / Hall of the García–Huidobro Palace. Vera Photography, 1910. Collection of the Vicente Huidobro Foundation.
45 Recepción en casa de la familia García - Huidobro- Fernández. Entre los asistentes Inés Echeverría l arraín (Iris) y sus hijas Inés y Rebeca. Revista Sucesos, 1915. / Reception at the García-Huidobro/Fernández home, attended by Inés Echeverría Larraín (Iris) and her daughters Inés and Rebeca, among others. Sucesos Magazine, 1915.
46 Fachada del Palacio de don José Manuel Yrarrázaval, que más tarde pasó a manos de Vicente García - Huidobro y su mujer María luisa Fernández
Bascuñán, padres del conocido poeta Vicente Huidobro. Colección MHN. / Facade of the José Manuel Yrarrázaval Palace that was later owned by Vicente García-Huidobro and his wife María Luisa Fernández Bascuñán, parents of the famous poet Vicente Huidobro. MHN Collection.
47 Alameda hacia 1860 desde la casa de Henry Meiggs. Colección MHN. / Alameda around 1860, seen from the home of Henry Meiggs. MHN Collection.
48 Alameda hacia 1860 desde el campanario de la Iglesia de San Francisco. Colección MHN. / Alameda around 1860, seen from the bell tower of the Church of Saint Francis. MHN Collection.
49 Alameda hacia 1860, vestigios coloniales en la principal avenida de Santiago. Fotografía Eugène Maunoury, Bibliothèque Nationale de France. Archivo Visual de Santiago. / Alameda around 1860, colonial vestiges on the main avenue in Santiago. Photograph by Eugène Maunoury, National Library of France, Visual Archive of Santiago.
50 Alameda de las Delicias y la Universidad Católica. Fotografía atribuida a Heffer. “Álbum de 1906”. Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional de Chile. / Alameda de las Delicias and the Catholic University. Photograph attributed to Heffer. “Album of 1906.” Photographic Archive of the National Library of Chile.
51 Alameda de las Delicias desde el campanario de la Iglesia de San Francisco. Al costado derecho se aprecian los palacios Undurraga y Haviland, y más atrás con las chimeneas encendidas el Club de la Unión que se terminó de construir en 1925. Colección MHN. / Alameda de las Delicias seen from the bell tower of the Church of Saint Francis. The Undurraga and Haviland Palaces can be seen on the right and further back, the smoking chimneys of the Union Club that was completed in 1925. MHN Collection.
observaba a diario las concurridas tertulias de su madre, una activa feminista, en las que se daban cita los grandes intelectuales y artistas de la época.
En 1883 el explorador Charles Wiener visitó nuestro país. De sus crónicas podemos rescatar la situación real de un país que intenta vivir de las apariencias más insospechadas, mientras la mayoría de su población muere de hambre o enfermedades. Es crítico al considerar la arquitectura del país como poco novedosa y enfatiza la idea de un país de caballeros con pies de barro. La transformación de Santiago aún estaba en ciernes, los rancheríos más precarios conviven casi armónicamente con suntuosos palacios. Aun así el austriaco no puede evitar sorprenderse con la situación excepcional de algunas calles, el lujo de algunas residencias y la magnificencia casi anecdótica de ciertos palacetes que invadían la más grande avenida de Sudamérica: “Qué hermosa es la Alameda con su doble hilera de árboles, sus acequias de piedra, sus palacios espléndidos… detrás de un lecho de flores, un palacio de estilo morisco, fantasía arquitectónica oriental con columnas y capiteles, cúpulas doradas, arabescos y muros de todos colores, que se armonizan unos en otros en una suerte de iridización cristalizada… A ciertas horas Santiago presenta, bajo la luz crepuscular, un aspecto feérico e inverosímil”, exclamará.
Son nuevos personajes dentro del panorama social quienes comienzan a poblar la Alameda más allá del Callejón de Negrete, la antigua y pestilente acequia que a fines del siglo XIX se convertirá en la Avenida Brasil.
Los sectores aledaños a la Estación Central, muy poco cotizados por los ciudadanos, habían sido elegidos algunos años atrás por el aventurero Henry Meiggs para instalar su quinta de verano, construyendo un confortable palacio georgiano en medio de su propiedad al sur de la Alameda.
Su posterior loteo, en 1872, permitió crear un barrio elegante, donde tímidamente se trasladaron algunas familias importantes. Paralelamente a este suceso, el norte de la Alameda también sufría cambios, porque los Mercedarios habían puesto en venta grandes solares que rápidamente
crowded gatherings of his mother, an active feminist, attended by the great intellectuals and artists of the time.
In 1883, the explorer Charles Wiener visited our country. We can gather from his chronicles what the true situation was of a country that was pretending to be so much more than what it was, while the majority of its population was starving or sick. He was critical, calling the architecture of the country bland and emphasizing the idea of a country of gentlemen with feet of clay. The transformation of Santiago was still in its infancy, the more precarious slums cohabited in virtual harmony with magnificent palaces. Even so, the Austrian could not avoid his surprise at the exceptional condition of some streets, the luxuriousness of some residences and the nearly anecdotal magnificence of certain mansions that pervaded the largest avenue in South America. He would exclaim: “How beautiful Alameda is with its double row of trees, its stone gutters, its splendid palaces … behind a bed of flowers, a Moresque palace, an oriental architectural fantasy with columns and spires, golden arabesque domes and walls in all colors that harmonize with each other in a sort of crystallized iridescence … At certain times of the day, Santiago looks fairy-like and fantastic in the twilight.”
New characters in the social setting began to populate Alameda Avenue past Negrete Alley, the old and pestilent gutter that would become Brazil Avenue at the end of the 19th century.
The sectors around the Central Station, not highly valued by citizens, had been chosen a few years earlier by adventurer Henry Meiggs for his summer estate. There he built a comfortable Georgian palace in the middle of his property to the south of Alameda Avenue. Its subsequent subdivision in 1872 led to the creation of an elegant neighborhood where some important families timidly moved. Simultaneous to this occurrence, the north of Alameda Avenue was also undergoing change because the Mercedarians had put large properties up for sale that were quickly acquired by rich bourgeoisie, most coming from the mining bonanza.
67 El escritor Joaquin Edwards Bello, leonor Salas de Müller, Jorge Rodríguez A. y Raquel Aránguiz Vicuña, disfrazados para el baile de la familia Edwards Budge. Fotografía atribuida a Heffer. “Álbum de 1906”. Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional de Chile. / Writer Joaquin Edwards Bello, Leonor Salas de Müller, Jorge Rodríguez A. and Raquel Aránguiz Vicuña, wearing costumes for Edwards Budge Ball. Photograph attributed to Heffer. “Album of 1906.” Photographic Archive of the National Library of Chile.
fueron adquiridos por ricos burgueses, en su mayoría provenientes de la bonanza minera.
No era menor la presencia en el lugar de José Díaz Gana, quien había sido —junto al barón Henri Arnau de la Riviere— el descubridor del mineral de Caracoles, mina que se auguró como inagotable en riquezas y cuyas acciones se vendían diariamente en la bolsa de Valparaíso al triple de su real valor, dinero que hizo inmensamente ricos a sus propietarios. Estos interminables caudales le permitieron al señor Díaz Gana comprar un extenso solar a los Mercedarios, ubicado entre la Avenida Brasil y el Liceo de Aplicaciones, colindando con la Alameda por el sur y la calle Erasmo de Escala por el norte.
Contrató al arquitecto alemán Teodore Burchard, al diseñador inglés Mr. Walton y al ingeniero chileno Alejandro Martínez para construir un ecléctico edificio de reminiscencias árabes, con cúpulas doradas al fuego y enormes escalinatas de mármol. En el parque mandó a plantar árboles exóticos, construir una laguna, senderos y hasta un cerro. El costo total fue más de un millón de pesos de la época.
Desafortunadamente, algunos meses después del término de la construcción, en 1876, la especulación económica que había generado la Mina de Caracoles y la realidad de su baja productividad, hizo caer la Bolsa e inició una severa crisis económica que dejó en la ruina a miles de accionistas. El señor Díaz Gana vio caer estrepitosamente su suerte, debiendo poner a la venta su palacio. Lo adquiere entonces Enrique Concha y Toro como regalo de matrimonio para su mujer, doña Teresa Cazotte Alcalde. En el parque se preocupó de poner esculturas y fuentes de agua, mientras que en el interior distribuyó su escogida galería de cuadros, que incluía obras de Rubens, Barbieri, David Teniers, Melchor Pérez de Holguín y José Ribera, todas tan valiosas que fueron enviadas a París para que peritos especializados comprobaran su autenticidad.
Al palacio se accedía por la Alameda, a través de dos grandes portones con puntas doradas; un sinuoso camino se adentraba en el parque con palmeras hasta llegar a la gran escalinata
The presence of José Díaz Gana in this place was not insignificant. He, together with Baron Henri Arnau de la Riviere, had discovered the Caracoles (Snails) Mine that was predicted to generate endless wealth. Its shares were sold daily on the Valparaíso Stock Exchange at thrice their real value. That money made its owners immensely rich. These interminable cash flows enabled Mr. Díaz Gana to buy a large property from the Mercedarians, located between Brazil Avenue and the Applications School, bordering Alameda Avenue on the south and Erasmo de Escala Street on the north.
He hired Teodore Burchard, a German architect, Mr. Walton, an English designer, and Alejandro Martínez, a Chilean engineer, to build an eclectic building reminiscent of the Arabic style, with flaming gold copulas and huge marble perrons. He ordered exotic trees to be planted in the park, a lagoon, paths and even a hill to be constructed. It cost him more than one million pesos of the time. Unfortunately, a few months after the construction was complete, in 1876, the economic speculation generated by the Caracoles Mine and the truth about its low productivity caused the Exchange to fall and triggered a severe economic crisis that left thousands of shareholders in ruin. Mr. Díaz Gana watched his fortune suddenly fade and he had to put his palace up for sale.
It was then acquired by Enrique Concha y Toro as a wedding gift for his wife, Teresa Cazotte Alcalde. She arranged for sculptures and water fountains to be placed in the park and she distributed her chosen gallery of paintings on the inside that included works by Rubens, Barbieri, David Teniers, Melchor Pérez de Holguín and José Ribera, all so valuable that they were sent to Paris for experts to confirm their authenticity.
One entered the palace from Alameda Avenue through two large gates with golden tips. A windy road meandered through the park, lined with palm trees as far as the large central perron made of white marble. A stained glass gallery led to the vestibule that served as the main room, where Enrique Concha Cazotte splendidly entertained his guests with his enlightened talent for the piano. There was a
central de mármol blanco. Una galería de vitrales llevaba al vestíbulo que servía de salón principal, donde Enrique Concha Cazotte agasajaba a sus invitados con su instruido conocimiento del piano. Hacia el oriente había un pequeño salón rojo, unido a otro salón de mayores dimensiones tapizado con seda celeste. Hacia el poniente estaba el comedor y el escritorio, y en el centro, bajo la cúpula central, se encontraba el gran salón de baile que tenía un altillo para la orquesta, al que se subía por una escalera de caracol. En el norte estaban los dormitorios, los baños y pequeñas salas de recibo; y en el zócalo el área de servicio.
Distinto al carácter reservado de su marido, doña Teresa era una gran anfitriona, amante de las artes, las grandes fiestas y la vida social. Organizaba recurrentemente banquetes, tertulias políticas y representaciones teatrales, sobre todo después de fundar en 1903 “Las Creches”, una institución de caridad que daba salud y educación a niñas huérfanas e hijas de madres solteras o viudas que debían trabajar para sobrevivir.
Para juntar fondos organizaba garden parties en su palacio, exposiciones en la Quinta Normal, banquetes de caridad y obras teatrales infantiles en donde figuraban con alegría sus hijos junto a otros tantos niños. Se le atribuye también el haber traído a Chile el primer Viejo Pascuero, que habría aparecido en una fiesta de caridad en el Parque Cousiño entregándoles regalos a los niños más necesitados.
En el palacio hubo dos grandes acontecimientos sociales que marcaron una época. El primero de ellos tuvo lugar durante las fiestas del Centenario, cuando la familia realizó una espléndida recepción a las delegaciones extranjeras, donde “las inmensas arañas de Baccarat despendían mil luces que hacían realzar la abigarrada decoración de las estancias, y en el gran comedor relucir la vajilla de plata maciza de las minas de Caracoles, con sus enormes piezas cinceladas dignas de la mesa de algún soberano; los rutilantes uniformes de las embajadas animaban la nota decorativa, y había que ver el lujo y elegancia de nuestras damas que vaciaron esa noche sus cofres para exponer lo mejor de sus joyeles”, recuerda Eduardo Balmaceda Valdés.
small red room towards the east, joined to another larger room covered with light blue silk tapestry. Towards the east was the dining room and den and in the center, below the central copula, was the large ballroom containing a garret for the orchestra that was reached by a spiral staircase. The bedrooms, bathrooms and small reception rooms lay to the north and the servants’ quarters were in the basement.
Unlike the reserved nature of her husband, Teresa was a great hostess, a lover of the arts, of large parties and of social life. She frequently organized banquets, political gatherings and plays, above all after founding “The Crèches,” in 1903, a charity that offered health care and education to orphaned girls and daughters of single mothers or widows who had to work to survive.
In order to raise funding, she organized garden parties in her palace, expositions in Quinta Normal, charity banquets and children’s plays in which her children appeared happily with many other children. She was also given credit for bringing the first Santa Claus to Chile, who is said to have appeared at a charity event in Cousiño Park to give gifts to the neediest children.
There were two great social events in the palace that marked an era. The first occurred during the Centennial festivities, when the family held a splendid reception for foreign delegations where, as Eduardo Balmaceda Valdes recalled, “the huge Baccarat chandeliers displayed a thousand lights that enhanced the clashing decoration of the rooms and made the solid silver china from the Caracoles mines glitter in the large dining room, with its enormous carved pieces worthy any sovereign’s table; the shining uniforms of the embassies enlivened the decorations and one had to see the luxury and elegance of our ladies, who emptied their chests that night to show off their best jewels.”
Two years later the house would again be the center of festivities, when the most remembered costume ball of Santiago ever was held. To celebrate her saint’s day, Teresa invited more than 500 people to a ball on October 15th. The magazines
Dos años más tarde la casa sería nuevamente centro de festejos al realizarse el más recordado baile de fantasía de Santiago del que se tenga recuerdo. Doña Teresa, con motivo de su santo, invitó a más de quinientas personas a un baile el día 15 de octubre. Las revistas publicaron extensos artículos. “Las líneas orientales de las cúpulas estaban maravillosamente iluminadas por hilos de luces que resplandecían en la noche como largos collares de diamantes, mientras que en el interior del edificio deslumbraba la belleza de muchísimas mujeres, en las cuales no se sabía qué admirar más, si la gracia encantadora de las andaluzas o la deliciosa sonrisa de la corte de Luis XV” informaba la revista Selecta A su vez Balmaceda Valdés escribe: “Con qué amable ademán recibían los dueños de casa; doña Teresa aún hermosa, llevando un pomposo traje de María Antonieta, aplaudía con entusiasmo la entrada de sus invitados. Secundábanla sus hijos vestidos ricamente con trajes moriscos que armonizaban de maravilla con el ambiente del palacio”. A cien años del acontecimiento su nieta ríe al recordar la cara de su abuelo cuando le preguntaban por el encopetadísimo baile: “Esas son cosas de la Teresa…”, solía exclamar, “nunca fue muy asiduo a las grandes fiestas”. Doña Teresa Walker Concha, quien guarda aún los vívidos recuerdos de su infancia en el palacio, comenta: “Para el día de la fiesta, la mamá le pidió expresamente a don Horacio Walker Larraín, mi padre, que por favor no se apareciera hasta después que ella repartiera el cotillón, ya que el sólo hecho de verlo le causaba siempre una gran impresión por el gran amor que le profesaba, incluso antes de su compromiso. Como era de esperar, mi padre llegó antes, paralizando a la mamá, que no pudo repartir los regalos”.
A inicios de la década de 1880, don Nazario Elguín Leiva compró un extenso solar colindante a la propiedad de los Concha, en la esquina norponiente de la Alameda con Avenida Brasil. Elguín era un conocido cateador que fue contratado en 1869 por el suizo Alejandro Sassi y el italiano Vicente Costa para evaluar las posibilidades de explotación del desprestigiado mineral de la Descubridora, en la Cordillera de los Andes, muy cerca de
published lengthy articles: “The oriental lines of the copulas were wonderfully lighted by strings of lights that glistened in the night like long diamond necklaces. The beauty of so many women shone inside the building. One did not know what to admire more, the charming grace of the Andalusian ladies or the delightful smile of Louis the 15th’s court,” reported the magazine Selecta. Balmaceda Valdés also wrote: “The hosts were so kindly welcoming; the still beautiful Teresa, wearing a pompous Marie Antoinette costume, enthusiastically applauded the arrival of her guests. She was seconded by her children, richly dressed in Moorish costumes that blended wonderfully with the palace setting.”
One hundred years after this event, her granddaughter laughs as she recalls her grandfather’s face when he was asked about the high-and-mighty ball: “He used to say ‘That was Teresa’s thing …,’ he was never much a fan of large parties.” Teresa Walker Concha, who still has vivid memories of childhood in the palace, said: “On the day of the party, mother expressly asked Horacio Walker Larraín, my father, to please not appear until after she had distributed the favors as just seeing him always stopped her heart because of the great love she felt for him, even before they were engaged. As was to be expected, my father arrived early, paralyzing mother, who was unable to distribute the gifts.”
In the early part of the 1880’s, Nazario Elguín Leiva bought a large property adjoining that of the Conchas on the northwest corner of Alameda Avenue and Brazil Avenue. Elguín was a well-known prospector who was retained in 1869 by Alejandro Sassi, a Swiss, and Vicente Costa, an Italian, to evaluate the possibilities of exploiting the rundown Descubridora (Discoverer) mine in the Andes Mountain range very close to Santiago. The prospector’s verdict was good: the mine was very rich. A mining camp was soon installed and it began to be worked that same year. In the meantime, Elguín continued to explore and found the Bronces (Bronze) lode, which he acquired personally. He formed a mining venture that earned him a considerable fortune. His
Santiago. El veredicto del cateador fue favorable: la mina era riquísima. Muy pronto se estableció un campamento minero y se iniciaron las faenas ese mismo año. Mientras tanto Elguín siguió explorando y encontró la veta de los Bronces, que adquirió para sí, formando una comunidad minera que le otorgó una cuantiosa fortuna. Su esfuerzo por explotar la mina hizo que financiara —no sin dificultades— la construcción del camino Las Condes, importante ruta que hizo posible el auge de la industria minera en la zona central de Chile.
Convertido en un magnate de la minería, contrató al arquitecto Teodore Burchard y al escenógrafo francés Alejandro Boulet (socios desde 1867) para construir su nuevo palacio. Habían alcanzado gran prestigio por ser los autores de la Quinta Díaz Gana, la Basílica del Salvador, la Iglesia de San Saturnino, el primer edificio de El Mercurio de Valparaíso y el valioso conjunto residencial con capilla incluida de la Viña Santa Rita, inmuebles que demostraban un acabado manejo del eclecticismo y una sólida calidad constructiva.
En el palacio Elguín se mezclan elementos del renacimiento italiano, el gótico, neoclásico y bizantino, que se fusionan coherentemente en los tres niveles de la construcción, que termina en una distintiva cúpula central cuyo mástil se eleva a más de treinta metros de altura. A pesar de la visible uniformidad de su fachada, que asemeja una sola gran residencia, la planta revela que en realidad se trata de tres grandes casas, distribuidas en tres franjas longitudinales paralelas a la Avenida Brasil. La fachada por Alameda se divide en tres cuerpos: el central con la gran cúpula es la residencia principal, y los otros dos son viviendas secundarias, cada uno con accesos independientes. La vivienda central —que ocupó Nazario Elguín junto a su mujer Carmen Rodríguez—sorprende por la escenográfica puesta de los salones, que incorporan cielos policromados, columnas, figuras mitológicas, paneles de madera, fino parquet y sugerentes claraboyas con vidrios de colores. El palacio se organiza en tres plantas, más la cúpula, distribuyendo en el primer nivel los recibos de mayor importancia, servicios y cocheras; mientras que
effort to exploit the mine enabled him to finance–albeit with some difficulty–the construction of the Las Condes road, an important route that made it possible for the mining industry to boom in the central zone of Chile.
Having become a mining magnate, he retained Teodore Burchard, an architect, and Alejandro Boulet, a French set designer (partners since 1867) to build his new palace. They had acquired great prestige for being the creators of the Díaz Gana Estate, the Basilica del Salvador (Basilica of the Savior), the Church of Saint Saturninus, the first building of El Mercurio de Valparaíso and the valuable residential complex of the Saint Rita Winery, chapel included, which demonstrated a thorough handling of eclecticism and a sound quality of construction.
Elements from the Italian, Gothic, Neoclassic and Byzantine Renaissance were combined in the Elguín palace that were amalgamated consistently in three stories of construction that ended in a distinctive central copula. The mast of that copula was more than 30 meters high. Despite the visible uniformity of its façade, which resembled one single grand residence, the layout revealed that in reality, it was three large houses comprised of three longitudinal strips parallel to Brazil Avenue. The façade along Alameda Avenue was divided into three bodies, the central body with the grand copula was the main residence and the other two were secondary homes, each with separate entrances. The central home–which was occupied by Nazario Elguín and his wife, Carmen Rodríguez–was astounding because of the interior design of the salons that included polychrome ceilings, columns, mythological figures, wooden panels, fine parquet and suggestive skylights with colored glass. The palace was organized into three floors, plus the copula, the more important anterooms, services and coach houses being located on the first floor, while the second and third floors housed the bedrooms and bathrooms. The service zone led to a garden on the north side that included a tree-lined walk and a lagoon.
62 El Palacio Elguín sufrió numerosas transformaciones durante el siglo XX. l a más importante fue la construcción de un edificio de corte art deco en la esquina de Avenida Brasil. Colección MHN. / The Elguín Palace underwent several transformations during the 20th century. The most important one was the construction of an art deco building at the corner of Brazil Avenue. MHN Collection.
en la segunda y tercera planta estaban los dormitorios con salas de baño. Hacia el norte la zona de servicio daba paso a un jardín que incluía una alameda y una laguna.
Destaca el gran hall: una sala cuadrada de doble altura con pavimento de gres cerámico, muros decorados profusamente y un extenso corredor con columnas jónicas que deja espacio para un pasillo que circunda todo el segundo nivel. El elemento de mayor interés es una escalera imperial de mármol decorada con la figura de un joven desnudo recostado en una roca. Hacia el sur del hall hay tres salones importantes: el Luis XVI que tiene sobrios paneles pintados y en sus mejores años albergó un delicado mobiliario dorado de época y un viejo piano. El salón Luis XV está decorado con cariátides y bóvedas en el cielo, de las que pendían grandes lámparas de baccarat, que iluminaban los espejos dorados empotrados en los muros, la fina porcelana de sévres, vitrinas, boulles y esculturas. Más al sur, junto a la Alameda, estaba el salón árabe con cielo y paneles pintados a mano; entre sus objetos destacaban dos esculturas del artista Henri Plé. Otra estancia de relevancia era el comedor, con cielo artesonado policromado e iluminado por una claraboya circular, donde Elguín distribuyó la fina porcelana inglesa y su platería en grandes muebles de encina tallados, que crujían cuando el reloj de bronce con la figura del titán Atlas daba la hora. El salón oriental tiene un parquet con el dibujo del sol naciente y cielos pintados. Albergó una gran pagoda japonesa de madera dorada, divanes con tapiz de seda, porcelanas chinas y una lámpara de bronce con armas del shogunato Tokugawa; el escritorio tenía un cielo abovedado y mobiliario estilo imperio, y existía además un oratorio con finas esculturas religiosas de procedencia francesa, un sótano con caja de seguridad y un patio de luz circundado por una galería y coronado por una pequeña cúpula. Nazario Elguín disfrutó muy poco de su palacio. Murió en 1889 y fue sepultado en su mausoleo maya-azteca del Cementerio General. En ese lugar está sepultada también su hija Albina Elguín Rodríguez, una precoz pintora alumna de Cosme San Martín, famosa entre los círculos artísticos
The grand hall stood out: a square double-height room with ceramic clay floor, profusely decorated walls and a long corridor with Ionian columns that leave room for a passageway that encircles the entire second floor. The element of greatest interest was an Empire staircase made of marble, decorated with the figure of a nude young man lying on a rock. There were three large salons towards the south of the hall: the Louis XVI room that had somber painted panels and in its better years, housed fine epochal golden furnishings and an old piano. The Louis VI room is decorated with caryatids and vaults in the ceiling from which large Baccarat lamps hung that lighted the golden mirrors embedded in the wall, the fine Sevres porcelain, glass cabinets, boulles and sculptures. Further to the south, along Alameda Avenue, lay the Arab salon with a hand-painted ceiling and panels. Among the most notable objects in it were two sculptures by Henri Plé. Another important room was the dining room, with a polychrome caissoned ceiling lighted by a circular skylight where Elguín displayed the fine English porcelain china and his silverware in large, carved oak cabinets that creaked when the bronze clock with the figure of Atlas chimed the hour. The oriental room had a parquet floor with a drawing of the rising sun and painted ceilings. It housed a large golden wooden Japanese pagoda, divans covered in silk, porcelain china and a bronze lamp with the weapons of the shogun Tokugawa. The den had a vaulted ceiling and Empire furniture and there was also a small chapel with fine religious sculptures from France, a basement with a safe and a courtyard surrounded by a gallery and crowned by a small copula.
Nazario Elguín enjoyed his palace for very little time. He died in 1889 and was buried in his Mayan-Aztec mausoleum in the General Cemetery. There also lies his daughter, Albina Elguín Rodríguez, a precocious painter who was a student of Cosme San Martín. She was famous among art circles for her innate talent and she died very young, in 1896.
Nazario Elguín had three sons: Lorenzo, Agustín and Luis. The
por sus innatas cualidades, quien murió muy joven en 1896. Nazario Elguín tuvo tres hijos: Lorenzo, Agustín y Luis. El primero de ellos convirtió el palacio en su residencia –aún pueden verse en la fachada sus iniciales “L.E.R.” en el ventanal del segundo piso. Sus hijos y nietos hicieron del palacio un concurrido centro social, acaparando las portadas de las revistas hasta los años 60 con las brillantes fiestas y recepciones que ahí se realizaban. Agustín continuó a la cabeza de los negocios mineros, debiendo afrontar largas disputas legales entre los socios por el control del mineral, pleitos que a inicios de los años 20 causaron la pérdida de la participación familiar y dieron origen al nombre La Disputada de Las Condes. Luis inició una activa vida diplomática, siendo encargado de negocios en París y Madrid. Se casó con la hermosa Elena Ortúzar Bulnes, descendiente del famoso general del mismo apellido, que colmaba los salones con su elegancia, vistosas joyas y distinción. Estas cualidades habían llamado la atención del pintor español Joaquín Sorolla, que le ofreció hacer un retrato en 1906 cuando ella residía en Madrid. Mientras Elena se encontraba en el taller, el pintor recibió la visita del escritor Vicente Blasco, quien se enamoró de la chilena. Blasco le escribió algunos libros donde se presume era Elena la protagonista, suceso que causó la quema de uno de ellos por temor al escándalo. Luego de la muerte del señor Elguín, Elena se trasladó a Francia, muy cerca de la Villa Fontana Rosa, la propiedad de Blasco en la costa azul. En 1925 contrajeron matrimonio, comenzando una gira por el mundo que incluyó Chile, donde Blasco en pleno apogeo literario fue homenajeado por todos los círculos intelectuales. En 1928 el escritor murió y su viuda volvió a nuestro país. Paradójicamente, mientras tanto el palacio Elguín fue abandonado por los descendientes; dejaron sólo al mayordomo con su familia viviendo en él. En 1980 los salones que se habían mantenido intactos por casi una centuria vieron la luz nuevamente, y el alboroto que causó la venta de los objetos es recordado por don Domingo Eyzaguirre como uno de los últimos grandes acontecimientos del siglo XX. “La casa estaba
first made the palace his residence. His initials “L.E.R.” can still be seen on the facade of the large window on the second floor. His children and grandchildren made the palace a popular social center, monopolizing the covers of magazines through the 60’s with bright parties and receptions that were held there.
Agustín continued at the head of the mining business and had to confront lengthy legal disputes between partners for control of the mine. In the early 20’s, those lawsuits ended in the loss of the family’s interests and gave rise to the name La Disputada de Las Condes (The Disputed Mine of Las Condes).
