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I.3. CONCLUSIONES SOBRE LAS RECOPILACIONES ANALIZADAS

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III.4.1 Pachacamac

III.4.1 Pachacamac

I.3 CONCLUSIONES SOBRE LAS RECOPILACIONES ANALIZADAS.

Algunas de las conclusiones que hemos podido observar, tras leer las recopilaciones realizadas por los cronistas, es que la creación del mundo, en la cosmovisión andina, se percibió establecida en varias etapas73: la primera etapa es la el caos, periodo en el que predomina el tiempo salvaje; adjunto a una serie de características que analizaremos en otro capítulo. Posteriormente, este periodo es vencido por una nueva potencia que se presenta como fuerza ubicada en el hanan pacha. Algunos textos indican el cinco como el número elegido para “ejemplificar” la Creación, reacuérdese el texto de Huaruchirí (Ávila, Francisco de; 1975:35) o el mito del cronista Bendiel de Salazar (en Duviols, Pierre; 1977:427 y sig.). El recorrido, por decirlo así, que posee la creación, la proto-historia que da origen a la Creación quinta, se presenta con secuencias de oscuridad74-luz; caracterizadas por unas determinadas cualidades intrínsecas. Así, se aprecia en el relato mítico un tiempo blando, oscuro, como diría Sarmiento de Gamboa, “... en el cual [el criador] crió el mundo oscuro y sin sol ni luna ni estrellas...y vivían en la oscuridad...” (Sarmiento de Gamboa, Pedro; 1960:209)

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73 La historiografía de los años setenta pretendió ligar las edades míticas con realidades de la historia. Hemos elegido el análisis de Rafael Girard para ejemplificar este tipo de estudios. Para Rafael Girard las edades míticas establecen el nivel cultural de los pueblos agricultores, el cual es directamente proporcional al número de ciclos étnicos que configuran en su mitología (Girard, Rafael; 1976:1692). Resume las edades de los ciclos míticos centro-andinos en: 1ª edad. La tierra estaba habitada por animales feroces, y las gentes de la aurora de la humanidad ahuyentaron estas fieras. Son primitivos de vida nómada, no poseen casas y habitan dentro de las cuevas. Su economía se basa en la caza y recolección. En esta época, explica el autor, el cosmos se percibe con dos dimensiones: cielo-tierra (Girard, Rafael; 1976:1698). 2ª edad: Se inicia la vida sedentaria y agrícola. Aparecen las primeras viviendas, y gracias a la sedentarización se aprecia un incremento demográfico. La economía se apoya en la agricultura, por lo tanto, las divinidades más adoradas son los dioses de la fertilidad. El universo se percibe con tres dimensiones: cielo-tierra-inframundo (Girard, Rafael; 1976:1699). 3ª edad: comienza la explotación de los recursos naturales, y la domesticación de los animales. Hay un ascenso de la población y del territorio. Se aprecia igualmente una mayor organización social. Se realizan obras de infraestructuras, los caminos, acequias, etc. Aparece la metalurgia. Se realizan ciertos progresos con la adquisición de nuevas plantas alimenticias. Es un periodo de migraciones, el periodo formativo (Girard, Rafael; 1976:1699). 4ª edad: Las luchas territoriales se acentúan entre los diferentes asentamientos. Es un periodo de inestabilidad social, razón por la cual las casas se construyen en lugares altos y con fortificaciones para la seguridad (Girard, Rafael; 1976:1700)

74 Sobre este aspecto Alfredo López Austín ha escrito que durante el periodo de oscuridad “... participan seres divinos en calidad de gérmenes de las criaturas...” (López Austín, Alfredo; 1997:35). En el área andina observamos esta idea de forma similar.

