29 minute read
Tres plazas de toros para una ciudad
· “Nada menos que una plaza como esa, necesitaba esta Región, para poder reunirse alguna vez”
# Tomás García Martínez y María Luján Ortega
Advertisement
Con el 134 aniversario de la inauguración de la plaza de toros de Murcia, se pone de relieve la importancia que tienen los festivales taurinos en nuestra Región. Si bien, la ciudad de Murcia había ostentado a lo largo de los siglos de varias plazas públicas que se convertían en cosos taurinos en los días de Feria, algunas de manera improvisada, como tal era el caso de la “plaza en el Mercado” (Santo Domingo), la de Ceballos; el coso de la plaza Camachos (siglos XVIII - XIX), para pasar los actos taurinos a la plaza de la Media Luna, actual González Conde, a la espera de construir una definitiva, pues la ciudad de Cartagena ya disfrutaba desde 1854, de una plaza de toros de construcción exenta y oval. De esta forma observamos como durante el siglo XIX, en la ciudad de Murcia existieron y convivieron tres espacios taurinos en el entramado urbano: la plaza de toros ubicada en el barrio del Carmen, la plaza de toros de San Andrés y la plaza de toros de La Condomina.
La plaza Camachos
En la Murcia del siglo XVIII, las corridas de toros representaron una buena fuente de ingresos y sirvieron como alivio moral para la población murciana. Al mismo tiempo, algunos regidores prohibieron las mismas, siendo permitidas solamente con motivo de nacimientos reales o bodas.
El coso taurino ubicado en la plaza Camachos, que recibió en un primer momento el nombre de Plaza del Barrio o Plaza de Toros del Carmen, hizo las funciones de plaza de toros hasta mediados del siglo XIX, momento en el que
esta actividad se trasladaría a la plaza de San Agustín. Además del espacio urbano que dio lugar a la plaza, como parte del proyecto, fueron construidos un conjunto de edificios balconados de viviendas particulares, cuyos propietarios debían permitir el libre acceso para la ocasión, del mismo modo se permitía el alquiler de las balconadas para ver las corridas, como la contemplación de actos y fiestas taurinas. A modo de “cierre” se dispuso en su lado sur, a cada lado del comienzo de la Alameda de Colón, de dos casonas llamadas del “cabildo” y del “concejo”, propiedad de dichas instituciones para los mencionados festejos (hoy desaparecidas). Este histórico lugar de la ciudad de Murcia, cercano al Puente de los Peligros y a los molinos de las veinticuatro piedras, cambió de nombre en el año 1845 por acuerdo del Ayuntamiento de Murcia.
La plaza de San Agustín
A finales del siglo XIX, se difundió por toda España la idea de proyectar plazas estables, situadas en espacios de antiguos monasterios u otras instituciones desamortizadas adquiridas por propietarios o sociedades mercantiles, para intentar obtener beneficios económicos de las ferias taurinas. Por lo que se hizo necesario disponer de plazas de toros estables en las que era necesario pagar una entrada o un abono para acceder. Alrededor de 1838 un grupo de inversores en bienes nacionales, quisieron construir una plaza de toros en el
El Gallito, 1882.
barrio de San Agustín, en el solar del convento. En abril de 1849 comenzaban las obras de l a plaza de San Agustín en Murcia. El coso taurino funcionó aproximadamente entre 1849 a 1889, construido por iniciativa del político y comerciante genovés nacido en Cartagena Miguel Andrés Stárico Pescetto y por José Cardona1, los encargados de comprar el convento de San Agustín y su claustro, con la intención de edificar en el solar la nueva plaza diseñada por el arquitecto murciano Juan Antonio Alcaraz Sánchez. Con un diámetro aproximado de 71,5 metros, tenía tres plantas y una fachada poligonal. Su cuerpo exterior estaba construido por grandes pilares cuadrados de sillar y ladrillo. En su construcción se emplearon materiales del derruido convento de San Agustín.
La plaza de toros vieja o de San Agustín fue construida en el solar del convento de frailes Agustinos de la ciudad de Murcia. Tal y como apuntó el Diario de Murcia (31 de julio de 1886), en un artículo titulado “la plaza de toros que termina”, indicaba que la primera corrida acreditada en este lugar se celebró el 6 de septiembre del año 1849, siendo presidida por el gobernador civil D. Rafael Húmara y Salamanca. Los toros que se lidiaron pertenecían a la ganadería de D. Manuel de la Torre y Rauri, vecino de Madrid, toros, que con el paso del tiempo formaron parte de la prestigiosa ganadería de D. Justo Hernández. Los nombres de los toros fueron: Mayordomo, Cerezo, Cubeto, Volador, Monjito y Mellado. Para aquella ocasión torearon José Redondo ‘el Chiclanero’ y José Giménez ‘el Cano’, procedentes de Chiclana - Cádiz.
