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El indigenismo entre 1920 y 1930

b) El “indigenismo hispanista” de doctrineros, misioneros, lingüistas, etc., que se acercaron al aborigen para “redimirlo” de sus pecados –la idolatría, la superstición- y trataron de conocerlo estudiando su idioma y sus formas de vida. c) El movimiento europeo, iniciado con Montaigne, que exaltó la bondad del hombre en estado de naturaleza y que, después de una curiosa trayectoria filosófica y jurídica, desembocó en el campo político con las ideas de Rousseau. d) La reacción europea y americana en contra de la tesis de De Pauw y de otros autores acerca de la inferioridad y degeneración irremediables de los habitantes del llamado Nuevo Mundo.

Durante el siglo XIX y los primeros años del siglo XX: e) Los grupos liberales en el momento de la Emancipación que buscaron afirmar a los nuevos Estados sobre la tradición indígena. f) Los exponentes del romanticismo a principios del siglo XIX que no solo trataron a los indios y a los Incas dentro de un plano literario sino también tuvieron representantes científicos como, en un campo de interés especial en ese momento, el campo lingüístico, Tschudi. g) Los autores protestantes, sobre todo los anglosajones, que estudiaron con severidad la obra de España en América y con simpatía a los indios. h) Los positivistas que, ya a fines del siglo XIX, hicieron la vivisección del sistema y de las instituciones coloniales con una mentalidad, sobre todo, liberal y, directa o indirectamente, pudieron ayudar a una actitud de reivindicación de la época anterior. i) Los sociólogos marxistas alemanes como Cunow de esa época y primeros años del siglo XX, cuyo interés particular fue el problema de la economía colectiva en el Perú antiguo. j) Exploradores interesados, ante todo, en las ciencias naturales, como Reiss y Stübel que, de hecho, contribuyeron al mayor conocimiento de la civilización aborigen. k) Los defensores morales o legales del indio, simbolizados, a mediados del siglo XIX, por Juan Bustamante y la Sociedad Amiga de los Indios y agrupados, en la primera parte del siglo XX, en la Asociación Pro Indígena y otras entidades. l) Los arqueólogos que empezando con Max Uhle, hicieron, desde fines del siglo XIX y principios del XX descubrimientos sensacionales de yacimientos antes no sospechados, ahondaron en el tiempo y en el espacio el horizonte de las culturas preíncas e hicieron resaltar la variedad y la importancia de sus remanentes; y los etnólogos, antropólogos y sociólogos europeos y americanos que estudiaron científicamente en este último siglo al Perú, a los Incas y sus antecesores y a los indios. m) En un plano literario e ideológico, Manuel González Prada al afirmar que los indios constituyen el verdadero Perú, que “nuestra forma de gobierno se reduce a una gran mentira porque no merece llamarse República democrática un Estado en que dos o tres millones de individuos viven fuera de la ley” y, por último, que la cuestión del indio “más que pedagógica, es económica, es social por lo que hay que predicarle rebeldía pues “todo blanco es, más o menos, un Pizarro, un Valverde, o un Areche”. n) Los marxistas, sobre todo los comunistas, que ahondaron y sistematizaron muchos años más tarde las palabras de González Prada e insistieron en que la base de la revolución social tenía que ser agraria y racial. o) Los intelectuales y artistas regionalistas, andinistas y serranistas con hostilidad a Lima, a la costa y a los blancos y mestizos.

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el IndIGenIsMo entre 1920 y 1930.- El indigenismo tan presente en el arte pictórico y la vida jurídica entre 1920 y 1930, tuvo una vigorosa expresión literaria dentro de la misma década. Ella coincidió con el estallido de la rebelión vanguardista. Su personero más celebrado dentro de la poesía fue Alejandro Peralta con sus libros Ande (1926) y El Kollao (1934). Dentro de la novela, ande

este poemario del puneño alejandro peralta (18991973) fue publicado en 1926 en su ciudad natal por la editorial titicaca. la obra estuvo complementada por grabados de manera del pintor domingo pantigoso. peralta publicó además el Kollao (1934), poesía de entretiempo (1968), tierra-aire (1971) y al filo de tránsito (1974) que apareció de manera póstuma.

en conJunto, se Puede aFirMar Que la dÉcada de 1920 a 1930 rePresentó un considerable increMento de la iMaGen del indio en la conciencia de la intelectualidad Peruana. JosÉ ÁnGel escalante contribuyó a Que este Punto de vista Pareciera Hallar acoGida en la retórica oFicial del Presidente leGuÍa y de su rÉGiMen.

en cambio, los moldes tradicionales imperaron en El pueblo del Sol (1927) de Augusto Aguirre Morales, ensayo ambicioso de hacer una evocación realista del suntuoso y rígido imperio inca.

En el género del cuento entre 1920 y 1930 viose desfilar en distintos planos a los indios señeros de Enrique López Albújar, César Vallejo, Ventura García Calderón y Emilio Romero.

