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III.1.8. Las huacas
su vez, al menos, en dos, el universo lejano, y un universo cercano, donde se ubican los poderes atmosféricos. Existe una particularidad muy importante, de la cosmovisión andina, que muestra esa faceta polifacética y cambiante de las deidades. Nos referimos a la identificación trina de éstas. Dicha caracterización parece otorgar un estado diferenciado, concedido por la ubicación de la entidad sagrada en los diferentes planos del cosmos. Se diferencian, por ejemplo, tres formas de Inti, o de Illapa, según su posición espacio-temporal. Podríamos entender de la misma manera que la deidad suprema se concibiese como un ser trino, al igual que las manifestaciones en los diferentes niveles del cosmos. Los tres planos implicarían una caracterización, pero se observa que una deidad del inframundo, por ejemplo, puede ser en última instancia parte de la potencia primera que creo el universo. Fray Bernardo Cárdenas explicó que la deidad Tanga Tanga era un ser trino y todopoderoso (Cárdenas, Fray Bernado de; 1629:p.42.r.Mss.5164, B.N.M). Se podría concebir la idea de que la manifestación, el impulso primero, pudo entenderse, de alguna manera, como una entidad polifacética, o multi-sustancial. Por otra parte, esta percepción trina de la deidad podría producirse por los diferentes planos en los cuales se dividió el universo. Si entendemos que la deidad suprema se encargó de custodiar los rumbos del universo, se entendería que al igual se manifiesta en los tres planos verticales de éste, así, la divinidad otorga las coordenadas espaciales tanto del plano vertical como del horizontal, entendiéndose ésta como la unidad del cosmos voluble y múltiple. Pero también esta característica puede ser influencia de la evangelización. Manga Quispe ayudado por las definiciones del diccionario de L. Bertonio, entiende dos conceptos para cielo y dos para inframundo. El término Janaq pacha corresponde a la morada de los santos en la actualidad; mientras que el término janan pacha corresponde al lugar de las nubes, los pájaros. Los dos mundos de abajo serían Hurin pacha y uju pacha o ucu pacha, que es más adentro. También diferencia entre el término Tiqsi pacha, o mundo visible y de Kaylla pacha o kinray, o mundo no visible. Al igual, el investigador advierte tres niveles del cosmos: cielo, tierra, inframundo (citado en Alcina Franch, José; 1997:655).
Nosotros hemos hallado que en el diccionario de Jesús Lara el término urin se traduce como “bajo” o “sitio inferior” y urina se traduce como “venado selvático” (Lara, Jesús; 1971:299). A primera vista parecería que son significados que no tienen nada que ver, pero, como explicaremos, el inframundo, y los animales salvajes, entre los que destaca el venado, están íntimamente relacionados. La región inframundana, la región inferior, está asociada por lo que se aprecia, a lo salvaje, la zona o plano del cosmos donde se ubican los animales no domesticados, asociados a los poderes del desorden, a las fuerzas sobrenaturales de las regiones del interior de la tierra; como vimos al analizar el texto de Huarochirí (Ávila, Francisco de; 1975:42) En el universo lejano hemos entendido que podría habitar la deidad que genera todo: dios de la dualidad, principio femenino y masculino; germen de vida, “… que decían estar en el cielo y en aquel lugar invisiblemente…” (Anónima, 1968:155). Esta frase de la crónica Anónima hace alusión, como veremos, a una de las características de la divinidad, su invisibilidad. Cada análisis que realizábamos nos mostraba un concepto nuevo que se adjuntaba a la entidad suprema. Percibir cómo se pudo comprender esta esencia divina fue una tarea compleja. P. J. Arriga escribió que para comprender la esencia divina, “...decía [una hechicera] a los indios que para adorar a la huaca llamada Xampai se tapasen los ojos por que la esencia divina no se podía ver con los ojos corporales…” (Arriaga, Pablo José; 1968:213). Comprendimos que existía la posibilidad de hallar una diferencia entre el motor primero, que habita en el universo lejano, omnipotente y omnipresente, y las manifestaciones materiales que ubicamos en las regiones del cosmos. Teníamos