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El golpe de Estado militarista en Lima

a Riva-Agüero, aristócrata, acaudalado y revestido del poder con el apoyo de la opinión pública. Su popula ri dad fue clamo ro sa en esos días y por largo tiempo más. Satisfacía a unos por haber hecho caer a Gama rra y a su bando. Otros creían hallar en él la posibilidad de un gobernan te legal y moderado. A las clases altas era gra to porque lo consideraban uno de los su yos. La plebe lo veía con la triple aureola de la oposición, de la promesa y del atractivo personal. Hasta las mujeres se interesaban por él entrando, así, en activa lucha contra la odiada doña Pancha.

Pe ro no solo de popularidad viven los gobernantes. Durante sus primeros días, en el palacio que fuera de los vi rre yes, Orbegoso se vio acompañado solo por unos cuan tos amigos, notándose la ausencia de militares. "Parecía casa de donde estaba ausente el dueño", dice Távara. En la teso re ría no había un peso y se debía a los empleados. La aduana hallábase empeñada y las contribuciones cobradas y gastadas. Faltaban fondos hasta para abonar el alumbrado de Palacio. "Los guardias, los edecanes, la escolta y hasta los centinelas de las puertas in te rio res y de la pieza en que yo dormía –cuenta Orbegoso en sus Me mo rias–, eran pues tos por órdenes de Ga marra y de las personas de su to tal confianza". Cuando al ministro don José Villa le pre guntaban cómo andaba el Gobierno, respondía: "Cada día que duramos es una victoria".

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El círculo de Orbegoso quiso que Ga ma rra marchara al sur a hacerse cargo de las tro pas de la frontera boliviana ante la noticia de que los agentes de Santa Cruz intensificaban sus trabajos. Chismes, intrigas y recelos frustraron este designio, basado en la idea de que si Gamarra tenía planes ocul tos era más peli groso en la capital, mientras que si se sublevaba en el sur pro ducía la guerra civil, quedando Orbegoso en libertad para actuar.

Gamarra, retenido en Lima, creyó que se trataba de asesinarle y lo mismo dijo Orbegoso. El plan orbegosino consistió finalmente en que el mismo Orbegoso se posesionase de la vecina fortaleza del Ca llao y allí dictara sus órdenes, a sal vo de cualquier atentado. Si le obedecían las tropas de Lima, quedaba despejada la incógnita; y si le desobedecían, empezaba la guerra civil bajo favorables condiciones. Luna Pizarro buscaba aún el avenimiento y no aprobó estas medidas y hasta insinuó la conveniencia de una entrevista amistosa con Gamarra, pero se creyó que la edad y los destie rros habían quebrantado sus ener gías. El plan se lle vó a cabo.

Orbegoso llamó, pues, al gobernador del Callao al Palacio de Gobierno y luego le invitó a pasear en su coche. Una vez allí, le obligó a acompañarle al Ca llao. Forma ron las tropas, fue reconocido Orbegoso como presidente sin dificultad e hizo luego los cambios de jefes que creyó prudentes.

[ III ]

EL GOL PE DE ES TA DO MI LI TA RIS TA EN LI MA.- Cuando desde el Callao mandó Orbego-

so la lista de nue vos nombramien tos en el ejérci to, Gama rra y sus adep tos (que, para sublevarse hubiesen necesitado acaso algo en lo que pudo haber un acuerdo, o sea la negativa de los je fes provinciales para reconocer al nuevo mandatario) se encontraron ante la necesidad urgente de actuar. Les decidió también la noticia de que, en virtud de una alianza expre sa o tácita entre ciertos elementos del orbegosismo y Santa Cruz, la intervención de este caudillo en el Perú era inminen te. Así nació el golpe de Estado del 3 de ene ro de 1834, por el cual la guarnición de Lima proclamó jefe supremo provisional al general Pedro Bermúdez. El ejército en el Cuzco (con el prefecto Bufanda), en Puno (con San Román), en Ayacucho (con Frías) lo reconoció. Los ministros de Bermúdez fueron Pando, Andrés Martínez y el general Juan Salazar.

El nue vo ré gi men empe zó a dictar órdenes de proscripción a granel. Dos compañías de un batallón se posesionaron el día 4 de enero del local donde funcionaba la Convención, atacaron a la guardia cívica e hi rie ron al centinela Juan Ríos que les ce rró el paso; el retra to de Ríos fue colocado duran te muchos años en el salón del Con greso y en febre ro de 1834 la Con vención pidió su ascenso a al fé rez. En Lima no se to có una sola campana desde ese día. No funcionó el teatro de comedias. Suspendiéronse las corridas de toros. Las fresquerías permanecieron cerradas. La bbbbbb EL GOLPE A bbbbbbb ORBEGOSO

El 3 de enero de 1834 se llevó a cabo en Lima el bbbbbbb golpe militar al gobierno del presidente Orbegoso. Tras el derrocamiento, la guarnición de la ciudad nombró jefe supremo del Perú al general Pedro Bermúdez. Normalmente activa, Lima permaneció particularmente calmada en estos días: se suprimieron el teatro y las corridas de toros, y cerraron las fresquerías. Aquí se aprecia una imagen de Lima como la vieron los artistas de la corbeta francesa La Bonite.

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