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La concentración nacional y la fórmula de Rafael Belaunde
por carencia de un clima y condiciones de libertad para votar, quedan en pie solo piadosas ficciones de ideas democráticas e instituciones republicanas”. (p.4).
En 1931 no se presentó en el Perú el espectáculo antes eventual de un candidato de las fuerzas oficiales conservadoras apoyado por la maquinaria del Estado, las fuerzas económicamente más poderosas y buena parte de los elementos culturales mejor colocados, contra el candidato, por sentimiento romántico a avideces mesocráticas o actitudes demagógicas, encarnará el anhelo popular. La Junta Nacional de Gobierno, nacida para presidir las elecciones, no presentó candidato y acaso era demasiado débil para tenerlo y los miembros de ella pasaron bien pronto a formar parte de las filas de los perjudicados con los resultados de los comicios o a recaer en la oscuridad del anonimato del que debe salvarlo la historia justiciera.
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LA COnCenTrACIón nACIOnAL y LA fórmULA de rAfAeL beLAUnde.- Rafael
Belaunde es el último secretario que tuvo Piérola, fue abogado de su hermano Víctor Andrés Belaunde cuando este llego a ser apresado en julio de 1921. Oficial mayor del Senado con veinte años de servicios en dicha Cámara, no ocultó en 1924 que era opuesto a la reelección presidencial; y una persona que tenía interés en su cargo lo indispuso con las autoridades políticas y, por ello, llegó a ser apresado el 25 de setiembre de 1924. Enviado en la madrugada siguiente a la isla de San Lorenzo, se encontró frente a un retrato del presidente Leguía en el despacho del comisario y prorrumpió en un “Viva Piérola” que fue escuchado dese lejos por los presos. Ellos, entre los cuales estaban algunos prohombres del antiguo civilismo, se extrañaron luego ante su nuevo compañero de desgracia por la ocurrencia de vitorear a un muerto. Rafael Belaunde repuso que sus interlocutores eran adversarios de Leguía entonces, pero que antes habían sido sus correligionarios, pues el gobernante de 1919-1930, en su primera administración de 1908-1912, y antes de ella, perteneció al Partido Civil. Agrego que él había vivido a un símbolo al evocar a quien fuera, por civismo, adversario de Leguía en todo momento.
Profesor de la universidad de Miami durante varios años, Rafael Belaunde regresó al Perú en 1931 llamado por su amigo y antiguo correligionario David Samanez Ocampo y por su camarada de la isla de San Lorenzo Gustavo Jiménez, para ocupar el cargo de asesor de la Junta Nacional de Gobierno. Pero no aceptó dicho puesto, pues prefirió formar, junto con Augusto Pérez Araníbar, Amadeo de Piérola y Manuel Polar, un comité político. Buscó gente respetable que ofreciera garantías para todos y que no pudiese ser tachada de plutocrática.
Pérez Araníbar, habíase dado a conocer como un filántropo prestigiado por su actuación en la Beneficencia de Lima y como médico estimable; Amadeo de Piérola ostenta el título de hijo del caudillo demócrata y había sido miembro fundador del partido nacional democrático o “futurista”, sin actuación política a favor o en contra de Leguía; y Juan Manuel Polar, intelectual ilustre, era, además, cosa importante entonces, arequipeño. A juicio de Rafael Belaunde, la antigua posición a Leguía no contaba con un candidato dotado de suficiente estatura para ir a la presidencia de la República en 1931 con fuerza propia y era necesario buscar una fórmula para consagrar a una personalidad mediante una convención. No había partidos pues los viejos habían muerto y los nuevos recién se formaban; pero, a su juicio, las fuerzas vivas del país, mediante delegados de tipo gremial y regionalista, por encima de los factores políticos anarquizados y debilitados, podían agruparse momentáneamente. Belaunde, Pérez Araníbar, Piérola y Polar lanzaron un manifiesto con el objeto de organizar a la ciudadanía para, en primer lugar, apoyar a Samanez Ocampo en su breve tarea; en segundo término, facilitarle una cooperación técnica sin respaldo incondicional; y por último reunir una asamblea de la cual pudiera salir una candidatura robusta a la presidencia de la República. Debía dicha asamblea integrarse, según la fórmula que propusieron, con un 20% de obreros, un 20% de propietarios de tierras, un 15% de profesionales, un 15% de comerciantes e rAfAeL beLAUnde (1886-1972)
el político y diplomático arequipeño ejerció la defensa legal de su hermano víctor Andrés cuando este fue apresado, en julio de 1921. rafael belaunde inició su carrera burocrática en 1901. Trabajó en el ministerio de fomento, en la cámara de senadores y en la biblioteca nacional. en 1924, fue encarcelado y desterrado por oponerse a la reelección presidencial de Augusto b. Leguía. en 1933 fue nombrado embajador en méxico y seis años más tarde, en santiago de Chile. en 1945 fue designado ministro de gobierno y presidente del Consejo de ministros.
