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Vacunas o la ‘P’ más musical del año

El fotógrafo Juan Vicente Gil en el momento de la inyección de la vacuna contra la covid-19.

VERÓNICA BAÑOS FRANCO | PERIODISTA

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Vacuna: ese fue el término elegido por la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) –promovida por la Agencia EFE y la Real Academia Española– como la palabra del año, gracias a su interés lingüístico y debido a su gran presencia en el debate social, político, científico y económico.

Vacuna: la ‘P’ del año Casualmente, en abril de 2021 también se estrenó una canción titulada La pareja del año. Un éxito del colombiano Sebastián Yatra y el puertorriqueño Myke Towers que recibió, entre otros, el reconocimiento como ‘Mejor colaboración’ en los Premios Lo Nuestro, de la música latina, y el de ‘Mejor videoclip’ en Los40 Music Awards, de España.

Del mismo modo que la pieza defiende un tándem perfecto a pesar de las dificultades, podría hacerse la comparativa de que las vacunas y la población serían, precisamente, «La pareja del año». O incluso, yendo un pasito más allá, como versa la letra de la canción, el uno podría decirle al otro algo así como: “Si nos juntamos seríamos la pareja del siglo”. Pues queda patente que la llegada del remedio contra el coronavirus ha ido cambiando positivamente –en mayor o menor medida– la situación global tal y como la hemos conocido durante los últimos dos años.

El sencillo también guarda un mensaje aplicable a los negacionistas: “El no tenerte me hace daño”. Un recadito para todos aquellos que se niegan a inmunizarse poniendo en riesgo la seguridad de los demás, tan solo por anteponer sus ideales al bienestar común y, sobre todo, a la salud del resto del mundo.

En definitiva, el proceso de vacunación se escribe en clave de ‘P’: ‘Pauta’ completa a toda la ‘población’, unido al ‘pinchazo’ de refuerzo y la ‘protección’ de los más ‘pequeños’ a finales de 2021, con el objetivo de intentar alcanzar el punto final de la ‘pandemia’ en 2022; el año de los dos ‘patitos’…

Entrando en materia y concediéndonos la licencia de traspasar los límites de este año, por razones obvias,

Desde aquel ya histórico 27 de diciembre de 2020, 90 millones de dosis después, más del 90% de la población adulta ha recibido la pauta completa durante 2021

desde aquel ya histórico 27 de diciembre de 2020 –fecha en la que comenzó la vacunación contra el coronavirus en nuestro país–, 90 millones de dosis después, más del 90% de la población adulta ha recibido la pauta completa durante 2021. Ya fuera con Pfizer, Moderna, AstraZeneca o Janssen, pues esas fueron las vacunas aplicadas en nuestro país.

Así lo recogieron diversos medios a lo largo del año: la vacunación masiva ha ido transformando el mapa del coronavirus. 2021 prometía ser el año de una ilusionante vuelta a la normalidad total con la llegada de las vacunas pero… nada más lejos de la realidad. El avance fue patente, pero paulatino.

La última ‘autoinvitada’ del año fue ómicron, una nueva cepa del virus dispuesta a aguar la fiesta optimista de los últimos meses. En mayo concluyó el estado de alarma; fueron desapareciendo los toques de queda; aumentaron las limitaciones de aforo; se impuso el pasaporte covid para el consumo en interior; las mascarillas en exteriores dejaron de ser obligatorias… pequeños progresos que duraron escasamente seis meses.

De todos modos, España se convirtió en el primer país del mundo en alcanzar el mayor porcentaje de ciudadanos vacunados con la pauta completa, cumpliendo así el objetivo previsto por el Ejecutivo –finalizar el verano habiendo administrado ambas dosis al 70% de la población–. Se consiguió, sí, pero no así la inmunidad de grupo.

Inmunización global A nivel mundial, España ha sido uno de los países que han encabezado los datos de vacunación. Nueve de cada diez mayores de doce años recibieron la pauta completa en 2021.

Como breve reseña a nivel europeo, uno de los grandes objetivos de Bruselas fue impulsar la vacunación en aquellas zonas donde los datos fueran excesivamente bajos, como por ejemplo Rumanía, Bulgaria, Austria o Grecia, con menos del 60% de su población inmunizada a finales del mes de noviembre.

