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Apellidos, herencias y fortunas en el Santiago de cambio de

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Introducción

Introducción

Siglo

Family names, estates and fortunes in the Santiago of the turn of the century

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Al comenzar el siglo XIX la ciudad de Santiago se había transformado en una ciudad atractiva para las familias terratenientes y mercantiles, descendientes de los antiguos encomenderos y hacendados y de la inmigración vasco navarra del siglo XVIII1 Era un grupo social minoritario caracterizado por la posesión de fortuna agraria y la compra del status social a través de mayorazgos y títulos nobiliarios, como fue el caso de las familias Irarrázaval, Mesía, Cerda, García-Huidobro, Valdés, Ruiz-Tagle, l arraín, Caldera, Ruiz de Azúa, lecaros, Rojas, Aguirre, Toro Zambrano, Calvo de Encalada, Fernández de Balmaceda, Prado, Herrera y Alcalde 2

Fue esta elite colonial que llevaría a cabo el proceso emancipador y la consolidación de la república, proceso que se extendió entre la Primera Junta de Gobierno de 1810 y el triunfo conservador en la batalla de lircay en 1830. A diferencia de lo sucedido en las otras ex colonias españolas, el sector dirigente terrateniente salió fortalecido del proceso emancipador, sin que se produjeran mayores cambios en la sociedad chilena. Según el historiador estadounidense Arnold Bauer, al mirar estas elites dirigentes más de cerca se observa que eran relativamente pobres comparadas con sus similares latinoamericanas, su estilo de vida era provinciano y rústico, si bien mantenían un fuerte aire “aristocrático” 3

Este grupo social debió enfrentar la aparición de nuevas fortunas, nuevos apellidos y familias, con estilos de vida diferentes y nuevas formas de vivir la riqueza que llegaron a formar parte de su entorno social en la segunda mitad del siglo XIX 4 Todo comenzó en la década de 1830, cuando el país experimentó profundas transformaciones económicas gracias a una política pragmática, entre liberal y mercantilista, basada en la expansión del comercio exterior, con un auge exportador minero y agrícola, que estimuló, en general, la vida económica de la nación

Este proceso de expansión tuvo como actor al empresariado minero y mercantil que representaba mayoritariamente a una emer-

In the early 19 th century the city of Santiago had become an attractive city for the landowning and mercantile families, descendants of the old encomenderos and hacendados* and of the Basque-Navarrese immigration in the 18th century . It was a minority social group and its main characteristic was the possession of agricultural wealth and the purchase of social status through entailed estates (through primogeniture) and nobility titles, as was the case of the Irarrázaval, Mesía, Cerda, García-Huidobro, Valdés, Ruiz-Tagle, Larraín, Caldera, Ruiz de Azúa, Lecaros, Rojas, Aguirre, Toro Zambrano, Calvo de Encalada, Fernández de Balmaceda, Prado, Herrera and Alcalde families

It was these colonial élite that led the emancipation process and the consolidation of the republic, process that goes from the First Junta (1810) and the conservative triumph in the Lircay Battle (1830). Unlike what had happened in the other former Spanish colonies, the landowning leading sector came out strengthened of the emancipation process, without bigger changes in Chilean society. According to the American historian Arnold Bauer, when looking closer at these leading élites it can be seen that they were relatively poor compared to their Latin-American counterparts, their lifestyle was provincial and rustic, although they maintained a strong “aristocratic” air 3

This social group had to face the appearance of new fortunes, new family names and families, with different lifestyles and new forms of living the wealth that became part of their social environment in the second half of the 19th century 4 It all began in the 1830s, when the country underwent economic transformations thanks to a pragmatic economic policy, a mixture of liberalism and mercantilism. This was based on the expansion of foreign trade, with a growth of mining and agricultural exports that stimulated, in general, the nation’s economic life gente burguesía, con significativa presencia de inmigración europea, que comenzaba a sobresalir en la sociedad chilena en la segunda mitad del siglo XIX. Esta nueva elite empresarial en un rápido ascenso tomó el control de las principales áreas de la economía chilena y se constituyó en el grupo social más dinámico y progresista durante el siglo XIX. Una lista de las principales fortunas chilenas publicada en el diario El Mercurio de Valparaíso el 26 de abril de 1882, demostraba que las nuevas fortunas, provenientes de la minería, industria, comercio y crédito, sumaban 134.500.000 pesos, y las provenientes de la agricultura, 24.500.000 pesos, aproximadamente equivalentes al 28 y 5 por ciento, respectivamente, del Producto Interno Bruto de Chile de 1882

Entre las principales nuevas fortunas se contaban las de las familias Edwards, lambert, Cousiño, Goyenechea, Brown, Matte, Subercaseaux, Varela, Errázuriz, Urmeneta, Eastman, Ramos, luco, Díaz Gana, Puelma, Bernstein, Santa María, lyon, Barazarte, Naranjo, lamarca, Gormaz, Schwager y Anwandter. Mientras que entre las fortunas latifundistas figuraban las familias Irarrázaval, García-Huidobro, Vicuña, lazcano Echaurren, Correa, Vergara, Cerda de ossa, Díaz Valdés, Balmaceda, Covarrubias, Buzeta, Collao, Mendiburu y Cortés Monroy 7 Esta nueva generación empresarial destacó por su capacidad de trabajo, gestión e innovación, constituyéndose así en el verdadero motor de la economía nacional. Gracias a su acción innovadora se desarrolló la minería de la plata, el cobre y el carbón. El país se constituyó en el primer productor mundial de cobre. Con el capital acumulado diversificaron sus inversiones estimulando el desarrollo del sistema financiero con el surgimiento de los primeros bancos y sociedades anónimas, lo mismo del de transporte al invertir en ferrocarriles y flotas de vapores. También invirtieron en la agricultura modernizando las haciendas con canales de regadío, maquinarias y nuevos cultivos; y en la incipiente industria con modernas fundiciones de cobre o fábricas de gas para iluminar las ciudades.

This economic expansion process has as actor the mining and mercantile sector representing mostly an emerging bourgeoisie that had a significant presence of European immigration and started to outstand in Chilean society in the second half of the 19th century. This new business élite, in a swift rise, took the control of the main areas of the Chilean economy and became the most dynamic and progressive social group during the 19th century. A list of the main Chilean fortunes published by El Mercurio of Valparaíso on 26 April 1882 showed that the new fortunes –all of them from mining, industry, trade and credit– amounted to 134,500,000 pesos; while those coming from agriculture were of 24,500,000 pesos, approximately 28 and 5 percent, respectively, of the Gross Internal Product of Chile in 1882 6

Among these new fortunes were those of the Edwards, Lambert, Cousiño, Goyenechea, Brown, Matte, Subercaseaux, Varela, Errázuriz Urmeneta, Eastman, Ramos, Luco, Díaz Gana, Puelma, Bernstein, Santa María, Lyon, Barazarte, Naranjo, Lamarca, Gormaz, Schwager and Anwandter families. While among the landowning wealth were the Irarrázaval, García-Huidobro Aldunate, Vicuña, Lazcano Echáurren, Correa, Vergara, Cerda de Ossa, Díaz Valdés, Balmaceda, Covarrubias, Buzeta, Collao, Mendiburu and Cortés Monroy families 7 This new entrepreneurial generation was noted for its working, management and innovation capacity, thus becoming the actual motor of the national economy. Thanks to their innovative action it was developed silver, copper and coal mining. The country became the world’s largest copper producer. With the capital accumulated they diversified their investments, stimulating the development of the financial system with the appearance of the first banks and stock corporations. The same happened with transportation as they invested in railways and steamships fleets. They also invested in agriculture modernizing the haciendas with watering canals, machin -

* Translator’s note: both were landowners owning vast surfaces. The difference between encomenderos and hacendados is that the former included the indigenous population within it to act as serfs. Both were granted by royal decree.

Sus capitales también se destinaron a la inversión inmobiliaria, especialmente de Santiago y Valparaíso, con el surgimiento de nuevos barrios acomodados o edificios de rentas urbanas para el comercio y la industria fabril

En el último tercio del siglo XIX las familias de origen terrateniente y las de minero mercantil se fueron consolidando en un grupo social homogéneo con un alto grado de autoconciencia de elites dirigentes al comenzar el siglo XX. En esta fusión influyeron diversos factores. Por un lado el acercamiento y contacto entre las antiguas y nuevas familias en los negocios, la política, la filantropía y la vida social fueron facilitando esta unión. Por otro, el prestigio de que gozaban los extranjeros, parte fundamental de las nuevas familias emergentes, facilitó que las antiguas familias aristocráticas le abrieran las puertas de sus mansiones y haciendas y facilitaran el encuentro entre sus hijos y a su vez aprobaran los enlaces matrimoniales 9

Esta fusión de la antigua aristocracia y las nuevas fortunas burguesas se vio favorecida por el cambio experimentado en sus estilos de vida y cultura, debido al auge económico salitrero que vivía el país desde 1880, aumentado sus ingresos y consumos, lo cual se tradujo en un estilo de vida marcado por el lujo, los viajes a Europa y, en el caso de las nuevas generaciones, las residencias permanentes en París. De modo tal que la gran mayoría de las familias tenían a alguno de los suyos en Europa, con el consiguiente influjo cultural que esto significaba, especialmente de la cultura francesa de la “belle époque” europea. Efectivamente la vida europea en esos años, especialmente en París, produjo una atracción irresistible para las elites chilenas, para quienes la estadía en París era un asunto de estatus, que marcaba diferencias y elevaba el nivel social de quien podía ostentar tal privilegio 10 En Francia una burguesía con aires aristocratizantes constituyó a la distinción como ideal en reemplazo de la nobleza. En todos los medios de comunicación escritos se definía lo que era de “buen tono, lo que constituía las buenas maneras, los miles de detalles que hacen al hombre y a la mujer bien educados, reglas minuciosas del saber vivir y comportase en la alta sociedad” 11 Esta cultura fue asimilada y trasplantada en el mundo de la alta sociedad chilena, constituyéndose en un modelo de diferenciación social respecto de otros sec- ery and new crops; and in the budding industry with modern copper foundries or gasworks to illuminate the cities. Their capitals were destined to real property investment, especially in Santiago and Valparaiso, and thus wealth neighbourhoods appeared or buildings for urban income for trade and manufacturing industry 8

In the last third of the 19th century the families coming from land ownership and those of mining-trade origin had begun consolidating into one homogeneous social group with a high degree of self-awareness of ruling élites at the beginning of the 20th century. This fusion was influenced by various factors. On one side old and new families became closer in business, politics, philanthropy and social life eased this union. On the other, the reputation foreigners had, essential part of the new arising families, made it easier that the aristocratic families opened them the doors to their mansions and haciendas and eased the encounter between their sons and at the same time approved their marriages 9

This fusion of the old aristocracy and the new bourgeois fortunes was favoured by the change their lifestyles and culture underwent, due to the economic expansion from nitre the country lived since 1880. This increased their income and consumes, which translated into a lifestyle marked by luxury, travels to Europe and, in the case of new generations, permanent stay in Paris. In such a manner that most of the families had one of their own in Europe and the subsequent cultural influx it meant, especially of the French culture of the European “belle époque”.

