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Los toros, fuente de inspiración para el arte
# Arturo Andreu. Decano del Colegio de Periodistas de la Región de Murcia
Hay momentos en los que me gusta contemplar sosegadamente la importante colección de arte del Siglo XX patrimonio de la Fundación Asociación de la Prensa de Murcia, sin otra pretensión que la de sentir la belleza íntima de los cuadros que la componen. En esas estaba un día cualquiera de este caluroso y extraño verano de 2021 cuando una compañera periodista, Miriam Salinas, me advirtió sobre la presencia en la colección de un pequeño cuadro de motivo taurino, en el que no me había fijado antes, una acuarela pintada por Manuel Muñoz Barberán.
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“Fiesta taurina en el pueblo”, se llama el cuadro en cuestión, una escena algo difusa en la que se distinguen un mozo y una vaquilla en una plaza de toros improvisada, una de esas plazas portátiles que estamos acostumbrados a ver en numerosas fiestas patronales a lo largo y ancho de la geografía de la Región de Murcia. No es el cuadro que más me gusta de los que ha pintado Muños Barberán, ni siquiera sé si habrá pintado algún otro relacionado con la tauromaquia, pero su contemplación iluminó en cierta manera una pregunta que me hago cada vez que oigo, y lo oigo mucho durante los últimos años, como lo habrán oído ustedes, que los toros son cultura. Ruego a los muy taurinos que perdonen mi duda vital al respecto, pero ya saben ustedes que el mundo progresa cuando somos capaces de hacernos preguntas, aunque tales preguntas, o quizás las respuestas a tales preguntas, puedan resultar molestas o políticamente incorrectas. Ya sabemos que la llamada corrección política no es mas que otra forma de autocensura.
Decía, y vuelvo a las razones que han motivado este artículo, que la contemplación del pequeño cuadro de Muños Barberán iluminó mis dudas porque me llevó a la siguiente conclusión: no sé si el mundo de los toros por sí mismo es cultura —no me arrojen todavía, por favor, a esas tinieblas donde todo es frío y rechinar de dientes—, pero sí sé que el mundo taurino ha sido y es una fuente de inspiración para obras de enorme calidad y gran calado cultural, sobre todo en la pintura y en el cine.
Recurrí, al hilo de tales elucubraciones, a un artículo que escribió María Jesús Burgueño, en 2010, en Revista de Arte, en el que repasaba la tauromaquia en la pintura desde los siglos XVI y XVII, cuando comienzan a aparecer obras pictóricas que reflejan el mundo de los toros y de los toreros, aunque es a partir de los siglos XVIII y XIX cuando esta faceta artística adquiere todo su esplendor en un mundo, el de la tauromaquia, impulsado desde sus inicios por la nobleza y por la Iglesia. Y eso a pesar de que, en de-
terminadas etapas de los citados siglos, el espíritu moralizante católico haya rechazado los festejos taurinos considerándolos perjudiciales para el desarrollo de su doctrina “ya que el vínculo con las ceremonias paganas —señala María Jesús Burgueño en el artículo citado— era evidente, pues la sangre de toro se ha utilizado en algunas ceremonias paganas para rociar con ella a los iniciados en el culto a los dioses” … Aun así —escribe la autora citada— “tal fue la confraternización de la Iglesia católica con la fiesta taurina que varias plazas compartieron sus muros armónicamente, como es el caso, por ejemplo, del Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, en Almagro, recinto erigido por don Álvaro de Bazán, almirante de Castilla y hombre clave en la batalla de Lepanto; o el de Nuestra Señora de las Virtudes en Santa Cruz de Mudela, ambos en Ciudad Real”. Pero a lo que íbamos: El mundo taurino ha sido desde siglos recurrente fuente de inspiración para los artistas, como el inglés William Lake Price, que realizó una serie de dibujos, grabados y acuarelas sobre tauromaquia que luego continuaría el también inglés Richard Ford. Asimismo, el En 2021 se conmemora el primer centenario del francés Víctor Adams publinacimiento de Muñoz Barberán. có hacia 1830 algunos dibujos muy interesantes sobre tauromaquia, como 30 años después hiciera Gustave Doré o en 1846 Francis Van Halen y el alemán Wilhelm Gail. Ha sido el Siglo XX, sin embargo, continuando lo ya hecho en el XIX, el que nos ha dado una serie de nombres que han inmortalizado a toros, toreros y público a las plazas, como Pablo Ruiz Picasso. O antes Goya, otro de los grandes, cuyas 33 láminas publicadas de La Tauromaquia, junto a las 11 inédi-