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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
cuatro regiones del Tahuantinsuyu, auque opinamos que sólo había un Inca, un hijo del sol, y sus representantes. Los estudios realizados en la ciudad de Chan Chan suscitan la posibilidad de una organización urbana basada en un sistema de gobierno dual, heredada más tarde por los incas (Laurencich, Laura; 1992:108; Duviols, Pierre; 1997:279). Las investigadoras Liliana Regalado y María Rostworowski opinan que la dualidad del mundo andino se fue convirtiendo en cuatripartición. De esta manera, dos gobernantes se situaban en Hanan Cuzco y dos en Hurin Cuzco (Rostworowski, María; 1983). Al igual, en Hanan se hallaba la potestad política, económica y militar, y en Hurin la potestad religiosa (Zuidema, Tom; Mª Concepción Bravo Guerreira; Pierre., Duviols). Los hallazgos localizados en Tiahuanacu apuntan a que existió una división semejante a la de Cuzco; o similar a percepciones análogas en otras culturas que poseen este concepto del espacio. Se hallaba en ésta una sección en la parte superior que fue utilizada como área residencial. Entre los restos materiales se hallaron, en el lado nororiental del habitáculo, los cráneos y las mandíbulas superiores de los cuerpos enterrados, mientras que en la parte suroriental se hallaron las mandíbulas inferiores. De igual forma, en la zona en la cual fue llevada a cabo la guerra de los incas contra algunas tribus de la costa de Ecuador; la batalla de Mullupungo; los arqueólogos han hallado una separación en los enterramientos entre los restos de la cabeza, posicionados en el norte, y las piernas y el fémur, posicionados en el sur. Posiblemente, estos restos hagan referencia a una división, por igual, en el cuerpo humano, como veremos, regida por los conceptos hanan-hurin, y entendida asociada a los rumbos del cosmos. La ciudad de Cuzco tenía una división hanan-hurin. Hurin - Cuzco, situado en la región sur de la ciudad estaba demarcado por dos ríos, y, además, en este espacio se ubicaba la Casa del Sol. Sus habitantes eran los descendientes de Manco Capac, sólo por línea masculina. Por otra parte, Hanan-Cuzco, situado en la región norte de la ciudad, estaba poblada por los descendientes de Manco Capac, que podían trazar descendencia hacia atrás por las líneas masculina y femenina, esta última era la que otorgaba los privilegios.
La ciudad se dividía, por lo tanto, en: Hurin Cuzco, desde la Casa de Sol hacia la junta de los dos ríos Puma chupan. Esta región era habitada por los hijos no legítimos de los señores principales, si bien pertenecían al linaje del inca, pero eran hijos de mujeres de otros territorios. Y en Hanan Cuzco, distribuido del Coricancha hacia la fortaleza del SasuHuamán, habitaban los descendientes del linaje del inca, de su panaca. Se aprecia, como estamos viendo, el eje sagrado sur-norte que observamos desde el análisis de la mitología. Esta forma de dividir el cosmos, ejecutada en la primera separación que se realizó en la creación, también se percibe en otros rituales sociales. Por ejemplo, si un inca se casaba, éste salía de la casa de su abuelo y era acompañado por los grandes del collasuyu. Por otra parte, la futura colla era acompañada por su padre, y por los grandes del chinchaysuyu, condesuyu y antisuyu. Al entrar al templo cada uno lo realizaba por la puerta que les estaba asignada. Posiblemente, el inca al ser la representación de la estirpe real, de la panaca real, era acompañado por los curacas de la región que representaba lo pasado, el collasuyu. Él representaba la repetición de los actos que le legitimizaban en el poder desde sus ancestros. Por otra parte, la colla era acompañada por el