Effectively, European life during the “belle époque”, especially in Paris, had an irresistible attraction for the Chilean élites, for which the stay in Paris was a matter of status marking differences and raising the social level of those that could flaunt such privilege 10. In France, a bourgeoisie with ‘aristocratic’ airs was the distinction as ideal instead of nobility. In all written communication media was defined what was considered to be “in good taste, what was good manners, the thousands of details that made men and women well-mannered, meticulous rules on savoir vivre and behaving in high society” 11 This culture tores sociales, y asimismo de identidad y mentalidad aristocrática. En Chile se consolidó definitivamente la vida urbana; Santiago tuvo una primacía sobre Valparaíso y Concepción como residencia natural de las elites dirigentes nacionales. la migración de las principales familias porteñas y del norte minero a la capital estuvo motivada por la admiración y el deseo de formar parte de los círculos sociales más importantes de la así denominada aristocracia de Santiago. Adquirió importancia la inversión en fundos y haciendas por parte de la emergente burguesía, así como una inversión económicamente rentable que permitiese obtener prestigio social y una posición política. También la construcción de un flamante palacio en los barrios elegantes de la capital, la pertenencia a clubes exclusivos, ocupar un puesto en el Congreso Nacional, frecuentar salones y tertulias, y rematar un palco en el Teatro Municipal constituían mecanismos de integración que solían consolidarse con enlaces matrimoniales con familias tradicionales 12 Adentrándonos en los mecanismos de integración social a la alta sociedad chilena, sin duda resultaba imprescindible la posesión de una fortuna. En la política sería el gobierno de Manuel Montt quien integraría al emergente empresariado minero y mercantil en las listas gobiernistas que permitieron llegar al Congreso Nacional a José Tomas Urmeneta, Matías Cousiño y Agustín Edwards, por ejemplo. Unos años más tarde, en 1859, la fragmentación del partido pelucón y la influencia de nuevas ideologías políticas dieron paso a la conformación de grupos políticos organizados, surgiendo un grupo denominado conservador, emergentes grupos opositores: liberales y radicales, y otro sector conservador, identificado con el gobierno de Manuel Montt denominado Nacional. En estos partidos políticos las emergentes fortunas siempre encontraron un espacio donde participar, sobre todo tras la instauración del régimen parlamentario, entre 1891 y 1925, donde se produjo la completa manipulación del sistema electoral (intervención de los registros electorales, cohecho y fraude) haciendo que un sillón parlamentario costara varios millones de pesos a los candidatos siempre dispuestos a gastar sus fortunas con el fin de adquirir los honores y privilegios del cargo 13 o tro espacio exclusivo reservado para los hombres, como lo era la política, era la pertenencia al Club de la Unión de Santiago. Fundado was assimilated and transplanted into the world of the Chilean high society, becoming a social differentiation model vis-à-vis other social sectors, and also of aristocratic identity and mentality.

Urban life consolidated definitively in Chile. Santiago had supremacy over Valparaíso as natural residence of the national ruling élites. The migration of the main families from Valparaíso and from the mining areas of the north of Chile was motivated by the admiration and desire to be part of the most important social circles of the so-called Santiago aristocracy. It became very important investing in country estates and haciendas by the arising bourgeoisie, as an investment economically profitable that allowed obtaining social prestige and political position. Also the building of a splendid palace in the smart neighbourhoods of the capital, belonging to exclusive clubs, holding a seat in Congress, frequenting salons and tertulias, and to auction and buy a box at the Teatro Municipal were integration mechanisms that became consolidated with marriages into traditional families 12

Going further into the mechanisms for social integration into the Chilean high society, it is undoubted the possession of a fortune. In politics it would be the Manuel Montt administration which would integrate the raising mining and trade entrepreneur into the government lists that allowed obtaining a seat in Congress for José Tomas Urmeneta, Matías Cousiño and Agustín Edwards, for example. A few years later –in 1859–, the fragmentation of the pelucón government party and the influence of new political ideologies gave place to the formation of new organized political groups, and thus appeared a group called conservative, and new opposing groups: liberals and radicals, and another conservative group identified with the Montt administration called National. In these political parties the newly formed fortunes always found a space in which to take part, especially after the instatement of the parliamentary regime (1891-1925), where the whole electoral system was manipulated (intervention of electoral records, bribery and fraud), which made a parliamentary seat to cost several million pesos for the candidates to the extent they en 1864, a semejanza de los clubes privados ingleses, en una primera etapa fue un club político de los sectores conservadores liderados por Rafael l arraín Moxó; sin embargo, con el paso del tiempo, derivó en un club social exclusivo para hombres de la alta sociedad, independiente de su color político, donde se reunían para disfrutar de un espacio privado que contaba con salones, restaurant, bar, biblioteca y salas de juego. De hecho, según su memoria de 1900, era definido como “una asociación de individuos admitidos según las reglas… que se juntan para su solaz y sus negocios y contribuyen con una cuota para su sostén y desarrollo”, siendo su acceso restringido a una serie de reglas, como ser presentando por un socio y sometido a la “Junta Calificadora de Admisión”. En la misma memoria, se señalaba que el número de socios había aumentado de 265 en 1875 a 1196 en 1900, entre los que se encontraban los hombres más importantes de la política y los negocios de la sociedad chilena 14

El estilo de vida de la alta sociedad de Santiago se organizaba en torno a una sociabilidad que se expresaba en espacios privados exclusivos. En este sentido las comidas, bailes y tertulias en los salones de palacios y mansiones se consolidan como el espacio ideal para el encuentro de las familias, donde los anfitriones e invitados podían hacer gala de los nuevos estilos de vida, a imitación del mundo europeo de la “belle époque”, que habían observado y adquirido en sus viajes y residencias. También se pone de moda la afición por la hípica: el Club Hípico de Santiago y el Valparaíso Sporting Club de Viña del Mar 15

En este sentido el Teatro Municipal de Santiago, fundado en 1857, fue el principal espacio de sociabilidad de las familias de la alta sociedad. Dotado de platea y 74 palcos –de los cuales treinta se reservaba el municipio para las autoridades del país y el resto era rematado por las principales familias de Santiago– era un espacio donde se disfrutaba de la ópera y de otros eventos artísticos. También se usaba para eventos de índole gubernamental, como las galas de fiestas patrias u otras con fines de beneficencia. Asimismo, la platea podía ser desmontada para dar paso a un gran salón donde se realizaban bailes de mascaras, fiestas de primavera y otros eventos sociales filantrópicos 16

En el mismo plano cultural surge en esta época una afición a las letras, el arte y la música. Aparecen refinados salones y tertulias (Mar- were willing to spend their fortune with the purpose of acquiring the honours and privileges of the position 13

Another space reserved solely for men, as it was politics, was membership of the Club de la Unión de Santiago, founded in 1864 in the image of the English gentlemen’s clubs. At a first stage it was political club for the conservative sectors lead by Rafael Larraín Moxó. However, with time, it derived into an exclusive social club for men of high society, regardless of their political colour, where they met to enjoy of a private space which had rooms, restaurant, bar, library and gaming rooms. In fact, as per its 1900 annual report, it was defined as “an association of individuals admitted as per the rules… which gather for their solace and their businesses and contribute with a payment for its support and development”. Its access was restricted by a series of rules, as being presented by a member and submitted to the “Qualifying Committee”. In the same annual report it is stated that the number of members had increased from 265 in 1875 to 1196 in 1900, among which were the most important men in politics and business in Chilean society 14

The lifestyle of the Santiago high society was organized around sociability expressed in exclusive private spaces. In this sense, dinner parties, balls and tertulias in palaces and mansions halls consolidate as the ideal space for the encounter of families, where hosts and guests could show the new lifestyles imitating the European world of the “belle époque” that had seen and acquired in their travels and stays. Horse racing became also very fashionable: Club Hípico (Santiago) and Valparaíso Sporting Club (Viña del Mar) became important sociability spaces 15

In this sense, the Teatro Municipal de Santiago, founded in 1857, was the main sociability space for the high class families. With orchestra seats and 74 boxes –of which 30 were kept by the municipality for the country’s authorities and the others were auctioned to the main Santiago families– it was a place to enjoy opera and other artistic functions. It was also used for governmental functions, such as the Independence Gala or others with benefit purposes. The seats could tina Barros, Delia Matte) donde se da lectura y comenta literatura española, francesa y alemana, de los cuales surge un caudal de poetas y las consiguientes revistas y certámenes donde se difunden sus escritos. En menor medida figuran los aficionados a las artes, entre los que sobresalen los coleccionistas de pinturas y antigüedades. En el plano musical, destacan algunas veladas musicales, como las que realizaba luis Arrieta Cañas. Sin embargo es en los bailes donde más se disfruta de la música, al ritmo de cuadrillas, mazurcas y polcas 17 o tro espacio de encuentro era la filantropía y la caridad. Durante el siglo XIX la atención de los problemas sociales de las clases bajas no se consideraba una preocupación del Estado sino de las familias de la alta sociedad quienes inspiradas en un espíritu cristiano y bondadoso debían asistir mediante acciones de caridad y filantropía a los más desamparados. A través de las Juntas de Beneficencia y la acción de las congregaciones religiosas se desarrollaba un sistema de protección social basado en la administración de hospitales, hospicios, lazaretos, casas de huérfanos, casas de expósitos e insanos, cementerios, casas de maternidad, dispensarios de medicamentos y socorros. También muchos laicos ligados a las ideas liberales y radicales desarrollaron obras de beneficencia al margen de las instituciones de la Iglesia, actuando a través de las Juntas de Beneficencia o sosteniendo instituciones benéficas u obras de caridad por sus propios medios económicos 18 l a mayor parte del financiamiento de la beneficencia provenía de cuantiosos legados y donaciones de miembros de las elites, los cuales además se involucraban directamente en la administración de las Juntas de Beneficencia. Entre los filántropos más destacados se cuentan Claudio Matte, Domingo Fernández Concha, Ismael y Concepción Valdés, Ramón Barros luco, Francisco Echaurren García Huidobro, Juana Ross de Edwards, Joaquín Valledor, José Joaquín luco y Manuel Arriarán, quienes no sólo aportaron su dinero sino que también su tiempo, participando directamente en la construcción y gestión de establecimientos de beneficencia 19 Este conjunto de cambios experimentados por las elites dirigentes a fines del siglo XIX y comienzos del XX hace que se constituya un grupo cerrado, que expresa “una valoración distinta y distante de los be removed and it became a grand hall for masquerades, spring balls and other philanthropic social functions 16

