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El siglo XVIII: el reordenamiento colonial

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Fuentes

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fueron controlados con grilletes y sometidos a un trato inhumano. Pero, a pesar de la explotación y el control, los afrolimeños aprovecharon las oportunidades para negociar algunos beneficios como alimentos, permisos, mejor ropa, medicinas, entre otros; también usaron los tribunales para plantear sus quejas y demandas. Tal vez, por ello, los afrolimeños lucharon por permanecer en la ciudad y bloquearon su venta por estar casados con residentes limeños o limeñas, lo cual era posible por ser parte de sus derechos defendidos por la Iglesia.

El siglo XVIII: el reordenamiento colonial

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El censo de 1791 nos muestra que el 47 % de la población limeña lo constituía el grupo esclavizado y las castas libres (afros que habían accedido a su libertad por diversos medios), mientras que el 36 % eran españoles. Los indígenas (8.2 %) representaron una minoría urbana visible por el idioma, la vestimenta y leyes específicas. Empero, como demostró Jesús Cosamalón, mantuvieron vínculos laborales, amicales, afectivos y sexuales con otros grupos étnicos.

Desde fines del siglo XVIII, fue cada vez más visible la presencia de africanos y afrodescendientes elegantes, dueños de esclavizados, con prestigio por ser miembros de algunas cofradías y gremios. Viajeros como Tadeo Haënke y Joseph Laporte nos han dejado descripciones de la ropa, las joyas y la elegancia de mujeres populares, en especial de las vivanderas afro que evidencian su preocupación por lucir bien.

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Ilustración del Códice Trujillo del Perú de Martínez Compañón en la que se observa una calesa empujada por jinete afro. El dibujo representa una estampa de la época (siglo XVIII). Los descendientes de africanos cumplieron muchas funciones y en no pocos casos pudieron progresar.

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