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Jaque mate al mapa de la demografía española

VERÓNICA BAÑOS FRANCO | PERIODISTA

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La despoblación equivale al envejecimiento de la ciudadanía. Explotación agrícola abandonada en Cieza./ MIRIAM SALINAS GUIRAO

Quizás me equivoque, pero siempre he comparado el mapa mundial con un tablero de ajedrez en el que tan solo unos pocos ‘privilegiados’ mueven las piezas dependiendo, como es lógico, de sus propios intereses. Esos que les harán ganar la partida…

Sin embargo, muchas veces los jugadores no son conscientes de la repercusión que sus decisiones pueden llegar a tener en cada una de ellas. O sí, pero les da igual. Y eso es precisamente lo peor.

Desgraciadamente, todo –o casi todo– en esta vida funciona marcado por algún interés. No importa el ámbito que sea. Todo existe porque interesa, hasta lo malo. Y lo que no, simplemente es porque queda fuera del alcance de la estrategia de juego de los participantes.

De esta forma, puede que la pandemia haya sido un huésped inesperado, pero de cualquier imprevisto hay que saber salir ileso –o al menos intentarlo– y, si es posible, aprovecharlo para convertir una amenaza en una oportunidad.

Así, quizás, la crisis sanitaria haya servido como excusa para múltiples ‘necesidades’ que no hubieran podido realizarse –ni justificarse– sin esa condición de ‘causa de fuerza mayor’. ¿Quién sabe…? Lo cierto es que, haciendo un símil ajedrecístico, si el atlas estadístico de España fuera el tablero y la población las piezas, se podría afirmar que los efectos del coronavirus casi han supuesto un ‘jaque mate’ al mapa de la demografía española.

Y no solo a causa del número de fallecimientos –que podrían equivaler a una jugada de estrategia llamada ‘gambito’, consistente en el sacrificio de algún peón u otra pieza al inicio de la partida para conseguir una posición más favorable–, sino también por las diferentes consecuencias que han repercutido –prácticamente de forma directa– en múltiples sectores sociales, económicos y culturales; tanto en el ámbito profesional o público como en el personal o privado.

Un ejemplo son los desplazamientos fuera de nuestro país.

A pesar de las diversas restricciones de movilidad derivadas de la crisis sanitaria que han obligado a los gobiernos de todo el mundo a realizar la denominada ‘jugada de limitación de espacio’ –en la que se bloquean cuadros del tablero con el fin de que una o varias piezas no ejerzan su acción y cumplan con un objetivo determinado–, las migraciones no han parado desde el comienzo de la pandemia, con cifras nunca antes vistas, al menos en la última década.

Según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), 164.794 extranjeros salieron de España durante el primer semestre de 2021, en su mayoría procedentes de la Unión Europea, Latinoamérica y Marruecos. No se recuerdan unos datos así desde 2013; fecha en la que entre 300.000 y 400.000 inmigrantes abandonaron nuestro país cada año obligados por la crisis económica.

Aunque no existe un motivo específico sobre este éxodo, sin duda la pandemia y las crisis que ha ido ocasionando en los diferentes sectores de la sociedad han sido determinantes para que las miles y miles de personas que vinieron a España en busca de un futuro mejor hayan tenido que renunciar a su objetivo. Al menos de momento.

Por otra parte, si hablamos de inmigración, pero en este caso ilegal, el equivalente podría ser tanto la ‘jugada

Haciendo un símil ajedrecístico, si el atlas estadístico de España fuera el tablero y la población las piezas, se podría afirmar que los efectos del coronavirus casi han supuesto un jaque mate al mapa de la demografía española

En el mes de abril, el secretario general del Frente Polisario, Brahim Gali, fue atendido por coronavirus en un hospital de Logroño bajo una identidad falsa, desencadenando una de las mayores crisis diplomáticas en décadas entre España y Marruecos

de atracción’ –en la que se atrae al rey a una zona del tablero donde se enfrenta a un peligro mayor y tiene menos posibilidades defensivas– como la de ‘desviación’ –cuando se obliga a una pieza que defiende un punto o escaque importante del tablero a dejar de cumplir con su cometido–.