AUgUsTO Arrese vegAs (1879- ¿?)
en 1931, el abogado y político piurano formó parte del comité político presidido por Augusto Pérez Araníbar. Arrese había iniciado su actividad política en la década de 1910, al incorporarse al Partido Civil. Luego fue secretario y presidente de la Junta departamental de Piura. en 1915 fue elegido diputado por la provincia de sullana (Piura), y en 1919 designado ministro de fomento, en dos oportunidades. se retiró de la vida política durante el Oncenio. industriales, un 10% de empleados, un 10% de delegados municipales y un 10% de grupos políticos. El 60% de los votos debía ser necesario para la nominación del candidato. Belaunde y sus colegas adoptaron el lema: “Un solo título: la hombría de bien. Un solo móvil: el patriotismo. Un solo objetivo: salvar al Perú”.
La Concentración Nacional debía tener, además, un comité ejecutivo con 40 miembros: un delegado de cada municipalidad de las ciudades cabeza de departamento, dos representantes del periodismo por mayoría y minoría, los cuatro iniciadores de la campaña; y el resto elegido por ellos con criterio corporativo.
Podían modificarse las bases; pero se puso en marcha una iniciativa para coordinar a la opinión pública: El Comercio aprobó la Concentración en la editorial del 8 de abril de 1931 y El Perú hizo lo propio el 9 de abril.
Belaunde, Pérez Araníbar, Piérola y Polar citaron a una asamblea en el General de Santo Domingo el 12 de abril. Acudieron como unas dos mil personas, cifra considerada entonces como una multitud. Leyéronse cables de adhesión de José María de la Jara y Ureta, Luis Fernán Cisneros y Víctor Andrés Belaunde. Hubo un discurso de Pérez Araníbar y otro de Rafael Belaunde. Una moción representada para respaldar a la Concentración fue recibida con aplausos. Pero varios oradores pidieron la palabra, sin duda para oponerse, y se produjo una algarada. Oyéronse vivas al aprismo y a otros partidos. La sesión fue levantada pero no faltaron los oradores exaltados.
Apenas doce delegados municipales, sobre un total de veintitrés, llegaron a ser nombrados. La Junta Nacional de Gobierno, pese a los buenos deseos de Samanez Ocampo, no prestó su apoyo la Concentración; antes bien, en ella hubo quienes la combatieron. Entre los concejos omisos estuvo el de Arequipa, que tenía un enorme significado ante el país por haberse efectuado en esa ciudad el pronunciamiento contra Leguía y el que derribó luego a Sánchez Cerro. Rafael Belaunde viajó hasta allá, tuvo una reunión pública con personeros de las instituciones locales; pero la barra intervino, surgió un orador aprista y no llegó a ser posible la votación. Al final del acto se escucharon mueras al civilismo y a la Concentración.
A pesar de todo, el comité ejecutivo se instaló en Lima el 10 de mayo de 1931, bajo la presidencia de Pérez Araníbar y lanzó un manifiesto el 17 del mismo mes suscrito por el, Amadeo de Piérola, Rafael Belaunde, José de la Riva-Agüero y Osma, Auguste Arrese Vegas, Rafael Escardó, Gerardo Klinge, y José Quesada. Pero la asamblea regional y corporativa resultó imposible de formar. Las municipalidades disidentes mantuvieron su actitud. Pérez Araníbar reconoció este fracaso en nota del 20 de junio y entonces intentó una coalición de partidos políticos. A ella aluden párrafos posteriores de este mismo capítulo.
La idea personal de Belaunde, susceptible de rectificarse si la asamblea tomaba otra decisión, era que el candidato a la presidencia de la República debía ser el general Oscar R. Benavides. Lo que ocurrió fue que Benavides no llegó a ser elegido en 1931 sino en 1933. Si dicho acto se realiza dos años antes, el país se hubiera evitado muchos enconos y mucha sangre. Pero lo que en 1933 resultó facilitado por las circunstancias y pudo ser llevado a cabo por el Congreso Constituyente, en 1931 era muy difícil que lo efectuara una asamblea regional y corporativa y luego una elección popular.
El fracaso de la Concentración Nacional que, según Rafael Belaunde “Habla un idioma que nadie entiende y persigue un ideal que a nadie interesa”, tiene un profundo significado histórico.
Señala el momento en que la función de arbitraje en el problema político se escapa de las manos de la clase dirigente aunque se presentara diluido por características, como se ha repetido ya, gremiales y regionales y es asumida por los partidos de masa. Esto aparece como un fenómeno nuevo en el Perú.
Rafael Belaunde se alejó del país en agosto de 1931, acusando a quienes habían tenido incomprensión, indolencia o apetitos y emulaciones personales ante su proyecto.
[1]
[2]
eL regresO de sánCHez CerrO. el comandante Luis m. sánchez Cerro regresó de europa en julio de 1931, para postular su candidatura a las elecciones presidenciales de ese mismo año. Aquí, vemos el momento de su desembarco en el puerto del Callao (1) y saludando con el sombrero en la mano a los simpatizantes que fueron a recibirlo (2).