In the cultural place, at that time appears a liking for the belles-lettres, beaux arts and music. Refined salons and tertulias appear (Martina Barros, Delia Matte) where is read and discussed Spanish, French and German literature. From them appear a number of poets and the related magazines and contests where their writings are diffused. To a lesser extent are those with a liking for the beaux arts, among which are to be noted the collectors of paintings and antiquities. In the musical plain, some musical soirées are to be noted, such as the ones held by Luis Arrieta Cañas. However, it is in the balls where music is most enjoyed, at the rhythm of quadrilles, mazurkas and polkas 17

Another meeting point was philanthropy and charity. During the 19th century paying attention to the social problems of the lower classes was not considered a matter for the State but for the high society families, who driven by a Christian and kind spirit must then to the most forsaken through charity and philanthropy actions. Through the Juntas de Beneficencia (Charity Organizations) and the action of the religious congregations it was developed a social protection system based on hospitals, hospices, leprosaria, orphanages, foundling homes, lunatic asylums, cemeteries, maternity homes, dispensaries of medicaments and aid. Also, many lay people linked to the liberal and radical ideas developed charity works aside from the Church institutions, acting through the Juntas de Beneficencia or supporting charity institutions or works through their own economic means 18

Most of the financial support for charity came from substantial bequests and donations from the élite members, who also were directly involved in the administration of the Juntas de Beneficencia. Among the most noted philanthropists are Claudio Matte, Domingo Fernández Concha, Ismael and Concepción Valdés, Ramón Barros Luco, Francisco Echáurren García-Huidobro, Juana Ross de Edwards, Joaquín Valledor, José Joaquín Luco and Manuel Arriarán, who not only contributed with their money but also with their time, taking part directly in the construction and administration of the charity establishments 19 que no pertenecen a ella” 20 Se consolidan nuevos estilos de vida, de imitación europea, adornados de rituales sociales, que requieren niveles de ingreso que sólo algunos tienen. Para “entrar en sociedad” no sólo se necesitaba de una fortuna sino también de tener las llamadas “buenas maneras”, es decir, dominar la compleja liturgia social adquirida por la elite chilena. o tros símbolos fueron el vestuario y las joyas. l a moda comienza a constituirse en un símbolo de distinción y elegancia, siendo esta toda importada. Una intensa vida social se da en la buena mesa; sobresalen las cenas y banquetes, bailes y fiestas, donde abundaban el champagne importado y las langostas. Todo este estilo de vida necesitaba de un ejército de sirvientes, cocheros, cocineros, valets, institutrices, muchos de los cuales eran extranjeros contratados por las familias en sus viajes a Europa 21

Un rasgo distintivo de esta época fue el alto nivel de gasto de la alta sociedad, expresadas en un estilo de vida marcada por la ostentación y el lujo, el que actuaba como un verdadero mecanismo de diferenciación y distinción social al interior de ellas. Este gasto comenzaba por palacios y mansiones en Santiago finamente decoradas y alhajadas con artículos importados de Europa, a los que luego se agregaron, como segunda vivienda, auténticos palacios levantados en sus haciendas y fundos rodeados de hermosos parques con árboles y plantas exóticas, también finamente alhajadas; y una tercera vivienda en el balneario de Viña del Mar. luego continuaba con los elegantes carruajes, a los que luego se sumaron modernos automóviles, evidenciando un nuevo símbolo de status social.

All these changes the leading élites underwent in the late 19th and early 20th centuries makes them become a closed group expressing “a different and distant valuation of what does not belong to it” 20 New lifestyles are consolidated, in European style, adorned with social ritual, which require the income levels only some have. For “entering into society” was not only required wealth but also “good manners”, i.e., mastering the complex social liturgy acquired by the Chilean élite imitating that of Europe, especially of the high French culture of the “belle époque”.

A distinctive feature of the times was the high level of expenses of the high society, evidenced in a lifestyle marked by ostentation and luxury, which acted as an actual differentiation and distinction within it. These expenses started in palaces and mansions in Santiago, finely decorated and furnished with goods imported from Europe, to which were then added, as second home, actual palaces built in their haciendas and estates surrounded by beautiful grounds, also finely furnished; and a third home in the seaside town of Viña del Mar. Then moved on to fine carriages, to which were later added modern automobiles, evidencing a new symbol of social status. Other symbols were the wardrobe and jewels. Fashion starts becoming a symbol of distinction and elegance, and all of it was imported. An intense social life needed an army of footmen, maids, carriage drivers, valets, and governesses, many of which were foreigners hired by the families in their trips to Europe 21 o tro gasto enorme eran los viajes y estadías en Europa. Era habitual en los jóvenes emprender una gira de estudios al Viejo Mundo que podía fácilmente durar dos o tres años, en un recorrido que abarcaba sus principales ciudades. Vivían en grandes hoteles, visitaban museos y parques, tomaban uno que otro curso, disfrutaban del placer de viajar. También estaban los viajes de familias completas, que podían durar varios meses o más de un año incluso; eran un recorrido de placer y compras, acorde con su patrimonio. En algunos casos se aprovechaba un viaje de negocios para llevar a la familia, combinando así el trabajo y el placer. l as enfermedades también fueron causa común de viajes a Europa en busca de tratamientos médicos para las de gravedad. Algunas familias decidieron quedarse a vivir en alguna ciudad europea, especialmente París, arrendando o comprando una propiedad en algunos de sus barrios más elegantes, en estadías que se podían prolongar por años en algunos casos 22 Al igual que en Europa, la “belle époque” chilena sufriría un brusco final al comenzar los años veinte cuando la bonanza salitrera llegó a su fin, sumergiendo al país en un crisis económica, social y política que se prolongaría hasta los años treinta. Como las nuevas generaciones se habían vuelto rentistas, sin espíritu emprendedor para generar nuevos negocios, fueron gastando sus fortunas en un estilo de vida de alto consumo y lujos, de modo tal que al sobrevenir la crisis gran parte de ella quedó en la ruina o con sus fortunas muy disminuidas. En su fuero interno las familias hicieron su mea culpa respecto de su estilo de vida anterior y la obligada austeridad ganó terreno, quedando los palacios como mudos testimonios de un pasado glorioso.

Another rather large expense was the travels and stays in Europe. It was usual for the young members of these families to make a study tour of the Old World that could easily last for two to three years, touring most of its main cities. They lived in grand hotels, visited museums and parks, took some courses, and enjoyed the pleasure of travelling. There were also trips of whole families that could last for several months or even more than one year, and it was a trip of leisure and shopping (according to their wealth). In some cases a business trip was the chance for taking the family, thus combining business and pleasure. Illnesses were also common cause for trips to Europe seeking medical treatments for the more serious ones. Some families decide to remain in some European city, mainly Paris, renting or buying a property in some of its most elegant districts in stays that could be of years in some cases 22 As with Europe, the Chilean “belle époque” would suffer a rather abrupt end in the early 1920s when the nitre prosperity came to an end, and the country became submerged in an economic, social and political crisis that would prolong until the 1930s. As the new generations had become people living off the income of their investments and real property, with no enterprising spirit for generating new businesses, they spent their fortunes in a lifestyle of high consumption and luxury, so when the crisis overcame them, most were ruined or their fortune seriously diminished. In their heart of hearts, the families did a mea culpa regarding their previous lifestyle and forced austerity gained ground. The palaces remain as silent witnesses of a glorious past.

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1 Jacques Barbier, “Elite and cadres in Bourbon

Chile”, Hispanic American Historical Review vol. 52, Nº3, 1972, pp. 426-435; Alfredo Jocelyn-Holt, La Independencia de Chile: tradición, modernización mito 3a. ed. Santiago: Planeta/Ariel, 2001, pp. 90-95; Ricardo Couyoumdjian, “los magnates chilenos del siglo XVIII”. Revista Chilena de Historia Geografìa Santiago, 136, 1968, pp. 315-322.

2 Arnold Bauer, La sociedad rural chilena: desde la conquista española a nuestros días 1a. ed. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1994, p. 36; Domingo Amunátegui Solar, Mayorazgos y títulos de Castilla Santiago: Impr. Barcelona, 1901-1904. 3 Bauer., pp. 50-51.

4 Ricardo Nazer Ahumada, “El surgimiento de una nueva elite empresarial en Chile: 1830-1880”. En Minoranze e culture imprenditoriali. Cile e Italia (secoli XIX- XX).

A cura di Franco Boneli e María Rosario Stabili. (ed.). U. de Roma. Italia, 2002, pp. 59-84.

5 Sergio Villalobos R. y Rafael Sagredo B., El proteccionismo económico en Chile siglo XIX 1a. ed. Santiago: Inst. Blas Caña, 1987.

6 El Mercurio Valparaíso, 26 de abril de 1882.

7 Ibid. 8 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 59-84.

9 Sergio Villalobos, Origen ascenso de la burguesía chilena 4a. ed., Santiago: Universitaria, 1998, pp. 105-110.

10 Ibid., pp. 394-450.

11 María l arraín Hurtado, Descubriendo vidas, la historia de una familia en cuatro tiempos. El caso de los Peña (1774-1938) Tesis de licenciatura Pontificia Universidad Católica de Chile, 2000, pp. 118-122.

12 Vargas Juan Eduardo, “Aspectos de la vida privada de la clase alta de Valparaíso: la casa, la familia y el hogar entre 1830 y 1880”, Historia Santiago, 32, 1999, pp. 683-684.

13 Ricardo Nazer y Jaime Rosenblitt, “Electores, sufragio y democracia en Chile”, Mapocho Santiago, 48: pp. 215-229, segundo semestre 2000.

