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‘Sentado en el estribo’
tas, “de una sublima maestría técnica, suponen lo más logrado que se ha realizado”. No olvidemos a Vázquez Díaz, a Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Roberto Domingo, Pedro Flores, Benjamín Palencia. José Caballero, Juan Barjola, Sofía Morales, José Lapayese del Río, Ángel González Marcos, Cristino Vera o Antonio Cano, entre una nómina cuya relación se haría larga y quizás pesada.
No quiero entrar a hablar en extensión de los carteles de la fiesta taurina, entre los que existen auténticas obras de arte, porque se haría prolijo el artículo y no es esa mi intención. Pero queda señalado el dato por si alguien desea profundizar en tan prometedora línea. Como resumen de lo escrito hasta aquí podemos concluir con María Jesús Burgueño que, al contemplar con atención las más significativas pinturas sobre tauromaquia, se observan los siguientes rasgos comunes entre ellas o entre parte de ellas: la pintura taurina suele ser muy realista; las obras más vanguardistas en este campo llegan de Valencia, Bilbao y Francia; los temas más repetidos son los de la plaza, el enfrentamiento entre el hombre y el toro, el paseíllo y las capeas; los toreros son retratados por sus pintores preferidos; existe una atracción entre el pintor y el torero que les hace cómplices, los dos son creadores de arte; se intuye el espíritu del matador de toros plasmado en muchas de estas obras y que solo el retratista taurino sabe captar. ¿Son, pues, los toros en sí mismos cultura, o la cultura surge de ese variopinto mundo que, con su liturgia, sus creencias y supersticiones, se mueve en torno al toro y al torero? Mía es la pregunta, de ustedes las conclusiones.
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Pero mientras piensan la respuesta, no se olviden de leer los artículos que les presentamos en esta nueva edición de “La Prensa en 7 tardes”. En ellos hay datos que les van a gustar. Y mucha cultura.
# Marcos Ortuño Soto. Consejero de Presidencia, Turismo y Deportes
Echando la vista atrás he buscado en la memoria recuerdos de ferias pasadas. Y es que a los aficionados, a causa de esta pandemia —y a pesar de que recientemente se hayan realizado algunos espectáculos— nos seguía faltando una feria, una gran feria taurina.
Anhelamos la posibilidad de dedicar varios días consecutivos a los toros, porque ese es el enfoque que la afición da a esos días de feria: redirigir los quehaceres diarios para asistir, tras haber degustado un buen plato de la rica gastronomía murciana, a la corrida vespertina en La Condomina y finalizar en una agradable tertulia.
Como sabrán, hoy mi tiempo lo ocupa el turismo. Y los toros tienen mucho que ver con esa materia. Toros y turismo son también toros y economía —que nadie lo olvide— y toros y naturaleza, toros y gastronomía, toros y música o toros y moda. En definitiva: el toro es arte y el arte siempre es un buen reclamo para el turismo, para fomentar la economía de nuestra Región de Murcia.
Desde luego podría haber dirigido este artículo de esta forma, pero les reconoceré que en esa vista atrás a la que aludía al inicio, me he dejado llevar por lo onírico y sin duda lo que hoy afloraba en mi memoria eran bellas instantáneas de soledad, de la soledad
del torero en tablas, equiparando ese sentimiento —si es que es posible— al que están teniendo tantas y tantas personas en esta situación crítica que estamos atravesando.
El torero espera el encuentro inmerso en sus pensamientos, en una soledad que resulta incluso más fuerte que la compañía física de otros compañeros que sufren como él en la espera de hacer arte del encuentro con la naturaleza más brava.
Joselito y Juan Belmonte agarrados a las tablas de la barrera con sus capotes de paseo bajo el brazo; Paco Ureña apoyando su cara en las tablas de un burladero; Morante y El Juli sentados en el estribo de la barrera a la espera de que los clarines llamen al destino que siempre surge por la puerta de chiqueros. Todas esas instantáneas son las que ahora, después de haberlas vivido en la plaza o de haberlas admirado en publicaciones, vienen a mis pensamientos causando una extraña sensación de nostalgia de algo que parece haber sido aplazado por el tiempo presente.
Les reconoceré que, en ocasiones, algunos nos sentimos así al hacer un descanso en la lucha por acabar con esta crisis: sentados en el estribo y esperando conocer cuál y cómo será el siguiente toro al que nos tendremos que enfrentar mañana.