información que nos mostraba a una deidad andrógina, que habitaba el universo lejano, que se le relacionaba con lo no visible y que en la tierra se le relacionó con el sol, con el viento y con la geometría espacial. En este punto de la investigación, habíamos hallado información que dividía el plano celeste, al menos, en dos subdivisiones, pero hallamos otros textos donde se percibía una alusión a la división del Hanan, no sólo en dos. Empezamos a tener en cuenta la posibilidad de que en la cosmovisión andina no sólo hubiese dos cielos, sino varios cielos. Esta conclusión no deriva de la mera diferenciación entre el cielo cercano y el lejano, añadiríamos también la información que hemos hallado en algunas crónicas. Por ejemplo, en la crónica
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Anónima el autor alude a este plano, hanan pacha, desde un punto de vista plural, es decir se refiere a éste como los cielos: huahua pacha, no el cielo. Hemos hallado que huahua132 hace referencia a niño, por lo que hemos contemplado la idea de que el término huahua pacha podría referirse al espacio-tiempo primero, a la forma primera de creación. Además, éste podría haber estado relacionado con la morada de la fuerza creadora, desde la cual nació el mundó, cuando éste mandó su fluido vital desde las regiones cósmicas (Ávila, Francisco de; 1975: 106). Así, la cosmovisión prehispánica podría haber concebido, como mínimo, la idea de un cielo primero, lejano, y el cielo segundo, o más cercano, donde se ubican los fenómenos atmosféricos, como mínimo. En el diccionario de Fray Diego González de Holguín hemos hallado algunas definiciones relacionadas con la división espacial. Por ejemplo, el término hanacpacha, o nan pacha, lo traduce como “el cielo” (González Holguín, Fray Diego, 2007:127). El término Quiti, lo traduce como “el espacio, o sitio, o anchura. tucuy hanac pachaquiti, toda la anchura, o espacio de los cielos, muyu quitin, o caylla quitin. El box o redondez” (González Holguín, Fray Diego; 2007:206). En este caso el cielo también es calificado en plural “espacio de los cielos”, y posiblemente imaginado esférico. El término Ticnu nos informa sobre la mitad del cielo, “el zenit o punto de la mitad del cielo”, Intim ticnurayan, “el sol esta en el zenit” (González Holguín, Fray Diego; 2007:222). Calificación que delimitó el cielo, al igual. Parece ser que el espacio, teniendo en cuenta estos datos, poseía una segmentaciçon espacial, una geometría. Un aspecto que aparece en las crónicas sobre el hanan pacha es que éste fue el lugar donde se ubicaban los “arquetipos” de cada especie animal; una fuerza o potencia primera que lo creó. Por ejemplo, una llama poseía una forma primera de creación, es decir, la “madre de las llamas”, la “madre del agua”, etc. El cronista Cristóbal de Molina escribió lo siguiente al respecto: “...la orden por donde fundaban sus huacas, que ellos llamaban a las idolatrías, era porque decían que todas criaba el sol, y que les daba madre por madre; que mochaban a la tierra porque decían que tenía madre y teníanle hecho su bulto y sus adoratorios; y al fuego decían que también tenía madre...a la mar decían que tenía madre y que se llamaba Mamacocha, que es madre de la mar y le tenían gran respeto…” (De Molina, Cristóbla, (Almagrista); 1968:76).
132 Huahua: “todo hijo de animal hembra o macho” (González Holguín, Fray Diego; 2007:131)
Todos los datos, como mostraremos en el capítulo sobre el hanan pacha, nos hacen comprender que el cielo se podría haber concebido como habitáculo albergador de las “energías que custodian” a los seres del kay pacha. Al respecto, la crónica Anónima recopiló la siguiente información: “… a cada uno de estos dioses o estrellas había las ideas y modelos de aquellas cosas que tenían por cuidado y oficio; y así decían que tal estrella tenía figura de cordero, porque su oficio era guardar y conservar las ovejas...y que convenía que acá en la tierra se hiciesen estatuas o imágenes de aquellas ideas o cosas, según el oficio que tenía cada uno...que decían ellos representar a los dioses que estaban en el cielo; aunque después dijeron que también aquellos eran las mismas ideas...” (Anónima, 1968:154).