14 María José l arraín Berguño. “De la innovación política a la innovación social: El Club de la Unión de Santiago de Chile”, Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 69 (28), 1 de agosto de 2000. Club de la Unión. Cuadragésima cuarta memoria presentada por el directorio del Club de la Unión a la junta general ordinaria: en 10 de setiembre de 1900 Santiago: Imprenta Encuadernación litografía Esmeralda, 1900.

15 Fernando Silva, Historia de Chile (en colaboración con osvaldo Silva, Patricio Estellé y Sergio Villalobos), Santiago, Editorial Universitaria, 2000. pp.667-674.

16 Rosario Álvarez Piracés (ed.), Teatro Municipal de Santiago: 150 años Santiago, El Teatro, 2008.

17 Ricardo Nazer Ahumada, Auge y ocaso de dos familias de la elite empresarial chilena: Los Errázuriz Urmeneta los Edwards Mac Clure. 1880-1941 Tesis de Doctorado. Instituto de Historia, inédita. Pontificia Universidad Católica de Chile.

18 Fernando Silva Vargas, “Notas sobre el pensamiento social católico a fines del siglo XIX”, (Santiago) Historia 4, 1965, pp. 237-262; María Angélica Illanes o., Historia del movimiento social y de la salud pública en Chile: 1885-1920: solidaridad, ciencia y caridad Santiago: Colectivo de Atención Primaria, 1989; Pablo Camus Gayán, “Filantropía, medicina y locura: la casa de orates de Santiago.1852-1894, (Santiago), Historia 27, 1993, p.92.

19 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (18911973) Vol. I, Tomo II, Santiago, Santillana, 1981, pp. 641-642.

20 Silva, op. cit., p. 670.

21 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973) v. 2. Triunfo y decadencia de la oligarquía (1891-1920).

3ª edición, Santiago de Chile: Zig-Zag, 1996, pp. 642-660.

22 Ricardo Nazer Ahumada, Auge y ocaso de dos familias de la elite empresarial chilena: Los Errázuriz Urmeneta y los Edwards Mac Clure. 1880-1941 Tesis de Doctorado. Instituto de Historia, inédita, 2012, Pontificia Universidad Católica de Chile.

1 Jacques Barbier, “Élite and cadres in Bourbon Chile”, Hispanic American Historical Review vol. 52, Nº3, 1972, pp. 426-435; Alfredo Jocelyn-Holt, l a Independencia de Chile: tradición, modernización y mito 3a. ed. Santiago: Planeta/Ariel, 2001, pp. 90-95; Ricardo Couyoumdjian, “Los magnates chilenos del siglo XVIII”. Revista Chilena de Historia y Geografìa Santiago, 136, 1968, pp. 315-322.

2 Arnold Bauer, l a sociedad rural chilena: desde la conquista española a nuestros días 1a. ed. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1994, p. 36; Domingo Amunátegui Solar, Mayorazgos y títulos de Castilla Santiago: Impr. Barcelona, 1901-1904. 3 Bauer., pp. 50-51.

4 Ricardo Nazer Ahumada, “El surgimiento de una nueva élite empresarial en Chile: 1830-1880”, En Minoranze e culture imprenditoriali. Cile e Italia (secoli XIX- XX). A cura di Franco Boneli e María Rosario Stabili. (ed.). U. de Roma. Italia, 2002, pp. 59-84.

5 Sergio Villalobos R. y Rafael Sagredo B., El proteccionismo económico en Chile siglo XIX 1a. ed. Santiago: Inst. Blas Caña, 1987.

6 El Mercurio Valparaíso, 26 de abril de 1882.

7 Ibid.

8 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 59-84.

9 Sergio Villalobos, o rigen y ascenso de la burguesía chilena 4a. ed., Santiago: Universitaria, 1998, pp. 105-110.

10 Ibid., pp. 394-450.

11 María Larraín Hurtado, Descubriendo vidas, la historia de una familia en cuatro tiempos. El caso de los Peña (1774-1938) Tesis de licenciatura Pontificia Universidad Católica de Chile, 2000, pp. 118-122.

12 Vargas Juan Eduardo, “Aspectos de la vida privada de la clase alta de Valparaíso: la casa, la familia el hogar entre 1830 1880”, Historia Santiago, 32, 1999, pp. 683-684.

13 Ricardo Nazer y Jaime Rosenblitt, “Electores, sufragio y democracia en Chile”, Mapocho Santiago, 48: pp. 215-229, segundo semestre 2000.

14 María José Larraín Berguño. “De la innovación política a la innovación social: El Club de la Unión de Santiago de Chile”, Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía Ciencias Sociales.

Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788]

Nº 69 (28), 1 de agosto de 2000. Club de la Unión. Cuadragésima cuarta memoria presentada por el directorio del Club de la Unión a la junta general ordinaria: en 10 de setiembre de 1900. Santiago: Imprenta Encuadernación Litografía Esmeralda, 1900.

15 Fernando Silva, Historia de Chile (en colaboración con Osvaldo Silva, Patricio Estellé Sergio Villalobos), Santiago, Editorial Universitaria, 2000. pp.667-674.

16 Rosario Álvarez Piracés (ed.), Teatro Municipal de Santiago: 150 años Santiago, El Teatro, 2008.

17 Ricardo Nazer Ahumada, Auge y ocaso de dos familias de la élite empresarial chilena: los Errázuriz Urmeneta y los Edwards Mac Clure. 1880-

1941 Tesis de Doctorado. Instituto de Historia, inédita. Pontificia Universidad Católica de Chile.

18 Fernando Silva Vargas, “Notas sobre el pensamiento social católico a fines del siglo XIX”, (Santiago) Historia 4, 1965, pp. 237262; María Angélica Illanes

O., Historia del movimiento social y de la salud pública en Chile: 1885-1920: solidaridad, ciencia y caridad Santiago: Colectivo de Atención Primaria, 1989; Pablo Camus Gayán, “Filantropía, medicina y locura: la casa de orates de Santiago.1852-1894, (Santiago), Historia 27, 1993, p.92.

19 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (18911973) Vol. I, Tomo II, Santiago, Santillana, 1981, pp. 641-642.

20 Silva, op. cit., p. 670.

21 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973). v. 2. Triunfo decadencia de la oligarquía (1891-1920). 3ª edición, Santiago de Chile: Zig-Zag, 1996, pp. 642-660.

22 Ricardo Nazer Ahumada, Auge y ocaso de dos familias de la élite empresarial chilena: los Errázuriz Urmeneta y los Edwards Mac Clure. 18801941 Tesis de Doctorado. Instituto de Historia, inédita, 2012, Pontificia Universidad Católica de Chile.

CAPíTUlo I - CHAPTER I De vanidades y proezas: El sueño del París Americano Vanities and feats: The dream of an American Paris

“Dése a mediodía la consabida vuelta por el Centro, para saludar de camino a doña Delia Matte, envuelta en pinjantes y calánticas, como una esfinge, y admirar con el manto a las bellezas del día: Elia Lemus, Ida Zañartu, Lucía Guzmán Duval… Por la tarde vaya a pasearse a pie a la Quinta Normal y verá de paso el alcázar morisco con cúpulas doradas a fuego de Díaz Gana; o la Alhambra de la calle Compañía, de don Claudio Vicuña, quien en el barrio del Cementerio General tiene otra Alhambra en miniatura, menos acompañada… ¿Escoge el Municipal? Siga por Monjitas; delante del palacio escocés de Urmeneta, con sus torreones y hiedras, y frente por frente de nuestro primer coliseo advertirá la legación Uruguaya, del decano del cuerpo diplomático don José Arrieta, con sus medallones del Renacimiento…”.

A inicios del siglo XX la capital chilena era muy parecida a la descripción del escritor Augusto D’ Halmar en su Agenda Chilena del 900. Nadie que recorriera sus elegantes calles hubiera pensado jamás que hace menos de media centuria esta vibrante urbe era una maloliente villa colonial de toscos muros de adobe. El corazón de la vida Santiaguina era la populosa Plaza de Armas, donde acudía la sociedad entera para disfrutar de la sombra de los nuevos jardines franceses, comprar en algún baratillo o refrescarse en una fuente de agua de mármol traída desde Italia. La Catedral inconclusa de Toesca, la capilla del sagrario con su alta torre y la remodelación de los edificios gubernamentales del sector norte de la Plaza estaban generando un entorno elegante, que junto a la puesta en funcionamiento del Portal Mac Clure y la Galería San Carlos, hicieron de sus alrededores los sitios predilectos para que se instalaran las familias aristocráticas. El refinamiento afrancesado que cayó sobre la sociedad chilena encontró un gran aliado en el arquitecto Francois Brunet de Baines, llegado al país en 1849. De su pluma salieron los

“Take the familiar walk around downtown at noon to greet Delia Matte on the way, wrapped in pendants and headdress like a sphinx, and admire the beauties of the day through their mantillas: Elia Lemus, Ida Zañartu, Lucía Guzmán Duval … In the afternoon, take a walk through Quinta Normal (Normal Manor) and you will see the Moresque castle of Díaz Gana topped by the flaming golden cupolas; or the Alhambra on Compañía Street (Company Street) owned by Claudio Vicuña, who has another, more solitary Alhambra in miniature, in the sector of the General Cemetery … Do you choose the Municipal Theater? Walk along Monjitas Street (Dear Nuns Street); in front of Urmeneta’s Scottish palace, with its large towers and ivy, and right across from our first large theater you will see the Uruguayan Legation, built by José Arrieta, dean of the diplomatic corps, with its medallions from the Renaissance ...”

At the start of the 20th century, the Chilean capital very much resembled the description by writer Augusto D’ Halmar in his Agenda Chilena del 900.1 No one who walked its elegant streets would have ever thought that less than half a century earlier, this vibrant metropolis was a bad-smelling colonial town with crude adobe walls.

The heart of Santiagoans’ life was the populous Plaza de Armas (Main Square) where society as a whole went to enjoy the shadow of the new French gardens, buy something in a bric-a-brac stall or quench their thirst at a marble water fountain brought from Italy.