resto de los curacas. Huamán Poma de Ayala escribía lo siguiente sobre las regiones del incanato. El autor anotó que las mujeres de los gobernantes del chinchaysuyu eran hermosas y las principales del reino. En el texto se da entender que éstas estaban “domesticadas”. Las mujeres del andesuyu poseían buen talle y eran hermosísimas, pero se caracterizan por comer carne humana e ir desnudas, el cronista las relaciona con lo “salvaje” (Figura 7). Las gentes del collasuyu, situado en el sur, describió Poma de Ayala, son gordas, flojas, pero poseen tierra rica. Éstos sólo comen y duermen, los caracteriza, por igual como “salvajes”. En el condesuyu, oeste, las mujeres son hermosas, de buena condición, pero la tierra es pobre, no hay oro, aunque a las féminas se las califica como “domesticadas” (Poma de Ayala, Felipe Huamán; 1987: 168 y sig.). Se podría determinar que el chinchaysuyu, región por excelencia relacionada con la creación, se describe como un lugar ocupado por las mujeres más importantes, y lo más significativo, bajo unas normas de conducta que las ubican en un nivel superior a las mujeres del andesuyu, región oriental-
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hurin, que son salvajes y van desnudas. De igual forma el collasuyu, el sur, lugar de la creación, esta relacionado con hurin, y como se aprecia en los escritos de Poma de Ayala, las características coinciden con las formulaciones realizadas hasta el momento, son gente salvaje, y poco “civilizada”, además, el autor explica que esta región poseía tierra rica, lo que relaciona el collasuyu con la fertilidad, con los poderes del inframundo, y con el oro, que se opinaba pertenecía a supay. De igual manera se halla de nuevo esta diferencia cuando analizamos las características de las mujeres condesuyu, costa, lugar que hemos relacionado con hanan, pues, como se aprecia en el texto, se dice que son mujeres “domesticadas”, a diferencia de andesuyu y collasuyu, pero aquellas no poseen oro, que se ubica en las regiones inframundanas, en las regiones hurin. En resumen se observa que la manifestación de lo creado, la ordenación, se puede percibir en cualquiera de los espacios que se analicen. Así, las normas que rigen el universo, los rumbos y su caracterización, otorgada por las deidades, son más complejas de lo que parecía, pues las características de los rumbos denotan un interés por separar los espacios. Estas informaciones, poco a poco, nos irán ampliando el mapa espacial andino. El norte es la región del inca134, del Hanan, lo masculino, lo alto, la derecha y el sol, como explicó Juan de Santa Cruz, “… la oración al creador, para que conservase y les ayudasse con su poderosa mano derecha…” (De Santa Cruz, Juan; 1968: 308). Mientras que el sur es la región de la colla, Hurin, lo femenino, lo de bajo, la izquierda y la luna (Hocquengheim, Ana María; 1997:229). De igual modo hemos visto que el eje sur-norte es muy importante porque recrea las formas primigenias de percibir la creación, del cosmos centro-andino. El investigador M. Ossio destaca que las narraciones mitológicas, como se ha explicado en párrafos anteriores, siempre tienen un recorrido sur-norte (Ossio, M.Juan; 1982:108). Éstas aluden a la ascensión de “abajo” hacia “arriba”, en última instancia son una analogía de la ascensión del Sol.
Polo de Ondegardo anotó en sus escritos que lo bueno se relacionaba con la derecha, y lo malo con la izquierda (Ondegardo, Polo; 1584, cap.V),
134 El periodo “protohistórico” de la dinastía incaica, desde Manco Capac hasta Capac Yupanui, fue entendido como Hurin, el de los ancestros (3,4 5); mientras que a partir de Pachacuti es entendido como Hanan, (6, 7,8) lo reciente (Del Busto Duthurburu; 2000).