Luis started an active life as a diplomat. He was the commercial attaché in Paris and Madrid. He married the beautiful Elena Ortúzar Bulnes, a descendant of the famous general of the same surname, who filled the rooms with her elegance, showy jewels and distinction. These qualities caught the attention of Joaquín Sorolla, a Spanish painter, who offered to paint her portrait in 1906 while she was living in Madrid. While Elena was in the studio, the painter was visited by Vicente Blasco, the writer, who fell in love with Elena. Blasco wrote a few books in which Elena is presumed to be the lead character, which led to the burning of one of them due to fear of a scandal. After Mr. Elguín’s death, Elena moved to France, very close to Villa Fontana Rosa, Blasco’s estate on the Riviera. They married in 1925 and began a tour around the world that included Chile, where Blasco was paid homage by all intellectual circles at the apogee of his literary career. The writer died in 1928 and his widow returned to our country.
Paradoxically, in the meantime the Elguín palace was abandoned by his descendants. They just left the butler and his family living inside it. In 1980, the salons that had remained intact for nearly a century once again saw light and the havoc that was raised by the sale of objects is remembered by Domingo Eyzaguirre as one of the last greatest events of the 20th century. “The house was completely furnished like in the 19th century. In the back were some huge stables with old coaches. There was a Chinese
completamente amoblada como en el siglo XIX, al fondo tenía unas caballerizas enormes con coches antiguos. Existía un salón chino, como se estilaba en la época, que en realidad era una mezcla de cosas chinas, japonesas e indias. Los demás salones tenían muebles que ya no he visto, pinturas maravillosas colgadas en los muros, muchos óleos de Albina Elguín. Pianos de cola, muebles franceses e ingleses, ricas porcelanas, tapicería y curiosidades. Recuerdo también que recolectamos unos objetos en desuso acumulados en una bodega por años, tan sólo con la venta de esos “cachureos” igualamos el valor de lo recaudado con el remate de un salón del segundo nivel, era mucho dinero para la época. Fue este quizás uno de los últimos grandes remates de Santiago…”.
Hoy el Palacio Elguín está cerrado, su fachada fue restaurada y se están haciendo esfuerzos por parte de sus dueños para resucitar a este hoy desconocido testigo del siglo XX.
La construcción de la Quinta Díaz Gana y el palacio Elguín, junto a la edificación de la Basílica del Salvador, posicionó definitivamente al sector poniente de Santiago como un sitio que podía ser urbanizado para expandir la ciudad. La Quinta Normal de Agricultura había mejorado la reputación del sector, y la construcción de la Plaza Brasil, en 1902, ayudó a generar en sus alrededores un sector elegante con amplias calles donde comenzaron de a poco a instalarse familias numerosas que buscaban alejarse del bullicio céntrico, sin perder las atracciones propias de una urbe moderna.
Muy bien lo entendieron los arquitectos que participan dentro de este proceso, entre ellos Alberto Álamos, José Forteza, Alberto Cruz Montt, Ricardo Larraín Bravo, Ismael Edwards, José Aracena y Gustavo Mönckeberg, quienes construyen un barrio elegante en donde se mezclan palacetes lujosos, cómodos edificios de renta y sencillos departamentos para la clase media en una singular armonía urbana.
Por las mañanas se acudía a misa a la Basílica del Salvador o a la popular Iglesia de los Capuchinos, mientras que en las tardes era obligado el paseo por la Plaza Brasil para enterarse de los últimos cotilleos, coquetear o preparar una furtiva
room, which was the style of the era, that in reality was a mix of Chinese, Japanese and Indian things. The other rooms had furniture that no longer see, marvelous paintings hung on the walls, many oil paintings by Albina Elguín. Grand pianos, French and English furniture, magnificent porcelain, tapestry and curios. also remember that we collected some objects in disuse that had accumulated in a storeroom for years. With the sale of just those ‘bric-a-bracs,’ we equaled the sum collected in the auction held in a room on the second floor. It was a lot of money for the time. This was perhaps one of the last great auctions in Santiago …” The Elguín Palace is closed today, its facade was restored and efforts are being made by its owners to resuscitate this today unknown witness to the 20th century.
The construction of the Díaz Gana Estate and the Elguín palace, together with the edification of the Basilica of the Savior, definitively positioned the western sector of Santiago as an area that could be urbanized to expand the city. The Quinta Normal de Agricultura (Normal Agricultural Estate) had improved the sector’s reputation and the construction of Brazil Square in 1902 helped create an elegant sector in the surrounding area paved with wide streets where numerous families began to move bit by bit, looking to escape from the noisy downtown without forgoing the attractions inherent to a modern metropolis.
The architects who participated in this process understood this very well, among them, Alberto Álamos, José Forteza, Alberto Cruz Montt, Ricardo Larraín Bravo, Ismael Edwards, José Aracena and Gustavo Mönckeberg. They constructed an elegant neighborhood containing a mix of luxurious mansions, comfortable rental buildings and simple apartments for the middle class in a singular urban harmony.
In the morning one attended mass at the Basilica of the Savior or at the popular Church of the Capuchins, while in the afternoons, it was mandatory to walk through Brazil Square to learn the latest gossip, flirt or prepare a furtive visit to the nearby
visita al cercano Teatro Politeama, cuyas funciones algo subidas de tono espantaban a todas las conservadoras madres.
Toda una proeza era mirar por alguna de las ventanillas del tenebroso convento de la Preciosa Sangre, donde la aristocracia ocultaba sus faltas morales, encerrando a las hijas enfermas, locas o que se habían enamorado demasiado pronto de los placeres mundanos. La más famosa huésped del claustro fue la poetiza Teresa Wilms Montt, quien tras largos meses encerrada logró escapar disfrazada de monja tomada del brazo de su amigo el poeta Vicente Huidobro.
En bicicleta los niños podían alcanzar la cercana Plaza Yungay, el populoso barrio de la clase obrera, hogar también de grandes intelectuales como Eusebio Lillo e Ignacio Domeyko, los escritores Joaquín Edwards Bello, Jenaro Prieto y Augusto
D’Halmar; y los pintores Juan Francisco González y Alfredo Valenzuela Puelma. Todos ellos eran recurrentes visitantes del Convento de los Capuchinos, al que asistían para inspirar alguna de sus obras o beber un poco del popular vino de misa que se preparaba con uvas cosechadas de los viñedos de la orden, en medio del barrio.
Santiago poniente nace bajo el alero de la modernidad, con una población que vive graves conflictos sociales como la trágica Huelga de la Carne en 1904, y que observa el ascenso de la clase media con recelo, a pesar de saber que su aparición es un elemento de progreso. Todos ya están envueltos en ese aire afrancesado que domina la capital, corriente que alcanza su punto más álgido durante el Centenario de 1910. Se debe vivir a la europea, ser parte de ese afán de tener París en América… Familias modestas estucan sus casas con pretenciosas guirnaldas, mientras que otras más adineradas levantan cúpulas y altas techumbres sobre el viejo caserón familiar de vastos patios coloniales. Ejemplo de esto es la casa de la familia Frías Larraín. Todos hablan francés, visten a la moda de las grandes tiendas y comparan los edificios locales con los más reconocidos en Europa. “Edificó el presbítero don Raimundo Cisternas el Teatro Erasmo de Escala, en la acera poniente de Libertad,
Politeama Theater, whose somewhat racy shows were alarming to all the conservative mothers.
It was quite a feat to look out through one of the small windows of the dark Convent of the Precious Blood, where the aristocracy hid its moral failings, locking away sick or crazy daughters or daughters who had become enamored too soon of the mundane pleasures. The most famous guest in the cloister was the poetess Teresa Wilms Montt, who after many months of being locked away, managed to escape in the guise of a nun on the arm of her friend, the poet Vicente Huidobro.
Children on bicycles could visit the nearby Yungay Square, the populous working class sector, also home of great intellectuals like Eusebio Lillo and Ignacio Domeyko, writers Joaquín Edwards Bello, Jenaro Prieto and Augusto D’Halmar; as well as painters Juan Francisco González and Alfredo Valenzuela Puelma. They were all frequent visitors to the Convent of the Capuchins, which they frequented to inspire one of their works or drink a little of the mass wine that was made from grapes harvested from the Order’s vineyards in the midst of the neighborhood.
Western Santiago was born under the wing of modernity with a population that was experiencing serious social conflicts, such as the tragic Meat Strike in 1904, and that was watching with misgivings the rise of the middle class even though it knew that its appearance meant progress. Everyone was immersed in that French-like air that pervaded the capital and reached its pinnacle during the 1910 Centennial. One had to live like a European, be part of that desire to have Paris in America … Modest families plastered their houses with pretentious adornments, while other wealthier families raised copulas and high roofs over the old family home with vast colonial yards. One example of this is the house of the Frías Larraín family. The all spoke French, dressed in the fashion of the large stores and compared local buildings to the most renowned in Europe. As Sady Zañartu recounted in her chronicles: “The presbyter Raimundo Cisternas built the Erasmo
que el vecindario con picardía abreviaba su nombre por La Escala para compararlo con el de Milán”, como relata Sady Zañartu en sus crónicas.
Las calles Cienfuegos, Erasmo de Escala, Moneda y Almirante Barroso se convierten en las más aristocráticas. En ellas vive el ingenioso arquitecto Ismael Edwards Matte, su hermano el político Domingo Edwards Matte, Miguel Letelier Espínola, el intelectual Santiago Marín Vicuña, Alejandro Valdés Cuevas, la filántropa Eduvigis Vial y Francisco Larraín Alcalde. Sus residencias representan lo más variopinto en estilos arquitectónicos. Fiel representante de esta tendencia es la mansión que ordenó edificar este último en 1911. Su tamaño aún impresiona al transeúnte que se detiene a mirar la fachada barroca de tres niveles, rematada por una mansarda falsa y en cuya esquina se alza una cúpula que es apreciable desde varias cuadras a la redonda. En su interior se distribuyen tres grandes viviendas, la principal en el primer nivel y las secundarias en los pisos superiores; todas tienen salones hermosamente decorados que recuerdan el reinado de Luis XV: espaciosos corredores, escaleras talladas y pisos de roble americano. Al centro del edificio un patio con pilares y una fuente de agua recuerda la disposición de las antiguas viviendas coloniales, permitiendo en los pisos superiores ubicar una extensa galería con ventanas art nouveau. El palacio fue ocupado por la familia de Teresa Larraín Mancheño —hija del propietario original— quien se casó con Jorge Llorente de Putrón, diplomático francés, animando los salones con su intensa vida social hasta bien entrado el siglo XX. Su prima Marita Larraín Blanchart recuerda: “En los balcones de la casa de Cienfuegos se juntaban las niñas más lindas de Santiago para ver la procesión de la Virgen del Carmen, cuando la llevaban de vuelta a la Basílica del Salvador. Ahí se hicieron muchos bailes de estreno, donde participaban Jorge y Teresita que eran hijos de mi prima Teresa Larraín Mancheño y don Jorge Llorente. Todos me invitaban a bailar. Para mí era un martirio pues ya no había carné de baile y debía acordarme con quién bailar cada pieza…”
Testigo de estas fiestas fue el político e ingeniero Miguel
de Escala Theater on the western side of Libertad (Liberty) Street, that the neighborhood piquantly abbreviated as La Escala to compare it to the one in Milan.”
The streets of Cienfuegos, Erasmo de Escala, Moneda and Admiral Barroso became the most aristocratic. There lived the ingenious architect Ismael Edwards Matte, his brother the politician Domingo Edwards Matte, Miguel Letelier Espínola, the intellectual Santiago Marín Vicuña, Alejandro Valdés Cuevas, the philanthropist Eduvigis Vial and Francisco Larraín Alcalde. Their residences represented the most diversely colorful architectural styles. A faithful example of this trend is the mansion that Francisco Larraín Vial ordered built in 1911. Its size still impresses passersby, who stop to view the three-floor baroque facade ending in a false mansard on the corner of which there is a copula that can be seen from several blocks away. There are three large homes on the inside, the main one on the first floor and the secondary ones on the upper floors. They all have beautifully decorated salons that are reminiscent of the reign of Louis XV: spacious corridors, carved stairways and American oak floors. A pillared patio and water fountain in the center of the building bring to mind the layout of the old colonial homes, creating an extensive gallery on the upper floors with art nouveau windows. The palace was occupied by the family of Teresa Larraín Mancheño, daughter of the original owner, who married Jorge Llorente de Putrón, a French diplomat. She enlivened the rooms with her intense social life until well into the 20th century. Her cousin, Marita Larraín Blanchart, recalls:
“The prettiest girls in Santiago gathered on the balconies of the Cienfuegos house to watch the Virgin of Carmen procession when it was on the way back to the Basilica of the Savior. Many debutant balls were held there, attended by Jorge and Teresita, who were children of my cousin Teresa Larraín Mancheño and Jorge Llorente. Everyone invited me to dance. To me it was torture since did not have a dance card and had to remember with whom was to dance each piece …”
Letelier, quien en 1919 encomendó al catalán José Forteza un pequeño palacete de estilo gótico plateresco. Los salones se distribuyeron a través de un hall cuadrado de doble altura, decorado con gárgolas y arcos ojivales. A este espacio daba el comedor, la sala de té con salida a la terraza, un escritorio, la biblioteca y la sala de música, donde la dueña de casa Luisa Llona gustaba de organizar entretenidas veladas musicales donde figuraban brillantemente sus seis hijos. Una escalera que originalmente era de mármol permitía subir al segundo nivel donde estaban los dormitorios con baño privado —una novedad en la época—. Al tercer piso se accedía a través de una pequeña torre con escalera de caracol, siendo éste el espacio para las habitaciones de servicio y que de vez en cuando era usado por algunos mendigos que doña Luisa se encargaba personalmente de alimentar a diario. En el patio una construcción anexa albergaba el garaje y una moderna piscina techada. El nuevo hogar se vio eclipsado profundamente cuando la hija menor —Consuelo— murió repentinamente la misma noche en que se había comprometido, obligando a la familia por la tristeza de los recuerdos a abandonar la casa. Muy cerca de la familia Letelier, en Cienfuegos 41, construyó su casa y taller Ismael Edwards Matte. Era él un conocido arquitecto y periodista que sentía una gran atracción por la alquimia, corriente que investigaba rigurosamente. Estaba asociado con el arquitecto Federico Bieregel, quien lo ayudó a construir la casa, destinando el primer nivel para las oficinas de su estudio de arquitectura.
La singular propiedad de tres niveles más la mansarda tiene una fachada con reminiscencias del neogótico alemán, incorporando una serie de símbolos y personajes relacionado con los estudios de la alquimia. Una torre es el elemento más característico: en su base puede apreciarse la figura de un esqueleto con un reloj de arena, que vigila atento el trabajo de un escritor, un pintor y un albañil, símbolo de las profesiones libres; más arriba cuatro figuras antropomorfas vigilan la calle. La casa asimétrica tiene un altillo con techo a dos aguas, decorado con maderas talladas. Terrazas, loggias protegidas
A witness to these parties was the politician and engineer Miguel Letelier, who requested that José Forteza, a Catalan, build a small Gothic plateresque mansion in 1919.
The rooms were distributed from a square double-height hall decorated with gargoyles and ogival arches. This space led to the dining room, the tea room, which exited to the terrace, a den, the library and the music room, where the mistress of the house, Luisa Llona, liked to organize entertaining musical evenings at which her six children were the shining stars. A staircase that was originally made of marble led to the second floor, where the bedrooms were, each with a private bathroom–a novelty at the time. One reached the third floor through a small tower with a spiral staircase. It was the space for the servants’ rooms and was used from time to time by some beggars that Luisa personally made sure were fed every day. There was an annex in the yard that housed the garage and a modern roofed pool.
The new home became profoundly overshadowed when the youngest daughter, Consuelo, suddenly died the same night that she became engaged, forcing the family to leave the house because of the sad memories.
Ismael Edwards Matte built his house and studio very close to the Letelier family, at Cienfuegos 41. He was a well-known architect and journalist who was highly attracted to alchemy, which he investigated rigorously. He was a partner with Federico Bieregel, an architect, who helped him build the house. The first floor was used for the offices of his architectural firm.
This singular three-storey property, plus the mansard, had a facade reminiscent of the German Neogothic period. It contained several symbols and characters relating to the study of alchemy. One tower is the most characteristic element: The figure of a skeleton with a sandglass can be seen at its base, attentively overseeing the work of a writer, painter and mason, symbol of the free trades. Higher up are four anthropomorphic figures watching the street. The asymmetric house had an attic with a two-sided roof decorated
por columnas, herrería en ventanas, arcos apuntados y vitrales son parte de la decoración de la fachada.
A la casa se accede por un portón de madera. Un zaguán permite tener una entrada de auto y da paso al jardín. En el segundo nivel estaban los recibos, comedor y cocina, y en los pisos superiores los dormitorios. Los espacios sorprenden por la simbología que está presente en cada detalle de la mansión: vitrales traídos de Alemania con escenas marítimas, pavimentos de baldosas con símbolos de la alquimia, gárgolas, artesonados de los cielos y paneles tallados. En el salón principal la figura de un bufón alado adquirió una leyenda especial: se dice que si es removido caerá toda la casa.
El inmueble hoy es sede de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado.
El barrio Brasil siguió extendiéndose. El Convento de los Capuchinos comenzó el loteo de sus terrenos en 1915, siendo la familia Wightman la primera en construir un singular castillo neogótico en la esquina de calle Catedral con General Bulnes. En la misma manzana la familia Álamos Igualt levanta una moderna mansión de estilo neoclásico con reminiscencias art nouveau, rematada en toda su esquina por una gran marquesina de fierro y vidrio. Eran estas casas, junto a algunas otras de importancia como la de la familia Castelblanco, las únicas viviendas de categoría en el sector. Del populoso barrio Yungay salían todas las mañanas obreros y empleados a trabajar en las grandes casas cercanas, generando un dinamismo social particular que no se dio en ninguna otra parte de Santiago. La vida de barrio se mantuvo, las campanas de la Iglesia de los Capuchinos parecía dictar el apacible andar de los habitantes que, ajenos a los convulsionados años de la crisis del 20, siguieron disfrutando de las tranquilas calles, mientras hacía su aparición el teléfono, el automóvil y los tranvías recorrían las esquinas.
La atmósfera comenzó a cambiar a partir de la crisis de 1929, que hizo perder la fortuna a muchas familias y causó el éxodo de algunas otras al sector oriente de Santiago.
with carved wood. Terraces, loggias protected by columns, iron work on windows, pointed arches and stained glass windows are part of the façade’s decoration.
One entered the house through a wooden gate. A portico created a car entrance and led to the garden. The anterooms, dining room and kitchen were on the second floor and the bedrooms on the upper floors. The spaces were outstanding because of the symbolism that is present in every detail of the mansion: stained glass windows brought from Germany with maritime scenes, tile floors with the symbols of alchemy, gargoyles, coffered ceilings and carved panels.
The figure of a winged buffoon in the main room acquired a special legend: it is said that if it is removed, the entire house will fall down.
Today the property is the headquarters of the School of Law of Alberto Hurtado University.
The Brazil neighborhood continued to expand. The Convent of the Capuchins began to subdivide its lands in 1915. The Wightman family was the first to build a singular Neogothic castle on the corner of Catedral (Cathedral) Street and General Bulnes Street.
The Álamos Igualt family built a modern Neoclassic mansion on the same block reminiscent of art nouveau, ending on the entire corner in a large marquee of iron and glass. These homes, together with a few others of importance, such as the house of the Castelblanco family, were the only houses of position in the sector. Workers and employees set out for work every morning at the large nearby homes from the populous Yungay sector, creating a particular social dynamism that was not seen in any other part of Santiago.
Neighborhood life remained the same. The bells of the Church of the Capuchins seemed to dictate the placid manner of the inhabitants, who continued to enjoy quiet streets, ignorant of the upheaval during the crisis of the 20’s, as the telephone made its appearance and the automobile and trolleys travelled the streets.
The atmosphere began to change with the crisis of 1929. Many families lost their fortune and there was an exodus of others to the eastern sector of Santiago.
72 El Palacio Álamos fue proyectado por el arquitecto Alberto Álamos. Mantuvo su carácter residencial hasta 1947, año en que tras la muerte de Dolores Igualt o taegui de Álamos, se remató el inmueble y su valiosa colección de arte. / The Álamos Palace was designed by Alberto Álamos, architect. It remained a residence until 1947, the year when the property and its valuable art collection were auctioned after the death of Dolores Igualt Otaegui de Álamos.
73 l a gran marquesina de fierro que resguarda el ingreso principal y los elegantes detalles ornamentales del interior, son un distintivo del Palacio Álamos. Sin duda alguna uno de los últimos grandes palacios de Santiago poniente. / The grand iron marquee sheltering the main entrance and the elegant ornamental details of the interior are distinguishing features of the Álamos Palace. Undoubtedly one of the last grand palaces of western Santiago.
Hacia 1923, en la etapa final de su vida, el arzobispo Crescente Errázuriz escribía rememorando el Santiago de su infancia y juventud, el de las décadas de 1840 y 1850: “Todas las cosas han cambiado radicalmente; muy otras son las costumbres, de tal manera que las de aquel tiempo ni siquiera se pueden imaginar mirando las de hoy. Si recorro la ciudad, tampoco encuentro rastros de lo de antaño, y más de una vez me acontece buscar en la esquina el nombre de la calle por la que voy caminando. Y, orientado, comienzo a calcular dónde se hallaba la habitación de tal pariente, de tal compañero”.
“l a casa en que nací”, continúa, “la casa de mi tía política doña
Antonia Salas, a la que fui a juntarme con Eduardo ochagavía para ir los dos por primera vez al Seminario; la casa misma que en la Calle del Sauce —hoy Riquelme— esquina de Moneda ocupaba este colegio y a la que llegamos al caer la tarde, todo ha desaparecido. En lugar de modestos y espaciosos edificios, levántanse ahora o soberbios palacios o hermosas casas de varios pisos: doquiera el brillo, el lujo y a las veces… ¡la falta de aire y de luz!”.
Por cierto, Errázuriz escribe en un momento de plena expansión de la ciudad y de aceleración de la vida, en el cual incluso la radio comenzaba a sumarse al ruido de fondo de la vida cotidiana santiaguina, que incluía motores de autos y de tranvías, gramófonos, el estruendo de las máquinas en las nuevas construcciones y, por supuesto, “el estrépito de la jazz-band”. l a sensación de cambio era cuestión de todos los días. Era aquel también un momento epigonal: al Chile de la República Parlamentaria le quedaba muy poco y la misma Belle Époque había comenzado a apagarse en los años de la Gran Guerra. l a mirada de Errázuriz estaba cifrada más allá, en todo caso: en los viejos tiempos de los decenios presidenciales. Su visión corresponde, por lo demás, a un tópico que no sólo pertenece a la retórica sino también a la psicología: el de la edad de oro, el de la alabanza del pasado. Esto no quiere decir que Errázuriz sea víctima de espejismos mentales: no es el único que afirma que a mediados del siglo
Towards 1923, in the final stages of his life, the archbishop Crescente Errázuriz wrote remembering the Santiago of his childhood and youth, that of the 1840s and 1850s: “All things have changed radically; very different are the customs, in such a manner that those of the olden days cannot be imagined looking at those of nowadays. If go into the city, do not find traces of those of old, and more than once happens to me to look in the corner for the name of the street I am walking. And, thus oriented, I start calculating where was the residence of this or that relative or of this or that classmate”.
“The house I was born”, he continues, “the house of my aunt by marriage Ms. Antonia Salas, in which I met Eduardo Ochagavía to go for the first time to the seminary; the house itself that in the Calle del Sauce —today Riquelme— in the corner with Moneda occupied this college and to which we arrived by the end of the day, all have disappeared. Instead of modest and spacious buildings, there are now splendid palaces or beautiful mansions of several floors: everywhere the glitter, luxury and at the same time…the lack of air and of light!”
What is true, Errázuriz writes at a time of full expansion of the city and of acceleration of life, in which even the radio added to the background noise of everyday life in Santiago, which included car engines and tramways, gramophones, the noise of the machines in the new constructions and, of course, “the noise of the jazz band”. The feeling of change was an everyday matter. That was also an epigone moment: the Chile of the Parliamentary Republic had its days numbered and the Belle Époque itself had begun to fade in the years after the Great War. Errázuriz’s look went beyond, in any case: in the olden days of the presidential decades. His view corresponds, by the way, to a topic not only belonging to rhetoric but also to psychology: that of the golden age, of the praise of the past. This
XIX primaba, en la estructura de la sociedad, cierto concepto de la austeridad y el decoro. Especifica que las niñas de familia no salían a la calle a buscar “pololo” sino que pretendían más bien ser buscadas y que los padres no requerían ir al club para distraerse de los embates de la vida: todo el alivio que necesitaran podían encontrarlo en su casa, junto a su mujer. “El trabajo no era absorbedor”, añade, “no enloquecía: era honrado, prudente y tranquilo. No se ambicionaban millones ni se necesitaban, ni se creía que constituía gran ventaja para los hijos el heredarlos”.
Curiosamente, por 1928, Joaquín Edwards Bello —cincuenta años menor que Errázuriz— se despide igualmente de una sociedad cuya extinción constataba: “l as victorias se van para Talca; el portal Mac Clure desaparece con sus bazares orientales; el portal Fernández Concha se remoza estrechando sus ángulos donde comprábamos los Joutard y los diarios. Se va el Santiago antiguo. Para mí ese Santiago que se va está asociado a un rumor de zarzuela española y a un gran espectáculo de caballos en las calles. Había tonneau, victorias, breaks, handsome, coupés, toda la gama de carrocerías de lujo arrastradas por imponentes caballos. los hacendados presumían de sus troncos, como ahora presumen de sus automóviles. Yo no puedo pensar en el dieciocho sin que me asalte la imagen de los coches, los frenos, las cabezadas y un olor a cuero que tenía el coche americano de mi abuelita, forrado en paño verde. l a arrancada vespertina de los trotones por la calle Dieciocho era un espectáculo feérico”. l os mundos añorados por Errázuriz y Edwards Bello son muy distintos, si bien cronológicamente contiguos. El arzobispo habla de un Santiago cuyas calles tenían una acequia al medio de la calzada y en cuyas cercanías (Independencia o Cañadilla, de o livos al norte) aún se practicaba la trilla y la vendimia. Una ciudad “achaparrada” —según otro memorialista, Ramón Subercaseaux— que, observada desde el peñón del Santa l ucía sólo destacaba, aparte de las torres de las iglesias, por dos edificios de altura: l a Moneda
does not mean that Errázuriz is a victim to mind mirages: he is not the one asserting that in the mid-19th century, in the structure of society, austerity and decorum were paramount. He specifies that family girls did not go out to the street to look for a “beau” but they intended more being sought and the fathers did not need going to the club to distract from the battering of life: all the relief they needed was found at home, by their wife. “Work was not absorbing”, he adds, “it was not frantic: it was honest, prudent and calm. Millions were not ambitioned nor needed, nor was it believed it to be a great advantage for the children to inherit them.”
Curiously, in 1928, Joaquín Edwards Bello —fifty years younger than Errázuriz— bids farewell likewise to a society which extinction was evidenced: “The Victorias are leaving for Talca; the MacClure arcade disappears with its eastern bazaars; the Fernández Concha arcade is renewed closing its angles where we purchased the Joutards and the newspapers. The old Santiago is going. To me that Santiago that is leaving is associated to rumors of Spanish zarzuela and a great spectacle of horses on the streets. There were tonneau, victorias, breaks, handsome, coupes, and all the range of luxury carriages dragged by imposing horses. The landlords presumed of their teams, as they now presume of their automobiles. cannot thing of the national holidays without being assaulted by the image of the carts, the brakes, the harnesses, and a smell of leather that my granny’s American cart had, lined with green cloth. The afternoon start of the trotting horses down Dieciocho Street was a feral spectacle”.
Those worlds longed by Errázuriz and Edwards Bello are most different, albeit they succeed in time. The archbishop talks of a Santiago which streets had a ditch in the middle of the road and in which vicinity (Independencia or Cañadilla, Olivos to the north)
y el Teatro Municipal. Edwards Bello, en cambio, es totalmente un hijo de la Belle Époque, aquí y en París. Su nostalgia en este caso se refiere a una ciudad con palacios, iluminación a gas, riqueza ostensible y ostentada, y que parecía estar mucho más cerca de las capitales europeas que del embrión urbano colonial, “aldeano y conventual”. Él mismo llamó “el tiempo gordinflón” a la época que rodeó al Centenario, un lapso de especial optimismo en la superficie de la vida social, un optimismo tan dorado y chispeante y afrancesado como la bebida que presidió la época: el champagne. Quizás la nostalgia de Edwards Bello tenga que ver con una franja muy localizada en estas mutaciones temporales: los años en que alternaban los últimos carruajes con los primeros automóviles: años 1904, 1905, cuando el propio Joaquín, como miembro de un selecto grupo de jóvenes favorecidos por la fortuna, iba de un lado a otro como tripulante de un enorme armatoste que dejaba por las calles una estela de humo fétido.
