Retrocesos, intentos de extinción, continuidad y final del Cabildo de los veinticuatro electores
de Santiago sacan la Real Bandera los Yngas nobles vestidos de uniformes, o de Golilla; ia no llevan por delante la insignia de los Yngas ni plumajes»34. Todo parece indicar que la fiesta del apóstol Santiago había continuado, pero ya no con la usanza antigua; después de la rebelión hubo una suerte de militarización de la personalidad de los nobles incas, porque el alférez real que llevaba el estandarte estaba vestido de uniforme y no tenía ceñida la mascapaycha. De la misma forma, las coyas también cambiaron sus vestidos tradicionales por los de los españoles. Hacia 1785, la elección del alférez real inca fue suspendida por el coronel del Ejército, don Matías Baúles, quien fue el sucesor del corregidor don Fernando Inclán; sin embargo, don Matías continuó siendo señalado como corregidor en los memoriales de los veinticuatro electores35. En esta época, también se encontraba en Cuzco el oidor gobernador intendente, don Benito de la Mata Linares. A raíz de la suspensión del uso de la mascapaycha, hubo dos tipos de reacciones. Por un lado, don José Vicente García, quien proseguía con la gestión del reconocimiento de la nobleza en la ciudad de Lima, esta vez a favor de su esposa, doña Gertrudis Avendaño, aprovechó este contexto para preparar un memorial sobre la posesión de la mascapaycha y del estandarte real, que desde tiempos inmemoriales estaban en posesión el Cabildo de los veinticuatro electores incas, e introdujo ciertos privilegios de los que supuestamente gozaban los antepasados de don Diego Felipe Betancur Tupa Amaru Hurtado de Arvieto como uno de los electores del alférez y descendiente legítimo de don Felipe Tupa Amaru, a quien había mandado degollar al virrey Toledo en 1572. En el memorial, don José Vicente incluyó la elección del alférez de 1779, en la que, como ya señalamos, hizo que apareciera don Diego Felipe Betancur como uno de los electores difuntos de la casa de Huayna Capac36. Por otro lado, los electores que estaban vigentes hasta después de la rebelión de Tupa Amaru señalaron que desde la conquista de estos «reynos», por privilegio y por costumbre, habían mantenido el cargo de elector del alférez real inca y que por eso habían conservado el título de los veinticuatro electores. Asimismo, señalaron que, en 1783, habían acudido ante el corregidor, don Matías Baúles y que este se había negado a realizar la elección, pidiéndoles los justificativos de su nobleza y de sus privilegios. Al respecto, aseguraron que tenían 34 José Rafael Sahuaraura Titu Atauchi. Estado del Perú..., 1784, f. 33. Al margen de este documento hay una serie de referencias a la forma en que se desarrolló la rebelión de Tupa Amaru y de cómo había quedado la población luego de ella. 35 Según Núria Sala i Vila, don Matías Baúles es considerado el último corregidor de la ciudad del Cuzco (1990). 36 ARC. Intendencia: Gobierno. Leg. 133, 1785, con 33 expedientes.
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