Toesca’s unfinished Cathedral, the chapel of the tabernacle with its high tower and the remodeling of the government buildings in the northern sector of the Square were creating an elegant setting that, together with the start-up of the MacClure Portal and the San Carlos Gallery, made the sites nearby perfect for aristocratic families to live. The French-like refinement that enveloped Chilean society found a great ally in the architect Francois Brunet de Baines, who came to planos originales del Congreso Nacional y el Teatro Municipal, pero también residencias particulares como la de Melchor de Santiago Concha, Carlos Mac Clure y la del Presidente Manuel Bulnes, esta última considerada por el naturalista Claudio Gay como la más elegante y mejor amoblada de Santiago. Los cambios en las residencias son notables: “El frontis se alarga, aunque queda centrado en una entrada que sirve de eje principal. El mármol de las graderías sirve para dar el tono y concentrar la vista, que es atraída igualmente por su mayor altura. El segundo piso simplifica la composición repitiendo los motivos en un juego armónico de puertas y ventanas. Un friso de remate cumple también la faena de disimular la techumbre de teja y eleva la altura, conservando las proporciones clásicas de los dos cuerpos principales”, comenta Eugenio Pereira Salas. El interior se organiza ahora en torno a un gran hall al que dan las salas de recibo, comedor, sala de música y biblioteca. Hacia el jardín se encuentran los servicios, cocinas, bodegas y cocheras; mientras que el segundo nivel queda destinado a los dormitorios familiares. the country in 1849. He penned the original plans for the National Congress and the Municipal Theater, as well as the private homes of Melchor de Santiago Concha, Carlos MacClure and President Manuel Bulnes, this latter considered by naturalist Claudio Gay to be the most elegant and best furnished Santiago.

Esta nueva arquitectura, mucho más ceremoniosa, hizo de la vivienda un escenario para exhibir la prosperidad familiar a través de un lujoso mobiliario y finas obras de arte adquiridas a alto precio en Europa. Así, por ejemplo don Francisco Javier Rosales —encargado de negocios en Francia— compró, en la venta del mobiliario salvado del incendio de las Tullerías, gran parte del amoblado que decoró en sus primeros tiempos el Palacio de La Moneda, mientras que la familia Balmaceda adquirió un hermoso conjunto de sillas que habían sido fabricadas para el Emperador Pedro II de Brasil. Aún más esperado fue la llegada del menaje que decoraría la casa de Bernardo del Solar, cuyos enormes bultos no pudieron entrar por la puerta principal y debieron ser desembalados en plena calle: alfombras enormes, candelabros, muebles, esculturas y arañas de fino cristal que debieron ser tomadas por al menos ocho huasos, eran parte de los objetos que fueron custodiados por la policía ante la mirada atónita de decenas de maravillados curiosos.

The changes in residences are notable. In the words of Eugenio Pereira Salas: “The frontispiece is long, although it is centered in an entrance that serves as the main hallway. The marble of the stairs sets the tone and is the main focus, which is also attractive because of its great height. The second floor simplifies the composition, repeating the motifs in a harmonic set of doors and windows. A finishing frieze also fulfills the task of disguising the tile roof and raising the height while conserving the classical proportions of two main bodies.”

After entry, the interior was organized around a grand hall by which one entered the anteroom, dining room, music room and library. The service area, kitchens, storerooms and coach houses were found towards the garden. The second floor was used for the family bedrooms.

This much more ceremonious architecture made housing a stage from which to exhibit the family prosperity through luxurious furnishings and fine works of art acquired at a high price in Europe. For example, Francisco Javier Rosales–the commercial attaché in France–bought a large part of the furnishings with which he decorated the Moneda Palace in its early years at the sale of furnishins salvaged from the fire at the Tuileries. The Balmaceda family acquired a lovely set of chairs that had been manufactured for Emperor Dom Pedro II of Brazil. Even more anticipated was the arrival of the household furniture and wares that would decorate the home of Bernardo del Solar. The enormous packages could not pass through the main door and had to be unpacked on the street: huge rugs, candelabras, furniture, sculptures and fine crystal chandeliers that had to be carried by at least 8 horsemen were part of the objects that were guarded by the police while dozens of wondrous bystanders watched in amazement.

Estos lujosos muebles eran ideales para alhajar los salones construidos bajo estrictos cánones historicistas, en donde predominaban los estilos Luis XV y Luis XVI para las salas de baile o de música, el estilo oriental para la sala de fumar, el gótico para las grandes bibliotecas y el renacimiento para el gran comedor, entre otras muchas estancias con estilos novedosos.

El neoclásico francés rápidamente fue asumido por la aristocracia como el estilo que debía usarse, adquiriendo el Centro de Santiago un aspecto cada vez más sofisticado, pulcro y elegante.

“Esta sección —el Centro— comprende 126 manzanas, i en ella están situados casi todos los edificios públicos i la mayor parte de los particulares que son notables por su riqueza hermosura. Tiene 60 calles, todas ellas perfectamente rectas, i algunas bastante notables por el gran número de magníficos edificios que las adornan. En la calle de Huérfanos, por ejemplo, se encuentra situado el bellísimo edificio que ocupa el Banco Fernández Concha, recién construido, el que ocupa el Banco Nacional de Chile, las grandes i hermosas casas de D. Domingo Matte, de D. Melchor de Santiago Concha, la que ocupa el Hotel Inglés, la de D. Rafael Larraín, situada al lado del Banco Nacional, la de D. José Gregorio Castro, i otras muchas que podrían rivalizar en lujo y elegancia con las más hermosas de otros países”, escribe Recaredo Tornero.

Este predominio neoclásico se rompe con la llegada de nuevos arquitectos, constructores y decoradores de origen alemán, italiano o francés, que impulsarán la aparición de un novedoso estilo en boga en las capitales europeas —el eclecticismo— que permitió a los nuevos miembros de la elite empresarial adquirir extensos solares en el Centro para hacer alarde de su riqueza a través de exóticas formas jamás vistas en Santiago.

Uno de los primeros grandes revivals arquitectónicos ligados a la inmensa riqueza minera es el conocido Palacio Alhambra.

Fue iniciada su construcción en 1860 por orden de don Francisco Ignacio Ossa, el dueño de las minas de plata de Chañarcillo, quien decidió construir en la calle Compañía —entre Amunátegui y Teatinos— una casa inspirada en La Alhambra española. Tan entusiasmado estaba el señor Ossa con su nueva propie -

This luxurious furniture was ideal for adorning the rooms built under strict historicist canons where the styles of Louis XV and Louis XVI predominated for ballrooms or music rooms, an oriental style for the smoking room, gothic style for large libraries and the renaissance style for the large dining room, among other many rooms with novel styles.

The neoclassic French style was rapidly adopted by the aristocracy as the one that had to be used. Downtown Santiago acquired an increasingly more sophisticated, tidy and elegant appearance. Recaredo Tornero wrote: “This section–downtown–consists of 126 blocks. Nearly all public buildings are situated inside it and most of the private homes, notable because of their wealth and beauty. It has 60 streets, all perfectly straight and some quite remarkable because of the large number of magnificent buildings that adorn them. o n Huerfanos Street (o rphans Street), for example, lies the very beautiful, recently built building occupied by Fernández Concha Bank, the building housing the National Bank of Chile, the large and beautiful homes of Domingo Matte, Melchor de Santiago Concha, the building occupied by the English Hotel, the home of Rafael l arraín situated beside the National Bank, that of José Gregorio Castro, and many others that could be rivals of luxury and elegance to the handsomest buildings in other countries.”

This neoclassic predominance ended with the arrival of new German, Italian or French architects, builders and decorators, who were the engines behind the appearance of a new style in vogue in the European capitals--eclecticism–which led new members of the entrepreneurial elite to acquire spacious properties downtown to show off their wealth through exotic forms never before seen in Santiago.

One of the first grand architectural revivals linked to the immense mining wealth is the famous Alhambra Palace. Its construction began in 1860 under orders of Francisco Ignacio Ossa, owner of the Chañarcillo silver mines, who decided to build a house on Compañía dad, que mandó al arquitecto Manuel Aldunate a Granada para confeccionar los planos, quien volvió con puertas y ventanas hechas a medida, una réplica de la Fuente de los Leones y un séquito de artesanos moros. Mientras tanto mandó a cincelar su vajilla de plata vermeil a la famosa Casa Odiot de París y comprar todo el mobiliario necesario para decorar los suntuosos salones, que estuvieron listos en 1862, un par de años antes de que el viejo nazarí criollo muriera encerrado en su exótica fortaleza. Muy pronto la pequeña Alhambra pasó a manos de don Claudio Vicuña y su mujer, Lucía Subercaseaux. Los preparativos de la reinauguración, en 1875, incluyó la publicación en el diario El Ferrocarril de las piezas que tocaría la orquesta ante los más de quinientos invitados, cuyos fantásticos trajes y deslumbrantes joyas fue comentario en la ciudad por más de una década. La dueña de casa vestida de raso negro exhibió una luna de diamantes, y una dama vestida de princesa medieval había hecho colgar desde su tocado un hilo de genuinos brillantes. “Muy célebre fue el baile de fantasía que diera el señor Claudio Vicuña Guerrero el 16 de julio de 1877 en su casa de la calle Compañía, construida a semejanza de La Alhambra. Esa noche estaba profusa de iluminación y flores, con sus salones —uno de lampás azul y otro lacre—, su patio de los Leones iluminado con «arte maravilloso» y su gran comedor de auténtico estilo conteniendo una increíble cantidad de platerías y porcelanas… El punto culminante lo constituyó el cotillón que se bailó por cuarenta parejas divididas en dos grupos de a veinte que ocuparon los salones azul y lacre”, recuerda el historiador Armando de Ramón. Este ambiente de opulencia terminó abruptamente durante la revolución de 1891, cuando el señor Vicuña debió huir de su palacio al momento en que una turba enardecida comenzó a saquear las casas de los partidarios del Presidente Balmaceda. La Alhambra fue totalmente desvalijada, sus muebles arrojados a la calle y las obras de arte destruidas, salvándose sólo dos cucharas y un cuadro. “Pasamos delante de La Alhambra, como se llamaba el palacio de Claudio Vicuña, presidente electo para suceder a Balmaceda. Allí vimos en medio de la calle preciosos sofás

Street, between Amunátegui Street and Teatinos Street (Theatines Street), inspired by the Spanish Alhambra.

Mr. Ossa was so enthusiastic about his new property that he sent the architect, Manuel Aldunate, to Granada to draw up the plans. He returned with custom-made doors and windows, a replica of the Fountain of the Lions and a retinue of Moorish craftsmen. In the meantime, he ordered his silver vermeil china to be engraved at the famous House of Odiot in Paris and the purchase of all furnishings necessary to decorate the magnificent salons that were ready in 1862, a couple of years before the old native-born Nasrid died in seclusion in his exotic fortress.

