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III.1.4 La casta sacerdotal
hurin o hanan, pero no podemos hablar de una división exacta. Este es un claro ejemplo de la complejidad de la cosmovisión andina.
El territorio denominado Chinchaysuyu posiblemente fue hanan porque en esa región se ubicaba la nobleza alta, donde nacieron los ayamarca. El oeste, Condesuyu, fue hanan-hurin, porque muestra los orígenes de la nobleza baja. Pero, los dos eran hanan, mientras que el sur (Collasuyu) y el este (Antisuyu) fueron hurin porque se ubicaban los pueblos no pertenecientes a los incas, por consanguinidad (Espinoza Soriano, Waldemar; 1977:111). Estas relaciones se aprecian, al igual, en las crónicas. Por ejemplo, las alusiones que se realizan hacia los urus, ubicados en la región del collasuyu, se manifiestan de índole despectiva, como veremos. Éstos basaban su abastecimiento alimenticio en la pesca, se percibía que no tenían agricultura, es decir, el dominio de la naturaleza, por lo tanto, se contemplaron como un pueblo inferior, que vivía en la barbarie. Igualmente, las poblaciones situadas en las regiones del oriente, en las zonas de selva, fueron caracterizados como salvajes, aunque de diferente modo, pues, los pueblos de las islas flotantes fueron los más despreciados en las escala de las jerarquías de dominio.
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Hemos observado que gran parte de las huacas de la región norte del Tahuantinsuyu señalan, o pertenecen, a formas relacionadas con las potencias hanan. El Chinchaysuyu, el norte, tenía ciertas influencias relacionadas con el trueno, lo cálido, lo luminoso, la deidad Ordenadora, etc. Al igual, las columnas situadas en las colinas que rodean la ciudad, por el norte, servían para realizar observaciones tanto de salida como de puesta del sol en el solsticio de junio (Aveni, Anthony F.; 1977:235.). Es decir, en la fiesta en honor al boato de Inti. Una de las huacas de dicho rumbo fue el barrio de Totocache, el barrio donde estaba el templo del trueno, Intiillapa; lugar creado especialmente por la deidad Creadora. En los mitos, el Norte, el Chinchaysuyu, es mencionado como destino final de la deidad Suprema, lugar donde habitan las deidades celestes, el fluido vital (Ávila, Francisco de; 1975: 106,119). Muchos de los datos analizados indican cierta influencia a relacionar este espacio geográfico con la Potencia Suprema, con lo masculino, el Sol, las deidades atmosféricas, con la luz, y con el fluido cálido.
El Collasuyu se relaciona con la Deidad del pasado, con las fuerzas inframundanas, con la oscuridad, con las deidades terrestres, con la Luna, con
la muerte, con los ayllus de “inferior categoría”, con animales caracterizados como infra-terrenos, el otorongo, etc. Estas manifestaciones marcan cierta tendencia hacia un eje de oposiciones básicas, mientras que los aspectos del Andesuyu y el Contisuyu se ven relacionados con éstos a través de una relación menos definitoria, es decir, poseían aspectos intermedios (hananhurin/ hurin-hanan) En cuanto a los aspectos geográficos, que a su vez son una manifestación del espacio-tiempo, el Collasuyu lo hemos relacionado con el Sur, lugar donde nosotros hemos ubicado el hurin pacha, lugar de las aguas primigenias de la génesis andina. Al igual, en el sur hallamos la huaca del viento, deidad que nace en los tiempos primigenios; el lugar donde se reunían los difuntos; Huanacauri, etc. Hacia el Collasuyu, al igual, estaban los templos de la isla del Titicaca, dedicado al sol. Se concebía la idea de que en este lugar se ubicaba la casa de Inti, su morada verdadera, o como decían otros informantes, donde estuvo escondido y guardado el sol en el tiempo del Diluvio (Cobo, Bernabé; 1956:62 y sig). De allí nació y puso en marcha el espacio, el tiempo. También se hallaba la isla de Coata, donde habitaba la luna. Se podría decir que es el lugar de recogimiento de los astros, el