Parece ser que todos los seres mundanos estaban formados por parte de esencia mundana y parte de esencia celeste (Ávila, Francisco de; 1975: 106,119). Pero, que los arquetipos de éstos se hallaban en el hanan pacha. Al respecto el padre Blas Valera escribió que Viracocha para el buen gobierno “…repartió a cada uno de estos dioses o estrellas, había las ideas y modelos de aquellas cosas que tenían por cuidado y oficio; y así decían que tal estrella tenía figura de cordero porque era oficio de guardar y conservar las ovejas; tal estrella figura de león; tal estrella figura de serpiente…” (Valera, Blas; 1956:9)
En un mito Apapocúva-guaraní133 hemos hallado la siguiente información: “Nuestro padre Grande vino solo, apareció entre las tinieblas. Los murciélagos eternos luchaban entre sí en las tinieblas. Nuestro Padre Grande llevaba un sol en el pecho. Trajo la cruz eterna (los 4 puntos cardinales) y la colocó hacia el este, marchó sobre ella y comenzó a crear la tierra. Hoy día la cruz eterna ha quedado como puntal de la tierra, si se retira ese puntal, la tierra caerá. En seguida trajo el agua...Después creó la tierra, que se apoya sobre la cruz dirigida hacia el oriente. La casa de la mujer situada en el centro de la tierra, está rodeada de campos de tan pronto se siembra quedan cubiertos abundantes tierras”
En el texto, como se aprecia, se narra la creación originada desde las tinieblas, al igual que otros mitos que hemos analizado (Ávila, Francisco de;
133 Recuérdese que entendemos la cosmovisión andina construida con influencias de regiones no cercanas a la zona investigada. Por tal motivo, y cuando el texto lo requiera, remitimos a ejemplo de otras regiones de América del Sur. Para más información, consultar el anexo II: Construcción de una cosmovisión: antecedentes.
1975:15; Betanzos, Juan de; 1968: 8). Pero nos hemos preguntado sí al igual que en el texto, o como en otras regiones de América, en los andes prehispánicos se tenía el concepto de límite del plano creado. Hasta el momento conocemos la segmentación cuatripartita del incanato, el Tahuantinsuyu, pero queremos saber sí éstos eran percibidos como entidades pertenecientes al universo, a parte de su función política, y cómo se mantenía el equilibrio y comunicación de esta entidad creada. Por el momento, estamos induciendo que lejos de entender la divinidad creadora como una forma esencial monoteísta, la concebimos, a través de los textos como un núcleo creativo que se plasma en su ser en cuatro formas diferentes, y en los tres planos verticales del universo. Si la manifestación sagrada se percibía como una forma determinada del universo, que lo caracterizaba, estos rumbos se podrían entender como entidades vivas del universo, cambiantes y particulares. Podría ser, entonces, que el chinchaysuyu fuese imaginado creado por Viracocha, o por el héroe civilizador regional, la región Hanan por excelencia, dominio celeste que ocupa el sol. Mientras que las otras tres regiones podrían haber sido ejecutadas por sus ayudantes, como describe, por ejemplo, el cronista Juan de Betanzos. Opinamos que se crea una forma de dominio que se centra en la región cósmica, y que se puede entender como una deidad, que rige a través de sus ayudantes, lo rumbos del cosmos. Esta percepción se halla también en el texto de Huarochirí. Pariacaca es una deidad celestial que, además, está formado por uno y por cinco huevos, que marcan los rumbos del universo. Las regiones son cinco, y cinco manifestaciones celestes las vigilan y gobiernan. Además, el investigador N. Wachtel advierte que en el diccionario de Ludovico Bertonio éste equipara “universo” a “pusisun” que implica la idea de cuatripartición (Wachtel, Nathan; 2001:555). En el diccionario de Fray Diego González de Holguín aparece el término: “uniuerso, orbe, o mundo. Hinantin pacha, o ticcimuyupacha” (González de Holguín, Fray Diego; 2007: 420). En este caso la información relaciona el universo con un vocablo que alude al espacio tiempo del “origen principio fundamento cimiento caussa” (González de Holguín, Fray Diego; 2007: 223), “ticci” y se relaciona con lo circular, lo redondo “muyu” (González de Holguín, Fray Diego; 2007: 175) El investigador Enrique Urbano opina que la cosmovisión centro andina tiene la creencia de un dios cuatripartito, lo que apoya nuestra hipótesis, que
