Puri Sánchez, Ayeres en la estafeta (Piediciones, 2016)
Querido padre:
Entre la vida y la muerte, confundiste el corazón con los pulmones. No obtuviste resultado, tu flujo de oxígeno no era cuestión de emociones. Amar —con toda el alma— y ser amado no era suficiente.
M
i padre era ebanista. Tenía tan sólo tres dedos en la mano izquierda, en la cual tenía una fuerza increíble. Los otros dos los perdió trabajando. Era calvo desde que yo tengo memoria. Le gustaban las tostadas con mucho ajo, las manitas de cerdo, la codorniz y los salmonetes. De beber, vino ¡Como dios manda!. Recuerdo el olor de su pipa cuando aún fumaba. Nunca olvidaré ni ese olor ni el del serrín de la fábrica donde trabajaba. Cuando le llevaba su merienda allí de niña, me recibía con una gran sonrisa. Aún recuerdo su mono azul y sus andares cuando venía hacia mi por aquella enorme nave llena de máquinas extrañas. Mi padre no tenía campanilla, pero se empeñaba en silbar. Por eso creo que silbar es algo importante, un privilegio.
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Yo nací después de cuatro varones porque mi padre se empeñó en tener una niña y no paró hasta conseguirlo. Por tanto, yo nací gracias a su empeño y soy, sin quererlo, el sueño cumplido de un hombre. Su escritor favorito era Vázquez Figueroa y su libro preferido, Pigmalión. Él me inculcó el amor a la lectura. No pudo estudiar porque trabajó desde muy joven y su vasta cultura la adquirió a través de los libros, pero siempre me decía: "estudia, hija, que en los libros no está todo". Y eso hice, porque mi padre me lo dijo y yo... hacía lo que decía mi padre porque creía en él a pies juntillas (yo sabía que mi padre era un tipo sabio que sabía de lo que hablaba). Mi padre era un gran amante de la música, de cualquier tipo de música. Le gustaba la música de guitarra (Paco de Lucía o Santana) y la de orquesta (Glenn Miller, sobre todo). Y los boleros, el swing, el pasodoble, la música de los 50, la música negra, el jazz, el blues… y José Luis Perales o Ana Reverte, a los que me llevó de concierto en Alcalá... Mi padre me enseñó a amar la música, toda la música. Le encantaba el cine, nos llevaba desde pequeños muchos sábados a Madrid a ver estrenos. Su actriz favorita (su ídolo) era Meryl Streep. Decía que le recordaba a mi madre de joven. Mi padre me inculcó el gusto por ver cine. También me enseñó a conducir ¡Qué paciencia tenía mi padre!.
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Mi padre votó a la izquierda cuando era lo que había que hacer, y lo hizo convencido. Cuando se destapó la corrupción del PSOE, mi padre quedó muy decepcionado y, desde ese momento, incluso cuando había tormenta, decía: "De eso la culpa la tiene Felipe González". Era un tipo divertido mi padre. Mi padre me enseñó que ser feliz es algo que hay que fabricar cada día. Por eso, estoy donde hoy estoy y hago lo que hoy hago. Porque hubo un día en que recordé las palabras que mi padre me decía, las cuales olvidé durante un tiempo. Yo adoraba a mi padre y mi padre me adoraba. Era su ojito derecho. Cuando murió mi madre, su dolor y soledad me hicieron un agujero en el pecho imposible de llenar después. Recuerdo, sin embargo, a mi padre siempre riendo. Todo lo que yo era le gustaba a mi padre. Es, quizá, quien más me ha valorado en toda mi vida. Era un gran tipo mi padre. Yo quería a mi padre más que a nada o nadie y mi padre me quería más que a nada o nadie. Hoy, le recuerdo y no lloro. Sonrío, como él. Porque mi padre me enseñó que la felicidad se la fabrica uno mismo.
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