A lo largo de la historia, y sobre todo a finales del siglo XIX, los viajeros extranjeros visitaban el sur de España para documentar la vida costumbrista y el arte singular. Muchos pasaron por Murcia, visitando los puntos más emblemáticos de la ciudad, entre ellos la plaza de San Andrés. De esta forma Alfred Brehm (naturalista y ornitólogo austriaco), presenció una corrida en el año 1856. Antes de acudir al coso, estuvo en una taberna de San Antolín para hacer una degustación de lo que se solía consumir, en este caso un vino y unos torraos. En la plaza pudo ver un importante elenco de pobres y campesinos esperando a que se marchara el sol abrasador. Para el viajero austriaco sorprendió las fajas de color rojo llevadas por los huertanos y los pañuelos de bonitas y vivas tonalidades portados por las mu-
jeres. Algunos jóvenes portaban banderas de color rojo en las que habían sido bordadas alegorías a la fiesta, otros tocaban trompetillas para amplificar el ambiente. El ruedo se encontraba repleto de huesos de melocotones y otros restos de frutas, lanzados desde arriba, aspecto que siguió ocurriendo hasta varias décadas después en los diferentes cosos taurinos de Murcia. Durante los intermedios de aquella tarde, tocó la banda de música, junto a los alborotos de los espectadores. Tras varias horas de espectáculo, quedaron muertos unos veinte caballos2 . En el año 1876, los toros de Feria tuvieron lugar los días 6 y 7 de septiembre. El ganado para tal ocasión fue de Manuel García Puente y Manuel Bañuelos, ambos procedentes de Colmenar Viejo. Los espadas contratados fueron Rafael Molina y José Lara. Los toros irrumpieron desde la puerta de Castilla a la plaza de San Agustín. En el año 1879 las corridas de Feria contaron con la presencia de Lagartijo y su Lagartijo, 1882. hermano Manuel. Sin duda alguna la presencia de Lagartijo fue usual en el coso de San Agustín. Al igual que ocurría en otros ambientes sociales – culturales, en la plaza de toros se organizó una gala benéfica, en el año 1883, a favor de Filipinas. Así hasta llegar a las tres últimas grandes corridas de esta plaza celebradas en septiembre del año 1886, con toros de Miura, Saltillo e Ibarra, para las cuadrillas de Frescuelo y Lagartijo. Durante un tiempo convivieron dos cosos taurinos en la ciudad de Murcia. Uno, ubicado en el histórico emplazamiento de la
1 El Toreo. 30 de marzo de 1891, p. 4. 2 MARTÍNEZ CEREZO, A.: “Una corrida de hace siglo y mitad en la plaza de toros de San Agustín”. Murcia en Feria. Murcia: Radio Murcia, 2006.
plaza de San Agustín, frente a la iglesia de San Andrés y de Nuestro Padre Jesús; otro, de nueva edificación, la plaza de toros nueva, denominada La Condomina, ubicada en el Paseo de Garay3, a “extramuros de la población”. La plaza de toros vieja, denominada así en algunos medios de prensa nacional y local, estuvo levantada en la popular plaza de San Agustín (antes General Serrano Domingo), en la que se lidiaron toros por aficionados y profesionales entre los que se encontraba el tío Juan Collado “que sabía matar recibiendo4”. Esta antigua plaza de toros fue propiedad de Doña Carlota Stárico Ruíz5 , los herederos de D. Cayetano Gómez y Francisco Martínez. La plaza de toros tenía forma de polígono regular, construida con piedra de sillería, ladrillo y madera6. La plaza de San Agustín contaba con tres pisos y unos 7.700 asientos, aforo amplio si pensamos que por aquel tiempo la población de Murcia estaba por los 93.000 habitantes. Tenía cuatro puertas para el servicio público, igual número de escaleras para el acceso a las localidades, dos caballerizas espaciosas, doce chiqueros, enfermería y otras dependencias propias de un coso taurino.