acepciones que podrían derivar de la ubicación en el plano de las regiones situadas a ambos lados en el transcurso del sol, en el eje este-oeste. En el collasuyu, que nosotros vinculamos con el sur, nacieron las primeras formas de vida; y desde allí peregrinaron los primeros pobladores, o la divinidad creadora, por las cumbres Andinas hasta terminar, tras un fatigoso viaje, por desaparecer en el Norte, lugar que relacionamos con las formas sagradas celestes. El sur sería el lugar de “nacimiento”, lugar por el cual la Madre Tierra creó o parió los hijos de la actualidad, es el inframundo. Y el norte es el lugar al cual van las formas creadas, y desarrolladas, tras pasar un largo camino. Los textos explican que algunos difuntos podían subir al cielo, ir hacia el norte, dato que opinamos podría confundir. Se especularía, entonces, con la idea de que el norte es la morada de los difuntos, pero, el norte es una región exclusiva de los “elegidos”, como explicaremos en el capítulo sobre los destinos de los difuntos. De tal manera que el norte es la región relacionada con lo elevado, y como veremos existe una diferencia jerárquica en torno a la muerte, pues todos los difuntos no tienen el mismo destino. El investigador Mariusz Ziólkowski señala que se puede observar una oposición básica en el ritual del culto solar entre las celebraciones que tenían lugar durante los solsticios de junio y diciembre, simbólicamente representado por una oposición entre Sol Joven (Punchaw o Churi Inti), en junio, que era pequeño y lejano, según dibujos de Huamán Poma de Ayala, y Sol Maduro o Señor Sol (Apu Inti), en diciembre, asociado a Wiracocha (Ziólkowski, Marius; 1196:51). La relación quedaría de tal manera: el norte relacionado con el sol joven y el sur con el maduro, hanan- hurin. En las crónicas aparece que en el sur, el collasuyu, estaba el agua primigenia, segmento del líquido amniótico de la creación. En la época de Inca Capac Yupanqui, subrayó Santa Cruz Pachacuti, se decidió ir en busca de agua al lugar de donde procedía Tunupa, lugar que sitúan en el lago Titicaca, “… y de allí dicen que las truxo agua para ongir con ella el nuevo infante Yngaruca...en aquel manantial que está encima de las peñas bivas como en una taça, estava el agua llamado capacchana quispisutoc uno, y después dicen que otros yngas suelen mandar traer un pomo, llamado coricacca, y los ponía ante si, para que estuviera en medio de la plaza de Cuzco, llamado Haocaypata Cuçipata, alabando la agua tocada de Ttonapa”
(Mss.3169:fol.146,p19.r. B.N.M, y Santa Cruz Pachacuti, Juan de; 1968:293). El agua tocada por Tunupa, anotó Juan de Santa Cruz Pachacuti Yupanqui, era la utilizada por los incas para bañar a los recién nacidos, que la tomaban del manantial capachana quispisutoc uno. En la región del collasuyu, de igual forma, se agrupaban los collas y los charcas. Las deidades de los collas fueron Viracocha, Tunupa e Illapa, mientras que las deidades de los charcas fueron Tanga Tanga y Tata Porco. La investigadora Teresa Gisbert, apoyando su explicación en el análisis de Teresa Bouysse, escribe que el esquema espacial aymara estaba ordenado por el eje formado por la cuenca lacustre del lago Titicaca, Desaguadero y Poopó. Así, el eje era taipi o centro. El territorio se dividía en urco, en el oeste, representado por la montaña y lo masculino; y uma, al este, que representa lo húmedo y lo femenino (Gisbert, Teresa; 2006:17). En la búsqueda de indicios que apoyasen, o no, la tesis sobre la geometrización y caracterización del cosmos, hallamos que, por ejemplo, en la actualidad existe diferencia entre la tierra cultivada y la tierra silvestre, o no cultivada (Mariño, Xosé; 1989: 93; De la Torre, Ana; 1994:40). Los lugares no cultivados