En una semblanza sobre Claudio Vicuña —el acaudalado político balmacedista que fue dueño del palacio de l a Alhambra, construido por José Santos ossa— Edwards Bello profundiza su reclamo del tiempo antiguo:
“Recordándole en este centenario de su nacimiento”, escribe, “no podemos dejar de advertir el hecho de que, entre las muchas crisis del mundo, existe también la crisis del caballero Esto es, del concepto del caballero del siglo XIX, de su espíritu, de su arrogancia, de su vitalidad y, también, ¿por qué no decirlo?, de su indumento. En todos los países tiende a desaparecer el sombrero de copa, que era, sin duda, un símbolo, una coronación. En Santiago vimos decaer poco a poco esa prenda, primero ridiculizada sans en avoir l’air por el conocido escriba llamado Incandescente, y luego entregada a las carnestolendas ruidosas de los estudiantes. El sombrero, distintivo de abolengo y prestigio, como la coronación de una vida pura cuando se alzaba en cabellos blancos y en una sesera privilegiada, se derrumbó”.
Sigue: “El hombre actual teme demasiado a la mordacidad de las turbas. Sabe que ellas dominan al cabo, y no se atreve a desafiarlas con los ocho reflejos del sombrero diferenciador. Así como
the threshing and grape harvest were still done. A “stocky” city —according to another writer, Ramón Subercaseaux— who watched from the boulder the Santa Lucía was, he only noted, other than the church spires only two high buildings: La Moneda and the Teatro Municipal. Edwards Bello, on the other hand, is completely a son of the Belle Époque, both here and in Paris. His nostalgia in this case refers to a city with palaces, gas lighting, evident and ostentatious riches, and that seemed much closer to the European capitals than the colonial urban embryo, “village-like and conventual”. He himself called “the fat times” that surrounding the Centennial, a lapse of special optimism in the surface of social life, optimism as golden and sparkling and French-like as the drink that presided over the epoch: champagne.
Maybe Edwards Bello’s nostalgia is related to a very specific space in time in these temporal mutations: the years in which alternated the last carriages with the first automobiles: 1904, 1905, when he himself, as a member of a select group of young people favored by fortune, went from one side to another riding a huge great thing that left behind a trail of foul-smelling smoke.
In a biographical sketch about Claudio Vicuña —the wealthy politician pro-Balmaceda who owned the Alhambra Palace, built by José Santos Ossa— Edwards Bello goes further into his claim for the olden times:
“Remembering him in this centenary of his birth”, he writes, “we cannot but notice that, among the many crisis of the world, there is also the crisis of the gentleman. This is the concept of the gentleman of the 19th century, of his spirit, his arrogance, his vitality and, also, why not say it? of his attire. In all the countries the top hat seems to disappear, which was, undoubtedly, a symbol, a crowning. In Santiago we slowly saw the decline of this garment, first ridiculed sans en avoir l’air by the know scribe called Incandescente, and then handed over to the noisy Shrovetide of the students. The hat, badge of good ancestry and prestige, as the crowning of a pure life when placed over silvery hairs and on privileged brains, crumbled”.
no hay torres en la arquitectura urbana, así tampoco se ven esas torres individuales, como no sean las cúpulas chorreadas de los paraguas en las tardes de invierno. Tampoco se ven ya por las calles esas miradas magníficas de independencia y self respect como las que desparramó en el Parlamento, en la hacienda y en la Plaza de Armas don Claudio Vicuña”.
He continues: “The current man is too afraid of the mordacity of the crowds. He knows that they master the corporal and does not dare defy them with the eight reflections of the differentiating hat. As there are no towers in urban architecture, nor are seen these individual towers, if they are not the dripping dome of umbrellas in winter afternoons. Neither are seen on the streets those magnificent looks of independence and self respect as the ones that spread in Parliament, in the country estate and in the Plaza de Armas Mr. Claudio Vicuña”.
Tomo un rumbo cualquiera. Ha llovido, o está lloviendo débilmente, de modo que la transparencia de la atmósfera le aporta una carga de irrealidad a las viejas fachadas de estucos pulimentados grises y oscuras. Pareciera, por las fechas inscritas en los muros, que las construcciones se detuvieron en 1925 ó 1926. Algunos zaguanes, espiados desde el exterior, rinden como túneles del tiempo: se ven glorietas que alguna vez refulgieron de glicinas primaverales, y al fondo, más allá de la pared medianera, sobresale algún luminoso jacarandá junto a unas cuantas palmas chilenas. En cualquier momento, pareciera, va a surgir el vocinglerío alegre de un grupo de jóvenes con sus cuellos de seda abotonados y sus bucles y sus complicados botines asomando bajo el ruedo de las largas polleras. Ese tipo de mujeres que han quedado para siempre mirando melancólicamente alguna lejanía fotografiadas contra un fondo pintado de paisajes vaporosos, apoyado a veces el codo sobre un plinto de mármol. Me interno por Cienfuegos y trato de detectar el cité en que vivió Vicente Huidobro con Ximena Amunátegui. Salgo a Cumming por Erasmo Escala: ¿estará todavía la casa de Mariana Cox Stuven entre estas marisquerías, mutuales, institutos de capacitación técnica? No voy premunido de anotaciones, no se trata de una investigación sino simplemente de la inercia del interés de un transeúnte. Me interno por Santa Mónica: ahí está, como siempre, esa casa de Cruz Eyzaguirre que nunca llegamos a arrendar; nos íbamos a ir a ese lugar en 1999, asumiendo las implicancias del cambio de barrio en términos de tiempos de desplazamiento. l a casa era fantasiosa, con ojivas y vitrales de contornos resguardados con líneas de plomo; tenía comedor de servicio y una cava; lo que más
I take any course. It has rained, or is drizzling, so the transparence of the atmosphere provides a certain quality of unreal to the old facades of plaster now gray and dark. It seemed by the inscriptions on the walls that building stopped in 1925 or 1926. Some hallways, spied from outside, are like time tunnels: you can see gazebos that once were the shelter of spring wisteria, and at the end, you can see over the middle wall some luminous jacaranda together with a few Chilean palms. At any time, it seemed, it would seem, it would appear, the merry noise of a group of youngsters with their silk collars buttoned up and their ringlets and ankle boots showing under the hem of their long skirts. These kind of women has remained forever looking languidly some distant point, photographed against a background painted of diaphanous scenes, and sometimes supporting their elbow on a marble plinth.
I take Cienfuegos and try finding the slum courtyard where Vicente Huidobro lived with Ximena Amunátegui. I exit into Cumming via Erasmo Escala: is still there the house of Mariana Cox Stuven among those many shellfish restaurants, benefit societies, technical institutes? I am not carrying notes; this is not a research but simply the inertia of the interest of a passer-by. take Santa Mónica: there it is, as always, that house by Cruz Eyzaguirre that we never came to rent; we would go there in 1999, assuming the implications of the change of neighborhood
impresionaba era una enredadera seca que subía al segundo piso por el costado de la escalera, adherida a las pequeñas salientes de un amplio ventanal de vidrios tamizados. Me parece que esta casa limitaba por el fondo con la que fue de Jenaro Prieto, cuya entrada estaba por Moneda. Eran construcciones de similares características. En sus frontis ostentaban escudos familiares en relieve, a estas alturas equivalentes a jeroglíficos.
Me devuelvo hacia Brasil y vislumbro la plaza, de lejos los melancólicos cités, los caserones de dos pisos donde Elson Beiruth —el mítico jugador brasileño de Colo-Colo 70— tuvo durante décadas su local de Polla Gol. Más hacia el oriente estuvo o está el club social de los detectives. En la esquina de Maturana se ve un edificio de lofts, una modalidad muy característica de la recuperación del sector durante los años noventa, que originó ciertas tensiones sociales en algunas calles donde el segmento más puntudo del vecindario vio con pésimos ojos el tránsito despreocupado de gente joven y exitosa. En la vereda de Huérfanos: ¿es la misma peluquería que Joaquín Edwards Bello le puso a doña Marta Albornoz, y donde de vez en cuando —cuando no estaba espiando a causa de los celos— se aparecía para conversar con las clientas?
Joaquín se trasladó al sector “cuando todo el mundo se había arrancado al barrio alto”; vivió en un “caserón modesto”, en Santo Domingo cerca de Cumming. l o que apreciaba declaradamente era la sencillez de clase media que imperaba en sus calles a esas alturas. Ninguno de sus vecinos, afirmaba, tenía fantasías de orígenes principescos. l os antiguos habitantes de las grandes casas se habían ido al oriente durante los años treinta: fundamentalmente a Providencia y a los nuevos loteos de El Golf. Fue una debacle, una fuga masiva, que afectó al Barrio Brasil y a su vecino Barrio República. No era el miedo a la peste, como sucedió en Buenos Aires, ni a los estragos de un terremoto, como ocurrió en Valparaíso en 1906: fue el miedo “al roto sublevado”, al saqueo de la turbamulta, al fantasma de la huelga de la carne y de los desmanes de 1891, una majamama de imágenes que se concretaban en la confusa realidad a raíz del inminente triunfo electoral de Aguirre Cerda y el Frente Popular. Edwards se quejaba de la clase
in times of displacement. The house was imaginative, with pointed arches and stained glass windows which contours were protected by lead lines; it had a servant’s hall and a cave; what was most impressing was a dry vine that climbed to the second floor beside the stairs, clinging to the small projections of a large window. think this house bordered at its bottom with that it was of Jenaro Prieto, which entrance was over Moneda. They were buildings of similar characteristics. On their fronts they displayed family crests in relief, now equivalent to hieroglyphics.
take back to Brasil and see the square, from a far the melancholic slum courtyards, and the two-floored mansions were Elson Beiruth —the mythical Brazilian football player in ColoColo 70– had for decades his Polla Gol store. In the corner of Maturana there is a lofts building, a most characteristic modality of the recuperation of the sector in the 1990s, which causes certain tensions in some streets where the most posh did not turn a nice eye on the careless transit of young and successful people. In the sidewalk of Huérfanos: is that the same hairdressing salon Joaquín Edwards Bello had set up for Ms. Marta Albornoz, and where every now and then —when he was not spying out of jealousy— would turn up to chat with the customers?
Joaquín moved to this area “when everyone had run to the barrio alto”; he lived in a “simple big house” on Santo Domingo near Cumming. What he declaredly liked was the simplicity of the middle class prevailed in its streets then. None of his neighbors, he stated, had fantasies of princely origins. The old inhabitants of the great mansions had gone to the east during the 1930s: mainly to Providencia and to the new divisions in El Golf. It was a debacle, a mass escape that affected the Brasil quarter and its neighboring República quarter. It was not fear of the plague, as it happened in Buenos Aires; nor of the ravages of an earthquake, as it happened in Valparaíso in 1906: it was the fear of the “revolting commoner”, the looting by the mob, the ghost of the meat strike and the outrages of 1891, a whirlwind of images that became concrete in
alta con una mueca de irónico desdén: viven en calles con nombres siúticos, decía. En zonas que de noche quedan abandonadas, sin movilización, y ocupan mansiones distantes que parecen mausoleos. ¿Qué harán ahí adentro?, se preguntaba el cronista.
los bailes de fantasía no fueron privativos de la Belle Époque, si bien entre los años 1870 y 1914 arreciaron como nunca antes en la historia. Se trató, por lo demás, de una moda universal de impronta parisina. Poiret, el modisto francés, se especializó en la producción de estas instancias sociales dominadas por la histeria del exotismo, por un esteticismo un poco decadentista y otro tanto modernista. En Chile hay indicios de bailes de esta índole promediando la década del 1850. Ramón Subercaseaux no pudo asistir —por ser demasiado niño— a uno “sin precedentes en los anales de la sociedad” que se dio en la casa de la familia Tocornal. Sin embargo algunos de los circunstantes visitaron su casa ya disfrazados. “Había un puritano, un mosquetero, un escocés, una Safo y varios otros papeles que después encontré en el teatro cuando me llevaban a ver la ópera”. Según Subercaseaux, con respecto a esta fiesta “se habló meses” en el núcleo duro de la ciudad ilustrada. Por 1854, Dolores Vicuña Mackenna le cuenta por carta a su hermano Benjamín que “todo Valparaíso está en gran alarma” por un baile de fantasía que se prepara en la casa de cierto señor Schwartz. Dolores se adelanta a los acontecimientos: “l a señora Fherman va a ir de reina y el señor Fherman de rey… Josefina S. irá de húngara y Manuela de primavera”. Así como Manuel Vicuña analiza en uno de sus libros (Hombres de palabras) la retórica parlamentaria del fin de siglo, habría que hacer lo propio con la retórica general del periodo: con los manierismos que afectaron a la escritura, al habla, a la decoración y a la imaginería de los sueños colectivos de la clase predominante. los bailes de fantasía y la prosa enfebrecida eran fenómenos equivalentes. En una revista Zig-Zag de 1906 —por ejemplo— se reseña un baile “japonés” infantil de un modo que hoy nos parecería inaceptable por lo conceptuoso o esponjado, a pesar de sus aportes informativos:
the confusing reality due to the imminent triumph of Aguirre Cerda and the Frente Popular Edwards complained about the high class with ironic disdain: they live in streets with pretentious names, he said, in areas that at night are deserted, with no public transport and live in distant mansions that from afar look like mausoleums. What is it they do in them? He wondered.
Fantasy balls were not exclusive to the Belle Époque, although between the years 1870 and 1914 they were the norm as never before in history. It was, by the way, a universal fashion of Parisian mark. Poiret, the French coutourier, specialized in the production of these social instances dominated by the hysteria for the exotic, for an estheticism a little decadent and also a little modernist.
In Chile there are signs of such balls in the 1850s. Ramón Subercaseaux could not attend —for being too young— to one “unprecedented in society annals” which was held in the house of the Tocornal family. However, some of those attending visited his house already in fancy dress. “There was a puritan, a musketeer, a Scotsman, a Sappho and various others that I did not see until I was taken to the theater to the opera”. According to Subercaseaux, regarding this party “it was talked of for months” in the core of the learned society. Around 1854, Dolores Vicuña Mackenna tells his brother Benjamín in a letter that “the whole of Valparaíso is in a great uproar” due to a fantasy ball being prepared in the house of a certain Mr. Schwartz. Dolores goes ahead of the events: “Mrs. Fherman will go as queen and Mr. Fherman as king…Josefina S. will go as a Hungarian woman and Manuela as the Spring”.
Like Manuel Vicuña analyses in one of his books (Hombres de palabras) the parliamentary rhetoric of the turn of the century, the same should be done about the general rhetoric of the period: the mannerisms affecting the writing, the speech, the décor and the imagery of the collective dreams of the ruling class. The fantasy
“Años ha”, escribe el anónimo periodista, “los hermanos Goncourt introdujeron —los primeros en el mundo occidental— el hábito de las japonerías caprichosas, frágiles, artísticas, destinadas a ejercer en todos la poderosa sugestión de su carácter exótico, sus tonos abigarrados, su extravagante conformación. los libros de Pierre loti vinieron a reforzar esta tendencia del público hacia la caprichosa moda del gusto predominante en el imperio del crisantemo y de las deliciosas musmés de ojos oblicuos”.
luego, cerrando el plano sobre el baile en cuestión, habla de una “nutrida concurrencia de pequeños nipones, de bravísimos samourais, de geishas y musmés de por sí encantadoras, y que aparecían más adorables aún con la agitación de la danza que hacía florecer bermejas rosas en las mejillas infantiles, enarcadas por las rebeldes guedejas recalcitrantes a la sujección de los alfileres que mantenían en alto los empingorotados moños”.
los periodistas de entonces eran marcadamente personales, subjetivos en sus escritos, pero curiosamente la mayor parte de las veces éstos se publicaban sin firma. Si bien el periodismo se había modernizado en relación a periódicos de pesada lectura como El Ferrocarril se conservaba un cierto tinte editorialista que ahora teñía un aparataje verbal florido y elevado.
En otra página de la misma revista Zig-Zag se informa sobre los alcances de la beneficencia organizada por señoras ilustres. El texto toma partido y deja para nosotros los atisbos de una polémica que probablemente se desvaneció sin registros. l as mencionadas señoras “soportan alegremente desvelos, fatigas y amarguras. Porque todo esto cuestan esos conciertos, esas kermesses, tan fáciles, al parecer, tan agradables para el público. Se le hacen cargos a la caridad, se dice que hay una ciencia social que la reemplaza por la “solidaridad”, para que así lo que se recibe sea el fruto de un esfuerzo, de una economía anterior. Pero eso es nuevo, eso no está organizado todavía, y, mientras tanto hay inválidos, hay hambrientos y miserables. No hay que creer a las admiradores de Nietzsche que pretenden que la caridad es una corruptela. l a caridad es una fuerza de la Naturaleza, es un alto sentimiento, uno de los que forman la base de la vida social”.
balls and the feverish prose were equivalent phenomena. In a ZigZag magazine of 1906 is consigned a children’s “Japanese” ball in a manner that today we would consider unacceptable for being too praising or fluffy, despite its informative contributions:
“For years now”, writes the anonymous journalist, “the Goncourt brothers introduced —the first in the western world— the custom of the Japanese-like, whimsical, fragile, artistic, aimed at exercising all of the powerful suggestion of its exotic character, its multicolored hues, its extravagant conformation. Pierre Loti’s books but confirmed this trend of the public to the whimsical fashion of the taste prevailing in the chrysanthemum empire and of the delicious ladies of slanted eyes”.
Then, closing the shot on the subject ball, it is mentioned a “large crowd of small Japanese, of brave samurai, of geisha and musme, themselves delightful and who appeared even more adorable even when the excitement of the dance made crimson roses blush the children’s cheeks, framed by rebellious hairs reluctant to the fastening of the pins that kept in place the high buns”.
Journalists in the day were markedly personal, subjective in their writings, but curiously most of the times they published without signing. Although journalism had modernized in relation to the newspapers of heavy reading as El Ferrocarril it kept a certain editorialist air now tinted with a flowery and high raised verbal apparatus.
In another page of the same Zig-Zag magazine it is informed of the reaches of the benefit organized by the elite ladies. The text takes sides and leaves for us inklings of a controversy that probably vanished without records. Said ladies “gladly bear worries, fatigue and bitterness. For all this is the price of those concerts, those kermises, so easy, apparently, so nice to the public. Charges are made to charity, it is said that there is a social science that replaces it with “solidarity”, so that what it receives is the fruit of an effort, of a previous economy. But that is new, it is not yet organized and, meanwhile there are invalids, there are hungry and miserable. Nietzche’s admirers are not to be believed pretending that charity
Entre las damas caritativas se menciona a doña Teresa Cazotte de Concha, fundadora de la Sociedad de las Creches, destinada a ayudar a los niños pobres. Ella representa en sí misma un capítulo aparte en esta seguidilla de pequeñas historias. De hecho, algo de su espíritu puede detectarse hoy en las callejuelas del microbarrio Concha y Toro, en la Alameda entre Cumming y Maturana. Teresa Cazotte mandó a construir ese pequeño enclave europeo (compensación de la nostalgia por su infancia parisina) en el terreno correspondiente al parque del lujoso y recordado palacio oriental de su propiedad: el Palacio Concha Cazotte (construido en la década del 1860 por el minero José Díaz Gana). Se trataba, según numerosos testimonios, de una fantasía arquitectónica sobrepujada, fuera de control. l a gente le decía el palacio de las cúpulas de oro. Minaretes, almenas, ojivas, espigas, cúpulas: toda la imaginería proveniente del exotismo espacial y temporal se congregó en sus magnificentes proporciones, en lo que alguien llamó “una pesadilla turco-siamesa”.
El Palacio Concha Cazotte o Díaz Gana o Quinta de Caracoles –donde se dieron los bailes de fantasía más sonados de la historia de Chile– fue demolido en 1933, cuando ya sus antiguos antejardines habían sido ocupados por el edificio del Teatro Carrera, privando a la Alameda de la vista del palacio y arrasando con sus misteriosos estanques habitados por cisnes. Algo del mobiliario original resiste hoy en las dependencias del Hotel Valdivia.
Edwards Bello escribió a propósito de esa demolición: “Esta Alhambra austral, tapada y soterrada por el corretaje y la compra-venta, no tiene nada que ver con la oligarquía o cualquiera otra de esas fobias nacionales. El palacio Concha y Toro, destripado ayer en el remate, es como la marca, es como la huella del esfuerzo popular en Caracoles y Chañarcillo. En Caracoles, sobre todo”. El cronista, que alguna vez escribió que los palacios eran “sueños congelados”, no puede sino favorecer el espíritu que animó a los mineros que hicieron fortuna en la segunda mitad del siglo XIX. En él cree ver Edwards Bello rasgos del tipo de chileno aventurero que representó alguna vez Pérez Rosales: imprevisor, arrojado, jugador, inquieto, fantasioso. Todo lo contrario, según él, del tipo nacional de agricultor: reposado y carente de imaginación.
is corrupt. Charity is a force of Nature; it is a high feeling, one of those forming the base of social life”.
Among those society ladies is mentioned Mrs. Teresa Cazotte de Concha, founder of the Crèches Society, destined to aiding poor children. It represents a whole chapter of this line of small histories. In fact, some of its spirit may be found in the lanes and alleys of the Concha y Toro micro-quarter, on Alameda between Cumming and Maturana. Teresa Cazotte had this small European enclave (compensation for the nostalgia of her Parisian childhood) on the land corresponding to the park of the luxurious and remembered eastern palace of her property: the Concha Cazotte Palace (built in the 1860s by the mining businessman José Díaz Gana). It was, according to many testimonies, of an overdone architectural fantasy, out of control. The people called it the palace of the golden domes. Minarets, battlements, pointed arches, spikes, domes: all the imagery from the special and temporal exoticism added in its magnificent proportions, into what someone called a “Turkish-Siamese nightmare”.
The Concha Cazotte (or Díaz Gana or Quinta de Caracoles) Palace —where the most talked of fantasy balls in the history of Chile— was demolished in 1933, when its old front gardens had been taken by the building of the Teatro Carrera, depriving the Alameda of the views of the palace and had destroyed its mysterious ponds inhabited by swans. Some of its original furniture still resists today in the dependencies of the Hotel Valdivia.
Edwards Bello wrote regarding this demolition: “This southern Alhambra, covered and hidden by brokerage and purchase and sales, has nothing to do with the oligarchy or any other of those national phobias. The Concha y Toro Palace, gutted yesterday in the auction, is like the imprint, the trace of the popular effort in Caracoles and Chañarcillo. In Caracoles above all”. The writer, who once wrote that palaces were “frozen dreams”, cannot but favor the spirit that drove the miners that came into wealth in the second half of the 19th century. In them Edwards Bello thinks he sees features of the adventurous Chilean once represented by Pérez Rosales:
El Palacio Concha Cazotte fue tan imponente como el Palacio Urmeneta (en Monjitas), el Undurraga (en Estado y Alameda), el Elguín (en Brasil y Alameda), o el Subercaseaux (Agustinas frente al Municipal), sólo que a diferencias de éstos se prolongaba en un parque “de ensueño”, con viejos y espesos follajes, laberintos, una laguna artificial, escaleras y marmóreas terrazas. “o cupaba casi toda la manzana que llegaba al poniente hasta la avenida Cumming y sobrepasaba por el norte la calle Erasmo Escala”, precisa Hernán Eyzaguirre lyon. “Aún recuerdo la cúpula dorada que sobresalía del soberbio edificio, de las más puras líneas arquitectónicas moriscas, y la enorme escalera de mármol que daba acceso a la entrada... Pero lo que mejor quedó grabado en mi mente aún infantil fue la idílica laguna que podía divisarse a través de las rejas de la entrada por la Alameda, sobre cuyas aguas se deslizaban varios hermosos cisnes”.
“Quienes lo conocieron por dentro”, continúa Eyzaguirre, “cuentan que el palacio poseía cinco o más salones cuyos techos, preciosamente artesonados y del más puro estilo oriental… los muros estaban tapizados de seda y de ellos colgaban telas de maestros italianos y franceses. Grandes arañas de cristal Baccarat completaban el decorado”.
Al menos dos fiestas memorables abrieron el palacio a cientos de invitados. l a primera, en 1910, en homenaje al Presidente argentino Figueroa Alcorta, el Jettatore que visitaba Chile oficialmente con motivo del Centenario. l a segunda, el baile de fantasía ofrecido por los Concha Cazotte en octubre de 1911, cuyas fotografías se publicaron pocos meses después en un libro-registro del acontecimiento social.
Sobre el baile de 1910 vale la pena revisar la síntesis que hace Martina Barros en sus memorias. Escribe: “En aquel suntuoso palacio ricamente alhajado con bellísimas obras de arte, soberbia vajilla digna de banquetes reales, deslumbrante de luces y de flores, con enorme concurrencia de damas hermosas y elegantes, caballeros de alta situación en el Gobierno, en el Congreso, en las finanzas, en el Ejército, en la Marina, extranjeros distinguidos, el Cuerpo Diplomático y juventud aristocrática, hizo su entrada el
not keen to making plans, daring, restless, fantasist. The complete opposite, according to him, of the national type of the agriculture man: reposed and lacking of imagination.
The Concha Cazotte Palace was as imposing as the Urmeneta Palace (Monjitas), the Undurraga Palace (Estado and Alameda), the Elguín Palace (Brasil and Alameda) or the Subercaseaux Palace (Agustinas, in front of the Teatro Municipal), only unlike these others it extended into a “dream” park, with old and thick foliage, mazes, an artificial lagoon, marble stairs and terraces. “It used almost a whole block that went to the west until Cumming Avenue and on the north it went beyond Erasmo Escala Street”, Hernán Eyzaguirre Lyon notes. “I still remember the golden dome standing above the superb building, of the purest Moorish architectural lines and the huge marble stairs that lead to the entrance…But what was engraved in my memory, still a child’s one, was the dreamy lagoon that could be seen from the entrance gates on Alameda, on which waters glided numerous beautiful swans”.
“Those who knew it inside”, continues Eyzaguirre, “tell that the palace had five or more rooms which ceilings, beautifully coffered and of the purest eastern style…Walls were covered in silk and from them hand paintings by Italian and French masters. Great Baccarat chandeliers completed the décor”.
At least two memorable parties opened the palace to hundreds of guests. The first one, in 1910, in honor of the Argentinean President Figueroa Alcorta, the Jettatore, who was in official visit in Chile for the Centennial. The second one, the fantasy ball offered by the Concha Cazottes in October 1911, which photographs were published a few months after in a book-record of the social event.
About the 1910 ball it is worth reviewing the summary Martina Barros makes in her memoirs. She writes: “In that magnificent palace, richly furnished with very beautiful works of art, superb china worthy of royal banquets, dazzling with lights and flowers, the a large turn-up of beautiful and elegant ladies, gentlemen in the high ranks of Government, of Congress, of Finance, the Army, the Navy, distinguished foreigners, the Diplomatic Corps and the aristocratic
Presidente argentino, al son del Himno Nacional de su patria, cuyos acordes partieron de la cúpula del salón central. ¡Aquello fue grandioso y emocionante! De igual manera se recibió enseguida a nuestro Mandatario, don Emiliano Figueroa, y así se inició aquel baile soberbio”.
Esa noche, según averiguaciones de Eyzaguirre lyon, se utilizó vajilla de plata maciza de Caracoles y porcelana de Sèvres. Parte del buffet consistió en: paté de foie-gras, galantinas, langostas, pavos, ponche a la romana, vinos franceses “y la espumosa viuda como todos llamaban familiarmente al champagne l a Veuve Clicquot, y, como broche de oro, la extensa gama de la fina dulcería chilena”.
Echar un vistazo al álbum de la fiesta no deja una gran impresión, aparte de las fotos del recinto en cuestión. Uno no ve más que gente disfrazada: emperadores, “huríes”, Colombinas, húsares. Sin duda la emoción social de haber estado ahí es en parte intraducible y de ahí que el lenguaje de las descripciones sea tan encumbrado y sonoro. Martina Barros, presumiblemente testigo directo, habla del “movimiento asombroso de aquella enorme concurrencia y la animación desbordante con la que se bailó hasta el alba, cotillones alegres que cruzaban en cadenas interminables, llevando la alegría, batiendo sus insignias que producían un efecto fantástico en aquel palacio encantado”.
Esa noche, el niño Alberto Spiking-Howard (que llegaría a ser psiquiatra, músico y escritor) vivía una situación del todo distinta en su casa de Chuchunco, por entonces uno de los peores barrios de la ciudad. Su padre, inglés, técnico de la Compañía de Gas, se tomaba, como hacía habitualmente, una cerveza entibiada junto a la chimenea. Tenía un rito extraño: pedía silencio a la familia, apagaba la luz y esperaba la aparición de los ratones, que se aproximaban hipnotizados por las llamas y ejecutaba una especie de danza. Su mujer lo reprendía cuando lo veía tomar alcohol y eso fue lo que sucedió esa noche 1911. Hubo una pelea entre ellos. “Como lo había hecho en otras ocasiones”, recuerda Spiking-Howard en uno de sus libros, “creyó mi padre que la mejor manera de restablecer la calma y recuperar la autoridad era expulsarnos a ambos a la calle;
youth, entered the Argentinean President, to the sound of the National Anthem of his homeland, which strains started from the dome of the central hall. That was magnificent and moving! In the same manner was received our President, Mr. Emiliano Figueroa, and thus begun that superb ball”.
