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El debate en la Asamblea Constituyente

de dar una imagen de independencia. Ante la pregunta de si la Constituyente se limitaría a institucionalizar las reformas militares contestó que creía que no aceptaría que le coloquen «esa camisa de fuerza» (X-Semanario del pueblo 1978:10-13).

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El debate en la Asamblea Constituyente —realizado cuando en el Apra la cuestión de la sucesión se ponía en el orden del día, dado el rápido deterioro de la salud de Haya de la Torre— no mostró tanto las diferencias entre el Apra y otras fuerzas políticas sino las que se iban desarrollando al interior del partido mismo. La generación más joven se mostraba radicalizada y crecientemente distanciada de la «guardia vieja», cuyos dirigentes más poderosos se inclinaban hacia una posición cercana a la del derechista Partido Popular Cristiano:

El PPC tuvo una propuesta completa para la nueva Constitución que apuntaba a reducir el rol del Estado en la economía, asegurar los derechos de la propiedad privada, y limitar los derechos de los trabajadores y campesinos. El APRA no tuvo un anteproyecto propio, pero la vieja guardia entre los cuales estaban Luis Alberto sánchez, Ramiro Prialé, y Andrés Towsend, compartían la preocupación del PPC por la propiedad privada y un rol del Estado más limitado. Por otro lado, apristas jóvenes y más progresistas querían legislar amplias provisiones estatales para el bienestar y los derechos laborales, y estaban más dispuestos a coordinar esto con sectores de izquierda. Pero el APRA quería sobre todo ganar las elecciones de 1980, y lucharon más por las reglas electorales que por cualquier otro aspecto (sanborn 1989: 105).

Aunque el Apra anunció haber elaborado un proyecto de Constitución que contenía sus postulados doctrinarios, nunca lo presentó. Carlos Malpica estaba sorprendido por la falta de preparación de los cuadros apristas y la debilidad de sus convicciones:

La ignorancia de los líderes apristas en temas económicos es impresionante. Toda su plana mayor estaba en la Comisión Principal, sin embargo el debate económico se dio entre los constituyentes del PPC y los de la izquierda. Era tal su desconocimiento del tema que en las últimas sesiones tuvieron que recurrir a integrar como “refuerzo” al constituyente Rodríguez Vildósola, abogado especialista en cooperativas, que no formaba parte de la Comisión Principal (Malpica 1980: 235).

El Apra pagaba el precio de su caudillismo, que impidió la formación de intelectuales capaces de asumir la posta cuando Haya de la Torre faltara.

En lo relativo al régimen económico, el Apra hizo frente con el PPC, plegándose a sus planteamientos pro empresariales. La izquierda sostenía que la Constituyente debía dar solución a un conjunto de demandas populares, a lo que se oponía el PPC. Haya de la Torre brindó la justificación jurídica a la abstención, alegando que la Asamblea era un «poder constituyente» y no un «poder constituido». se trataba de mantener contentas a las Fuerzas Armadas para asegurar la realización de las elecciones, intentando inclusive incorporar sus demandas corporativas en la nueva Constitución:

[...] en la comisión de Defensa Nacional, la izquierda y el PPC sabíamos lo que queríamos, en tanto que los apristas siempre estuvieron a la espera de las opiniones del Comando Conjunto de la Fuerza Armada. Tan es así que por lo menos tres veces cambiaron de opinión y modificaron el titulo eliminando incluso instituciones aprobadas como el Consejo Nacional de Defensa […] el APRA hizo todo lo posible porque se cumplan las órdenes del Comando Conjunto que iban desde eliminar facultades tradicionales del Congreso (ascensos, determinar los efectivos de la Fuerza Armada, etc.) hasta declarar que el Ejército, la Marina y la Aviación son “instituciones tutelares de la Patria” (Malpica 1980: 232).