A primeros de agosto del año 1886, el Criterio Murciano se hizo eco de los acontecimientos programados7 para los días 6, 7 y 8 de septiembre. Esta importante corrida, iba a ser la última de Feria a celebrar en la mítica plaza de toros de Murcia, la cual funcionó durante el siglo XIX con grandes corridas organizadas por la Empresa encargada de gestionar la plaza de toros murciana. A bombo y platillo publicó el Diario de Murcia la presencia de las famosas ganaderías de D. Antonio Miura, Sra. Marquesa viuda de Saltillo y D. Eduardo Ibarra (antes) de Murube, todos vecinos de Sevilla con divisas “verde y negra; azul y blanca; y azul y paja”. El 6 de septiembre del año 1886 tuvo lugar una de las últimas corridas de toros en la plaza vieja de Murcia8, con aspecto lleno, hasta las gradas del terrado. Los toros que se lidiaron en la primera de Feria fueron Miuras, los maestros Lagartijo y Frascuelo considerados como “los Santos Padres del toreo”, los encargados de matar y dirigir la fiesta. La tarde no fue buena, a pesar de la expectación, los toros no hicieron honor a la familia. La nota la puso el tercer toro, el público lo quiso echar al
corral, el presidente consintió tal acto, pero no pudo ser, ya que en la plaza de toros no había corral, tal suceso provocó tres cuartos de hora de gritos y escándalo “unos pedían que el toro fuese muerto a tiros, otros con la media luna y otros que lo decomisaran”. A la plaza cayeron botellas, pedazos de ladrillo, aljezones, “hasta que volvieron a salir los picadores y lo trastearon”. La segunda corrida de Feria fue mucho mejor que la primera, los toros primero y quinto dieron bastante juego; de los otros cuatro toros, dos fueron regulares y los otros dos “borregos”. Tal y como indican las crónicas del Diario de Murcia, las cuadrillas estuvieron muy trabajadoras, los espadas hicieron bien su trabajo, con la intención de dejar contento al público. Lagartijo estuvo más acertado en su faena que Frascuelo, ya que ofreció la estocada de la tarde, al acabar fue ovacionado “recogiendo muchos cigarros”. De todos los picadores se distinguió uno, por todo ello fue aplaudido al terminar su intervención. La segunda de Feria9 resultó una corrida divertida, amena, sin mucha sangre “pero sin producir el aburrimiento del día anterior”. La última corrida de toros fue buena, tanto que llegó a quitar el amargor de las dos anteriores. El dueño de los toros, Sr. Ibarra, fue saludado y aplaudido por los aficioRevista Sol y Sombra n 247 - 24 de octubre de 1901. nados presentes. Los toros “mataron a 20 caballos”, quedando un picador útil para la lidia del último de la tarde, los demás fueron trasladados a la enfermería. Los espadas trabajaron de forma incansable, ya que los toros lucharon en el coso. El público presente en la última de Feria se indignó contra el cachetero, ya que “dio a un toro entre barreras, con su arma de disparar,
3 El Toreo. 30 de marzo de 1891, p. 4. 4 ORTEGA PAGÁN, N.: Callejero murciano. Murcia: Ayuntamiento de Murcia, 1973. 5 Como dama de la alta sociedad participó en obras benéficas, tuvo importantes posesiones en el Barrio de San Juan y algunos puntos de la Huerta. 6 El Toreo. 30 de marzo de 1891, p. 4. 7 Criterio Murciano. 8 de agosto de 1886, p. 3. 8 Diario de Murcia. 7 de septiembre de 1886, p. 2.0 9 Diario de Murcia. 8 de septiembre de 1886, p. 3 y 4.
un golpe atroz”. El presidente dio una repulsa al torero delante del público en el palco presidencial10 .
Tras la celebración del importante evento de Feria, en la plaza de toros siguieron celebrándose pequeños acontecimientos, de esta forma la tarde del 20 de octubre de 1887, se llevó a cabo una becerrada con una cuadrilla de niños murcianos11 formada12 por los espadas Manuel Acedo (Gordito) y Trinidad Bautista (Tornero). Como banderilleros, Ceferino Bautista (Anillo); Luís Jara (Pollo); Antonio Bautista (Pulguita); Antonio Egea (Marinero); Ramón Vidal (Oliverito) y Andrés Córcoles (Mosquito). Como picadores, Mariano Martínez (Chepao); José Bo (Pegote) y José Giménez (Pájaro).