Otra de las metas era aumentar la eficacia de las vacunas, motivando a los fabricantes a mejorar sus métodos frente a la alta contagiosidad de la nueva cepa ómicron. La presidenta de la Comisión Europea alegó: “Los contratos de la Unión Europea con las farmacéuticas dicen que la vacuna debe adaptarse inmediatamente a las nuevas variantes que aparezcan. Europa ha tomado precauciones”. Como respuesta, Pfizer y BioNTech, de las más usadas en el continente, se comprometieron a tener una solución en un plazo de 100 días en caso de que sus sueros no consiguieran combatir a la temida variante.

Las mascarillas han marcado los dos últimos años de nuestras vidas.

Las vacunas son más esperanza que certeza; más prevención que cura. Protegen de la gravedad, pero no evitan el contagio

También la Unión Europea recuperó su fuerza tras el impacto del virus, impulsando unas ayudas para la creación de programas de recuperación en los países miembros. En el caso de España, la asignación correspondiente fue de 69.500 millones de euros, de los cuales, 339 millones corresponderían a la Región de Murcia.

Además, volviendo al caso de España, a pesar de la incertidumbre generada por la variante ómicron en los últimos meses del año, el inicio de la inmunización de los niños de 5 a 11 años a finales de 2021 supuso una nueva bocanada de aire fresco y cierto optimismo, tanto para la protección de los más pequeños como para la tranquilidad del resto del mundo. Pues nadie puede saber a ciencia cierta si ese será el punto y final de esta terrible crisis sanitaria, pero no cabe duda de que, con ello, al menos estaremos un pasito más cerca de convertir al ‘bicho’ en una enfermedad estacional más.

Otro tema a destacar es el impulso en las autonomías, así como las discrepancias y las desigualdades en la administración de las vacunas.

Estadios de fútbol; pabellones; centros de congresos; grandes salas de conciertos… Times Square, en Nueva York; Disneyland París, en Francia; el Wizink Center, en Madrid; el Estadio Nueva Condomina –renombrado Enrique Roca–, en Murcia…

Todos esos lugares que antes constituían una opción para el ocio pasaron a ser un emplazamiento obligatorio para el cumplimiento de una responsabilidad en pro del bien común durante 2021.

Así, aquello de “música para nuestros oídos” ya no equivalía a escuchar a nuestro grupo favorito en directo, sino a recibir la llamada del enfermero con nuestra correspondiente fecha de vacunación. El aliento depositado en nuestros equipos deportivos con cada cántico se convirtió en un voto de confianza para ‘el pinchazo’, entonando algo así como un: “Hasta el final, me voy a vacunar”. Y allí donde antes acudíamos a nutrir nuestro conocimiento en temas profesionales o culturales, se tornó en un aprendizaje exprés sobre las diferentes dosis de la vacuna, sus diferencias y sus efectos.

La realidad nacional Aun así, las vacunas son más esperanza que certeza; más prevención que cura. Protegen de la gravedad, pero no evitan el contagio. De acuerdo con un estudio del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS), teniendo la pauta completa, se ha evitado una infección por cada siete personas; una hospitalización por cada 78; un ingreso en UCI por cada 1.000; y un fallecimiento por cada 500.

Los expertos insisten en la evidencia de que ninguna medida podrá funcionar con el resultado deseado si no se hace de forma conjunta y, sobre todo, coordinada. De ahí que fuera cuanto menos chocante que en España hubiera casi diecisiete planes diferentes, uno por cada comunidad autónoma, debido a la aparente incapacidad del gobierno central para afrontar la crisis con una estrategia general y uniforme a nivel nacional más allá del confinamiento de 2020 –ordenado a través del estado de alarma–.

Quizás la declaración de este último como incons-

Una manifestación negacionista en Madrid./ JAVIER SORIANO. AFP

Durante los confinamientos se produjeron diferentes manifestaciones antivacunas y negacionistas.

titucional en el mes de julio de 2021 sea uno de los motivos por el que el ejecutivo no se atrevió a tomar las riendas durante las siguientes acometidas del virus. En un mundo y una España cada vez más escépticos, es curioso ver cómo –en muchos y muy diversos ámbitos– siempre se tiende a lo que se diría coloquialmente como: “Hacer un Pilato”. Es decir, lavarse las manos ante las responsabilidades que recaen sobre nuestros hombros y que, en ciertas ocasiones, afectan a un gran número de personas.