Frente a las mociones de la izquierda, solicitando el apoyo a los sectores populares en lucha, el Apra se alineó con el gobierno y los empresarios. «Destacaron en esta posición retardartaria los constituyentes Carlos Enrique Ferreyros, Enrique Chirinos soto, Andrés Townsend y el “líder obrero” Julio Cruzado Zavala, quien condenó todas las huelgas y movilizaciones acusando a los dirigentes de “enemigos de la democracia”, de “agentes extranjeros” y de “opuestos a la transferencia del poder a la civilidad”, entre otros calificativos semejantes» (Malpica 1980: 233-234). Algo similar sucedió con la moción de la izquierda para apoyar a los directores de los diarios y revistas censuradas por el gobierno de Morales Bermúdez, que se habían declarado en huelga de hambre. La moción fue rechazada con los votos en contra del Apra y el PPC. similar destino corrió el pedido de la bancada de izquierda para que las sesiones de la Constituyente se transmitiesen por radio o televisión. La consigna fundamental seguía siendo «no hagan olas».

En la propia Constituyente se hacía cada vez más evidente la división que se iba incubando en el seno del Apra, a medida que se deterioraba la salud de Haya de la Torre. Luego de que tuvo que ser hospitalizado en Houston, se comenzaron a notar las contradicciones y estas se agravaron en los últimos meses, como pudo comprobarlo Carlos Malpica al coordinar con los representantes apristas:

las negociaciones con el APRA eran sumamente difíciles, pues en varias ocasiones se llegó a consensos con los armandistas que eran boicoteados por Luis

Alberto [sánchez] y Cía. Entre los casos que recuerdo, está el del capítulo sobre el Banco Central de Reserva, respecto al cual llegamos a un acuerdo un sábado; en tanto que un lunes en la mañana, Luis Alberto sánchez aprobó el proyecto estructurado por el PPC (sanborn 1980: 238).

Los «andresistas» (partidarios de Andrés Townsend Escurra, líder de la tendencia derechista en el Apra) estaban en mayoría en la Comisión Principal y pactaban con el PPC contra los acuerdos de la célula constituyente aprista, sobre todo en aspectos que podían molestar a los militares. Armando Villanueva presentó algunas mociones radicales, como la de proclamar el «derecho a la insurgencia» en caso de interrupción del régimen democrático. su proposición comenzó a ser saboteada por Luis Alberto sánchez, quien tuvo que ser públicamente reprendido por otro representante aprista, por faltar al acuerdo de la célula aprista.

Los apristas desplegaron una lucha tratando de conseguir que se aprobaran dos proposiciones que sintetizaban lo que Haya reclamaba como su aporte fundamental a la teoría política: la definición del Estado como «República de Trabajadores Manuales e Intelectuales», propuesta para la cual no consiguió respaldo, y la creación del Congreso Económico Nacional, donde inicialmente consiguió el apoyo del derechista Partido Popular Cristiano. La lucha del Apra porque se incorporara el Congreso Económico al texto constitucional no buscaba una transformación sustantiva del sistema político sino apenas conquistar un fraseo que permitiera decir que las tesis de Haya habían sido recogidas: «lo que le interesaba era imponer el nombre más que el contenido, pues en la Comisión Principal pactó con el PPC para que el Consejo Consultivo de Planificación se denomine Congreso Económico». A pesar de esto, la propuesta no se aprobó en la Asamblea, a pesar de que negoció y consiguió el apoyo de pequeñas fuerzas de derecha, como la Democracia Cristiana de Cornejo Chávez y el Frenatraca de los hermanos Cáceres Velásquez, debido a que el Apra cambió su posición respecto a los diarios expropiados por el gobierno militar y el PPC, en represalia, le quitó su apoyo. A manera de premio consuelo los apristas consiguieron que se incorporara la noción de «planificación concertada» y que se insertara el cooperativismo como un sector económico más.

La institución en discusión terminó denominándose «Consejo Económico y social» (sanborn 1980: 233). Ese fue el final de la propuesta hayista de transformación del Estado, pues sus tesis fueron abandonadas definitivamente por el Apra luego de la muerte de su fundador44 .

44 Actualmente el gobierno de Alan García ha renunciado inclusive a la Constitución de 1979, que fue elaborada bajo la presidencia de Haya de la Torre y que este proclamó como «una Constitución

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