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Jorge Martínez, un oasis en el desierto de las novilladas

· Cuando prácticamente las novilladas han desaparecido de las ferias, hay novilleros en la Región como Jorge, Trigueros o Parrita que quieren abrirse paso

# Paco Ojados

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Las consecuencias que para la economía ha tenido la pandemia por la covid-19, iniciada en China a finales del año 2019 y que llegó a Europa en febrero de 2020, son evidentes y con un alcance global. Casi todos los sectores han sufrido un estancamiento derivado de la crisis derivada del coronavirus. Pero hay algunas actividades económicas que, dependiendo casi en exclusiva de la asistencia de público para poder desarrollarse de forma rentable, han resultado muy damnificadas.

Le ha ocurrido a toda la industria de la cultura en general, con un confinamiento que comenzó en la primavera de 2020 y que duró hasta el comienzo de aquel verano, lo que impidió a quien tiene gusto por la música en directo, el teatro, el cine o los toros, entre otros espectáculos, asistir a su entretenimiento favorito.

El mundo del toro, en todo su conjunto, lo ha pasado realmente mal desde el comienzo de la pandemia. Ha sido muy evidente su efecto en las grandes ferias. Una tras otra fueron suspendiéndose el pasado año, desde Fallas hasta la última del año. En las grandes plazas y en las Ferias de relumbrón el escaparate es más visible para quien es aficionado y para quien no lo es. La gira de reconstrucción que auspició la temporada pasada la Fundación del Toro de Lidia y la televisión, con el canal privado de Movistar, lograron recuperar algún festejo mayor, con ínfimos aforos permitidos y pensando especialmente en el espectador de pantalla. Pero los

toros sin público en los tendidos no son lo mismo.

Conocida la realidad de las grandes citas de la temporada, pocos se acordaban de los que han resultado más perjudicados por la pandemia: Los novilleros. Los chavales que empiezan, que son el futuro de una fiesta que necesita renovación urgente, se han tropezado en su camino de formación con un muro infranqueable. El de las plazas cerradas.

Desde hace años se han reducido notablemente las posibilidades de torear para los novilleros, al ser cada vez menos las ferias que incluyen novilladas en su abono. El coste de producción de estos festejos y que el público, cada vez menos aficionado, acuda a la plaza al reclamo de los toreros con fama, hacen que su organización en la mayoría de los casos derive en déficit. Su hueco viene siendo en los últimos tiempos el de las ferias y certámenes de novilladas. Muchos de estos ciclos suponen una verdadera oportunidad, algunos una encerrona en las que se las tienen que ver con ganado complicado y muchas veces con volumen de ‘corridones’ de toros.

A esa realidad se unió en 2020 una complicación más. La pandemia imposibilitó a los novilleros vestir de luces y mostrar sus cualidades. Navegan por un desierto durante más de un año y medio.

Entre tanta soledad en el deambular por ese desierto que no permite ver más allá que dunas imaginarias, sin una plaza de toros, sin una feria, sin un certamen de novilladas que sirva de ilusión, se antoja una aventura incierta ya no solo recorrer, sino solo el hecho de emprender el camino. Sólo los más tenaces, los más pacientes y los mejor preparados llegarán a cumplir su sueño.

Con este panorama hay que agradecer, especialmente los novilleros que han podido entrar en la selección, pero también el aficionado, la iniciativa llevada a cabo por la Fundación del Toro de Lidia, con la colaboración de algunos gobiernos autonómicos y secundada por algunas televisiones regionales- desde aquí vaya mi reconocimiento a labor que está realizando Canal Sur- para sacar adelante una liga de novi-

Jorge Martínez en una fotografía de Juan Francisco Moreno

lleros, que han tenido el acierto de bautizar como “Liga Nacional de Novilladas”. El primer circuito se celebró entre junio y julio en Andalucía. Al circuito andaluz le han seguido los de Castilla y León y la Comunidad de Madrid, y a mediados de agosto también se inició el del Norte. Entre los tres primeros circuitos se han celebrado 24 novilladas, en las que han participado 27 novilleros, se han lidiado 51 ganaderías de 15 encastes diferentes, en 24 localidades de 16 provincias diferentes. Murcia, por desgracia para sus aficionados, ni está ni se le espera.

