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La síntesis, su segunda fase
de ahí lo de clavada). Lo que observó Thompson al efectuar ese divertido juego fue que muchas de las formas obtenidas luego de la modificación de la cuadrícula coincidían (¡no de casualidad!) con animales que existían o habían existido realmente. Conclusión: en la evolución no había transformaciones punto por punto; toda la forma animal estaba integrada; solo era cuestión de unas pocas modificaciones a la forma original (retoques a la cuadrícula) para obtener una transformación global.
En definitiva, y volviendo al punto anterior, el problema no era tanto la falta de morfólogos serios sino que los morfólogos en general, los rigurosos y los menos rigurosos, los serios y los menos serios, no encajaban en absoluto en el darwinismo. Recién en los últimos veinticinco años los evolucionistas han vuelto la atención hacia estos autores estructuralistas. De hecho, la reedición de Sobre el crecimiento y la forma de 1992 fue la primera en cincuenta años (la última había sido en el 42), lo que habla del desinterés de los evolucionistas hacia los problemas morfológicos durante todo ese tiempo, con honrosas excepciones, como enseguida veremos.
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La síntesis, su segunda fase
Como toda historia, la correspondiente a la teoría sintética es compleja y, por ende, controvertida (Reif, Junker y Hohfeld, 2000). Con respecto a su origen, los genetistas de poblaciones han tendido a ver la ts como el fruto de sus propias contribuciones estelares, y algunos historiadores de la ciencia, como el norteamericano William Provine, han aceptado esta visión. En concreto, lo que los poblacionistas aducen es que los modelos matemáticos elaborados durante la primera fase por tres de los suyos (Fisher, Haldane y Wright) demostraron la eficacia de la selección natural y, por consiguiente, su validez como principio general de la evolución (Smocovitis, 1996, p.28). Sin duda, la formulación de esos modelos ha desempeñado un rol importante en la génesis de la ts, pero no más que las contribuciones de los naturalistas (con un papel más protagónico en la segunda fase, por cierto). De hecho, también fue determinante el contexto de producción de la ts, es decir, las circunstancias sociocientíficas que rodearon ese origen. En este sentido, la producción de la ts (la síntesis, comprendiendo todas sus fases) habría respondido a una empresa amplia vinculada al ideal positivista (e incluso iluminista) de unidad de la ciencia40, que implicaba a su vez la reducción de teorías.41 Con relación a esta última aspiración filosófica, la
40 Empresa liderada por Rudolf Carnap, quien hablaba de unidad de la ciencia en varios sentidos: lingüístico, unidad de leyes, entre otros (Creath, 1996). 41 La mentada reducción de teorías puede ser lingüística (los términos de una teoría
reducción, digamos que no era compartida por todos los biólogos. De hecho, algunos pioneros de la ts como Haldane abrieron el paraguas aclarando que la biología no era reducible a la física y a la química (Smocovitis, 1996, pp.99,106): la unidad de la ciencia estaba bien, la reducción de la biología a la físico-química estaba mal. Sin duda era necesaria una teoría que unificara la biología pero dejando a salvo su autonomía (p.114). La ts parecía cumplir con ambas exigencias, por esa razón, sus arquitectos son reivindicados como unificadores de la biología y a la vez como héroes de la independencia de esta disciplina.
