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II.2.1 Illapa

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III.4.1 Pachacamac

III.4.1 Pachacamac

con unos parámetros milimétricos y exactos, sino como una entidad que tiene rasgos característicos, al igual que el universo. De esta manera podemos entender por qué las deidades tienen varios aspectos: el sol joven, el sol maduro y el sol viejo. En el capitulo trece de Dioses y Hombres de Huarochirí hemos hallado una narración en la que Pariacaca y Chaupiñamca se presentan como hijos de el Sol y de Hananmaclla, la Luna (Ávila, Francisco de; 1975:70). De esta manera se concebir, además, que tanto Pariacaca, Cuniraya, Viracocha y Chaupiñamca, son, en última instancia las manifestaciones terrenales del Sol y de la Luna, como se aprecia a lo largo de todo el mito. Así se entendería que las formas que existen en el Universo centro-andino se trasforman y adaptan según los planos en los cuales se ubican, a sus caracteres primigenios. De esta manera, en el plano celestial se ubican las formas primigenias de existencia de forma etérea, ya que, como explican las crónicas, el cuerpo es demasiado pesado, solo se eleva la “energía”, primigenia, masculina, el fluido, ígneo (Ávila, Francisco de; 1975:119). Por otro lado, en el plano terrestre se presenta la energía de forma material; en el plano intermedio se manifiesta con diferentes niveles de fluidos y equilibrios sagrados. Esta idea defiende que los seres se componen de diferentes ánimas. Nos hallamos ante un constante movimiento que muestra la hierofanía de la creación, los pasos de Viracocha, o cualquier otra apelación del ordenador. Es una constante metamorfosis del universo. En párrafos siguientes analizaremos con detenimiento las características de las deidades ubicadas en el hanan pacha; según las nominaciones encontradas en las fuentes coloniales.

II.2.1 Illapa

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Es una deidad que fue adorada, principalmente, en la Sierra Sur, en la costa se le denominó Chuquilla, y Libiac en la sierra norte-central (Rostworowski, María; 1983). Polo de Ondegardo anotó que era la divinidad celeste por excelencia, y escribió lo siguiente: “fingiendo que es un hombre, que está en el cielo con una honda, y una porra, y que esta en su mano el llover, y granizar, y tronar...y pertenece a la región del aire...” (Ondegardo, Polo de; Averiguaciones, Concilio de Lima, 1584, cap.I, fol.8) Por igual, José de

Arriaga anotó en sus escritos que Illapa era el señor y criador de la lluvia (Arriga, P.José; 1968:274). Los rayos del cielo, observó Cristóbal de Molina, los llamaban Acapana y los temían y mochaban. Las ofrendas que se utilizaban en sus sacrificios fueron las plumas de quechuas, relacionadas como vimos con el agua (Kauffman, Federico; 2002, tomo. I: 143 y sig.). Éstas eran quemadas, y su ceniza la soplaban hacia el rayo; las plumas mayores se ponían en las flechas. También, es una deidad que el cronista asocia a los torbellinos, y pensaban, señaló, que eran mensajeros de los males (Albornoz, Cristóbal de; 1989:166). En el diccionario de Jesús Lara aparece la siguiente definición: Chaupichurin Illapa: “Rayo hijo medianero. El dios del centro en la trinidad del Rayo” (Lara, Jesús; 1971:79). Éste es uno de los tres aspectos que poseen casi todas las divinidades celestes. De igual forma, bajo tres nombres, o aspectos caracteriza Bernabé Cobo al trueno. Así, advierte Chuquilla, como resplandor de oro, catuilla, e intiilla (Cobo, Bernabé; 1956:160). Huamán Poma de Ayala anotó que tres personas formaban el rayo: Yayan yllapa, el padre que hace sufrir al hombre; chauoi Churin yllapa, su hijo medio, el que tiene compasión de los hombres; y sullca churin yllapa, hijo menor del rayo, el que da vida y comida para el bien de la comunidad (Poma De Ayala, Felipe Huamán;1987:52) Además, Illapa tenía tres estatuas como el sol, pues tres son los aspectos de las divinidades celestes, como tres son las divisiones del cosmos. Así, en cada una de las fases que se divide éste, por medio del cómputo temporal que marca el ritmo del universo, estas deidades adquieren características diferentes. El sol, por ejemplo, es el Apu inti, cuando sale del inframundo cargado de energía renovada; es el Churin inti, cuando alcanza el mediodía, y es Punchao cuando regresa hacia el inframundo cargado de energía fría, de poderes inframundanos. El templo del trueno se hallaba en el barrio de Totocacha, en Cuzco, ubicado en la zona Hanan de Cuzco, en la zona designada a los poderes y deidades celestiales; al culto de las potencias sagradas que dominan la atmósfera y el movimiento del cosmos.

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