Soon thereafter the little Alhambra fell into the hands of Claudio Vicuña and his wife Lucía Subercaseaux. The preparations for its re-inauguration, in 1877, included publication, in the newspaper El Ferrocarril (The Railroad) of the music that would be played by the orchestra before the more than 500 guests. Their fantastic gowns and dazzling jewels were the talk of the city for more than a decade. The hostess, dressed in black satin, displayed a crescent of diamonds and a lady dressed as a medieval princess had had a string of genuine diamonds hung from her coiffure. As historian Armando de Ramón recalled: “The costume ball held by Claudio Vicuña Guerrera on July 16, 1877 at his house on Compañía Street was very famous. That house was built in the likeness of the Alhambra. That night was profuse with lights and flowers, its salons–one in blue brocade and the other red–, its Court of the Lions illuminated with ‘marvelous art’ and its large, authentically styled dining room containing an incredible quantity of silverware and porcelain china … the high point was the cotillion that was danced by 40 couples divided into two groups of 20 that occupied the blue and red rooms.”

This environment of opulence ended abruptly during the 1891 revolution, when Mr. Vicuña had to flee his palace as an enraged crowed began to loot the homes of supporters of President Balmaceda. The Alhambra was totally stripped, its furniture thrown onto the street, and the works of art destroyed. Just two spoons and a painting y sillones de cuero de córdoba que un hombre despedazaba con un hacha” recordaría Martina Barros de Orrego en sus memorias. La despojada Alhambra fue adquirida más tarde por don Julio Garrido Falcón, filántropo y amante de las bellas artes, que la convirtió en un concurrido centro social donde se reunían artistas e ilustres personajes de la sociedad. A su muerte, en 1940, donó el edificio a la Sociedad Nacional de Bellas Artes, entidad que lo conserva hasta hoy.

Pero, ¿de dónde provenían estas inmensas fortunas?

Carlos Silva Vildósola nos otorga algunas pistas de su origen: “Entre los años de 1840 y de 70 hubo en Chile un bienestar parecido a la opulencia. Las minas del norte enviaban a la capital fortunas rápidamente hechas, y la agricultura del Valle Central, las minas de carbón y el comercio producían mucho dinero mientras el costo de vida era bajo y las costumbres sencillas” were saved. As Martina de Barros Orrego recounted in her memoirs:

Benjamín Vicuña Mackenna va mucho más allá, y nos entrega una lista de los miembros que componen la nueva elite empresarial en el siglo XIX, cuyo capital alcanza la nada despreciable suma de 174 millones de la época, una fortuna si consideramos que un fundo pequeño no costaba más de 27.000 pesos. Titula su publicación en El Mercurio de 1882 como “Los millonarios de Chile viejo”.

Encabeza la lista la familia Edwards con 16 millones de pesos, fortuna regentada por la matriarca Juana Ross y distribuida entre sus hijos. Les sigue Carlos Lambert, un activo industrial del cobre que supo invertir en tecnología minera, astucia que le otorgó el inmenso capital de 15 millones. Más abajo aparece Juan Brown con 10 millones, les sigue la familia Matte con 9 millones y Manuel Irarrázaval con 4 millones. Luego aparecen otras fortunas ligadas a la minería como la de Rafael Barazarte, Nazario Elguín y José Díaz Gana. Las haciendas y el comercio tienen sus representantes en Claudio Vicuña, Luis Pereira, Adolfo Eastman y Francisco Subercaseaux, todos millonarios radicados en el Centro de Santiago.

Otro de estos grandes capitalistas fue don José Tomás Urmeneta, dueño del Mineral de Tamaya y gestor en 1866 del alumbrado público a gas de la zona céntrica.

“We passed in front of the Alhambra, as Claudio Vicuña’s palace used to be called, who was the President–elect and successor to Balmaceda. There we saw precious sofas and leather chairs from Cordoba in the middle of the street, being chopped up by a man with an axe.”

The stripped Alhambra was later acquired by Julio Garrido Falcón, a philanthropist and lover of the fine arts, who converted it into a popular social center where artists and illustrious characters of society gathered. Upon his death in 1940, he donated the building to the National Fine Arts Society, which conserves it to this day. But where did these immense fortunes come from?

Carlos Silva Vildósola give us some clues as to their origin: “From 1840 to 1870 there was a wellbeing in Chile similar to opulence. The mines in the north sent quickly made fortunes to the capital and the farming in the central valley, coal mines and trade produced much money, while the cost of living was low and the customs simple.”

Benjamín Vicuña Mackenna went much further and gave us a list of the members comprising the new business elite of the 19th century whose capital totaled the not depreciable sum of 174 million pesos at the time, a fortune if we consider that a small ranch did not cost more than 27,000 pesos. He entitled his publication in El Mercurio (The Mercury) in 1882 “The millionaires of old Chile.”

Heading the list was the Edwards family, with 16 million pesos, a fortune managed by the matriarch Juana Ross and distributed among her children. They were followed by Carlos Lambert, an active copper industrialist who knew how to invest in mining technology, shrewdness that earned him an immense capital of 15 million. Further down is Juan Brown, with 10 million, followed by the Matte family with 9 million and Manuel Irarrázaval with 4 million. Then there were other miningderived fortunes, such as those of Rafael Barazarte, Nazario Elguín and José Díaz Gana. The fortunes from haciendas and commerce were represented by Claudio Vicuña, Luis Pereira, Adolfo Eastman and

Enamorado de la cultura inglesa, encarga un palacio a semejanza de las fortalezas de la vieja Escocia, adquiriendo dos grandes casas que derribó para poder construir un edificio de más de 3.300 m 2 , con jardines y cocheras. La obra fue ideada por el arquitecto Manuel Aldunate y supervisada por el constructor Eduardo Von Moltke.

La magnífica mansión era cercada por una reja de fierro con dos grandes portones, que permitía ingresar al jardín decorado por esculturas y fuentes de mármol. La hiedra trepaba las torrecillas del castillo dejando ver los sólidos muros animados de tanto en tanto por ventanas ojivales. Al centro una escalinata antecedía los tres grandes portones de acceso, que desembocaban en un gran hall con arquerías y una escalera tan amplia que servía de vestíbulo. Desde ahí se distribuían enormes salones tapizados de Aubusson, el comedor engalanado con platería inglesa, un escritorio con innumerables obras literarias, dos oratorios privados, una sala de música, dormitorios y una mansarda que ocupaba todo el tercer piso de la mansión. Entre las piezas de arte se contaban una espléndida galería de pinturas del siglo XV y XVI, y obras de Velásquez, Rubens, Monvoisin, Pradilla, Saal, Humbert y el chileno Antonio Smith.

“En sus últimos años, [Urmeneta] vivía en un espléndido palacio de la calle Monjitas que él mismo ordenó edificar, de conformidad a sus hábitos y a sus gustos. Recibía con mucha frecuencia, sobre todo a comer, pero en la intimidad. En mi tiempo nunca dio grandes bailes, ni comidas suntuosas, pues vivía sólo con su señora, porque sus hijas estaban casadas desde hacía tiempo… Invitaba con frecuencia a los cantantes y músicos que más le agradaban a su casa, para oírlos con más comodidad. Entre muchos otros recuerdo haber oído tocar en su salón al famoso pianista Gottschalk”, recuerda Martina Barros de Orrego en sus memorias. Urmeneta simbolizaba la riqueza de los grandes burgueses chilenos. Entre sus extravagancias se cuenta que era atendido por lacayos ingleses, y que viajaba periódicamente por las costas del Pacífico —y también a Europa— en el Dart, su yate privado. Consciente de que era un hombre que se debía a su patria

Francisco Subercaseaux, all millionaires living in Downtown Santiago. Another of these great capitalists was José Tomás Urmeneta, owner of the Tamaya Mine, who was responsible for the installation of the public gaslights in the downtown area during the 1860’s.

Enamored of English culture, he ordered a palace like the fortresses of old Scotland. He purchased two large homes that he demolished in order to be able to construct a building of more than 3,300 square meters, with gardens and coach houses. The work was designed by architect Manuel Aldunate and supervised by constructor Eduardo Von Moltke.

The magnificent mansion was enclosed by an iron grille fence with two large gates through which one entered the garden decorated by sculptures and marble fountains. The ivy climbed the turrets of the castle, revealing solid walls animated every few feet by ogival windows. At the center, a perron preceded the three large entrance doors that led into a great hall with arcades and a staircase that was so wide it could be used as a vestibule. From there one entered enormous salons in which Aubusson tapestries hung, the dining room bedecked with English silverware, a den filled with countless literary works, two private oratories, a music room, bedrooms and a mansard that occupied the entire third floor of the mansion. The works of art included a splendid gallery of paintings from the 15th and 16th centuries and works by Velásquez, Rubens, Monvoisin, Pradilla, Saal, Humbert and the Chilean Antonio Smith.

Martina Barros de Orrego recalled in her memoirs that “In his last years, [Urmeneta] lived in a splendid palace on Monjitas Street that he himself ordered built according to his habits and tastes. He frequently had guests, especially to dine, but intimately. In my time he never held grand balls or sumptuous dinners. He lived alone with his wife because his children had been married for some time … He frequently invited singers and musicians that he liked most to his home to hear them in more comfort. remember having heard, among many others, the famous pianist Gottschalk play in his salon.” participó activamente en labores de filantropía: fue mecenas de artistas y financista de los bomberos. Murió en 1878 con la pena de perder jóvenes a dos de sus hijas y ver enferma gravemente a la última de ellas, Manuela, quien vivía en un ala del palacio encerrada en su dormitorio, cubierta de todas sus alhajas, como no queriendo soltarlas al sentir que la muerte se aproximaba. El palacio entonces quedó en manos de doña Carmen Quiroga de Urmeneta, que vivió sola hasta su fallecimiento en 1897. Luego del remate del mobiliario, la casa fue ocupada intermitentemente por los descendientes, sus salones volvieron a abrirse para la Exposición del Coloniaje en 1910 y posteriormente fue arrendada de manera sucesiva como salón de baile, hotel y oficinas. Desafortunadamente el gobierno no pudo desembolsar los 500 mil pesos para su compra en 1929, siendo demolido ese mismo año. En el solar se terminó vendiendo plantas y luego se construyó un pasaje con edificios de departamentos cuyo nombre no alude a su magnánimo antecesor.

