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La caída de Leguía

[ 1929 OCTUBRE 24 ]

eL CrAC de LA BOLSA. el Comercio publicó, el jueves 24 de octubre de 1929, la noticia de la caída de la bolsa de valores de Nueva York. reprodujo un cable de la agencia Associated Press del día anterior que decía: “Un jamás visto ciclón de ventas se desencadenó hoy sobre la bolsa con abrumadora intempestividad en la última hora de transacciones, cayendo los precios a los niveles más bajos en la historia del mercado (…)”. de los ferrocarriles del Estado a perpetuidad a favor de sus poseedores temporales. Nacido al calor de impulsos antioligárquicos, el gobierno de Leguía resultó comenzando a crear, pues, una nueva oligarquía, acusada de ser menos culta y capaz que la anterior. Su nacionalismo inicialmente exacerbado estaba contradicho por la entrega a Colombia de una parte del río Amazonas y por el abandono solemne de la romántica esperanza peruana de reivindicar el morro y el puerto de Arica. Las promesas de abaratamiento de la vida y prosperidad económica sufrían la contradicción implícita en los monopolios, gabelas, deudas y peculados y, también el desafío de la crisis. No estaban en mejor estado las esperanzas de carácter regionalista que acompañaran a aquel gobierno en su aurora. El centralismo habíase exacerbado, al aumentar la diferencia entre la capital y las provincias; fracasados y burocratizados los congresos regionales; suprimidas las municipalidades para ser sustituidas por las juntas de notables que nombraba el Ministerio de Gobierno; eliminadas también, aunque sin reemplazo, las juntas departamentales; convertidas, como se ha dicho, las elecciones de diputados y senadores en un reparto de curules desde Lima.

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El caudillaje de Leguía, después de la etapa de la fascinación en 1919, de la etapa de la lucha entre 1919 y 1925 y de la etapa de apoteosis entre 1926 y 1929, tenía que empezar su cuarta etapa, la del ocaso.

Pudo Leguía, dócil a esta ley histórica de inexorable curso, o tomando en cuenta su propia edad, no reelegirse en 1929 y convocar a elecciones libres. Pudo haber escogido como sucesor a uno entre sus mejores adeptos, acaso a un hombre tranquilo y honesto. No lo hizo. No hubiera estado dentro de la lógica de las cosas. Su vanidad mimada y exacerbada, la mezcla que hacía entre lo que eran sus intereses particulares y los que constituían los intereses del país, las demandas de quienes con él compartían el poder, la malla cada vez más densa de los sedicentes derechos adquiridos alrededor de su régimen, la aparente atonía del país, lo llevaron a la tercera elección, es decir, a la segunda reelección. Un intento de vitalizar, moderar y renovar el gobierno que debió encabezar Eduardo Leguía, hermano del Presidente, quedó, como ya se ha dicho, en simple proyecto. Entre las condiciones de gran político que Leguía no poseía, estaba la más difícil y auténtica: crear una tradición, poner “en forma” a su país o a su época de tal modo que funcionaran aun a pesar de la ausencia personal. Puesto en el callejón sin salida de las reelecciones sucesivas, su consigna, ciega ante el fenómeno de desgaste que el paso del tiempo siempre imprime al poder, se redujo en el fondo a un propósito simple: durar. Ello quería decir que estaba decidido a ser

TRAS ONCE AÑOS EN EL PODER, EN 1930 AUGUSTO B. LEGUÍA FUE DERROCADO POR UNA REVOLUCIÓN MILITAR ENCABEZADA POR LUIS MIGUEL SÁNCHEZ CERRO.

1929

12 DE OCTUBRE

Leguía es reelecto por tercera vez en un proceso fraudulento en el que era candidato único. Esto fue cuestionado por la opinión pública. Un grupo de militares y altos mandos políticos, entre ellos el presidente del Congreso, Foción Mariátegui, empiezan a confabularse en su contra.

1930

22 DE AGOSTO

Un grupo de militares inicia una revuelta en Arequipa y ocupa la prefectura. El comandante Sánchez Cerro proclama un estado de revolución. Al día siguiente, las guarniciones de Puno, del centro, de Las Palmas y la Escuela Militar se pliegan al movimiento.

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