De hecho, este asunto no constituye ninguna novedad en nuestro país. En mayor o menor medida, los intentos de cruzar la frontera tanto en Ceuta como en Melilla siempre han estado a la orden del día.

Crisis migratoria sin precedentes en Ceuta Sin embargo, el 17 de mayo ocurrió un hecho bastante destacado al respecto. Según fuentes de la Delegación de Gobierno de Ceuta, al menos 5.000 inmigrantes –unos 1.500 de ellos menores– lograron acceder a la ciudad autónoma de forma irregular.

Un suceso sin precedentes que estuvo claramente influido por un antecedente muy concreto. En el mes de abril, el secretario general del Frente Polisario, Brahim Gali, fue atendido por coronavirus en un hospital de Logroño bajo una identidad falsa, desencadenando una de las mayores crisis diplomáticas en décadas entre España y Marruecos.

El ejecutivo del país vecino advirtió de posibles consecuencias a su homónimo español. La secuela más inmediata fue la pasividad total –‘jugada de desviación’– de la policía marroquí ante la citada llegada masiva de inmigrantes ilegales a Ceuta, a través de la frontera, y el silencio mantenido por el gobierno durante ese día. Los datos registrados supusieron un récord diario nunca antes visto en España, ni siquiera en los momentos de mayor presión migratoria.

Tras una reunión de coordinación de urgencia entre el ministro del Interior, la directora general de la Guardia Civil, el secretario de Estado de Seguridad y el director general de la Policía, las medidas adoptadas fueron el refuerzo de las zonas de paso de Ceuta con unos 200 agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la negociación con Marruecos para la devolución de la gran mayoría de los inmigrantes.

Ya en el mes de abril –con la entrada de 128 jóvenes a nado– Marruecos dio un primer paso mostrando así su malestar por la acogida sanitaria de Gali. Prueba de ello fue que los nueve partidos con representación parlamentaria acusaron al gobierno español de tener una actitud “inaceptable y abiertamente provocadora”.

Además, en diciembre de 2020, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, ocasionando que el país vecino presionara a Alemania, España y a la propia Unión Europea a copiarlo. Pero la UE fue tajante e instó a ambas partes a lograr un acuerdo en el seno de ONU.

La entrada de mayo también coincidió con un aumento de pateras en aguas del Estrecho y del mar de Alborán, tras meses de relativa tranquilidad.

Respecto a la inmigración, como breve pincelada a nivel continental, el 10 de noviembre la Unión Europea anunció sanciones a Minsk por confabular una avalancha de inmigrantes en la frontera bielorrusa de Polonia, convirtiendo a Bielorrusia en el eje central de

Brahim Ghali, secretario general del Frente Polisario, en un viaje a Ecuador en 2017./ EFE

Crisis migratoria en Ceuta durante el mes de marzo de 2021. Imagen de Fadel Senna,/ AGENCE FRANCE-PRESSE

una crisis migratoria en Europa.

Siendo francos, en términos generales podríamos asegurar que las medidas y actuaciones políticas adoptadas para tratar de aminorar las secuelas derivadas de la pandemia y el resultado de las migraciones masivas de los últimos años se han basado en el popular mantra de “dejar que todo fluya”. En muchas ocasiones –sobre todo al principio de la crisis–, se ha optado por ‘dejar jugar al rival’ y actuar sobre lo ocurrido en vez de intentar prevenir las consecuencias.

Cambios en la población española Por otro lado, sobre los efectos de la pandemia en la población española, las principales secuelas han sido el éxodo rural, la vuelta al campo o la denominada como ‘España vaciada’. Las tres estrechamente vinculadas entre sí.

