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La crisis mundial

LA CÁMARA DE DIPUTADOS MANIFESTÓ AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA QUE TOMARÍA EN CUENTA LAS OBSERVACIONES DE SU MENSAJE EN CUANTO CONTRIBUYERA AL CUMPLIMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN Y DE LAS LEYES.

suscribieron personeros de los partidos democrático-reformista, constitucional y demócrata, encabezados por Foción A. Mariátegui. Este fundamentó la iniciativa en la misma sesión del 3 de noviembre. Para el prodigio que se trataba de realizar, afirmó, era preciso un hombre extraordinario; los gobernantes mediocres o repudiados no podían permanecer en el poder. La comisión informante abundó en razones sobre la conveniencia de una obra continuada y uniforme de gobierno y explicó que el nuevo precepto solo podía tener aplicación cuando se tratara de un estadista que cumpliese sus tareas con el aplauso público y tuviera energías para seguir en el puesto de comando. La falta de la reelegibilidad inmediata llevaba, según aseveró, en los regímenes con prestigio, a buscar un nuevo mandatario que o era manejado por su predecesor o producía un cisma con daño a la nación entera. “Un pueblo cuyo carácter tonificó el infortunio (agregó); que vivió durante siglos bajo el sistema del absolutismo paternal; que también pasó centurias al amparo de autoridades monárquicas; que soportó en su existir democrático los cuartelazos y revoluciones en que predominaron la rudeza de hombres vulgares o el lirismo de retóricos intrigantes; tiene al fin que darse cuenta de que le urge remover los obstáculos que le impiden consolidar lo adquirido bajo la dirección de un verdadero estadista que ha perfeccionado en el diario batallar lo que genialmente sabía acerca del arte dificilísimo de gobernar”.

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El proyecto fue aprobado por unanimidad en la sesión del 8 de noviembre. Igual ambiente existió para este asunto en el Senado. Ratificado el voto en la legislatura siguiente, el nuevo artículo constitucional quedó con el texto “El Presidente durará en su cargo cinco años y podrá ser reelecto”; y la ley correspondiente fue promulgada con el número 5857 con la firma del mismo Leguía y de su ministro Celestino Manchego Muñoz el 4 de octubre de 1927. El 4 y el 5 de agosto de 1929 se efectuaron las elecciones para el nuevo período presidencial y legislativo que debía prolongarse hasta 1934. Leguía se presentó como candidato único para su segunda reelección, o sea para su tercer mandato consecutivo y obtuvo una abrumadora mayoría en los sufragios. Pocos días antes de los comicios se anunció que había sido descubierta una conspiración criminal. Aunque llegó a ser anunciada la posibilidad de la renovación del régimen a cargo de Eduardo Leguía, hermano del Presidente y de una nueva enmienda en la Carta política mediante un plebiscito para organizar el Senado con una representación de los distintos sectores de la vida nacional, nada llegó a hacerse. El régimen leguiista continuó estratificándose. En la Cámara de Diputados que empezó a funcionar el 1929 figuró como representante por Yauyos Arturo B. Wells en cuya acta de matrimonio, ese mismo año, con Angélica Leguía y ZevaIlos hija de Roberto Leguía, hermano del Presidente, aparecía con la nacionalidad inglesa.

Al inaugurar su nuevo período presidencial el 12 de octubre de 1929, Leguía formó el siguiente Gabinete: Benjamín Huamán de los Heros, ministro de Gobierno; Pedro José Rada y Gamio (Relaciones Exteriores); general José Luis Salmón (Guerra); Manuel G. Masías (Hacienda); Alfredo Mendiola (Fomento); J. Matías León (Justicia e Instrucción) y contralmirante Augusto Loayza (Marina), presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados fueron elegidos respectivamente Roberto Leguía y Foción Mariátegui, parientes ambos del jefe del Estado.

[ ii ]

LA CrISIS MUNdIAL.- El 24 de octubre de 1929, el “jueves negro” se produjo el pánico en la Bolsa de Nueva York que luego se hizo famoso y al que le siguió una baja mundial de precios. Empezó así la formidable crisis que debía durar hasta 1933. Esta depresión tuvo sus primeras manifestaciones, en relación con el Perú, en una fuerte caída del precio del algodón y luego de las lanas en el mercado internacional que vino a sumarse a la que desde tiempo atrás, aquejaba al azúcar y que en seguida se acentuó. Produjéronse entonces la inestabilidad en la moneda por la baja del cambio, las restricciones en el crédito, la disminución de las ventas, las dificultades para colocar el saldo de la segunda serie del empréstito de 100 millones de dólares, el colapso en el

movimiento del comercio de importación, la merma en los ingresos fiscales, la creciente alarma general. En enero de 1930 pareció insinuarse una reacción favorable; ello fue un espejismo.