That night, according to enquiries by Eyzaguirre Lyon, was used a solid silver dinner service and Sèvres china. Part of the buffet was: foiegras, galantines, lobster, turkey, punch, French wines “and the sparkling widow, as every one called champagne La Veuve Clicquot”, and as a crowning point, the extensive range of the finest Chilean confectionery. Flipping through the pages of the party album is not as impressive, other than the pictures of the subject house. One does not see but people in fancy dress: emperors, houris, Columbines, hussars. No doubt the social emotion of having there cannot be translated to a certain degree and thus the language of descriptions is so high and grandiloquent. Martina Barros, presumably a direct witness speaks of the “amazing movement of that large crowd and the busting excitement with which it danced until the break of dawn, merry cotillions that crossed in never ending chains, carrying the merriment, showing their insignia that produced a fantastic effect on that enchanted palace”.
That night, the child Alberto Spiking-Howard (who would become a psychiatrist, musician and writer) lived an entirely different situation in his house in Chuchunco; then one of the worst quarters in town. His father, an Englishman, technician of the Gas Company, drank, as he usually did, a beer warmed up by the fireplace. He had this bizarre ritual: he hushed the family, turned off the light and then waited for the appearance of the mice, who drew near hypnotized by the flames and executed some sort of dance. His woman reprimanded him when she saw him drink alcohol and that was what happened in that night of 1911. There was a fight between them. “As he had done on other occasions”, remembers Spiking-Howard in one of his books, “my father thought the best way to restore peace and recover authority was to kick us both to the street; pushing and kicking he flung us from the house, closing after us the main door”.
a empellones y puntapiés nos arrojó de la casa, cerrando tras de nosotros la puerta principal”.
Madre e hijo se largaron a caminar sin mucho destino por las calles nocturnas, y por Echaurren accedieron a la Alameda. “Al llegar a la esquina”, sigue Spiking-Howard, “divisamos el Palacio Concha Cazotte, todo iluminado, y, tras la reja que lo protegía de la calle, vimos brincar el agua de los surtidores y, entre los árboles y las plantas de los jardines, pasear parejas de disfrazados en atuendo de reyes, reinas, princesas, pastores y Pierrots. Desde la terraza llegaban los armoniosos acordes de la orquesta. De vez en cuando se detenían frente a la puerta principal negros y relucientes carruajes, de los cuales descendían otras parejas igualmente disfrazadas, con el rostro cubierto por antifaces de seda”.
Al rato, embobado por el fantástico espectáculo, el niño se había olvidado de que no tenía casa. Permaneció pegado a la reja hasta las tres de la mañana, sin perderse detalle del magnífico jolgorio ajeno. Cuando le dio sueño y frío volvió donde su madre, que estaba en uno de los bancos de la plaza central de la Alameda. Se apegó a ella y se quedó dormido. Despertó al día siguiente en su casa, volado de fiebre, junto al médico. En su delirio seguía viendo a los disfrazados del Palacio Concha Cazotte rodeando su cama: un rey Sol, una pastora con báculo de plata, usurpando la identidad de sus padres.
Mother and son took to wandering with much aim the night streets, and through Echaurren they came upon Alameda. “Upon arriving to the corner”, continues Spiking-Howard, “we saw the Concha Cazotte Palace, all lit up and, behind the railings protecting it from the street, we saw water jumping from the sprinklers and, between the trees and the garden plants, saw couples strolling in costumes of kings, queens, princesses, shepherds and Pierrots. From the terrace reached the harmonious strains of the orchestra. Every now and then black and glossy carriages would come to the door, from which descended other couples, likewise in fancy dress, and their faces covered by silk masks”.
After a while, spellbound by the fantastic spectacle, the child had forgotten he did not have a home. He remained glued to the railings until three in the morning, without losing a detail of the magnificent merriment of others. When he became sleepy and cold he returned to his mother, who was on one of the benches in the central square of Alameda. Drew close to her and fell asleep. He woke up the next morning, beside himself with fever, close to the physician. In his delirium he continued seeing those in costume from the Concha Cazotte Palace surrounding his bed: a Sun King, a shepherdess with a silver staff, taking the identities from his parents.
Squandering, crisis and the decline of an entire era
Paralelo al crecimiento del barrio poniente, el consolidado Centro de Santiago estaba a fines del siglo XIX adquiriendo aires de metrópolis a pasos agigantados. Es que no sólo la arquitectura residencial tenía tintes palaciegos, sino que todo edificio público o comercial era parte de una renovación asombrosa: en el Portal Fernández Concha se había instalado el moderno Hotel Inglés y la Peluquería Francesa; el arquitecto Eugenio Joannon inaugura la era de las grandes tiendas construyendo el nuevo edificio de la Casa Prá en calle Merced y el edificio de Ridell & Co. en la esquina suroriente de la Plaza de Armas, ambos fabricados en llamativa estructura metálica a la vista, que ofrecían novedades para señoras y caballeros, siendo una suerte de Bon Marché criollo. En la calle Estado Otto Waak proveía de finas alhajas y la Mueblería Bresciani ofrecía un “selecto surtido de muebles, alfombras, cortinas y todo artículo de tapicería”. En el Pasaje Matte la firma Pathé vendía modernos fonógrafos de último modelo y la botica de Vial instalada en calle Teatinos ofrecía cápsulas rosadas que aliviaban toda clase de neuralgias, jaquecas y hasta “los agudos dolores producto de la enfermedad mensual”. Las calles céntricas donde se ubicaba este activo polo comercial tenía, desde 1883, un gran aliado: la luz eléctrica, que había llegado al país tan solo cuatro años después de que Edison patentara su lámpara incandescente, cuando don Luis Cousiño construye una central eléctrica en Chivilingo, cerca de su parque privado en Lota. El invento llegó prontamente a Santiago, edificándose algunas centrales privadas dentro de las que destacaba la Chilean Electric Tramway and Light Co., que se encargó de iluminar la Plaza de Armas, el Pasaje Matte y las calles aledañas; además fue la encargada de implementar el moderno sistema de tranvías,“esa diablura, como dicen los rotos, que no va a necesitar caballos y que van andar solos por las ca -
Parallel to the growth of the western sector, at the end of the 19th century, the consolidated Downtown Santiago was acquiring airs of a metropolis by leaps and bounds. It is not only that the residential architecture appeared palatial, but also public or commercial buildings were part of an astounding renovation: the modern English Hotel and the French Beauty Salon had set up shop at the Fernández Concha Portal; the architect Eugenio Joannon inaugurated the era of the department stores by constructing the new building of Prá House on Merced (Mercy) Street and of Ridell & Co. on the southeast corner of the Main Square, both fabricated with a showy metal structure in plain view that offered novelties to ladies and gentlemen and was a sort of homegrown bon marché On Estado Street, Otto Waak offered fine jewels and the Bresciani Furniture Store boasted a “select assortment of furniture, rugs, curtains and all types of tapestry.” In Matte Alley, Pathé sold the latest model of modern phonographs and the Vial Drugstore on Teatinos Street proffered pink capsules that were said to provide relief from all types of neuralgia, migraines and “acute pain caused by the monthly illness.”
The downtown streets where this active pole of commerce was found had a great ally starting in 1883: electric lighting, which had arrived in the country just four years after Edison patented his incandescent lamp, when Luis Cousiño built a power plant in Chivilingo near his private park in Lota. The invention soon reached Santiago and some private power stations were built that included the Chilean Electric Tramway and l ight Co. which was responsible for lighting the Main Square, Matte Alley and neighboring streets. It also implemented the modern trolley system, “that devilment, as the low-class say, that will not need horses and will run alone along the streets,” according
lles”, según publicaba la revista Instantáneas en abril de 1900. La moderna electricidad y las líneas del tranvía pasarán frente al exclusivo sector del Congreso, el sitio donde se instalará la elite ligada al comercio, la hacienda y la política, actividad que se había institucionalizado como un deber ciudadano para las grandes familias. El ajetreo matutino se fusionaba entre el galope de los caballos y el murmullo de las señoras que corrían junto a sus hijas cubiertas en severo manto para la misa en la Catedral, debiendo esquivar a los senadores y diputados que se apostaban en la acera a comentar los últimos acontecimientos políticos. Durante la tarde los jóvenes poblaban las veredas, caminando en dirección a la Plaza de Armas o la Alameda, tratando de coquetear con alguna de las muchas señoritas que salían envueltas en sombrillas bajo la atenta mirada de alguna fría institutriz inglesa. Las más famosas eran las hijas del ministro peruano Álvarez Calderón —Adelina y Rosita—, que ocupaban la antigua mansión de la familia Balmaceda en la esquina norponiente de las calles Catedral y Morandé. Salían todas las tardes con amplios sombreros para ir a pasear a la Quinta Normal o al Parque Cousiño; su aparición causaba revuelo en los jóvenes, que las colmaban de regalos y rápidos versos a cambio de una esquiva mirada.
Algunos años antes eran las hijas del rico minero Jorge “Puchoco” Rojas quienes acaparaban el interés de los jóvenes, quizás más por el incalculable capital de su padre que por su discreta belleza. Este hecho había llamado la atención del alicaído Marqués de Laureate di Monte Cossano, un noble italiano que en uno de sus viajes se había enamorado perdidamente de Zulema Rojas Pradel, una de las hijas de Jorge Rojas. El matrimonio no tardó en concretarse, y como obsequio recibieron un magnífico palacio en la calle Catedral esquina Teatinos, que sería inaugurado con una espectacular fiesta luego de la ceremonia en la Catedral, sirviendo de padrinos la señora Encarnación Fernández de Balmaceda —una gran amiga de la familia— y el mismísimo Infante Carlos de Borbón, quien era amigo del marqués y casualmente estaba de paso en Chile.
to an article in the magazine Instantáneas in April of 1900. Modern electricity and trolley lines would run beside the exclusive sector of the Congress, the site where the elite would move that was engaged in commerce, finance and politics, the latter an activity that had become institutionalized as a civic duty for grand families. The early morning bustle mixed in with the galloping of horses and the murmurs of ladies who hurried beside their daughters draped in a somber mantilla to mass at the Cathedral, dodging senators and representatives that were standing around on the sidewalk discussing the latest political events. In the afternoon, youths populated the sidewalks, walking towards the Main Square or Alameda Avenue, trying to flirt with one of the many young ladies that went out under the protection of sunshades and the watchful eyes of a cold English governess. The most famous were Adelina and Rosita, the daughters of the Peruvian minister Álvarez Calderón, who lived in the old mansion of the Balmaceda family on the northwestern corner of Cathedral and Morandé Streets. They came out every afternoon under wide hats to go to Quinta Normal or Cousiño Park. Their appearance caused commotion among the young men, who filled them with gifts and quick verse in exchange for a sidelong glance.
Some years earlier, the daughters of the rich miner Jorge “Puchoco” Rojas were the ones who caught the interest of young men, perhaps more because of their father’s incalculable capital than for their discreet beauty. This captured the attention of the crestfallen Marquis de Laureate di Monte Cossano, an Italian noble who had fallen hopelessly in love with Zulema Rojas Pradel during one of his trips, one of the daughters of Jorge Rojas. The marriage did not take long to formalize and they received as a gift a magnificent palace on Cathedral Street at the corner of Teatinos, which would be inaugurated by a spectacular reception after the ceremony in the Cathedral. The witnesses to the marriage were Encarnación Fernández de Balmaceda–a great friend of the family–and the very same Prince Charles of Bourbon, who was a
77 Jardines del Congreso Nacional con el monumento “l a Virgen orante”, diseñada por el italiano Ignazio Jacometti y ejecutada en Chile en mármol por el escultor José Miguel Blanco. Colección MHN. / Gardens of the National Congress with the monument “The Praying Virgin”, designed by the Italian Ignazio Jacometti and executed in marble, in Chile, by the sculptor José Miguel Blanco. MHN Collection.
78 Edificio del Congreso Nacional en 1920. Colección MHN. / National Congress Building in 1920. MHN Collection.
79 El Presidente Germán Riesco y su comitiva llegando a la Catedral de Santiago para presenciar el tradicional Te Deum de Fiestas Patrias. Fotografía atribuida a obder Heffer. “Álbum de 1906”. Archivo Fotográfico
Biblioteca Nacional de Chile. / President Germán Riesco and his entourage arriving to the Santiago Cathedral to attend the traditional Te Deum held on the occasion of the National Holidays. Photograph attributed to Obder Heffer. “Álbum de 1906”. Photographic Archive of the National Library of Chile.
El tiempo hizo feliz a la nueva marquesa y, aunque su esposo liquidó rápidamente la fortuna familiar, al enviudar ya vieja y pobre tuvo la dicha de heredar un magnífico castillo en Italia colmado de obras de arte.
La mansión de estilo neoclásico se asemejaba en su interior a las grandes casas coloniales, tenía tres grandes patios: el primero con pavimento de mármol de carrara que formaba una estrella en su centro, flanqueado por finas puertas de roble y con un saliente profusamente decorado que daba paso al gran salón. Este espacio permitía continuar al siguiente patio que era un jardín con grandes árboles, al que daban las puertas de los dormitorios. El último patio estaba destinado a las cocheras, servicios y cocina. En el segundo nivel se ubicaban los dormitorios más importantes y salas de baño.
La familia Rojas de tendencia Balmacedista debió huir durante la revolución de 1891: el 28 de agosto de ese mismo año la casa fue totalmente saqueada. La adquiere entonces Carlos Sánchez Fontecilla. Uno de sus yernos, Eduardo Covarrubias Valdés — reconocido agricultor, senador y filántropo— se queda con la propiedad, habitándola junto a su mujer Berta Sánchez Santa María, nieta del presidente Domingo Santa María. Las hijas del matrimonio vivieron en casa con sus respectivas familias por más de medio siglo, hasta que el edificio fue demolido en 1950. No era la señora Rojas la primera en casarse con un noble europeo; ya había hecho fama la desdichada vida de don Florencio Blanco, el hijo del Almirante, quien se había desposado en París con la gran Princesa Olga Vasilevna Troubetzkoy, prima del Zar Alejandro III. Disfrutaban del gran mundo europeo, siendo recurrentes en la corte rusa, las fiestas en Mónaco y París, deslumbrantes veladas que siempre terminaban en algún incidente, pues la princesa era en extremo celosa y el chileno un reconocido galán. En una visita a nuestro país la esposa, presa de la histeria, protagonizó una escandalosa situación, donde hasta la policía debió interceder, obligando al matrimonio a volver presurosamente a Europa para serenar el bochorno. Florencio murió en el otoño de 1890 en París, acompañado de su primo
friend of the Marquis and just happened to be in Chile. Time made the new Marquise happy and although her husband quickly spent the family fortune, as she was widowed old and poor, she had the joy of inheriting a magnificent castle in Italy filled with works of art.
The Neoclassic mansion was very similar inside to the large colonial homes. It had three large courtyards: the first paved of Carrara marble that formed a star in the center, flanked by fine oak doors with a profusely decorated ledge that led to the grand salon. This space was the pathway to the next courtyard that was a garden with large trees to which the bedroom doors could open. The last courtyard was used for the coach houses, servants and kitchen. The more important bedrooms and bathrooms were on the second floor.
The Rojas family, Balmaceda followers, had to flee during the 1891 revolution. The house was completely looted on August 28 th of that same year. It was then acquired by Carlos Sánchez Fontecilla. One of his sons-in-law, Eduardo Covarrubias Valdés–a well-known farmer, senator and philanthropist–was left with the property and lived there with his wife, Berta Sánchez Santa María, granddaughter of President Domingo Santa María. The couple’s daughters lived in this home with their respective families for more than half a century, until the building was demolished in 1950.
Mrs. Rojas was not the first to marry a European noble. The unfortunate life of Florencio Blanco, son of the Admiral, had already become famous, who had married the grand Princess Olga Vasilevna Troubetzkoy in Paris, cousin of Czar Alexander III. They enjoyed the great European world and frequented the Russian court, parties in Monaco and Paris, dazzling evenings that always ended with some incident as the princess was extremely jealous and the Chilean a well-known philanderer. On a visit to our country, his wife, seized by hysteria, caused a scandal where even the police had to intervene, forcing the couple to return hurriedly to Europe to escape the embarrassment. Florencio died in Paris in the autumn of 1890 in the company of his cousin, writer Alberto
83 olga Budge de Edwards vistiendo el traje estilo Imperio que utilizó en la fiesta de inauguración de su palacio en calle Agustinas en 1905. Fotografía atribuida a obder Heffer. “Álbum de 1906”. Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional de Chile. / Olga Budge de Edwards wearing the Empire style dress she wore for the opening party of her palace on Agustinas Street in 1905. Photograph attributed to Obder Heffer. “Álbum de 1906”. Photographic Archive of the National Library of Chile.
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el escritor Alberto Blest Gana. La princesa Troubetzkoy había guardado tanto rencor que ni de su entierro quiso hacerse cargo, debiendo el gobierno chileno asumir los gastos de sepultura. La calle catedral era una vía importante, y la cuadra frente al edificio del Congreso una de las más exclusivas de Santiago. En su acera norte había levantado su casa Monseñor Francisco de Paula Taforó, quien a pesar de su dignidad eclesiástica se relacionó desde muy temprano a las ideas liberales, participó en política siendo diputado e impulsó serias reformas en educación y temas sociales, intromisiones que le costaron su ascenso al cargo de arzobispo de Santiago. Su postulación fue tajantemente rechazada por el Papa León XIII, hecho que generó un grave conflicto entre la Iglesia chilena y el Estado por casi una década. Vecino del sacerdote era el político e industrial Augusto Matte Pérez, que vivía en un sobrio palacio neoclásico decorado con pilastras corintias y águilas. Era el padre de Rebeca Matte Bello, quien nació en la casa, una de las más destacadas escultoras nacionales y profesora de la Academia de Bellas Artes de Florencia.
Siguiendo los pasos de una brillante carrera política, Arturo Edwards Ross, el rico hijo de la filántropa Juana Ross y el destacado empresario de Valparaíso Agustín Edwards, decide establecerse en Santiago en la esquina nororiente de las calles Morandé y Catedral. Encargó una suntuosa mansión al arquitecto Juan Eduardo Fehrmann y Jacques Roux de Landousy. En 1889 Arturo Edwards muere, heredando la propiedad su madre, quien la traspasa a otro de sus hijos, Agustín Edwards Ross, que había fundado el diario La Época y dirigía
El Mercurio de Valparaíso, y cuyas obligaciones políticas lo habían hecho trasladarse a Santiago para actuar como senador y ministro de hacienda del Presidente Balmaceda, cargo al que renunció luego de estallar la revolución.
Más de doce años demoraron en total las obras, tiempo significativo donde el país había ganado prósperos territorios mineros tras la Guerra del Pacífico, soportado una cruenta Guerra Civil, canalizado el temperamental río Mapocho y
Blest Gana. Princess Troubetzkoy was so enraged that she did not even want to handle his burial, so the Chilean government had to assume the cost of his funeral.
Cathedral Street was an important thoroughfare and the block along the Congress building was one of the most exclusive in Santiago. Monsignor Francisco de Paula Taforó had built his house on its northern side. Despite his ecclesiastical title, he became involved very early on with liberal ideas and participated in politics. He was a representative and the engine behind serious reforms to education and social issues, involvement that cost him his promotion to Archbishop of Santiago. His application was categorically rejected by Pope Leon XIII, which was the source of a serious dispute between the Chilean Church and the State for nearly a decade. Augusto Matte Pérez, politician and industrialist, was neighbor to this priest, who lived in a somber Neoclassic palace decorated with Corinthian pilasters and eagles. He was the father of Rebeca Matte Bello, who was born in the house, one of the most prominent national sculptresses and professor of the Academy of Fine Arts in Florence.
On the path to a brilliant political career, Arturo Edwards Ross, the rich son of philanthropist Juana Ross and the prominent entrepreneur of Valparaíso, Agustín Edwards, decided to make his home in Santiago on the northeast corner of Morandé and Cathedral Streets. He ordered a luxurious mansion from architect Juan Eduardo Fehrmann and Jacques Roux de Landousy.
Arturo Edwards died in 1889, and his mother inherited the property. She transferred it to another of her children, Agustín Edwards Ross, who had founded the newspaper l a Época and was running El Mercurio of Valparaíso. His political duties had made him move to Santiago to be senator and minister of finance for President Balmaceda, a position from which he resigned after the revolution broke out.
The works took a total of more that twelve years, a significant period of time when the country had won prosperous mining
86 Desde los jardines del Congreso Nacional. A la izquierda el refinado palacio de la familia del presidente José Manuel Balmaceda, más tarde legación de Perú; el palacio Edwards Mac Clure al centro y el extravagante palacio que perteneció a Monseñor Taforó, llamado popularmente “el Altar mayor” por su barroca fachada. Colección MHN. / From the gardens of the National Congress. To the left, the refined palace of the president José Manual Balmaceda; later, the Peruvian Legation. The Edwards Mac Clure palace on the center and the extravagant palace that belonged to Monsignor Taforó, which was popularly called “the High Altar” due to its baroque façade. MHN Collection.
87 Sylvia Salas Edwards. Colección MHN. / Sylvia Salas Edwards. MHN Collection.
88 Salón del Palacio Edwards, actualmente Academia Diplomática. / Room in the Edwards Palace, currently the Diplomatic Academy.
presenciado el fin definitivo de la época colonial al demolerse el viejo Puente de Calicanto. Los años de la dorada Europa ya habían comenzado, y para terminar el magnífico palacio fueron importados muchos materiales como mármoles, vitrales y maderas exóticas, además del lujoso mobiliario que alhajaría la mansión de más de sesenta habitaciones distribuidas en cuatro niveles y con más de 5.000 m 2 construidos.
Sin duda alguna la presencia de la mujer de Edwards, doña María Luisa Mac Clure, fue decisiva para convertir la casa en un referente artístico y social dentro de Santiago. En sus salones había derrochado su carisma y amor por las artes aplicadas, distribuyendo novedosamente las carísimas piezas que había adquirido durante sus viajes, objetos entre los que se contaba una inestimable galería de pinturas, esculturas de Canova y una mesa firmada por Pierre de Niso que había pertenecido a María Antonieta.
En el interior del palacio llama la atención el cuidado que se prestó a los detalles ornamentales: los recibos tienen cielos pintados por Aristodemo Lattanzi, paneles de madera tallada, delicadas mamparas, espejos venecianos y parquet de artístico diseño. Por su parte la caja de la escalera sorprende por su tamaño: está decorada por frisos, pinturas murales y vitrales.
Este último elemento también está presente en el jardín de invierno, protegido por una espectacular cubierta vidriada.
La mágica suntuosidad palaciega fue complementada con ingeniosos adelantos, como una serie de espejos que se abrían en el jardín de invierno para escuchar a la orquesta, o una ventanilla en el comedor que permitía escuchar la música de un órgano ubicado en el segundo nivel.
Los pisos superiores estaban reservados para los dormitorios familiares, una pinacoteca, un oratorio con sacristía y una gran sala de teatro, donde la dueña de casa se entretenía mirando cómodamente las nuevas obras dramáticas que traían compañías internacionales. “La señora Mac Clure reunió a sus relaciones el martes último en una agradable tertulia, a la cual se dio comienzo a las nueve y media de la noche por un espectáculo teatral… Aprovechando la estadía del actor don Andrés Cordero y su intere-
territory in the War of the Pacific, survived a bloody civil war, channeled the temperamental Mapocho River and witnessed the final end to a colonial era when the old Calicanto Bridge was demolished. The years of golden Europe had already begun and many materials were imported to finish the magnificent palace, such as marble, stained glass and exotic lumber, in addition to the luxurious furnishings that would adorn the mansion of more than 60 rooms on four floors comprising more than 5,000 constructed square meters.
The presence of Edwards’ wife, María Luisa MacClure, was without a doubt decisive in making the house an artistic and social benchmark in Santiago. Her charisma and love for the applied arts overflowed in its rooms, in which very expensive pieces that had been acquired during her travels were innovatively arranged, which included an invaluable gallery of paintings, sculptures by Canova and a table signed by Pierre de Niso that had belonged to Marie Antoinette.
Notable inside the palace was the care that was given to ornamental details: the anterooms had ceilings painted by Aristodemo Lattanzi, panels made of carved wood, delicate room dividers, Venetian mirrors and parquet floors with an artistic design. The staircase was astounding because of its size. It was decorated by friezes, wall paintings and stained glass. This latter element is also present in the winter garden protected by a spectacular glass ceiling.
The magnificent palatial magic was complemented by ingenious advances such as a series of mirrors that opened into the winter garden to listen to an orchestra or a small window in the dining room to be able to listen to music from an organ on the second floor.
The upper floors were reserved for family bedrooms, an art gallery, a small chapel with a vestry and a grand theater room where the lady of the house was entertained, watching in comfort the new plays brought by international companies. “Mrs. MacClure gathered her family together last Tuesday in a pleasant soiree that started at 9:30 p.m. with a play … Taking advantage of the
sante esposa la señora Soledad Pestalardo, solicitó de ellos la amabilidad de ir a su casa a dar una o dos piezas del repertorio jocoso”, publicaba la revista Zig-Zag en 1905.
El área norte de la mansión estaba destinada para el numeroso personal de servicio, que habitaba un edificio de cuatro pisos, en el que se ubicaban bodegas, habitaciones, cocheras, cocinas e incluso un taller de coches.
El palacio fue escenario de grandes bailes, tertulias y reuniones políticas. Durante las fiestas del Centenario de 1910, el presidente argentino Figueroa Alcorta junto a su familia se alojó en la casa, ofreciendo una espectacular fiesta. Algunos años más tarde doña María Luisa abriría nuevamente con pompa sus salones para ofrecer el baile de estreno en sociedad de su nieta predilecta Silvia Salas Edwards, la favorita de las revisas sociales de la época, que moriría trágicamente en 1919 al protagonizar uno de los primeros accidentes automovilísticos de Chile. “Nuestra vida social está enlutada… La hemos recordado en los bailes de fantasía, en los concursos de belleza, en las carreras, en su palco las noches de gala… Pero si sólo hubiera yo de recordarla por sus éxitos sociales por su belleza y gracia juvenil o por los blasones de su cuna, mi espíritu no se conmovería tan hondamente, ni enlutaría yo mi crónica para llorar la muerte de esta niña aristocrática, hermosa y millonaria… Silvia Salas tiene en derecho a reclamar otro recuerdo más duradero y menos meritorio que el de la vanidad mundana…”, se lee en la revista Zig-Zag en diciembre de ese año. La pena de este suceso y la vejez llevaron a la señora Mac Clure a rematar su preciada mansión y su colección de arte, venta que dio qué hablar incluso en la Gaceta del Hotel Drouot de París por el excepcional nivel de las piezas. La casa fue traspasada al Club Septiembre, institución que había sido fundada en septiembre de 1866 por un grupo de santiaguinos que deseaban tener un punto de reunión social suntuoso y confortable, pero sin las exigencias protocolares de otros clubes aristocráticos del país. En él ni la política ni las ideologías ni temas que pudieran afectar la honra de sus socios tenían cabida, propiciando así un ambiente de respeto y libertad individual.
stay of actor Andrés Cordero and his interesting wife, Soledad Pestalardo, she asked them to kindly visit her home to present one or two pieces from the amusing repertoire,” according to Zig-Zag magazine in 1905.
The northern area of the mansion was used for the numerous servant staff that lived in a four-floor building that contained the storerooms, rooms, coach houses, kitchens and even a coach repair shop.
The palace was the scene of grand balls, gatherings and political meetings. During the celebrations of the 1910 Centennial, Argentine President Figueroa Alcorta and his family lodged in the house in which a spectacular party was held. Some years later, María Luisa would again open her rooms with pomp to offer a debutant ball for her favorite granddaughter, Silvia Salas Edwards, the favorite of social magazines of the time, who would die tragically in 1919 in one of the first automobile accidents in Chile. In December of that year, one could read in Zig-Zag magazine: “o ur social life is in mourning .. We remember her at the costume balls, in beauty contests, at races, in her box on gala nights … But if were only to remember her for her social successes, her beauty and youthful grace or for her family’s coat of arms, my spirit would not be so profoundly moved nor would I sadden my article by mourning the death of this aristocratic, beautiful and rich girl … Silvia Salas can by right claim another longer lasting and less meritorious memory than that of mundane vanity …”
The grief from this occurrence and old age led Mrs. MacClure to sell her precious mansion and art collection, which was the talk of the town even in the Gazette of the Hotel Drouot in Paris because of the exceptional quality of the pieces. The house was transferred to the September Club, which had been founded in September of 1866 by a group of Santiagoans that wanted to have a place where they could hold luxurious, comfortable social gatherings, but absent the ceremonial requirements of other aristocratic clubs in the country. Neither politics nor ideologies
El Club ocupó el palacio hasta entrada la segunda mitad del siglo XX, siendo posteriormente sub arrendado para locales comerciales, lo que causó gran deterioro. El deplorable estado de la casa hizo que fuera condenada a la demolición, pero afortunadamente el diplomático Mario Barros Van Buren, consciente del valor patrimonial, inició las gestiones para su compra y restauración en 1973, convirtiéndola en Sede de la Academia Diplomática Andrés Bello, función que cumple hasta hoy.
