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Introducción
El objetivo de este libro es reconstruir la historia de los afrolimeños, quienes desde el siglo XVI contribuyen al enriquecimiento de nuestra cultura local y nacional, junto con otros grupos étnicos como indígenas, africanos, moriscos, asiáticos y europeos, entre otros, cuyo intercambio generó la cultura limeña. Parte de esta historia se construyó desde la esclavitud, la pobreza y el racismo con hombres y mujeres que supieron superar esas limitaciones.
Es importante definir quiénes son los afrolimeños y afrolimeñas. Podemos precisar que son aquellos que comparten el bagaje cultural proveniente de África. Así, “afrolimeño” no alude al color de piel y forma del cabello, sino a personas nacidas en Lima y a los migrantes que comparten ancestros africanos y prácticas multiculturales donde lo afro es un componente esencial. Es muy importante enfatizar este punto para no caer en el racismo que asocia las características físicas —color de piel, forma de cabello— con la identidad de una comunidad.
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Por otro lado, es necesario enmarcar los aportes de los afrolimeños en un amplio contexto histórico. Estos se inician con la esclavitud y se amplían con las transformaciones del
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18 siglo XX. Durante la vigencia de la esclavitud, los africanos y sus descendientes esclavizados fueron colocados en diversos oficios; pero, una vez instalados, lentamente, de generación en generación, resignificaron esos espacios laborales, se volvieron eficientes e imprescindibles; no solo eso, enseñaron sus oficios a sus descendientes libres. Luego de la abolición, los afrodescendientes aprovecharon los espacios en los que se habían especializado para consolidar su presencia en el mercado laboral. Así, los hombres participaron en algunos oficios como la herrería, comercio al por menor, albañilería, carpintería, etcétera; mientras que las mujeres continuaron en los espacios domésticos.
Ya a mediados del siglo XX se masificaron los deportes, la industrialización, los medios de comunicación, como la radio y la televisión, la industria discográfica y los servicios públicos de salud y educación. Unas décadas después, en 1979, el voto universal y la ciudadanía permitieron ampliar más espacios. Estas transformaciones económicas y socioculturales abrieron nuevas oportunidades para los sectores populares, quienes, sometidos al racismo y la exclusión, negociaron en esos nuevos espacios hasta convertirlos en suyos. En el caso de los afros, desde la esclavitud, se desempeñaban en los oficios domésticos como la cocina y el cuidado de niños, la música, la tauromaquia, el arte y la medicina como sus actividades recurrentes; en el siglo XX se incorporaron con éxito en los deportes, en especial el fútbol, el boxeo y el vóley; sin embargo, es más difícil insertarse en los medios de comunicación como
En la imagen, una pareja conformada por un hombre afrodescendiente y una mujer andina bailan una zamacueca. La mezcla entre los afrodescendientes y otros grupos de la sociedad limeña dio origen a la riqueza y mestizaje del pueblo de Lima. 19
20 sujetos con palabra y no como objetos. El enfoque de este libro es valorar los aportes de los afrolimeños en los ámbitos tradicionales como la cocina, la música y los deportes. Sin caer en los estereotipos negativos, la historia de la ciudad no puede desvincularse de los aportes de los afrolimeños en estos espacios; pero enfatizando que se han abierto otros significativos para los afrodescendientes. Por eso, en el libro también se revisa la presencia de los afros en la política, como sindicalistas, líderes de organizaciones barriales, y aquellos que han dirigido ministerios y han sido electos como congresistas.
Este libro está dividido en tres capítulos. El primero revisa la historia de los africanos y afrolimeños durante el Virreinato, la Independencia y el siglo XIX. El segundo analiza desde la abolición de la esclavitud hasta las primeras décadas del siglo XX. El tercero está dedicado a la cultura afrolimeña, específicamente la religión, la música, la comida, la tauromaquia y las diversiones públicas, desde las coloniales hasta la cultura de masas. Por último, el libro aborda la presencia de los afrolimeños en las acuarelas de Francisco “Pancho” Fierro. Tal vez, el marco del libro no permita homenajear a todos los afrolimeños con nombre y apellido; empero, se ha procurado incluir a los que destacaron en sus barrios y aún permanecen en la memoria oral.
La identidad se construye diariamente y es un orgullo practicar y trasmitir nuestras diversas herencias a las nuevas generaciones; en ese sentido, mi deseo es que este libro contribuya con este maravilloso proceso intercultural. Por
último, quiero agradecer a la Municipalidad de Lima, a Sandro Covarrubias y a David de Piérola por el apoyo constante, a Marlon Aquino y José García Cosavalente por su trabajo de edición, a Luis Rocca y Jesús Cosamalón por la valiosa ayuda y a Alejandro Arrelucea, mi papá, por enseñarme a disfrutar mi afrolimeñidad, enriqueciendo así mis otras raíces.
Maribel Arrelucea Barrantes
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Ilustración de Guamán Poma de Ayala, la primera representación ilustrada de los africanos que llegaron al Perú en el periodo de la invasión ibérica. En las pocas ilustraciones que les dedicó, el cronista indio menciona los malos tratos que recibían de los españoles.