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El baile escénico y el ballet en Lima
produjo una decadencia en la presentación de las óperas en Lima. La gran actividad teatral que caracterizó al periodo coincidente con la Primera Guerra Mundial llevó también a un renacimiento de este espectáculo. Al cabo de varios años hubo una temporada de ópera en noviembre de 1916 con el empresario Renato Salati, Juanita Caracciole, la Galeazzi, Palet, estuvieron entre los artistas. Se vio lo que no habíase exhibido durante mucho tiempo; conjunto, organización, relieve estético. La temporada iniciada en noviembre de 1917 fue también notable. Actuaron la soprano Carmen Mellis, la soprano lírica Mercedes Llopart, la soprano dramática Ofelia Nieto, entre otros artistas. Fue en esta temporada cuando se puso en escena Lohengrin íntegro “antes ejecutada (según expresó Revista de Actualidades) en forma de degollamiento minucioso porque se había asesinado la partitura por partes”. La orquesta ofreció, bajo la dirección de Alfredo Padovani conciertos sinfónicos en los que el público escuchó, entre otras obras, la Sinfonía heroica de Beethoven, la obertura de Tanhauser y el boceto En Oriente de José María Valle Riestra. También el año 1917 se estrenó la ópera Daniela del maestro italiano Napoleón Maffezzoli, residente en Lima desde 1898 en que llegó con la compañía de Adalguisa Gabbi y Perello de Segurola.
El gusto del público recibió así nueva orientación. Massenet en una fase completamente desconocida, Puccini en sus obras más recientes, Catalani, Saint-Saëns, Berlioz y Wagner fueron presentados con éxito resonante. “Solo desde la fecha que indico (1916) sucedió el fenómeno de que el público respondía a un espectáculo cuya calidad era él mismo primero en apreciar” escribió Luis Góngora en un artículo publicado en Variedades de 28 de agosto de 1920, “Verdi y Donizetti abandonaron la tiranía de su repertorio. El público comprendió, por fin, que había algo más grande que ‘Lucías’ y ‘Trovadores’ y que aun este género de óperas, por el que sería injusto tener un desprecio sistemático, adquiría un realce nuevo cuando un conjunto total de coros y de orquestas realzaba la labor de los cantantes capaces de interpretarlas”.
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En julio de 1918 se dio el caso paradojal de que la gran cantante de ópera María Barrientos actuara, a precios altísimos, en el Teatro Lima de la calle Manuel Morales. Cantó Lucia de Lamermoor, El barbero de Sevilla, Rigoleto y La Traviata entre otras obras. Pasó luego al Teatro Municipal. Su temporada duró hasta el mes de agosto.
En el mismo año propicio de 1918 (y después del segundo éxito de Ana Pavlova a que se hace referencia en un párrafo posterior) hubo otra temporada de ópera en el mes de noviembre con la misma compañía contratada por el empresario Salvati para el Teatro Municipal de Santiago de Chile. Fueron estrenadas siete óperas en Lima: Sansón y Dalila, Thais, Loreley, Werther, Condenación de Fausto, Iris y Zaza. Entre los artistas figuraron el tenor wagneriano Maestri, la soprano Sara César, Fanny Aniyúa y los ya conocidos Carmen Melis, Mercedes Llopart y Taurino Pavis. La compañía contó con un cuerpo de ballet ruso.
el Baile eScÉnicO Y el BalleT en liMa.- Una de las muchas consecuencias de la guerra europea fue el notable mejoramiento en el nivel de diversos espectáculos por las visitas que hicieron algunos grandes artistas al continente sudamericano. La llegada de la bailarina belga Felyne Verbist señaló en junio de 1916 la presentación del ballet académico o clásico. Por otra parte, la tradicional relación artística con España facilitó la giras de bailarinas como Antonia Mercé “La Argentina” en diciembre de 1915 y Tórtola Valencia en diciembre de 1916. Pero el acontecimiento más sensacional en este plano se produjo al llegar a Lima (se estrenó el 25 de mayo de 1917) la rusa Ana Pavlova con su compañía que dio a conocer el ballet moderno, con figuras de primera magnitud reunidas en un conjunto organizado dentro de un vasto espectáculo de arte para interpretar variados poemas dramáticos antiguos y modernos expresados por la armonía del movimiento rítmico, el gesto, la muda dinámica. El público peruano pudo conocer solo entonces la revolución fundamental operada en la danza durante las dos primeras décadas del siglo XX. caRMen TóRTOla Valencia (1882-1955)
esta bailarina catalana llegó al Perú en diciembre de 1916, con un estilo personal basado en la libre expresión de emociones a través del movimiento. Tórtola estuvo fuertemente influenciada por la bailarina estadounidense isadora duncan (18771927), quien debutó en 1908 en londres y creó, entre otras, las coreografías danza del incienso, la bayadera, danza africana, la danza de la serpiente y la danza árabe.