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Cano: el rey de los fotógrafos
· Se cumplen cinco años de su muerte a la edad de 103
# Miguel Massotti
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Canito y Hemingway.
Este verano que ya acaba -terminando julio, concretamente-, se cumplieron cinco años del momento en el que se cerraron para siempre los “ojillos” más vivarachos, que se hayan asomado al objetivo de una cámara fotográfica para retratar una imagen taurina.
En el siglo XX, hubo grandes fotógrafos taurinos: En América, el mismo padre de César Rincón, era fotógrafo taurino profesional (pasando muchos apuros para sacar a su familia adelante); Santos Yubero, Finezas, Arjona (inolvidable, Cascales padre, paseando una oreja en Las Ventas; o Morcillo banderillero, con la oreja del novillero Juanito Muñoz), Zarco, Botán… en España. Y en la Región de Murcia: López, Charles o Tomás en la capital; Casaú en el histórico coso de Segunda Categoría (la misma que Murcia) de Cartagena y más cerca en el tiempo, el admirado Luis Godínez. Memoria de Manolo Guillén.
Por la Vega Media, rememora Jesús Cano: “El amigo de Canito, se llamaba Ángel Molina Miñano “Sacris”, fotógrafo de profesión y gran aficionado taurino, hasta el punto de organizar un festival taurino en Blanca en el que trenzaron el paseíllo Morenito de Maracay, César Rincón, Enrique Ponce y Pepín Liria, contando con la ayuda del célebre Canito.
“Dale recuerdos a mi hermano Ángel” era el encargo que me hacía Canito cada vez que me veía por las plazas de la Región. Se respetaban como hermanos y la casa de Sacris era el lugar donde dormía cada 27 de septiembre, día grande en Abarán, el fotógrafo valenciano.
De Lorca, me llegan referencias por Jero Martínez, de “Borrasca” Y el gran Valero, pionero de los vídeos, tras el doctor Parra (Jefe de la Enfermería de Sutullena), que tomaba película en tomavistas. (Perdonen otras ausencias).
Y aficionados artistas de la fotografía: Conrado Abellán (íntimo de Cano), Paco Sastre (hijo/mi hermano de mi Maestro); Juanchi, Enrique Soler o Marcial Guillén. Tenemos falta de organizar el escandallo fotográfico, cronista y de crítica taurina regional.
El rey, cámara en mano
Pero la fotografía taurina mundial, tiene una referencia única: Francisco Cano “Canito”. El fotógrafo de la cogida y muerte de Manolete.
Llegado el quinto aniversario de su muerte, a los casi 104 años de edad. Cano cierra la etapa de aquellos profesionales a los que nunca se les acababan los rollos de película y que eran capaces de revelar en una habitación de hotel y no fallar jamás en el enfoque de
Muerte de Manolete (Canito).
cualquier instantánea.
Lo conocí, hace ya muchísimos años, en los corrales de La Condomina, durante un sorteo de los toros, en el que acompañaba a mi maestro Pedro Sastre. Se saludaron fraternalmente, como buenos taurinos; usando guayabera los dos. Y me dijo: “Nene, Cano estuvo en Linares y fue el único que hizo todo el reportaje de aquel aciago día”.
Desde que tengo uso de razón, me sorprendía que todos mis mayores, tuvieran interés en contarnos dónde estaban cuando les llegó la noticia de la cogida y muerte del más grande torero de todos los tiempos. Después con los años y el paso de la vida, ese mismo fenómeno, lo encontré repetido con el Golpe del 23-F y con los atentados del 11-S en Nueva York.
A lo largo de los años, tuve la suerte de ser el vecino de burladero de Cano en La Condomina, durante muchas, muchas Ferias; y que pudiéramos hablar largo y tendido. Que me contara de sus preferencias y me descubriera cosas buenas y no tan buenas de algunas figuras. Cano era un tipo entrañable, que se mantuvo al pie del cañón hasta el final de su muy larga existencia.
Hijo de un novillero alicantino, llamado “Rendijas”; Cano quiso ser torero y probó suerte por
Alicante, Orihuela… incluso de espontáneo, con paso posterior por el calabozo y bautizo de sangre en la misma Alicante. La Guerra Civil le pilló en Madrid, boxeando en el Peso Mosca. Y allí es donde se coloca de ayudante en un laboratorio y empieza sus primeros “coqueteos” con la fotografía. Y como la cabra tira al monte, Cano debuta con una cámara con marca de revolver: Brownie; y al poco se hace con una Leica, que llevaba en Linares y que viajó con él casi toda su vida.