La plaza de toros vieja, volvía a tener torería para el disfrute de los murcianos la tarde del 8 de diciembre de 1887, gracias a la compañía árabe de la tribu Beni-ZougZoug. En su programa, un variado de sorprendentes ejercicios. La célebre compañía Milá ofreció función el 4 de noviembre de 1888, mencionada compañía estaba formada por los acróbatas de los principales circos y es que las plazas de toros eran utilizadas para otros fines artísticos. A la mencionada función acudió bastante concurrencia recibiendo importantes ovaciones por los allí presentes. Los propietarios de la plaza, José Manuel Carles, Francisco Martínez y Cayetano Gómez, solicitaron al arquitecto Justo Millán un informe sobre el estado del edificio y la posibilidad de seguir ofreciendo espectáculos. El arquitecto de Hellín, tras volver a la plaza observó desplomes, pisos desnivelados, maderas podridas, etc. por lo que se determinó estado de ruina13. La plaza de toros vieja, poco a poco dejó de tener actividad taurina, la nueva plaza se fue “comiendo” a la vieja. De esta forma en la sesión14 celebrada por el Ayuntamiento de Murcia (3 de septiembre de 1890), se indicó “que se reconozca, a moción del señor Soler, la plaza de toros vieja, que parece amenazar ruina”.
La plaza nueva de La Condomina
Se edificó la plaza nueva por la agrupación constituida a tal efecto, la Sociedad Cooperativa de Empleados, fue obra del arquitecto Justo Millán Espinosa y en cuya construcción se empleó piedra de Lorca para la sillería, mampostería, ladrillo, hierro, ma-
dera y zinc. Su perímetro era de forma poligonal y tres pisos, el primero dedicado a tendidos, con unas 11.000 localidades; el segundo formado por gradas con unas 3.000 localidades y el tercero formado con los palcos y andanadas, con el mismo número de localidades. La prensa nacional informaba en algunos rotativos como El Toreo, que “el redondel tiene un metro menos de diámetro que la plaza de Madrid”, ensalzando la importancia del coso murciano. En su exterior existían 18 puertas, siendo 30 el número de escaleras para dar acceso a las diferentes localidades. En su arquitectura tenía un espacio destinado para dos caballerizas, suficiente por aquel entonces para “las tres corridas que se dan en feria”. En sus chiqueros había 19 departamentos, teniendo un amplio corral para los toros. La estructura arquitectónica la formaban otras dependencias propias de una plaza importante: enfermería, capilla y sala de toreros. La construcción de la nueva plaza de toros de Murcia fue un acontecimiento increíble ya que levantó en menos de un año. Los trabajos comenzaron en octubre de 1886, la nueva plaza surgía como un deseo de la llamada Cooperativa de Empleados, formada por funcionarios del Ayuntamiento de la capital. Retrato de la Revista Sol y Sombra n 247 - 24 de En septiembre de 1886, tras octubre de 1901. las corridas de Feria, empezaron a publicarse noticias15 referentes a la futura plaza de Toros de Murcia, de esta forma el Diario de Murcia, informaba a sus lectores “se ha devuelto a D. Agustín Hernández del Águila, favorablemente, informada por el Sr. Gobernador, la instancia presentada pidiendo autorización para construir una plaza de toros en el partido de la Condomina”, emplazamiento ubicado cerca de
10 Diario de Murcia. 10 de septiembre de 1886, p. 1. 11 Diario de Murcia. 30 de octubre de 1887, p. 2. 12 Diario de Murcia. 29 de octubre de 1887, p. 3. 13 MONTES, R.: “La plaza de San Agustín de Murcia 1849 - 1889”. Murcia en Feria. Murcia: Cadena Ser, 2009. 14 Diario de Murcia. 4 de septiembre de 1890, p. 1. 15 Diario de Murcia. 24 de septiembre de 1886, p. 2 y 3.
las calles de la Gloria y San José. De igual forma, esta Cooperativa se reunió en el Teatro Romea para autorizar a la directiva e iniciar el proyecto, con un objetivo claro: celebrar la primera corrida de toros en septiembre del año 1887. Y así fue, a los pocos días de la reunión se colocó la estaca que marcaría el centro del ruedo16. El padre y creador del coso murciano fue el arquitecto Justo Millán y Espinosa (1843 - 1928), natural de Hellín, fue un enamorado de su profesión, arquitecto con una extensa y variada obra creada por las provincias de Murcia (Teatro Romea, Teatro Circo – Villar, la Cárcel de Totana, etc.) y Albacete (cementerio de Hellín, palacio provincial de Albacete etc.). Desde el punto de vista taurino, Justo Millán construyó 5 plazas de toros a lo largo de su historia, siendo la de Murcia la más importante y la que más repercusión profesional le causó.