Así como el Congreso era el punto neurálgico de los hombres relacionados con la política, el sector que se formó en torno al Teatro Municipal había adquirido fama porque en sus calles se habían instalado aristocráticas familias que figuraban con ventaja en todas las publicaciones sociales. La creación del Teatro Municipal en 1857 significó una gran expectación en todo Santiago. La obra había sido encargada al arquitecto Francois Brunet des Baines y al célebre decorador Henri Philastre, que contaba entre sus trabajos la ornamentación del Teatro Real de Madrid, quien, considerando el valor del inmueble, instó a las autoridades a instalar el primer sistema de alumbrado a gas de Chile. Todos los santiaguinos prepararon sus mejores galas para la inauguración que se haría el 17 de septiembre con la ópera “Hernani” de Verdi, la que tuvo como principal voz a la cantante Ida Edelmira, famosa en los escenarios cariocas. La noche comenzó con sobresaltos, pues no existía pavimento a la entrada del teatro, debiendo las señoras con sus espléndidos trajes caer al lodo al bajar de la calesa, lo que causó indignación entre los asistentes. El Presidente Manuel Montt y el ministro Antonio Varas observaban maravillados desde el palco presidencial el espectáculo, mientras intentaban olvidar el fuerte olor a gas. Es que el teatro se había inaugurado demasiado pronto, con las obras a medio terminar…
A pesar de este inquieto comienzo, el teatro se convirtió en el lugar de reunión de la gente de “buen tono”, que se congregaba diariamente para presenciar los estrenos, conversar en el Café Italiano que se instaló en el interior o asistir a los bailes en el Salón Filarmónico, populares entre la juventud. La ida al tea-
nor subjects that could affect the honor of their members could be discussed there, which encouraged an environment of respect and individual freedom.
The Club occupied the palace until the early part of the second half of the 20th century. Thereafter, it was subleased for stores, which brought about significant deterioration. The deplorable condition of the house led to it being condemned for demolition, but fortunately, the diplomat Mario Barros Van Buren, aware of the heritage value, took action to purchase and restore it in 1973, making it the campus of the Andrés Bello Diplomatic Academy, which is the function it fulfills to this day. Like Congress was the top spot for men involved in politics, the sector that grew around the Municipal Theater had become famous for the aristocratic families that moved nearby, who were prominently featured in all social publications. The creation of the Municipal Theater in 1857 generated great expectations throughout Santiago. The theater had been entrusted to architect Francois Brunet des Baines and to the famous decorator Henri Philastre, whose works included the decoration of the Royal Theater of Madrid. Considering the value of the property, Philastre urged the authorities to install the first gaslight system in Chile. All Santiagoans prepared their best dress for the inauguration that would take place on September 17th with the opera “Hernani” of Verdi, in which the leading singer was Ida Edelmira, famous on the Rio de Janeiro stages. The night began with bumps and holes as there was no pavement to the theater entrance and ladies had to step into mud in their splendid dresses upon descending from their calashes, which caused indignation among the theater-goers. President Manuel Montt and Minister Antonio Varas watched the spectacle in wonder from the presidential box, while they tried to ignore the strong smell of gas. The theater had been inaugurated too soon, with the works only half-done … Despite this troubled beginning, the Theater became the place where high society people met, who congregated daily to view the
90 Teatro Municipal de Santiago recién reconstruido tras el incendio de 1870. El nuevo edificio tenía una serie de estatuas sobre la fachada que representaban a las musas inspiradoras de las artes. Colección DAE, Teatro Municipal de Santiago. / Teatro Municipal de Santiago recently rebuilt after the 1870 fire. The new building had a series of statues over the façade representing the muses inspiring the arts. DAE Collection, Teatro Municipal de Santiago.
91 El Teatro Municipal ha sufrido una serie de modificaciones a lo largo de su historia. En la década de 1920 vio los últimos cambios importantes a la fachada por decisión del alcalde luis Phillips. Colección DAE, Teatro Municipal de Santiago. / The Teatro Municipal has undergone a number of modifications throughout its history. The 1920s witnessed the last major changes to the façade, decided by the mayor Luis Phillips. DAE Collection, Teatro Municipal de Santiago.
92 Plazoleta del Teatro Municipal con la característica fuente de agua obra del escultor argentino Arturo Dresco, regalo de la República de la Argentina en el Primer Centenario de la Independencia, en 1910. Fotografía de odber Heffer. Archivo CENFoTo / Small Square of the Teatro Municipal with the characteristic water fountain by the Argentinean sculptor Arturo Dresco, a gift from the Argentine Republic on the First Centennial of the Independence in 1910. Photograph by Odber Heffer. CENFOTO Archive.
tro se convirtió en una obligación social; se gastaban fortunas en alhajas, vistosos trajes y por un palco bien ubicado. Sin embargo, el esfuerzo valía la pena: las noches en el Municipal eran deslumbrantes y el cronista Balmaceda Valdés (Un mundo que se fue)no pudo sino exclamar: “La función de gala el 18 de septiembre era despampanante; asistían el Presidente y todo el cuerpo diplomático, que era un haz de entorchados, de galones, de plumas, de bandas de piochas, y en esa noche nuestras damas vaciaban el concho de su baúl. El palco de las Edwards Mac Clure era como contemplar una vitrina de los joyeros de la Rue de la Paix…”
Los estrenos teatrales causaban revuelo en las familias, pues además de proveer a los todos los miembros de la indumentaria adecuada, debían adquirir los carísimos abonos que se agotaban rápidamente. El no asistir a los estrenos era peor que no ir a misa. “Los precios por las funciones de Sarah Bernhardt eran muy altos para la época y no era aceptable en aquellos años que una señora fuera a una localidad que no fuese un palco. Como vivíamos del trabajo profesional de Augusto y no era posible abonarse al palco… Augusto (Orrego Luco) compró dos abonos de platea. Fui pues, por eso, yo la primera señora que ocupó en el teatro un sillón de platea… De más está decir que nos criticaron mucho”, cuenta Martina Barros de Orrego en sus memorias.
El teatro también fue escenario de espléndidas fiestas de máscaras, donde la orquesta recibía a los cientos de invitados que se apostaban en el Salón Filarmónico para practicar los nuevos pasos de baile llegados de Europa, como las cuadrillas, lanceros y el pas de patineur a fines del siglo XIX, y también ritmos mucho más audaces como la polka, el tango, el foxtrot y el charleston, a inicios del nuevo siglo.
En 1875 ordena construir su residencia frente al Teatro el uruguayo y decano del cuerpo diplomático José Arrieta Perera junto a mujer María Mercedes Cañas Calvo. El arquitecto era Paul Lathoud, el mismo que había construido el Palacio de la Exposición en la Quinta Normal, el palacio Cousiño y la mansión de Eugenio Ossa en la Alameda. El estilo elegido era el
debuts, converse in the Italian Cafe that was set up inside, or attend balls in the Philharmonic Salon, popular among youths. Going to the Theater became a social duty; fortunes were spent on gems, flashy dresses and a well-located box. However, the effort was worth it: nights at the Municipal Theater were dazzling and the chronicler Balmaceda Valdés (A world that no longer exists) could exclaim: “The gala function on September 18th was astounding; the President and entire diplomatic corps were there and it was a beam of golden cords, braids, feathers, ornamental bands, and that night our ladies emptied what was left in their trunks. The box of the Edwards MacClures was like contemplating a window display of the jewelers on Rue de la Paix …” Theater premieres caused commotion among families because in addition to providing all members with the right garments, they had to acquire the very expensive tickets that were quickly selling out. Failing to attend premieres was worse than not attending mass. As Martina Barros de Orrego recounts in her memoirs: “The prices for the performances of Sarah Bernhardt were very high for the time and it was unacceptable in those years for a lady to go to a place other than a box. As we lived off of Augusto’s profession, and could not pay for the box, … Augusto (o rrego l uco) bought two floor tickets. For that reason, I was the first lady to sit in a floor seat in the Theater … There is no need to say that we were strongly criticized.”
The theater was also the scene of splendid masquerade parties where the orchestra welcomed hundreds of guests who vied in the Philharmonic Salon to practice the latest dance steps from Europe, such as the quadrille, lancers and the skater’s step at the end of the 19th century as well as much more audacious rhythms like the polka, the tango, the foxtrot and the Charleston at the start of the new century.
In 1875, José Arrieta Perera, an Uruguayan and dean of the diplomatic corps, and his wife, María Mercedes Cañas Calvo, ordered their residence built across from the Theater. The architect
96 Palacio Arrieta frente al Teatro Municipal. Colección MHN. / Arrieta Palacio across the Teatro Municipal. MHN Collection.
97 Hall del Palacio Arrieta. Colección MHN. / Hall of the Arrieta Palace. MHN Collection.
98 Palacio Arrieta, proyectado por el arquitecto francés Paul l athoud, autor también del Palacio de la Exposición de 1875 y el palacio Cousiño, entre otros. Fue residencia del diplomático uruguayo José Arrieta y su mujer María Mercedes Cañas. Posteriormente perteneció al Club Hípico. Fotografía de o dber Heffer. Archivo CENFoTo -UDP. / Arrieta Palace, designed by the French architect Paul Lathoud. The latter also designed the 1875 Exposition Palace and the Cousiño Palace, among others. It was the residence of the Uruguayan diplomat José Arrieta and his wife María Mercedes Cañas. Later it belonged to the Club Hípico.
sobrio florentino, donde una banda con guirnaldas decoraba toda la fachada que relucía al incorporar finos medallones de bronce dorados. Los salones ricamente alhajados reunían regularmente a políticos, músicos, artistas y escritores para disfrutar de animadas veladas musicales, presididas siempre por el elegante sonido del piano. La melomanía familiar se alternaba con labores de filantropía y los grandes banquetes que debía presidir el dueño de casa en su calidad de diplomático. Le tocó en más de una oportunidad mediar en conflictos políticos, debiendo afrontar la peligrosa tarea durante la Guerra Civil de 1891 de esconder el cuerpo del presidente mártir en su propio mausoleo del Cementerio General: “Pidan a Arrieta, que es bueno, el servicio de atender a mis funerales”, solicitó Balmaceda expresamente en su testamento.
Frente a una chimenea de bronce y mármol que perteneció al palacio, don Santiago Marín Arrieta recuerda con humor: “Mi bisabuelo, don José Arrieta, pidió al arquitecto Manuel Aldunate construir una casa frente al teatro, que se incendió a los pocos meses de ser inaugurada. Desde ese momento, y a pesar de que la nueva casa tenía grandes chimeneas en los salones, prohibió que se prendieran por miedo a un nuevo incendio… Si nos viera ahora usando esta chimenea se horrorizaría…”. El señor Arrieta murió en 1911 en su chalet del cerro Castillo en Viña del mar, recibiendo durante sus funerales los más altos honores, en recompensa a su abnegado aporte para el desarrollo de Chile, patria que sentía como propia.
El palacio fue vendido entonces al Club Hípico, que instaló ahí un elegante Club. Este espacio fue testigo en años posteriores de una espectacular fiesta japonesa en la que acaparó la atención María Correa de Irarrázaval, quien llegó en un auténtico palanquín de laca negra sostenido por ocho camareros, que la trasladaron al centro del salón para descender, ante la admiración de los invitados, con su traje de princesa del sol naciente bordado en seda negra y oro. La historia del lugar y el lujo de su arquitectura no fue pretexto para evitar su demolición a inicios de los años 60.
was Paul Lathoud, the same one who had built Exposition Palace in Quinta Normal, the Cousiño Palace and the mansion of Eugenio Ossa on Alameda Avenue. The chosen style was a somber Florentine, where a band with adornments decorated the entire façade that shone when the fine golden bronze medallions were added. The richly furnished salons were regular meeting places where politicians, musicians, artists and writers enjoyed the lively musical soirées, always presided over by the elegant sound of the piano. The familiar melomania alternated with philanthropic works and the grand banquets that the lord of the house had to preside as a diplomat. On more than one occasion, he had to mediate political disputes and handle the dangerous task of hiding the body of the martyred President in his own mausoleum in the General Cemetery during the Civil War of 1891: “Ask Arrieta, who is a good man, to handle my funeral,” was the specific request of Balmaceda in his will.
Santiago Marín Arrieta humorously recalled in front of a marble and bronze chimney that belonged to the palace: “My greatgrandfather, José Arrieta, asked architect Manuel Aldunate to build a house across from the theater that burned down a few months after being inaugurated. Since then, despite the new house having large chimneys in the rooms, he forbid anyone to light them for fear of a new fire … If he could see us using this chimney now, he would be horrified …” Mr. Arrieta died in 1911 in his chalet on Mount Castillo in Viña del Mar. His funeral was given the highest honors in reward for his disinterested contribution to the development of Chile, a fatherland that he felt was his own. The palace was then sold to the Jockey Club, which installed an elegant Club there. This space was witness in following years to a spectacular Japanese reception where María Correa de Irarrázaval was the center of attention, who arrived in an authentic black lacquered palanquin carried by eight waiters, who took her into the center of the room to descend, to the admiration of guests, in her garments of a princess of the rising sun embroidered in black
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José Arrieta junto a María Mercedes Cañas. Fotografía E. Garreaud. Gentileza
Marín Arrieta. / José Arrieta and María Mercedes Cañas. Photograph by E. Garreaud. Courtesy of Santiago Marín Arrieta.
María Mercedes Cañas Calvo de Arrieta. Fotografía obder Heffer. Gentileza
Marín Arrieta. / María Mercedes Cañas Calvo de Arrieta. Photograph by Obder Heffer. Courtesy of Santiago Marín Arrieta.
José Arrieta y Perera. Fotografía obder Heffer. Gentileza Santiago Marín Arrieta. / José Arrieta y Perera. Photograph by Obder Heffer. Courtesy of Santiago Marín Arrieta.
“l a familia Arrieta”, óleo del destacado pintor uruguayo Juan Manuel Blanes. /
Arrieta Family”, oil of the prominent Uruguayan painter Juan Manuel Blanes
Conociendo la belleza de la Plaza del Teatro, don Francisco Subercaseaux, uno de los más exitosos banqueros y salitreros del país, ordenó construir en 1903 un palacio estilo barroco francés, tan ostentoso que fue considerado como excesivo por los santiaguinos. Es que don Francisco estaba acostumbrado al lujo decorativo de las grandes metrópolis europeas; había residido en París por largos veinte años y a su llegada a Chile todo le parecía mezquino, austero y sobre todo provinciano. De su agudeza no se salvó ni siquiera el Club de la Unión, ubicado en ese entonces en la calle Bandera, al que consideró demasiado sencillo y su cocina del más inaceptable aire campestre. Por eso, y sin mediar gastos, fundó el Club Santiago en calle Agustinas esquina Ahumada, donde su chef francés particular se hacía cargo de satisfacer el refinado paladar de Subercaseaux y sus distinguidos socios, entre los que se contaba a Ramón Barros Luco, Luis Claro, Ramón Balmaceda y Antonio Valdés, quienes hicieron de este centro social el más exclusivo de la capital. Algunos años antes el arquitecto Miguel Ángel de la Cruz había construido dos casas frente al teatro en estilo barroco, para Julio y Josefina Subercaseaux, hijos de don Francisco. Es por ello que contrata al mismo arquitecto para diseñar su nuevo palacio, que colindaría con la propiedad de sus hijos y mantendría el mismo estilo. El resultado fue una mansión de dos niveles, más una mansarda y zócalo. Con esta nueva propiedad consiguió completar un armónico conjunto que dio carácter a la calle.
Una puerta de nogal francés tallado sirve de acceso a la mansión que despliega en su interior la gracia del estilo de la corte de Luis XV. Un vestíbulo rectangular de doble altura con claraboya distribuye los recibos más importantes, que sorprenden por la calidad de los materiales utilizados: herrería francesa para barandas y balcones, mármol de carrara para pavimentos, zócalos, chimeneas y gradas; pisos de marquetería, puertas de nobles maderas y estucos de gran nivel artístico.
En el segundo piso se ubicaron los dormitorios, salas de baño y el escritorio de don Francisco, el cual cuenta con finas estanterías de nogal y una chimenea de mármol rojo. El tercer
and gold silk. The history of the place and the magnificence of its architecture was no pretext to avoid its demolition in the early 60’s. Knowing the beauty of the Theater Square, Francisco Subercaseaux, one of the most successful bankers and nitrate miners in the country, ordered a French Baroque palace built in 1903 that was so ostentatious that it was considered to be excessive by Santiagoans. Francisco was accustomed to the decorative luxury of the great European metropolises. He had resided in Paris for a long 20 years and upon his arrival to Chile, everything seemed to him to be cheap, austere and, above all, provincial. Not even the Union Club escaped his sharp criticism, which was located on Bandera (Flag) Street at that time and that he considered too simple and its cuisine of the most unacceptable country taste. For that reason, mindless of expense, he founded the Santiago Club on Agustinas Street at the corner of Ahumada Street, where his own French chef took care of satisfying the refined palate of Subercaseaux and his distinguished partners, who included Ramón Barros Luco, Luis Claro, Ramón Balmaceda and Antonio Valdés. They made that social center the most exclusive one in the capital.
A few years before that, the architect Miguel Ángel de la Cruz had built two homes across from the theater in baroque style for Julio and Josefina Subercaseaux, Francisco’s children. For that reason he hired the same architect to design his new palace that would adjoin his children’s property and would maintain the same style. The result was a two-story mansion, plus a mansard and basement. With this new property he was able to complete the harmonic complex that gave character to the street.
A carved French oak door served as the entrance to the mansion that displayed the grace of the style of the court of Louis XV in its interior. A rectangular double-height vestibule with a skylight led to the most important anterooms, astounding because of the quality of the materials used: French hardware for verandas and balconies, Carrara marble for flooring, skirting-boards, chimneys and steps; inlaid floors, precious wooden doors and stucco of a great artistry.
nivel se destinó a las habitaciones de servicio, mientras que el zócalo a la sala de juegos, la cava, cocinas y bodegas.
Los lujosos espacios eran testigo de selectas veladas, banquetes y reuniones más íntimas, donde era común ver a doña Juana Browne tocar el piano en la sala de música que se había ubicado estratégicamente mirando directo al Teatro, a petición expresa de la dueña de casa, porque —ella decía— la elegante arquitectura del edificio la inspiraba. Seguramente desde esa misma ventana la señora Browne presenció uno de los crímenes más bullados de nuestra historia, cuando una noche fría de 1905 un conocido hombre de negocios de la ciudad asesinó a su esposa en el pórtico del teatro.
La víctima era Teresa Zañartu Vicuña, una de las más reconocidas damas de sociedad de ese entonces, quien recientemente había terminado su matrimonio con Eduardo Undurraga García-Huidobro debido a los continuos maltratos. Esta situación había herido profundamente el orgullo del marido y, a raíz de la negación de Teresa para que él viera a la hija de ambos, la siguió la noche en que se estrenaba —valga la ironía— la ópera trágica Poliuto de Donizetti, dándole muerte de un tiro en la cabeza, bajo la consternada mirada de los asistentes. “La noche brillante, entre el esplendor de las joyas y el rumor de las sedas, terminaba brusca y trágicamente en un horror de sangre, de crimen, de muerte. ¿Quién podía imaginarla caída sobre los mármoles del pórtico de un teatro, rota por una bala la gentil cabeza, escapándose a torrentes la sangre que manchaba sus galas y salpicaba a los que la rodeaban?... Se despertó en otra vida donde no hay engaño, ni falsía, ni dolor, donde su pobre alma torturada ha hallado la paz”, expresaba la revista Zig-Zag
Los Subercaseaux disfrutaron durante casi veinte años de su mansión. En 1921 el palacio y muchos bienes salieron a remate: los embates de la grave crisis salitrera habían causado estragos en las finanzas familiares. Lo adquiere entonces el Ejército y luego la Fuerza Aérea de Chile, institución que lo refaccionó para su nuevo uso, el Club de Oficiales de la
The bedrooms, bathrooms and den of Francisco were located on the second floor. The den was dressed with fine walnut shelves and a red marble chimney. The third floor was used for the servants’ rooms and the basement for the game room, wine cellar, kitchens and storerooms.
The luxurious spaces were witness to select soirees, banquets and the most intimate meetings where it was usual to see Juana Browne play the piano in the music room that had been strategically located with a direct view of the Theater, at the specific request of the mistress of the house because–she said–the elegant architecture of the building inspired her. Surely Mrs. Browne witnessed one of the most sensational crimes of history from that same window. On a cold night in 1905, a well-known businessman of the city murdered his wife in the Theater portico.
The victim was Teresa Zañartu Vicuña, one of the most renowned ladies of society of that time, who had recently ended her marriage to Eduardo Undurraga García-Huidobro because of ongoing abuse. This situation had profoundly wounded her husband’s pride and because Teresa refused to let him see their daughter, he followed her on the night when the tragic opera Poliuto de Donizetti was premiering–the irony sits well–and killed her by a bullet to the head under the dismayed view of the audience. As Zig-Zag magazine reported: “The night, bright from the splendor of jewels and the rustle of silk, ended abruptly and tragically in an atrocity of blood, crime and death. Who could imagine her falling onto the marble of a theater portico, the gentle head broken by a bullet, blood spurting that stained her dress and splattered on those around her? ... She awoke in another life where there is no deceit, duplicity or pain, where her poor, tortured soul had found peace.”
The Subercaseauxs enjoyed their mansion for nearly 20 years. In 1921, the palace and many goods were put up for auction: the reverses of the grave nitrate crisis had wreaked havoc on the family’s finances. The Army then acquired it and later the Chilean
Fuerza Aérea de Chile, que lo mantiene hoy muy cercano a su concepción original.
En 1906 el tranquilo barrio del Teatro se vio sobresaltado cuando, mientras todos se preparaban en sus casas para ir a ver la ópera Tosca, hubo un fuerte terremoto. Los aterrorizados actores que hacían sus últimos ensayos huyeron del teatro y, como muchos de ellos vestían trajes de monaguillos o sacerdotes, las viejas señoras se arrodillaban ante ellos pidiendo confesión por sus pecados, invocando la popular oración de los sismos: “Aplaca, Señor, tu ira, tu justicia, tu rigor. ¡Dulce Jesús de mi vida, misericordia Señor!”. La carnavalesca escena era mirada atentamente por las nerviosas señoritas Lumley, hijas del cónsul inglés, quienes habían escapado con poca ropa causando, a pesar del cataclismo, uno que otro picaresco comentario por parte de alguno de los transeúntes.
Para la reconstrucción de Santiago comenzó a utilizarse el novedoso sistema de concreto armado que aseguraba resistir mejor los movimientos telúricos. Su versatilidad permitió construir rápidamente y en mayor altura, cambiando así la fisonomía de la capital, que a partir de 1910 llenó sus calles de rascacielos como el de Rafael Ariztía, o palacios sociales como el que habían encomendado los socios del Club de la Unión. Las calles más céntricas se llenan de edificios de renta como el de Arturo Lyon Peña o el de la familia Larraín, que más tarde sería el popular Hotel Crillón. En la esquina norponiente de la Plaza de Armas se instaló el nuevo edificio del Bazar Alemán de los hermanos Krauss, la juguetería más importante del país, que embelesaba a los más pequeños con sus maravillosos juguetes importados, reunidos en un espléndido edificio de cuatro pisos coronado por una singular cúpula de pizarra gris. “Cada mañana en el mismo sitio mi corazón empezaba a latir: era que íbamos a enfrentar el Bazar Alemán de Krauss, la más importante juguetería de Santiago, con sus vitrina atestadas de lujosos juguetes… Mis ávidos ojos alcanzaban a divisar la aglomeración de maravillas guardadas adentro. Y los colores vivos de aquellos juguetes dispuestos en hilera hasta el techo me cegaban un momento
Air Force, which remodeled it for its new use as the Officers Club of the Chilean Air Force, which is maintained today very close to its original conception.
In 1906, the quiet Theater neighborhood was startled by a strong earthquake while everyone was getting ready to go see the opera Tosca. The terrified actors, who were in their last rehearsal, fled the theater and as many of them were dressed as monks or priests, elderly ladies kneeled before them, requesting a confession of their sins and invoking the popular prayer for earthquakes: “Calm, My Lord, your rage, your justice, your severity. ¡Sweet Jesus of my life, mercy My Lord!” The carnivalesque scene was watched attentively by the nervous Lumley ladies, daughters of the English Consul, who had fled virtually naked, eliciting one picaresque comment and another by one of the passers-by, despite the cataclysm.
The novel reinforced concrete system began to be used to reconstruct Santiago that guaranteed better resistance to telluric movements. Its versatility facilitated rapid construction at a greater height, thus changing the physiognomy of the capital. Starting in 1910, its streets were filled with skyscrapers like that of Rafael Ariztía or social palaces like the one requested by the members of the Union Club. The more centric streets were filled with rental buildings like that of Arturo Lyon Peña or of the Larraín family, that would later become the popular Crillón Hotel. The new building of the German Bazaar, owned by the Krauss brothers, was built on the northwest corner of the Main Square, which was the most important toy store in the country and enthralled young children with its marvelous imported toys, displayed in a splendid fourfloor building crowned by a singular gray slate copula. As Maria Flora Yañez recounted in her memoirs: “Each morning my heart began to beat fast in the same place: it was because we were going to see the Krauss German Bazaar, the most important toy store in Santiago, with its display windows stuffed with magnificent toys … My avid eyes were able to make out the agglomeration of marvels kept inside. And the vivid colors of
112 El Edificio Ariztía que se terminó de construir en 1921, es conocido como el primer rascacielos de Santiago, ubicado en la calle Nueva York. Este fue un encargo de Rafael Ariztía al reconocido arquitecto Alberto Cruz Montt. Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional de Chile. / The Ariztía Building was finished in 1921; it is known as the first skyscraper in Santiago and is located on Nueva York Street. It was a commission by Rafael Ariztía to the renowned architect Alberto Cruz Montt. Photographic Archive of the National Library of Chile.
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113 El demolido Edificio Krauss en la década de 1910. Este edificio comercial albergaba la Juguetería más grande de Chile y estaba emplazado en la esquina nor poniente de la Plaza de Armas, a un costado de la catedral. l amentablemente fue demolido en los años 80. Colección MHN. / The now demolished Krauss Building in the 1910s. This commercial building housed the largest toy store in Chile and was located on the North-West corner of the Plaza de Armas, besides the Cathedral. Regrettably, it was demolished in the 1980s. National History Museum Collection.
114 l a esquina de Compañía y Ahumada a inicios del siglo XX, vista desde el Palacio Arzobispal. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / The Corner of Compañía and Ahumada Streets at the turn of the 20th century, seen from the Archbishop’s Palace. Photographic Archive of the National Library of Chile.
115 Calle Ahumada casi esquina de Agustinas, al fondo se ve el concurrido Hotel Crillón, uno de los más elegantes de Santiago, y cita obligada para la sociedad de la época. Fotografía colección Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Ahumada Street, almost the corner of Agustinas. On the back can be seen the quite visited Hotel Crillón, one of the most elegant in Santiago, and a mandatory place to go at the time. Photographic Archive of the National Library of Chile.
produciéndome una especie de vértigo…”, recuerda María Flora Yáñez en sus memorias.
El novedoso sistema constructivo llegó también a la arquitectura residencial. El mejor ejemplo fue el palacio Undurraga, en la Alameda esquina Estado, construido en 1913 por el arquitecto José Forteza como residencia para don Luis Undurraga García-Huidobro y su familia. Era una soberbia construcción inspirada en el gótico victoriano cuya esquina era rematada por una alta torre de treinta metros de altura, coronada por la imagen de una virgen que era iluminada todas las tardes por dos grandes faroles, que desaparecieron junto a todo el edificio en 1976.