El día de Linares
“Yo no tenía previsto ir a Linares”, me contaba Cano. Pero Luis Miguel me debía un dinero Portada del catálogo de la exposición en el Al- de varios reportajes que le hamudí “Cano 50 años de fotografía Taurina” de bía hecho. Fui a cobrar y como 1990. era muy “chota”, me dijo, “Canito, si quieres cobrar, te vienes conmigo de gira”. Y por eso me embarqué. En Linares, es verdad que por la mañana, el mozo de espadas de Luis Miguel, fue a pedirle un “añadío” al mozo de Manolete. Y que el cordobés, dijo “Déjaselo,
que lleve algo de buen torero”, con ese humor de Séneca que tenía Manolete.
Yo era manoletista, pero como el que pagaba era Luis Miguel, no podía dejarme llevar por mi afición. Del Hotel Cervantes, cruzamos a la plaza, con una carretera por medio y una calle corta, que da directamente a la plaza (íbamos andando, los toreros y acompañantes). Aquella corrida de Miura, estaba reseñada para torearse en Murcia en Septiembre, con Islero entre ellos, pero Balañá que era el empresario de Linares, necesitaba subir el tirón de su taquilla y mandó que se la desviaran allí.
Contaba Cano, que tras la cogida de Manolete y mientras lo intervenían en la enfermería, cayó en la cuenta y salió corriendo al desolladero para fotografiar a Islero muerto. Después volvió al ruedo y cuando terminó Luis Miguel con el sexto, de nuevo a la enfermería. Las noticias no eran buenas y se organizó una especie de procesión con Manolete en camilla, para llevarle a pie, hasta el Hospital de los Marqueses de Linares, que no es mucha distancia, pero parece extraño que no tuvieran una ambulancia a mano.
Y en el Hospital, nerviosismo y preocupación cuando se hizo de noche. Llegó Lupe Sino y dicen que Manolete pegó un respingo cuando oyó el sonido de sus tacones por el pasillo. Pero don Álvaro Domecq, la detuvo y le prometió que entraría, si él la llamaba. Don Álvaro temía, lo que se llama un “matrimonio in articulo mortis”, que le hubiera concedido toda la herencia a Lupe y no a su madre y hermanas.
Cuando Manolete expiró, estuve presente mientras lo amortajaban y lloraban. Después corrí hasta la Estación de Ferrocarril y al maquinista del Correo que iba para Madrid, le entregué los carretes y llamé al ABC para decir que iban en camino y que salieran a recogerlos a Atocha. Yo me volví al Hospital y a la Capilla ardiente. Y de allí a Córdoba, donde estuve con Doña Angustias y completé mi trabajo.
Cano y Murcia
¿Cincuenta años?, ¿sesenta o setenta?… vaya usted a saber cuántas Ferias de Septiembre, quedaron plasmadas en las fotografías que firmaba Cano a mano, como si de un cuadro se tratara.
Que regalaba muchas, si que es verdad. Pero que también sabía vender otras muchas, es el Evangelio.
Francisco Cano “Canito”, es el ejemplo más claro y puro de la
palabra “Freelance”. Un hombre independiente y libre, que se llevaba bien con todo el toreo y que era querido y respetado por todo el mundo.
De físico, chiquitillo. Un Peso Mosca. Pero de espíritu gigante y una fuerza invencible, que con un siglo de vida, le mantenía en las plazas y buscando la imagen con el objetivo, cada día más moderno y veloz. Lejano al primer tubo negro que se inventó y le acopló a su Leica histórica, en sus comienzos.
La Murcia taurina, guarda numerosos objetos, fotografías y alguna de sus gorras blancas firma-
das por Cano. Aquí dejó como un Rey Sabio de la Fotografía, parte de su corazón y entrañas. Y Murcia, no olvidará nunca al Rey de los Fotógrafos Taurinos: Francisco Cano “Canito”.
Cano con doña Angustias, madre de Manolete.
El autor entrevista a Don Álvaro Domecq, en presencia de Ángel Bernal (foto: Cano).