Pero no nos engañemos. Como tantos otros casos, este no es un problema de ahora, sino que viene de mucho tiempo atrás y, obviamente, su contexto se ha visto agravado con la llegada de la crisis sanitaria. Para variar…

Tal y como se recoge en un artículo sobre el tema, publicado por Javier Jorrín y Darío Ojeda en El Confidencial a finales de 2021, los pueblos se están vaciando de mujeres jóvenes, lo que supone un gran temor ante la posibilidad de no tener una nueva generación en un futuro próximo: “El éxodo rural afronta en las dos próximas décadas un momento decisivo. A los problemas tradicionales de despoblación se ha unido en las últimas décadas la emigración de mujeres jóvenes hacia las ciudades. El proceso ha llegado tan lejos que la escasez de mujeres empieza a suponer un problema para el sostenimiento de la población. Sencillamente, el mundo rural se está quedando sin mujeres para garantizar una nueva generación, lo que está creando un nuevo problema para muchas comarcas del interior de España. La incorporación de la mujer al mercado laboral ha acelerado el proceso: las jóvenes optan por formarse y emigrar a las ciudades en busca de mejores oportunidades”.

Y, en el fondo, es lógico. La mayoría de las zonas rurales carecen de infraestructuras y servicios adaptados a los modos de vida actuales. Para tratar de invertir dicha tendencia negativa sería preciso, por ejemplo, la construcción de accesos de transporte acondicionados, la instalación de telecomunicaciones similares a las de las ciudades –internet y una buena cobertura, como mínimo– o la conservación de servicios básicos, tales como el acceso a la educación o la atención sanitaria.

Pero la cuestión es: ¿Alguno de los jugadores de esta ardua partida de ajedrez está dispuesto a asumir riesgos sabiendo que sus piezas sufrirán menos aunque probablemente no puedan ganar la partida –al menos no inmediatamente–? ¿Quién sabe…?

De lo que no cabe duda es que todo ello implicaría –en términos coloquialmente ajedrecísticos– ‘talar madera’, o lo que es lo mismo, cambiar muchas piezas. Y eso, como promesa, podría colar, pero sobre el terreno, quizás ya no tantos estén por la labor…

Una prueba de que el asunto de la despoblación está a la orden del día desde hace años es que el tema tiene un lugar destacado en la estrategia ‘España 2050’, presentada por el Gobierno español en el mes de mayo de 2021.

En el informe figura que no solo la España rural es la que está perdiendo población, sino que el abandono territorial está llegando, incluso, a capitales de provincia. Desde 2010, la mitad de las capitales han perdido habitantes: “El llamado éxodo rural comenzó en los años sesenta y, desde entonces, no se ha detenido. Entre 2001 y 2008, la llegada de inmigración extranjera a España hizo que la despoblación rural se desacelerara en algunas zonas. Sin embargo, las crisis económicas de 2008 y 2011 reactivaron el proceso y consolidaron una tendencia de abandono rural que ni la mejora económica ni la recuperación de los flujos de inmigración que se dieron en los años siguientes pudieron revertir. Así, el porcentaje de población viviendo en municipios rurales ha pasado del 27% en

1981, al 20% en 2020. En la actualidad, casi la mitad de los municipios rurales de España se encuentran en riesgo de despoblación, un fenómeno que afecta a prácticamente todas las comunidades autónomas y que tiene importantes implicaciones sociales, económicas y medioambientales para el conjunto del país”.

Tanto es así que una de las conclusiones es que no se plantea un cambio de tendencia en las previsiones, ni a medio ni a largo plazo.

La despoblación de la «España vaciada» Otra de las consecuencias directas es que la despoblación equivale al envejecimiento de la ciudadanía. La edad media general en España es de 43,6 años, pero en los municipios de menos de 5.000 habitantes esa cifra está ya más cerca de los 50.

Como dato relativamente esperanzador –al menos en lo que a la Región de Murcia se refiere–: “De aquí a 2035, nueve comunidades y una ciudad autónoma perderán población: Asturias, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Cantabria, Ceuta, Castilla-La Mancha, País Vasco, Aragón y La Rioja, en este orden de magnitud. En el resto de regiones, la población aumentará”. Y es que, más allá de Madrid y Cataluña, el Levante concentrará el crecimiento poblacional. Concretamente

Las terrazas de Santo Domingo, un lugar de encuentro para turistas y vecinos./ CONCHA CANO

Sobre los efectos de la pandemia en la población española, las principales secuelas han sido el éxodo rural, la vuelta al campo o la denominada como «España vaciada»

desde Cataluña hasta algunas regiones de Andalucía.