pertenecen a Supay, son lugares relacionados con lo estrecho y lo escondido, lugares por los cuales se puede acceder al inframundo. Parece que éstos, a su vez, están habitados por divinidades menores, que en cada lugar son diferentes, y que poseen poderes inframundanos. Esta idea se aprecia en la comunidad de Chaquilla, lugar donde a los mallkus, antepasados, por ejemplo, se les ofrece quinua, arroz de las montañas, que es una planta silvestre relacionada con las potencias que alberga el inframundo, y que a su vez forma parte de la creación del hombre en el texto de Huarochirí. Se percibe en esta ofrenda una relación entre las plantas silvestres, que habitan determinados lugares del espacio, y los antepasados; las dos formas se entienden bajo una determinada concepción, hurin. Se hace preciso, entendemos, conocer el espacio, su ubicación y sus características, pues imprimen los pasos o los procesos del ritual, como veremos al analizar el oficio del hombre-médico Hemos advertido que las huacas, analizadas en el capítulo sobre el tiempo, que se ubican en los ceques del chinchaysuyu, el norte, se relacionan con el fuego de los sacrificios, con Viracocha, el trueno, la plaza Haucaypata,
los sacrificios a Ticciviracocha, el marcador del principio del verano135, etc. Como vimos en el capitulo anterior, el dios Creador moldea al ser humano concretamente con la sangre del Universo Lejano, el fluido vital de la deidad creadora, junto con la quinua, base de la alimentación de las gentes de la sierra andina. La quinua se entiende como la masa que da vida, la carne misma del hombre. Ésta se convierte en una deidad, por eso hallamos en el chinchaysuyu la huaca de Capi, que era una raíz muy venerada de quinua. El norte se percibe como una entidad viviente relacionada con el sol y las formas del poder albergadas en el cielo. En el collasuyu, el sur, hemos apreciado que algunas de las huacas de estos ceques tienen cierta tendencia hacia manifestaciones relacionadas con las potencias de hurin pacha. De igual forma se hallaba la huaca-adoratorio Huanacauri, íntimamente relacionado con los antepasados; la morada de Manco Capac, relacionado con el comienzo de la dinastía inca. También se hallaba la momia de Sinchi Roca, hijo de Manco Capac, la sepultura donde se juntaban todos los muertos, la chácara de Mama Ocllo, mujer que se relaciona con la hechicería y los poderes del inframundo, la huaca donde se metía el viento y la época de recogida del maíz. Algunas de estas huacas conllevan un especial vínculo con el concepto de tiempo primigenio, de antepasados, como vimos al analizar los mitos de creación; aunque no es un predominio absoluto. Existe cierta tendencia de caracterización de las huacas de una región y otras; pero no podemos hablar una dominación sistemática hanan - hurin. Hay mayor caracterización entre las huacas situadas en el norte y en el sur. En el norte las huacas están relacionadas con la luz, el calor y el cenit. Y en el sur están relacionadas con el frió, la oscuridad, y el nadir. El sur abarcaba los periodos marcados por el equinoccio de septiembre al solsticio de diciembre, y del solsticio de diciembre al equinoccio de marzo. Las teorías del investigador Tom Zuidema defienden que el norte estaría asociado a la derecha, allauca; a Collana; lo primero, lo principal, al jefe, capac; al rico o real, relacionado con Hanan, lo de arriba (Zuidema, Tom; 1977:16 y
135 José Alcina Franch observó, de igual manera, que los nombres de las regiones del mundo son atributos de carácter temporal que se relacionan con los ceques. Así, relaciona Chinchaysuyu y Antisuyu con la mitad de arriba y Cuntisuyu y Collasuyu con la mitad de abajo. Teoría que apoyamos, pero desarrollada desde otra perspectiva.