La información analizada nos hace pensar, posiblemente, en una creación en la cual cierta deidad se percibe como único ser creador, pero con diferentes aspectos que lo caracterizan. Normalmente éstos vienen presentados por los hijos de la divinidad, así, están los tres hijos de Atagaju (San Pedro, Fray Juan de, 1992:161), de Pariacaca (Ávila, Francisco de; 1975:53), de Libiac (en Duviols, Pierre; 1977: 432), etc. El número varía unas veces los textos se refieren a cuatro hijos y otras veces a 5 hijos. Hemos advertido que todos y uno son un mismo ser, con caracteres diferentes; probablemente advocaciones de la divinidad. Esta idea, opinamos, parece enfatizar que si bien la creación es ordenada por una sola deidad, ésta debe combinar ciertos rasgos que se presentan desiguales, si bien con un núcleo germinativo similar. Es decir, el universo es una creación compleja, desigual pero que comienza desde un núcleo que, por decirlo así, se va segmentando y caracterizando. De esta manera se concibe un universo formado por una energía, que se combina y adapta a ciertas formas o aspectos de lo creado. Además, estos rasgos, caracterizados por los hijos - sirvientes de la deidad, surgen para guardar y vigilar las regiones del universo: el norte, el sur, este, oeste y centro (Ávila, Francisco de; 1975:53; Cobo, Bernabé; 1956: 65). Comprendemos que se aprecia cierta continuidad entre las segmentaciones de lo Creado y las advocaciones de la divinidad. Se podría considerar una relación de los rumbos con éstas, pero, lamentablemente carecemos de datos que nos ayuden a contrastar la información. Consideramos, con ciertas limitaciones, que el universo es una gran formación mono-nuclear que se trasforma, o trasmuta, en pequeñas parcelas que aparentan cierta ambigüedad las unas con las otras. Éstas, en cierta medida, guardan un equilibrio.

En los temas examinados, y en los extractos de los mitos elegidos, se puede advertir que la evolución de la narración es la misma, un joven, o una pareja, aparece frente a un periodo caduco, representado por un espíritu terrestre (Peruana Letterae annuae, TII. Peru 14, fol54 54 v; en Duviols Pierre 1983; De la Torre, Ana; 1994:87). Esta base común, además de las hazañas culturales (Ávila, Francisco de; 1975:39 y sig.) que ocurren en los mitos, fue la que más tarde heredaron los incas, como se aprecia en los textos de Vaca de

Castro (Mss2010.fol.46v.B.N.M), por ejemplo. Quizás, en cierto modo, existió un concepto panandino de creación, aunque éste varía según la región analizada. En casi todos los textos analizados hemos observado que la creación pone fin al periodo de tinieblas y caos, todo comienza a surgir mediante un ritmo que va marcando la fuerza organizadora. Mediante la intervención de una potencia, en el caso inca Inti, se establece el orden y la luz (Cobo, Bernabé; 1956: 14 y sig). Se aprecia igualmente, en las narraciones, que tras una primera intervención divina que ordenó las aguas y la oscuridad, se describe una segunda intervención, de Pariacaca, Viracocha, Cuniraya (Ávila, Francisco de; 1975:42). Éstos son las divinidades que intervienen como ordenadoras del caos que forma la primera potencia (Ávila, Francisco de; 1975:15). Se manifiesta, por lo tanto, la programación de las cosas por épocas, primero se ordenan los “elementos primarios”, agua, tierra y oscuridad (Ávila, Francisco de; 1975:31); y posteriormente los “elementos desencadenantes” del nuevo orden, el más importante, el Sol. Así, se podría distinguir entre: nada, caos y ordenamiento. A su vez, esta creación implicó cierto sacrificio, así, se entiende que el orden y la vida nacen del caos y de la muerte. (Peruana Letterae annuae, T.II. Perú 14, fol 54 54v; en Duviols, Pierre, 1983)

