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El centenario de la batalla de Ayacucho
negaran a dar credenciales al ciudadano que era candidato y se creía con derecho. Solo entonces existía la facultad de recurrir al supremo tribunal, previo depósito de Lp.100, para reclamar las credenciales denegadas. Si no concedía su propósito el reclamante perdía la suma depositada. A la Corte Suprema se le había negado, pues, la facultad de conocer los vicios y abusos de las asambleas constituyentes y de las juntas provinciales y departamentales. Cada Cámara hacía la confrontación de las credenciales. Ante el silencio de la ley, asumió también la función de decidir acerca de las dualidades. Correspondía al Congreso hacer, como era ya norma consuetudinaria, el escrutinio de los sufragios para presidente de la República y proclamar al elegido.
Las Cámaras legislativas efectuaron en sesiones preparatorias, como ocurriera lamentablemente antes de 1896 y en 1919, la calificación de los poderes de los congresales electos en 1924, según los dictámenes de la comisión respectiva; y se constató que los procesos fallados tenían como consecuencia, en la mayor parte de los casos, la incorporación obligada del candidato ubicado o recomendado por los partidos políticos propugnadores de la candidatura de Leguía. Estos partidos eran el Demócrata y el Constitucional junto con la flamante agrupación democrática reformista o leguiista. No se hizo, pues, mayor examen de la autenticidad electoral, si bien los candidatos que habían sido preteridos, a pesar de sus mejores títulos, también se decían partidarios del Presidente. No hubo oposición en el seno de este Parlamento ni en el que le siguió en 1929. El nuevo período presidencial de Leguía se inició el 12 de octubre de 1924. Debía concluir en 1929. El Gabinete formado al comenzar esta nueva etapa política estuvo presidido por Alejandrino Maguiña (Justicia, Culto e Instrucción) e integrado por Alberto Salomón (Relaciones Exteriores), Jesús M. Salazar (Gobierno), Enrique de la Piedra (Hacienda), Manuel G. Masías (Fomento), Alfredo Piedra (Guerra) y Fermín Málaga Santolalla (Marina). Poco después en noviembre de 1924, reemplazó a Alfredo Piedra, Juan Manuel de la Torre en la cartera de Guerra.
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[ vIII ]
EL CENTENARIO DE LA BATALLA DE AYACUCHO.- Las fiestas realizadas en diciembre de
1924 para conmemorar el primer centenario de la batalla de Ayacucho alcanzaron, acaso, más suntuosidad que las del centenario de 1921. Fueron acreditadas embajadas o misiones especiales de treinta países. Llegó a Lima el presidente de Bolivia, Bautista Saavedra. Entre los embajadores figuraron Pedro Miguel Arcaya por Venezuela, el general Agustín P. Justo por Argentina, Ricardo Jaimes Freyre por Bolivia, Antonio José de Uribe por Colombia, Alfredo Baquerizo Moreno por Ecuador, el general John J. Pershing por Estados Unidos, Antonio Batres Jáuregui por Guatemala, Antonio Caso por México, Belisario Porras por Panamá, Eusebio Ayala por Paraguay, Tulio Cestero por la República Dominicana. Algunos de los personajes citados eran altas figuras intelectuales; a ellas se agregaron Monseñor Rafael María Carrasquilla y Guillermo Valencia de Colombia, Leopoldo Lugones, Ricardo Levene, Alfredo Colmo y José León Suárez de Argentina, Rafael Heliodoro Valle de Honduras, José de J. Núñez Domínguez de México, Rogelio Sotela de Costa Rica, Hugo Barbagelata de Uruguay, Gregorio Reynolds de Bolivia, Eugenio Garzón de Uruguay, Ronald de Carvalho de Brasil, Francisco Villaespesa de España, José Santos Chocano del Perú. Fueron inaugurados solemnemente los monumentos al almirante Petit Thouars y a Sucre, el Palacio Arzobispal, la avenida del Progreso, el Hospital Arzobispo Loayza, el Museo Arqueológico, la Exposición Nacional del Centenario, las salas Bolívar y San Martín en el Museo Bolivariano y el panteón de los Próceres; y, además una ceremonia especial fue dedicada a la plantación del “Árbol del Centenario”. Abundaron, como en 1921, los banquetes, los discursos, los bailes y las recepciones. Hubo carreras de gala en el Hipódromo de Santa Beatriz. El general Pershing mandó la revista militar. Un decreto hizo la convocatoria para un certamen dramático, unos juegos florales y sendos concursos para una novela histórica y una oración en loor de Bolívar. En el Teatro Forero (más tarde denominado Municipal) se representó una producción dramática de Francisco
[ 1924 OCTUBRE 13 ]
EL NUEVO PERÍODO PRESIDENCIAL. Tras la instalación del congreso y la renovación del mando presidencial, el presidente Augusto B. Leguía leyó un mensaje, publicado por el diario El Comercio el 13 de octubre de 1924, en el que afirmó lo siguiente: “Puedo decir con íntima complacencia que durante los cinco años de mi gobierno, hemos alcanzado un progreso que no habíamos conseguido en todo el curso de nuestra vida republicana. La obra realizada corresponde ampliamente a mis promesas de candidato y a la confianza nacional, depositada en mí en hora inolvidable. No son palabras sino cifras elocuentes las que voy a leer. Ellas traducen un estado de prosperidad creciente que debe enorgullecernos y fortalecer nuestra fe en los destinos providenciales de la Patria”.