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La oposición
eL TerCer PeríOdO de LeGUíA
el 12 de octubre de 1929, el presidente Augusto B. Leguía inauguró su tercer y último mandato presidencial consecutivo. Aquí vemos una fotografía publicada en la revista Mundial, que se encargó de cubrir el hecho. el descontento popular, sin embargo, no permitió que Leguía culminara este período de gobierno. en agosto de 1930 fue depuesto por una revuelta encabezada por el teniente coronel Luis Miguel Sánchez Cerro. cotización del dólar por libra peruana, o sea por diez soles oro, presentó el siguiente cuadro entre octubre de 1929 y agosto de 1930:
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Más alta Octubre de 1929 U.S.S 4,00 Noviembre “ 4,00
Diciembre
“ 4,00 Enero de 1930 “ 3,89 Febrero “ 3,91
Marzo Abril “ 3,84 “ 3,87
Mayo Junio Julio “ 3,78 “ 3,70 “ 3,70
Agosto “ 3,69 Más baja US.S 4,00 “ 4,00 “ 4,00 “ 3,78 1/2 “ 3,78 “ 3,75 “ 3,72 “ 3,70 “ 3,64 1/2 “ 3,67 “ 3,68
Se creyó vislumbrar el fantasma del papel moneda. Para hallar alivio a sus apuros el Gobierno tenía en estudio proyectos graves o difíciles de ejecutar dentro de aquellas circunstancias. Uno de ellos era la nueva concesión para el ferrocarril en la región del Yurimaguas con la entrega a los concesionarios del petróleo y de otras riquezas que existiesen en dicha región. Otro proyecto era el de una compañía monopolizadora de la refinación del petróleo y de su exportación a cambio de un empréstito.
LA OPOSICIÓN.- Muy difícil sería hacer una estadística de todas las personas que durante el período de 1919 a 1930 estuvieron confinadas en la isla de San Lorenzo y en las otras prisiones de Lima y provincias. Entre ellas se contaron tanto grandes señores de la más alta aristocracia económica y social como jóvenes estudiantes y humildes obreros. Muchos perdieron la libertad por unos cuantos días y otros tuvieron esa mengua durante períodos prolongados. Como Adolfo Lainez Losada, colaborador en el pronunciamiento de Cervantes en Loreto cuya detención duró nueve años. Hubo en las celdas casos heroicos frente a torturas y amenazas, huelgas de hambre y otras expresiones de protesta. También se vieron denuncias y delaciones y no faltaron los espías entre las presuntas víctimas del Gobierno. A los presos de renombre o significación uniéronse los que fueron objeto de menudas venganzas u odiosidades personales, familiares o lugareñas. Algún confinado llegó a San Lorenzo por cosas de mujeres y otro cayó en manos de la policía cierta noche porque, acaso beodo, gritó:”¡Viva Chiang Kai Chek!” cuando pasaban unos automóviles, que resultaron ser los del Presidente y de su comitiva, para ser en seguida enviado a la isla y quedar olvidado luego, pues nadie se interesó por él.
A mediados de 1930 la oposición podía ser considerada dentro de tres frentes. Uno de ellos estaba representado por los civilistas y otros políticos enemigos del leguiismo desde 1919 o desde antes. Dentro de una situación distinta hallábanse los antiguos leguiistas separados del régimen, como era el caso del hacendado del norte Enrique de la Piedra que había sido ministro de Hacienda y presidente del Senado y (en otro plano) el de quienes anteriormente fueran partidarios de Germán Leguía y Martínez. Por otro lado, no podían dejar de ser tomados en cuenta los jóvenes que habían hecho desde la Universidad una agitación subversiva, los obreros y los intelectuales hostiles a los políticos de las generaciones anteriores y dispuestos a enlazarse con el proletariado a base de reivindicaciones sociales.
Numerosos fueron los escritos de combate a Leguía, sus métodos y su obra que publicaron los desterrados. En el periódico La República Felipe Barreda y Laos y Alejandro Revoredo revivieron la