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La nueva enmienda constitucional sobre la reelección y las elecciones de 1929
Por singulares que fuesen las dotes de Leguía, lo que no podía atribuírsele era el culto de la moral económica. Cuéntase que, de visita en la casa de uno de los funcionarios más conocidos como impúdicos, al ver la esplendidez de los muebles, los adornos, las alfombras y el edificio, observó sarcásticamente: “Que de prisa ha ido éste. Comenzó a formarse una nueva plutocracia con tendencias a participar ávidamente en el ajetreo social, si bien no hubo tiempo para que se consolidara. Ello no debe llevar, por otra parte, a negar la existencia, al lado de Leguía, de personajes probos y moderados, más numerosos de lo que se afirmó y creyó en agosto de 1930. Cuando se constituyó ese año el Tribunal de Sanción Nacional para enjuiciar a los enriquecidos con el leguiismo, una jugada maestra de uno de ellos fue inducir a un funcionario que agregara a la acusación los nombres de algunos de los hombres íntegros que habían colaborado con ese mismo régimen. Carlos de Piérola exclamó en aquellos días: “El único metal que ha llegado a mi mano en Palacio ha sido el plomo”, con lo cual aludió a la bala que le hirió el 29 de mayo de 1909 (1) . Por otra parte, algunos de los enriquecidos durante la época leguiista habían derrochado su dinero en agosto de 1930, otros se empobrecieron en la época de crisis que sobrevino en seguida y todos, en conjunto, desaparecieron como grupo social predominante en el período siguiente y fueron superados por la plutocracia sólidamente establecida o por quienes emergieron con los nuevos negocios en el comercio o en la industria o mediante los nuevos negocios con el Estado.
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De todos modos, este país sudamericano, que había conocido un existir tan venido a menos, pese a su pasado de leyenda, tuvo durante algunos años una ilusión de progreso acelerado. En el banquete que le ofreció la Embajada de Colombia el 30 de diciembre de 1924, Leguía dijo, entre otras cosas: “Si yo pudiera sintetizar en una fórmula mi programa político, diría que simultáneamente he procurado definir las fronteras del Perú, desarrollar su riqueza y aumentar el optimismo de su raza”. Habría que preguntar si él mismo creía en lo que hablaba y en lo que hacía. Sus adversarios lo negaron. Testimonios más objetivos, como el del periodista alemán Casimiro Edschmidt en su libro Glanz und Elend von Südamerika, presentan el retrato de un autócrata que había llegado a convencerse de lo que diariamente le decían, por lo cual era sincera su seguridad de que estaba labrando la grandeza imperecedera de su país. Las carreteras, las urbanizaciones, el saneamiento de las ciudades y también la irrigación de la costa eran parte fundamental de este plan. En los últimos años de su gobierno, Leguía había intensificado las ambiciosas obras de irrigación en el norte. Cuéntase que brillábanle los ojos cuando hablaba de Olmos.
El problema que aquí se trata de plantear, ya que no de resolver, es otro. En los aspectos más censurables que presenta el Oncenio leguiista, ¿cuánto hubo de culpa del Presidente, de algunos de sus colabores o del ambiente que entonces se creó? ¿Es justo echar todas las responsabilidades solo sobre la persona misma de Leguía? La poca cantidad de gente eficaz, sobria y preparada a su alrededor, el exceso de adulación, la falta de consejos y de frenos, la ausencia de voceros independientes y responsables en el Parlamento, el periodismo y la opinión pública que pudieran expresar una crítica constructiva, incrementaron cuanto de condenable pudo haber existido durante el Oncenio.
LA NUeVA eNMIeNdA CONSTITUCIONAL SOBre LA reeLeCCIÓN Y LAS eLeCCIONeS.-
El 3 de noviembre de 1926 se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de reforma constitucional para permitir la reelección indefinida del presidente de la República y derogar así la Ley N° 4687 fechada el 18 de setiembre de 1923 que la había autorizado solo por una vez. La
(1) Al conocer que, después del cambio de gobierno de 1930, Carlos de Piérola no tenía para vivir sino su magra pensión como antiguo director de la Casa de Moneda, Raúl Mata, vocal del Tribunal de Sanción, dijo: “A este hombre hay que seguirle un juicio por empobrecimiento ilícito”.
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eL GOLPe de eSTAdO A LeGUíA. en agosto de 1930, tras once años de gobierno, un grupo de militares derrocó al presidente Augusto B. Leguía. durante la revuelta, que ocurrió tanto en Lima como en Arequipa, hubo enfrentamientos entre fuerzas gobiernistas y los rebeldes. en medio de las luchas, la casa de Leguía fue asaltada, saqueada e incendiada (I). el ex presidente fue capturado cuando se disponía a huir del país y encarcelado. Luego de dos años en prisión, falleció en el Hospital Naval de Bellavista, el 6 de febrero de 1932. Aquí se aprecia el cadáver de Leguía en su capilla ardiente (2) y sus funerales en el Cementerio Presbítero Maestro (3).