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Presencia afro en el censo del 2017

52 entre julio y diciembre del 2011, ese mismo año la OEA la nombró presidenta de la Comisión Interamericana de Cultura.

Presencia afro en el censo del 2017

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En 1940, el Estado aplicó por última vez categorías raciales para identificar a la población peruana. Las categorías blanco y mestizo se fundieron en una, porque se consideró que era imposible distinguir entre ambos; probablemente por eso incrementó su porcentaje. Es posible que en esta categoría también se encuentren numerosos afroperuanos, producto no solo de la mezcla de indígenas, asiáticos y europeos, sino como resultado de una paulatina movilidad social ascendente.

En el año 2017, por primera vez, la población pudo escoger su identidad en un censo a partir de la pregunta: “Por sus costumbres y antepasados usted se considera…”. Las alternativas fueron: a) quechua, b) aymara, c) nativo o indígena de la Amazonía, d) parte de otro pueblo indígena originario, e) negro, moreno, zambo, mulato, pueblo afroperuano o afrodescendiente, f) blanco, g) mestizo, h) otro, i) no sabe no responde, j) nikkei, k) tusán.

Según el censo, el 67.61 % de la población limeña se autoidentificó como mestiza; el 16.25 %, quechua; el 7.18 %, blanca; el 3.35 % prefirió marcar la alternativa “no sabe/no responde”, por encima del 2.76 %, que se autoidentificó como afro; 1.4 % prefirió la opción “otros”; 0.68 % se autoidentificó

El más grande escritor peruano del siglo XIX descendía de afrolimeños. 53

54 como aymara; 0.26 % como nikkei; 0.21 % como nativo o indígena de la Amazonía; 0.14 %, tusán; 0.10 %, parte de otro pueblo indígena u originario.

“Mestizo” obtuvo más porcentaje seguramente porque permite aglutinar diversas herencias étnicas y culturales. Muchas personas no quisieron escoger una sola opción por sus variados ancestros y costumbres o, también, porque no se identificaron con ninguna de las propuestas.

Al revisar las cifras por distritos, tenemos información valiosa en torno a la población que se autopercibe como afrodescendiente. Esta se encuentra presente en diferentes proporciones en todos los distritos, aunque en ningún caso su presencia llega al 5 %. El mayor porcentaje distrital de población afrolimeña corresponde a Pucusana (4.9 %) y el más bajo a San Isidro (1.1 %). En los distritos costeros con fuerte presencia de pescadores artesanales y agricultores hay una población que se autoidentifica como afro: Pucusana (4.9 %), San Bartolo (4.4 %), Punta Negra (3.8 %), Lurín (3.2 %), Chorrillos (3.1 %), Santa María (2.8 %), Punta Hermosa (2.6 %) y Pachacamac (2 %).

En los distritos considerados de clase media alta, la autopercepción de ser afrodescendiente es muchísimo menor. En San Isidro, apenas llega al 1.1 %; en Miraflores, al 1.4 % y en La Molina, al 1.5 %. Los distritos considerados antiguos o tradicionales y con fuerte presencia popular mantienen una presencia afro: en Breña, 3.9 %; en el Rímac, La Victoria y el Cercado se autoidentificaron como afro el 3.7 %.

El censo muestra varios indicadores para medir el bienestar de la población. De todos ellos, se han seleccionado dos: el acceso a la educación y al agua potable. Con respecto al primero, la población afrodescendiente ha mejorado. Las cifras más altas sin acceso a la educación corresponden a la población quechua (3.4 %) y aymara (2.7 %). Los afros tienen la misma cifra que los blancos y mestizos (0.9 %), mientras que los nikkei (0.3 %) y tusán (0.8 %) presentan mejor acceso a la educación. Las diferencias son más notorias en el caso de los estudios superiores. El 16.2 % de los afros tiene estudios universitarios incompletos o terminados, por encima de los quechuas con 15.1 % y los aymaras con 14.2 %; aunque por debajo de los mestizos con 23.9 %, los blancos con 25.6 %, los nikkei con 40.8 % y los tusán con 43.6 %.

Solo el 1.2 % de los afros, el 1.3 % de los quechuas y el 1.5 % de los aimaras llegó al nivel de posgrado; muy por debajo de los mestizos con 2.5 %, los blancos con 4.1%, los nikkei con 6.5 % y los tusán con 9.0 %. En suma, las poblaciones que más han avanzado en el acceso a la educación son los que se autoperciben como asiáticos (nikkei y tusán), quienes están por encima, incluso, de los que se consideran blancos. Al mismo tiempo, la población que se autopercibe como afro está por encima de la población que se autodenomina quechua, aymara y nativa de otra etnia.

En cuanto al acceso al agua, el 81 % de la población limeña tiene acceso a la red pública dentro de la vivienda. Sin embargo, al ver los porcentajes por etnicidad, observamos

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José Manuel Váldez en el pincel de Francisco “Pancho” Fierro. Ricardo Palma se refirió a él como ”insigne médico y distinguido literato”

que no es igual para todos los grupos. Los más favorecidos son las personas percibidas como blancas con un 81 %, superadas por los mestizos con 82 % y los nikkei y tusán con 84 %. En cambio, la cifra es menor en los afros (79 %) y los aymaras (78 %).

En general, este censo muestra que hay una mayor cobertura del servicio potable de agua y el de educación, probablemente gracias a la expansión de SEDAPAL en las últimas décadas y, en especial, a la gran inversión en escuelas privadas medianas y pequeñas. Sin embargo, aún se mantienen cifras diferenciadas por la clase y la etnicidad. En ese sentido, los nativos quechuas, aymaras y amazónicos son los grupos más vulnerables; los afros están ligeramente por encima; los mestizos superan a aquellos que se consideran blancos y, en la cima, se sitúan los nikkei y tusán, quienes gozan de mayor cobertura de estos servicios. El censo nos indica algunas tendencias para trabajar en el futuro. Lo importante es ir cerrando las brechas y diferenciaciones hacia la igualdad.

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