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Presidente de la Asamblea Regional

ALBERTO CASTILLO BAÑOS. Presidente de la Asamblea Regional

Tiempo de desafíos

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El pasado 16 de febrero se cumplió el 50 aniversario del fallecimiento de Nicolás Ortega Lorca, la persona que ha estado durante más tiempo al frente de la presidencia de la Asociación de la Prensa (actual Colegio Oficial de Periodistas de la Región de Murcia) desde su constitución en el año 1906. La ingente labor de Ortega Lorca, maestro nacional y abogado de profesión, y periodista de vocación y de corazón, es tarea imposible de resumir en un artículo. Su talento, abnegación y amor al periodismo como fuente de sus emanaciones ha sido el lazo de fascinación que posibilita que medio siglo después de su muerte se le admire y se le recuerde por liderar iniciativas como la de dotar a los periodistas de un céntrico local en el corazón de la ciudad de Murcia, o el empeño en fundar unos premios, los Laureles de Murcia, que están dirigidos personas o entidades son dignas del reconocimiento y la admiración de todos nosotros y que, a día de hoy, son los más antiguos de los que se entregan en la Región.

El 23 de noviembre de 2021 tuve el inmenso honor y privilegio de presidir el acto de entrega de los Laureles de Murcia que cumplían 59 años de vida. Mientras pronunciaba mi discurso y alzaba la mirada al público asistente me afloraron sentimientos encontrados. De un lado, el orgullo de haber sido una de las personas que ha colaborado para que los ‘Laureles’ sigan vivos, pero, por otro lado, también pude reflexionar sobre la inmensa tristeza que me produjo que la necesaria separación entre asientos coartara besos y abrazos, y que las imprescindibles mascarillas ocultaran las espontáneas e inevitables sonrisas.

Cualquier mirada a nuestro futuro implica, necesariamente, un profundo análisis del presente y del pasado reciente. En apenas dos años y medio nos hemos enfrentado a la peor inundación que se ha producido en nuestra tierra en el último siglo y medio; unos meses después apareció en un confín del planeta un virus mortífero e inaprensible ante el que la ciencia sigue luchando sin descanso, y cuando, por fin, tenemos la sensación que las consecuencias de la pandemia se están atenuando, surge en la vieja Europa otro virus, el peor de todos: el de la guerra, porque el hombre sigue empeñado en tropezar una y mil veces con la misma piedra.

La reacción ante esta concatenación de tragedias ha sido admirable. Vivimos inmersos en un tiempo de desafíos para todos: para aquellos que han perdido a familiares y amigos; para aquellos a quienes la inundación les arrebató su hogar y sus recuerdos; para quiénes que se han dejado la piel, y hasta la salud, en los centros sanitarios o en los centros educativos; para aquellos que han tenido que tomar decisiones muy complicadas que afectan a miles de personas; para los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado; para aquellos que directa, o indirectamente, pueden verse afectados por un conflicto bélico de consecuencias imprevisibles...un ingente y continuo desafío. Aún queda mucho camino por recorrer, pero hay una premisa que es incuestionable: el esfuerzo de todos ha posibilitado que nos hayamos sobrepuesto a las adversidades más complicadas.

Por este motivo, soy optimista, muy optimista, respecto al futuro de la Región de Murcia, una tarea que asumimos con ilusión y responsabilidad, en la confianza de que nuestro pueblo, curtido en mil avatares históricos seguirá avanzando. Y tras la tempestad llegará la calma. Han pasado 40 años desde que se aprobó el Estatuto de Autonomía y los logros que se han conseguido en estas cuatro décadas nos animan a abrir nuevamente esa puerta a la esperanza para que podamos seguir transitando por este camino abierto de progreso para el que estamos especialmente preparados.

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