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España-Marruecos: alta tensión no resuelta

JAVIER MOÑINO | PERIODISTA

Don Felipe y el rey de Marruecos conversan momentos antes de la firma de varios acuerdos bilaterales./ CASA REAL

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Las relaciones entre España y Marruecos nunca han sido fáciles. Desde el nacimiento del reino alauita y su desarrollo geopolítico su mirada hacia nuestro país siempre ha ido acompañada de reclamaciones que, en muchos casos, se han basado más en meras ensoñaciones que en realidades palpables. Pero la insistencia y la tenacidad tienen premio, o eso dicen, y en el eterno tira y afloja entre ambos países en diversas cuestiones Marruecos ha contado en los últimos años con la ventaja de tener enfrente a un país que internamente no ha sabido llegar a grandes acuerdos en lo que se refiere a política exterior. Esto ha derivado en que la posición española en determinadas cuestiones ha ido balanceándose con los años, mientras que Marruecos ha tenido siempre un mensaje claro y contundente ante el mundo. Esta cuestión no es menor pues en la diplomacia internacional se valora mucho la fiabilidad y la solidez en la postura y, por desgracia, nuestro país no ha podido dar esa imagen ni en los asuntos que conciernen a Marruecos ni en otros similares.

Es curioso que en el momento de escribir estas líneas (marzo de 2022) la situación entre España y Marruecos parece que va a dar un nuevo volantazo a raíz de una misiva de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, a Mohamed VI, Rey de Marruecos. En dicha carta se pone negro sobre blanco una cuestión crucial para nuestro vecino del sur: el reconocimiento de España a que la solución marroquí a la cuestión del Sáhara Occidental es la más realista para cerrar el conflicto de esa zona del norte de África. Esta carta y esta posición han generado un terremoto político en nuestro país que habrá que analizar en el anuario del próximo año pero era necesario mencionarlo porque sus causas se iniciaron justo un año antes, en 2021.

Brahim Gali, líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, era hospitalizado de urgencia con una identidad falsa en España. Al destaparse la noticia, Marruecos empezó a mover sus piezas para mostrar su malestar y culminó con un movimiento sin precedentes al permitir el paso de miles de personas hacia la frontera que derivó en numerosos altercados en Ceuta. Se calcula que llegaron a pasar más de 5.000 en una sola jornada entre las que había unos 1.500 menores. Margarita Robles, ministra de Defensa, no dudó en criticar esta actuación del reino alauita: “Lanzar a menores de la manera como la ha hecho, incumpliendo cualquier norma de derecho internacional, poniendo en riesgo la vida de menores de su propio país, con una finalidad que no entiendo, es de enorme gravedad”. En relación con las históricas reclamaciones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla, que volvieron a estar sobre la mesa a raíz de esta crisis, la ministra se mostró contundente: “No vamos a aceptar el más mínimo chantaje, la integridad territorial no es negociable, ni está en juego”.

Reclamaciones marroquíes La cuestión del Sáhara Occidental, las reclamaciones territoriales de Ceuta, Melilla, así como diversos islotes, los conflictos pesqueros o la inmigración son algunas de las cuestiones clave que van y vuelven, que tensionan o relajan las relaciones entre ambos estados.

Alejandro del Valle Gálvez, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Cádiz y director del Centre of Excellence Jean Monnet ‘Migration and Human Rights in Europe’s External Borders’, analizaba en un artículo para el Real Instituto Elcano las reacciones negativas que Marruecos había recibido al tratar de ‘castigar’ a España por dar asistencia médica a Gali: “El desmantelamiento de controles fronterizos con las fronteras terrestres y marítimas de España en Ceuta y Melilla, decidido sin previo aviso por parte de Marruecos, ha tenido efectos no previstos por las autoridades marroquíes, como la condena por el Parlamento Europeo en su Resolución sobre la violación de la Convención de Naciones Unidas

Marruecos ha contado en los últimos años con la ventaja de tener enfrente a un país que internamente no ha sabido llegar a grandes acuerdos en lo que se refiere a política exterior

sobre los Derechos del Niño y el uso de menores por las autoridades marroquíes en la crisis migratoria de Ceuta”.

En la línea de lo que comentábamos al inicio del artículo, el catedrático del Valle Gálvez remarca los puntos débiles de la diplomacia española: “Hemos de contar con las limitaciones internas propias de España, como la reluctancia de la opinión pública a conflictos territoriales exteriores y con Marruecos; la falta de unidad en los partidos políticos respecto a la acción exterior española; y la sujeción a los principios de Estado de Derecho, transparencia y respeto del Derecho Internacional. Esto se completa con la actitud española de evitar acciones asertivas sobre los territorios reclamados para evitar incomodar al vecino del sur”.

Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor asociado del Instituto Empresa (IE), pone el acento en la agresiva actitud de Marruecos desde que Donald Trump, todavía como presidente de Estados Unidos, reconociera su derecho sobre el Sáhara Occidental: “El envalentonamiento de la diplomacia marroquí quedó patente al desatar una crisis con Alemania el pasado marzo, presumiblemente con la cuestión del Sáhara como telón de fondo. Rabat quiso enviar una señal, sobre todo a los países de la UE, de que estaba dispuesto a jugar duro si cuestionaban la decisión de Trump”.

Un interesante artículo del digital El Independiente, en el que intervenían diversos expertos sobre política internacional, dejaba una importante reflexión de Eduard Soler, investigador en el CIDOB (Barcelona

Entrada masiva de emigrantes en la frontera española con Marruecos./ AP Luna Reyes, voluntaria de la Cruz Roja, brindándole ayuda al migrante que acababa de salir del mar.

Centre for International Affairs) que nos da una dimensión muy certera sobre la influencia que nuestra relación con Marruecos ha tenido en nuestra propia política interna: “Hay pocos países que tengan un conflicto territorial abierto, algo que hace que la relación sea distinta. A su vez, hay un poso histórico fuerte que ha alimentado el nacionalismo en los dos países. En el último siglo las relaciones con Marruecos han marcado la política interna: desde la Semana Trágica, la crisis de la restauración, la guerra civil, Franco y posteriormente la Marcha Verde. No hay ningún otro país que haya influido tanto en nuestra política interna”.

Pero la historia de ambos países no ha sido solamente de desencuentros. De hecho, los gobernantes de ambos estados están obligados a entenderse porque entres sus propios ciudadanos sí que se han estrechado fuertes lazos tal y como lo reflejan algunos de los datos que aparecen en el citado artículo de El Independiente: “Las relaciones económicas son intensas: Marruecos es uno de los socios comerciales más importantes fuera de la Unión Europea. Hay más de 600 empresas afincadas en Marruecos que dan empleo a unas 20.000 personas. Y muy relevante: en España vive cerca de un millón de marroquíes”.

Javier Otazu, autor de ‘Los tres jaques al Rey de Marruecos’, piensa que el órdago de Marruecos con su presión migratoria sobre Ceuta sólo le ha servido para degradar su imagen hacia el exterior: “El problema con Marruecos es que después de provocar el flujo de migrantes a Ceuta en mayo se ha vuelto un vecino imprevisible. Fue una reacción desmedida. Son relaciones difíciles de vaticinar. Rabat siempre utiliza el comodín de Francia, que siempre se pone de su lado. Y coquetea con Francia y Rusia porque piensa que la UE está presa de obligaciones burocráticas y mecanismos democráticos. Nunca ha entendido la esencia democrática de la UE. No podemos tener con Marruecos una relación del siglo XXI porque tiene un sistema político del siglo XIX”.

En cualquier caso y a pesar de ese error, Otazu afirma que a la larga “aunque fue desmedido lo que hizo Rabat, no ha salido perdiendo en realidad. Las relaciones con España son muy desiguales y España siempre acaba cediendo”.

La ONU y la Unión Europea Entre ambas naciones está claro que no interesa una tensión eterna. Eduard Soler dice que, especialmente para nuestro país, sería demasiado perjudicial: “España no puede permitirse estar a la greña con Marruecos. Perjudica a la población de Ceuta y Melilla, a sectores empresariales, a todos lados… Y la voluntad de apaciguamiento es recíproca. Sin embargo, los ritmos son distintos”.

Volviendo a la cuestión del Sáhara Occidental, cabe recordar que en 2021 tuvimos un episodio importante que podría tener su eco en el devenir de los acontecimientos ya que la Unión Europea y la ONU, a falta de una posición clara de España, siempre han dejado claro que nada puede hacerse sin el consentimiento expreso de los ciudadanos. Así lo relata Miguel González, responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa en El País: “El tribunal de Luxemburgo se ha pronunciado ya en varias ocasiones advirtiendo de que, desde el punto de vista del derecho internacional, el Sáhara Occidental no forma parte del Reino de Marruecos, por lo que la UE no puede negociar con Rabat un acuerdo que comprometa los recursos de la antigua colonia española, sin el consentimiento del pueblo saharaui”.

A modo de conclusión sobre la situación que se desprende de un 2021 muy tenso entre España y Marruecos, cabe recordar que, pese a la importancia que pueda tener la posición de nuestro país y todo lo que pueda contribuir a distender las relaciones entre ambos países, la ONU se ha mostrado tajante por lo que la resolución de este conflicto va para largo. En la última resolución se insta a “la necesidad de alcanzar una solución política a la cuestión del Sáhara Occidental que sea realista, viable, duradera y aceptable para todas las partes y esté basada en la avenencia”. Parece poco probable que la posición de Marruecos y los saharauis en estos momentos puedan llegar a un acuerdo de tal magnitud, aunque en este caso habrá que concluir con un deseo optimista y recordar aquello de que “la esperanza es lo último que se pierde”.

Marruecos permitió el paso de miles de personas hacia la frontera: se calcula que llegaron a pasar más de 5.000 en una sola jornada entre las que había unos 1.500 menores

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