inframundo cercano, el fértil, el de los palacios y el de la prosperidad, donde duermen los astros para regenerar su energía. Estos templos estaban ubicados en islas, es decir, están rodeados del líquido sagrado de las aguas primigenias, son sagrados porque representan la forma primera descrita en las crónicas de la creación del mundo (Sarmiento de Gamboa, Pedro; 1960:209). Estas islas, a su vez, decían los más ancianos, escribe Bernabé Cobo, estaban custodiadas por una gran culebra122 . Cuando analizábamos las fuentes comprendimos que, probablemente, en la cosmovisión centro andina no se hablaría únicamente de tiempo material y computarizable, pues éste sería el aspecto visible del kay pacha, sino de aspectos del universo en otros planos; relacionados, a su vez, con aspectos sagrados, con influencias que caracterizaban ese espacio-tiempo. Esta
122 Una apreciación que debimos tener en cuenta, a la hora de realizar el análisis, es que el significado de universo posee características complejas y movibles que es necesario relacionar al concepto de tiempo, teniendo en cuenta el espacio. Son propiedades extrañas para los autores de la época que apenas conocían la cultura andina. Esta peculiaridad, opinamos, redujo, por parte de esos cronistas, la información que relaciona el espacio- tiempo con las divinidades y la geometría del universo.
identificación, quizá, fue desconocida en la colonia. Consideramos la posibilidad de tener en cuenta en la investigación, como veremos, no sólo aspectos que se ubiquen en el kay pacha, sino aspectos que se materializan en otros planos. Es decir, cómo se podrían haber computarizado, o no, los actos en otros planos: existía el concepto de tiempo en el inframundo, cómo se comprendía el viaje de Inti por las regiones intraterrenas, etc. Comprendemos que, posiblemente el tiempo se podría haber interpretado como una entidad sagrada movible que se traslada por el cosmos andino, por las regiones o túneles que movilizaban las actitudes de lo Ordenado-Creado. La escasa información de la que disponemos nos marcaba varias interpretaciones. Por una parte contábamos con los datos en los cuales el espacio-tiempo se liga a la geometría del cosmos, pero a su vez hallamos información sobre existencias pasadas, sobre el tiempo pasado. Comprendimos que si teníamos en cuenta que la geometría espacial parte de un núcleo genésico divino, quizá, el tiempo pasado, como muestran las crónicas, nos indicase cómo era la divinidad que dominaba ese espacio-tiempo; y como consecuencia su lugar antes y después en la geometría espacial. Este dato era revelador, pues, el tiempo primero, el purum pacha en las crónicas, es descrito como un tiempo oscuro, con una serie de características como es la humedad, un periodo de crecimiento y muerte breve, canibalismo, etc. Este periodo, además, es descrito como una entidad divina, aspecto que apoya nuestra tesis: el tiempo es sagrado, es una deidad. Pero, sobre todo, la característica más importante es que esta divinidad sigue existiendo en otro plano de la geometría espacial. Es decir, esas mismas cualidades están impresas en otro plano. Las informaciones, además, coinciden en afirmar que la divinidad, ese espacio-tiempo, está desterrado, es decir ya no ocupa el lugar que ocupó (Ávila, Francisco de; 1975:15; 53 y sig.). De esta manera podemos hablar de dos regiones, al menos, de la geometría espacial con características propias. El texto dice lo siguiente: “De la adoración hacia el Sol y la Luna, como astros que delimitaban los ciclos vitales, se erigieron catorce adoratorios en las limitaciones de Cuzco que se llamaron sucanca. En cierta medida, el tiempo es la forma de observar el movimiento de la Naturaleza, pero ésta se manifiesta conmutable y transmutable en otros planos del universo andino, como indican los textos. De esta manera el concepto de tiempo que nosotros analizamos es sólo una manifestación en el Kay pacha de las potencias