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La profesión periodística ante la era digital: “destrucción creativa”

PROF. DR. PABLO S. BLESA ALEDO | DECANO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN UCAM

El sacrificio consume a los que se enrolan en ‘la artillería de la libertad’, como Hans Christian Andersen definió a los manufactureros de la información. Para practicar “el mejor oficio del mundo” (Gabriel García Márquez), los periodistas asumen privaciones. De manera habitual son zaheridos por el poder, silenciados por sátrapas, ninguneados por autócratas y demasiado a menudo asesinados por mafias: países como China, Irán, Siria, Libia, Egipto o Arabia Saudita presentan ‘entornos corrosivos’ a la libertad de expresión. En las ‘pseudodemocracias’ como Turquía, Filipinas, India y despóticamente Rusia el hostigamiento a medios y periodistas es cotidiano. En México o El Salvador, los cárteles asesinan con impunidad. En el informe anual de Reporteros sin Fronteras 2021 se censan 488 periodistas encarcelados, un 20% más que en el año precedente.

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El periodista español se declara oprimido, no tanto por la censura, el hostigamiento o las balas, como por las violencias horarias, los salarios ajustados, el intrusismo, la colusión entre los medios para los que trabaja y el poder político-económico al que lóbregamente algunos de sus editores sirven, la tacañería pecuniaria de los consumidores, la polarización de las audiencias y el generalizado desdén y amplio descreimiento ciudadano en relación a su artesanal mallado de la actualidad: escepticismo, cinismo, crucialmente desinterés, predominan como tendencias en la relación que la ciudadanía establece con las empresas informativas, sus informadores y sus productos. No importa este prontuario de vejaciones laborales, la creciente pereza lectora de las audiencias o la merma de ingresos: los periodistas se declaran adictos vocacionales a su oficio (un 90%) y se consideran mayoritariamente ‘felices’ con su trabajo (un 60%). Estos ‘Clark Kent’ sin licra ni capa son héroes asidos a la endeblez de un cosmos comunicativo infartado por el embate digitalizador, enardecido por la pandemia: son los claroscuros que refleja el Informe de la Profesión Periodística 2021, editado por la Asociación de la Prensa de Madrid a partir de un trabajo demoscópico en el que se entrevistó a 1.212 profesionales.

El auge de los formatos web Los estudios que hemos llevado a cabo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UCAM exponen que la profesión periodística está mediada y polarizada, desde un extremo, por los cambios operativos en los modelos de negocio fruto de la digitalización a ultranza y, desde el otro extremo, por las inclinaciones en los modos de consumo de las audiencias; ambos parámetros enconados por la irrupción de la pandemia, que derivó en una “infodemia”.

El ecosistema profesional que se adivina de la confluencia de esas dos dinámicas de “destrucción creativa”, en cuyo epicentro se troquela la forma y la sustancia de la profesión periodística, destaca en cuanto al primer polo y, en primer lugar, por el auge de los formatos web: los medios digitales generan hoy más empleo que la radio, televisión y prensa tradicionales sumados. En segundo lugar, el sector está representado de una manera creciente por la microempresa o los autónomos antes que por la gran industria: los autónomos suponían un 21% de los profesionales en 2017, y son hoy un 31%; un 18% de los informadores trabajan en empresas con menos de 10 trabajadores, frente a un 11% hace un lustro. En tercer lugar, el nuevo entorno mediático tiene como claro perdedor a la prensa de papel, como claro ganador al teléfono móvil y como irreductible campeona de la comunicación de masas todavía a la televisión, a expensas de las redes sociales que, no obstante, erosionan paulatinamente su primacía.

El móvil como ventana informativa Respecto a la prensa de papel, es fácil predecir su sepelio en menos de una década al ritmo de desangramiento actual. Las seis cabeceras más importantes vendieron 65.000 ejemplares menos y perdieron un 7% de lectores en el último año –El País, El Mundo, ABC, La Razón, La Vanguardia y El Periódico–. La facturación publicitaria se contrajo un 37% entre 2018 y 2020. Por cuanto toca a los smartphones, un 78% de los usuarios utiliza el móvil como ventana informativa, lo que significa un avance de 11 puntos respecto a 2019.

Contenida su regresión durante la pandemia, la irreductible campeona de audiencias es la televisión, que se sostiene no solo como el medio más usado para informarse (por un 64% de usuarios), sino también por amplio margen como el preferido por la mayoría (es el referente para un 42%). El fenómeno de popularización de las redes, no obstante, continúa su progresión exponencial a expensas de la TV: un 56% de los usuarios confía en las redes para informarse. Facebook es la re-

El nuevo entorno mediático tiene como claro perdedor a la prensa de papel, como claro ganador al teléfono móvil y como irreductible campeona de la comunicación de masas todavía a la televisión, a expensas de las redes sociales que, no obstante, erosionan paulatinamente su primacía

En los últimos 6 años el porcentaje de internautas interesados por las noticias ha pasado en España del 84% al 67%. Entre los más jóvenes, solo un 53% declara tener hábitos informativos

ferencia informativa para un 39% de los consumidores, frente a un 35% que se adhiere a WhatsApp, un 21% que lo hace a YouTube o un 19% que se informa a través de Twitter.