Frente a la casa Urmeneta se instaló doña Manuela Real de Azúa, quien encargó al arquitecto Eduardo Provasoli una espectacular casa de marmórea fachada ornamentada con jarrones y esculturas. Tanta era la fascinación por el lujo de doña Manuela que hizo cubrir los salones con finas placas de mármol y los decoró con tanta extravagancia que fue tildada de “siútica” por sus contemporáneos. Su amor por Europa la hizo trasladarse a París y luego a España, donde vivió cómodamente en un auténtico palacete europeo hasta su muerte. Mientras algunos partían por largas temporadas a Europa, otros volvían cubiertos por una mágica aureola de nobleza y novedosos modales que no dejaron indiferentes a ningún santiaguino. Muy comentada fue la invitación que hizo el Almirante Manuel Blanco Encalada a su recién construida residencia de calle Agustinas en la década de 1860, luego de su brillante estadía en la Corte de Napoleón III, con quien guardaba una estrecha amistad. La sociedad santiaguina quedó pasmada cuando al recibir las invitaciones encontraron al final una extraña abre-

Urmeneta symbolized the wealth of the great Chilean bourgeois. Among his extravagances was being waited on by English footmen and travelling periodically along the Pacific coast and to Europe on the Dart, his private yacht. Aware that he was a man that owed his fatherland, he participated actively in philanthropy: he was a patron of artists and a financier of the firemen. He died in 1878, saddened by the loss of two of his daughters at a young age and seeing the last of them, Manuela, seriously ill. She lived in a wing of the palace, shut away in her bedroom, covered by all her gems as if she did not want to let go of them because she felt that death was near.

The palace then fell into the hands of Carmen Quiroga de Urmeneta, who lived alone until her death in 1897. After an auction of the furnishings, the house was occupied intermittently by descendants, its salons were reopened for the Colonial Period Exposition in 1910, and subsequently leased successively as a ballroom, hotel and offices.

Unfortunately, the government could not disburse the 500 thousand pesos to purchase it in 1929 and it was demolished that same year. Plants ended up being sold on the property and then an alley was constructed with apartment buildings whose name makes no reference to their magnanimous predecessor.

Manuela Real de Azúa moved in across from the Urmeneta house. She asked architect Eduardo Provasoli to build a spectacular house with a marmoreal facade decorated with large vases and sculptures. Such was her fascination with luxury that Manuela had the salons covered with fine marble plaques and she decorated them with such extravagance that she was branded as “flashy” by her contemporaries. Her love for Europe made her move to Paris and then to Spain, where she lived comfortably in a small authentic European palace until her death.

While some left for long seasons in Europe, others returned covered by a magic halo of nobility and novel manners that left no Santiagoan indifferent. The invitation made by Admiral Manuel Blanco Encalada to his recently built residence on Agustinas Street (Augustinian Street) in the 1860’s was quite the talk of the town, after his brilliant stay at the viatura “R.S.V.P”: —“¿Y eso linda, qué quiere decir?” preguntaba una gran dama a una amiga, quien respondía: —“Un insulto ha de ser, niña, ¡para reírse de la gente!” Tan ajena a esas delicadas costumbres era nuestra sociedad, que, a pesar de emular hasta los cubiertos, no entendía ciertos códigos ya viejos en Europa. El hoy común Répondez S’il Vous Plaît (Responda por favor) dio que hablar y causó las peores controversias y enemistades.

El Almirante entregó a Chile también una de sus primeras bellezas legendarias, Teresa Blanco Gana. Su rebelde personalidad y atractivo no pasaron desapercibidos; la recuerda incluso el poeta Alfredo de Musset: “Dios muestra de vez en cuando su poder infinito en las propias criaturas. Yo la vi una noche en el Versalles de Napoleón III, se llamaba Teresa Blanco y venía de un lejano país”. Odiada por las señoritas y cortejada por todos los jóvenes chilenos, ganó su mano el rico minero Francisco Echeverría, quien ofreció un pomposo baile para anunciar el compromiso coronando la testera del salón con el nombre de su prometida escrito con brillantes. Se casaron en La Madeleine de París, siendo sus padrinos Napoleón III y la Emperatriz Eugenia de Montijo. Viajaron largamente por Europa y volvieron a Chile para instalarse en Copiapó, muy cerca de sus posesiones mineras.

Aunque la vida del reciente matrimonio auspiciaba eterna felicidad, el destino tenía preparado un final mucho menos lujoso. En 1864 la impulsiva Teresita instó a su marido para que la llevara a conocer una de sus minas en Totoralillo, a pesar de la oposición de los supersticiosos mineros que veían en el ingreso de una mujer a una mina el inicio de una catástrofe. Y así, recorriendo las maquinarias, encontró la muerte Teresita al enredar la larga cola de su vestido en una de las turbinas, muriendo triturada. Su desconsolado viudo viajó por el mundo para olvidar la pena, y a su regreso a Chile encontró también la muerte en un naufragio frente a las costas de Coquimbo.

La desdichada Teresa había hecho una de sus últimas apariciones vestida de María Antonieta en el concurrido baile de la familia Tocornal, la primera fiesta de fantasía de Santiago. Los orígenes de este baile no son menos anecdóticos, pues se

Court of Napoleon III, with whom he maintained a close friendship. Santiagoan society was dumbfounded by the invitations, at the end of which a strange abbreviation appeared, “R.S.V.P.”: “What, my dear, does that mean?,” asked a grand lady of a friend, who responded:

“It must be an insult, girl, to mock everyone!” So unfamiliar was our society with those gentle customs that despite emulating even table settings, it did not understand certain already long-standing codes in Europe. Today the common Répondez S’il Vous Plaît (Please respond) was the source of gossip and provoked the worst controversies and enmity.

The Admiral also gave Chile one of its first legendary beauties, Teresa Blanco Gana. Her rebellious personality and attractiveness did not go unnoticed. She is even remembered by the poet Alfredo de Musset: “Every once in a while God displays his infinite power in the creatures themselves. one night I saw her at Napoleon III’s Versailles. Her name was Teresa Blanco and she came from a distant country.” había realizado en la casa de don Manuel Antonio Tocornal Grez, uno de los hombres más reservados de toda la República. La idea, por supuesto, no había sido suya: era parte de uno de los caprichos de su esposa y del gordo Manuel, su cuñado, quien tenía fama de vividor, amante de la cultura francesa, extravagante en el vestir y que vivía horrorizado de caer en la pobreza. Se cuenta que don Manuel llegó a casa de su amigo el General Bulnes tomándose la cabeza y diciendo: “General, ¿sabe en qué nos ha metido el gordo?… En un baile de fantasía. ¿Qué le parece? ¡Mi casa es una loquería!”. Y mirando a las niñas de la casa echó a correr a propósito el mágico rumor: “No le cuenten a nadie. ¿Lo prometen? El gordo va a dar un baile de fantasía en la casa y no va a invitar más que a las buenasmozas y a las que bailan bien”. Dos minutos más tarde Santiago entero se sacudía con la noticia. La fiesta fue un éxito y a ella asistió Domingo Fernández Concha, Antonio Varas, Tomás Armstrong, la familia Blanco Encalada, José Arrieta y su mujer María Mercedes Cañas, la familia del General Bulnes, Emilio Concha, entre muchas otras personalidades, cuyas curiosas indumentarias y otros pormenores de la fiesta se pueden examinar en la revista Zigzag de abril de 1921. En este ambiente de progreso el abogado Luis Pereira Cotapos compró un extenso solar en el alejado sector poniente, cerca de chacras y viñas. La edificación de la casa causó mucha controversia; se comentaba en la tertulia de doña Ignacia Vicuña de Íñiguez —la suegra de Pereira— el absurdo de gastar esa enorme cantidad de dinero en construir un palacio en los suburbios, debiendo disponer, cada vez que el matrimonio visitaba a parientes o amigos, de un carro para trasladarlos. Quizás por esta situación los Pereira Íñiguez lucirían más tarde los mejores coches de Santiago, todos tirados por poderosos caballos de fina raza Hackney.

Hated by the young ladies and courted by all young Chilean men, the rich miner Francisco Echeverría won her hand. He held a pompous ball to announce their engagement, crowning the front of the salon with the name of his fiancée written in diamonds. They were married in the Church of Madeleine in Paris and Napoleon III and Empress Eugenie of Montijo were their witnesses. They travelled extensively throughout Europe and returned to Chile to set up their home in Copiapó, very close to their mining possessions.

Although the life of the new couple augured eternal happiness, fate had prepared a much less luxurious end. In 1864, the impulsive Teresita urged her husband to take her to one of his mines in Totoralillo despite the opposition of the superstitious miners, who felt that a woman entering a mine would trigger a catastrophe. Teresa encountered death while touring the machines. She caught the long train of her dress in one of the turbines and was crushed to death. Her inconsolable widower travelled around the world to overcome his grief and upon his return to Chile, he also encountered death in a shipwreck off the coast of Coquimbo.

A pesar de las discrepancias por la lejanía, el palacio no tardó en convertirse en un concurrido centro social gracias a la carismática personalidad de Carolina Íñiguez de Pereira, que organizaba frecuentemente tertulias y banquetes, a los que acudían sus más cercanas amistades así como el mundo político.

The unfortunate Teresa had made one of her last appearances dressed as Marie Antoinette at the crowded ball held by the Tocornal family, the first costume ball in Santiago. The origins of this ball are no less anecdotal as it was held at the home of Manuel Antonio Tocornal Grez, one of the most reserved men in the entire Republic.

Of course, it was not his idea: it was part of one of the whims of his wife and of chubby Manuel, his brother-in-law, who was a famous partyer, a lover of French culture, extravagant dresser and who always lived in fear of becoming impoverished.

It is said that Manuel arrived at the house of his friend, General Bulnes, holding his head in his hands and saying; “General, do you know what Chubby has gotten us into? … A costume ball. What do you think about that? My home is a madhouse!” And he looked straight at the girls in the house and purposefully started the magical rumor: “Don’t tell anyone. Promise? Chubby is going to give a costume ball at the house and he’s only going to invite the pretty women and good dancers.” Two minutes later all of Santiago was vibrating with the news.

The ball was a success and was attended by Domingo Fernández Concha, Antonio Varas, Tomás Armstrong, the Blanco Encalada family, José Arrieta and his wife, María Mercedes Cañas, the family of General Bulnes and Emilio Concha, among many other personalities whose odd garments and other details of the party can be examined in the Zigzag magazine published in April 1921.

In this progressive environment, attorney Luis Pereira Cotapos bought a spacious property in the distant western sector, near small farms and vineyards. The construction of his house was a cause for great controversy. It was commented upon at the gathering at Ignacia Vicuña de Íñiguez’s–Pereira’s mother-in-law–how ridiculous it was to spend that huge sum of money on building a palace in the suburbs because each time the couple visited friends or relatives, they would need a carriage to take them. Perhaps that is why the Pereira Íñiguez family would later own the best coaches in Santiago, all drawn by powerful Hackney thoroughbred horses.