Aunque las cifras no parecen muy alentadoras, nadie sabe qué pasará… Quizás habrá que emplazar a la España rural para que aplique la ‘fortaleza’ –posición donde el bando con menos material es capaz de lograr el empate al no permitir al bando fuerte entrar en dicha posición–.

Como resultado, los recuentos del Instituto Nacional de Estadística tampoco son precisamente muy positivos. Cualquiera diría que, aparentemente, el rival está usando el ‘encaminamiento’ –táctica que consiste en conducir una pieza contraria, normalmente el rey o la dama, a una casilla ‘envenenada’– contra la demografía española.

De acuerdo con los datos del INE a fecha 16 de diciembre de 2021, la población de España se redujo en 72.007 personas durante la primera mitad del año debido a un saldo vegetativo negativo de -70.736 individuos –157.184 nacimientos frente a 227.920 defunciones– y un saldo migratorio casi nulo de -366 personas –201.638 inmigraciones del extranjero frente a 202.004 emigraciones fuera de nuestro país– que dejó una cantidad de 47.326.687 habitantes a principios del mes de julio. Dicha reducción se produjo por primera vez desde 2016, rompiendo así con cinco años consecutivos de subida.

Por comunidades autónomas, Aragón, Asturias y País Vasco presentaron los descensos más elevados a lo largo del primer semestre de 2021 con un -1,33%, -0,39% y -0,38%, respectivamente.

Por el contrario, la Región de Murcia encabeza con diferencia los incrementos poblacionales con un 0,20%, seguida de Canarias con su 0,09% y la Comunidad Valenciana con el 0,08%.

A pesar de la salida masiva de extranjeros de nuestro país, mencionada anteriormente, el saldo migratorio de la población con nacionalidad foránea de España resultó positivo, siendo de 8.376 personas durante los primeros seis meses de 2021 y siguiendo con esta tendencia al alza desde 2015. No obstante, este crecimiento se ha revertido desde 2019, siendo un 22,6% inferior en el primer semestre de 2021 –respecto al mismo periodo de 2020–.

En el otro extremo, la emigración fue un 82,8% superior en 2021 que en 2020, resultando un saldo migratorio inferior en un 93,7%.

Por su parte, el balance derivado del desglose de la migración exterior por comunidades autónomas fue positivo en diez de ellas, también en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, mientras que en las siete restantes fue negativo. La Región de Murcia ocupó el quinto puesto de una lista encabezada por la Comunidad Valenciana (8.156) con un saldo de 1.923.

Una posición que baja hasta el séptimo lugar si nos referimos a migraciones interiores, siendo de 1.169 frente al saldo de 6.023 de los vecinos valencianos, que vuelven a ocupar el primer puesto en positivo.

De todos modos, cabe destacar que estos datos son provisionales, pues se actualizarán nuevamente en junio de 2022 y se publicarán de forma definitiva seis meses después, en diciembre del mismo año.

Después de todo, probablemente la jugada más recomendada, una vez estudiado el contexto y los acontecimientos que han ido condicionando la partida, sea utilizar la ‘defensa siciliana’ –una apertura semiabierta que se realiza cuando las blancas abren el juego con el peón de rey y las negras no contestan con la misma jugada–.

Eso y rezar porque el ‘jaque mate al mapa de la demografía española’ del inicio quedara tan solo en una falsa alarma. Un aviso que, a pesar de haber puesto en ‘jaque’ el atlas de la población de España, sirva como toque de atención para tomar nota y tratar de revertirlo aplicando la máxima del ajedrecista prusiano Siegbert Tarrasch: “En el ajedrez, como en la vida, la mejor jugada es siempre la que se realiza”.

La Región de Murcia encabeza con diferencia los incrementos poblacionales con un 0,20%, seguida de Canarias con su 0,09% y la Comunidad Valenciana con el 0,08%

Otra de las consecuencias directas es que la despoblación equivale al envejecimiento de la ciudadanía

Mazuza, en la Región de Murcia./ MIRIAM SALINAS GUIRAO

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