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Los números del toreo cantan (y avisan
# José Enrique Moreno. Director de Toromedia
¿Quién no ha hecho cábalas en este tiempo incierto de confinamientos y estados de alarma sobre el efecto que esta pandemia puede tener sobre la Fiesta de los Toros? Ver las plazas de toros cerradas -salvo muy contadas excepciones- durante todo un año provocó el escalofrío en los que intentan ver más allá de donde alcanza su vista, y al menos un notable desasosiego hasta en los más optimistas.
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El parón forzoso de la actividad taurina, con escenarios tan impensables como que Sevilla y Madrid se hayan quedado sin Feria de Abril y San Isidro durante dos años consecutivos, ha encendido las alarmas del sector, que por otra parte ha sido casi ignorado por parte del Gobierno central en el reparto de ayudas que se ha producido ante esta situación extrema.
Pero el piloto rojo del toreo llevaba tiempo parpadeando, anunciando sin cesar un posible fallo multiorgánico, sin que los diferentes actores de este sector dieran solución efectiva a la empinada cuesta abajo en la que había entrado la Fiesta. Y esta, por desgracia, no es una visión pesimista: los números están ahí para cantarlo y alertar de la necesidad de tomar cartas en el asunto.
Si atendemos al interesante estudio presentado por la patronal taurina, ANOET, en el 2º Congreso Internacional celebrado en 2017 en Murcia, se observa que los festejos celebrados en plaza iniciaron un preocupante descenso en el año 2007. Entre ese año y 2019, última temporada completa celebrada antes de la pandemia, se perdió más de la mitad de festejos, no llegando los celebrados en cosos ni al 8% del total de los que se dan en España, con un aplastante predominio de los festejos populares: 18.331 frente a los 1.432 en plaza que se registraron en ese año pre-covid.
Crisis económica
Esta caída constante desde 2007 coincide con los peores años de la crisis económica que hemos padecido a nivel mundial y también, cómo no, en nuestro país. Hemos pasado de los 3.637 festejos de 2007 a los 1.432 celebrados en 2019, una reducción que obliga a pensar en una necesaria estrategia para recuperar el sector por parte de todos los que
lo conforman: toreros, ganaderos, empresarios, aficionados, medios de comunicación… Ahora, la unión es más necesaria que nunca. Es imprescindible olvidar intereses particulares y luchar por el de todos para que la Fiesta se reactive y perviva. La historia nos enseña que, a pesar de todo, de las prohibiciones, las crisis y las pandemias, el toreo siempre ha salido a flote, pero el momento actual parece al menos delicado porque, además de revisar sus propias estructuras internas, la Tauromaquia tiene que luchar conPlaza de Toros llena. tra una ideología falsamente animalista cada vez más implantada en la sociedad. Contra esto se puede pelear, pero en el campo de batalla el toreo parece un escuálido David frente al gigante y aparentemente invencible Goliat del movimiento animalista, alimentado por los miles de millones de la industria que lo mueve y mantiene. Por esta razón, el toreo debe mantenerse activo y mostrar sus armas, que las tiene. Ya no vale solo con decir que el toreo es cultura, que lo es, o que es tradición, que también lo es; no vale solo el argumento de que lo llevamos nuestras raíces como españoles o que forma parte de nuestro patrimonio inmaterial, lo que es totalmente cierto… Todo esto es verdad, pero hay que ir más allá.
El argumento más sólido para plantear un trabajo que nos lleve a la pervivencia del toreo es el económico.
Presencia
A pesar de todo lo dicho, y de la descendente y preocupante curva que hemos referido, hay datos que siguen hablando de la importancia y la implantación de la Tauromaquia en nuestro territorio nacional. Tomen nota: en 2019, un total de 3.300 municipios es-
pañoles dieron toros, incluyendo tanto los espectáculos celebrados en plaza como los populares. Los toros estuvieron presentes en 16 comunidades autónomas y se celebraron en total 19.763 festejos, de los que -eso sí- solo el 8% se celebraron en plaza, siendo los demás festejos populares, lo que demuestra el tremendo arraigo que tiene el toreo en el pueblo. Y otro dato más: en 2019 fueron a los toros 4,5 millones de personas, siendo el segundo espectáculo de masas en nuestro país.
Por comunidades, Valencia se lleva la palma en cuanto a presencia de lo taurino. La gran cantidad de festejos que se celebran en las calles de sus pueblos -bous al carrer- la colocan a la cabeza de España, con 8.800 espectáculos, un 45% del total. La euforia de estas cifras se relativiza cuando se comprueba de solo 44 de esos festejos se celebran
en plazas de toros. A Valencia le siguen Castilla León, con 2.300 espectáculos, de los que 334 son en plaza; Aragón, con 2.200 y 54 en plaza; Castilla La Mancha, con 1.500 y 314 en plaza; Extremadura, con 670 y 82 en plaza; y Andalucía, con 580 en total y 215 en plaza.
Murcia celebró en 2019 un total de 90 espectáculos, con un buen equilibrio entre los celebrados en plaza (33) y los populares, y presencia en el 67% de sus municipios.
Impacto en la economía
Si atendemos a los datos resultantes de los estudios realizados por ANOET y publicados en la nueva sección Geografía Taurina de su página web, la Tauromaquia tiene un impacto económico de 4.100 millones de euros, casi 2.200 millones de gasto directo, y genera 54.000 puestos de trabajo directos. Es un sector transversal que influye en 103 actividades económicas que abarcan todos los sectores: primario, secundario y terciario, ya que van desde la cría del toro hasta la hostelería y restauración. Esta es la razón de peso que todo profesional y aficionado debe esgrimir para repeler ataques: el peso económico que tiene la Tauromaquia.
A nadie se le escapa el movimiento económico que genera en una ciudad la celebración de una feria taurina, activando numerosos sectores que están relacionados con el espectáculo y la atención a los miles de espectadores que acuden a la llamada del toreo. Una feria como San Isidro genera un impacto de 65,3 millones de euros, mientras que la de Sevilla -más corta en duración-, llega a los 18,8 millones. Es este componente económico, además de la cantidad de gente vinculada profesionalmente con el toreo, lo que nos debe servir de argumento para defender nuestra posición.
Por eso es necesario que el toreo reaccione ante los nuevos tiempos en los que ya estamos inmersos. Es urgente una revisión y actualización del espectáculo en todos los sentidos: costes, promoción, difusión e implantación en la sociedad. Solo de esta forma sobreviviremos en la nueva realidad que nos rodea, en la que la incidencia de la pandemia está condicionando aforos en un galimatías normativo que se divide por comunidades autónomas y que tiene descolocadas a las empresas. Por lo tanto, señores del toreo, es urgente: siéntense, hablen y entiéndanse. Por el bien de esta pasión que nos une. Por su continuidad en el tiempo.
Gráfico de ANOET.