Sirvan como ejemplo las medidas adoptadas por el gobierno en 2020 y que fueron anuladas por el Tribunal Constitucional el pasado verano; entendiendo que, para ordenar el confinamiento de toda la población, hubiera sido preciso declarar el estado de excepción –potestad solamente del Parlamento– en vez del estado de alarma –cuya aplicación puede realizarse vía decreto obviando la aprobación del propio Parlamento–.

De hecho, la objeción del tribunal no entraba a cuestionar las decisiones tomadas, sino que se basaba en la suspensión de tres derechos fundamentales recogidos en la Constitución Española –supresión solo justificada bajo el marco del estado de excepción previa aprobación del Parlamento–: el derecho de libre circulación por el territorio; el de fijación del domicilio, al impedir los desplazamientos; y el de reunión entre particulares, prohibiendo los encuentros sociales o, incluso, entre familiares.

Restricciones, limitaciones, reducciones de aforos… Si se realizara un gráfico sobre estas medidas a lo largo del año, probablemente las ‘olas’ o las ‘curvas’ que aparecerían serían muy similares a las subidas y bajadas del coronavirus. Un surfeo constante –y en la mayoría de casos incongruente– que ha ido mermando a la población tanto física como psicológicamente, hasta alcanzar un hastío general y casi total. La gente está harta, y no se les puede reprochar.

Con la campaña de vacunación muy avanzada y la esperanza generalizada en un fin de año mucho más tranquilo y menos limitado que el anterior, una nueva variante del virus vino a poner la puntilla a las ilusiones humanas. A las puertas de la Navidad de 2021, España retrocedió en el tablero, volviendo al riesgo alto tras superar una incidencia de más de 400 casos por cada 100.000 habitantes.

No obstante, de acuerdo con las declaraciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), nunca saldremos por completo de la pandemia si no lo hacemos todos. Y la vacuna todavía ha de llegar a otros muchos países del mundo.

España se convirtió en el primer país del mundo en alcanzar el mayor porcentaje de ciudadanos vacunados con la pauta completa

Las desigualdades y la desinformación alientan a los negacionistas He aquí el quid de la cuestión de las desigualdades en el reparto de las vacunas. Un asunto estrechamente ligado con las variantes de la covid. Los países calificados como ‘menos desarrollados’ no tienen las mismas

Los países calificados como «menos desarrollados» no tienen las mismas facilidades en el acceso a las dosis que el resto y eso, en cierto modo, también es una consecuencia casi directa de la reproducción de las mutaciones en dichas zonas del planeta

Muchos de los niños nacidos durante la pandemia no han podido ver los rostros completos sin mascarillas.

facilidades en el acceso a las dosis que el resto y eso, en cierto modo, también es una consecuencia casi directa de la reproducción de las mutaciones en dichas zonas del planeta. Así lo demuestran las estadísticas del continente africano, compuesto por naciones en su mayoría pobres donde la homogeneidad con los ‘países desarrollados’ respecto a la vacunación de su población es prácticamente inexistente. Las tasas de inmunización son bajísimas y esto influye en la aparición de nuevas cepas. De hecho, en Sudáfrica se localizaron por primera vez dos de las principales variantes del virus: beta y ómicron.

Por otra parte, los bulos y las noticias falsas son una de las principales fuentes de alimentación de los denominados negacionistas. Muchos sanitarios han afirmado sentirse cuestionados por sus pacientes pues, según estudios especializados, ocho de cada diez enfermos se informan en internet antes de acudir a la consulta.

Sin embargo, siendo sinceros, esto no es un problema meramente actual. Al igual que ocurre con la edad –o al menos eso dicen–, las características propias se van agravando con el tiempo. Y eso es lo que ha ocurrido con la pandemia: la gota que ha colmado el vaso de un sistema sanitario que ya funcionaba –como diría Rosalía– malamente.

Con este pretexto de agotamiento generalizado y mentes frágilmente influenciables, cualquier excusa era válida para las miles de personas que salieron a las calles de diferentes ciudades del mundo como protesta por las medidas frente al coronavirus o contra la propia vacunación; nutridos principalmente por las teorías conspirativas y el rechazo hacia sus propios dirigentes políticos.

Entre dichos detractores destacan diversos personajes públicos a escala tanto nacional como mundial, bien por participar en una trama para la obtención de falsos pasaportes covid, como el cantante Omar Montes o la actriz Verónica Echegui; o simplemente por mostrarse escépticos al pinchazo, como la intérprete francesa Brigitte Bardot o un notorio Miguel Bosé.