sig.). Mientras que el sur estaría asociado a la izquierda, ichoc; a Hurin, abajo; a cayao, origen, base, y a huchuy, lo pequeño136. A su vez, lo de arriba está íntimamente relacionado con el tiempo pasado (Zuidema, Tom; 1977:33).137 En la actualidad en las mesas que los curanderos preparan para las curaciones se aprecia, por igual, una geometrizacion y caracterización del cosmos, en este caso del microcosmos que éstas forman. Para preparar las mesas, o missas, la investigadora Ina Rosing explica que, por ejemplo, la coca o el sebo de llama se consignan a las mesas cuyo destino sea el mundo terrestre, y no para el mundo de arriba. En párrafos contiguos explica la investigadora que “…la “tierra” del mundo terrestre no se refiere a la vida terrena, a lo profano, sino a lo sagrado que tiene la Madre Tierra su instancia de invocación más importante…” (Rosing, Ina; 1993:121-123). Posiblemente, la organización del curandero dota al espacio de determinadas características que se manifiestan, en este caso, en la disposición de la mesa como interpretación a pequeña escala del cosmos andino. Por ejemplo, el feto de llama, explica la investigadora, representa la inocencia, quita las culpas, la tierra chupa del cuerpo “…todo lo que podría impedir que el mundo terrestre de protección y bien estar…” (Rosing, Ina; 1993:133). La mesa para el mundo de arriba no posee ni hojas de coca, ni sebo de llama, sino vino que se quema sobre el brasero. La investigadora Ina Rosing, tras analizar los datos obtenidos en su trabajo de campo, concluye que el “mundo terrestre” es el que posee más significado, no falta en ninguna curación ritual, y el “mundo oscuro” es el que recibe menos atención. Además, en las mesas dirigidas al mundo de arriba entran más invocaciones dirigidas al mundo terrestre. Las “mesas”, explica, son preparadas para el mundo de arriba, el ámbito del cielo, para el mundo terrestre, el ámbito de lo autóctono, de la Madre Tierra, de los lugares sagrados, y para el mundo oscuro, donde se ubican los espíritus malos. Básicamente se observan tres planos diferenciados con sus correspondientes características, y por consiguiente, con sus características rituales.
136 Rasgo que nosotros manifestamos como la principal característica otorgada en las crónicas a muchos de los seres del inframundo. 137 El zorro de Huanacaurí, por ejemplo, como vimos en el capítulo sobre los mitos, el que provenía de “arriba” cuenta el suceso relacionado con el pasado; la causa de la enfermedad. En cambio el zorro de “abajo” comenta los acontecimientos que sucederán; ya que en el inframundo se albergan los gérmenes de los seres que existirán. Pero debemos advertir que existe una diferencia entre el tiempo mítico, cuando nos referimos al análisis de narraciones míticas, y al concepto de tiempo.
Teniendo en cuenta los datos que poseemos y las conclusiones de la investigadora Ina Rosing opinamos que estos datos, posiblemente, hacen referencia a que en las curaciones se busca, o se pretende buscar, que los poderes que albergan las formas de la naturaleza, como por ejemplo los cerros, auxilien al curandero. De esta manera se requieren las formas sagradas del paisaje, como manifestaciones del poder que reside en el mundo de arriba. Pero, una de las particularidades básicas del curandero es que debe conocer las características de las regiones con las cuales se quiere comunicar, para efectuar la curación con efectividad, además de elegir, como veremos, las horas adecuadas. Así, el curandero es uno de los oficiantes que mayor conocimiento tenia sobre las características y segmentación del entorno, pues, debía, en cierta manera saber reproducirlas. Si entendemos el universo como una entidad viva, caracterizada en sus cinco dimensiones, nos hemos preguntado cómo se comunicarían los hombres con estas entidades, para solicitar, por ejemplo, lluvia. El investigador Federico Kauffman habla de una deidad de la lluvia, qhoa, que fue percibida como un felino que surcaba los aires desparramándola. El