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La polémica entre Haya de la Torre y Mariátegui
LA DÉCADA DE 1920 ES DE VITAL IMPORTANCIA EN LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE NUESTRO PAÍS, YA QUE FUE EN ESTOS TIEMPOS CUANDO UNA SERIE DE PERSONAJES Y SITUACIONES CAMBIÓ EL PANORAMA POLÍTICO Y SOCIAL PERUANO. LOS PRINCIPALES ACTORES DE ESTOS CAMBIOS FUERON VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE Y JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI; QUIENES, CURIOSAMENTE, SE VIERON DISTANCIADOS EN ESTOS AÑOS, COMO SE VE A CONTINUACIÓN.
Este tema fue trabajado, entre otros, por el eminente historiador Alberto Flores-Galindo, en Tiempo de plagas. Lima: El Caballo Rojo Ediciones, 1988, pp. 66-69, ya que en esas páginas trata de detalIarnos la razón de las diferencias entre ambos personajes:
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“( ... ) El paternalismo no es -en esas primeras décadas del siglo XX- solo una elaboración ideológica que la clase dominante dirige a las clases populares. Ha terminado siendo absorbido por estas. Vienen a la memoria algunos ejemplos. ( ... ) Los trabajadores de una fábrica textil limeña que se conmueven ante Guillermo Billinghurst, porque este hombre blanco y supuestamente aristocrático, desciende para aproximarse a Ios de abajo. Para muchos de ellos, Haya, con su abolengo atribuido, sus rasgos occidentales, su culta manera de hablar, será la realización de esta esperanza. Imagen resignada del mundo, donde la salvación no podía salir de las propias filas de los desvalidos, sino que había que esperar su llegada, que descendiera para redimirlos. Ahora podemos entender el menosprecio de Mariátegui hacia el marxismo de Haya: estas concepciones eran todo, menos marxismo. La mentira y el autoritarismo no garantizaban la transformación sustancial de una sociedad. Frente a la imagen jacobina de la revolución, Mariátegui contrapone la concepción del mito: frente a la ciencia y la organización, la fe y la voluntad colectiva. Paradójicamente, derivará, a veces, en un cierto menosprecio por los intelectuales porque ‘los profesionales de la inteligencia no encontrarán el camino de la fe, lo encontrarán las multitudes’. El mito era sinónimo de alternancia colectiva al orden establecido, sinónimo a su vez de bolchevismo. Haya y Mariátegui, de esta manera, representaban dos maneras de entender la revolución: ese era el problema esencial. Encerrando la discusión en revolución socialista o revolución burguesa, no entendemos lo que fue el meollo mismo de la polémica, según la versión de sus protagonistas. Ciertas apreciaciones que podían parecer marginales, se convierten por el contrario en decisivas: criticar el engaño, no transigir con la demagogia, no admitir que se invente un movimiento desde México, son posiciones que derivan de una concepción, según la cual, revolución y verdad, política y moral son indesligables (. .. ). El marxismo, entendido como el mito de nuestro tiempo, equivalía a una apuesta por la revolución como acto colectivo, como creación de las masas, como traducción de sus impulsos y sus pasiones. Los trabajadores eran los verdaderos protagonistas y no requerían -por el contrario, rechazaban- cualquier golpe de mano jacobino como el que imagina Haya lanzando su candidatura en 1928”.
la existencia objetiva del Apra (“Existe, sí, como una tendencia confusionista y demagógica frente a la cual es preciso esclarecer la posición proletaria”). Y terminaba así: Amauta no es empresaria de propaganda de ninguna vedette prosopopéyica’’. Este fue el último número que dirigió Mariátegui; dos más llegaron a aparecer en seguida dirigidos por Ricardo Martínez de la Torre.