La cooperativa de empleados hacía saber sobre su admisión de proposiciones para “el relleno de mampostería del cimiento” correspondiente a la futura plaza17 , la subasta para las obras de cimentación se celebró el 1 de octubre de 1886, donde fueron presentados ocho pliegos18. A las espaldas de la plaza de toros había una senda que transitaba hacia la huerta, junto a ella, un azarbe. Los días de monda (limpieza del cauce), el fango y la suciedad procedente de dicho cauce se depositaban sobre el quijero de la senda, llegando a provocar su inhabilitación19 ”la senda que hay a las espaldas de la plaza de toros ha quedado intransitable” debido a la volumetría de la obra. A pesar de los problemas arquitectónicos o los provocados por la lluvia20, para otros, la creación de este nuevo inmueble era señal de júbilo “algunos vecinos de la parroquia de San Juan, particularmente los de las calles próximas donde se va a hacer la nueva plaza de toros, han hecho una cuestación para solemnizar con música y cohetes
el principio de las obras del futuro circo taurino”, así lo contaba el Diario de Murcia a 6 de octubre de 1886. Las obras comenzaban a los pocos días, los trabajos fueron realizados por un buen número de braceros. A la misma vez, hombres, mujeres y muchachos “entraron a tala con los naranjos y demás árboles de aquellos bancales desgajando y cortando a discreción”. La banda de música encargada de recorrer las inmediaciones del barrio de San Juan, fueron al emplazamiento para animar a los trabajadores21. Desde el Ayuntamiento de Murcia se reorganizaba el entramado urbano cercano al coso taurino, de igual forma la Cooperativa de Empleados invirtió una importante cantidad económica en la compra y compensación de terrenos. Tras las lluvias de finales de octubre (1886), se iniciaron los trabajos de acarreo de sillares. La expectación se hizo eco en la prensa nacional, de esta forma el rotativo El Toreo, anunciaba a sus lectores madrileños sobre el avance de las obras y el cartel de inauguración para la Feria de 1887. A primeros de diciembre del año 188622, La Paz de Murcia publicó el contratista encargado de poner el zócalo de sillería, el adjudicado fue D. Juan de Dios Coll Carrión, comprometido “a facilitar la sillería labrada y colocada a Imagen de la Revista Sol y Sombra n 247 - 24 de 25 pesetas metro cuadrado”. octubre de 1901. Las obras avanzaban a buen ritmo y en el mes de diciembre, se construía un horno para cocer cal y una casita para depositarla23 . A mediados24 de febrero de 1887, la sociedad que tenía arren-
16 SOLER, P.: “Increíble: la plaza de toros de Murcia se construyó en menos de un año”. El Capote. Murcia: M. Caballero Comunicación, 2012. 17 Diario de Murcia. 25 de septiembre de 1886, p. 2. 18 Diario de Murcia. 2 de octubre de 1886, p. 3. 19 Diario de Murcia. 3 de octubre de 1886, p. 3. 20 “La zanja abierta para el cimiento exterior de la plaza de toros estaba ayer embalsada con el agua de la lluvia; lo cual hará que en tres o cuatro días estén suspendidos los trabajos”. Diario de Murcia. 3 de noviembre de 1886, p. 3.0 21 Diario de Murcia. 12 de octubre de 1886, p. 3. 22 La Paz. 1 de diciembre de 1886, p. 1. 23 A finales de febrero de 1887 se construía otra calera ya que no era suficiente con la que había en funcionamiento. Diario de Murcia. 25 de febrero de 1887, p. 3. 24 Diario de Murcia. 17 de febrero de 1887, p. 2.
