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4. El gobierno de Bolívar
4- EL GOBIERNO DE BOLÍVAR.
La admiración por Bolívar como gobernante es equivocada y sin sustento. Los bolivarianos, militaristas o historiadores proclives a apoyar a los regímenes fuertes como solución a un posible caos que la democracia pueda originar, no han querido enfatizar el total fracaso de Bolívar en la administración de los estados por él liberados. Poco hizo el Libertador en Colombia, Venezuela y Ecuador después de emanciparlos; en cuanto al Perú, su labor como jefe del gobierno no pudo ser más desafortunada, además de perjudicial. En tres años Bolívar gobernó el Perú con 11 gabinetes ministeriales que no sólo duraron poco sino que hicieron mal su cometido. Ver: Cuadro 5, “Gobiernos en el tiempo de Bolívar. Setiembre 1823 – Setiembre 1826”, página 183.
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Luego de deshacerse de Torre Tagle, el Libertador ejerció “la suprema autoridad” con un solo “Ministro o Secretario General de los Negocios de la República”. Para este cargo nombró a J. Faustino Sánchez Carrión. Eran tiempos de preparación para la guerra. Más adelante, en octubre de 1824, nombró varios ministros, entre ellos al perverso 19 venezolano Heres, que regresó con ánimo vengativo al Perú después de haber sido expulsado por San Martín.
Pasada la victoria de Ayacucho, el Libertador nombró un “Consejo de Gobierno” delegando en teoría sus poderes ejecutivos aunque en realidad constantemente les daba órdenes de toda índole y controlaba todas sus decisiones. Nada se movió en el Perú sin su aprobación explícita o tácita. Y cuando Bolívar no pudo dar su oportuna opinión por estar fuera de Lima, todo se paralizaba. “Que el gobierno no tenga opinión, no lo extraño, decía el ministro Heres a Bolívar20 , por el contrario lo creo. El Gobierno no puede jamás llenar el vacío que V.E. ha dejado”.
Los miembros que escogió Bolívar para el Consejo de Gobierno eran hombres asequibles a sus deseos; a los que, no obstante el talento que poseían, les tuvo poca estima. “El Consejo de Gobierno que yo he dejado aquí es compuesto de hombres buenos y honrados (…) por consiguiente les falta energía y popularidad. No les acusan más que de flaquezas o indulgencias y por lo tanto dicen que no sirven para gobernar”, cuenta Bolívar en una carta21 a Santa Cruz. En otra confiesa a Santander: “Al Consejo de Gobierno no lo quiere nadie y no tenemos quien les haga frente”. Lo que sucedió fue que los peruanos no se dejaron engañar. No era el Consejo de Gobierno a quien detestaban, era al Libertador y sus disposiciones. Bolívar hubiera querido escudarse en el Consejo de Gobierno de las críticas. No lo consiguió, a pesar de intentarlo cuando nombró presidente del Consejo de Gobierno al peruano con mejor reputación, el general La Mar, pero éste se negó a ocupar el cargo. En una carta escrita en Lima el 26 de marzo de 182522 Bolívar escribe a La
Mar: “hace un mes y medio lo estoy esperando a Vd. para poder yo marchar al Alto Perú, donde mi presencia es reclamada con urgencia. Yo espero, pues, mi querido general, que Vd. hará el sacrificio de bajar a esta ciudad, aún cuando fuere mas que por la patria y por mí”. Pero La Mar, hombre insobornable al poder y los halagos, conocía bien las intenciones antiperuanas de Bolívar y sus deseos de perpetuarse en el poder. Él no quiso ser utilizado como lo fue Torre Tagle y dio excusas de diversa índole para no cumplir los deseos del Libertador. Al retirarse de la escena política La Mar demostró una resistencia pasiva que exasperó a Bolívar, quien en la cúspide de su gloria se creía dueño del mundo y sus habitantes. Veamos la carta23 que le envió desde Ocoña, Arequipa, dos meses después: Señor General José de La Mar:
Mi querido general:
Vd. es el hombre más tímido y más tenaz a la vez que he conocido en mi vida. Vd. es capaz de todo lo grande y de todo lo bello y, al mismo tiempo, incapaz de quererlo hacer: Vd. no merece per-
dón de nadie, y todavía menos del mío: por esta razón jamás podré olvidar de que Vd. no quiere servir a su patria, a su gloria y a mi amistad. Sin embargo, haré el último esfuerzo por Vd.: instaré al fiel Sucre para que reemplace a Vd. en la presidencia del gobierno, pero si él no quiere no lo puedo obligar porque es un extranjero auxiliar. Desde luego, Vd. me obliga con este paso a cometer un atentado contra mi conciencia que me dice que no emplee a ningún colombiano en el Perú. Este crimen político no lo expiará Vd. nunca a mis
ojos y lo tendré siempre presente para verlo a Vd. como el autor
de mis desaciertos y errores. No se lisonjee Vd., sin embargo, de quedarse libre de la presidencia si el general Sucre no la acepta o del mando del Alto Perú, si el general Sucre acepta. En uno y otro caso
Vd. tiene que servir y comprometerse, Vd. tendrá tiempo para pensarlo bien mientras yo voy al Cuzco, que probablemente será dentro de un mes. Entonces nos veremos y hablaremos. Mientras tanto, soy de Vd. su afectísimo amigo que lo ama de corazón.
Bolívar
La Mar no cedió a esta carta tan seductora como engañosa, él sabía bien que Sucre no abandonaría Alto Perú ya que era parte indispensable en la campaña de Bolívar por separar esa región del Perú. Por otro lado tampoco era cierto que Bolívar no desease tener a compatriotas en el gobierno, tenía de hecho a Heres como ministro de Guerra, quien mantenía puntualmente informado al Libertador de cuanto pasaba en el Consejo, y a la vez el Consejo recibía órdenes por intermedio suyo. La correspondencia24 de Heres con el Libertador confirma esta complicidad, en unas se intercambian las cuentas