De todas formas, no todos los historiadores creen en ese asunto de la síntesis. El propio Provine opina que lo que hubo en realidad fue una «constricción evolutiva», es decir, lisa y llanamente, una eliminación de mecanismos evolutivos inviables u obsoletos, como el mutacionismo, la ortogénesis y el lamarckismo. Steve Gould (2004, p.534) es de parecida opinión; el mismísimo Mayr parece estar de acuerdo:
La síntesis evolutiva es importante porque nos ha enseñado cómo puede producirse una unificación de este tipo: no tanto gracias a nuevos conceptos revolucionarios como por un proceso de limpieza, de rechazo definitivo de teorías erróneas que habían sido responsables del desarrollo existente hasta entonces. (2001, pp.145 y 146)
Más allá de eso, la historiografía darwinista terminó consagrando cinco sintetizadores y cinco textos oficiales de la ts:42 Theodosius Dobzhanky y su Genética y el origen de las Especies de 1937; Ernst Mayr y su Sistemática y el origen de las especies de 1942; Julian Huxley y su Evolución, la síntesis moderna de 1942; George Simpson y su Tempo y modo en evolución de 1944, y George Stebbins y su Variación y evolución en plantas de 1950. Fisher, Haldane y Wright, es decir, los genetistas de poblaciones, suelen ser también incluidos en esa selecta lista, si no como sintetizadores, como precursores imprescindibles. Un hito que la historiografía darwinista ha tomado como fundacional de la ts (correspondiente a su segunda fase) es la de constitución de un Comité sobre Problemas Comunes de Genética, Paleontología y Sistemática, a partir de la iniciativa de un grupo de paleontólogos que buscaban posicionar mejor a su disciplina. En efecto, los evolucionistas que no eran paleontólogos tendían a considerar a la paleontología como una ciencia menor, que poco o nada podía aportar al conocimiento de los mecanismos evolutivos. En el mejor de los casos, decían, solo podía aportar evidencias sobre el
son reducibles a los de otra), de leyes (las leyes de una teoría pueden ser reducidos a las de otra), metodológica, ontológica, entre otras. 42 La lista varía según los historiadores; esta que ofrecemos es tal vez la más conocida.
curso de la evolución (como vimos, Haldane se había revelado contra esta visión tan antipática… a los paleontólogos obviamente). Debe reconocerse que el pensamiento poblacional era extraño a los paleontólogos, y quizás es cierto que estos hayan estado «condicionados a pensar en vertical», como aseveró de modo antipático Mayr (2001, p.44). Por una cosa o por la otra, la verdad es que la paleontología no era tenida en cuenta.
El susodicho Comité –que de acuerdo con Cain (2004), funcionó entre 1941 y1949– no arrancó bien. La guerra (en la que Estados Unidos entró a fines del 41) hizo que sus primeras reuniones fueran esporádicas. Para peor, dos de sus principales figuras se ausentaron durante la contienda. Simpson, líder natural de aquel grupo de paleontólogos, marchó al frente en el 42 (estuvo en servicio por dos años en el norte de África como oficial de inteligencia) y Dobzhansky se fue al Brasil en el 43 (la primera de las cuatro visitas que hizo a ese país).43 Estas dos ausencias dejaron el terreno despejado para que Mayr se hiciera cargo del Comité. En enero del 47, este último, ya normalizado, organizó una conferencia en Princeton: el mítico simposio «Genética, paleontología y evolución» (Cain, 2002), cuyos resultados fueron publicados dos años más tarde. Precisamente, ese año de 1947 corresponde al nacimiento oficial de la teoría sintética y, los veinte años previos, a su gestación (su primera fase, en realidad).
De manera significativa, los editores del simposio, Glenn Jepsen (uno de los paleontólogos impulsores del Comité), Mayr y el mismo Simpson, no usaron el término teoría sintética. 44 Según parece, ellos no tenían por objetivo efectuar una revisión completa de la biología, mucho menos una síntesis (Reif y otros, 2000). Lo único que pretendían con ese simposio, se dice, era acercar disciplinas que hasta ese momento se hallaban distanciadas. La idea de presentarla como una síntesis habría sido una ocurrencia posterior de algunos de sus asistentes.
En el capítulo I hemos enunciado los cinco o seis postulados básicos de la ts. También hemos hablado, en diferentes contextos, de tres de sus arquitectos o fundadores: Simpson, Mayr y Dobzhansky. Veamos ahora brevemente qué aporte concreto hizo cada uno de ellos a la ts.
43 Otros evolucionistas también sufrieron los avatares de la guerra. Como vimos, a
Koenigswald se lo dio por perdido en algún punto de Asia (después se supo que había estado en un campo de concentración japonés); Weidenreich se fue a Estados Unidos directamente desde China, en 1941; Goldschmidt también se había exiliado en el país del norte, en 1936. Sobre la importancia de las visitas de Dobzhansky a Brasil ver De Araujo (1998). 44 Recién Simpson hablará de «teoría sintética» ese mismo año, pero no en el marco del simposio.