dada la plaza vieja de toros acordaba “desistir de preparar las corridas de feria” para ese año. Los diarios locales de Murcia hacían cábalas, ya que, si eso era cierto, la Cooperativa de Empleados de la nueva plaza debía impulsar las obras para que la Feria de Murcia tuviera sus actos taurinos. La situación publicada por el Diario de Murcia no fue acertada, ya que, al día siguiente en el mismo periódico, fue publicada una carta aclaratoria, firmada por Francisco Martínez, indicando que las noticias trasmitidas no eran del todo ciertas. La sociedad Taurina de la vieja plaza de toros de Murcia, había desistido en programar los festejos para la Feria de 188725, ya que no estaban dispuestos a dejar a los aficionados al toro sin festejos “de este modo, señor director, que la sociedad arrendataria de la plaza vieja de toros, lejos de desistir de dar las corridas de toros, ha acordado el continuar gestionando para darlas, por si acaso ocurre la eventualidad de no estar terminada la que se encuentra en construcción”. El 12 de marzo se transportaba desde la estación de ferrocarril al emplazamiento donde se estaba construyendo la plaza de toros, el material de hierro destinado para la edificación del embovedado de los tendidos procedente de Barcelona26. Las obras continuaban por buen camino, era contratado más personal, se necesitaba más hierro, así a primeros de abril salía a subasta la licitación para construir los antepechos de hierro para los palcos de la plaza, siendo adjudicado al maestro D. José Antonio Pérez. De igual forma salía a licitación la carpintería, quedando favorablemente para D. Mariano Cánovas27 . La importancia28 de las obras hizo que, a finales de mayo, el contratista aumentará el número de operarios para terminar las obras lo antes posible. De igual forma, se inició la instalación de la piedra de los tendidos, “la cual es tan blanca que el circo por dentro va a resultar sumamente alegre”. Algunos diestros como Lagartija, manifestaban a la sociedad Cooperativa, el deseo de asistir a la inauguración de la nueva Plaza de Toros. El arquitecto del nuevo
coso taurino, el señor Millán, viajó a Barcelona, junto a D. Enrique Villar, para hacer un seguimiento de las columnas que debían colocarse en los palcos de dicha plaza, ya que había premura en terminar el ruedo29. Durante el mes de agosto30, y tras varios incidentes, llegaban más columnas a la plaza de toros para ser instaladas por la multitud de obreros que trabajaban en el inmueble “el entusiasmo cunde, y como todos van a una, se acabará la plaza para la próxima feria”. Como tal acontecimiento histórico, la plaza de toros fue documentada gráficamente a través de las fotografías realizadas por el Sr. Rivera. En agosto de 1887 acudió a la plaza de toros para tomar imágenes con los trabajadores a efectos de exponer la obra en la feria de Murcia31 . El 28 de agosto de 1887 se inauguraba la cantina de la nueva Plaza, con motivo de tal acontecimiento, hizo acto de presencia la banda de música del Sr. Raya, sirviendo por parte de los empleados del mencionado establecimiento horchata, limón y helados variados. La inauguración fue aceptable para los presentes, revisando todas las dependencias de la Plaza. Con motivo de tal acontecimiento, se informó a los lecFotografía de la Revista Sol y Sombra n 247 - 24 de octubre de 1901. tores del diario La Paz, que el 28 de agosto iba a ser el último día de entrada libre para visitar el coso32. Los periodistas de Murcia, anunciaban en sus rotativos sobre los diferentes actos programados para la Feria, anécdotas, carencias, etc. Entre las informaciones mostradas, cabría destacar la publicada por el Diario de Murcia, donde apuntaba a 2 de septiembre de 188733 “ayer
25 Diario de Murcia. 18 de febrero de 1887, p. 2. 26 Diario de Murcia. 13 de marzo de 1887, p. 3. 27 Diario de Murcia. 12 de abril de 19987, p. 3. 28 Diario de Murcia. 27 de mayo de 1887, p. 3. 29 La Paz. 7 de julio de 1887, p. 4. 30 Diario de Murcia. 13 de agosto de 1887, p. 1 31 Diario de Murcia. 20 de agosto de 1887, p. 3. 32 La Paz. 27 de agosto de 1887, p. 1. 33 Diario de Murcia. 2 de septiembre de 1887, p. 2.
se estaba arreglando la capilla de la plaza de toros, que parece llevará el nombre Nuestra Señora de la Consolación”.
Para la inauguración de la plaza de toros de La Condomina se celebrarían tres corridas en los días 6, 7 y 8 de septiembre de 1887, coincidiendo con la feria. Los días previos, se publicó el Reglamento de Espectáculos Taurinos34 aprobado por el Gobernador Civil, presentado por la Sociedad Cooperativa de la construcción de la plaza y redactado por D. Antonio Ibáñez González. En los días previos a la inauguración, los socios fundadores de la Cooperativa de
Empleados Municipales, podrían ir a recoger las invitaciones para ver enchiquerar35 a los toros. Pero la duda estaba en la calle, en los cafés, en los ventorrillos y corrillos, donde se hablaba si se iba a llenar o no la plaza, ya que exhibía unas grandes dimensiones, con un aforo de 18.000 personas. Otros vaticinaban que por inaugurarse este año la plaza “y los varios festejos anunciados en su programa de feria, hará que la provincia en masa36 se traslade a Murcia en estos días”. Lo que estaba siendo objeto de discusión, se aclararía de inmediato, pues a las doce del día 6 de septiembre, ya no quedaba ninguna entrada para el tendido de sol, y menos de sombra, en ninguno de los “despachos de la ciudad”, y a la una y media, no quedaban entradas en la taquilla de la plaza de toros, “es, pues, incalculable el número de taurófilos que no vieron la corrida por llegar tarde37”.