La obra arqueológica de Julio C. Tello, de la que trata en detalle otro capítulo (1), tuvo en uno de sus aspectos una militancia indigenista porque, de un lado, llamó la atención acerca de la antigüedad del Perú y, a la vez, destacó la magnificencia irrebatible de algunas de sus expresiones más originales o más remotas. Al mismo tiempo, Tello en sus esfuerzos interpretativos ahondó en la autenticidad y en la raigambre de las expresiones culturales aborígenes dentro de la vida peruana, exhibió a la Conquista española en sus aspectos más desfavorables y no prestó atención al proceso histórico del Virreinato, la Independencia y la República. Hubo también quien negó originalidad y sustantividad a las culturas de la costa. La lucha entre serranos y costeños a propósito de remotas tesis arqueológicas halló paradojal asidero en algunos voceros curiosamente representativos de una virtual guerra civil en los espíritus.

Con Tempestad en los Andes de Luis E. Valcárcel, el relato que presentó al indio como a un mujik apareció unido a la encendida prédica de una próxima revolución agraria, serrana y racial que debía barrer a Lima, la costa, los mestizos y los blancos. Valcárcel presentó, por otra parte en sus serios y tenaces estudios históricos, una reivindicación del imperio de los incas y sobre el supuesto comunismo de su sistema económico y social. J. Uriel García refutó la tesis de Tempestad en los Andes en El nuevo indio, y declaró que carecían de vigencia en el Perú las pugnas racistas y, a la vez, afirmó que nuevo indio es todo aquel, recién llegado o con una estirpe de siglos en el mismo suelo, cualquiera que sea el color de su piel, que se enlaza con el paisaje y que extrae de él esencias de cultura peruana. Sin embargo, el marco de este libro se limitó a la región del sur y hubo en él pasajes pocos gratos para la costa y para el norte.

El libro de Abelardo Solís Ante el programa agrario peruano representó la búsqueda de la formulación social y jurídica concreta de problemas seculares para propugnar soluciones inspiradas en el ejemplo mexicano y en el de algunos países de Europa central y oriental después de la Primera Gran Guerra, en una posición reformista y anticomunista pero mucho más avanzada que las de las tesis universitarias anteriores a 1919.

El nombre Amauta escogido para la revista que fundó José Carlos Mariátegui, la figura que la simbolizó, dibujada por José Sabogal y la reafirmación de la dimensión indígena en la vida peruana insistentemente hecha en los Siete ensayos, actuaron entre las más influyentes tendencias sobre las nuevas generaciones intelectuales y estudiantiles de aquella época. A Mariátegui se debió la difusión de la tesis de que el problema indígena no debía tener una solución educativa sino predominantemente social y económica.

No debe omitirse una referencia al indigenismo pictórico de José Sabogal y al indigenismo musical.

En conjunto, se puede afirmar que la década de 1920 a 1930 representó un considerable incremento de la imagen del indio en la conciencia de la intelectualidad peruana. José Ángel Escalante contribuyó a que este punto de vista pareciera hallar acogida en la retórica oficial del presidente Leguía y de su régimen.

Correspondió al período entre 1931 y 1941 una etapa de reafirmación hispánica. Este período tuvo sus momentos culminantes al surgir la guerra española, al producirse la victoria de Franco y al celebrarse el cuarto centenario del descubrimiento del Amazonas y de la muerte de Francisco Pizarro. La superación de la lucha entre hispanistas y indigenistas a través del reconocimiento de la experiencia histórica peruana en su totalidad y la negativa para que ella actúe como lastre ante el porvenir, fue divulgándose después de 1942. La exhumación insistente de los

(1) Véase el capítulo 9 en esta sección de Historia de la República del Perú.

equilibrados trabajos de la juventud y de la primera madurez de Riva-Agüero y la restauración de un clima democrático en el mundo occidental después del colapso nacionalsocialista y fascista, han “apaciguado” a la derecha intelectual. Sin embargo, algunos de los que propugnaron una concepción “integralista” de la historia peruana tendieron al estatismo, al conservadurismo (1), y, en los últimos tiempos nótase un beligerante renacimiento indigenista como anuncio o preparación de una ola radical.

El hispanismo franco o vergonzante, en sus posiciones extremas, pecó porque soslayó o silenció lo que hubo de cruento y de trágico entre nuestros siglos XVI y XIX y lo que hubo y hay de notable en los desniveles sociales, económicos o culturales de la realidad americana; y porque suscribió todo el vasto y complejo fenómeno de la incorporación de América a la cultura occidental y de la recepción por esta de la riquezas y de los sueños que el Descubrimiento produjo, a un vocear de gratitud y de pleitesía a España. En cambio, cumplió una tarea esencial al recordar y reiterar la perdurable vinculación histórica de la vida del Nuevo Mundo con el mundo de ultramar.