La magia del acero también aparece en las tiendas por departamentos. La casa Francesa remodela su edificio en la calle Estado, rivalizando sus decoradas vidrieras llenas de novedades con las vitrinas de la recién inaugurada sucursal en Chile de la popular casa comercial Gath & Chaves cuya apertura durante las fiestas de 1910 causó tal revuelo que se debió vigilar el ingreso de los clientes con la policía. “La tienda tenía un elegante Tea Room en el último piso… Mi abuelito Adolfo pasaba por mi casa en su auto y nos llevaba junto a mis hermanas a Gath & Chaves a tomar el té... Ahí nos veíamos con nuestras amigas, mientras escuchábamos a Stravinsky o a Strauss interpretado por un violinista, el primero de la Ópera de Santiago. Antes que empezara la noche comenzaban a llegar jóvenes mayores que nosotras, porque en la tarde el café se convertía en una gran sala de baile…”, relata Aida Pacheco de Brügmann, mientras sostiene un sombrero que compró en la tienda. La aparición de estas grandes tiendas manifiesta los vertiginosos cambios que estaba sufriendo la sociedad, cada vez más proclive al culto a la belleza y la moda. La publicidad insta a la dueñas de casa a salir de compras, disfrutar del cotilleo, de los lujos y los placeres mundanos, desgracia para los maridos que veían en cada salida el vacío de sus cansados bolsillos. Desde las dos a las cinco de la tarde las mujeres arrasaban los almacenes. “Vivimos en un tiempo en que un sombrero, una capa de teatro i dos o tres alhajitas de poca monta cuestan lo que hace
those toys arranged in a row as far as the ceiling blinded me for a moment, making me somewhat dizzy …”
The novel system of construction also spilled over into residential architecture. The best example was the Undurraga palace on the corner of Alameda Avenue and Estado Street, built in 1913 by architect José Forteza as a residence for Luis Undurraga GarcíaHuidobro and his family. It was a haughty construction inspired by the Victorian Gothic style. The corner ended in a tall tower 30 meters high, crowned by the image of a virgin that was lighted every afternoon by two large lamps that disappeared, together with the entire building, in 1976.
The magic of steel also appeared in department stores. The French House remodeled its building on Estado street, its decorated display windows filled with novelties rivaling the window displays of the recently inaugurated Chilean branch of the popular business Gath & Chaves, whose opening during the 1910 celebrations caused such commotion that the entry of customers had to be guarded by the police. “The store had an elegant tea room on the last floor. My grandpa Adolfo passed by my house in his car and took me and my sisters to Gath & Chaves to have tea … There we met our friends, while we listened to Stravinsky or Strauss played by a violinist, the first chair in the Santiago o pera. Young men older than us began to arrive as night fell because the café became a grand ballroom in the afternoon …,” recounted Aida Pacheco de Brügmann while holding a hat that she bought in the store.
The appearance of these department stores is a manifestation of the dizzying changes that were taking place in society, ever more inclined towards the cult of beauty and fashion. Advertising encouraged ladies of the house to go out shopping, enjoy the gossip, luxuries and mundane pleasures, to the misfortune of husbands who saw their tired pockets emptied with each outing. From two to five in the afternoon, women invaded the stores. Benjamín Vicuña Subercaseaux commented: “We lived in a time where a hat, a
cuarenta años costaba una chacra no lejos de Santiago”, comenta Benjamín Vicuña Subercaseaux.
No sólo el consumismo superfluo se cobija en el lujo de las familias, sino que también las inquietudes intelectuales de una sociedad cada vez más en contacto con el exterior son parte importante del acontecer cotidiano. Los políticos e industriales absorben las novedosas ideas de intelectuales alemanes o ingleses; mientras que las mujeres se ven cada vez más envueltas en los novedosos cambios que viven las parisinas, más independientes, audaces y liberales.
“Soy francesa de corazón. Francia me atrae como una segunda patria… Por su arte, por su teatro, por sus pensadores, ¡por todo! La mayoría de los libros que recibo vienen de allá… Me sentía tan bien en París que no hubiera deseado moverme en toda mi vida… Aquí estamos un poco atrasados en gustos literarios, como en muchas otras cosas… Por mi parte hago y pienso lo que me atrae de verdad, sin preocuparme de lo que digan otros”, declaraba Delia Matte Pérez en una entrevista a la revista Sucesos en 1915.
Miembro de una de las más aristocráticas familias de Santiago, tía de la escultora Rebeca Matte y señora de un reconocido médico con férreas creencias científicas y laicas, era doña Delia todo un personaje dentro de la capital. Adoraba lucir las últimas novedades parisinas, mezclar colores inimaginables y decorar su cabeza con extravagantes sombreros, los mismos que habían causado su expulsión de la iglesia cuando se le ocurrió llegar a misa sin el tradicional manto.
La viveza de su personalidad, las liberales ideas que postulaba y la necesidad de contar con un centro de reunión femenina, la impulsó a fundar en 1916 el Club de Señoras, instalándose en los bajos de la suntuosa casa que había pertenecido a la familia Ovalle en la calle Compañía y que más tarde sería utilizada por el Club Fernández Concha. La institución de doña Delia estuvo destinada a promover la lectura y la conversación intelectual; en sus salones se debatió por primera vez sobre las novedosas ideas del voto femenino, la presencia de la mujer en los puestos de trabajo y la educación de calidad
theater cloak and two or three unimportant gems cost what a small farm not far from Santiago cost forty years ago.”
Not only the superfluous consumerism became lodged in the luxury of families. The intellectual restiveness of a society in increasing contact with the exterior was also an important part of the everyday life. Politicians and industrialists absorbed the novel ideas of German or English intellectuals, while women became more involved in the innovative changes that the more independent, audacious and liberal Parisian women were experiencing.
“I am French at heart. France draws me like a second fatherland … Because of its arts, its theater, its thinkers, everything! Most books that receive come from there ... I feel so good in Paris that I would not have wanted to leave ever…
Here we are a bit behind in literary taste like in many other things … As far as I am concerned, do and think what I truly feel like, without regard for what others say,” declared Delia Matte Pérez in an interview with Sucesos magazine in 1915.
A member of the most aristocratic families in Santiago, the aunt of sculptress Rebeca Matte and spouse of a well-known physician with ironclad scientific and secular beliefs, Delia was quite a character in the capital. She adored showing off the latest Parisian novelties, mixing unimaginable colors and decorating her head with extravagant hats, the same that had caused her expulsion from the church when she decided to attend mass without the traditional mantilla.
Her lively personality, the liberal ideas that she postulated and the need to have a women’s meeting place drove her to found the Ladies Club in 1916, which was installed in the lower floors of the magnificent home that had belonged to the Ovalle Family on Compania Street and that would later be used by the Fernández Concha Club. Mistress Delia’s institution was intended to promote reading and intellectual conversation. The novel ideas of women’s vote were debated for the first time there, as well as women working and a quality education at ladies colleges, a subject on which she was outspoken: “Girls are educated in Chile to look for a husband
en colegios de señoritas, tema sobre el que habló duramente: “Se educa en Chile a las niñas para que busquen marido y se casen, para nada más. Por mi parte pienso que una niña debe mirar el matrimonio como un accidente, no como lo esencial en la vida…” afirmaba en la revista Sucesos en 1915. Formaban parte del debate Amanda Labarca, Elvira Santa Cruz (Roxane), Adela Rodríguez, María Valdés, Corina Cienfuegos, Inés Echeverría (Iris), Luisa Lynch y Sara del Campo de Montt, entre muchas otras personalidades del mundo femenino. La Primera Guerra Mundial en Europa había agitado las mentes del mundo y Chile veía con conmoción, incluso como suyos, los sucesos que ocurrían a miles de kilómetros de distancia. Los países europeos vieron caer abruptamente ese ambiente de fantasía casi onírica en que estaban envueltos en el momento en que el archiduque Francisco Fernando de Austria caía muerto en Sarajevo, despertando el continente a una realidad que estuvo cegada por años. En Chile la belle époque duró algunos años más; todavía veníamos saliendo del entusiasmo de las fiestas del Centenario, éramos un país rico —por lo menos en los papeles—, nos enorgullecíamos de nuestros paseos y de la vida elegante de nuestros más ilustres ciudadanos. El oriente de la ciudad se había transformado: lo que eran tierras ganadas al río Mapocho cubiertas de basurales, prostíbulos y pobreza, se había tornado hacia 1915 en un moderno sector residencial. Había contribuido a su fama la presencia del palacio de Bellas Artes y la construcción del Parque Forestal, diseñado por el conocido paisajista francés George Dubois, ambos inaugurados en 1910. La ciudad entonces comenzó a extenderse hacia el oriente, primero por la calle Monjitas donde el doctor Luis Puyó —padre de la pintora Inés Puyó— construyó una gran mansión neoclásica bajo los planos del arquitecto Emile Jécquier, en la esquina de calle Miraflores. Frente a su casa construyó un palacete neocolonial doña Luisa Ariztía de Edwards, y más al oriente por la misma calle el político Hernán Gana Edwards se instaló en un espacioso castillo tudor construido por el arquitecto Josué Smith Solar.
and get married, nothing more. o n my part, believe that a girl must view marriage as an accident, not like something essential in life …, she asserted in Sucesos magazine in 1915.
Amanda Labarca, Elvira Santa Cruz (Roxane), Adela Rodríguez, María Valdés, Corina Cienfuegos, Inés Echeverría (Iris), Luisa Lynch and Sara del Campo de Montt formed a part of the debate, among many other figures in the women’s world.
The First World War in Europe had shaken up the minds of the world and Chile watched excitedly the events that were taking place thousands of kilometers away as if they were happening to it. The European countries abruptly saw that nearly oneiric fantasy environment in which they were enveloped at the time when the Archduke Francis Ferdinand of Austria fell dead in Sarajevo vanish abruptly, awakening the continent to a reality to which it had been blind for years.
In Chile, the Belle Époque lasted a few years longer. We were still coming down from the enthusiasm of the Centennial celebrations, we were a rich country —at least on paper—, we were proud of our promenades and of the elegant life of our most illustrious citizens. The east of the city had been transformed: what used to be land recovered from the Mapocho River, covered with garbage dumps, brothels and poverty, had become a modern residential sector around 1915. The presence of the Palace of Fine Arts and the construction of Parque Forestal (Forest Park) had added to its fame. This park was designed by the well-known French landscaper, George Dubois. Both the Palace and the Park were inaugurated in 1910.
The city then began to extend eastward, first along Monjitas Street, where Dr. Luis Puyó–father of the painter Inés Puyó–built a grand Neoclassic mansion on the corner of Miraflores Street following the plans of the architect Emile Jécquier. Luisa Ariztía de Edwards built a small Neocolonial palace across from his house and further to the east on the same street, the politician Hernán Gana Edwards moved into a spacious Tudor castle built by the architect Josué Smith Solar.
116 El Palacio Undurraga estaba ubicado en Alameda con Estado. Este edificio de estilo neogótico fue construido como residencia de luis Undurraga García Huidobro por el arquitecto español José Forteza y fue lamentablemente demolido en 1976. Colección MHN. / The Undurraga Palace was located on the corner of Alameda and Estado Streets. This neo-gothic style building was built as the residence for Luis Undurraga GarcíaHuidobro by the Spanish architect José Forteza. Regrettably it was demolished in en 1976. MHN Collection.
117 Delia Matte Pérez de Izquierdo. Fundadora del Club de Señoras en 1916. Revista Pacifico Magazine, 1920. / Delia Matte Pérez de Izquierdo. Founder of the Club de Señoras (Ladies Club) in 1916. Pacífico Magazine, 1920.
118 Mansión de Máximo del Campo en calle Santa lucía, frente al Cerro Santa lucía. En “Álbum de los arquitectos de la Universidad Católica de Chile. 1923-1924”, Imprenta l a Ilustración, 1925. / Máximo del Campo’s Mansion on Santa Lucía Street, across from the Santa Lucía Hill. In “Álbum de los arquitectos de la Universidad Católica de Chile. 1923-1924”, Imprenta La Ilustración, 1925.
119 Edificio Gath y Chaves, exclusiva tienda inaugurada en 1910. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Gath y Chaves Building, exclusive store opened in 1910. Photographic Archive of the National Library of Chile.
120 Calle Estado, centro del más refinado comercio de Santiago. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Estado Street, location of the most refined trade in Santiago. Photographic Archive of the National Library of Chile.
121 Antiguo edificio de la Sociedad Unión Comercial en calle Agustinas. Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional. / Old building from the Sociedad Unión Comercial (Commercial Union Society) on Agustinas Street. Photographic Archive of the National Library of Chile
El sector comprendido entre el Parque Forestal y el Cerro Santa Lucía se había poblado de elegantes casas de fachada continua y modernos chalets, prometiendo una vida a la francesa rodeada de árboles, boulevares y paseos. Muy suntuosa era la mansión del acaudalado político Moisés Errázuriz en la calle Miraflores, con su patio central de triple altura, decorado con pileta y jardineras de mármol. Cercano al teatro estaba la casa de Salvador Izquierdo, marido de Delia Matte, cuyo frente tenía una amplia escalinata de mármol con columnas que se elevaban a doble altura, siendo coronadas por un pesado frontón triangular que recordaba la elegancia del lejano Partenón.
Junto a la recién inaugurada Plaza Vicuña Mackenna se empezó a construir, sobre los cimientos del antiguo claustro de las Claras, el palacio de la Biblioteca Nacional, y en la calle Santa Lucía, los añosos pimientos apenas dejaban ver el castillo Dávila y la elegante mansión de don Máximo del Campo, suegro del arquitecto Ricardo Larraín Bravo.
Más al norte, en las inmediaciones del Parque Forestal, las cuidadas aceras se llenaron de palacetes de dos o más pisos, como el de la familia de Raimundo Valdés Riesco, Ramón Balmaceda, los Peña Otaégui, Anita Álamos de Lyon y Ricardo Valdés.
Era la holgura más absoluta la que se respiraba en el barrio, animado todas las primaveras por corsos de flores que recorrían la ciudad, tranquilos paseos y las primeras andanzas de la juventud en veloces automóviles. ¡Qué crisis del salitre! Eso no existía, era demasiado lejano a Santiago. Las huelgas del proletariado, las enfermedades que se propagaban desde los hacinados conventillos o los altibajos de una economía insegura, que luchaba por no caer, parecían ser factores que no querían ser escuchados por la sociedad ni los políticos.
En plena guerra europea, el magnate del salitre don Augusto Bruna encarga un chalet frente al Parque Forestal al arquitecto Julio Bertrand, miembro del grupo de los Diez. En 1916 comenzó la construcción con un reducido presupuesto, que a petición del arquitecto y en beneficio de la nueva mansión, comenzó a incrementarse hasta alcanzar la
The sector between Forest Park and Mount Saint Lucia had been populated by elegant houses with a continuous facade and modern chalets, promising a French-like lifestyle surrounded by trees, boulevards and promenades. The mansion of the wealthy politician Moisés Errázuriz on Miraflores Street was very magnificent, with a three-story-high central courtyard decorated with a pond and marble flower pots. The house of Salvador Izquierdo, the husband of Delia Matte, was closest to the Theater. Its front had a wide marble perron with double-height columns crowned by a heavy triangular gable that was reminiscent of the elegance of the distant Parthenon.
The Palace of the National Library began to built at the same time as the recently inaugurated Vicuña Mackenna Square on the foundations of the old Cloister of the Poor Clare nuns. On Santa Lucía (Saint Lucia) Street, the old pepper trees barely allowed a view of the Davila Castle and the elegant mansion of Máximo del Campo, father-in-law to architect Ricardo Larraín Bravo.
Further to the north, near Forest Park, the cared-for sidewalks were filled with elegant mansions of two stories or more, like that of the Raimundo Valdés Riesco family, of Ramón Balmaceda, the Peña Otaéguis, Anita Álamos de Lyon and Ricardo Valdés.
One breathed with the most absolute freedom in the neighborhood, enlivened every spring by parades of flowers that travelled the city, tranquil promenades and the first rides of youths in fast automobiles. What nitrate crisis! That did not exist, it was too far from Santiago. The strikes by the proletariat, the diseases that were spreading from the stacked tenements or the ups and downs of an insecure economy that fought to keep from declining seemed to be factors that neither society nor politicians wanted to hear about.
In the midst of the European War, Augusto Bruna, the nitrate magnate, ordered a chalet to be built across from Forest Park by architect Julio Bertrand, a member of the Group of Ten. In 1916, he began construction with a limited budget that began to rise, at the
exorbitante suma de dos millones y medio al término de los trabajos. Los planos idearon una imponente residencia de corte italiano que fue elogiada por el crítico Hernán Díaz Arrieta (Alone), quien lo llamó “Un palacio de majestad alegre”. En el Palacio Bruna la ligereza de los detalles, la luminosidad de los espacios y los acogedores rincones dan cierta sensación de simpleza, pero los lujosos detalles ornamentales que abundan en su interior le otorgan esa dignidad propia de los palacetes decimonónicos. El edificio de tres niveles tiene un parque con piletas, árboles exóticos y una magnífica caballeriza que emula una torre medieval. Las rejas de fierro, muros perimetrales con jarrones y un pabellón de portería hacia la calle Merced ayudan a crear ese aire palaciego que conserva intacto hasta hoy. Un enorme pórtico de gruesos pilares enmarca el ingreso principal; a través de una fina reja se accede al hall, iluminado por una claraboya circular que permite ver el pavimento de mármol blanco, los dinteles de mármol negro y la espectacular escalera con placas de ónix talladas que reafirman el estilo modernista del espacio.
Tras el hall existe un vestíbulo enmaderado a media altura, con una chimenea de piedra y cielo con artesonado policromado, en tonos donde prima el dorado. Hacia el ala norte están los salones de recepción. Como comenta Alone en la revista Sucesos de julio de 1921: “Estilo francés puro, pintados de colores claros y suaves, en tonos que acarician la mirada; hasta el último detalle está cuidado con esmero minucioso y desde el parquet de Versalles hasta las amplias curvas de los cielos, todo evoca la corte refinada por excelencia del siglo XVIII” Ocupa la terraza norte el escritorio, enmaderado en caoba, con estanterías en los muros, rejas de bronce y decorado con una hilera de águilas imperiales.
En el ala sur se encuentran tres grandes estancias: el comedor de diario y la sala de billar que “parece una capilla, el cielo de encina oscura, admirablemente tallada, se levanta hacia el centro y descuelga hasta muy bajo una lámpara de hierro
architect’s request and to the benefit of the new mansion, to the exorbitant sum of two and one-half million by the time the work ended. The plans conceived an imposing Italian-style residence that was praised by critic Hernán Díaz Arrieta (Alone), who called it “A palace of joyful majesty.” The lightness of the details, the luminosity of the spaces of the welcoming corners of the Bruna Palace emanate a certain sensation of simplicity, the luxurious ornamental details that abound inside give it that dignity natural to 19 th century mansions. The three-story building has a park with ponds, exotic trees and a magnificent stable in the likeness of a medieval tower. The iron fences, perimeter walls with large vases and a gatehouse pavilion towards Merced Street help create that palatial air that remains intact to this day.
An enormous portico made of thick pillars frames the main entrance. One enters the hall through a fine grate fence illuminated by a circular skylight that shows off the white marble floor, the black marble lintels and the spectacular staircase with carved onyx plaques that reaffirm the modernist style of the space.
There is a half-height wood-lined vestibule behind the hall with a stone chimney and polychromous coffered ceiling in tones where gold prevails. The reception rooms lay in the north wing. As Alone commented in Sucesos magazine in July 1921: “This is in a pure French style, painted in clear and soft colors in tones that caress the view. It is maintained to the last detail with painstaking care and from the Versailles parquet to the ample curves of the ceilings, everything evokes the refined style of the 18th century par excellence.” The den was off the north terrace, paneled in mahogany wood with shelves on the walls, bronze grating, and decorated with a row of Empire eagles.
There were three large rooms in the south wing: the breakfast room and the billiard room that “looked like a chapel, the ceiling made of dark oak and admirably carved, it rises towards the center and a forged iron lamp hangs quite low,” commented Alone himself. Further to the south is the dining room in the style of
123 El interior del Palacio Bruna sorprende por el excepcional nivel de los materiales: finas placas de mármol blanco o negro, paneles de ónix, aplicaciones en bronce o plata, grandes paneles tallados en Encina, pisos de parquet dibujado y coloridos vitrales son parte de su ornamentación. / The interior of the Bruna Palace was built and decorated with exeptional materials: fine white and black marble, onix, silver and bronze,great carved oak panels, beatiful parkets and colourfull viteraux.
forjado” comenta el mismo Alone. Más al sur está el comedor estilo Enrique II, decorado con adornos metálicos de plata oxidada, iluminado por los amplios ventanales que dan al jardín de invierno, que permite ver desde sus vitrales el parque. Aunque este esquema no difiere mucho de las grandes ornamentaciones de principios de siglo, su distintivo —y por ende su valor— es que las piezas fueron todas fabricadas en el país por alumnos de la Escuela de Bellas Artes. En el segundo nivel un pasillo con pilastras de ónix conduce a los dormitorios, y una escalera artísticamente tallada lleva al tercer nivel, donde originalmente se accedía a una enorme terraza. Una escalera secundaria que recorre toda la casa, y un ascensor, permitían bajar al piso bajo, donde estaban los servicios. El término de la guerra europea en 1918 coincidió con la muerte repentina del arquitecto Julio Bertrand, debiendo asumir las obras su amigo Pedro Prado. La muerte de Bertrand y la creación del salitre sintético en Alemania, sucesos que podrían augurar un mal destino, parecieron no atemorizar al señor Bruna que continuó vigilando la edificación de su palacio, que se convirtió en la más suntuosa residencia proveniente de las fortunas salitreras. Paradojalmente el término de su construcción simbolizó el fin de la belle époque chilena.
Henry II, decorated with metal adornments made of rusted silver, illuminated by large windows that look out on to the winter garden, permitting a view of the park through their stained glass. Although this design is not much different from the large ornamentations of the early part of the century, its distinction and, therefore, its value is that the pieces were all fabricated in the country by students at the School of Fine Arts. A hallway on the second floor with onyx pilasters leads to the bedroom and an artistically carved staircase rises to the third floor that was originally the entrance to an enormous terrace. One can descend to the lower floor through a secondary staircase that runs the length of the house and an elevator, where the servants’ quarters were.
The end of the European War in 1918 coincided with the sudden death of the architect Julio Bertrand and his friend Pedro Prado had to take over his work. Bertrand’s death and the creation of synthetic nitrate in Germany, which would augur bad luck, did not seem to create fear in Mr. Bruna, who continued watching over the edification of his palace that became the most magnificent residence that came out of the nitrate fortunes. Paradoxically, the end of its construction symbolized the end of the Chilean Belle Époque.
Hay ciertos momentos de la historia en que las grandes ciudades, más allá de su impulso fundacional, fraguan o reinventan su identidad. l as circunstancias son diversas: a veces trágicas, como cataclismos, desastres o guerras; a veces producto de una repentina bonanza económica apareada con paz social y estabilidad política; a veces con ocasión de eventos trascendentes y espectaculares, como una feria universal o unos juegos olímpicos, y casi siempre fruto de la voluntad visionaria de sus respectivos regentes y el concurso de la sociedad. l as buenas ciudades se construyen, más que ninguna otra cosa, gracias al orgullo de sus habitantes.
Santiago de Chile, en la época del primer centenario de la República, si bien relativamente pequeña (350.000 habitantes versus 3 millones en París o 1.5 millones en Buenos Aires), debe haber sentido el incontenible entusiasmo de finalmente semejarse a una gran capital mundial. l a victoria de la Guerra del Pacífico, una generación antes, le había dado al país un indudable ímpetu nacionalista, renovado prestigio internacional, así como garantías ciertas de pujanza económica: los vastos territorios anexados tras la guerra aseguraban riqueza y predominio en la región. Tenía buenas razones Chile para mirar confiado el futuro; la posición estratégica de Valparaíso en la costa del océano Pacífico la había convertido en una de las ciudades más modernas del mundo, puerta de entrada al país de la cultura, la ciencia, las noticias y las modas del momento, todo lo cual llegaba a Santiago por medio del ferrocarril, parte de una extensa red que terminaría de conectar al país completo, desde Iquique hasta Puerto Montt, en 1913.
En efecto, todos los adelantos imaginables se habían venido materializando vertiginosamente en las décadas precedentes al Centenario; primero en Valparaíso, inmediatamente después en Santiago. Así aparecieron las pavimentaciones, las redes de agua y alcantarillado, el alumbrado a gas y luego eléctrico, el transporte público, el telégrafo, el teléfono. Gracias a la red ferroviaria, las comunica-
There are certain times in history in which big cities, beyond their foundational drive, forge or reinvent their identity. The circumstances are diverse: sometimes tragic, as cataclysms, disasters or wars; sometimes as a result of prosperity paired with social peace and political stability; sometimes with the occasion of transcendent and spectacular events, such as a world fair or Olympic Games; and most always as fruit of the visionary vision of their rulers and the concourse of society. Good cities are built, more than anything, thanks to the pride of their inhabitants.
Santiago, Chile, at the time of the first centenary of the Republic, although quite small (350,000 inhabitants, opposed to 3 million in Paris or 1.5 million in Buenos Aires), must have felt the same enthusiasm that cannot be contained of finally being similar to a large world capital. Victory in the War of the Pacific (one generation earlier) had given the country an undoubted nationalist impetus, renewed international prestige, as well as certain guarantees for prosperity: the vast territories annexed after the war ensured riches and prevalence in the region. Chile was very confident to look to the future with trust.
Valparaíso’s strategic position in the coast of the Pacific Ocean had made it into one of the most modern cities in the world, entry gate to the country for culture, science, news and fashions of the time, all of which would reach Santiago on the railway, part of an extended network that would finally connect the whole country, from Iquique to Puerto Montt, in 1913.
In fact, every thinkable advance had become materialized vertiginously in the decades preceding the Centenary: first in Valparaíso and immediately afterwards in Santiago. That is how paved streets appeared, water and sewage networks, gas lighting and then electric one, public transportation, telegraph, telephone. Thanks to the rail network communications had been perfected (especially
ciones se habían perfeccionado (especialmente el correo) facilitando el desarrollo de poblados a lo largo del territorio y permitiendo una administración pública extensa y eficiente. Del mismo modo, en el ámbito urbano, los avances más significativos desde la Colonia habían sido liderados por Benjamín Vicuña Mackenna en su paso por la Intendencia de Santiago, hacia 1875. Inspirado en sus diversos viajes y estadías fuera de Chile, Vicuña había logrado transformar casi milagrosamente lo que hasta entonces era un pueblo somnoliento de calles austeras, muros encalados bajo anchos tejados, un río salvaje, ningún parque, y una serie de cerros y peñones desérticos que enmarcaban la ciudad. Una generación más tarde, gracias a sus iniciativas y las de otros ciudadanos visionarios, la ciudad lucía sorprendentemente distinta: era sometida a los primeros esbozos de una planificación moderna, dotándola de límites artificiales (la circunvalación del ferrocarril con sus respectivas estaciones), abundante espacio público (notablemente, el parque Cousiño, la Quinta Normal de Agricultura y el proyecto de canalización del río Mapocho en el borde norte de la ciudad), infraestructura y servicios (el Teatro Municipal, el Mercado Central, además de provisión de agua y alcantarillado) y elementos singulares que le darían carácter identitario a la nueva ciudad, materializados en este caso en la extraordinaria transformación del cerro Santa lucía, antes una roca árida, ahora un paseo romántico y exuberantemente verde.
Este era, por lo tanto, el escenario de la joven república que se consolidaba a paso seguro a partir del último cuarto del siglo XIX, y que aspiraba fervientemente a mostrarse ante sí misma y el mundo (casi toda América acababa de independizarse) con una identidad propia, con un sentido de legitimidad, de independencia cultural, de progreso y modernidad, de riqueza; todo materializado en vivas expresiones de orgullo cívico.
No cabe duda que el referente ideal de estas visiones de modernidad es el París de fin de siglo, ciudad que ya había sufrido
mail) facilitating the development of villages throughout the territory and allowing an extended and efficient public administration. In the same manner, in the urban areas, the most significant advances from colonial times had been lead by Benjamín Vicuña Mackenna when he was head of the Santiago Regional Government, towards 1875. Inspired by his various travels and stays abroad, Vicuña had managed to transform, almost miraculously, what had until then been a sleepy town of austere roads, whitewashed walls under wide roofs, a wild river, no parks, and a series of desert hills and boulders framing the city. One generation later, thanks to his initiatives and those of other visionary citizens, the city looked surprisingly different; it was submitted to the first sketches of modern planning, having provided it with artificial boundaries (the railway circumvallation with its corresponding stations), abundant public spaces (notable, the Parque Cousiño, the Quinta Normal de Agricultura and the channeling project of the Mapocho River on the northern border of the city), infrastructure and services (the Teatro Municipal, the Mercado Central, besides water and sewage provision) and singular elements that would provide an identity character to the new city, which in this case were materialized in the extraordinary transformation of the Santa Lucía Hill, before and arid boulder and now a romantic promenade and lusciously green.