En este último grupo de antivacunas cabe mencionar la polémica protagonizada por el tenista serbio Novak Djokovic a principios de 2022, que mantuvo en vilo uno de los Grand Slam de tenis del circuito ATP, el Abierto de Australia, durante casi once días. Su reticencia a vacunarse lo llevó a ser deportado del país y, por tanto, no poder disputar un torneo que ha ganado hasta en nueve ocasiones. Justo en el lado opuesto encontramos al griego Stéfano Tsitsipás quien, a pesar de no querer vacunarse inicialmente –salvo si el circuito lo estableciera como condición para jugar los diferentes campeonatos–, terminó haciéndolo en diciembre de 2021 –previo al Open de Australia–: “Tampoco estoy en contra. Apoyo a quien quiera hacerlo. Soy deportista, no médico, por lo que mi perspectiva sobre estos asuntos puede no ser la correcta. Me he vacunado para poder tener una vida normal, pero todos tienen libertad de decidir”.

Sea como fuere, la libertad de decisión debe ir de la mano de la responsabilidad común y, sobre todo, hay que ser consecuentes con lo que se defiende y lo que eso representa para el mundo. Esa presión de la opinión pública podría resumirse como el famoso ‘precio de la fama’. No obstante, quizás también sea preciso realizar un examen de conciencia cuando se trata de grandes figuras del deporte o cualquier otro ámbito pues, al igual que ocurre cuando muestran una conducta inadecuada en sus desempeños, un hecho importante a tener en cuenta es que, por suerte o por desgracia, son un ejemplo para miles de niños cuyo único sueño es llegar a ser algún día, de mayores, como uno de sus ídolos de la infancia.

Como dijo Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.

Los más de dos meses de confinamiento convirtieron a las ventanas en el acceso al mundo .

Residencias de mayores y reparto de dosis en España En el caso de las residencias de mayores y de personas dependientes de España, donde comenzaron a administrarse las primeras dosis aquel señalado 27 de diciembre de 2020, el balance demuestra la eficacia de las vacunas.

Según datos del Imserso, el porcentaje de fallecidos en dichos centros fue del 21,3% en 2020, frente al 12,1% de 2021. Una reducción altamente condicionada por la vacunación pues, si el análisis se tiene en cuenta desde marzo de 2021 –cuando terminó la campaña en las residencias–, el porcentaje es del 11,77%.

Como resumen, a pesar de las discrepancias en el reparto de dosis, las disposiciones para su acceso por parte del gobierno central y los incansables detractores antivacunas, los datos generales respecto a la inmunización de la población española con la pauta completa son bastante altos, rondando entre el 70 y el 90%.

Según fuentes del Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, a fecha 30 de diciembre de 2021, las estadísticas de vacunación desglosadas por comunidades autónomas eran: Andalucía: 80,8%; Aragón: 79,9%; Asturias: 85,3%; Islas Baleares: 73,8%; Canarias: 76,4%; Cantabria: 82,8%; Castilla y León: 83,2%; Castilla-La Mancha: 77,2%; Cataluña: 76,9%; Comunidad Valenciana: 80,2%; Extremadura: 83,7%; Galicia: 85,2%; Madrid: 81,78%; Región de Murcia: 82,69%; Navarra: 83,14%; País Vasco: 85,14%; La Rioja: 84,15%; Ceuta: 72,6%; y Melilla: 73,01%. 2021 se cerró con el inicio de la vacunación a los más pequeños –niños de entre 5 a 11 años de edad– y en pleno proceso de administración de la tercera dosis, denominada de refuerzo, a los adultos con pauta completa.

Se cumplirá esta vez aquello de: “¿A la tercera va la vencida?…”

El tiempo lo dirá…

Mientras, volvamos al principio.

Pues, aunque pueda parecer una ‘paranoia’ y la palabra vacuna empiece por uve, quizás la clave de todo finalmente sea esa combinación en forma de ‘P’: La ‘pauta’ completa administrada a toda la ‘población’ podría suponer el ‘punto’ final de la ‘pandemia’ justo en el año de los ‘patitos’.

A lo mejor unir la palabra y la pareja del año sea la solución ‘perfecta’ tras la que se esconde la fórmula secreta para acabar de una vez con esta maldita ‘pesadilla’ –título elegido, por cierto, por el cantante Camilo para una de sus canciones estrenada también en 2021–. ¿Quién sabe…?

Quizás el año de los dos ‘patitos’ tenga la respuesta definitiva a todas nuestras ‘pesadumbres’…

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