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Un esquema para Teorías de la evolución: notas desde el sur
el postulado adaptacionista de que la adaptación al ambiente tiene prioridad sobre la forma no deja de ser contraintuitivo. Se supone que la forma precede a la función, no a la inversa: Dios debe en primer término crear una forma para luego hacerla funcionar, del mismo modo que un ebanista fabrica una silla que solo luego de fabricada sirve para sentarse (Gould, 2004, p.203).
Para los adaptacionistas, las etapas embriológicas tempranas casi no cuentan: solo vale la forma adulta, final y definitiva, con todo su bagaje de adaptaciones al ambiente exterior. Por el contrario, y por las mismas razones que Aristóteles, los estructuralistas siempre se mostraron interesados por el desarrollo embrionario, del cual, decían, la forma adulta era la causa (Bowler, 2000, p.51).50
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El moderno darwinismo es sin dudas adaptacionista: hablar de adaptación al ambiente exterior y de evolución morfológica a gran escala, es hablar casi de lo mismo, al menos en cuanto a su mecanismo causal: la selección natural actuando sobre variantes intrapoblacionales. Sin embargo, hay que destacar que los darwinistas siempre han admitido la existencia de limitaciones a las posibilidades de la selección, e incluso han dado cierto crédito a varios argumentos estructuralistas clásicos, como el de las constricciones o las correlaciones de crecimiento. Por otra parte, la actual ts no es tan adaptacionista como la de los 50 o 60; de hecho, tampoco puede decirse que la de hoy y la de esos años sean la misma teoría.
Un esquema para Teorías de la evolución: notas desde el sur
Desde Thomas Kuhn (1922-1996) y el surgimiento de la llamada nueva epistemología en los años 60, se viene hablando de dos paradigmas: el creacionista –más correctamente, fijista51– y el que le sucedió, el evolucionista.52 Sin duda,
50 Algunos autores, como Karem Liem (1991) de la Universidad de Harvard, plantean que ambos enfoques, la anatomía idealista de Platón y la anatomía dinámica de
Aristóteles, pueden remontarse a la antigua Grecia. De la primera derivaría el estructuralismo y de la segunda el adaptacionismo. 51 Por supuesto, muchos fijistas, tal vez una mayoría, fueron creacionistas… pero también lo fueron –y lo son– muchos evolucionistas. En efecto, la idea de que Dios sostiene todo lo que existe, incluso el tiempo (creacionismo en sentido estricto), es teológica, no científica. La creación, según Sertillanges (1969), remite simplemente a la idea de una relación entre el Creador y sus creaturas; nada obliga al creacionista a apegarse al principio de la inmutabilidad de las especies. Precisamente, Dobzhansky, en su artículo «En biología nada tiene sentido…», da una justificación de su propia condición, la de ser evolucionista y creacionista a la vez. 52 En realidad, esta demarcación ya figura en el Bosquejo Histórico de El origen de las especies, incorporado por Darwin a la tercera edición de esa obra (Amundson, 1998, pp.165-166).
el impacto del evolucionismo ha sido enorme, y es indiscutible su condición de paradigma. Sin embargo, el esquema fijismo/evolucionismo no ayuda a comprender ciertas controversias suscitadas en el siglo xix (por ejemplo, el debate Cuvier-Geoffroy, del que hablaremos en el capítulo ii, el eclipse del darwinismo que expondremos en los capítulos v y vi, y el endurecimiento de la ts que veremos en el capítulo vi), así como tampoco muchas de las tensiones que agitan actualmente la teoría evolutiva, producto, en parte, de viejas controversias no saldadas. En este sentido, rescatamos la distinción hecha por E. S. Russell (1916) y Dov Ospovat (1995), y recogida por Ron Amundson, entre morfologismo o actitud morfológica (básicamente, nuestro estructuralismo o formalismo) y funcionalismo, teleologismo o actitud teleológica (coincidente con nuestro adaptacionismo) (Amundson, 1998, p.154; Caponi, 2011a, p.45). Ambos enfoques son, podría decirse, transparadigmáticos, ya que cuentan con sus respectivas versiones en el fijismo y en el evolucionismo. Del mismo modo, el biofilósofo de la Universidad del País Vasco, Tomás García Azkonobieta, ha hablado de dos «visiones de la vida y la evolución», la internalista y la externalista (2005, p.12). La primera corresponde al estructuralismo/formalismo53 tal como lo hemos definido y es, como vimos, heredera de la filosofía de la naturaleza centroeuropea; la segunda es la de los modernos darwinistas, el adaptacionismo, deudora en parte (al menos según ese autor) de la teología natural de William Paley.
El estructuralismo tiende a dar un mayor peso a eso que Mayr llamó causas próximas (Caponi, 2012, p.161), aquellas que, siendo comunes al orden de lo viviente y al orden físico, nos dicen cómo es que algo ocurre. En cambio, el adaptacionismo pone el énfasis en las llamadas causas remotas, las cuales, siendo específicas de los fenómenos biológicos, nos dicen por qué es que algo ocurre (Caponi, 2001).54 En el contexto evolucionista actual, está claro que la causa remota es la evolución por selección natural, pero para una mentalidad preevolucionista, la razón de ser de una determinada estructura biológica, por qué la misma tiene una forma y no otra, responde a una inteligencia creadora.
El rosarino Caponi ha hecho una advertencia importante con relación al esquema Russell/Ospovat (R/O schema): la noción de función de E. S. Russell no correspondería al funcionalismo tal como lo entendían Amundson y Gould, el paleontólogo. Al hablar de función, Russell se habría estado refiriendo al funcionamiento del organismo como una unidad y no a las adaptaciones individuales al ambiente exterior. De este modo,
53 Aunque no solamente: también el funcionalismo cuvieriano es una doctrina internalista. 54 La diferenciación entre causas próximas y remotas es uno de los capítulos más agitados de la filosofía de la biología. Recomendamos la lectura de Caponi (2012) y la bibliografía allí citada para profundizar sobre el tema.