El indigenismo, en análogos sectores irreconciliables, resultó negativo y ello fue natural, dado su ímpetu definido o potencialmente revolucionario. Y así resultó un convidado de piedra que vino a sentarse en el banquete de los historiadores y literatos y diplomáticos hispanistas, a ahuyentar complacencias e ilusiones, a abrir ojos y conciencias, a desenmascarar la nota amarga de la verdad profunda del hinterland americano. El uno exaltó al pasado colonial como proeza y el otro denostó a ese mismo pasado como tara para refugiarse en la idealización del pasado más remoto que el adversario a veces calificó despectivamente como bárbaro. El uno hizo la enumeración de lo que se construyó; el otro la de lo que se destruyó y de lo que permaneció como problema irresuelto. El peligro del indigenismo estuvo en que se quedara en lo local, lo aldeano, lo provinciano, aunque lo utilicen fuerzas internacionales; el peligro del hispanismo radicó en que pudo terminar en una actitud de evasión hacia la metrópoli física o espiritualmente, realizada en forma parcial o total.

Si no hubiera ahora mismo vastos sectores de población aislados que no se conjugan en el quehacer nacional; si no existiesen analfabetismo, escaso índice de producción, bajo nivel de vida, el clamor, el rencor, la rebelión indigenista no serían graves, peligrosos, patéticos. Pero esa desarticulación, esa ignorancia, esa subproducción, ese subconsumo pueden abarcar también a sectores mestizos, criollos, negros blancos, etc. Por ello el indigenismo puedes disolverse dentro de una conciencia lúdica acerca de los problemas sociales del país y de otros países en análogo nivel. Así como el hispanismo puede resolverse dentro de una conciencia lúdica acerca de nuestro necesario ligamen con el mundo occidental, aunque no seamos, por la existencia de aquellos problemas, una mera provincia de él. Lo peruano es, primariamente, una comunicación, unidad sustancial de elementos heterogéneos, conciencia simultánea de lo diverso y uno. teMpestad en los andes

en 1927 el antropólogo e historiador moqueguano luis e. Valcárcel (18911987) publicó este ensayo indigenista. en él, tocó el tema de la reforma agraria, que según el autor debía surgir en la sierra. Valcárcel incursionó además en la política. en 1915 fue elegido diputado por la provincia de chumbivilcas (cuzco), aunque luego el proceso electoral fue anulado. también se desempeñó como catedrático de Historia del perú e Historia del arte peruano en la facultad de letras de la universidad nacional del cuzco.

(1) El autor del presente libro con sus ideas sobre Perú: problema y posibilidad y La promesa de la vida peruana ha procurado difundir una concepción dinámica de la historia nacional.

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[ adenda: breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 ]

capítulo II ● I Santiago Figueredo ● II El Nuevo diccionario de la legislación peruana y el Diccionario de la legislación criminal del Perú, de Leguía y Martínez ● Los estudios de filosofía del Derecho. La influencia de Vanni ● Los estudios de historia del Derecho ● III Luis Felipe Villarán y el Derecho Constitucional e internacional ● Manuel Vicente Villarán y la enseñanza del Derecho Constitucional ● El Tratado de Derecho Administrativo, de León y León ● Las contribuciones de Dávalos y Lissón y de Alayza y Paz Soldán sobre Derecho Administrativo ● El Derecho internacional Público, de Ramón Ribeyro ● Las obras de Carlos Wiesse sobre el Derecho Internacional en las guerras civiles y los plebiscitos ● El Derecho Internacional Público, de Alberto Ulloa Sotomayor ● La Exposición comentada y comparada del Código Penal, de José Viterbo Arias ● La antropología criminal ● El Comentario al nuevo Código Penal, de Ángel Gustavo Cornejo y otros estudios sobre esta materia ● La polémica alrededor del jurado ● IV El Derecho Civil Común, de Cesáreo Chacaltana ● El Tratado de Derecho Civil Peruano, de Ricardo Ortiz de Zevallos y Vidaurre ● Los Comentarios al Código Civil de 1852, de Ángel Gustavo Cornejo ● El ambiente jurídico a favor del divorcio y el matrimonio civil ● Los comienzos del indigenismo jurídico universitario ● La obra polémica de Manuel Santos Pasapera sobre Derecho Minero ● El Tratado de Derecho Internacional Privado, de Morote ● El Derecho internacional Privado, de Carlos Garcia Gastañeta ● V Los Estudios de legislación procesal, de Julián Guillermo Romero ● Los Dictámenes fiscales, de Guillermo Seoane, las Vistas fiscales, de Juan José Calle y Algunas ejecutorias, de Óscar C. Barros ● Las vistas fiscales y la preocupación indigenista de José Frisancho ● La jurisprudencia de los tribunales como fuente para la literatura jurídica ● VI La enseñanza del Derecho ● La magistratura ● La oratoria forense.

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