Pese al crecimiento de autónomos y microempresas, la pandemia ha contribuido en paralelo a consolidar las marcas tradicionales, tanto como a ensalzar el periodismo de proximidad de los medios regionales y locales: Antena 3 lidera el ranking de audiencia total (online y offline), seguido por La Sexta, Telecinco o TVE, si bien todas las cadenas bajan sus audiencias entre 2,5% –Antena 3– y 7% –RTVE–. Por el contrario, las televisiones públicas locales o regionales han aumentado su feligresía en 4,5 puntos. Las televisiones privadas del mismo alcance han crecido durante la pandemia más de 8 puntos.

Desde otro entorno, el consumo de material informativo audiovisual se ha incrementado debido al uso de dispositivos móviles. El teléfono como ‘oráculo informativo’ ha divulgado el formato del ‘podcast’ o los ‘videos noticiosos’: un 47% de usuarios menores de 45 años ha visto podcast de manera regular en los últimos meses, y uno de cada tres consume al menos un video de actualidad a la semana.

Suspicacia ciudadana Por cuanto afecta a la proclividad de los ciudadanos en el consumo de noticias, sus favoritismos quedan bien reflejados en el estudio Digital News Report 2021 elaborado por el Instituto Reuters. De este trabajo subyace una serie de arquetipos de usuario en extremo desalentadores: se trata de un ciudadano suspicaz, que en parte a consecuencia de la polarización política infiere que los medios no son plurales, ni neutrales, ni ecuánimes; esto es, que ofrecen información tendenciosa, interesada y sesgada. Solo un 36% de los usuarios españoles declara fiarse de la información que producen los medios, frente a un 44% en el conjunto de Europa. A este descreimiento se suma, naturalmente, la hipersensibilidad española hacia bulos y fake news ideados presunta y presumiblemente por los políticos, sus partidos o las élites económicas: un 67% de las audiencias está muy preocupado por el fenómeno de la contaminación informativa, 9 puntos porcentuales por encima de la media europea.

Quizás como consecuencia de la falta de credibilidad que suscita la información y la alta sensibilidad social a los bulos, la ciudadanía exhibe un desinterés creciente en las noticias, que es desalentador entre los más jóvenes: en los últimos 6 años el porcentaje de internautas interesados por las noticias ha pasado en España del 84% al 67%. Entre los más jóvenes, solo un 53% declara tener hábitos informativos. Un caso extremo es el de los así llamados ‘ninis informativos’: jóvenes que ni tienen interés en la información ni se fían de ella.

La ciudadanía rehúye pagar por la información El desinterés cada vez más extendido por la información y las dudas sobre su calidad repercuten ostensiblemente en la solvencia financiera de los medios. La ciudadanía rehúye pagar por la información. Un consumidor de información tacaño condena a la desaparición a muchos medios y a la penuria a miles de profesionales. Un 67% de los consumidores de información en España se adscribe al ‘gratis total’. Apenas un 12% pagó por información digital el pasado año. Los medios digitales en España, una treintena, han conseguido solo 400.000 suscriptores el pasado curso. De esa cifra, 100.000 son lectores de El País, 60.000 de El Mundo o ElDiario.es, 20.000 de El Confidencial.

El avance de este modelo de negocio, por el que los diarios compensarían la defunción del papel con un incremento en paralelo de suscriptores digitales, es sumamente lento y tortuoso. El número de usuarios exclusivamente de noticias impresas se ha desplomado del 33% en 2018 al 15% en 2021. Los llamados usuarios ‘duales’ –que se abonan al papel y la suscripción digital– suponen apenas un 8,2% del total. Los que pagan por noticias digitales en exclusiva representan un reducido 5,3% de los lectores. Este tipo de lector digitalizado se afilia a un único diario online.

En este más bien desalentador paisaje laboral influido por los cambios de modelo de negocio y los cambios de hábitos informativos de las audiencias, destaca a inicios de 2022 una muy buena noticia. La pandemia, que se inició con fuertes pérdidas de empleo y se cebó con el gremio de periodistas en el curso 2020, empujó con la misma contundencia el crecimiento del empleo en más de un 15% en el año 2021, de suerte que a inicios de 2022 hay en España unos 7.300 profesionales en paro. No obstante, cabe lamentar de estas cifras esperanzadoras de ocupación que una parte desproporcionada de esos parados son mujeres (62%), cuyos salarios continúan rebajados en comparación a los emolumentos de sus compañeros varones; como es menor también su representación en los cuadros directivos de las empresas periodísticas.

La pandemia, que se inició con fuertes pérdidas de empleo y se cebó con los profesionales del periodismo en el curso 2020, empujó con la misma contundencia el crecimiento del empleo de periodistas en más de un 15% en el año 2021

Respecto a la prensa de papel, es fácil predecir su sepelio en menos de una década al ritmo de desangramiento actual. Las seis cabeceras más importantes vendieron 65.000 ejemplares menos y perdieron un 7% de lectores en el último año

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