El principio organizador se manifiesta a través del soplo, el espíritu y la palabra, como hemos visto (Ávila, Francisco de; 1975:38). En cuanto a la palabra Edwar Sapir concibió el lenguaje como “...representación simbólica de la experiencia sensible...”, que impone al hablante una manera específica de ver e interpretar el mundo (Sapir, Edwar; 1921). Los datos analizados nos hacen pensar que el cosmos es el arquetipo de toda situación creadora, es una obra divina. Consecuentemente, todo lo que participa del cosmos es sagrado. En el texto de Huarochirí, por ejemplo, entendemos que la “actividad primera” la realizó una divinidad que se halla en el Universo Lejano, entendido éste como el nivel del cosmos más alto. La divinidad creó a la humanidad con el fluido vital que emana de las zonas celestiales (Ávila, Francisco; 1975: 106). Posteriormente aparece una pareja creadora, Manco Capac y Mama Ocllo; Cuniraya y Cavillaca, los hermanos ayar, etc. Los elementos que aparecen en

el texto confluyen en una dinámica que representa la Creación y el Creador como un molde que imprime los actos futuros; de alguna manera hemos observado que se van mostrando en las narraciones formas prototípicas de vida-muerte; además de otras y varias características. Como hemos explicado entendemos que, posiblemente, algunos conceptos utilizados en las narraciones míticas nacieron en los Andes en periodos muy tempranos75. Golte Jürgen escribió que en el arte narrativo moche76 IV y V aparecen rasgos diferentes, se aprecia el surgimiento de un nuevo discurso que se expresa con una complejidad simbólica en el ciclo mítico de las escenas narradas. Principalmente, durante esta época se descubre una lucha entre dos personajes, una divinidad diurna, (Dios F, junto a una representación animal, el cóndor) y dos divinidades nocturnas (la Luna, reina del mar, y una representación animal, el búho). Como veremos, esta sistematización bipolar del universo marcada por la luz y la oscuridad, junto a los seres ubicados en su plano, se representa en todo el territorio andino desde, de forma más clara, el periodo formativo o preclásico. Por otra parte, sobre la iconografía mochica Marie Hocquengheim ha destacado tres grandes escenarios en los cuales se desarrolla la trama mítica: “Un mundo fabuloso”, en el cual actúan seres míticos, personajes antropomorfos con atributos de felino y de ofidio (Hocquengheim, Marie; 1997:236 y sig.). Este mundo alude, según la autora, al mundo de los antepasados. Es dominado por un ser antropomorfo de carácter masculino, destaca la investigadora, que aparece solo, en el interior de un cerro junto a dos grandes serpientes a los lados (Hocquengheim, Marie; 1997:239). Estos atributos son semejantes a los atributos que caracterizan a la divinidad Pachacamac en el texto de Huarochirí (Ávila, Francisco de; 1975:30). Un mundo real en el cual se desarrolla la vida de los mochicas. Y otro mundo en el cual aparecen esqueletos e incursiones al mundo real (Hocquengheim, Marie; 1997:240 y sig.). En cierta medida, estas caracterizaciones, como mostraremos, aparecen en la mitología centro andina con cierta continuidad a lo largo de su historia.

75 Consultar anexo II: Construcción de una cosmovisión: antecedentes. 76 Intermedio temprano.

Indistintamente de que el sol, Inti, fuese adquirido por los incas como emblema de su dinastía, el sol representa el renacimiento de un nuevo periodo, es el gran marcador, junto con la luna, del tiempo presente. Por otro lado, los animales se dividen y se ordenan, pero la actividad social del hombre se expresa mediante el don de la palabra que le otorga el Hacedor, Viracocha. Los diluvios, o catástrofes que marcan el fin de un periodo y el inicio de otro, se perciben en los textos decididos por una conciencia superior.

Los textos matizan, en cierta medida, la composición de los seres que intervienen en la narración. Por ejemplo, en el texto de Huarochirí los seres son creados a partir de sustancia ligera, ubicada en el “Universo Lejano”, y otra pesada, la quinua77 (Ávila, Francisco de; 1975: 106,119). De igual modo existen formas de vida ligeras, como las divinidades del hanan pacha (López de Gomara, Francisco, 1985:184), y formas de vida “pesadas”, las criaturas que habitan el Kay pacha. Así, la creación, tras los prototipos dictados en estas narraciones, a su vez, está conformada por una reunión, no sabemos si equilibrada o no-equilibrada, de dos clases de fluidos cuya característica es que se conforman en el ser.