encuadra los cuatro rumbos del espacio con diferentes calidades, diferenciadas éstas, entre otras muchas cosas, por las divinidades que lo sustentan. En primer lugar se halla como germen creador Pachyachachic Viracocha, relacionado con el norte, el Chinchaysuyu, la sabiduría y la capacidad de ordenar. Tunupa o Taguapaca, se relaciona con el sur, el Collasuyu. Imaymana, se relaciona con la agricultura, el este y el Andesuyu. Tocapu Viracocha está relacionado con el oeste, el Cuntisuyu, y el tejido (Urbano, Emrique; 1981). El Norte y el Sur están caracterizados por dos formas de Viracocha opuestas, en el sur se ubica Taguapa, percibido como un ser destructor, mientras que en el norte se halla Pachayachachic Viracocha, que alberga intrínsecamente poder, sabiduría y capacidad de ordenar el mundo que ha creado. Son dos potencias del mismo ser que representan la esencia de arriba, fuerte y ordenadora, frente a la potencia de abajo, desordenada y destructora. Por otro lado, el este se manifiesta mediante los poderes que posee Imaymana para la curación de las plantas, en definitiva opinamos que éste representa las potencias que alberga la selva. El tercer aspecto de Viracocha es Tocapo, que se relaciona según Teresa Gisbert y Enrique Urbano con el tejido (Gisbert, Teresa; 2006:220). Tocapo, explica la autora, aparece en el Cosmograma de Juan de Santa Cruz Pachacuti, bajo la columna de la Luna, lo que facilita la posibilidad de que la divinidad posea características femeninas. Existen otros textos, además, que hacen referencia a los cinco segmentos horizontales, o también llamados extremos, vinculados a una deidad que los resguarda. Por ejemplo, hemos hallado en las recopilaciones de Cristóbal de Molina la siguiente información en una de sus oraciones, “…Hacedor que éstas en los fines del Mundo”. Si bien, el texto que mayor información puede otorgarnos, y que apoya sólidamente la hipótesis planteada, es de Francisco de Ávila. El texto es el siguiente: “como Pariacaca estaba formado por cinco, desde cinco direcciones hizo caer torrentes de lluvia, amarilla y roja, de las mismas cinco direcciones empezaron a salir rayos, pero, desde el amanecer hasta la tarde, Huallallo Carhuincho permaneció vivo, como fuego inmenso que ardía y alcanzaba hasta el cielo” (Ávila, Francisco de; 1975:53). En párrafos contiguos a la narración se describe que desde el día en que las potencias hurin son derrotadas por los hijos de Pariacaca, es decir las cinco direcciones, éstos vigilan que no vuelva Huallallo Carhuincho (Ávila,
Francisco de; 1975:53; Cobo, Bernabé; 1956: 65). Las cinco formas de Pariacaca se presentan como entidades anexas a la divinidad misma, pero ubicadas en las direcciones del mundo, guardianes de éstas. Entendemos que éstas son entidades sobrenaturales vinculadas a los poderes celestiales de la lluvia, de los fluidos gélidos, y del orden, frente a los poderes cálidos del fuego de la región terrenal. Además, aparecen como poseedoras de un determinado periodo temporal: “desde el amanecer hasta la tarde”, por lo que se aprecia, aun más, su relación con espacios determinados del universo, en concreto con el periodo de luz. Una de las posibilidades interpretativas fue concebir la idea de entender estas manifestaciones como guardianes de la lluvia, estas manifestaciones velarían, así, por la comunidad, por el orden. Desde sus respectivos lugares observan los poderes del inframundo. Se podría entender que son los donadores de los agentes atmosféricos, armas con las cuales luchan en la hierofanía cósmica, frente a los poderes del hurin pacha. El Ordendor-Hacedor, entendemos, se presenta como una entidad que se sitúa como eje de Creación, pero que a la vez “sostiene” las regiones que la forman, los extremos que lo delimitan, los cinco rumbos horizontales del cosmos mediante sus advocaciones. De tal manera que estas formas del espacio eran adoradas al igual que otra deidad, y se incluían en el complejo sistema de intercambios rituales para el equilibrio del cosmos. Cada una de las manifestaciones, advocaciones, de la divinidad son regiones del espacio, además, posee rasgos definitorios e individuales que otorgan al universo una caracterización propia. Para ver algunas muestras más que verifiquen esta segmentación del universo, consultamos las informaciones de las que disponíamos intentando hallar información en la cual se vislumbrase un intento del narrador, o de lo narrado, por separar las formas- perfiles que cada suyu poseía dentro del Tahuntinsuyu.