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Los eslabones perdidos
travesura, aunque hay varios sospechosos, incluso algunos insospechables (Gould, 1986, pp. 113-129).
Los eslabones perdidos
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La teoría de la recapitulación orientó las investigaciones filogenéticas hacia la embriología; los ancestros estaban escondidos en el desarrollo embrionario y allí se los debía buscar. A la paleontología le correspondía nada más que corroborar las filogenias construidas embriológicamente, lo que no siempre era factible, dada la naturaleza incompleta del registro fósil. Aun así, siempre era posible hallar representantes primitivos vivientes que correspondiesen a esos ancestros hipotéticos.37 Así, Haeckel imaginó una forma primitiva correspondiente al estadio ontogenético de gástrula,38 a la que denominó gastraea, y otra llamada monérula, cuyo paralelo actual eran las moneras. También, como vimos, había supuesto la existencia de un hombre-mono, al que llamó Pithecanthropus o Alalus, cuya expresión en la serie embriológica correspondería al humano lactante, incapaz de articular palabras39. En este caso, la confirmación paleontológica no tardó en llegar, como enseguida veremos.
La costumbre de darles nombre a antepasados hipotéticos no ha desaparecido del todo. Recientemente se ha llamado urbilaterio a un organismo del que no hay el más mínimo registro. Se trata, ni más ni menos, de una idea: el pretendido antepasado de todos los animales de simetría bilateral (Sampedro, 2007). Como paleontólogos puros, los autores de este libro pensamos que esta práctica puede dar pie a la confusión. Algún desprevenido podría creer, por ejemplo, que el bendito urbilaterio realmente existió.40 De hecho, algo así aconteció con el pitecántropo de Haeckel: mucha gente se lo creyó… e incluso algunos salieron a buscarlo… ¡y hasta hubo uno que lo encontró! En efecto: la apuesta del profesor jenense de inventar y ponerle nombre a un mono-hombre sin la facultad del habla no pudo haber salido mejor. Y en esto tuvo que ver un (hasta entonces) desconocido médico francés, el descubridor del susodicho mono-hombre.
37 Recordemos que la recapitulación tenía tres patas: la embriológica, la paleontológica y la sucesión de especies vivientes. 38 Es una fase del desarrollo embrionario durante la cual los embriones adquieren las tres hojas embrionarias (endo, meso y ectodermo) y una orientación axial. 39 De ahí lo de alalus: sin habla (Haeckel, 1947). 40 Claro, las especies erigidas a partir de restos fósiles son también construcciones; en este sentido, no son más reales que el urbilaterio. Pero al menos poseen una referencia material: hueso, quitina o carbonato reemplazados por los minerales que conforman la pieza fósil.