Los datos apuntan a comprender dos aspectos básicos. El aspecto cálidoluminoso-alto-masculino-vivo, frente al aspecto frío-oscuro-bajo-femenino-y húmedo (recuérdese las características de la batalla que enfrento a Pariacaca frente a Huallallo Carhuincho en Ávila, Francisco de; 1975; 51,52 y 53). Quizás, en el Kay Pacha las proporciones de éstos fluidos en la materia definirían sus peculiaridades, adjuntas al hombre, por ejemplo, en un espacio-tiempo concreto, en su nacimiento como recreación del acto primigenio. Pero este aspecto lo explicaremos detenidamente en el capítulo sobre el Kay Pacha.

Los textos nos hacen pensar que, posiblemente, la sustancia divina se concibiese como núcleo germinativo que se separa en dos grandes espacios, el cielo y la tierra. Éstos, a su vez, de algún modo se complementan para recrear la vida. De alguna manera esta composición binaria se refleja en la composición de las criaturas. Así, en los mitos de creación toda criatura pose un componente de sustancia ligera, celeste e inframundana, similar al concepto de alma que determinaba las características esenciales de la especie a la que

77 Planta alimenticia con un alto valor nutritivo. Las flores son hermafroditas.

pertenece en el reino natural (Ávila, Francisco de; 1975:119 y sig; Cieza de León, Pedro; 2000:28). Y parte de materia terrestre.

Los estudios andinos hasta hoy admiten la idea de una división vertical del universo en tres planos. Uno ubicado en la parte superior, el plano celeste, uno intermedio, el plano terrestre y otro en la parte inferior, o región intraterrena. Pero, como explicaremos, hemos hallado indicios que muestran que, quizás, esta división poseía mayor complejidad durante el periodo pre-colonial78. En los textos hemos advertido, al igual, un esfuerzo por ubicar los seres en diferentes escenarios, adscritos a unas determinadas características (Ávila, Francisco de; 1975: 27 y sig.). Comprendemos que estos datos son de gran valor porque informan no sólo de aspectos cuantitativos sino cualitativos. Por ejemplo, el halcón es un animal relacionado con el Hanan pacha, y se vincula a una serie de características que se perciben desiguales a las características, entorno, y cualidades que posee el zorro o el sapo (Ávila, Francisco de; 1975: 37, 38, 42). Dentro de esta geometría se halla una estructura horizontal, los rumbos o direcciones del universo, creados en su devenir mítico por el héroe cultural (Cobo, Bernabé; 1956:65; Ávila, Francisco de; 1975:52,53.). Si tenemos en cuenta una lectura rápida de los textos los rumbos del plano horizontal responden a una geometría realizada por la deidad que aparece como el poder dominante, ordenante. Pero los datos analizados nos hacen pensar que, probablemente, existió una compresión más compleja de la geometría horizontal. Hemos hallado la posibilidad de que esta visión haya estado limitada a un sólo aspecto del cosmos, es decir, sólo se ha tenido en cuenta el aspecto masculino de la geometría horizontal. Sin tener en cuenta que podría haber existido la idea de que esta geometría poseyese ambas particularidades, masculina / femenina (Ávila, Francisco de; 1975:62). Teniendo en cuenta los datos analizados opinamos que existe una posibilidad teórica que engloba no sólo el aspecto masculino del cosmos, sino el femenino; así, surge una geometría que posee cinco direcciones con caracteres masculino- femenino. Un tema repetido en varios mitos es el sacrificio de una deidad, que conlleva el nacimiento de algún alimento. La idea que hemos destacado es que las divinidades forman parte del alimento de la humanidad, el mundo