En esta época Haya de la Torre sostuvo (en una de las cartas a Mendoza ya citadas) que el divisionismo producido entre su grupo y el de Mariátegui provenía, más que nada, de “exaltaciones románticas y actitudes individualistas”. Todos los partidos revolucionarios del mundo (afirmó en la primera de dichas cartas) han pasado por esta época de dudas y de sentimentalismos que Lenin llama en un libro ‘pornografía revolucionaria’. Por fortuna, la lucha, la lucha efectiva me ha dado experiencia y no creo que haya razón para alarmarse por estas dificultades. Cuando los intelectuales (se refería a Mariátegui) predominan en los movimientos revolucionarios, el individualismo y el romanticismo, la fantasía y las exaltaciones explosivas, abundan. Yo llevo ya nueve años de lucha diaria y tengo muy viva la historia de nuestro movimiento, con sus alzas y sus bajas, con sus crisis y sus victorias. Sé que es muy distinto proyectar que realizar. Por eso a un compañero cuzqueño que se declara furiosamente comunista pero que acaba de confesarme que no ha leído El capital de Marx ni su Introducción a la economía y especialmente el magistral libro de Lenin El capitalismo de Estado y el impuesto en especies, que es el libro de sus grandes rectificaciones, le aconsejaba yo calma y lectura no de periódicos y revistas de propaganda sino de obras fundamentales que reflejan experiencia, realidad y hechos. El Apra no usa el nombre de comunista por las razones que tú mismo das. Porque el Apra no es un movimiento de literatura, sino una obra de acción. Los nombres no importan nada. Importan los hechos e importa la labor realista para que los hechos no se produzcan en contra de nuestros principios sino que colaboren con ellos... “. Y más arriba, en la misma carta, afirmó: “Sindicarse abiertamente como comunistas resulta hoy en América Latina como en todo el mundo un peligro cuando no se tiene fuerza bastante para conducir un movimiento a la victoria”.
De Mariátegui dijo que simpatizaba con él como “figura interesante del romanticismo, de la fe y de la exaltación intelectual de un revolucionario”; pero que nunca había estado en la lucha misma y que pensaba como un intelectual europeo del tiempo en que él estuvo en Europa. Le faltaba sentido realista, tenía exceso de intelectualismo y ausencia casi total de un sentido eficaz y eficiente de acción. Pero no podía exigírsele más. “Mariátegui está inmovilizado y su labor es meramente intelectual’:
Objetivos de acción, ideologías aplicadas a la realidad y rectificables cuando ella lo exigiera, lucha efectiva, abandono de las discusiones metafísicas, de las fantasías, de las masturbaciones mentales: esas debían ser, según Haya, las tareas de un revolucionario.
Otra de sus ideas fundamentales en aquella época fue la de que el Apra se propagaba en América. Confiaba en lo que estaba ocurriendo en Puerto Rico, Santo Domingo, Costa Rica, México y otros países del continente, favorable a ese movimiento. El Apra (dijo en la segunda carta a Mendoza) no debía unirse al Partido Socialista peruano sino este a aquel porque se trataba de un organismo nacional frente a otro continental. “EI Perú no es el país importante de América Latina para que un grupo de líderes revolucionarios quieran someter a su mandato a toda la gente revolucionaria afiliada al Apra en América”.
Pero dejó abierta la puerta a un arreglo, como si no hubiera otra discrepancia que la de los nombres y la de la táctica. “No hay resistencia (agregó) para que ellos que se separaron vuelvan a la razón y se dejen de fantasías. Nosotros estamos listos a recibirlos y un avenimiento entre los grupos apristas del Perú debe producirse. En este sentido he escrito al Cuzco y mi palabra contra el divisionismo de Mariátegui ha sido siempre clara. Ojalá vuelvan a la razón y vuelvan a la realidad sobre todo, que es lo que ellos han perdido”.
El documento secreto dirigido el 5 de febrero de 1930 a la célula del Apra en el Cuzco repite, en lo sustancial, los conceptos de las cartas a Mendoza. “Fundamentalmente lo que nosotros DE MARIÁTEGUI (HAYA DE LA TORRE) DIJO QUE SIMPATIZABA CON ÉL COMO ‘FIGURA INTERESANTE DEL ROMANTICISMO’ DE LA FE Y DE LA EXALTACIÓN INTELECTUAL DE UN REVOLUCIONARIO; PERO QUE NUNCA HABÍA ESTADO EN LA LUCHA MISMA Y QUE PENSABA COMO UN INTELECTUAL EUROPEO DEL TIEMPO EN QUE ÉL ESTUVO EN EUROPA.