La depresión mundial derribó primero al presidente Hernando Siles en Bolivia e hizo caer luego a Leguía en el Perú, para acabar en seguida con el gobierno de Carlos Ibáñez en Chile, el de Washington Luis en Brasil, el de Hipólito Irigoyen en Argentina y otros regímenes. La sincronización de los acontecimientos extranjeros con la vida peruana se había acentuado a lo largo del siglo XX. La primera guerra mundial tuvo insoslayables efectos económicos, hacendarios, sociales y políticos. La década “dorada” que corresponde a los años “veinte” puede ser vista tanto dentro de la perspectiva nacional como internacional en el plano económico e igualmente en el político. El ejemplo del fascismo italiano y de otras dictaduras americanas y europeas había ayudado a Leguía. El hundimiento de las cotizaciones de Wall Street en octubre de 1929 y la catástrofe de los mercados en América y Europa que luego sobrevino, le fueron fatales. Comenzaron a fines de 1929 la paralización de las obras públicas que dejó sin trabajo a mucha gente, las economías en el Presupuesto, las medidas para recaudar y distribuir mejor los ingresos públicos.

El abuso de los empréstitos había acumulado sobre el Perú un exceso de obligaciones; y resultó así imposible, por haberse producido el pánico bursátil, proseguir la política hacendaria a base del crédito. Por otra parte, los peculados se habían vuelto cada vez más visibles, hasta el extremo de que hubo editoriales en la revista gobiernista Variedades que osaron criticarlos y los choques de avideces llegaban hasta algunos de los áulicos más íntimos. Además, el país tenía exceso de monopolios y gabelas. Entre aquellos se contó el del tráfico en la ciudad de Lima y sus alrededores, Callao y Chosica que fue otorgado por quince años a la Sociedad Anónima Metropolitan Co., el 4 de enero de 1930 y ratificado y ampliado el 15 de mayo del mismo año. En una de las cláusulas de dicho contrato se estableció la prohibición del llamado “servicio colectivo” y de todas las pequeñas compañías de ómnibus. La resolución suprema de 16 de diciembre de 1929 ya había prohibido a los automóviles de plaza trasportar pasajeros en conjunto y sin vinculación entre ellos. El transporte urbano e interurbano debía hacerse por medio de 180 carros de la Metropolitan; pero ella no hizo circular sino menos de la mitad de su número. Otro asunto que dio lugar a grandes discusiones hacia enero de 1930 fue el de una concesión para explotar el juego de un Casino Hotel en un balneario cercano a Lima. Al lado de la depresión y de las circunstancias económicas que predominaban en el país, debe ser tomada en cuenta como otra de las causas de la caída de Leguía, el desgaste de su régimen. Políticamente vivíase dentro de la omnipotencia del Presidente. Se había insistido mucho antes de 1919 en que la elección parlamentaria por tercios engendraba mayorías sumisas en el Congreso, por el temor del tercio saliente de hallar obstáculos en su afán de continuar y por el origen y la gratitud del nuevo tercio. Suprimidos los tercios en la Carta política de 1920 para ser implantada la renovación total y simultánea de los Poderes, el estrecho ligamen electoral entre el Ejecutivo y el Legislativo no solo prosiguió sino se ahondó porque el jefe del Estado fue a la reelección. En cuanto al sistema del sufragio, las normas que rigieron hasta 1919 fueron suprimidas, para ser reemplazadas por otro mecanismo que, en definitiva, no venía a ser sino la ubicación desde el Palacio de Gobierno. Las Cámaras, siempre la de Diputados con origen provincial y la de Senadores con origen departamental, se convirtieron en centros de amigos predilectos a quienes se obsequiaba la representación de una zona política; o, si no, en muchos casos fueron un arma de los caciques locales deseosos de ser obedientes al gobernante, algunos de ellos los mismos de otrora y otros recientemente improvisados. Con más libertad que antes, los miembros del Parlamento se dedicaron a obtener nombramientos administrativos y el Ejecutivo legisló.

Así se explica la facilidad con que fueron aprobados los tratados con Colombia y Chile y con que pudieron llevarse a cabo, sin protesta, cesiones como la de La Brea y Pariñas y la que se hizo eL NUeVO GABINeTe

el político limeño Benjamín Huamán de los Heros (aquí en una fotografía de 1924) fue designado ministro de Gobierno en octubre de 1929, tras la reelección del presidente Leguía. en este gabinete figuraban también: Pedro José rada y Gamio (relaciones exteriores), José Luis Salmón (Guerra), Manuel G. Masías (Hacienda), Alfredo Mendiola (Fomento), Matías León (Justicia e Instrucción) y el contralmirante Augusto Loayza (Marina).

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