padre Salas recopiló, además, que Paa-Zuma, “… presidía los destinos del universo”, pues, cuando subieron las aguas e inundaron la ciudad de Tiahuanacu, solamente el felino se salvó porque brincó hasta la cima del sol, “… que se convirtió en la isla sagrada en medio de un mar lacustre”. Cuando el sol se apagó sólo se veían las verdes pupilas del animal, y fue la única luz que iluminó el lago, hasta que éste murió (citado en Waisbard, Simone; 1977: 103). Algunos de los datos analizados muestran que el felino se pudo haber percibido como un ser mediador del equilibrio cósmico. Pero, además, en la cosmovisión centro andina se podrían haber tenido en cuenta ciertos lugares de unión por los cuales el espaciotiempo circulase, y se comunicasen los acontecimientos; por donde saliese el anuncio de la lluvia. Algunos de los datos que hemos analizado nos hacen pensar que las apachetas138 son lugares en los cuales se podría haber ocasionado este encuentro de la geometrización del cosmos. Éstas fueron una
138 Apacheta, apachita, deriva del verbo quechua apachini o apachiy, “dejar, hacer llevar, remitir o enviar” (Mariscotti, Ana María; 1978:168). En el diccionario de Fray Diego González de Holguín hemos hallado las siguientes definiciones: Apani “Llevar. Apac. El que lleua o cargado, o sobre si, o en las manos”, Apachini “Dexar o hazer lleuar”, Apachito, “montones de piedras adoratorios de caminantes” (González Holguín, Fray Diego; 2007:51)
de las formas más veneradas por todas las comunidades, y entendemos que podían ser regiones custodiadas por las divinidades de la lluvia. Sobre las apachetas Fernando de Avendaño anotó que los hechiceros no sabían quien era el dios que ayudaba y daba fuerzas a los caminantes, “… y sin conocerlo lo llamaron Apachecc, que quiere decir el que ayuda a llevar la carga...” (Avendaño, Fernando; sermón V, 1640:55.B.N.M). En el artículo 99 del II Concilio de Lima, 1567 aparece el siguiente texto: “Destrucción de las apachetas. Montículos de ofrendas que se encuentran en los cruces de caminos, alto de las montañas son dioses de los caminos, de los viajeros, ofrecen coca, maíz, plumas, viejas sandalias, así, se libran de las fatigas del viaje”. Como se aprecia en el presente capitulo del II Concilio de Lima las apachetas se hallaban en los cruces de caminos139, lugares que en los mitos se observó su importancia, custodiados, según la localidad, por formas espirituales relacionadas con el inframundo, con las características de éste; pero además, con características buenas, como es la reposición de energía, la ayuda al viajero en el camino. Dentro de esta concepción de la cosmovisión andina encuadraría la tesis que mantenemos sobre la conexión entre aquellos lugares de convergencia, y la comunicación entre los diferentes planos. En un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid hemos hallado la siguiente definición de apachita: “montones de piedras en las pampas o encrucijadas, cumbreras de montes, o sepulcros o mochaderos alias urcup uman.” (Lima R/ 39016:76r, B.N.M). Este es un dato muy interesante, y además, apoya nuestra hipótesis, pues uma es agua, y urcup, pensamos valdría traducirse como interior, así, podría entenderse que existía una relación entre las apachetas, y el agua del interior. En la actualidad los familiares de un individuo que comienza un viaje acompañan a éste hasta la primera apacheta, deponen piedras e invocan su protección (Marsicotti, Ana María; 1978:186). Al regreso, de igual modo, le esperan en la apacheta más próxima, y ofrecen lana multicolor. Sin lugar a dudas la apacheta fue un lugar de comunicación de los diferentes planos del universo centro andino. Las cumbres de las montañas; donde residía el agua del interior (Lima R/ 39016:76r, B.N.M); se relacionan en la cosmovisión andina con los rituales
139 El investigador Javier Lajo entiende que “… en lo fundamental para los andinos la existencia sólo es posible por el “cruce” de dos cosmos paralelos y combinados…” (Lajo, Javier: 2004).