Se sabía que la inauguración de la plaza de toros iba a ser un éxito, por la venta de entrada y porque eran muchos los visitantes que se acercaban a contemplar la plaza desde el exterior,
se vivía un espectacular bullicio en las calles con el aumento de afluencia de forasteros, que llegaban en trenes para permanecer varios días en las pensiones, fondas y hoteles de la ciudad, aunque algunos tuvieron que regresar a sus respectivos pueblos, terminada la primera corrida, pues no encontraban alojamiento. Incluso empresarios de otras partes del país, no se perdieron el acontecimiento, como el Sr. González Ferrer, gerente de la Real Fundición Asturiana38 constructora de la crestería de la plaza.
Llegó la tarde del 6 de septiembre, los aficionados exclamaron “¡Dios, que plaza!, ¡María Santísima, que plaza!, ¡San Antonio bendito y que plaza!”, y no era para menos, ya que la hermosa, rica y filigrana plaza de toros requería los elogios hacia el arquitecto Justo Millán. Cerca de 17.000 personas se dieron cita, según fuentes del Diario de Murcia, presentando un aspecto imposible de expresar. Aquella primera corrida pasó a la historia por lo que entrañaba de solemne inauguración, pero no por las faenas de los diestros, los toros y por ende, de los resultados obtenidos. Comenzó el espectáculo. La plaza, en la corrida de 6 de septiembre de 1887, estaba llena. En los palcos39 se divisaba una marea de mantillas blancas; en las gradas, adornadas por pintorescos mantones de manila, se asentaba la “clase media distinguida40” y las “desahogadas artesanas, que lucían los excesos de la salud”; en los tendidos estaba todo la “Región de Levante” donde se podían escuchar “el valenciano de Alicante, el seseo cartagenero y el mal castellano huertano, con la miajica del pimentoneo murciano en sus iquios y repuñeflas41”. Asentimos lo que expone el periodista del Diario de Murcia en su crónica “nada menos que una plaza como esa, necesitaba esta región, para poder reunirse alguna vez42”.
La corrida inaugural comenzó a las cuatro de la tarde, con un fuerte aplauso dedicado a su arquitecto Justo Millán, el presidente era D. Julián Pagán, alcalde de Murcia, por aquel entonces. Con toros de la ganadería de doña María Dolores Monje, viuda de
Noticia de La Paz de Murcia 8-10-1886.
34 Diario de Murcia. 6 de septiembre de 1887, p. 3. Reglamento de espectáculos taurinos aprobado con motivo de la inauguración de la Plaza de Toros de La Condomina (1887). Publicado en La prensa en 7 tardes. Murcia: Asociación de la Prensa, 2012. 35 Diario de Murcia. 4 de septiembre de 1887, p. 3. “Esta mañana de 9 a 12, en la Depositaria del Ayuntamiento, y por la tarde en la plaza de toros, podrán recoger los socios de la Cooperativa de Empleados, las entradas para ver enchiquerar los toros”. 36 Diario de Murcia. 8 de septiembre de 1887, p. 1. 37 Diario de Murcia. 7 de septiembre de 1887, p. 2. 38 Diario de Murcia. 10 de septiembre de 1887, p. 3. “[…] ha venido a Murcia con objeto de inspeccionar las obras, y de ver las corridas inaugurales”. 39 Lo del día. Toros. Diario de Murcia. 7 de septiembre de 1887, p. 1. 40 Ibidem. 41 Ibidem. 42 Ibidem.
