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15. La esclavitud

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EPÍLOGO

EPÍLOGO

50. Serían ancianos, si consideramos el promedio de expectativa de vida de ese tiempo. Sin duda las peores tragedias son las anónimas, aquellas que ni siquiera ofrecen lecciones para el futuro. No hemos leído que alguien haya reprochado a Bolívar esta... ⎯¿cómo se puede decir...?, ¿canallada...?⎯ En el caso de héroes más sobrio es de calificarla como “acción reprobable”. Basadre expone pero no juzga ni recrimina. La mayoría de los historiadores han pasado en puntillas sobre este tema, incluyendo algunos indigenistas. Hay otros, como el aristócrata De la Puente Candamo, que al referirse a la obra de Bolívar en el ejército llega a decir: Es estrecho y siempre fragmentario todo lo que se diga del esfuerzo de Bolívar para la organización del ejército en el orden y la disciplina, en el orden económico y en los niveles que tienen relación con los alimentos, con el transporte, con los animales, con el forraje.

Puede decirse sin hipérbole que aquí se advierte la virtud huma-

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na de Bolívar, en la cual la atención del detalle en ningún momento lo aleja de la visión de conjunto. El 22 de septiembre de 1823 proclama a la “Virgen Santísima de la Mercedes patrona de las Armas de la República”.

En el caso de los reemplazos parece que no fue suficiente la intercesión de la Patrona de la Armas del Perú. Ellos fueron olvidados por todos, Dios incluido.

15- LA ESCLAVITUD.

Antes de comenzar esta parte es preciso mencionar que los esclavos representaban una parte importante de la población de la costa. En un censo86 de 1826 se dice que había 69,000 blancos, 41,000 mestizos, 49,000 esclavos, 34,000 pardos libres (mulatos y zambos) y 13,000 indios. Aun sumando los

mestizos a los blancos, la proporción de esclavos sería de casi 5 esclavos por 11 blancos y mestizos. Si añadimos a los pardos libres esta proporción aumenta de 7 u 8 esclavos-pardos libres por 11 blancos-mestizos. Esto solo en la costa; en la sierra la población de esclavos era muy escasa. Los esclavos trabajaban principalmente en las haciendas de caña de azúcar y en el servicio doméstico de las capitales costeñas. Posiblemente la razón por la que San Martín inició la emancipación de los esclavos no se debió exclusivamente a factores filantrópicos y altruistas; llegado a Pisco incorporó a su ejército 600 esclavos de las haciendas vecinas. Sin embargo, las varias medidas que tomó al respecto coincidieron con otras —como la de liberar a los indios de tributos y mitas y pongüeajes— demostrando en su actuación un talante humanista bastante revolucionario

para la época. El inspirador de su nutrida legislación social fue Bernardo Monteagudo, quien como vimos se ganó la enemistad de la clase aristócrata, con Riva-Agüero a la cabeza, hasta que fue expulsado del país. La primera constitución del Perú (1823) confirmó la supresión de la esclavitud proclamaba por San Martín, pero siendo esta Constitución abortada por Bolívar las intenciones de los legisladores no pasaron de ser letra muerta.

Durante la dictadura el “Libertador” empeoró la situación de los esclavos eliminándose las pocas posibilidades que tenían para obtener la emancipación. Es más, se reglamentó su trabajo confirmando las malsanas costumbres del Colonialismo. Los esclavos del Perú tuvieron que esperar varias décadas para ser libres y la razón que tuvo Castilla para libertarlos no fue humanitaria sino una perentoria necesidad de aumentar los efectivos de su ejército para derrocar a Echenique. Pero nos estamos adelantando, veamos algunas medidas legales que se tomaron desde la llegada de San Martín hasta la dictadura bolivariana inclusive.