78 Consultar subcapítulo II.2. El hanan pacha y las divinidades celestes.

entero es el resultado de un sacrificio de las divinidades. Un claro ejemplo es el mito aimará de Copacabana, divinidad relacionada con el agua, con el lago Titicaca79. De nuevo estamos ante dos formas de la composición primaria, cuyo sacrificio presenta una nueva forma. Existen varias narraciones con una simbología parecida, por ejemplo, cuando Cuniraya suelta los peces de Urpaynañca (Ávila, Francisco de; 1975:32); o en otro caso cuando el hijo del sol es sacrificado y de él nacen las plantas comestibles, (Peruana Letterae annuae, T.II. Perú 14, fol 54 54v; en Duviols, Pierre, 1983), etc. En cierta medida, las divinidades forman parte de la cadena alimenticia. Gracias al sacrificio de éstas, de su propio ser, se forma el sustento de la comunidad. Entendemos que la divinidad como tal conforma el ser humano, lo alimenta, pero no desde un plano espiritual mediante una conformación anímica, sino, además, con parte de sustancia material que compone al propio ser sagrado. De esta manera se muestra claramente los dos aspectos principales que posee la divinidad central en las narraciones: su advocación celeste y su advocación terrestre, extensible ésta, a su vez, en advocaciones caracterizadas.

Otra de las características que más nos ha llamado la atención es que el vínculo que une a los seres creados con las fuerzas sagradas es el ritual. Las normas establecidas en estos tiempos, los arquetipos de vida- muerte presentan formas sagradas del pasado que se mantienen por medio del ritual; vinculo sagrado (Ávila, Francisco de; 1975:56). El ritual fue uno de los vínculos más fuertes por el cual mantenían contacto los vivos con su historia pasada. Este “...parentesco espiritual...”80 representó la ligadura principal entre los diferentes aspectos del universo, como explicaremos. El gobernante, el inca, aparenta ser el elegido para controlar los rituales entre la población y las entidades sagradas. Transgredir los dictámenes sagrados, mantenidos con el ritual, como la desobediencia, como vemos en los textos coloniales, representaba algo más que una trasgresión, “…es una

79 Esta divinidad estaba acompañada por dos peces, de sexo femenino, con los cuales pecó Tunupa. Tras ser martirizado en el lago, Tunupa muere y su cuerpo es arrojado al agua, suceso por el cual se abre la tierra formando Desaguadero. Tunupa, que representa el fuego y el rayo, se enfrenta a Copacapabana, que representa el agua (Gisbert, Teresa; 2006:87) (Figura 11). 80 Lisi, Francesco Leonardo;1990:131

tentativa de perturbación del concierto universal de las cosas que pueden afectar al régimen de las lluvias...el castigo adquiere una forma ritual...” (Ribera Dorado, Miguel; 1986:32). Por ejemplo, durante la colonia la condena y ejecución del inca Atahualpa81, posiblemente, supuso más que una ejecución. El acto de cortar la cabeza, como veremos, y el acto de matar al hijo del sol, trastornó en demasía a las poblaciones nativas, pues temían una represalia divina. Esta perturbación del orden pre-colonial, de las normas y leyes dictadas por los antepasados, produjo un profundo malestar entre las poblaciones. En las narraciones hemos apreciado, igualmente, que los seres son gestados y protegidos por los cerros82. Durante el diluvio, por ejemplo, el cerro de Huillcacoto protege a los animales y hombres que se salvan; por otra parte es en el cerro de Condorcoto lugar donde se sitúa el nacimiento de Pariacaca (Ávila, Francisco de; 1975:32-35). Pero aparecen dos aspectos del cerro, el cerro-alto, donde se ubica el nacimiento de Pariacaca o la salvación de un determinado sector de la población afectada por el Diluvio; y el cerro-interior que alberga los poderes intra-terrenos (Ávila, Francisco de; 1975: 31-101). Estas secciones, de alguna manera, comprenden una geometría del cerro que adquiere características definitorias de gran utilidad para la presente investigación. Por ejemplo, el investigador Pierre Duviols relaciona la divinidad atmosférica con el puma y los cerros como habitáculos terrestres de la divinidad.

81 “…estando por cortarle la cabeza, desengañando a la multitud de indios que con gran sentimiento estaban presentes a su muerte de los siervos y tiranía enque dichos avian tendido el y sus antepasados, persuadiéndoles a que creyesen en dios…” (A.G.I, Patronato,192,N2,R14/1/1) 82 Dada la importancia que posee el cerro, como entidad divina, en el subcapítulo II.3.c.- Los apus, se retomará su estudio.

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