Murube con distintivo negro y encarnado, para los diestros Rafael Molina “Lagartijo”, Juan Ruiz “Lagartija”, torero del barrio de San Antolín y Luis Mazzantini, con sus cuadrillas respectivas. Pero la corrida, según las crónicas, fue un poco deslucida, debido a que los toros “grandes, hermosos, bien plantados, bien armados y bien puestos” no correspondieron con sus hechos a lo que podía esperarse de su arrogancia exterior. Los nombres de los morlacos, en orden de aparición, fueron Naranjito, Cochinito, Malospelos, Huerfanito, Cocinero y el sexto Favorito; “ninguno de ellos mereció las moñas43 lujosísimas y de mucho gusto con que les adornaron” que fueron regaladas, siguiendo el orden, por Agustín Ruiz, Agustín Hernández del Águila, presidente de la Sociedad de Empleados; Enrique Villar, tesorero; Enrique Clavijo, Manuel Fernández y Prudencio Soler. Los banderilleros, en general, fueron los que estuvieron mejor. Los toros de la segunda corrida de toros pertenecieron a la ganadería de Miura, para las cuadrillas de la tarde anterior; por último, la tercera de Feria fue con toros del Sr. Conde de Patilla, para las referidas cuadrillas, siendo a juicio de la prensa, la mejor de todas.
Epílogo
Las manifestaciones culturales que se instauran a finales del siglo XIX es debido a la expansión económica y progreso cultural del desarrollo del sistema capitalista junto a la progresiva democratización. Un estímulo para ello fue la mayor difusión de libros y periódicos, naciendo el diario moderno, basado en noticias y publicidad. Por la proliferación de publicaciones periódicas podemos rescatar hechos históricos y ahondar en la historia local. También a finales del siglo XIX las ciudades protagonizaron un desarrollismo debido a la pequeña burguesía y a la mediana industrialización. La arquitectura surge como reflejo del progreso industrial y del apogeo de los grupos sociales urbanos. Que dotaron a las ciudades, como en Murcia, de un equipamiento cultural que aún sigue vigente con teatros, casino y plaza de toros monumental. En nuevo enclave era perfecto para ejecutar la nueva ordenación territorial de la ciudad, al haber hecho desaparecer el antiguo meandro de La Condomina y almarjales al este de la ciudad que fueron propiedad del cabildo, lugar donde desembocan en conexión al río las ramblas de Churra y Espinardo.
Con la ubicación de estas tres plazas de festejos se puede seguir la pista de la evolución histórica de la ciudad, desde la plaza no estable ubicada en la plaza Camachos concebida inicialmente como una plaza de toros oval
que se modificó a cuadrangular, se proyectó cuando ya estaba terminado el puente Viejo o de los Peligros, a mediados del siglo XVIII, fue una de las principales iniciativas urbanísticas del siglo de oro murciano, junto al jardín de Floridablanca, que formó parte del desarrollo del barrio del Carmen donde se iniciaba el antiguo camino real a Cartagena. La siguiente plaza de toros, ya estable, constituye el hecho de la consecuencia de la desamortización gubernamental de comercialización de tierras y bienes eclesiásticos producida a finales del primer tercio del siglo XIX en España, con la generación de riqueza para el Estado, burguesía y la nobleza. La expropiación de propiedades eclesiásticas se adquiría por los compradores de forma pública. La plaza de toros de San Agustín se construyó en el solar que había dejado el convento y el claustro de los frailes agustinos por los compradores de los terrenos y hombres de negocios. La definitiva plaza de Toros de Murcia fue construida en un año, bajo dirección del arquitecto provincial Justo Millán por iniciativa de la Cooperativa de Empleados públicos del Ayuntamiento de Murcia, a las afueras de la muralla medieval, en un nuevo barrio, abriendo así el planteamiento urbanístico hacia el río. El paso del tiempo, se ha corroborado la importancia que la tauromaquia ha tenido en Murcia. Una tierra que, a lo largo del siglo XX, y lo que llevamos transcurridos del XXI, ha mostrado inolvidables tardes en La Condomina.
El Noticiero-de-Murcia 23-9-1876.
Bibliografía
· BELTRÁN CORBALÁN, D.: La Plaza de Toros de Murcia. Murcia: Asociación Patrimonio Siglo XXI, 1998. · BLÁZQUEZ GARCIA, J.: Propiedad y poder en Murcia: el patrimonio como agente del cambio social en la transición del antiguo régimen a la sociedad de los individuos. Murcia: Universidad de Murcia, 2015. · GARCIA AYLLON, S.: “La evolución urbana de la ciudad de Murcia en relación con el río Segura”. Revista de Obras Públicas. Murcia: 2012. · ORTEGA PAGÁN, N.: Callejero murciano. Murcia: Ayuntamiento de Murcia, 1973.
Prensa Histórica
- Archivo Municipal de Murcia - Criterio Murciano - Diario de Murcia - El Toreo - La Paz
43 Las moñas. La Paz. 7 de septiembre de 1887, p. 1.