Al llegar al Perú San Martín estaba persuadido de la importancia de incluir esclavos peruanos en su ejército. Ya había experimentado el valor y la lealtad de los negros en la guerra para independizar a Chile. La mitad de los 5,500 hombres que llevó desde Argentina habían sido esclavos. En el Perú repitió su conscripción prometiéndoles la libertad, asunto que cumplió sin dilación luego de la Jura de la Independencia: el 12 de agosto decretó que todos los que se incorporasen al ejército serían libres, también lo serían los negros que nacieran en el país después del 28 de Julio de 1821. Así mismo dispuso que el gobierno comprase a los propietarios un número anual de esclavos hasta que todos fuesen libres. Con esta medida daba oportunidad de libertad a mujeres, niños y ancianos. Si se hubiera implementado la disposición del Protector la esclavitud hubiese terminado en pocos años sin perjudicar la economía ni el derecho de los propietarios de esclavos, tal como se comprendía en la época Pocas semanas más tarde, San Martín decretó la libertad de aquellos esclavos cuyos dueños salieran del Perú y de los que trabajasen por el ejército. Por su importancia reproducimos el texto87 : Decreto

Uno de los deberes del gobierno es promover la libertad de los que han sufrido hasta hoy inhumanamente la usurpación de este derecho inadmisible, y no siendo justo que los españoles que regresan a la península, porque sus sentimientos son diametralmente opuestos á la felicidad de América, en cuyo caso se hallan también algunos desnaturalizados que han nacido en ella, dejen en la servidumbre á individuos que la han experimentado por tanto tiempo, con la probabilidad de empeorar su condición. Por tanto declaro lo que sigue: 1.- Todos los esclavos de ambos sexos que pertenezcan á españoles ó americanos que salgan para la península desde esta fecha, se declaran libres del dominio de sus amos.

2.- Los esclavos que estén en estado de tomar las armas desde la edad de 15 años, se presentarán al presidente del departamento, para que les dé un boleto de seguridad y los pase con las formalidades correspondientes al general en jefe, quien los destinará a los cuerpos del ejército. 3.- Las mujeres y los varones que no puedan llevar las armas se presentarán también al presidente del departamento para que les conceda el indicado boleto y les señale al mismo tiempo alguna ocupación útil, según su edad y sexo. 4.- Todas las enajenaciones que desde esa fecha inclusive se hicieren, se declaran nulas y de ningún valor Publíquese por bando y circúlese para que llegue la noticia a todos los interesados. Dado en el Palacio Protectoral de día 17 de Noviem-

bre de 1821. Firmado San Martín. Por orden de S.E. B. Monteagudo.

Para cubrir el vacío en que quedaban los hijos libertos de esclavas, San Martín decretó que los gastos de crianza y educación de ellos fuesen cubiertos por los amos hasta que las mujeres cumpliesen 20 años y los varones 24. También obligó a las municipalidades a enseñarles a leer y escribir “así como algún ejercicio industrial”88 . Después del Protectorado, en el breve periodo de la Junta Gubernativa presidida por La Mar, (Set. 1822- Feb. 1823) se implementaron los decretos de San Martín y añadieron otros, como que no fueran utilizados esclavos en obras públicas, evitando de este modo la complicidad del Estado en una institución reprobable. Derrocada la Junta, Riva-Agüero dio una infame marcha atrás derogando las disposiciones que daban libertad a los esclavos. Él, como hacendado, se dio cuenta de la reducción de la producción agrícola debido al abandono de los esclavos, quienes, una vez libres, no estuvieron dispuestos a trabajar