rICArdO MArTíNeZ de LA TOrre (1904-1968)
el escritor y político limeño se interesó desde muy joven por los problemas sociales del país. Fue un escritor precoz: a los 11 años ya había publicado la obra Tragedia o La noche misteriosa. en 1927 se asoció con José Carlos Mariátegui y juntos formaron la Sociedad editora Amauta. También participó en la fundación del Partido Socialista. Tras la muerte de Mariátegui, Martínez asumió la dirección de la revista Amauta. en 1931 y 1932 editó la revista Frente. Se retiró de la actividad política en 1945. todos perseguimos es la victoria de las clases explotadas sobre los explotadores. Siendo estos todavía muy poderosos, la cuestión primordial para todo revolucionario está en descubrir los mejores medios a fin de debilitar a los opresores” Lo más importante era, de acuerdo con las palabras de Lenin, tomar el poder. Y ello implicaba la guerra. Y la guerra requería estrategia y táctica. Al enemigo había que vencerlo empleando todos los ardides. Valía la lucha en las trincheras en -tierra y el camouflage en el mar. No había que ir siempre al campo abierto. “Lo que interesa al Apra es que la revolución se cumpla, tanto más amplia, tanto más radical, tanto más izquierdista, tanto más roja, cuanto la realidad lo permita”. Había que mirar la realidad. Porque eso es así, el comunismo no llegó a imponerse ni en Italia ni en China. “EI aprismo significa fundamentalmente una fuerza revolucionaria capaz de llegar a las más extremas realizaciones; pero de acuerdo en todo instante con la realidad de cada país indoamericano”.
En seguida el documento pasa a disertar sobre la importancia de la vida agraria y el indio, la necesidad de darle a este la tierra, la significación de la lucha contra el clericalismo en su poder económico, la división del mundo en zonas-máquina y zonas-campo, el elogio del regionalismo económico desde el punto de vista de las clases explotadas, la convivencia de buscar la colaboración de las clases medias para la obra revolucionaria. En relación con este último punto, clara negación del marxismo ortodoxo, Haya de la Torre ya había publicado un artículo titulado “Sobre el papel de las clases medias en la lucha por la independencia económica de América Latina” en el N° 9 de Amauta en 1927.”La táctica realista de nuestro partido (concluía el documento en esta parte) es utilizar a las clases medias al servicio de la revolución proletaria y campesina. Desde este punto de vista el aprismo, de acuerdo con Marx, utiliza a las clases medias y trata de que sirvan a la obra de la revolución”.
Mariátegui tuvo, aparte de sus tareas intelectuales y de sus inquietudes políticas, directa relación con el movimiento sindical peruano. Después del paro general de mayo de 1919 se constituyó en Lima, como se ha señalado antes, la Federación Obrera Regional Peruana. En abril de 1921 se reunió en Lima el primer Congreso Obrero Local. Trató de vastos problemas como la organización y orientación de la case proletaria, medios de lucha, jornada de ocho horas, oposición al arbitraje obligatorio, derecho a la huelga, solidaridad de los gremios organizados, agrupación de los trabajadores mineros, el indio, la cultura popular, la adhesión a los organismos internacionales. También discutió el siguiente tema:”¿La organización obrera debe adoptar la acción política o apartarse de ella?”. Después de animado debate se acordó postergar el voto hasta un próximo congreso “en la seguridad de que el proletariado, mejor organizado y orientado, mejor aleccionado por la experiencia y con mayor capacidad y conocimiento de las ideologías que sustentan los obreros en todas partes, votará, con pleno conocimiento de causa y profunda convicción, por el comunismo anárquico”. El anarcosindicalismo predominaba en el Congreso pero no era suficientemente fuerte ante la masa desorientada.
La Universidad Popular, establecida en 1921, no hizo obra de orientación doctrinaria. Según una declaración que fue muy difundida, el único dogma que aceptaba era el de la justicia social. La advocación en que se puso bajo el nombre de Manuel González Prada fue grata a los anarquistas. Sus dirigentes declararon que tenían “castidad política”. Pero Mariátegui, en sus conferencias sobre la crisis mundial, hizo la defensa de la Revolución Rusa y la interpretación de lo que ocurría en la escena contemporánea a la luz de un punto de vista favorable al marxismo leninista.
Del primer Congreso Obrero de 1921 salió, en Lima y el Callao, la Federación Obrera Local. Mariátegui defendió en aquella época el frente único sindical; pero se iniciaron las luchas entre comunistas y anarcosindicalistas. La Federación convocó en 1927 al Segundo Congreso Obrero. Los debates en él fueron muy extensos y reñidos. No se alcanzó a llegar a conclusiones muy importantes, excepto acaso la de que el sindicalismo no tiene más objetivo que la unidad sindical proletaria. La represión policial puso brusco fin a las sesiones. Apresados los dirigentes,