petitorios, como veremos. Es decir, posiblemente las apachetas fueron divinidades relacionadas con la lluvia; además de las otras características descritas. Además, los rituales actuales sobre el viaje (Marsicotti, Ana María; 1978:186) nos informan de que posiblemente las apachetas se pudiesen haber concebido como “conductos” por los cuales circulaba la comunicación, éstas representaban redes comunicativas por las cuales entraban y salían los poderes sobrenaturales. Si bien existe una diferencia entre las aguas terrestres y las celestes existe la posibilidad de entender el circuito encuadrando los dos aspectos de la divinidad Creadora-Ordenadora; lo masculino y lo femenino; en aquellas regiones o límites que se perciban como puntos de unión o conexión de los planos; las apachetas. Existe la posibilidad de que la lluvia se demandase a través de algún lugar sagrado, en el cual convergiesen las fuerzas o potencias del universo, así, se reclamaría o se comunicarían los acontecimientos temporales. En la estación seca, por ejemplo, los espíritus residían en las apachetas, cuevas, y cuerpos de agua. El dios de la lluvia, del agua, dueño del rayo, señor de las montañas, protector de la chacra, residía en la montaña, cuya entrada son las cuevas, u otros orificios. De esta manera concebimos que aquellos lugares de convergencia se entendían como lugares de residencia y comunicación con los espíritus terrestres, y celestes. En la actualidad el investigador Xosé Mariño observó que en la comunidad quechua de Chaquilla, de camino hacia el Mundo, montaña donde se concibe que residan las almas de los difuntos, existen doce apachetas donde el alma descansa (Mariño, Xosé; 1989:55). La mayoría de los adoratorios o huacas que poseía el paisaje de los Andes eran manifestaciones de lugares donde se encontraban los diferentes espacios. A través de estas aberturas o canales en el espacio, se manifestaban los poderes sobrenaturales como por ejemplo, el Arco Iris. De igual manera estos lugares fueron en su día aquellos espacios por los cuales salieron las diferentes tribus que se repartieron por el Tahuantinsuyu. En el espacio andino existen canalizaciones por las cuales se manifestaba lo sagrado. Se podría entender que éstas eran la boca o matriz por las cuales la Madre Tierra se manifestaba. Los dioses se turnaban, las dos fuerzas que componen el cosmos, en el dominio sobre el mundo. En el texto de Huarochirí las fuerzas celestes, personificadas por Pariacaca, uno y cinco, vencen por medio de la
lluvia celeste a las fuerzas terrestres, que habían poseído hasta ese momento el poder. El escenario de la lucha y manifestación de estas potencias; apunta el investigador Alejandro Ortiz Rescaniere; es el Kay Pacha, los hombres pertenecen al orden de los espíritus triunfantes, por eso las potencias rivales los atacan140 (Ortiz Rescaniere, Alejandro; 1993:130-131). Los tres planos del eje vertical, entendemos, se pueden cambiar de posición, como hemos señalado en párrafos anteriores. Las fuerzas de la oscuridad, que ahora están ubicadas en el inframundo, y que en el pasado gobernaban, podrían vencer y ascender de nuevo cambiando el orden establecido por el Creador-Ordenador en los tiempos primigenios. Una crisis, un cambio en el espacio-tiempo, sería la causa de un desequilibrio cósmico que invirtiese los valores establecidos. Sobre el tema hemos hallado en un manuscrito del Archivo General de Indias, Sevilla, la siguiente información: “... oyeron decir a sus padres y antepasados que un Viracocha avia de revolver la tierra y que avia de resucitar a los muertos y que estos avian de vivir en esta tierra entre los vivos después de resucitados y que por esta causa enterraban consigo los dichos tesoros...” (A.G.I. Patronato 294, N.6., 1571:21.). La división y caracterización del universo se entendía en constante lucha, los hombres a través de las ofrendas y de la devoción se implicaban en mantener el orden establecido. Algunos de los datos que hemos analizado nos muestran el cosmos andino como una sección quíntuple, horizontalmente, con características definitorias. De igual modo se entiende una división vertical, lo de arriba, el centro y lo de abajo, con algunas subdivisiones que amplían el panorama que hasta el momento se tenía de la cosmovisión andina. Teniendo en cuenta el análisis presente no podemos definir con exactitud las características de los rumbos, pero ofreceremos ciertas características. Las formas de los rumbos se podrían clasificar de tal manera que el este corresponde a la fertilidad, la abundancia y la riqueza. El sur, pertenece a la aridez, al frió, a los antepasados. El oeste es el lugar por donde se oculta el sol, íntimamente relacionado con el mar como entrada al inframundo, se entendería que está vinculado a la declinación, la vejez y la
140 Característica que analizaremos en el capítulo IV: El hombre-médico. Conceptos sobre la segmentación del universo centro andino y el oficio de hombre-médico.