This was, therefore, the scenario of the young republic that consolidated at a steady step from the last quarter of the 19th century, and which fervently aspired to show to itself and the world (almost all of America had just become independent) with an identity of its own, with a sense of legitimacy, of cultural independence, of progress and modernity, of wealth; all materialized in alive expressions of civic pride. There is no doubt that the ideal referent for these visions of modernity is Paris in the end of the 19th century, a city that had undergone a
una metamorfosis radical con la apertura de los boulevards del Barón Haussmann por encargo de Napoleón III entre 1850 y 1870. Con estas transformaciones, que también incluyeron gigantescos parques e importantes obras de infraestructura, París había inaugurado un urbanismo totalitario y de vanguardia cuyas influencias llegarían con fuerza hasta los más remotos rincones del planeta. París se consagró, además, como ciudad rutilante y crisol de modernidad con la fabulosa Exposición Universal de 1889, organizada con motivo del centenario de la Revolución Francesa, ocasión en que se levantaron, entre muchas otras cosas, los grandes palacios de exposiciones que aún existen a orillas del Sena (y que sirven de precedente a nuestro Palacio de Bellas Artes) y la espectacular torre Eiffel. Fue ahí donde Chile participó, junto a todos los países civilizados del planeta, con el bello pabellón de fierro fundido y cristal que hoy se levanta en la Quinta Normal. De aquel París deslumbrante provienen, indudablemente, las ideas de transformar el polvoriento Campo de Marte en un parque Cousiño, o el árido Huelén en un Santa l ucía, o el lodazal del Mapocho en un Parque Forestal; de dotar a la ciudad de espléndidas estaciones de ferrocarril, de grandes almacenes, de museos y bibliotecas; incluso hacer de nuestra criolla Alameda, dentro de lo posible, un genuino boulevard. De aquel París proviene también el repertorio arquitectónico de todos los edificios públicos de rango monumental; tanto así que incluso viejos edificios coloniales son remodelados y modernizados con los estilos en boga, superponiendo nuevas fachadas y transformando antiguos patios en elegantes atrios cubiertos con bóvedas de acero y cristal. En el caso de las residencias de las familias adineradas, no es sólo la arquitectura la que proviene de París, sino cada obra de arte, cada elemento del mobiliario y del menaje; en suma, cada detalle posible de la atmósfera cotidiana: es toda una cultura la que se evoca.
Junto con lo que podría denominarse la “aristocracia” fundacional del país, aquellos descendientes de las familias terratenientes de la Colonia, de este nuevo orden político emerge una nueva clase social, una burguesía republicana cuya fortuna está sustentada principalmente en la explotación de recursos naturales a lo largo del territorio.
radical metamorphosis with the opening of the boulevards by Baron Haussman under commission by Napoleon III between 1850 and 1870. With these transformations, which included enormous parks and important infrastructure works, Paris had inaugurated a totalitarian and vanguard urban planning which influence would reach strongly to the more distant corners of the planet. Paris consecrated itself, also, as a glittering city and a melting pot of modernity with the fabulous 1889 World’s Fair, organized on the centenary of the French Revolution. Occasion on which were erected, among many other things, the great exhibition palaces still existing by the Seine (and that are the antecedent for our Palacio de Bellas Artes) and the spectacular Eiffel Tower.
It was there where Chile participated, along with all of the civilized countries in the planet, with the beautiful pavilion of gray iron and crystal, which today is in Quinta Normal.
From that dazzling Paris come, undoubtedly, the ideas to transform the dusty Champ de Mars into the Parque Cousiño, or the arid Huelén into the Santa Lucía, or the quagmire of the Mapocho into the Parque Forestal; to provide the city with splendid railway stations, great department stores, museums and libraries, and even our very own Alameda, within possible into a genuine boulevard. From that Paris comes also the architectural repertoire of all the public buildings of monumental nature, that is so that even old colonial buildings are remodeled and modernized into the new styles in fashion, placing on top of them new facades and transforming old courtyards into elegant atriums covered with vaults in crystal and steel. In the case of residences of the wealthy families, it is not only architecture that comes from Paris, but each work of art, each piece of furniture and household items. In sum, each possible detail of the everyday atmosphere: it is a whole culture being evoked.
Together with what might be called the foundational “aristocracy” of the country, the descendants of the land-owning families from the Colonial times, in this new political order arises a new social class, a republican bourgeoisie which fortune is founded mainly in the
Algunos son extranjeros avecindados; otros inmigrantes llegados a Valparaíso, Iquique o Punta Arenas. Unos y otros constituyen, en su conjunto, el estrato visible del poder económico y político, y aún más considerando el modesto tamaño y población de las principales ciudades. Exceptuando ciertos enclaves bucólicos de extramuros, como villas y quintas de veraneo, los barrios residenciales más deseables se emplazan en las cercanías de los centros políticos y financieros. Este es sin duda el caso de Santiago, cuya topografía relativamente homogénea propició siempre una ciudad más bien compacta. l as elegantes mansiones, dispuestas estratégicamente a lo largo de la Alameda, o en las vías de acceso al parque Cousiño, o en el flamante entorno de la plaza Brasil, o el mismo centro histórico de la ciudad, constituyen las joyas de un sistema espacial, un paisaje simbólico que representa los pilares de una sociedad ejemplar.
El concepto de palacio se refiere principalmente a su condición de esplendor colectivo, de reunión de pares, de civilización, de colección y exhibición de cultura convertida en bien tangible. l a “posesión” de la cultura es una manifestación evidente de riqueza y poder político, y se comprende entonces que estas mansiones y sus familias escolten y garanticen la República, y que sea a partir de sus colecciones privadas que se constituya la institucionalidad intelectual del país a través de museos, academias, bibliotecas y universidades.
El palacio es, por lo tanto, distinto y mucho más que una gran residencia. El refinamiento doméstico viene por añadidura. Antes que una habitación, el palacio es un hecho eminentemente urbano y social, con una obligada dimensión de espacio público cuya experiencia comienza, naturalmente, desde la calle, pero continúa en la magnitud y esplendor de sus salones y jardines. Se conoce un palacio y el talento de sus moradores por el número y tamaño de sus salones, por la frecuencia de sus invitaciones y por la magnificencia de sus atenciones. Se prepara cuidadosamente la escenográfica sucesión de experiencias sensoriales desde la aproximación en la calle, el cruzar de los sucesivos umbrales, desde lo cotidiano hacia lo extraordinario, para internarse en el santuario de la elegancia y el lujo, vestíbulos y escalinatas, obras de arte e intrincados vitreauxs, muebles exquisitos, jardines de invierno, calefacción central de
exploitation of natural resources throughout the territory. Some are foreigners that have settled; others immigrants having reached to Valparaíso, Iquique or Punta Arenas. The former and the latter, as a whole, are the visible stratum of the economic and political power, and furthermore considering the modest size and population of the main cities. Save for some bucolic enclaves outside the city, such as villas and summer estates, the most desirable residential neighborhood locate near the political and financial centers. This is, undoubtedly, the case of Santiago, which relatively homogeneous topography favored always a more compact city. The elegant mansions, placed strategically alongside the Alameda, or on the access ways to Parque Cousiño, or in the splendid surrounding of Plaza Brasil, or the very historical center of town, are jewels of a spatial system, a symbolic landscape representing the pillars of an exemplary society.
The concept of palace refers mainly to its condition of collective splendor, of meeting of peers, of civilization, of collection and display of culture turned into tangible good. “Possession” of culture is an evident expression of wealth and political power, and it is understood then that these mansions and their families escort and guarantee the Republic, and that it is from their private collections that is constituted the intellectual institution through museums, academies, libraries and universities.
The palace is, therefore, different and much more than a great residence. Domestic refinement comes in addition. More than somewhere to live, the palace is a fact eminently urban and social, with an obliged dimension of public space which experience begins, naturally, from the street, but continues through the magnitude and splendor of its halls and gardens. A palace and the talent of its inhabitants are known by the number and size of its halls, by the frequency of its invitations and by the magnificence of its attentions. The scenographic succession of sensorial experiences is carefully prepared, from the approach from the street, the crossing of the successive thresholds, from the ordinary to the extraordinary, and thus enter into the sanctum of elegance and luxury: vestibules and
calderas de carbón, iluminación eléctrica a giorno decenas de sirvientes, para finalmente desembarcar en el salón de baile, templo de la suntuosidad, apoteosis del bienestar. l a arquitectura palaciega chilena es, dentro de los más estrictos cánones de perfección compositiva y calidad constructiva, una conjunción de aspiraciones que el arquitecto deberá resolver sabiamente. Así como la fortuna debe expresarse materialmente en la magnitud y en la nobleza constructiva, así también la nobleza del espíritu debe expresarse con los símbolos adecuados, generalmente representados a través de los estilos y las composiciones alegóricas. Finalmente, y como conviene a un país joven, ha de haber una cuota de modernidad que personifique el deseo de progreso. Es necesario entender que para Chile siempre ha resultado completamente natural adoptar un estilo arquitectónico extranjero. Desde el primer día de la conquista, la arquitectura fue una recreación de un mundo remoto e idealizado por la nostalgia, la distancia y la aventura. l a casa patronal o urbana del Chile colonial es, en realidad, la casa del secano andaluz, y antes de eso la villa o el domus romano, y todo entreverado con una semblanza del paraíso islámico. No debe sorprender, entonces, que a falta de un estilo genuinamente chileno, tengamos la permanente predisposición a un modelo foráneo. En este sentido, la influencia de l’Ecole des Beaux-Arts de París, precursora directa de las escuelas de arquitectura nacionales, es fundamental en la solución estilística de la mayoría de los edificios públicos y palacios santiaguinos de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Este academicismo francés, si bien fundado sobre un riguroso clasicismo, está repleto de licencias eclécticas y neohistoricistas propias del romanticismo europeo que se desarrolló gracias a las exploraciones arqueológicas del siglo XVIII, una creciente museología y el desarrollo de medios de comunicación globales. Es así como vemos surgir espejismos exóticos, pabellones de “ l as Mil y Una Noches” como el palacio de l a Alhambra o el desaparecido Concha-Cazotte; villas toscanas como el Falabella o el Bruna, el exuberante gótico flamenco del palacio Undurraga, la mítica Quinta Meiggs montada sobre una tornamesa de ferrocarril para buscar el sol del invierno,
stairways, works of art and intricate stained glass, exquisite furniture, winter gardens, central heating from coal fed boilers, electric lighting a giorno dozens of servants, to finally end in the dance hall, temple of sumptuousness, apotheosis of the affluence.
Chilean palatial architecture is, within the strictest norms of composition perfection and constructive quality, a conjunction of aspirations the architecture shall resolve wisely. Like wealth is to be expressed materially in the magnitude and in the constructive quality, also the quality of spirit is to be expressed through the adequate symbols, generally represented through the styles and allegoric compositions. Finally, and as is convenient for a young country, there has to be a certain quota of modernity personifying the desire of progress. It is necessary understanding that for Chile has been entirely natural adopting a foreign architectural style. From the very first day of the conquest, architecture was a recreation of a remote world, idealized by nostalgia, distance and adventure. The estate house or the urban one in colonial Chile is, in reality, the house of the Andalusian dry lands, and before that the roman villa or domus and all of it mixed with a resemblance of the Islamic paradise. It is not surprising that, thus, lacking a genuinely Chilean style, we have a permanent disposition to a foreign model. In this sense, the influence of the Paris École des Beaux-Arts, direct precedent of the national architecture schools, is fundamental in the stylistic solution of most of the public buildings and Santiago palaces of the late 19 th and early 20th centuries. This French academicism, although founded on a rigorous classicism, is full of eclectic and neo-historicist licenses proper of the European romanticism that developed thanks to the archeological explorations in the 18th century, a growing museology and the development of global communication media. It is thus how we see appear exotic mirages, pavilions from the “One Thousand and One Nights” as is the Alhambra Palace or the Concha-Cazotte Palace (now disappeared), Tuscan villas as the Falabella or the Bruna Palaces, the exuberant Flemish gothic of the Undurraga Palace, the mythical Meiggs Villa mounted on a railway turntable
o el apoteósico palacio Elguín, de estilo bizantino exultante, por nombrar sólo algunos.
Estos edificios —la mayor parte desaparecidos, muchos maltrechos y unos pocos dignos sobrevivientes— representan un momento extraordinario del espíritu colectivo de Chile en su primer siglo de vida: su energía, su orgullo cívico, sus esperanzas de progreso, su enorme riqueza. Constituyen en su conjunto una semblanza histórica que de otro modo sería muy difícil reconstruir o siquiera imaginar. Pocos años después del Centenario, las promesas del salitre se esfumarían con la invención del nitrato sintético; Valparaíso perdería su posición aventajada con la apertura del Canal de Panamá, el mundo perdería la inocencia con los horrores de la gran guerra del ‘14 y luego desesperaría con la mayor crisis financiera de todos los tiempos. En 1939, el terremoto de Chillán arrasaría con las nostalgias del siglo XIX inaugurando, acaso trágicamente, la modernidad arquitectónica y urbanística chilena expresada en la sólida libertad del hormigón armado, el racionalismo arquitectónico y los conceptos de la ciudad-jardín, que por primera vez consideran al automóvil y la vegetación como elementos fundantes de la ciudad. Coincidentemente, el centro de Santiago comenzaría por esos años un nuevo ciclo vital de renovación urbana, encarnado en la ordenanza Brunner y la remodelación monumental del Barrio Cívico en torno al palacio de l a Moneda. Junto con este nuevo paisaje, muchas de las grandes fortunas mudarían para siempre su residencia a los elegantes y bucólicos barrios periféricos de la vanguardia que comenzaban a tomar forma en los loteos de las haciendas de los leones y de San Pascual, hoy Providencia y El Golf. l a ciudad reinventada, una vez más.
to seek the winter sun, or the apotheosis Elguín Palace, of exultant byzantine stile, just to name a few.
These buildings —most of them disappeared, many run down and a few dignified survivors— represent an extraordinary moment of the collective spirit of Chile in its first century of life: its energy, its civic pride, its hopes for progress, its enormous wealth. They are as a whole a historic representation that otherwise would be very difficult rebuilding or even imagining. A few years after the Centenary, the promises of saltpeter would vanish with the invention of synthetic nitrate; Valparaíso would lose its advantageous position with the opening of the Panama Canal, the world would lose the innocence due to the horrors of the Great War (1914-1918) and would then despair with the biggest financial crisis of all times. In 1939, the Chillán Earthquake would devastate the nostalgias of the 19th century inaugurating, albeit tragically, the Chilean architectural and urban planning modernity expressed in the solid freedom of reinforced concrete, architectural rationalism and the concepts of the garden city, which for the first time would consider the automobile and the vegetation as founding elements of the city. Coincidentally, the center of Santiago would start on those years a new vital cycle of urban renewal, embodied in the Brunner Ordinance and the monumental remodeling of the Civic Center surrounding the Palacio de la Moneda. Together with this new landscape, many of the great fortunes would move forever their residence to the elegant and bucolic peripheral neighborhoods of the vanguard that started to take form in the divisions of the Los Leones and San Pascual estates, now Providencia and El Golf. The city reinvented once again.
Final comments
En 1921 concluyeron oficialmente las obras en el palacio Bruna, año catastrófico para la economía chilena, que vio caer el “oro blanco” por los peñascos de Tarapacá sin valer absolutamente nada. La producción de salitre se paralizó, miles de salitreras debieron cerrar y el señor Bruna se vio obligado a vender su añorado palacio frente al Parque Forestal. La crisis había llegado como un detonante de los graves conflictos sociales que se suscitaron luego de la gran guerra europea, conflictos que destruyeron –entre tantas otras cosas– el confortable ambiente de holgura en que vivían muchas familias chilenas.
Ni siquiera el palacio Concha Cazotte, ícono indiscutido de la opulencia del siglo XIX, se había salvado de esta mala estrella. Los despilfarros de doña Teresa, los malos negocios del señor Concha y la muerte de la menor de sus hijas, Luisa, por una intoxicación con erizos, dejó a la familia en una profunda depresión. Se terminaron las fiestas, los grandes bailes y el ambiente de ensueño acabó abruptamente cuando comenzó el loteo del gran parque, que fue reemplazado por un pequeño conjunto residencial de fachadas historicistas, que hoy se conoce como barrio Concha y Toro. En tanto, frente al palacio se instaló el Teatro Carrera, primer cine sonoro del país.
El moderno progreso había caído abruptamente sobre los hombros de doña Teresa Cazotte, que a pesar de tener que recibir a sus visitas por una discreta puerta lateral, siguió en la intimidad invitando semanalmente a sus a amigas para jugar bridge. Solo el cáncer pudo alejar a doña Teresa de su añorada mansión. En 1931, gravemente enferma fue trasladada a una pequeña casa cercana en el barrio Concha y Toro donde murió. Junto con ella se extinguían sus anécdotas, una época y un estilo de vida… el palacio fue bestialmente demolido ese mismo año. La llegada de miles de personas en busca de una oportunidad para sobrevivir convirtió a Santiago en una ciudad cada
The works of the Bruna palace concluded officially in 1921, a catastrophic year for the Chilean economy that saw the price of “white gold” from the rocky hills of Tarapacá fall to absolutely nothing. Nitrate production halted, thousands of nitrate works had to close, and Mr. Bruna was forced to sell his beloved palace across from Forest Park. The crisis was the detonator of serious social conflict that arose after the great European war. Those conflicts destroyed —among so many other things— the comfortable life of ease in which many Chilean families lived.
Not even the Concha Cazotte palace, the undisputed icon of opulence of the 19th century, had escaped that misfortune. The squandering by Teresa, the bad business dealings of Mr. Concha and the death of the youngest of their daughters, Luisa, from sea urchin poisoning, immersed the family in a profound depression. The parties and grand balls became a thing of the past and the reverie came to an abrupt end when the subdivision of the great park began, which was replaced by a small residential complex with historicist facades that is now known as the Concha y Toro neighborhood. In the meantime, the Carrera Theater was built across from the palace, the first talking motion picture theater in the country.
Modern progress suddenly burdened the shoulders of Teresa Cazotte. Despite having to receive her visitors through a discreet side door, she continued inviting her women friends to play a private bridge game every week. Only cancer took Teresa away from her beloved mansion. Seriously ill, she was moved in 1931 to a small house nearby, in the Concha y Toro neighborhood, where she died. Together with her death died her anecdotes, an era and lifestyle … the palace was bestially demolished that same year.
The arrival of thousands of people in search of an opportunity to survive was increasing the population of Santiago. There was not
vez más poblada. No había espacio para alojar tanta gente, la crisis había arruinado a muchas familias que caían en la pobreza, y los que habían podido mantener su dinero buscaron un mejor porvenir al oriente de Santiago, donde comenzaba la construcción de una nueva ciudad: las urbanizaciones de Providencia, Ñuñoa y El Golf.
Los grandes palacios fueron abandonados a su suerte; los que no fueron demolidos fueron convertidos en pensiones, oficinas y comercio. “Los antiguos palacios de la ilustre calle Monjitas son ahora clubes, pensiones o tiendas. En el palacio de doña Adela Edwards de Salas he saboreado un valdiviano en medio de pequeños empleados y de obreras. Estos empleados viven lejos, por el Blanqueado, por el Carrascal y Matte; se alimentan en el Centro, sin dar importancia a la magnificencia del comedor, que funciona en lo que fue un salón tapizado en seda, cubierto de paneles franceses y cuyas puertas se adornan con dessus importados de París. El barman tuvo la bondad de mostrarme las llaves de bronce, cinceladas”, comentará
Joaquín Edwards Bello en su libro, Andando por Madrid y otras páginas.
Santiago está cambiando, la sociedad ya no es la misma, busca nuevas experiencias y estilos de vida. “Los enormes palacios no corresponden ya ni a las fortunas disminuidas por la partición forzosa, ni a las exigencias crecientes, ni a la nueva concepción de la comodidad. Las familias nuevas, retoños de aquellas grandes como tribus que vivieron en torno de los viejos patios, emigran hacia departamentos estrechos o buscan en los barrios del oriente, la casa concentrada, fácil de calentar, con un jardinillo alrededor, mejor aire y menos trabajo doméstico”, escribirá Carlos Silva Vildósola en El Mercurio de 1934. Parecen ser los ancianos quienes se niegan a abandonar el Santiago de su juventud. Con una fortuna bastante disminuida, la irreverente escritora Inés Echeverría de Larraín —Iris— vive en un cómodo departamento en la Alameda, rodeada de recuerdos atesorados en los finos muebles y en la penumbra de salas que olían a antigüedad y remedios de vejez. “Ya vamos
enough space to lodge so many people, the crisis had ruined many families, who fell into poverty, and those who had been able to hold on to their money sought a better future in the east of Santiago, where the construction of a new city began: the urbanization of Providencia, Ñuñoa and El Golf.
The large palaces were abandoned to their fate. Those that were not demolished became boarding houses, offices and stores. “The old palaces on the illustrious Monjitas Street are now clubs, boarding houses or stores. I have savored a Valdivian stew in the palace of Adela Edwards de Salas among lowly clerks and working women. These employees live far away, near Blanqueado, Carrascal and Matte. They eat downtown, but give no importance to the magnificence of the dining hall that functions in what used to be a silk tapestried salon covered with French panels whose doors were adorned with decorative above-door paintings imported from Paris. The bartender was nice enough to show me the carved bronze keys,” as Joaquin Edwards Bello would comment in his book, Andando por Madrid y otras páginas .1
Santiago was changing; society was not the same. It was looking for new experiences and lifestyles. Carlos Silva Vildósola wrote in El Mercurio in 1934: “ The huge palaces no longer represent either the fortunes reduced by forcible division or the growing exigencies or the new concept of comfort. New families, offshoots of the large families that lived like tribes around the old courtyards, are migrating to tiny apartments or looking for a compact, easy-to-heat house in the eastern neighborhoods with a little garden surrounding it, better air and less housework It seemed that the elderly were the ones refusing to abandon the Santiago of their youth. Her fortune quite reduced, the irreverent writer Inés Echeverría de Larraín —Iris— lived in a comfortable apartment on Alameda Avenue surrounded by treasured memories in the fine furniture and in the semi-darkness of rooms that smelled of antiquity and old-age remedies. This elderly lady commented to
1 Translator’s note: The title of this book translates as Visiting Madrid and other writings.
quedando pocos de esos tiempos. La mayoría de los que algo valían se han ido. Hoy sobreviven los siúticos, los que hacen dinero de modo vergonzoso o todos cuantos viven del engaño o del oropel. ¿Caballeros? Pocos. ¿Vale la pena vivir para ver cómo acaba todo en el barro?”, comentará la anciana al escritor Alfonso Calderón (Memorias de memoria), mientras pasa sus días observando como el Chile que conocía desaparece. El inexorable paso del tiempo extingue a los viejos estandartes de esa pretenciosa belle époque santiaguina, que cubrió con su encanto los rincones de esta ciudad perdida al fin del mundo. No fue fastuosa su caída en un país cuya memoria patrimonial está en seria discusión; fue fácil ver caer bajo la picota –e incluso los explosivos– parte importante de esas notables residencias que llenaron de orgullo a sus propietarios durante el siglo XIX. No hubo protección para ningún edificio; a pesar de que el Consejo de Monumentos Nacionales se había creado en 1925, su acción irregular sólo había declarado en 20 años como patrimonio cuatro edificios en Santiago –La Moneda, las iglesias de San Francisco y Santo Domingo y la casa de Manuel Montt–, dejando a merced del progreso todo el sector norte de la Plaza de Armas, los Tribunales de Justicia e incluso la Casa Colorada, cuna de la Independencia.
Qué más se podía esperar entonces para obras con un carácter mucho menos histórico… Paulatinamente los barrios son desmantelados, se demuelen grandes casas para dar paso a edificios en altura o sitios eriazos usados como estacionamientos; los grandes palacios quedan sin contexto, aislados como elementos casi anecdóticos en una urbe que busca su nuevo destino. La mansión de Manuel Bulnes es demolida en 1969, le siguen las casas aledañas al Congreso, la Plaza de Armas, la Alameda y el barrio del Parque Forestal. La construcción de la carretera panamericana demuele toda una manzana en el corazón del Centro de Santiago, dividiendo un barrio que funcionó en perfecta armonía por casi un siglo.
“Ahora llegan entre diez y veinte propuestas diarias: hacemos varias demoliciones al mismo tiempo… gracias al au-
writer Alfonso Calderón (Memorias de memoria 2), as she spent her days watching the Chile that she knew disappear : “There are just a few of us left from those times. Most anyone who was worth something is gone. Today only the vulgar survive, who make money in a shameful manner or all those who live off of deceit or glitter. Gentlemen? Few. Is it worth living to see how everything ends up in the muck?”
The inexorable passing of time lowered the old banners of that pretentious Santiagoan Belle Époque that bathed the corners of this city, lost at the end of the world, in its charm. Its demise in a country whose memory of heritage is under serious debate was not ostentatious. It was easy to see a good portion of those notable residences that filled their owners with pride during the 19th century fall victim to the pick and even explosives. No building was immune. Although the National Monuments Council had been created in 1925, in 20 years its irregular work had resulted in the declaration of just four buildings in Santiago as heritage–the Moneda, the Church of Saint Francis and the Church of Saint Dominic and the house of Manuel Montt, leaving the entire sector north of the Main Square, the Courts of Justice and even the Casa Colorada (Red House), the cradle of Independence, to the mercy of progress. What else could be expected, then, for works with much less of an historic nature … Neighborhoods were being gradually dismantled, large homes were being demolished to give way to high rises or vacant lots used for parking. The grand palaces were left without context, alone, virtual anecdotes in a metropolis that was looking for its new destiny. The mansion of Manuel Bulnes was demolished in 1969, followed by the houses beside the Congress, Main Square, Alameda Avenue and the Forest Park sector. The construction of the Pan-American Highway led to the destruction of an entire block in the heart of downtown Santiago, dividing a neighborhood that worked in perfect harmony for nearly a century.
“Now between ten to twenty proposals arrive daily: we perform several demolitions at the same time … thanks to the
2 Translator’s Note: The title of this work translates as Memoirs from memory.
mento de la construcción. Antes de la mano bruta se retira lo aprovechable; pero no siempre con éxito: las chimeneas de mármol, por ejemplo, se rompen a veces al sacarlas, lo mismo que el mármol de los pisos. Espejos empotrados no se ven… además los dueños se llevan muchas veces las cosas bonitas como recuerdo, las pilas de agua o las escaleras de caracol. Hay detalles que no se pueden aprovechar, los frisos antiguos que adornaban las paredes se rompen porque son de yeso y las barandas de escalera. Los materiales que no salen de la bodega en cuatro años, tienen ya su destino prefijado: el fierro va al fierro viejo, la madera a la leña, por muy hermosas que hayan sido las casas que adornaron…”, publica El Mercurio de 1980 en un artículo sobre las empresas de demolición en Santiago. Así, nuestra capital pierde sus exponentes arquitectónicos, esos mudos testigos de épocas pasadas, en cuyos muros se atesoran los elementos trascendentales que sintetizan nuestras costumbres, modas, estilos de vida, historia y cambios, de una sociedad que pretendió en apenas 100 años convertirse en el París americano. Los edificios que hoy existen son un documento abierto a los ciudadanos, que adquieren un nuevo valor si consideramos que se salvaron milagrosamente de la tempestad provocada por esa inconsciencia histórica tan propia de nuestro país.
Demos hoy al mediodía una vuelta por el Centro de Santiago, no pretendamos encontrar a doña Delia Matte ni a alguna de las bellezas saliendo de misa; tampoco visitar el palacio Urmeneta en la calle Monjitas o divisar las cúpulas doradas de Díaz Gana en la Alameda. Extrañémonos de ver la plaza del teatro sin los medallones florentinos de la casa Arrieta, o apoyarnos en los fríos pórticos de la techada galería San Carlos. Caminemos por el populoso Santiago actual, miremos con detención porque aún exhibe en sus aceras el esplendor de sus mejores años: en el Parque Forestal las hojas otoñales caen sobre las terrazas del soberbio palacio Bruna, paradigma de la riqueza salitrera. Veremos más al sur caer el agua de la fuente de Neptuno en el cerro Santa Lucía, mientras nos acercamos a la plazoleta de Vicuña Mackenna, donde el Intendente obser -
increase in construction. What is usable is removed before the demolition, but not always successfully: marble chimneys, for example, sometimes break when they are removed, the same with the marble on the floors. Embedded mirrors cannot be seen … and the owners also often take the pretty things as souvenirs, water fountains or spiral stairways. There are decorations that cannot be saved, the old friezes that adorn the walls break because they are made of clay, as do the railings of stairs. The materials that do not leave the warehouse for years already have a pre-determined fate: iron becomes scrap, wood becomes firewood, howsoever beautiful the houses that they adorned were …” was published by El Mercurio in a 1980 article on the demolitions companies in Santiago. So, our capital lost its architectural exponents, those silent witnesses to past eras whose walls hoarded the treasure of transcendental elements that synthesized our customs, fashions, lifestyles, history and changes in a society that tried, in barely 100 years, to become a South American Paris. The buildings existing today are a book open to citizens that take on a new value if we consider that they were miraculously saved from the tempest caused by that historical irresponsibility so natural to our country.