Sobre estas manifestaciones sociales, Eyzaguirre Lyon rememora la gran cocina y hospitalidad en la mansión, que se regía según la exigente cocina francesa. El comedor de estilo Renacimiento con muebles de nogal tallados en estilo Enrique II fue escenario, el 27 de septiembre de 1895, de un gran banquete, que incluía entre sus platos: “Huitres-Potage: Bisque d’écrevisses- Poisson: Corbine créme chantilly - Entrées: Filet de boeuf aux artichauts, Pigeons sur canapé, Flan d’oursins, Cotelettes truffées aux petit pois, Paté de foie gras á la geléeEntrées froides: Galantine de dinde, Jambon d’york - Punch á la romaine- Légumes: Asperges sauce mousseline - Roti: Dinde truffé, Salade d’evocats - Desert: Pudding Diplomatique, Parfait, glacé, Gelées, fruits, fromages, café” El palacio se distribuyó de una forma bastante peculiar para ese entonces: se reemplazó el típico hall por una extensa galería vidriada con forma de cruz de malta, decorada profusamente con estucos y pavimento de mármol. En ella se emplazaron delicadas piezas artísticas de la firma Val D’Osne, un busto de Luis Pereira firmado por el catalán Foliá y fino mobiliario estilo Imperio, donde la familia vivía de manera más privada. Grandes puertas vidriadas daban paso a los salones: el tapizado en color lila, con grandes columnas y acceso a un pequeño jardín interior; la enorme biblioteca, con altos estantes empotrados y tallados; el comedor, la sala de música, el escritorio, el salón rojo, el recibidor azul: todos alhajados con gran suntuosidad. La galería hacia el poniente remataba en una capilla privada, donde en 1909 se casó Elena Pereira en una ceremonia íntima. Sobre el interior del palacio el periodista Yáñez Silva escribe en 1910: “Al entrar a la casa de la familia Pereira Íñiguez recibimos la impresión de estar en una de esas grandes y tranquilas mansiones señoriales en cuyo ambiente parece flotar el espíritu de los antepasados, que tan preciosamente guardan ciertos hogares aristocráticos de Santiago. Servida la casa por dos imponentes galerías de cristales que se cruzan, se presentan alegres varias fundiciones artísticas francesas… Amplios salones tapizados de Aubusson, confortables sitios en que abandonarse a horas de lectura, grutas

Despite the differences about distance, the palace soon became a popular social center thanks to the charismatic personality of Carolina Íñiguez de Pereira, who frequently organized gatherings and banquets that were attended by her closest friends and the political world.

Eyzaguirre Lyon recalls the great cuisine and hospitality at the social gatherings at the mansion that was governed by exigent French cuisine. The Renaissance-style dining room with walnut furniture carved in the style of Henry II was the scene, on September 27, 1895, of a large banquet. The courses of that banquet included: “Huitres-

Potage: Bisque d’écrevisses- Poisson: Corbine créme chantillyEntrées: Filet de boeuf aux artichauts, Pigeons sur canapé, Flan d’oursins, Cotelettes truffées aux petit pois, Paté de foie gras á la gelée - Entrées froides: Galantine de dinde, Jambon d’yorkPunch á la romaine- légumes: Asperges sauce mousseline - Roti: Dinde truffé, Salade d’evocats - Desert: Pudding Diplomatique, Parfait, glacé, Gelées, fruits, fromages, café.”

The palace was designed in a way that was quite peculiar for that time: The typical hall was replaced by a long windowed gallery in the form of a Maltese cross, decorated profusely with stucco and marble floors. Delicate works of art made by Val D’Osne, a bust of Luis Pereira signed by the Catalan sculptor Foliá, and fine Empire-style furnishings were emplaced inside it, where the family lived their private life.

Large glass doors gave way to the salons: the tapestry was the color of lilac, the rooms had large columns and opened into a small interior garden; the huge library with high carved, embedded shelves; the dining room, music room, den, red room, blue anteroom, all magnificently adorned. The gallery towards the west ended in a private chapel where Elena Pereira was married in a private ceremony in 1909.

The journalist Yáñez Silva wrote about the palace interior in 1910: “As we entered the Pereira Iñiguez family home, we had the impression of being in one of those grand, quiet seignorial mansions in which the spirit of ancestors seems to hang in the air, which certain aristocratic homes in Santiago so preciously retain. Several French que recuerdan el natural al lado de salas realmente opulentas… Termina la galería central por un espacioso jardín en cuyo fondo se alza un templete antiguo que muestra entre su arquería una figura de mujer abandonada en los giros de la danza…”

El edificio, construido por el arquitecto francés Lucien Henault en 1872, cayó en abandono por más de treinta años. El 30 de diciembre de 2011 fue adquirido por el Estado de Chile. Se pretende restaurar el inmueble para destinarlo a oficinas de la Dirección de Archivos, Bibliotecas y Museos (DIBAM) y el Consejo de Monumentos Nacionales.

La familia Pereira había sido —sin saberlo— pionera en poblar un sector de Santiago que hacia fines del siglo XIX vendía sus solares a precio de oro. En ellos se habían instalado conocidas familias ligadas al mundo político, la agricultura o la industria, como la de Ricardo Lyon y José Manuel Larraín, casas que hoy lamentablemente no existen.

Conociendo el prestigio del barrio, el rico minero Rafael Barazarte decide construir un palacio italiano en la esquina de calle Compañía con Amunátegui, famoso en toda la ciudad por sus vastos patios cubiertos de mármol. En 1892, esta casa pasó a manos de don Claudio Matte Pérez, un respetado hombre de negocios que centró sus esfuerzos en mejorar la labor pedagógica, creando un silabario para que los más pequeños aprendieran a leer y escribir.

La llegada del nuevo siglo trajo muchos adelantos que no se ajustaban a la anticuada mansión, por lo que el señor Matte contrata al arquitecto francés Henri Grossin para remodelar completamente la propiedad. Se techó el patio central convirtiéndolo en un espacioso hall, iluminado por una claraboya y un ventanal con vitrales, en donde destaca una figura de guirnaldas con la flor del copihue. Los dos pisos se unieron a través de una escalera con herrería de bronce, mientras que los salones fueron enmaderados a media altura y decorados sus cielos con grandes lienzos de corte romántico.

Se instaló además una moderna sala de teléfono y la casa fue una de las primeras en eliminar las sucias cocheras, artistic cast iron works lead the way in the two imposing crystal galleries that intersect in the house … Wide salons with Aubusson tapestries, comfortable sites where one can abandon oneself for hours to reading, grottos reminiscent of nature beside truly opulent rooms … The central gallery ends in a spacious garden, an old temple rising at the back in which a figure of a woman yielding to the gyrations of dance can be seen in its arcade …” reemplazándola por un confortable garaje para el automóvil. Famosa era la decoración interior, donde destacaba el “ salón de baile, que bien podría figurar en un palacio de estilo Luis XV, con muebles y cortinajes de brocados de la época. La preciosa alfombra Aubusson es una reliquia, pues ya no se encuentran muchas en el mundo”, indicaba la revista Familia en 1924. El parquet tiene igual mérito: es una muestra exquisita de fina marquetería traída especialmente desde Francia.

The building, built by the French architect Lucien Henault in 1872, fell into abandonment for more than 30 years. It was acquired by the State of Chile on December 30, 2011. The intent is to restore the property to use it for offices of the Archives, Library and Museum Bureau (DIBAM) and the National Monuments Council.

Unknowingly, the Pereira family was a pioneer in populating a sector of Santiago where large estates were sold at the price of gold towards the end of the 19th century. Well-known families linked to the political world, agriculture or industry moved there, such as the families of Ricardo Lyon and José Manuel Larraín, whose houses unfortunately no longer exist.

Knowing the prestige of the neighborhood, the rich miner Rafael Barazarte decided to build an Italian palace on the corner of Compañía and Amunátegui Streets, famous throughout the city for its vast courtyards covered in marble. In 1892, this house became the property of Claudio Matte Pérez, a well-respected businessman who focused his efforts on improving teaching, creating a primer so that young children could learn to read and write.

The arrival of the new century brought much progress that conflicted with the ancient mansion, so Mr. Matte hired Henri Grossin, a French architect, to remodel the property in its entirety. The central courtyard was roofed, making it into a spacious hall illuminated by a skylight and a large stained glass window. Notable in this latter was a figure of garlands with Copihue flowers. The two floors were joined by a staircase with bronze hardware, while the salons were lined in wood half way up and the ceilings decorated with large canvases in the Romantic style.

El nuevo palacio del señor Matte se ajustó perfectamente a los dos ámbitos de su vida privada. Las grandes estancias destinadas al baile, la música y la conversación eran ideales para desarrollar una intensa vida social, mientras que la presencia de un par de escritorios, una biblioteca y una sala de juegos, permitía al dueño de casa desenvolverse entre la intimidad de sus negocios y los estudios pedagógicos.

La mansión fue escenario de intensas tertulias políticas y deslumbrantes manifestaciones sociales, como las fiestas que ofreció la familia durante el Centenario a su huésped el Duque de Arcos, enviado especial del Rey Alfonso XIII de España.

Claudio Matte habitó la mansión hasta su muerte en 1956. Fue adquirida entonces por la Universidad de Chile, entidad que actualmente utiliza la mansión como Instituto de ciencias políticas y administrativas.

A moderate telephone room was also installed and the house was one of the first to eliminate the dirty coach hous, replacing it by a comfortable garage for the automobile. The interior decoration was famous, particularly for the “ballroom, which could well be found in a louis VI palace, with furniture and brocade curtains of the time. The priceless Aubusson rug is a relic as you can no longer find many in the world,” said Familia (Family) magazine in 1924. The parquet earned the same praise: it is an exquisite example of fine marquetry brought especially from France.

Mr. Matte’s new palace fit perfectly with the two ambits of his private life. The large rooms for dancing, music and conversation were ideal for an intense social life, while the presence of a couple of dens, a library and a game room allowed the owner to conduct his business and pedagogical studies in more intimate surroundings.

The mansion was the scene of intense political gatherings and vibrant social manifestations, like the parties offered by the family during the Centennial for their guest, the Duke of Arcos, a special envoy of King Alfonso XIII of Spain.

Claudio Matte lived in the mansion until his death in 1956. It was then acquired by the University of Chile, which currently uses it as the Institute of Political and Administrative Sciences.

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