No obstante, la potencia taurina de la Región sí se ha mostrado y con creces con un novillero de la tierra, que tras un paso efímero por la Escuela de Tauromaquia de la Región de Murcia emigró a Almería para enrolarse en su Escuela Taurina, donde ha terminado por hacerse torero. ¡Y qué torero, señores y señoras!

El totanero Jorge Martínez, desde el primer festejo de la Liga de Novilladas ha dejado una impronta de torero especial. Tiene ese algo que no se compra ni se aprende. Eso que los aficionados cabales no saben explicar pero que se capta y se transmite en el ambiente. Se puede definir como torería. Su paso por la fase andaluza del concurso ha sido todo un descubrimiento y una alegría inmensa. La manera de hacer el toreo, la clase y naturalidad que atesora ha enamorado a muchos aficionados. Tras pasar las primeras novilladas eliminatorias, destacó más que ningún participante en la semifinal, ganó la final a tres y se impuso por unanimidad en la gran final que acogió la coqueta plaza de toros de Atarfe, mano a mano, con un novillero que se arrimó como un león, Manuel Perera. Ese triunfo le ha abierto a Jorge las puertas de la Maestranza de Sevilla, a la que irá en la Feria de San Miguel, y Las Ventas, donde debutará el próximo año.

Los dos finalistas se conocían por otra iniciativa que había tenido lugar en tierras mexicanas durante el invierno, con la creación por parte de la empresa azteca ‘Casa de los Toreros’ de lo que vinieron a llamar el CART (Centro de Alto Rendimiento de la Tauromaquia). Otro ejemplo a seguir de apoyo a los jóvenes valores que hay que reconocer a la empresa y especialmente a uno de sus socios, Juan Carlos Corona, filántropo de la tauromaquia.

Allí, en las ganaderías mexicanas, han pasado el invierno toreando y adquiriendo competencias un ramillete de novilleros que en cuanto se les ha dado oportunidad han demostrado cualidades. En México, junto a Jorge destacó otro novillero de la Región. José María Trigueros también fue seleccionado para estar en ese CART mexicano. El murciano, vecino de Javalí Nuevo, había demostrado en sus ac-

tuaciones en la Feria de Murcia y en el Festival del Cáncer que tiene una voluntad enorme y ha depurado sus formas. Lo ha demostrado en la primera oportunidad que ha tenido, este mes de agosto, en la Feria de Blanca, planteada este año como certamen, al que llegó a la final y la compitió con el extremeño Manuel Perera.

Hay futuro, como también lo demostró Parrita en Los Felices, en una novillada en la que volvía a los ruedos después del parón del coronavirus. Otros novilleros de la Región, todavía no han tenido oportunidad de vestir de luces, como Fran Ferrer o Suresteño, por ejemplo.

Si así está de duro el escalafón de novilleros con caballos, yermo ha quedado el sembrado para los novilleros sin caballos de la tierra. Es momento de acordarse del alumno de la Escuela de Murcia que se erigió en gran triunfador de la última feria, la de 2019, Alvaro Ruiz, sorprendiendo a todos con una naturalidad y elegancia impropia de quien está en el día de su debut. Somos muchos los que estamos deseando volver a verle torear.

Otros que emigraron a otras escuelas están toreando y haciéndolo bien, como el pachequero Víctor Acebo, de los valores a tener en cuenta en el apartado de novilleros sin caballos.

A la fecha de cerrar la edición de esta revista, aún no está claro si se celebrará o no la Feria del Arroz de Calasparra. Otra feria emblemática, como el Zapato de Oro de Arnedo, hace semanas que anunció su suspensión por segundo año consecutivo. Otra zancadilla más para los novilleros. Si no torean no pueden progresar en una profesión que, como todas, necesita de un oficio y un aprendizaje.

Lo dicho, hacen falta novilladas. Novilleros tenemos, alguno con condiciones para llegar a ser figura del toreo. Luego el tiempo y lo que cada uno alcance a ser, no lo sabemos. De momento, nos sirve para mantener la ilusión.

Jorge Martínez llevado a hombros. Fotografía de Francisco Moreno.

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