gratuitamente ni vivir en condiciones miserables. Tampoco los hacendados intentaron atraer a los emancipados ofreciéndoles una mejora de trato y un jornal aceptable. Mejor y más barato les resultaba regresarlos a la esclavitud, y eso es lo que consiguió eficazmente el Gran Mariscal. El retorno a la esclavitud puso en una situación irónica y triste a los soldados libertos que se encontraban en el ejército: habían entrado libres, y saldrían nuevamente esclavos. Diciendo que reparaba una terrible injusticia, Bolívar decretó algunas medidas. Entre ellas, que podrían obtener la libertad los esclavos que se hubieran “distinguido por su valor en el campo”, que hubieran quedado inválidos o que hubieran permanecido un largo tiempo en las filas. El número de héroes negros premiados por los colombianos, que se creían los únicos héroes del mundo, fue muy reducido. Los lisiados no fueron acogidos ni por caridad por sus antiguos amos y tuvieron que dedicarse a mendigar por calles y plazas. A los muchos esclavos que tuvieron una corta permanencia en el ejército, dada lo breve de la campaña, se les negó la libertad obligándoles a regresar con sus amos. En este sentido se impuso fuertes penas a los que ocultasen a esclavos. En resumen, Bolívar regresó a una legislación esclavista pura y dura. Por eso sorprende hasta la indignación leer que algunos historiadores pretendan igualar las legislaciones de San Martín con las de Bolívar cuando fueron diametralmente opuestas. En el acápite referente a la esclavitud, De la Puente Candamo dice que durante la dictadura de Bolívar “Consérvase, y con espíritu minucioso, el mismo tono frente al estado de los esclavos que se vive en los días de San Martín”89. Luego este historiador añade90 : “Durante más de treinta años se desarrolla en el país el proceso legal que se inicia con San Marín y concluye con Castilla”; cuando lo correcto era haber dicho: si las legislaciones de San Martín hubieran sido implementadas y no derogadas, como lo hizo Riva-Agüero y el “Libertador”, no hubie-

se sido necesaria la decisión de Castilla porque en 1854 no hubiera habido ningún esclavo en el Perú. Finalmente, De la Puente Candamo escribe sin detallar lo siguiente: “El 20 de abril de 1825, en pleno tiempo de Bolívar, una prolija norma precisa las condiciones de trabajo de los esclavos. Más tarde, en el mes de septiembre se establecen las reglas para dignificar a los esclavos y su situación”. Podría causar risa sino fuera trágico decir que se puede dignificar el trabajo de los esclavos. La única situación digna de un esclavo es la libertad. Pero veamos en este caso las “reglas para dignificar” ordenadas por Bolívar que no describe De la Puente. En una de ellas se autorizaba a los amos corregir a los esclavos dándoles hasta 12 latigazos. Para intentar amenguar el espanto en los lectores, otro historiador, Basadre, añade un comentario exculpatorio diciendo que estos 12 latigazos eran una “cifra mucho menor que la permitida aplicar a los soldados y marineros en Inglaterra”. También este historiador podría haber dicho que en Turquía se permitía a los amos castrar a sus esclavos o amputarles las extremidades o que en la India se les torturaba hasta la muerte; ninguna de esas estrambóticas razones es válida en el caso del Perú, tanto más cuando los propietarios peruanos no pertenecían a un cuerpo estructurado como la armada inglesa llena de tradiciones de honor y eficiencia. Otra de las disposiciones bolivarianas “para dignificar” el trabajo de los esclavos fue hacerlos trabajar de 6 de la mañana a 6 de la tarde en el campo, y hasta las 8 de la noche en los trapiches y, después, se les tenía que enseñar los dogmas de religión. Total, los reglamentos del “Libertador” don Simón Bolívar hicieron regresar a los esclavos a un estado de miseria comparables con las ordenanzas que sobre las mitas emitió el virrey Toledo, Supremo Organizador del Perú, en 157191 . La actitud esclavista de Bolívar no debía sorprender. Pocos años antes, en Venezuela, ordenó al Licenciado Sanz enjuiciar a los esclavos alzados en el

Valle de Tur, y “dio instrucciones al enviado diplomático que iba a tratar con el Jefe del apostadero naval inglés de la Antillas, para que pidiese el envío de una división de 6,000 hombres con el objeto de someter a las esclavitudes que ponían en peligro a los blancos”92. Si hizo eso en su tierra, poco le importó repetirlo en el Perú. Es verdad que en muchos de sus discursos políticos, Bolívar condenó la esclavitud. No fue el primer dictador que proclamó algo para desdecirlo luego en la práctica. Tampoco fue el último.

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