muerte. El norte y sur forman, a su vez, un eje sagrado, representan el camino que recorrió Viracocha, o el camino que recorrerá el sol. Al igual que la salida del sol, el renacer de los primeros rayos en el lago Titicaca, los ceques marcan las pautas temporales, estaciónales, que el gran astro les va indicando. Oriente, arriba y norte se oponen a poniente, abajo y sur. El espacio se ve desmembrado en conjuntos y sustancias que lo caracterizan y le dan forma. Posiblemente estas características se dividan, a su vez, en las características que narran los mitos, adjuntas a la geometría espacial, y las características propiamente geográficas. De esta manera se pueden observar datos contradictorios en las fuentes. Cuando analizamos los textos, el personaje de Chapiñamca se revela en el mito de Huarochirí como el símbolo de la Madre Tierra, con rasgos que la caracterizan por su promiscuidad (Marsicotti, Ana María; 1978). Hemos advertido, a su vez, que ésta es representada junto a cinco hermanas, al igual que los cinco hermanos de Pariacaca (Ávila, Francisco de; 1975:62 y sig.). Los datos analizados nos hicieron comprender que, quizás, se podría interpretar esta manifestación quíntuple, tanto del factor masculino de la historia como del factor femenino, como manifestaciones sexuales del cosmos. Nos hemos planteado la idea de que posiblemente la cosmovisión andina no sólo concibiese la idea de una división geométrica, sino también sexual, basada en la primigenia concepción binaria de hanan-hurin. En cada división, a su vez, se advierten dos subdivisiones que mantienen este singular juego de opuestoscomplementarios. En hanan, se ubica lo masculino, el sol, el día, el invierno, lo de arriba; mientras que en hurin, se ubica lo femenino, la luna, la noche, el verano y lo de abajo. La energía se expresa en cada plano de una forma determinada, así, cada espacio-tiempo es regido por sus propias normas. Posiblemente, las regiones o rumbos están resguardados tanto por agentes de índole masculina, vinculados con la región celeste, como por agentes de carácter femenino, vinculados con las regiones terrestres; ambos custodian la fertilidad de la tierra. La comunicación del individuo con la divinidad, aclamando lluvia, se manifestaría en los espíritus terrestres, parte femenina de esta geometrización, el jaguar o el sapo, por ejemplo, y se materializaría en el hanan pacha mediante los fenómenos atmosféricos, la lluvia o el rayo.
Si entendemos la deidad primera desviada en cinco, ubicada en los cinco rumbos, con características diferentes, nos hemos preguntado si existe la posibilidad de entender estas manifestaciones asociadas con denominadores distintivos como es el olor, el viento, algún tipo de diferencia cromática, etc. Si bien, hemos podido percibir cierta tendencia diferenciadora en las regiones que componían el espacio, mostradas con el análisis de las fiestas, las huacas, etc. Posiblemente, estas diferencias, o matices, podrían haberse mostrado en cualquier ámbito, en el geográfico, en el físico, en el simbólico. Estas cuatro regiones se podrían conceptuar con rasgos específicos de cada región. Existe la posibilidad de entender que si los rumbos cardinales se percibían como espacios donde se ubicaba una determinada sustancia, potencia o fuerza diferente. Quizás, de esta manera, los rumbos podrían haber sido entendidos como advocaciones de la Potencia Suprema con características particulares. Tras analizar y observar que existen indicios por los cuales el cosmos se ve cualificado, para percibir con mayor claridad la geometrización del universo analizaremos detenidamente cada plano.