If we were, today, to take a walk at noon through Downtown Santiago, we know we will not encounter Delia Matte or any of the beauties leaving mass, nor can we visit the Urmeneta palace on Monjitas Street or gaze at the golden cupolas of Díaz Gana on Alameda Avenue. We miss seeing the theater square without the Florentine medallions of the Arrieta house or being able to lean against the cold porticos of the roofed Saint Charles gallery. Let’s walk through the populous present Santiago, let’s look carefully because the splendor of its best years can still be seen on its sidewalks: the autumn leaves fall on the terraces of the superb Bruna palace in Forest Park, the paradigm of nitrate wealth. Further to the south, water spurts from the Neptune fountain on Mount Santa Lucia as we approach the small Vicuña Mackenna square where the Intendant watches his city alongside a winged muse. Let us go a bit further
va su ciudad junto a una musa alada. Vayamos un poco más al norte: frente al remozado teatro todavía podemos oír el refinado piano de doña Juana Browne, que traspasa las delicadas ventanas de su palacio barroco, haciendo vibrar a los asistentes que esperan en largas filas su entrada por el pórtico del teatro, el mismo que se cubrió de sangre en 1905.
Recorramos el edificio del Congreso, por la misma acera donde caminaron las elegantes señoritas Edwards Mac Clure o salieron los coches con dignatarios durante las fiestas del Centenario. Miremos el delicado friso que recorre la fachada del palacio Edwards, testigo de la suntuosidad de una mujer que adoraba el arte y el lujo. Más al sur la fachada del palacio de los Larraín Zañartu alberga un pequeño mall; caminemos un poco más para maravillarnos con la magia oriental de la Alhambra, que aún sobrevive en calle Compañía. En la esquina todavía campean en la fachada de su palacio las iniciales de don Claudio Matte, quien murió ahí casi centenario. Desde ese portón partió su cortejo hasta el Cementerio General, donde descansa en un espectacular mausoleo egipcio.
¿Qué diría doña Carolina Iñiguez de Pereira al ver su palacio derruido hoy lleno de profesionales que pretenden rescatarlo de la ruina? Su pórtico de doble altura y la galería vidriada que tan famoso lo hizo, hoy vuelve a ver la luz después de años de abandono. Si seguimos más al poniente la derruida Basílica del Salvador nos recibe, como guiándonos por los mismos caminos que pasaba la procesión de la Virgen del Carmen. En la calle Cienfuegos nos saludan las niñas desde los balcones, mientras vemos aún gárgolas, dragones y duendes en algunas fachadas. La cúpula de los Larraín relata la historia de un barrio, mientras que la casa de los Letelier o la del arquitecto Edwards Matte nos transportan a los vertiginosos cambios de la era del automóvil. Salimos a la Alameda: ya no está la fuente de Neptuno —inspirada en la de Versalles— donde los niños hacían carreras de botes. Sí está el maravilloso palacio Elguín con su cúpula apreciable desde toda la ciudad, en cuyos sótanos se ocultaron por años lingotes de
north: across from the remodeled theater we can still hear the refined piano-playing of Juana Browne, which floats through the fine windows of her baroque palace, making theater-goers vibrate, who are waiting in long lines to pass through the theater portico, the same one that was covered in blood in 1905.
Let’s walk past the Congress building on the same sidewalk where the elegant young Edwards Mac Clure daughters walked or ventured out in coaches with the dignitaries during the Centennial celebrations.
Let us look at the fine frieze that adorns the facade of the Edwards palace, witness to the lavishness of a woman who adored art and luxury. Further to the south, the facade of the Larraín Zañartu palace is home to a small mall. Let us walk a bit further to marvel at the oriental magic of the Alhambra, which still survives on Compañía Street. The initials of Claudio Matte, who died there nearly a century ago, can still be seen on the corner facade of his palace. His entourage departed through that gate towards the General Cemetery, where he rests in a spectacular Egyptian mausoleum.
What would Carolina Iñiguez de Pereira say if she saw her damaged palace now full of professionals who are trying to rescue it from ruin?
Its double-height portico and the windowed gallery that made it so famous are today again seeing light after years of abandonment.
If we continue further to the west, we will come across the downtrodden Basilica del Salvador, as if guiding us along the same roads followed by the procession of the Virgin of Carmen. Little girls greet us from the balconies on Cienfuegos Street and we can still see gargoyles, dragons and goblins on some facades. The cupola of the Larraíns tells the story of a neighborhood, while the house of the Leteliers or that of the architect Edwards Matte transports us to the dizzying changes of the automobile age. We come out on Alameda Avenue: Neptune’s fountain —inspired by the one at Versailles— is gone, where children used to hold boat races. But the marvelous Elguín palace is still there, with its cupola that can be seen from all over the city. For years its basements concealed solid gold ingots–golden reflections that eclipsed the cupolas of the Díaz
oro macizo –reflejos dorados que eclipsaban las cúpulas de la quinta Díaz Gana, donde doña Teresa Cazotte dio inicio al baile del siglo, con sus más de 300 invitados, y que fue reemplazada por un hermoso conjunto residencial de intrincadas calles a la europea.
La belle époque de Santiago vive aún en esos pequeños retazos de historia, imperceptibles al transeúnte ajetreado. Debemos –como dijo Benjamín Vicuña Mackenna– “peregrinar por las calles de Santiago; es una gráfica lección de historia, los edificios tienen alma y reflejan, con mayor fidelidad que muchos documentos literarios, el espíritu del pasado que interesa conocer”.
Sólo así redescubriremos este pequeño París al fin del mundo…
Gana estate where Teresa Cazotte gave the sign that started the ball of the century, attended by more than 300 guests. That palace was replaced by a beautiful residential complex divided by confusing streets, like in Europe.
The Belle Époque of Santiago is still alive in those small bits of history, imperceptible to the bustling passerby. As Benjamín Vicuña Mackenna said, we must: “make a pilgrimage along the streets of Santiago. It is a graphic lesson in history. The buildings have a soul and reflect, with a greater fidelity than many literary documents, the spirit of the past that we long to know.”
Only in that way will we rediscover this small Paris at the end of the world …
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1872 Palacio Pereira
1873 Comienza el plan de remodelación de Santiago a cargo del Intendente Vicuña Mackenna
1868 Palacio Urmeneta
1870 Primer incendio del Teatro Municipal Descubrimiento del Mineral de Caracoles
1862 Palacio Alhambra
1864 Fundación del Club de la Unión
1865 Censo Nacional 1.819.223 habitantes Comienza el suministro de alumbrado a gas para particulares
1874 Palacio Rojas Pradel
1875 Palacio Arrieta Palacio Barazarte
Exposición Internacional en la Quinta Normal Censo en Santiago 130.000 habitantes
1876 Palacio Díaz Gana
1877 Baile de fantasía en el Palacio Alhambra
1879 Edison Inventa la ampolleta eléctrica Inicio de la Guerra del Pacífico Se inaugura la Confitería Torres 1883 Se inaugura el Alumbrado eléctrico en la Plaza de Armas
1885 Palacio Elguín
1887 Palacio Rivas
1888 Demolición del Puente de Cal i Canto 1891 Guerra Civil Canalización del Río Mapocho
1899 Palacio Edwards
1900 Comienzan a circular los primeros tranvías eléctricos Se inaugura el diario El Mercurio de Santiago
1903 Palacio Subercaseaux
1904 Huelga de la Carne
1906 Gran terremoto en la zona central con epicentro en Valparaíso
1910 Centenario de la República de Chile
Inauguración de la Tienda Gath & Chaves
1911 Palacio Larraín
1912 Fiesta de fantasía de la familia Concha Cazotte
1919 Palacio Letelier
1920 Palacio Whigtman
Censo Santiago 510.690 habitantes
1913 Palacio Undurraga
1914 Inicio de la Primera Guerra Mundial
1916 Se funda el Club de Señoras 1918 Segunda crisis del Salitre
1921 Palacio Bruna Palacio Alamos
1926 Mansión Edwards Matte
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La Familia 1928
ENTrEVis TA s
Teresa Walker Concha
Agosto 2010 – Mayo 2012
Santiago Marín Arrieta Mayo
2012
Marita Larraín Blanchart
julio 2012
Domingo Eyzaguirre Agosto
2012
FoTo G r AFÍA s
Archivo Fotográfico Museo
Histórico Nacional
Archivo Fotográfico Museo
Nacional de Bellas Artes
Archivo Fotográfico
Universidad Diego Portales, CENFoTo
Archivo Fotográfico Biblioteca Nacional
Archivo Fotográfico Dirección de o bras de la Municipalidad de Santiago
Archivo Fotográfico SoNAMI
Archivo Visual de Santiago
Archivo Brügmann
Conservación Restauración
Colección particular de Ignacio
Corvalán
Colección particular de Antonio Rodríguez-Cano p hotographs
Photographic Archive Museo
Histórico Nacional
Photographic Archive Museo
Nacional de Bellas Artes
Photographic Archive
Universidad Diego Portales, CENFOTO
Photographic Archive Biblioteca
Nacional
Photographic Archive Dirección de Obras de la Municipalidad de Santiago
Photographic Archive SONAMI
Archivo Visual de Santiago
Archive Brügmann Conservación y Restauración
Private collection of Ignacio
Corvalán
Private collection of Antonio
Rodríguez-Cano
Queremos agradecer a las personas e instituciones que tan amablemente colaboraron en el desarrollo de este libro. Todos contribuyeron con el acceso a sus conocimientos, anécdotas, percepciones, recuerdos y distintas miradas, dándonos una visión global de lo que significó para este país la época que nos propusimos rememorar.
En forma especial agradecemos al Museo Histórico Nacional, al Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional, al Centro DAE del Teatro Municipal, al Centro Nacional de Patrimonio Fotográfico CENFOTO, a la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI) y al Archivo Brügmann Conservación y Restauración por el trabajo que realizan en la conservación de nuestra herencia fotográfica, labor que permitió exhibir en este libro valiosas imágenes de la época.
También a las instituciones que hoy conservan gran parte de los edificios que mostramos en esta edición: la Sociedad Nacional de Bellas Artes (Palacio La Alhambra), la Academia Diplomática Andrés Bello (Palacio Edwards), el Club de Oficiales de la FACH (Palacio Subercaseaux), la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile (Palacio Bruna), el Consejo de Monumentos Nacionales y la DIBAM (Palacio Pereira), la Universidad Alberto Hurtado (Casa Edwards), la Vicaría para la Educación - Arzobispado de Santiago (Palacio Letelier), al Colegio de Profesores (Palacio Whigtman), la Escuela e Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de Chile (Palacio Matte) y a la Dirección de Obras de la Municipalidad de Santiago por permitirnos el acceso al Palacio Álamos.
Por último, aunque no por ello menos importante, le agradecemos a Aida Pacheco de Brügmann, Tomás Domínguez Balmaceda, las hermanas Ximena Arrieta de Marín y Soledad Arrieta de León y Mercedes Arrieta de Velasco.
También a doña Teresa Walker Concha, Marita Larraín Blanchart, Santiago Marín Arrieta, Carla Franceschini Fuenzalida, Domingo Eyzaguirre, Carlos Benavides Zabala, Eugenia Velasco de Aguirre y Jimena Marín de Domich, quienes nos apoyaron con sus valiosas anécdotas, fotografías familiares y sobre todo por abrirnos parte de su mundo privado para entregárselos como regalo a todos los chilenos.
We wish to thank those people and institutions that so kindly collaborated in the development of this book. All of them contributed with access to their knowledge, anecdotes, perceptions, memories and different views, giving us a general view of what meant for this country the time we proposed remembering. A special thanks to the Museo Histórico Nacional, the Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional, the Centro DAE of the Teatro Municipal, the Centro Nacional de Patrimonio Fotográfico CENFOTO, the Sociedad Nacional de Minería (SONAMI) and the Archivo Brügmann Conservación y Restauración for the work they carry out in preserving our photographic heritage, work that has allowed showing in this book valuable images from the time.
Also to the institutions preserving a large part of the buildings we showcase here: Sociedad Nacional de Bellas Artes (Palacio La Alhambra), Academia Diplomática Andrés Bello (Palacio Edwards), Club de Oficiales de la FACH (Palacio Subercaseaux), Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile (Palacio Bruna), Consejo de Monumentos Nacionales and DIBAM (Palacio Pereira), Universidad Alberto Hurtado (Casa Edwards), Vicaría para la Educación – Arzobispado de Santiago (Palacio Letelier), Colegio de Profesores (Palacio Whigtman), Escuela e Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de Chile (Palacio Matte) and the Works Department of the Municipality of Santiago for allowing to enter the Palacio Álamos.
Lastly, but not least, we thank Aída Pacheco de Brügmann, Tomás Domínguez Balmaceda, the sisters Ximena Arrieta de Marín and Soledad Arrieta de León and Mercedes Arrieta de Velasco. Also to Ms. Teresa Walker Concha, Marita Larraín Blanchart, Santiago Marín Arrieta, Carla Franceschini Fuenzalida, Domingo Eyzaguirre, Carlos Benavides Zabala, Eugenia Velasco de Aguirre and Jimena Marín de Domich, who supported us with their valuable anecdotes, family photographs and, above all, for opening to us part of their private world to give it as a gift to all Chileans.
Fernando Imas Brügmann
licenciado en Conservación y Restauración (2010) de la Universidad Internacional SEK. Director y productor de eventos de la Universidad del Pacífico (2000). Se desempeñó por más de cinco años como productor y gestor cultural en la Corporación Cultural de Providencia. Hoy es socio propietario de Brügmann Conservación, estudio que se ha posicionado como un novedoso referente patrimonial enfocando sus áreas de investigación en la arquitectura, sociedad y urbanidad de los siglos XIX y XX. Ha colaborado en diversas exposiciones, catálogos y artículos para revistas como “El Baile del siglo” (Caras, 2010). Actualmente es el conservador responsable en la primera etapa de restauración del Palacio Pereira, legado Bicentenario.
Mario Rojas Torrejón
Dibujante autodidacta, licenciado en Conservación y Restauración (2010) de la Universidad Internacional SEK. Por años se ha dedicado a la investigación del patrimonio arquitectónico de Santiago, enfocando su área de estudio en las transformaciones sociales y urbanas del siglo XIX. Se perfila como uno de los profesionales más jóvenes ligados al patrimonio, colaborando en proyectos de arquitectura e investigación, catálogos y exposiciones. Es autor de diversas publicaciones digitales, l a travesía a una señorial mansión de Santiago: el Palacio Elguín”, y artículos en revistas nacionales como “El Baile del siglo” (Caras, 2010). Socio de Brügmann Conservación, actualmente se desempeña como conservador en la primera etapa de restauración del Palacio Pereira.
Fernando Imas BrügmannBachelor in Conservation and Restoration (2010) by Universidad Internacional SEK. Events director and producer by Universidad del Pacífico (2000). He performed for over 5 years as producer and cultural promoter in Corporación Cultural de Providencia. Today he is a partner and owner in Brügmann Conservación, firm that has positioned as a novelty patrimonial model focusing its research areas into architecture, society and urbanity in the 19th and 20th century. He has collaborated in numerous expositions, catalogues and articles for magazines such as “The Dance of the Century” (Caras, 2010). Currently is the conservator responsible for the first stage of the restoration of Palacio Pereira, legado Bicentenario.
Mario Rojas Torrejón
Self taught draftsman, Bachelor in Conservation and Restoration (2010) by Universidad Internacional SEK. For years he has committed to investigating the architectural patrimony of Santiago, focusing his area of study into the social and urban transformations in the 19th century. He looks as one of the youngest professionals linked to the patrimony, collaborating in architecture and research projects, catalogues and expositions. He is the author of various digital publications, “La travesía a una señorial mansión de Santiago: el Palacio Elguín”, and articles in national magazines as “The Dance of the Century” (Caras, 2010). Partner in Brügmann Conservación, he currently works as conservator in the first stage of the restoration of Palacio Pereira
Ricardo Nazer Ahumada
licenciado (1992) y Doctor (c) en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chille, profesor de la Universidad Alberto Hurtado y socio de Patrimonio Consultores Asociados. Ha publicado numerosos libros y artículos, entre los que destacan 110 años de energía para Magallanes: Historia de la Empresa Eléctrica de Magallanes: 1897-2007, en coautoría con Ricardo Couyoumdjian (Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile, 2009); l a emisión de dinero en Chile, en coautoría con Patricio Bernedo, y Carlos Donoso (Edición del Banco Central de Chile, 2006); CGE, Cien años de energía en Chile: 1905-2005, en coautoría con Ricardo Couyoumdjian y Pablo Camus (Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile, 2005); y José Tomás Urmeneta, Un empresario de siglo XIX (DIBAM, 1994).
Sebastián Gray Avins
Arquitecto, Pontificia Universidad Católica de Chile (1985). Master of Science, Massachusetts Institute of Technology (1988). Profesor de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica desde 1993, profesor invitado en diversas escuelas nacionales y extranjeras. Profesional independiente con obras publicadas y premiadas; socio de Bresciani Gray Arquitectos. Curador del Pabellón de Chile en la Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia 2002, 2004 y 2010. Curador de la XVIII Bienal de Arquitectura de Chile 2012.
Isabel Cruz Ovalle
l icenciada en Historia la Pontificia Universidad Católica de Chile (1970) y Doctora en Historia del Arte de la Universidad de Navarra (1975). Actualmente es profesora titular de la Universidad de los Andes. Es miembro de número de la Academia Chilena de la Historia, de la Academia Española de la Historia, de la Academia Portuguesa de la Historia y de la Academia de Bellas Artes de Argentina. Es autora de numerosos artículos de su especialidad, publicados en revistas chilenas y extranjeras, de ocho libros individuales, entre ellos la Trilogía Arte y Sociedad en Chile 1550- 1650 (Ediciones UC, 1995, 1996, 1998) y Manos de Mujer. Rebeca Matte y su época, 1875-1929 (o rigo, 2008); coautora de más de veinte publicaciones, así como organizadora, curadora e investigadora responsable de numerosos de proyectos de rescate, puesta en valor y gestión del patrimonio artístico y cultural de Chile
Roberto Merino
Es uno de los cronistas urbanos más relevantes de la actualidad. Posee una destacada trayectoria en edición periodística. Ha trabajado en revistas como Paula y Fibra y ha publicado en catálogos y suplementos, artículos y ensayos sobre literatura y artes visuales. Ha impartido clases en diversas universidades y actualmente se desempeña como académico de la Facultad de Comunicación y letras de la Universidad Diego Portales. Es autor de los libros de poesía Transmigración (Ediciones Archivo, 1987) y Melancolía artificial (Ediciones Carlos Porter, 1997).
A ello se suma l a antología literaria del humor chileno (Editorial Sudamericana, 2003), luces de reconocimiento (Ediciones UDP, 2008) y los libros de crónicas Santiago de memoria (Editorial Planeta, 1997), Horas perdidas en las calles de Santiago (Editorial Sudamericana, 2000) y En busca del loro atrofiado (J.C. Sáez Editor, 2005).
Ricardo Nazer Ahumada
Bachelor (1992) and PhD (c) in History by Pontificia Universidad Católica de Chile, professor of Universidad Alberto Hurtado and partner in Patrimonio Consultores Asociados. He has published numerous books and articles, among which are to be noted 110 años de energía para Magallanes: Historia de la Empresa Eléctrica de Magallanes: 1897-2007, co-authored with Ricardo Couyoumdjian (Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile, 2009); La emisión de dinero en Chile, co-authored with Patricio Bernedo and Carlos Donoso (Edition by the Central Bank of Chile, 2006); CGE, Cien años de energía en Chile: 1905-2005, co-authored with Ricardo Couyoumdjian and Pablo Camus (Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile, 2005); José Tomás Urmeneta, Un empresario de siglo XIX (DIBAM, 1994).
Sebastián Gray Avins
Architect, Pontificia Universidad Católica de Chile (1985). Master of Science, Massachusetts Institute of Technology (1988). Professor of the School of Architecture of Pontificia Universidad Católica since 1993, guest professor in various national and foreign schools. Independent professional with works published and awarded. Partner in Bresciani Gray Arquitectos. Curator of the Chilean Pavilion in the Architecture International Exposition of the Venice Biennale 2002, 2004 and 2010. Curator of the XVIII Chile Architecture Biennale 2012.
Isabel Cruz Ovalle
Bachelor in History by Pontificia Universidad Católica de Chile (1970) and PhD in History of Art by Universidad de Navarra (1975). Currently she is head professor at Universidad de los Andes. She is a full member of the Chilean History Academy, of the Spanish Academy of History, of the Portuguese Academy of History and of the Academy of Fine Arts of Argentina. She has authored numerous articles in her field of expertise, published in Chilean and foreign magazines; eight individual books, among which are noted Trilogía Arte y Sociedad en Chile 1550- 1650 (Ediciones UC, 1995, 1996, 1998) and Manos de Mujer. Rebeca Matte y su época, 18751929 (Origo, 2008); coauthor of over 20 publications, as well as organizer, curator and researcher responsible for a number of projects for the rescue, putting value and management of the artistic and cultural heritage of Chile.
Roberto Merino
He is one of the most relevant urban chroniclers nowadays. Has a noted trajectory in journalistic editing. Has worked for magazines such as Paula and Fibra and has published in catalogues and supplements, articles and essays on literature and visual arts. Has taught in various universities and is currently a professor in the Communication and Literature Department of Universidad Diego Portales. He is the author of the poetry books Transmigración (Ediciones Archivo, 1987) and Melancolía artificial (Ediciones Carlos Porter, 1997). To which is added La antología literaria del humor chileno (Editorial Sudamericana, 2003), Luces de reconocimiento (Ediciones UDP, 2008) and the chronicle books Santiago de memoria (Editorial Planeta, 1997), Horas perdidas en las calles de Santiago (Editorial Sudamericana, 2000) and En busca del loro atrofiado (J.C. Sáez Editor, 2005).
Soledad Rodríguez-Cano Samaniego
licenciada en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile (1995).
Periodista, Universidad Adolfo Ibañez (2007). Actualmente dirige ARC Editores, que se define por su compromiso con la protección y divulgación del patrimonio arquitectónico y urbanístico del país. En esa línea ha dirigido y participado como co autora de los libros l a Belle Epoque de Santiago sur poniente, “Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago” y “Entre el río y la Cañada”. Además ha desarrollado diferentes exposiciones y proyectos culturales para ayudar en la tarea de difundir el patrimonio.
Ma. Ximena Ulibarri Lorenzini
Diseñadora, licenciada en Estética y Magíster en Comunicación y Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Universidad Autónoma de Barcelona. Docente de la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Tiene una trayectoria profesional de más de 30 años donde se ha desempeñado como Directora Creativa de Publicidad Universitaria y también como Directora Creativa de la Revista Universitaria de la Vicerrectoría de Comunicaciones de la PUC. Actualmente es Directora de Revista DISEÑA de la Escuela de Diseño UC. Ha desarrollado múltiples proyectos editoriales y desde el año 2007 colabora activamente con ARC Editores. Su trabajo ha sido objeto de distinciones a nivel nacional e internacional.
Marcos Mendizabal Sanguinetti
Fotógrafo con estudios en la escuela de Cine Cinemateca Uruguaya y de Fotografía Profesional en la escuela Gris Art de Barcelona. Realiza práctica de fotografía arquitectónica junto al fotógrafo Aleix Bague en la obra de Carlos Ferrater. Desde el año 2007 ha trabajado en los proyectos de ARC Editores. El 2010 realiza las fotografías para el libro del Centro Cultural Gabriela Mistral, por encargo de la empresa constructora CVV. Paralelamente en Uruguay realiza la fotografía del libro Tu Patrimonio, el cual es un relevamiento de una selección de arquitectura patrimonial en todo el País. Actualmente se desempeña como fotógrafo independiente, especializado en arquitectura, trabajando para importantes oficinas de arquitectos del país.
Soledad Rodríguez-Cano Samaniego, Editor
Degree in History from Pontificia Universidad Católica de Chile (1995).
Degree in Journalism from Universidad Adolfo Ibañez (2007). Currently at the head of ARC Editores, which is defined by its commitment to protect and disclose the architectural and urban heritage of the country. She has produced and co-authored the books “ l a Belle Epoque de Santiago Surponiente”, “Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago” and “Entre el río y la Cañada”. She has also organized different cultural expositions and projects to further the understanding of our heritage.
Ximena Ulibarri Lorenzini, Designer
Degree in Aesthetics from Pontificia Universidad Católica de Chile and a Master in Communication and Education from Universidad Autónoma de Barcelona. Professor at the School of Design of Pontificia Universidad Católica de Chile. She has been practicing her profession for more than 30 years, as Creative Director of University Advertising and as the Creative Director of the University Review of the o ffice of the Vice-Chancellor of Communications of the Pontificia Universidad Católica de Chile. She is currently a director of the magazine DISEÑA of the School of Design. She has implemented many publishing projects and has been an active collaborator of ARC Editores since 2007. She has received many national and international honors and awards for her work.
Marcos Mendizabal Sanguinetti, Photographer
Educated at the School of Cinematography of the Cinemateca Uruguaya and in Professional Photography at the Gris Art School in Barcelona. He photographed the architectural works of Carlos Ferrater together with Aleix Bague. He has worked on projects of ARC Editores since 2007. In 2010, he took photographs for the book on the Gabriela Mistral Cultural Center at the request of CVV, a construction company. He also took photographs in Uruguay in that period for the book entitled “Tu Patrimonio”, which is a survey of a selection of heritage architecture throughout the country. He is currently working as a free-lance architectural photographer for major architectural firms in the nation.
Dirección general/ General Director
Soledad Rodríguez-Cano
Autores / Authors
Fernando Imas
Mario Rojas
Colaboradores / Collaborators
Ricardo Nazer
Isabel Cruz
Roberto Merino
Sebastián Gray
Fotografía / Photography
Marcos Mendizábal
Videos / Videos
Pablo Casals-Aguirre
Diseño / Design
Ximena Ulibarri
Edición / Edition
Cristóbal Joannon
Traducción / Translation
Carlos Elton
Rachel Wilkins
Producción gráfica / Graphic production
Rosa María Espinoza
Edición de fotografías antiguas / Editing of old photographs omar Faúndez / ograma
Impresión ograma / Primera edición de 3.000 ejemplares
Registro de Propiedad Intelectual / Inscripción N° xxxxx /
I.S.B.N xxxxx / Proyecto acogido a la ley de Donaciones Culturales, con el patrocinio de la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile y el auspicio de Banco BICE. / Edición limitada. Prohibida su venta.
Noviembre de 2012. Santiago - Chile.
Printer Ograma / First edition of 3,000 books
Intellectual Property registration Registration N° XXXXX
I.S.B.N XXXXXXXX Project under the Law on Cultural Donations, with the sponsorship of Corporación del Patrimonio Cultural de Chile and of Banco BICE / Limited Edition. Sale is forbidden.
November 2012 Santiago - Chile
Este libro formato 26 cms por 32 cms de alto 256 páginas de extensión, fue impreso a cinco colores. la tapa dura forrada en papel couché opaco de 170 grs. impresa a cinco cero color más laminado mate y folia por tiro. la encuadernación tiene lomo cuadrado costura hilo y hotmelt. Se ocupó papel hilado de 140 grs impreso a 2 colores en las hojas de guarda y Couché mate de 170 grs en las páginas interiores, la certificación FSC indica su procedencia de bosques reforestados. El texto fue compuesto con la fuente Relato serif y sans diseñada por Eduardo Manso en 2005 y 2006 en la version light, regular, y small caps. Se trabajó con Indesign CS5. las fotografías fueron tomadas por Marcos Mendizábal y el diseño gráfico es de Ximena Ulibarri. Con un tiraje de 3.000 ejemplares, el libro se terminó de imprimir el 20 de noviembre de 2012 en Santiago de Chile, por ograma impresores.
This book´s 26 cms by 32 cms high format and 256 pages long was printed in five colors. Hardcover lined in 170 grs opaque coated paper. Five zero printed color with matt laminated folia per shot. Bookbinding with sewing thread and hotmelt. It took 140 grs of paper yarn printed in 2 colors on the endsheet and 170 grs matte couche on the inside pages. It´s FSC accreditation proves its origin from certified forests. Text was composed with font Relato Serif and Sans designed by Eduardo Manso in 2005 and 2006 in its light, regular and small caps version. We worked with Indesign CS5. Photographs were taken by Marcos Mendizabal and graphic design by Ximena Ulibarri.With a circulation of 3,000 copies, this book was printed in Santiago, Chile, on November 20th 2012 by Ograma printers.